Traducido del ruso y tipeado por C. Kuchta y T. Morosoff
Contenido: Santos Pasionarios. Finalidad del regicidio. Tormenta en la juventud del Zar. Beata Pasha de Sarov. Starez de Optino Nectario. Visión del Mundo Superior San Juan de Kronstadt. Beato Serafín. Visión del Cáliz de Sacrificio. Del diario del Protopresbítero Atanasio Belaiev. Hulla del Pecado del Pueblo Ruso. Milagro de Salvación por las Oraciones del Zarevich-Alexsis. Milagros en Serbia. Deseo del Zar-Mártir. Oración de uno de Valaam. Nuevo san Nicolás el Complaciente. Imagen del Zar. Foto del Zar como Icono. Ayuda de la Familia Real en alumbramientos. Salvación de Perdidos en Pantanos. Rublo de Plata. Aparición de un Icono. Ayuda en los Exámenes. Liberación de un Ateo. Milagrosa Protección de Libros acerca de los Nuevos Mártires. Bendición del Zar-Mártir sobre el Pueblo Ruso. Consuelo Celestial ¡ Recen a la Familia Real! Gran Princesa María.
Santos Pasionarios.
L
a festividad de los santos rusos fue instituída en el año 1918 en el concilio de toda Rusia, cuando comenzó la abierta persecución a la Iglesia. Durante los años de sangrientos padecimientos se necesitó un especial apoyo, una protección,de los santos rusos, un real conocimiento de que no estamos solos en este camino de cruz. La Iglesia sufría por la aparición de innumerables mártires. Los santos estaban interrelacionados entre sí, y uno de los acontecimientos más admirables de nuestro tiempo — la bendición del Patriarca Alexis II para la construcción del templo en honor de todos los Santos de Rusia en Ekaterinburgo, en el lugar dinamitado de la casa Ipatiev, donde el 17 de julio del año 1918 fue fusilada la Familia Real. Esto no significa otra cosa que el reconocimiento por el Patriarca de la Santidad de los Mártires Reales.Los que se oponen a la canonización del último Zar ruso, dicen que él murió no como mártir por la fe, sino como una víctima política,como uno más entre millones. No se puede dejar de notar, que el Zar aquí no es una exclusión: la gran mentira del régimen comunista era presentar a los creyentes como delincuentes políticos. Admirable coincidencia con Nuestro Señor Jesucristo y es que durante Sus Pasiones, entre todas las acusaciones surgidas contra El, Jesucristo rechazó solo una — la que Lo hacia ver en los ojos de Pilato como un hacedor político: "Mi Reino no es de este mundo" — dijo el Señor. Esta tentación, de tratar de convertirlo en un mesias político, Jesucristo la recalcaba permanentemente; proviniera ella del tentador en el desierto, del mismo Pedro, o de los discípulos de Guetsemaní: "vuelve tu espada a su lugar." Al fin y al cabo lo que le sucedió al Soberano, se puede entender solo a través del misterio de la Cruz de Jesucristo. El historiador debe definir su visión, en donde participa la Voluntad Divina, y en donde la política y ubicarse en el lugar adecuado, para la visión histórica, según la tradición de la Iglesia y la fe de nuestros antepasados.
La Iglesia Rusa tiene variedad de santidades, como la de los Pasionarios: donde glorifica a los que padecieron martirios. Entre las honradas imágenes de santos, en el corazón del pueblo ruso, los santos príncipes-mártires tienen un lugar preponderante. Ellos no fueron martirizados por profesar su fe, perecieron víctimas de ambiciones políticas, originadas por la crisis en el poder. Encontramos una semejanza de su inocente muerte en los sufrimientos del Salvador. Como Jesucristo en Guetsemaní, los primeros mártires rusos Boris y Gleb fueron cogidos con astucia, pero no se opusieron, a pesar de la disposición de sus cercanos para defenderlos. Como Cristo en el Gólgota, perdonaron a sus verdugos y rezaron por ellos. Como el Salvador en el martirio ante la muerte, eran tentados a proceder según su voluntad, y como El, — se negaron. En la conciencia de la joven Iglesia Rusa esto se unió con la imágen de aquella inocente víctima, de la cual habla el profeta Isaías: "Como cordero El fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió Su boca." "El cocinero de Gleb de nombre Turchin, escribe el analista, — lo acuchilló como a un cordero." Semejantes Pasionarios fueron los príncipes de Kiev y de Chernigov Igor, el príncipe Tversky Miguel, el zarevich Dimitri de Uglich y el príncipe Andrés Bogoliub.
