Santo Nectáreo

Staretz de Óptina

Obispo Alejandro Mileant

Traducido por Javier Martínez (Oleg).

Contenido:

Vida del Santo.

De los Preceptos del Anciano Nectáreo.

Del Staretz Nectáreo. Discusión con un Espiritista.

El pecado de fumar.

Recopilaciones de Sergei A. Nilus.

El Ojo del Gato.

Una Conferencia Monástica.

 

Notas: La palabra "Staretz" significa un monje de edad avanzada, muy venerado por todos. Ellos penetraban en el alma de la gente y daban consejos, inspirados por Dios, curaban enfermedades corporales y del espíritu. Hieromonje es un monje ordenado sacerdote. "Desierto de Óptina" es un gran monasterio en Rusia central. Cellar — ayudante del Staretz. Batiushka — se dice a un cura, pero antes se usaba como palabra cariñosa.

 

Vida del Santo.

Entre los grandes ancianos del monasterio de Óptina, su último Staretz Nectáreo disfrutaba de un aprecio especial. Nacido en 1857, de padres pobres Basilio y Helena Tihonov, fue bautizado Nicolás. Su padre, quien trabajaba en un molino, murió a temprana edad. Nicolás y su madre mantuvieron un profundo vínculo espiritual. Al tiempo que era estricta con él, ella empleaba normalmente amabilidad y sabía como alcanzar su corazón. No obstante, ella murió también tempranamente, dejando a Nicolás completamente huérfano.

En 1876, Nicolás llegó a Óptina con una bolsa colgando sobre su hombro, conteniendo no más que una copia del Nuevo Testamento. Muchos años más tarde, el santo padre rememoraba su primera impresión de Optina: "¡Señor! Cuan hermoso es acá, con el sol inundando desde el amanecer, ¡y las flores! ¡Igual que el paraíso"! Nicolás fue recibido nada menos que por el Staretz Ambrosio, y su dialogo inicial con este gran clarividente produjo una tan profunda impresión en él, que quedó en Óptina por el resto de su vida. El Staretz Ambrosio y Antonio (Zerzalov) pasaron a ser sus mentores espirituales.

El primer acto de obediencia de Nectáreo fue cuidar de las flores, continuando su servicio como sacristán. La puerta de su celda (donde pasó 25 años) estaba enfrentada a un lateral de la Iglesia.

A causa de sus muchos trabajos de obediencia, frecuentemente llegaba tarde a la iglesia, apareciendo con los ojos hinchados y rojos, como si se hubiese quedado dormido. A las quejas de algunos de sus hermanos, el anciano Ambrosio replicaría en forma de rima, "Esperen. Nicolás, dormido en su lecho, a todos será de provecho."

La obediencia tiene un gran sentido: "La primera gran virtud es la obediencia. Cristo vino a nosotros a causa de Su obediencia al Padre, y la vida del hombre en la tierra es obediencia a Dios." Más tarde, en sus años más maduros, el Padre Nectáreo diría, "Sin la obediencia la persona es primeramente atrapada por una pasión, ardor, que luego se convierten en enfriamiento y debilidad. Inicialmente, la obediencia al principio parece difícil, pero después todos los obstáculos se suavizan."

Durante estos años, el padre Nectáreo leía extensamente y seguía un programa de auto educación. Leía no solo material espiritual sino también libros educativos. Estudió matemáticas, historia, geografía, literatura clásica rusa y extranjera, aprendió francés y latín. En 1894 el Padre Nectáreo era consagrado diácono, y 4 años más tarde, el arzobispo Macario de Kaluga le ordenó monje. Esto es lo que él diría de su consagración:

"Cuando el arzobispo Macario me estaba consagrando monje, él detecto mi tumulto espiritual y, tras el término, me ofreció algunas breves, si bien poderosas palabras. Estas palabras fueron tan potentes que aunque han pasado muchos años todavía las recuerdo hasta el día de hoy y no las olvidaré por el resto de mi vida. ¿Y fue mucho lo que me dijo? Él me llamó al altar y me dijo, "Nectáreo, cuando te sientas apenado o deprimido y fuertes tentaciones te sobrecojan, tan sólo manténte repitiendo una cosa: "Señor, ten piedad, apacigua y salva a este siervo Tuyo." ¡Esto es todo lo que Vladika (el obispo) me dijo! Pero su consejo me salvo muchas veces, y todavía hasta el día de hoy me esta salvando por haber sido pronunciado con autoridad."

No es conocido de que pesar específico él fue salvado por estas palabras, aunque él reveló algunas de las tentaciones que él enfrentó. Una ocurrió durante los tempranos días de su puesta a prueba espiritual. En sus años jóvenes, él disponía de una voz magnífica y su oído para la música permaneció con él hasta sus años ancianos. Durante los primeros años de su vida en Óptina, él cantó en el coro en el lado (cliros) derecho de la iglesia, y tubo que cantar "El Ladrón Arrepentido." No obstante, había una costumbre en el lugar ermita: una vez al año, el maestro del coro del monasterio se acercaba a escuchar y seleccionar las mejores voces para su coro. Los elegidos eran transferidos al monasterio. Aunque él no quería marcharse, la fina voz del hermano Nectáreo le amenazaba con este destino. Al tiempo, cantar "el Ladrón" era a la vez adulador y reconfortante. Sin embargo, durante las sesiones de canto enfrente del maestro del coro él falseó su voz cantando fuera de tono y lo colocaron al cliros de izquierda. No es necesario decir que su transferencia al monasterio quedó fuera de lugar.

Otra tentación le sobrevino mientras era hieromonje y estaba medio-recluso. Casi no salía más y cubrió las ventanas de su celda con papel, con el fin de intensificar sus oraciones y potenciar su autoeducación. Aunque tan sólo había completado su educación secundaria, sus constantes lecturas le dieron un conocimiento multifacético, de manera que podía conversar libremente de temas sociales tanto generales como específicos, así como de temas espirituales. Podía discutir sobre Pushkin, Shakespeare, Milton y Kriloff, Spengler y Jagharte, Bloch, Dante, Tolstoy y Dostoievsky. Después del almuerzo, durante su hora de descanso, él pedía a alguien que le leyese historias folklóricas, rusas o de los hermanos Grimm.

Habiendo leído acerca de la gran variedad de maravillas del mundo, él desarrolló la pasión por viajar, para poder verlas por sí mismo. En aquella época Óptina recibió instrucciones del Santo Sínodo, exhortándoles a designar un monje en la flota abordo de un barco, que tenia el destino de circunvalar el globo. El padre archimandrito ofreció este puesto al monje Nectáreo. Regresando a su celda, estaba tan entusiasmado y ansioso que comenzó a empacar, olvidando que en Óptina, nada se emprende sin recibir antes la bendición del Staretz. Fue poco después que tras recordar esto acudió inmediatamente a Staretz José para recibir su bendición. Sin embargo el Staretz no le dio la bendición y el Padre Nectáreo acepto humildemente.

