de San Andres
Este servicio se celebra el miércoles por la tarde. Los maitines comienzan igual que en Cuaresma, hasta el octavo Kathisma (55-63) y el Sedalion con su Theotokion. Se lee luego la primera mitad de la vida de Santa María de Egipto.
Luego después del Salmo 50, comenzámos a cantar el Canon, pausadamente y con arrepentimiento. Antes de cada Tropario, hacemos la señal de la cruz y tres reverencias, cantando: "Ten piedad de mí, Oh Dios, ten piedad de mí."
Primera Oda
Tono 6
Hirmos: "El es mi Auxilio y mi Protección y se ha hecho mi salvación. Este es mi Dios y yo lo glorificaré. Mi padre es Dios y yo lo exaltaré. El ha triunfado gloriosamente.
Troparios:
Por donde comenzaré a lamentar las acciones de mi vida infame? Qué primeros frutos debo ofrecer, oh Cristo, por mi lamentación presente? Pero en tu compasión concédeme el perdón de mis transgresiones.
Ven miserable alma, con tu carne confiesa ante el Gran Creador. En el futuro aléjate de antiguas brutalidades y ofrece a Dios lágrimas de arrepentimiento.
He emulado por mi transgresión a Adán. Me doy cuenta que estoy despojado de Dios y del Reino Eterno y de su bienaventuranzas por causa de mis culpas.
Oh! Miserable alma! Por qué te asemejas a la primera Eva? Has mirado malvadamente, siendo amargamente herida Has tocado el árbol y temerariamente has gustado el alimento prohibido.
El lugar del cuerpo de Eva ha sido ocupado por mí, por medio de la Eva de mi mente, en forma apasionada, llameante, mostrándome dulces cosas, aún haciéndome probar y tragar amargas cosas.
Adán fue expulsado del Edén por no observar un precepto divino, oh Salvador. Pero qué padeceré yo que estoy siempre rechazando tus palabras vivas?
He asumido voluntariamente la culpa por el crimen de Caín, desde que vigorizando mis llamaradas soy el asesino de la conciencia de mi alma y declarado la guerra contra ella por mis malas acciones.
No me he asemejado a la virtud de Abel, oh Jesús. Nunca te he ofrecido dones puros, ni acciones pías, ni sacrificios puros, ni una vida irreprochable.
Al igual que Caín, también nosotros, oh despreciable alma, hemos ofrecido al Creador tantos hechos sucios, impuros defectuosos sacrificios y ociosa vida. Por eso fuimos condenados.
Vaciando el barro de mi vida, oh Poderoso, pon en mí destellos y huesos, aliento y vitalidad. Pero, Oh mi Creador , Redentor y Juez, acepta a este pecador arrepentido.
Confieso, Oh Salvador, los pecados que he cometido y las heridas y llagas de mi alma y cuerpo que sanguinario ladrón asesinó sin haber influído sobre mí.
He pecado, Oh Salvador, aún sabiendo que Tú amas a la humanidad, Tú golpeas misericordiosamente y lastimas tibiamente. Tú mírame llorando y corre hacia mí, como el padre al hijo pródigo.
Segundo Canto
Hirmos: Atiéndeme, Oh Cielo, y yo hablaré; y cantaré a Cristo quien vino a vivir entre nosotros en persona que El tomó de la Doncella.
Troparios:
Atiéndeme, Oh Cielo, y yo hablaré; Oh tierra, dad aire a las voces que se arrepienten ante Dios y le cantan alabanzas.
Atiéndeme, Oh Dios mi Salvador, con tus misericordiosos ojos y acepta mi ferviente confesión.
He pecado ante todos los hombres. Yo solo he pecado contra Ti. Pero Dios ten compasión, Oh Salvador, sobre tu criatura.
Una corriente de pasiones me acosa, Oh compadécete Padre, te ofrezco también a Ti. Sed misericordioso conmigo, oh Salvador, en Ti confío.
He oscurecido la belleza de mi alma con placeres de pasión y he reducido a fango mis pensamientos y mi mente.
He desgarrado la vestidura que el Creador tejió para mi en los comienzos y por eso estoy yaciendo desnudo.