En los padecimientos y muerte de estos santos hay mucho en común, lo cual los une con la muerte de los Mártires Reales. La noche que pasó en vela el Soberano Nicolás II en oración y lágrimas en el vagón de la estación de Dno (Pozo) en el oscuro año de la abdicación, predicho por santos, es comparable a la Guetsemaní de Boris y Gleb — ella fue el inicio de su camino de cruz, como él lo anotó en su diario, en derredor había "traición y cobardía, y engaño." El Zar no quiso luchar por el poder, temiendo ser la causa de un nuevo río de sangre en tierra rusa, ya despedazada por la guerra y discordia civil.
En la circunstancias de la muerte del príncipe Igor: él fue muerto cuando ya no era amenaza para el poder de nadie; durante su oración antes de su muerte, delante del icono de la Madre de Dios, hay algo muy emparentado con el del prisionero de Ekaterinburgo. El mismo pesar durante la oración de los mártires reales en el último oficio religioso, las mismas burlas de los guardias desenfrenados y la furia animal de la multitud la sufrieron en la muerte los santos príncipes Igor, Miguel y Andrés. El mismo horror, hasta las mismas casuales coincidencias. Parecería que si se escucha con atención, desde lo profundo de los antiguos siglos hay como un eco del tronar de los estallidos desde los sótanos de la casa Ipatiev. Las mismas profanaciones de los cuerpos muertos y el enfurecimiento satánico, con que se exterminaba todo lo que los recordaba, hasta de la casa donde fue realizado el crimen, como si lo sucedido a los antiguos príncipes, por más que no tenían nada en común, iba formando junto a nuevos rasgos, una imágen de hazaña pasionaria semejante. Y pasará mucho tiempo aún, para que reconozcamos que no solo el regicidio del Zar, sino las muertes de niños, la ruina, destrucción y asolamiento de millones de familias cristianas, representa este acontecimiento del siglo.
Pocos años antes en el día de la celebración del beato Sergio, en presencia del elegido nuevo Patriarca, de obispos y muchos peregrinos reunidos de todos los confines de la tierra, en el corazón de la Ortodoxia Rusa, un joven abad después de la Liturgia dijo un prolongado sermón, con detallada descripción, no de la vida del beato Sergio como se esperaba en esta celebración, sino del Soberano, cuya muerte fue en las vísperas del recordatorio del Beato. Como el beato Sergio era el emblema de la santidad de la Antigua Rusia, así el Soberano — en nuestros tiempos, y los santos más cercanos a nosotros en el tiempo y el espíritu, en profecías al futuro destino de Rusia, parecían dirigirse hacia el latente secreto de la casa Ipatiev. En la segunda apertura de las reliquias del beato Serafín de Sarov, que con tanta esperanza festejó la Rusia Ortodoxa, éste predijo la participación de la Familia Real en ella con gran solemnidad y alegría y que por este hecho en la mitad del verano cantarían la Pascua. "Y qué pasará después, — decía él con dolor, — ¡los ángeles no serán suficientes para recibir las almas...! La Familia Real en verdad visitó Sarov y Diveevo durante los días de la apertura de las reliquias del beato asceta en al año 1903. El Soberano junto a los arzobispos portó el relicario con sus santas reliquias y el pueblo cantaba la Pascua. Se acercaba el gran pesar, que debió llevar Rusia después de la glorificación de sus reliquias: "el Zar que me va a glorificar, — decía el beato Serafín, — yo lo glorificaré." El Gran litúrgico y profeta santo y justo Juan de Kronstadt, quién manifestó la fuerza de la Iglesia en el tiempo, cuando la mayoría de la clase culta se apartaba de la religión y sembraba disturbios en el pueblo; incansablemente clamaba desde el amvón: "¡Arrepentíos! ¡Arrepentíos! se acerca el tiempo terrible, tal peligroso, que es imposible imaginar!." El decía: que el Señor, quitará a Rusia su Zar, y la castigará con gobernantes tan crueles que derramarán sangre por toda la tierra rusa, que el guardián de Rusia después de Dios es el Zar, y los enemigos nuestros sin él, tratarán de destruir hasta el nombre de Rusia (¡U.R.S.S.!).