Así que, para no desarrollar el orgullo, el Padre Nectáreo comenzó a actuar como un necio por Cristo. Por ejemplo, sobre su hábito de monje comenzó a vestir una chaqueta floreada; cuando se sentaba a comer se servía toda su comida en un solo recipiente, fuese dulce o salado; se ponía una bota de fieltro en un pie y una de cuero en el otro. Durante el periodo de ser "Staretz," solía confundir a otros monjes, rodeándose de juguetes, barcos, carros y avioncitos.

Su cambio de vida solitaria en su celda, a servicio público no le resultó fácil. En 1913, ante la insistencia del padre Benedicto, prior de Borovsk y principal eclesiástico, la hermandad de Óptina se reunió para elegir un nuevo Staretz. Inicialmente el cargo fue ofrecido al archimandrita Agape, quien estaba retirado y vivía en Óptina. Este era un hombre de amplio conocimiento y alta espiritualidad. Autor de la brillante biografía del Staretz Ambrosio, él había rehusado firmemente el puesto de obispo ofrecido a él en varias ocasiones. Esta vez también rehusó ser Staretz. En aquel tiempo él tenía unos pocos discípulos cercanos, entre los cuales se encontraba el hieromonje Nectáreo.

Cuando los hermanos pidieron al Padre Agape nominar un candidato válido, él nombró al padre Nectáreo, quien debido a su humildad ni siquiera se hallaba presente. La hermandad eligió por unanimidad al padre Nectáreo como su Staretz, y enviaron al padre Averky a buscarle. Llegando a su celda le avisó: "Reverendo Padre, le solicitan en la reunión," a lo cual el padre Nectáreo rehusó diciendo: "Serán capaces de tomar su decisión sin mí." De cualquier modo el padre Averky insistió: "El Padre Archimandrita me ha enviado a pedirle que venga." Obediente, el Padre Nectáreo se puso su hábito y con un pie en bota y otro en zapato así acudió a la asamblea. A su llegada le dicen: "padre, usted fue elegido el confesor de nuestro convento y Staretz. El Padre Nectáreo objetó: "No, padres y hermanos, yo soy de mente simple y no sería capaz de llevar tan pesada carga." Finalmente, escuchando las palabras determinantes del Archimandrita — "Padre Nectáreo, acepte esta obediencia," se sometió al llamado.

Durante este periodo el Staretz Nectáreo adquirió cercanía con Constantino Leontiev, quien viviendo en Óptina, solía leerle sus obras en manuscritos. Él estudió pintura bajo la enseñanza del académico Bolotov, (que se hizo monje), ya durante su vida mantuvo un interés en las novedades en el arte y hacia bocetos de iconos. Por ejemplo, su boceto de la Anunciación lo hizo en los últimos años de su vida en Óptina.

Teniendo el talento para pintar, este arte fue especialmente cercano al Staretz Nectáreo. Él solía declarar, "Actualmente, el arte de pintar está en declive. Antiguamente, antes de comenzar una pintura, el pintor solía prepararse, tanto interna como externamente. Antes de ponerse a la tarea, prepararía los elementos necesarios: el lienzo, las pinturas, los pinceles, etc.... y comenzaría entonces a pintar no sólo unos pocos días, sino años y aveces toda una vida, como la ‘Aparición de Cristo a la gente’ de Ivanov. Grandes obras maestras fueron creadas en aquellos días. Hoy, los pintores trabajan apresuradamente, sin pensamiento ni sentimiento... Por ejemplo, al pintar una obra espiritual es necesario que la luz emane del ángel, y no que la luz recaiga sobre él."

El Staretz deseaba grandemente que se realizase una pintura de la Natividad de Cristo. "Es necesario para el mundo recordar este enorme evento, que sucedió una sola vez en la historia! ... Los pastores vestidos con ropas cortas y raídas, dan cara a la luz, mostrando espaldas a los observadores. Y la luz no debiera ser blanca sino ligeramente dorada, sin sombras, debiera irradiar completa — no como rayos — y tan sólo la esquina más alejada del cuadro como crepúsculo, para recordarnos que era de noche. Con el fin de dejar claro que esta belleza no era humana sino celestial y no de este mundo" — añadía el padre con particular énfasis, "la luz de los ángeles debe ser suave, meramente discernible." En otra ocasión el Staretz le comentó a una muchacha: "¿Por qué fueron capaces los pastores de ver a los ángeles aquella noche? — Por que estaban en vigilia."

Una vez en que al anciano le mostraron un icono, representando la Transfiguración de Cristo, donde la luz del Monte Tabor contrastaba con los oscuros y retorcidos árboles situados en primer plano. El Staretz ordenó que los borrasen, explicando que "donde hay luz del Tabor, no hay lugar para la oscuridad... Cuando se prende esta luz, todo rincón y grieta quedan iluminados."

El Padre Basilio Shustin y su esposa, quienes solían visitar al Staretz Nectáreo, tienen unos recuerdos valiosos de él. Tal como el Padre Basilio contaba: " me dijo el Staretz: ‘primero vacía el samovar y rellénalo con agua fresca. El agua se encuentra allí en la esquina, en una jarra de cobre. Tómala y viértela.’ La jarra era maciza. Intenté moverla sin resultado — no tenía suficiente fuerza. Batiushka prosiguió, ‘Tan solo toma la jarra y rellena el samovar.’ ‘Pero Batiushka, es demasiado pesada. No puedo moverla.’ Entonces Batiushka se acercó a la jarra, la bendijo y dijo ‘levántala.’ Así lo hice y la jarra me resultó liviana."

Después de las oraciones de la noche, los hermanos del ermitorio solían visitar al Staretz Nectáreo para recibir su bendición antes de ir a dormir. Esto ocurría cada día en las mañanas y a las noches. Los monjes se aproximaban para recibir su bendición inclinándose, y algunos confesarían abiertamente sus pensamientos y sus dudas. Batiushka a unos les reconfortaba, a otros les animaba y a aquellos que confesaban sus pecados les perdonaba, resolvía sus dudas, y cariñosamente les permitía retirarse en paz. Era una escena muy emocionante. Durante la bendición Batiushka tenía una apariencia extremadamente seria y concentrada, y cada una de sus palabras estaba llena de amor y preocupación por las almas desasosegadas. Después Batiushka se apartaba a su retiro y rezaba por una hora, regresando tras una prolongada ausencia a despejar la mesa.

"Durante una de mis visitas a Óptina," recordaba el Padre Basilio, "Presencié como el Padre Nectáreo leía cartas selladas. Se me acercó con aproximadamente 50 cartas que había recibido y comenzaba a clasificarlas sin abrirlas. Algunas las ponía a un lado con estas palabras ‘estas requieren respuesta, mientras que estas son cartas de agradecimiento y no requieren respuesta.’ Sin leerlas él conocía su contenido. Algunas las bendijo mientras que otras incluso las besaba, y dio a mi mujer dos cartas diciendo ‘Toma, léelas en voz alta, pues te serán beneficiosas.’