Me he puesto un abrigo desgarrado, el cual la serpiente tejió para mi por desidia y estoy avergonzado.
He mirado la belleza del árbol, y mi mente fue seducida; y ahora me encuentro desnudo, y estoy avergonzado.
Todos los demonios de las pasiones me han seguido y por mucho tiempo me han tiranizado.
He perdido la belleza de mi nacimiento y ahora me encuentro desnudo y estoy avergonzado.
Los pecados que me desnudaron del ropaje tejido por Dios, han cosido sobre mi un vestido de pellejos.
Estoy envuelto en una prenda de vergüenza, lo mismo que hojas de higuera en reprobación por mis pasiones egoístas.
Oh Amor de los hombres, quien deseó la salvación de todos, en Tu bondad recuérdame y recíbeme arrepentido.
Dad oídos a los suspiros y gemidos de mi alma, acepta las lágrimas de mis ojos, oh Salvador, y sálvame.
Santísima Madre de Dios, sálvanos
Theotokion: Purísima Madre de Dios, Unica alabada por todos ruega intensamente para que seamos salvados.
Hirmos: Mira, mira que Yo soy Dios, Quien hizo llover maná del cielo y brotar agua de la roca del desierto, para mi pueblo, mediante Mi mano derecha y Mi poder.
Mira, mira que Yo soy Dios; presta oídos mi alma, al Señor, Quien está suplicando ante ti y llora tú mismo por tu primer pecado, y témele a El como el Vengador, y como a tu Juez y Dios.
¿A quién te pareces, oh pecaminosa alma? Seguramente e Caín y a ese malvado Lamec. Por ti han apedreado tu cuerpo con hechos perversos y haz asesinado tu mente con apetitos irracionales.
Corriendo tras de todo el que vivió antes de la Ley, mi alma, tu no haz sido como Set, ni imitado a Enós, ni a Enoch, ni a Noé. Pero tu te haz alejado de la vida recta, equitativa.
Tu sola haz abierto el flujo de las iras de Dios, mi alma, y haz inundado toda la tierra y tu carne, obras y vida, y permaneciendo fuera del Arca de la Salvación.
"He matado a un hombre y me he herido yo mismo" dijo Lamec, "y un hombre joven en mi propio daño," gritó lamentándose. Pero tú, mi alma, no tiemblas, mientras mansillas la carne y profanas la mente.
Oh, como he emulado ese viejo crimen de Lamec! Por mis cobardes placeres, he matado a mi alma como al hombre, mi mente como al hombre joven, y mi cuerpo como a mi hermano, como Caín el asesino.
Tú habrías ayudado a construir una torre, mi alma, y erigir un bastión para tu codicia. No han confundido al Creador tus planes, y llevó tus ardides rompiéndolos contra la tierra.
Estoy golpeado y herido! Míra las flechas del enemigo con las que atravesaron mi alma y mi cuerpo! Mira las heridas, las llagas y las mutilaciones que gimen y revelan los golpes de mis propias pasiones.
El Señor llovió fuego y quemó las desenfrenadas maldades de Sodoma. Pero, mi alma, haz inflamado el fuego del infierno, en el cual tú eres amargamente quemada.
Sabe y ve que Yo soy Dios, Quien busca corazones, castiga pensamientos, reprueba acciones y quema pecados, y juzga al huérfano, al humilde y al pobre.
A María: Extendiste tus manos a la misericordia de Dios, oh María, cuando te sumías en bajos vicios. Y El que por todos los medios estuvo buscando tu conversión, afectuosamente extendió una mano de ayuda como a Pedro.
A María: Toda ansiosa tú corrías con amor hacia Dios, abandonando el anterior camino de pecado. Y siendo alimentada en el desierto, sin caminos castamente seguiste Sus Divinos Mandamientos.
A Andrés: Déjanos ver, déjanos ver, oh alma, el amor de nuestro Dios y Señor por los hombres. Y así, antes del final déjanos caer anta El con lágrimas, exclamando: Por las plegarias de Andrés, oh Salvador, ten piedad de nosotros.
Gloria: Indivisible Unidad, acéptame arrepentido, sálvame que he pecado. Yo soy Tu creación, no me desprecies, mas compadécete y líbrame del infierno de la condenación.