La Iglesia no canoniza nada político... el poder del Zar — es un servicio cristiano especial del ungido por Dios, elegido para proteger a la Iglesia y al gobierno Ortodoxo y por eso ella, como narra san Teófano el Recluso, — es lo que retiene, enlentece la aparición del anticristo. La ausencia de directivas y reglamentos de principios cristianos favorecerá la aceleración de la presencia de anticristo. No necesariamente será un totalitarismo, pueden haber repúblicas y democracias, con sus principios de pluralidad, que aprueban aún más la igualdad del bien y del mal. Es de importancia para el anticristo que esto rija en todo el mundo, y por esto, la revolución en Rusia tenia exclusivamente un sentido espiritual para todo el mundo. Todas las fuerzas del mal estaban con firmeza aquí en Rusia, todos los medios eran aceptados para derrocar al Zar, y la finalidad que estaba oculta era una sola: destruir la Iglesia y arruinar a cada uno de sus miembros, colocándolos ante dos alternativas: renegar de ella (apostasía), o ser martirizados.
Una feligresa de nuestra iglesia María relató acerca de sus dos tíos, Alexis y Basilio, cómo se los llevaron, porque antes servían en la iglesia. Ella sabía, quien los había denunciado, y cuando su corazón borbotó de rabia, sus tíos se le aparecieron en sueños y le dijeron: "No hagas nada a estas personas,¡ cuánta gloria es sufrir por Cristo!" Cumpliendo con el mandamiento de amor hasta el final, y testificando con su sangre, que a la persona fiel a Dios nadie le puede obligar a renegar del mandamiento de amor al hombre, los santos mártires cubrieron de vergüenza al antiguo matador del hombre, y condenaron a la derrota la obra del marxismo leninismo, que llamaba a liberar la humanidad del mandamiento de amor a Dios, y con ello, desarrollaron tal fuerza de odios en el mundo, que parecía que iba a terminar la vida en todas sus exteriorizaciones, y que nadie subsistiría para contestar con otro odio mayor, abierto o secreto, confirmando la verdad de las palabras: "El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, todavía está en tinieblas."
Mas el mundo no se hundió en las tinieblas, la Iglesia permaneció en el amor. En la santidad está — el ser una persona de amor. Esta santidad se encuentra: —sean mártires, o beatos — no menor, que en una muerte en la cruz. San Siluan, devoto trabajador del monte Athos en la hazaña de oración, durante los mismos años de las pruebas de la Iglesia, atestigua junto con los nuevos mártires y con toda su vida un solo misterio: "el que no quiere a sus enemigos," es decir —" a toda persona sin exclusión, ese todavía no ha alcanzado el amor de Cristo.
El beato Serafín de Sarov en su visión profética contemplaba y veía toda la tierra cubierta con niebla por las oraciones de los santos rusos, y el profundo aroma del incienso, procedente del Crucifijo, que está en el lugar de la destruida casa de Ipatiev.
La gran princesa Olga escribía de Tobolsk: "Mi padre me pide hacer conocer a todos quienes puedan tener influencia, que no obren en venganza suya, ya que él perdonó a todos y reza por todos, para que no sean vengativos que recuerden: que el mal existente ahora en el mundo se fortalecerá, pero el mal no vencerá al bien, solo vencerá el amor."
Tormenta en la juventud del Zar.
Hay interesantes recuerdos de la baronesa Buksguevden acerca de nuestro santo pasionario Soberano Nicolás Alexandrovich, donde trae el relato del soberano acerca de su abuelo Emperador Alejandro II, con quien tenía mucho en común. El Emperador Alejandro II hizo reformas democráticas para su pueblo, por lo cual fue perseguido por los nihilistas en todo momento. El nieto Nicolás era su preferido y lo llamaba "rayo de sol."
"Cuando yo era niño, me enviaban a diario a visitar a mi abuelo — contaba Nicolás II a sus hijas. — Mi hermano Jorge y yo teníamos la costumbre de jugar en su escritorio, mientras él trabajaba. Tenía una sonrisa agradable y su rostro era bello y tranquilo. Yo recuerdo lo que me impresionó desde mi temprana niñez...
Mis padres estaban ausentes y yo asistí a las vísperas con mi abuelo, en una pequeña iglesia del palacio Alejandrovsky. Durante el oficio religioso se desató una gran tormenta, los rayos brillaban uno tras otro, los truenos parecían que hacían temblar toda la iglesia y al mundo hasta los cimientos. De pronto todo se oscureció, el viento sopló a través de una puerta abierta y apagó las llamas de las velas encendidas ante el iconostasio, luego se escuchó un prolongado trueno mas fuerte que el anterior... cuando miro, una bola de fuego se dirigía desde la ventana en dirección hacia la cabeza del Soberano. La bola (que era el rayo), rodó por el suelo, rodeó el incensario y salió a través de la puerta al parque. Mi corazón se inmovilizó, miré a mi abuelo — estaba totalmente calmo. Se hizo la señal de la cruz calmo como antes, la bola de fuego pasó a su lado, y yo sentí que teníamos que estar calmos ante lo que pasara, y creer en la Misericordia Divina así, como él, mi abuelo, lo hizo. Después de que la bola recorrió toda la iglesia y de pronto salió hacia afuera, volví a mirar al abuelo. Una suave sonrisa había en su cara, y me asintió con la cabeza. Mi susto pasó, y desde ese entonces ya nunca tuve temor a la tormenta."