"En 1914, mi hermano mayor — contaba el Padre Basilio — ingresó en Óptina como novicio y en ocasiones cumplía sus deberes como celar del Staretz Nectáreo. Como él estaba estableciendo su propia librería personal, él escribía a menudo pidiendo a nuestro padre que le enviase dinero para poder así comprar libros religiosos. Yo siempre estaba perturbado, por esto a menudo le decía: "Una vez que has dejado el mundo material con tu vocación, debes cortar tus ataduras con las pasiones." Y él tenía pasión por los libros. Le escribí al Padre Nectáreo acerca mi preocupación a este respecto. Batiushka no respondió. En 1917 me fue posible dejar el frente y con mi mujer visitar Óptina. Batiushka nos recibió con una pronunciada flexión y dijo: "Gracias por su honestidad. Yo sabía por las cartas que ustedes vendrían personalmente y siempre estoy contento de verles. Siempre que me escriben este tipo de cartas vienen personalmente por una respuesta. Ahora les puedo decir que prontamente habrá escasez de libros espirituales y no será posible obtenerlos. Es muy bueno que él esté recolectando este tesoro espiritual, pues será extremadamente útil. Se acercan tiempos duros. El número seis ya pasó y se ha ido de la tierra, mientras el número siete se aproxima — la era del silencio se aproxima. ‘Tranquilos, permanezcan tranquilos’, dice Batiushka con lagrimas brotando de sus ojos. El Emperador está sufriendo humillación por sus errores. Será peor en 1918 — el Emperador y toda su familia serán asesinados, martirizados. Una muchacha piadosa tuvo una visión: Jesucristo está sentado en Su trono con 12 Apóstoles cerca de Él, mientras que gemidos terribles se escuchan provenientes de la tierra. El Apóstol Pedro le pregunta a Cristo ‘Señor, ¿cuándo cesaran estos tormentos?’ y Jesucristo le responde: ‘Doy un periodo de margen hasta 1922. Si la gente no se arrepiente, si no recuperan el juicio, entonces perecerán.’ Y ahí, al Altar de Dios, permanecía el Emperador con una corona de mártir. Si, este Emperador será un gran mártir. En los últimos momentos redimirá su alma, y si la gente no regresa a Dios entonces no sólo Rusia, sino toda Europa colapsará.’"

Desde el primer momento el Padre Nectáreo no quería ser Staretz estaba molesto con su misión. La mayoría del tiempo lo pasaba aislado en la celda del anterior Staretz Ambrosio. Mostrando gran humildad él decía de sí mismo: "¿Que tipo de Staretz soy y como puedo ser sucesor de los anteriores Staretz? Ellos tenían dentro de sí benevolencia del tamaño de una hogaza de pan, mientras que la mía es del tamaño de una pequeña rebanada." Él siempre tenía un libro sobre la mesa de su antecámara, abierto en una página específica. Esto lo hacía para que el visitante, teniendo que esperar para audiencia, irremediablemente comenzaría a leer el libro, sin percatarse de que era uno de los métodos del Padre Nectáreo para esconder su perspicacia usando las páginas abiertas para dar una amonestación, indicar el tema o mostrar la respuesta en la conversación que se avecindaba. Él bendecía a todos sus visitantes con una muy amplia señal de la cruz. Él era lento en sus movimientos y muy concentrado, dando la impresión de que llevase una copa llena de un preciado líquido que temía derramar.

La revolución presentó un periodo de duras pruebas para el Staretz Nectáreo. Con el colapso del desierto de Óptina, él quiso renunciar de ser instructor espiritual de otros, y concluir su vida como un peregrino errante. Sin embargo, durante la noche tubo una visión en la que los anteriores ancianos, ya muertos, se le aparecieron, diciéndole: "Si quieres estar con nosotros, no abandones a tus hijos." El padre Nectáreo se resignó a la cruz que estaba puesta sobre él.

La ermita de Óptina sobrevivió hasta 1923, cuando todos las iglesias fueron cerradas. Muy poco se conoce del periodo post-revolucionario. Una de las testigos relata, que debido a las medidas de liquidar los vecinos monasterios de monjas, todas ellas, como pájaros a los que se destruyeron sus nidos, se apresuraron a Óptina. Ellas encontraron refugio allí, pues no tenían ningún otro lugar a donde ir. Multitudes de seculares también traían su penas, preguntando como rezar por sus seres queridos desaparecidos: los horrores de la revolución y de la guerra civil trajo pérdidas a casi todas las familias.

Tras de echar al Staretz Nectáreo de Óptina, los bolcheviques trajeron a un ocultista a su celda, esperando encontrar tesoros. Era de noche y una lámpara de kerosén ardía en la celda. El hechicero-ocultista comenzó su brujería, y mientras la lámpara seguía ardiendo, la celda se puso oscura. Una monja que estaba en la celda contigua tomó el rosario del Padre Nectáreo e hizo una cruz con ellas en dirección a su celda. Inmediatamente su celda se iluminó al tiempo que el brujo fue preso de un ataque de epilepsia, convulsionándose por el suelo.

Las virtudes fundamentales del Padre Nectáreo eran humildad y sabiduría. Él se aproximaba a todo el mundo a un nivel personal e individual con una medida adecuada. Solía decir: "No se puede pedir que una mosca haga el trabajo de una abeja." El reverendo padre no era alto, tenía la cara algo redondeada; largos mechones de escaso pelo gris se veían bajo su cofia, sus manos apretando un rosario de piedra. Cuando él tomaba confesión vestía una estola de terciopelo rojo con cruces azules. Sus facciones no mostraban su edad: a veces parecía anciano y severo, después joven y lleno de expresión, más tarde infantil, puro y sereno. Durante los días que fue Staretz, se mostraba abatido, tenía una barba cuneiforme, estaba delgado y sus ojos lagrimeaban continuamente. En consecuencia siempre llevaba un pañuelo en su mano con el que frecuentemente se restregaba los ojos. Le gustaba mantenerse en la sombra, y pasar inadvertido. Como resultado de esto, se oponía a ser fotografiado y consecuentemente hay muy pocos retratos de él. Esto fue muy característico de él.

El Staretz Nectáreo murió el 29 de abril de 1928, en la localidad de Holmisha en el distrito de Briansk. Él fue enterrado en el cementerio local. Cuando él estaba vivo solía decir que no tendría una tumba, y en verdad este lugar fue arrasado por las guerras. Pero la memoria del padre Nectáreo se mantuvo viva entre los fieles.

Sin embargo, a pesar de la devastación de la revolución y los cambios producidos durante los largos años bajo el régimen comunista, la tumba del Staretz Nectáreo fue localizada. En 1992, los hermanos del restaurado monasterio de Óptina llegaron a la tumba del Staretz y comenzaron a excavar. A 1,5 metros de profundidad desenterraron el ataúd de la monja de clausura Nectárea Konzevich (madre del Obispo Nectáreo de Seattle), una de las novicias del Staretz Nectáreo. Cavando más profundo y ligeramente a un lado dieron con el ataúd del Staretz. Cuando abrieron su tumba todos aquellos que se encontraban presentes se percataron de un agradable aroma emanando de la caja. También se vio que su manto se había mantenido completo e incorrupto. El domingo 16 de julio los restos del Staretz Nectáreo fueron ceremoniosamente trasladados desde el cementerio de Holmisha a la catedral de la Anunciación en Óptina.