Ahora y siempre: Purísima Señora Madre de Dios, esperanza de aquellos que recurren a Tí, y auxilio de aquellos en desgracia, consigue gracia para mí del Misericordioso, tu Hijo y Creador, mediante tus ruegos.
Cuarto Canto
Troparios:
No desprecies Tus trabajos y no abandones Tu creación., oh Justo Juez, y Amor de los hombres, aún cuando yo sólo he pecado como hombre más que cualquier hombre. Pero siendo Señor de todos, tienes poder para perdonar pecados.
El fin se acerca, alma mía, se acerca. Pero tu ni te cuidas ni estás lista. El tiempo se acorta. Despiértate. El Juez está cerca, ya a las puertas. Como un sueño, como una flor, el tiempo de esta vida pasa. ¿Por qué ajetrarnos en vano?
Vuelve en tí, alma mía, considera los hechos que haz cometido y tráelos ante tus ojos y derrama tus lágrimas. Valientemente cuenta tus actos y pensamientos a Cristo y serás absuelta.
No hubo nunca un pecado, o acto malo, o vicio en la vida que no haya cometido, oh Salvador. He pecado con la mente, palabras y he llegado con disposición, con voluntad y obra, como uno que lo ha hecho siempre.
Por esto, yo estoy condenado, miserable que soy; por esto estoy sentenciado por mi propia conciencia, tanto que no hay nada en el mundo más riguroso. Oh, mi Juez y Redentor, que conoces mi corazón, compadécete y sálvame, soy tu siervo.
La escalera de ancianos, los cuales el Gran Patriarca vió, alma mía, es un modelo de ascenso por la obra y por el conocimiento. Así, si tú deseas vivir en obra, conocimiento y contemplación, mantente reservada.
A causa de sus lamentaciones, necesita el Patriarca soportar el calor abrasador del día, y él perforó la escarcha de la noche haciendo diariamente ganancias, pastoreando, luchando, esclavizando a fin de ganar dos esposas.
Por dos esposas El entiende obra y conocimiento directo en la contemplación. Lía como obra pues ella tuvo numerosos niños y Raquel como conocimiento, que se obtiene con mucho trabajo. Porque sin trabajo, alma mía, ni la obra, ni la contemplación logrará éxito.
¡Cuidado, alma mía! Sé valiente como los grandes Patriarcas, para que puedas adquirir actividad y sabiduría, y ser una mente que contempla a Dios y pueda penetrar en contemplación la mayor oscuridad y ser un gran artesano.
El Gran Patriarca, por las súplicas de los Apóstoles, místicamente estableció para tí, alma mía, una escalera activa de ascensión, habiendo ofrecido sabiamente a sus hijos como peldaños y sus gradas para ascender.
Tú haz emulado al odiado Esaú, alma mía, y haz renunciado a tus derechos de nacimiento de belleza prístina para el que te suplante, y haz perdido la bendición de tu padre, y haz sido suplantado dos veces por obra y conocimiento. Por esto, oh infelíz, arrepiéntate ahora.
Esaú fue llamado Edom por su extrema pasión de locura por las mujeres. Para siempre abrazado por la incontinencia y manchado con los placeres, fue llamado Edom que significa "alma ardiente amante del pecado."
Haz escuchado de Job, quien fue hecho santo sobre un muladar, ¡oh alma mía! Tú no haz emulado su coraje, ni tenido sus firmes propósitos en todo lo que tú haz aprendido o conocido, o en tus tentaciones, mas haz probado ser inconstante.
El que estaba primeramente sobre un trono está ahora desnudo sobre un muladar y cubierto con llagas. El que tuvo nimerosos niños y fue muy admirado está de repente sin niños y sin hogar. Aún así él consideró el muladar como un palacio y sus llagas como perlas.
El opulento y virtuoso hombre, adornado de dignidad real, corona y brillantes, abundando en riqueza y ganado, fue súbitamente desojado de sus bienes, gloria y reino y se convirtió en mendigo.
Y si el que fue virtuoso e inocente mas allá de todo no escapó a las trampas y redes del ambaucador, ¿que harás tú, alma mía, amante del pecado, si algo inesperado te ocurre?