Este acontecimiento fue muy significativo en el futuro del Emperador Alejandro II y en el destino del santo mártir Zar Nicolás II, y, podemos decir, que ello fue la vista previa de la terrible tormenta en la que muy pronto quedó inmersa Rusia. El mismo soberano Nicolás Alexandrovich relataba a sus hijas acerca del regicidio y de la muerte del Zar-libertador:
"Estábamos desayunando en el palacio de Anichkov mi hermano y yo cuando llegó el criado asustado:¡ sucedió una desgracia con el Emperador! El heredero Alexander III dispuso que el gran príncipe Nicolás Alexandrovich (es decir yo) fuera inmediatamente al palacio del Invierno. No se puede perder tiempo." El general Danilov y nosotros corrimos hacia abajo y nos ubicamos en un carruaje, nos precipitamos por Nievski hacia el palacio de Invierno. Mientras subíamos por la escalera yo vi que los que venían en sentido contrario tenían la cara pálida, en la alfombra había grandes manchas rojas — mi abuelo mientras lo llevaban por la escalera sangraba a causa de las grandes heridas producidas por la explosión. En su escritorio ya estaban mis padres. Al lado de la ventana estaban mi tío y tía. Ellos callaban. Mi abuelo yacía en una cama angosta portátil en la cual siempre dormía. Estaba cubierto con un capote militar que usaba como bata. Su rostro estaba mortalmente pálido, cubierto de pequeñas heridas. Sus ojos estaban cerrados. Mi padre me acercó a la cama. "Papá — dijo subiendo la voz — su rayo de sol esta aquí" — vi el temblor de sus pestañas. Se abrieron los celestes ojos de mi abuelo. Trató de sonreír. Movió el dedo, mas no podía levantar los brazos y decir lo que quiso, mas sin duda él me reconoció. El protopresbítero Bayenov se acercó y le dio la comunión por ultima vez, nos hincamos todos y el Soberano falleció. Esa era la Voluntad de Dios" — finalizó diciendo Nicolás II.
Sumisión a la voluntad Divina — escribe la baronesa Buksguevden — era el fundamento de su religión. Su creencia en la Sabiduría Divina, la que orienta los acontecimientos, le daba a Nicolás II la sobrenatural tranquilidad, que nunca lo dejaba. Glorificando al último Zar Ruso y su final mártir, tenemos que valorar éste— su principal rasgo de santidad. Se está bien estar con el Señor en el monte de la Transfiguración, pero es más valioso amar la Voluntad Divina en las deslucidas dificultades cotidianas y salir al encuentro de Cristo durante la tormenta y alabarlo cuando está en la Cruz.
(Relato del superior Serafín Putiatin, año 1920)
Praskovia de Sarov, perspicaz gran devota beata, viviendo los últimos años de su vida en Diveev, y anteriormente unas cuantas decenas de años en el bosque, comenzó sus primeras proezas todavía cuando vivía el beato Serafín, fue la que predijo al Soberano y a la Soberana, un año antes el nacimiento del hijo, más "no para alegría, sino para penas nacerá este pichoncito imperial cuya sangre inocente y santa clamará al Cielo". Los últimos días de su vida terrenal, en sus procederes convencionales pero claros y palabras, predijo la tempestad que se acercaba a Rusia. Los retratos del Zar, la Zarina y de la Familia los colocaba en el ángulo anterior de su celda junto a los iconos y rezaba a todos juntos, clamando: "Santos Mártires Reales recen a Dios por nosotros."
En agosto del año 1915 llegué a Moscú del frente de batalla, luego a Sarov y Diveevo, donde me convencí yo mismo delo siguiente. Recuerdo, que oficiando la Liturgia en la celebración de la Dormición de la Santísima Madre de Dios en Diveevo, de la iglesia pasé por lo de la stariza Parasqueva, permaneciendo allí mas de una hora, escuchando atentamente sus futuras y severas predicciones, expresadas en parábolas, las cuales entendíamos perfectamente y aclarábamos las que estaban confusas. Me aclaró muchas cosas que yo entendía de manera diferente a como era en realidad sobre aconteceres mundiales. Y es en ese entonces que me dijo que la guerra la habían iniciado nuestros enemigos con el fin de derrocar al Zar y desgarrar a Rusia en partes. Por quien luchábamos en quien confiábamos nos iban a traicionar y gozar de nuestras penas, mas su gozo no iba a ser duradero pues ellos tendrían el mismo pesar.