Este fue el comienzo de las más consoladoras profecías del Sabio Nectáreo: "Rusia despertará, y aunque no será materialmente rica, será espiritualmente rica, y Óptina tendrá otras siete lumbreras, siete pilares espirituales."

De los Preceptos del Anciano Nectáreo.

El Staretz Nectáreo solía contar que en su juventud le encantaba observar la naturaleza y los insectos: "Dios no sólo permite sino que exige que la persona crezca en sabiduría. En las creaciones de Dios no hay pausas, todo progresa y los ángeles no permanecen en el mismo orden sino avanzan de nivel en nivel, recibiendo nuevas revelaciones. Incluso si una persona ha estudiado por cien años, debe continuar acumulando nuevos conocimientos... y tú continúa trabajando. A través del trabajo los años pasaran desapercibidos." Durante sus discusiones su cara se tornaba extraordinariamente brillante, haciendo muy difícil mirarle.

Su interés por la vida era muy característico de él. Hasta el mismo final de su vida continuó estudiando literatura, pidiendo nuevos libros, indagando por el estado de la educación en las escuelas, exploraba lo que era de interés para la inteligencia. Esta mezcolanza de conocimiento la dirigía hacia el servicio a Dios y al beneficio de la gente. Un día antes de la Revolución, un grupo de seminaristas acompañados de sus educadores llegó al Staretz Nectáreo con el requerimiento de que les diese algún consejo beneficioso. El Staretz se volvió hacia ellos y dijo: "Jóvenes, si viven y estudian de tal manera que su conocimiento no corrompa su moral, ni su moral sus conocimientos, entonces recibirán total éxito en la vida."

Una vez, una de sus hijas espirituales discutía con su amiga en la antesala: "Yo no sé, tal no es necesaria educación alguna porque tan sólo trae daño. ¿Es posible reemplazarla con Ortodoxia?" Emergiendo de su celda, el Staretz le dijo: " Una vez una persona vino a mí, la cual no podía creer que existió un Diluvio Universal. Yo le dije que sobre Monte Ararat la gente había desenterrado conchas marinas y que incluso en las más altas montañas los geólogos estaban descubriendo trazas de fondos marinos. Entonces el joven reconoció que todavía tenía mucho que aprender en vistas a comprender la Biblia mejor." Acerca de sí mismo el Staretz dijo: " Me inclino hacia la educación." Acerca de la historia solía comentar: "Nos muestra como Dios gobierna al hombre y le da lecciones morales hacia el universo."

Acerca de las obras externas el Staretz instruiría: "Nuestro exterior nos pertenece, pero nuestro interior pertenece a la Gracia de Dios. Por tanto, actúa hacia fuera, y cuando esto se desarrolle correctamente, así también evolucionará tu interior. No hay necesidad de desear ni de buscar milagros. Nosotros tenemos un milagro: la Liturgia de Dios. Es un milagro enorme hacia el cual debemos inclinarnos con toda nuestra alma."

Con respecto al pensamiento solía enseñar: "Deja de imaginar y comienza a pensar. Imaginar es flotar en ideas sin un objetivo específico. Rechaza las fantasías, ocúpate a ti mismo con el pensamiento. Por ejemplo, Napoleón tenía fantasías pero carecía de pensamiento gobernador, mientras que Kutuzov pensaba. Pensar es más elevado que imaginar."

Acerca de la vida afirmaría: " La vida está definida por tres sentidos: propósito, tiempo y peso. El esfuerzo más noble y magnificente, si supera su propósito o es inoportuno, no tendrá ningún sentido. El estudio de las matemáticas da a la persona el sentido de propósito. Recuerda estos tres sentidos. Ellos definen la vida."

"Un día, Batiushka nos invitó a mi mujer y a mí a su confesionario," rememoraba el Padre Basilio Shustin, "y nos hizo sentar y comenzó pasando a mi mujer unas flores artificiales a modo de recordatorio, diciendo: "Cuando anden a través del prado de la vida, recolecten las flores y más tarde recibirán los frutos... Las flores son tristeza y amargura. Y deben ser juntadas de manera que formen un hermoso ramo, con el cual aparecerá el Día del Juicio para entonces recibir tus frutos — la alegría. En el matrimonio," prosiguió, "hay siempre dos periodos — uno de alegría y otro de tristeza y amargura. Es mejor que el periodo amargo llegue primero, de forma que el periodo de alegría le suceda."

Con relación a las artes finas el Staretz tenía el siguiente comentario "Uno puede aplicarse a las artes tal como lo haría a cualquier otra actividad, por ejemplo: carpintería o la cría de vacas. Pero todo debe ser hecho como estando en la mirada de Dios. Hay artes mayores y menores. Las artes menores pueden ser así: hay sonido y luz. Un artista es una persona capaz de captar estos colores y sombras apenas discernibles, estos sonidos inaudibles. Él interpreta sus impresiones sobre el lienzo o el papel. Los resultados son pintura, partituras o poesía. Aquí, es como si el sonido y la luz estuviesen extinguidos. De la luz tan sólo permanece el color. El libro, las partituras o la pintura son a su manera, criptas de luz y sonido. Llega el lector o el espectador, y él es capaz de leer o contemplar creativamente, es entonces cuando la resurrección del propósito sucede. Entonces el círculo del arte se completa. Frente al alma del espectador y del lector, la luz emerge y el sonido se hace valioso a su oído. Consecuentemente, un artista o un poeta no tiene mucho más de lo que estar orgulloso. Él tan solo hace su parte del trabajo. Es fútil de su parte pensar que él es el creador de su trabajo — hay solamente un Creador, mientras que las personas tan sólo destruyen las palabras y las imágenes del Creador, y entonces, recibiendo Su poder, las reavivan. De cualquier modo, hay un arte superior — la palabra que es vivificadora e inspiradora (p.e. los Salmos de David). El camino que lleva a este arte descansa en los actos mismos del artista — es este un camino de sacrificio, y sólo uno entre muchos alcanzan su objetivo... Todos los versos del mundo no valen ni un solo renglón de un Salmo... Pushkin era un hombre muy inteligente, pero era incapaz de vivir su vida correctamente."

Esta y otras observaciones del Padre Nectáreo fueron los frutos de su experiencia espiritual interna. Habiendo llegado a ser Staretz, comenzó a compartir con sus visitantes lo que había adquirido a través de la lectura y la contemplación.

Al Staretz le encantaba citar de Hamlet: "Hay muchas cosas en la tierra, amigo Horacio, que nuestros sabios ni siquiera han llegado a soñar." Se refería a cuan importante es para un escritor ponderar cada palabra: "Antes de comenzar a escribir, moja tu pluma en el tintero, siete veces."