Mi cuerpo está corrompido, mi espíritu sombrío y estoy cubierto enteramente de llagas. Pero como el médico, oh Cristo, cura, lava y limpia mi cuerpo y espíritu con arrepentimiento y hazme, mi Salvador, más puro que la nieve.
Desfalleciste en cuerpo y alma, en beneficio de todos, oh Verbo, crucificado. Tu cuerpo, para renovarme, Tu sangre, para lavarme y Te sacrificaste rindiendo Tu Espíritu, oh Cristo, para llevarme hasta el Padre.
Tú haz logrado la salvación en medio de la tierra, oh Misericordioso Creador, que nos permitió ser salvados. Fuiste voluntariamente crucificado sobre la cruz: el Eden que estaba clausurado está abierto; cosas arriba y debajo, lo creado y todos los pueblos están salvados y Te reverencian.
Para que la sangre y el agua que brotan de Tí sean una fuenta para mí y una corriente de clemencia, que me permita ser purificado, ungido y aliviado por ambas con vino y unción mediante tus palabras, oh Verbo.
Estoy preso en el salón nupcial de las bodas y cenas. Mi lámpara se ha apagado por falta de aceite, la puerta ha sido cerrada mientras yo estaba dormido; la cena fue comida y yo, atado de pies y manos, arrojado afuera.
La Iglesia ha adquirido tu dar vidas como un cáliz desde el cual fluye como una doble fuente de perdón y sabiduría, a manera de dos testamentos, Viejo y Nuevo, oh Nuestro Salvador.
Breve es mi vida y llena de penas y maldades, pero acéptame en penitencia y acuérdate de mí y mantenme alerta, para que nunca llegue a poseer el dominio o aliento del enemigo. Oh Salvador, ten compasión de mí.
Jactancioso corazón endurecido tengo, todo en vano y para nada. No me condenes con el fariseo, pero antes bien, concédeme la humildad del publicano, oh Unico Misericordioso y Justo Juez y llévame con él.
He pecado, lo sé, oh Bondadoso Señor, y ultrajado mi carne, pero acéptame en penitencia y acuérdate de mí para que nunca esté poseído por el enemigo. Oh Salvador, ten compasión de mí.
Me convertí en mi propio ídolo y he ultrajado mi alma con pasiones, oh Bondadoso Señor, pero acéptame en penitencia y acuérdate de mí para que nunca esté poseído por el enemigo. Oh Salvador, ten compasión de mí.
No he escuchado Tu voz, he desobedecido Tus Escrituras, oh Legislador, pero acéptame en penitencia y acuérdate de mí para que nunca esté poseído por el enemigo. Oh Salvador, ten compasión de mí.
A María: Viviendo una vida incorpórea en un cuerpo, oh Santa, haz recibido en verdad grandes dones de Dios para interceder por aquellos que llenos de fe te alaban. Por esto te imploramos, libéranos de todos los juicios mediante plegarias.
A María: Aún yendo hacia la profundidad de la gran ofensa, no estabas allí. Pero con mejor pensamiento, retornaste para consumar tu virtud, mas allá de toda expectación y al asombro del reino de los ángeles, oh María.
A Andrés: Oh Andrés, gloria del Padre, de pie ante la trascendentalmente divina Trinidad, por los ruegos no déjes de interceder para que los que te invocamos con amor podamos ser liberados del tormento, oh divino intercesor, adorno de Creta.
Gloria: Confieso que Tú eres Indivisible en esencia, Inconfundible en personas, un Trío Divino, co-entronada y co-reinante. Yo te canto el supremo himno tres veces.
Ahora y siempre: Tu diste nacimiento y vida a una vida virgen, y en ambos casos permaneciste Virgen por naturaleza. El que nació de Tí renueva las leyes de la naturaleza, y una madre da a luz. Donde Dios quiere, el orden de la naturaleza es dominado; El hace Su voluntad en todo.
Sexto Canto
Troparios:
Te ofrézco sinceramente con pura intención, oh Salvador, las lágrimas de mis ojos y gemidos desde lo profundo de mi corazón, exclamando: Oh Dios, he pecado contra Tí, sé piadoso conmigo.