Reconociendo la importancia del teatro como fuente de influencia para la comunidad, el Staretz Nectáreo recomendaba a los artistas mantener el sentido de la proporción en el juego. En una ocasión rehuso bendecir a una joven mujer, aspirante a unirse al teatro. Cuando le preguntaron acerca de su rechazo, él respondió: "Ella no será capaz de superar las tentaciones y se volverá inmoral... La modestia es de gran valía; no es otra cosa que una virtud de castidad. Si una persona salvaguarda su castidad, (la cual es fácilmente extraviada por los intelectuales) ella salvaguardará todo."

Una vez le llegaron unas personas que habían sido robadas muchas veces, incluyendo su ropa de invierno. El Padre Nectáreo les dijo que no se lamentasen sino que se imaginasen que han realizado un acto de caridad, y el señor les recompensaría diez por uno. Por tanto no había necesidad de afligirse por ello.

A la pregunta de uno de sus conocidos de cómo reverenciar a Cristo, él respondió: "Toma el ejemplo de Cristo, quien dijo: "amaos los unos a los otros como yo os he amado." Antes de nada, debes intentar amar a tu prójimo, después el amor se transferirá a Cristo mismo. No obstante tu amor hacia tu prójimo debe ser genuino, y no calculado. — sólo entonces será exitoso."

El Padre Nectáreo raramente daba consejo acerca de cómo vivir, para no poner una carga sobre la persona, quien eventualmente podría sufrir por la incapacidad de llevar a cabo aquello que había sido orientado por el Staretz. No obstante, él siempre respondía a las preguntas directas. A una mujer que se quejaba de tener pensamientos estúpidos le sugirió: "Tan sólo repite ‘Señor ten piedad’, y verás como todo lo terrenal se aleja." Otra vez aconsejó: "No prestes atención alguna a pensamientos tontos." A través de la piedad de Dios, estos pensamientos han dejado de molestar a la gente.

El Staretz también solía decir, es bueno que el Señor ‘no escucha’ las oraciones por largos periodos de tiempo. Todo lo que se necesita hacer es proseguir rezando y no deprimirse: "La oración es un capital que con el tiempo produce más intereses. Nuestro Señor nos envía Su gracia según Su criterio; en el momento que sea más beneficioso para nosotros, si requerimos algo extremadamente esencial entonces debemos rezar dos o tres veces y, antes de tener nuestro requerimiento garantizado, debemos agradecer a Dios. Aveces nos lleva un año antes de que Dios satisfaga una solicitud. Toma el ejemplo de Joaquín y Ana. Ellos rezaron toda su vida sin abatimiento, sino manteniendo la esperanza. ¡Y que consuelo recibieron del Señor!"

Con cada infortunio, el Staretz decía: "Señor, creo que estoy soportando lo que merezco. Sin embargo, Señor, por Tu piedad, perdóname y libérame" — y continua repitiéndolo hasta que tu alma se sienta tranquila.

Reza de forma que Dios reine en tu alma — entonces será llenada con tan gran alegría que ningún pesar será capaz de estorbarte. Con el fin de conseguir este objetivo el Staretz sugería la siguiente oración: "Señor, ábreme las puertas de Tu gracia."

Del Staretz Nectáreo. Discusión con un Espiritista.

El espiritismo es un pasatiempo terrible y mortal. En las sesiones espiritistas el alma difunta que se aparece a la gente es en realidad el mismo Satanás. Con la adulación de la serpiente ancestral el guía a la persona a tales barrancos y bosques profundos, que no sólo es imposible salir, sino que esa persona no es consciente del inmenso peligro. A través de esta práctica que Dios maldice, el diablo toma posesión de la mente y del corazón hasta tal nivel, que las acciones que cualquier individuo sensible considera criminales, son aceptadas por esas mentes — poseídas por el espiritismo — como normales y naturales.

Si examinas a los individuos que practican espiritismo notarás indudablemente que ellos tienen una marca especial, la cual hace evidente que ‘hablan con la mesa’. Los espiritistas sufren del asustante orgullo satánico y están prontos a manifestar su odio contra cualquiera que les contradiga.

Sin darse cuenta, la gente que se entrega al espiritismo, lentamente se aleja de Dios y de la Iglesia. Y con el fin de esconder el peligro que amenaza al individuo, el espíritu de la oscuridad — a través de sus demonios — le envía a la iglesia de Dios a servir funerales, Te deums, acathistus, tomar parte en la Santa Comunión, etc. No obstante, paralelamente a esto y con creciente tenacidad, Satanás se mantiene insistiendo a la persona que todas estas buenas prácticas pueden ser llevadas a cabo en los alrededores del hogar — con mayor fervor y productividad.

Mientras que la persona inocentemente se va enredando más y más en los complejos laberintos del espíritu de las tinieblas, la bendición de Dios empieza a desvanecerse. Infortunios empiezan a caer sobre él y su ser se vuelve agitado. Si el espiritista no hubiese estado tan enredado por Satanás, se habría percatado del trance por el que pasaba y habría corrido a Dios pidiendo ayuda, o a los Santos, a la santa Iglesia Apostólica, al clero, y ellos le habrían ayudado con su consejo y oraciones. Pero, por el contrario, el espiritista se vuelve con sus temores a los mismos demonios, que a cambio le confunden más y le arrastran al cenagal de la condenación.

Al fin, la bendición de Dios se aleja definitivamente del espiritista. La gangrena de pecado se propaga por toda su familia, e inexplicablemente un colapso de la familia, nada característico, da comienzo. Incluso sus amigos más cercanos y queridos le abandonan.

Eventualmente, cuando esa persona — a través de los esfuerzos de Satanás — alcanza los últimos estadios de la seducción, pierde su mente y, o bien se vuelve totalmente irresponsable, o bien acaba cometiendo suicidio. Contrariamente a lo que claman los espiritistas, que entre ellos no se producen suicidios, esto no es verdad. El primer espiritista — el Rey Saúl — terminó su vida con el suicidio. Esto es porque "no obedeció a la palabra de Dios y se convirtió a la brujería.

En una palabra, las personas que convocan espíritus — que hacen predicciones en nombre de Dios, sin provenir de Él — incurrirán en aquello que el profeta Jeremías predijo: "Con la espada y con hambre serán rematados los tales profetas y el pueblo al que profetizan yacerá derribado por las calles de Jerusalén por causa del hambre y la espada ...pues yo volcaré sobre ellos mismos su maldad" (Jeremías 14:15-17).

El pecado de fumar.

Continuo mi batalla mental contra el vicio de fumar, pero todavía resulta totalmente infructuosa. Debo dejar esta ocupación sucia y estúpida; está arruinando notablemente mi salud — el don de Dios — y esto es un pecado.

El siempre memorable Sabio Ambrosio escuchó una vez reconocer a una de sus hijas espirituales: "¡Batiushka! ¡Yo fumo, y esto me atormenta!"

"Bueno," le respondió el Sabio, "esto no es una gran desgracia si puedes dejarlo"

"¡Ese es justamente el problema," dijo ella, "No puedo dejarlo!"

"Entonces es un pecado" dijo el Sabio, "Y tú debes arrepentirte de ello y dejar de hacerlo."

Yo también debo dejarlo, pero ¿cómo lo hago? Me consuelan las palabras de nuestros Sabios, quienes me prometieron la liberación de este pecado "cuando llegue el momento."

El último patrón del Monasterio de Óptina y amigo espiritual de su gran Sabio, el Arzobispo Gregorio de Kaluga, no podía soportar este vicio entre sus clérigos, pero él era condescendiente hacia los laicos que fumaban, e incluso hacia los seminaristas, antes de unirse al cuerpo clerical. Él demandaba categóricamente de los candidatos que se preparaban para la ordenación que abandonasen este sucio hábito, y no ordenaba a los que fumaban.

Nuestro amigo el Padre Nectáreo, a quien yo siempre me quejaba de mis debilidades, me informó de esto. "Después de todo," me consolaba, "tu, honorable amigo, eres laico — ¿qué se debe esperar de ti? Pero aquí..."

Y me relató lo que sigue:

"En los días del Arzobispo Gregorio, un hombre lleno de espiritualidad y amante de la vida monástica, sucedió el siguiente incidente. Un seminarista de Kaluga, quien se había graduado como numero uno de su clase, y quien debido a su talento excepcional era conocido personalmente por el Arzobispo, tenía que prepararse para la ordenación en una de las mejores posiciones en la diócesis. Se presentó frente al Arzobispo para una bendición y para fijar una fecha para la ordenación. El jerarca lo recibió con afectuosidad extrema, conversó amablemente con él y, habiendo mostrado amabilidad paternal hacia él, le despidió, asignándole una fecha para la ordenación. No obstante, al despedir al candidato no faltó en preguntarle, "Bien, hermano, ¿usted fuma o no?"

"No, su Eminencia," replicó el candidato, "no me van esas cosas."

"Bueno, bien," exclamo el Arzobispo lleno de alegría, "¡mira que buen muchacho tengo! ¡Bien pues, prepárese, y que Dios le bendiga!"

"Conforme a la costumbre, el candidato se inclinó a los pies del Arzobispo. Su habito se abrió libremente, y del bolsillo superior comenzaron a caer cigarrillos al suelo, uno tras otro.

"El Arzobispo se prendió de indignación. "¿Quién te ha hecho mentirme? Exclamó con gran enojo. "¿A quien has mentido? ¿Cuando has mentido? ¿Al prepararte para servir a Dios en santidad y en la verdad? ... ¡Sal de aquí! ¡No hay un puesto para ti, y nunca lo habrá! ..."

"Y con esto echó al mentiroso fuera de su vista... Así pues, mi honorable," añadió el Padre Nectáreo, mirándome con su gesto siempre sonriente, amable y afectuoso, "¿porqué no suponer que es el olor del incienso lo que sale de tu boca? ¿A quién te debes? ...Y, ¿sabes qué?- exclamó, y su cara se encendió con una amable sonrisa. "No lo va a creer — Yo mismo a duras penas evité incorporarme a las filas de los fumadores. Esto fue atrás en mi juventud, cuando yo todavía vivía en casa junto con mi madre... En todo el ancho mundo solo existíamos dos: Mama y yo, y también había un gato que vivía con nosotros.... Eramos de posición baja, y por ello éramos pobres: ¿quién necesitaba gente como nosotros? Entonces, en una ocasión en que mi madre no me vigilaba, yo me atreví a pedir algo de tabaco de uno de mis compañeros ricos. Ellos disponían de todo el tabaco que deseaban, y voluntariamente ofrecían a todo aquel que lo deseaba. Ellos liaban un cigarrillo para sí mismos, fumaban y fumaban, y después me lo ponían en la boca — "toma, ¡fuma!" Así pues, siguiéndoles, yo mismo comencé a fumar. La primera vez que lo probé me mareé, pero igualmente me gustó. Colilla tras colilla, y en seguida comencé a habituarme a este mal. Comencé a pedir y más tarde a pedir a crédito, esperando de alguna manera poder pagarlo. Pero con qué iba a pagarlo si mi propia madre vivía, como dicen, a pan y kvass, y no había suficiente pan.... Entonces mi mamá comenzó a notar el olor del tabaco proveniente de mí....

"¿Qué es esto, Kolia? (mi nombre mundano era Nicolás) ¿No habrás comenzado a fumar, verdad?"

"¿Qué quieres decir, mamá?" respondía yo, "¡No puedo creerlo!"

Y me apartaba a otro lado rápidamente, como si estuviese ocupado en algo. Así sucedió una vez, después una vez más, y finalmente me descubrieron. Una vez apenas me las había arreglado para inhalar en secreto algo de tabaco prestado, cuando de repente ahí estaba mamá.

"¿Estabas fumando?" Me preguntó.

Una vez más le dije, "¡No, mamá!"

"Pero ¿de donde había salido mi ‘no’? yo humeaba a tabaco desde lejos. Mama no me dijo una palabra en aquel momento, pero me miró fijamente con una mirada tan afligida, que se puede decir que mi alma entera dio un vuelco dentro de mí. Ella se alejó de mí a alguna parte para hacer sus labores y yo me escondí en una esquina apartada y comencé a llorar desconsolado, por haber herido a Mama. Y no solo la había herido sino que le había engañado y por encima de eso le había mentido. ¡No puedo expresar cuan doloroso esto era para mí! El día pasó, llegó la noche, y mi mente buscaba el sueño. Recostado en mi cama lloriqueaba sin parar... Mama me escuchó.

"Que sucede, Kolia — ¿No estarás llorando, verdad?"

"No, Mama."

"¿Porqué no estas durmiendo?"

"Y con estas palabras, Mama se levantó, prendió la lampara y vino a mi lado. Mi cara estaba llena de lágrimas, y mi almohada empapada...

"¡Y que sucedió entonces entre nosotros! ... Ambos lloramos un buen rato y nos reconciliamos. Llorando así con alguien tan querido, ¡qué agradable reconciliación fue aquella!

"Y de esta manera acabó mi travesura con el tabaco."

Recopilaciones de Sergei A. Nilus.

El Ojo del Gato.

Hoy, como si de un regalo de Año Nuevo Eclesial, Batiushka Nectáreo nos ha dado una piedra semipreciosa extraída de su inagotable cajita de tesoros, donde los preciosos tesoros de su memoria están guardados.

"En mi infancia," nos contaba, "éramos tan sólo unos pocos en nuestro pequeño alojamiento. Eramos mama, yo — con solo cuatro años — y nuestro gatito gris. ¡Oh, imaginad, que maravilloso era ese gatito para nosotros!.. ¡Tan solo escuchad lo que voy a contaros acerca de él y yo!