Tú, alma, te haz revelado contra el Señor al igual que Dathan y Abiram, más con todo tu corazón exclama: "Perdón" porque un anhelante abismo de la tierra no puede absorberte.
Igual que un novillo espantado, burlado hasta la locura, alma mía, tú te haz semejado a Efraín. Con obra, determinación y contemplación, salva tu vida, como una gacela lo hace de la trampa del lazo.
Deja que la mano de Moises nos infunda confianza, alma mía, como Dios puede purificar y limpiar una vida leprosa.
Las olas de mis culpas, oh Salvador, como el mar Rojo, retrocedieron y me cubrieron inconscientes, como a los egipcios y a sus cuadrigas.
Como Israel de antaño, mi alma, tú haz tenido una tonta afección, porque como una bestia tú haz preferido los placeres de las pasiones, al divino maná.
Tú haz apreciado, mi alma, sobre las rocas el pensamiento de la caananita con las grutas desde las cuales el río de la prudencia como un cáliz derrama corrientes de Ciencia Divina.
Carne de cerdo y marmitas calientes, y alimento egipcio, tú, alma mía, haz preferido al celestial maná, como la gente insensible del desierto.
Cuando Tu siervo Moises golpeó la roca con su vara, místicamente simbolizó Tu costado dador de vida, oh Salvador, del cual nosotros todos aspiramos el agua de vida.
Explora y espía la Tierra Prometida, como Josué, el hijo de Nun, alma mía, y contempla como es, e instálate observando las leyes.
Rebélate y pelea contra las pasiones de la carne, igual que Josué lo hizo contra Lamec, y siempre conquista a los Gibeonitas en ilusión.
Pasa a través del devenir natural del tiempo, como el Arca de la Antiguedad y toma posesión de la Tierra Prometida, mi alma, es el Mandato de Dios.
Como a Tu siervo Pedro cuando imploró: "Sálvame." Líbrame de la bestialidad, oh Salvador, extiende tu mano y elévame de las profundidades del pecado.
Te conozco como un Paraíso calmo, oh Señor, Cristo Señor, pero líbrame de las profundidades extremas de la desesperación y el pecado.
Soy la moneda con la imagen real, la cual fue la perdición en la antiguedad, oh Salvador. Pero enciende la lámpara, Precursor, oh Verbo, busca y encuentra Tu Imagen.
A Andrés: Conociéndote como Pastor y Prelado de Cristo, e Intercesor para el mundo, oh Andrés, corro hacia Tí y gimo: Libérame, Padre, desde lo profundo del pecado.
Gloria: Yo soy la Trinidad, Simple e Indivisible, Personalmente divisible, y Soy la Unidad, unida en Naturaleza, dice el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Ahora y siempre: De Tus entrañas nació Dios para nosotros y tomó nuestra forma. Implora a El cómo el Creador de todo lo que existe, oh Madre de Dios para que por Tu intercesión podamos ser justificados.
Octavo Canto
Troparios:
He pecado, oh Salvador, ten piedad!. Despierta mi mente a la conversión, acéptame arrepentido, ten compasión de mí cuando te imploro. Sólo contra Tí he pecado y actuado contra la ley, ten piedad de mí.
Elías, el de la carroza, una vez ascendió por medio de la carroza de virtudes hacia el Cielo, y fue llevado sobre las cosas terrenales. Considera entonces, mi alma, esta ascensión.
La corriente del Jordán fue hecha para detenerse sobre cualquier costado por Eliseo, mediante la piel de cordero de Elías. Pero tú, mi alma, no haz participado de esta gracia, por causa de tu incontinencia.
La Sunamita con buen criterio agasajó al hombre virtuoso. mas tú, mi alma, no haz llevado a tu casa ni extranjeros ni viandantes. Por lo tanto serás arrojada fuera del salón del banquete de bodas.
Siempre haz imitado la mente vil de Giezi, oh alma miserable. Desembarázate de tu apego al dinero, por lo menos en la vejez; escapa del fuego de la Gehena abandonando tus diabólicas maneras.
Habiendo emulado a Uzzías, mi alma, tú haz adquirido su lepra doblemente, porque tienes malos pensamientos y cometes actos indignos. Arroja cuanto tienes y arrepiéntete.