"Yo era todavía un niño muy pequeño, tan pequeño que más que caminar gateaba por el suelo, pero mayormente permanecía sentado en mi silla, si bien de alguna u otra forma ya era capaz de hablar y expresar mis pensamientos. Yo era un muchacho suficientemente obediente, hasta el punto que mi madre raramente tenía que castigarme. Recuerdo que en aquel tiempo éramos tan sólo nosotros dos, mama y yo, viviendo juntos, no teníamos gato. Y entonces, un buen día mi madre adquirió un gatito para nuestra modesta vivienda. Aquel gatito redondo y feliz era marcadamente hermoso, y nos hicimos amigos rápidamente, tanto que se pudiera decir que éramos inseparables. Cuando yo gateaba por el suelo, ahí estaba él frotándose contra mí y arqueando su pequeña espalda. Yo me sentaba frente a mi plato y el se sentaba justo enfrente de mí, esperando su porción fruto de mi generosidad. Yo me sentaba y el trepaba a mi regazo estirando su cara hacia la mía, intentando que yo le acariciase. Entonces yo le acariciaba su pelo sedoso con mi mano y el se acostaba en mi regazo, cerraba sus ojos y ronroneaba su cancioncilla...

"Aquella amistad entre nosotros perduró por largo tiempo, hasta que él desapareció a causa de un accidente que me resulta terrible evocar incluso ahora.

" El lugar en el que habitualmente me sentaba era junto a la mesa, donde mi madre se mantenía ocupada en la lectura, y junto a mi asiento un cojín estaba clavado a la pared, en el cual mamá clavaba sus agujas y alfileres. Por supuesto que estaba prohibido tocarlos bajo cualquier circunstancia — mucho más sacarlos del cojín — y yo me sometía a esta prohibición sin dudar.

"Pero una vez trepé a mi sitio habitual, y después de mí, el gato saltó a mi regazo. En ese momento mi madre estaba en alguna parte limpiando la casa. Mi amigo, de un salto, se acomodó junto a mí, apoyando su pequeña nariz rosada en mi cara. Le acaricié en la espalda y le miré; y de repente, por primera vez, mis ojos se encontraron con los suyos más cerca que nunca. ¡Ah, que ojos tan dulces tenía — claros, brillantes y honestos!.. Ellos me deslumbraron — antes de este incidente nunca había sospechado que mi gato tenía semejantes adornos brillantes en su cara... Y aquí estabamos, mirándonos uno al otro a los ojos, y estabamos los dos contentos de que fuese tan bueno para nosotros estar juntos. Y de repente saltó a mi cabeza la idea de intentar, con mi dedo, averiguar de que estaban hechas aquellas perlitas brillantes situadas bajo la cejas del gato, las cuales me estaban mirando tan jubilosas. Acerqué mi dedo hasta él — el gatito bizqueó y escondió sus ojos. Alejé mi dedo — y otra vez se abrieron sus ojos. Esto me entretenía realmente. Otra vez acerqué mi dedo, y sus ojos desaparecieron bajo sus cejas. ¡Oh, que divertido era! Pero la idea de que yo mismo tenía ojos semejantes, y de que ellos también bizquearían de la misma manera si alguien pusiese un dedo sobre ellos, nunca se me llegó a ocurrir. Si estuve mucho o poco tiempo entreteniéndome de esta manera con el gato, no lo recuerdo — de pronto la idea de variar la diversión vino a mi mente. Nada más pasar el pensamiento vagamente por mi mente, mi mano ya estaba lista para llevarlo a cabo. "¿Que pasaría," pensé, " si cogiese una aguja de la almohada de mi madre y la clavase en una de las perlitas del gato?" Me estiré hasta la almohada y saqué una aguja... Justo entonces, mama entraba en la habitación y, sin mirarme, comenzó a ocuparse de ordenar. Yo voluntariamente me retraje del entretenimiento que se me había ocurrido. Con una mano mantenía la aguja y con la otra acariciaba al gatito...

"¡Mama!" dije, "¿Verdad que tenemos un buen gatito?"

"¿De que otra forma podría ser?" respondió mamá, yo no habría traído uno malo por ningún motivo?

"¿Y que tiene bajo sus cejas? — ¿son ojos?"

"Son ojos — iguales a los tuyos."

"¿Y que pasaría," dije, "si clavase un alfiler en el ojo del gatito?"

Mi madre dejó caer la ropa, y según se giraba hacia mí gritó: "¡Dios te guarde!" y arranco el alfiler de mi mano.

La cara de mi madre se mostró tan asustada, que hasta el día de hoy recuerdo su expresión. Pero mucho más enquistado en mi memoria está su grito, "¡Dios te guarde!"

Mi madre no me castigó en aquella ocasión, ella no me sacudió, sino tan solo me arrebató la aguja de la mano y me amenazó — " ¡Si alguna vez vuelves a sacar una aguja del cojín, te cortaré la mano!" Desde aquel momento yo no me atreví siquiera a dirigir mi mirada al cojín prohibido.

Pasaron muchos años. Yo era ya casi Hieromonje. Era Invierno. Resultó ser un día claro. Reposando tras la comida de la tarde pensaba en poner el samovar a hervir y relajarme con un poco de te aromático. Tenía agua en mi celda pero no era fresca... Vacié el agua del cántaro, y cargué con él hasta el barril que habitualmente había en el patio junto al cobertizo. Marchaba pacíficamente, y no sin placer, saboreando de antemano el gozo del samovar al hervir y la fragancia de las hierbas chinas. No había ni un alma en el patio. Estaba todo tranquilo, desierto...

Llegué al barril y observé que uno de nuestros ancianos monjes había subido y estaba sacando un cucharón de agua para su samovar. A causa de una reciente tormenta de agua tan sólo se podía acceder al barril desde un lado, por un caminito. Caminé tranquilamente por él y aparecí detrás del monje que estaba sacando agua del barril con el cucharón. Ocupado con su tarea, y también un poco sordo, no notó que me acercaba. Esperé hasta que terminase y pensé. "¿Para que necesita el cucharón un mango tan terriblemente largo, y con un extremo tan afilado? ¿Que sentido tiene? ¡Podría incluso herir a alguien en el ojo!"... Acababa de tener este pensamiento cuando el monje con un movimiento rápido de su mano, de repente balanceó el cucharón de forma que el extremo del mango se dirigió directamente hacia mí. Apenas alcancé a saltar hacia atrás. Estaba todavía a unos segundos de haber podido perder un ojo, cuando el culpable involuntario que me había amenazado con tal peligro, descendió del barril, se giró, me vio y sin sospechar nada se aproximó a mi pidiendo mi bendición.

Le di mi bendición, pero mi corazón estaba enojado. "¡Que insensato!" pensé. De cualquier modo, superé este sentimiento interior — él no era culpable, ciertamente, por el hecho de que él no tenía ojos en su espalda; y con ello me tranquilicé. De repente mi corazón se tornó tan ligero, tan alegre, que no puedo siquiera transmitíroslo. Fui a mi celda con el cántaro lleno de agua y a punto de saltar de alegría por haber escapado de tan terrible peligro.

Llegué a mi hogar, calenté el samovar, hice un poco de fragante infusión, y me senté a la mesa... y de repente, como un rayo brillante se encendió en mi memoria el ya hace tiempo olvidado incidente de mi temprana infancia — el gatito, la aguja y la exclamación de mi madre, "¡Dios te guarde!"

En aquella ocasión había salvado el ojo del gato, y muchos años después el de su propio hijo. Si aquella vez hubiese dañado el ojo del gato, estaría ahora sin un ojo.

Tan solo pensad, — añadió el Padre Nectáreo a su historia — después de este incidente cortaron el mango del cucharón por la mitad, sin que yo me hubiese quejado a nadie. Es obvio que todo esto había sucedido para recordarme que de todo en nuestra vida, desde la cuna hasta la tumba, deberemos dar cuenta, de la forma más estricta, a Dios.

Una Conferencia Monástica.

En unos días nuestros padres — el Archimandrite y el Abad — viajarán al monasterio de La Santísima Trinidad — San Sergio de Lavra, para una conferencia monástica.

Hoy he visto al Padre Nectáreo.

"¿Cuales son sus pensamientos — le pregunté — acerca de la inminente conferencia monástica?"

"¿Mis pensamientos? — repitió con una sonrisa — ¿Que clase de pensamientos puede tener un hombre que está afligido por la mañana y apesadumbrado por la noche? Tu, mi estimado, has leído cientos de libros — consecuentemente, incluso llevas libros en la mano."

Me era familiar este dicho del Padre Nectáreo, pero yo no desistía de obtener una respuesta de su parte, incluso en parábola, la forma favorita de su sabia conversación. No estaba equivocado:

"¿Recuerdas tu juventud?" me preguntó, cuando comencé a insistir en una respuesta.

"La recuerdo. ¿Como podría olvidarla?"

"Yo también la recuerdo, — dijo. — Los niños corríamos a nuestro gusto, jugábamos tanto como queríamos; entonces nos sentábamos o recostábamos en algún sitio retirado, al aire libre, y mirábamos hacia el cielo de Dios. Y veíamos nubes ligeras flotando y corriendo a través del cielo — corríamos y nos perseguíamos unos a otros. ¿Hacia donde — te preguntabas — se dirigían — a través de aquella ilimitada extensión azul?.. ¡Oh, que bueno habría sido montar sobre aquellas nubes!..

"Están terriblemente altas, ¡es imposible! — declara el grupo con un suspiro. No se puede trepar hasta ahí arriba... !Sería tan bueno poder hacerlo!

"Y entonces uno de entre nosotros da un paso adelante — el más brillante: ¡Oh, os habéis vuelto débiles! — dice. ¿Que lo hace imposible? Aquí no lo podéis hacer — están muy altas sobre nosotros; pero allí — y señala al horizonte — allí puedes alcanzarlas con la mano. ¡Corramos allá rápido, trepemos y demos una vuelta sobre ellas!

" Todos comprendimos que nuestro ‘clarividente’ hablaba con sentido — por algo era el líder de la pandilla. "bien, que os parece — ¡Corramos!.. Y entonces nuestra pandilla de inocentes soñadores se disponía a ir del dicho al hecho. Pero al recordar el desfiladero que deberíamos atravesar; y en el desfiladero de seguro que habían bandidos. Entonces recordábamos nuestros hogares — uno tenía un padre en casa, otro tenía una madre y una abuela — quienes te darían tu merecido... Nos acordábamos y desistíamos de nuestra aventura dándola por imposible. ¿Para que necesitamos volar por el cielo? ¡Mejor permanezcamos corriendo en la tierra!

Batiushka planteó su parábola y sonrió con sonrisa enigmática: ¡Interprétalo como mejor puedas!

Yo no estaba satisfecho con una respuesta como esa.

"Batiushka, — dije. — dígame directamente — ¿es posible que nada provechoso resulte de esta conferencia?

"¡San Sergio enloquecerá por su causa! — replicó el padre Nectáreo.

"¿Por causa de quien? ¿Quienes son ellos?

"Si, por nuestra gente que van a la conferencia. ¿Con que fin se forman esos tumultos? Al fin y al cabo está prohibido por las regla monástica. La regla monástica fue dada por un ángel. No es dado a los hombres el ir cambiándolas y añadiendo sus propias invenciones... Ellos han de hacer penitencia y arrepentirse en sus celdas a solas con Dios, y no reunirse entre ellos para vergüenza suya.

"¿Porqué para vergüenza suya? ¿De que está hablando, Batiushka?

"Para vergüenza suya — eso quiere decir en público, a la vista de todos los que no son tan perezosos para reírse de un monje, y quienes han olvidado lo que es un monje... ¿Que tipo de cuestiones podrán discutirse allí? Todo ha sido dado; todo ha sido definido por los fundadores originales de la vida monástica. ¿Quien puede estar más alto que los iluminados de Dios, nuestros padres del desierto? Necesitamos rezar y permanecer en nuestras celdas y no meter nuestras narices donde no nos llaman. ¡Eso es lo que necesitamos!

"¿Que pasaría si le contases esto a los padres superiores? — le pregunté.

En vez de una respuesta, Batiushka me dijo: " No te aburro si te cuento otra pequeña historia, ¿verdad? — y Batiushka prosiguió: Hace mucho tiempo vivía un noble. Era rico y prominente, y tenía toda clase de amigos, quienes atendían cada una de sus palabras y trababan de complacerle en todos los modos posibles. Y este noble tenía un carácter un tanto severo y gustaba de tener a todos obedeciéndole... Una vez, durante una cacería con sus amigos, el noble se alejó a un lado y, a la vista de todos, se inclinó hasta el suelo, pegó su oreja a la tierra, escuchó, se giró al otro lado, escuchó con su otra oreja, y gritó a sus secuaces: ¡Vengan aquí, todos! Todos corrieron hacia él. ¡Recuéstense y escuchen! Ellos se echaron al suelo y escuchaban. ¿Lo oyen? ¡La tierra esta crujiendo, los champiñones están brotando!

"Y todos gritaron al unísono: ¡Lo oímos, lo oímos!

"Sólo uno de sus amigos se levantó en silencio.

"¿Por que estas callado? — preguntó el noble — ¿No lo oyes?

No, — respondió — no lo oigo.

"Entonces el noble dijo: Hermano, ¡es obvio que estas un poco duro de oído! y todo el mundo comenzó a reírse de él, con una risa escandalosa se unieron a las palabras del noble. !No es que esté duro de oído, está sordo como una tapia!

Batiushka terminó de contar su pequeña historia y permaneció en silencio.

"¿Y eso es todo? pregunté

"Eso es todo. ¿Que más quieres?

Y era cierto; ¿Que más quería?

Folleto Misionero # SA09

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

(nektari_s.doc, 01-25-2003).