Haz escuchado, alma, de los Ninivitas, que se arrepintieron ante Dios cubiertos de cenizas y sacos de arpillera. Tú no los haz imitado, por el contrario, pero pruebas ser peor que todos los que han pecado antes y después de la Ley.
Tú haz oído de Jeremías, en el fango de la mazorra, como clamaba contra la ciudad de Sión y buscaba sus lágrimas. Imita su vida de lamentaciones y serás salvada.
Jonás huyó a Tarsis, abandonando la conversión de Ninive, porque siendo profeta sabía de la compasión de Dios, y estaba ansioso de que la profesía no resultara falsa.
Tú haz oído, mi alma, sobre Daniel en la cueva del león cómo cerró las fauces de las bestias. Tú sabes cómo los jóvenes que estaban con Azarías extinguieron las llamas del horno con su fe.
He analizado todo el pueblo del Viejo Testamento como ejemplos para tí, mi alma. Imita los actos de amor a Dios de los virtuosos y huye de los pecados de los perversos.
Justo Juez y Salvador, ten piedad de mí y líbrame del fuego y las amenazas en las cuales incurriré en el Juicio. Perdóname antes de mi fin por la virtud y el arrepentimiento.
Como el ladrón yo exclamo: "Acuérdate de mí." Como Pedro me lamento amargamente "Libérame, oh Salvador"; yo gimo como el publicano, me lamento como la prostituta. Acepta mi lamento como lo hiciste con la mujer de Canaan.
Cura, oh Salvador, la corrupción de mi alma envilecida, oh Gran Médico. Ponme las compresas, el aceite y el vino; obras de arrepentimiento, remordimiento y lágrimas.
Imitando a la canaanita, también gimo: "Ten piedad de mí, oh Hijo de David." Toco el ruedo de Tu Manto como la hemorroísa, me lamento como Marta y María por Lázaro.
La jarra de alabastro de mis lágrimas, oh Salvador, derramo sobre tu cabeza como un perfume y como la mujer pública te ímploro llorando buscando Tu misericordia. Ofrezco plegarias y pido perdón.
Aunque nadie ha pecado contra Tí como lo he hecho yo, asimismo acéptame, oh Salvador, arrepentido con temor y suplicando con amor: sólo contra Tí he pecado. He cometido equivocaciones, ten piedad de mí.
Salva, oh Salvador, a Tu propia creación y busca como Pastor a Tu rebaño perdido; arrebata al animal descarriado de las fauces del lobo y hazme un pequeño cordero en Tu pradera.
Cuando te sientes como Juez y en Tu compasión muestres Tu terrible Gloria, oh Cristo, oh qué temor habrá entonces, cuando el horno esté ardiendo y todos huyan de Tu temible Tribunal.
A María: La Madre de la Luz te ilumina y te libra de la oscuridad de las pasiones. Por eso ahora, admitida en la Gracia del Espíritu, ilumina, oh María, a aquellos que plenos de fe te imploran.
A María: Contemplando en Tí una nueva maravilla, oh Madre, el divino Zosimas quedó realmente asombrado, pues vió un Angel en un cuerpo y lleno de absoluto asombro, él ruega a Cristo para siempre.
A Andrés: Como Tú tienes valentía para hablar con el Señor, oh Andrés, venerable crédito de Creta, intercede, te imploro para que por medio de tus preces pueda ahora encontrar libertad para la cadena de mis pecados, oh Maestro del arrepentimiento, gloria de Santos.
Gloria: Padre Eterno, Co-eterno Hijo, Bondadoso Paráclito Espíritu de la Verdad; Padre del Verbo Divino, Verbo del Padre Eterno, Espíritu Vivificante y Creador, Trinidad en una sola esencia, ten piedad de nosotros.
Ahora y siempre: Como de seda escarlata, oh Doncella Purísima, dentro de Tus entrañas fue tejida la Púrpura Espiritual, la Carne de Emmanuel. Por eso te glorificamos porque en verdad eres la Madre de Dios.
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Holy Protection Russian Orthodox Church
2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068
Editor: Archimandrite Alexander (Mileant)
(canon_andres.doc, 05-17-98)