La perspicaz devota besó varias veces el retrato del Zar y su Familia, los colocaba junto a los iconos, rezándoles como a santos mártires. Luego lloró amargamente. Este comportamiento lo identifiqué como los sufrimientos vividos por el Zar y su Familia, relacionados con la guerra, aunque no estaban desgarrados por granadas y heridos de bala de plomo, sus amantes corazones estaban desgarrados por indecibles penas de donde manaba sangre. Eran realmente mártires sin sangre. También la Madre de Dios no fue ulcerada directamente con torturas, pero ante la vista de los sufrimientos de Su Divino Hijo, por palabras del justo Simón, el arma atravesó su corazón. Después, la stariza tomó el icono del Enternecimiento de la Madre de Dios, ante el cual falleció el beato Serafín, dio la bendición al Zar y Familia, y me entregó el icono, pidiendo enviarlo. Bendijo iconos para el Zar, la Zarina, el Zarevich, gran Princesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, a la Gran Princesa Elizabeth Feodorovna y para Virubova. Pedí bendijera un icono para el Gran Príncipe Nicolás Nikolaievich, ella lo bendijo, pero, no el icono de la Madre de Dios del Enternecimiento, sino el del beato Serafín. No bendijo más iconos para nadie, aunque yo le pedí lo hiciera para algunos, no lo hizo, ella obraba de manera independiente. — Los iconos fueron enviados y recibidos en los lugares indicados. Estuve en Diveevo unos días más y por voluntad de la stariza iba todos los días a visitarla, adquiriendo de ella una elevada sabiduría, y algo que me dejaba huellas en mi corazón todavía entonces no entendibles Ahora me queda claro como por Dios fue revelado a esta beata, la futura terrible prueba del pueblo ruso que se había alejado de la Verdad. En aquel momento no comprendí porque los iconos eran todos de la Madre de Dios del Enternecimiento, menos para el Gran Príncipe Nicolás Nicolaievich que era del beato Serafín ante el cual rezó y falleció el beato. Actualmente esto me queda claro: ella sabía que todos ellos iban a tener un fin santo, martirizados. Al besar el retrato del Zar y Familia, la justa decía que eran sus familiares, queridos, con quienes viviría pronto. Este presagio se cumplió. Al mes falleció, pasando a la eternidad y ahora junto a los mártires imperiales vive en la paz celestial.
Entre febrero y octubre del año 1917 el decía: "Un tiempo penoso se acerca. En el mundo pasó el seis y viene numero séptimo. Comienza el siglo de callar. Calla, calla, — dice el padre, lágrimas fluyen de sus ojos... — Y el Soberano ahora está fuera de si. Cuantas humillaciones soporta por sus equivocaciones. El año 1918 va a ser todavía más penoso. El Soberano y toda la Familia van a ser asesinados, martirizados. Cierta joven justa vió un sueño: Jesucristo estaba sentado en el trono, a Su lado los doce apóstoles, y desde la tierra se escuchaban penosos quejidos. El apóstol Pedro le pregunta a Jesucristo: "¿Señor, cuando cesarán estos tormentos? " — le contesta Jesucristo: "Doy plazo hasta el año 22. Si las gentes no se arrepienten, y no se concientizan, perecerán todos así." Aquí también ante el Trono Divino está nuestro Soberano con la corona de gran mártir. Sí… este Soberano será gran mártir. En los últimos tiempos redimió su vida, y si la gente no se vuelve a Dios, no solo Rusia — toda Europa sucumbirá... "
(De las cartas de A. Nilus al hierodiácono Zosima, del 6 de agosto del año 1916)
En el año 1917 en el mes de abril tuve que pasar dos semanas en Kiev, relacionándome con gente de profunda espiritualidad, y allí en Kiev la superiora [Sofía] me dio la oportunidad de ver a la stariza del monasterio Rzhischi (mas bajo del Kiev por el Dnieper) y junto a ella una novicia, una jovencita de 14 años Olga. Esta niña iletrada, de aldea, el 21 de febrero de este año, el martes de la semana de la Gran Cuaresma, entró en un estado de profundo sueño, que continuó hasta el Sábado Santo, en total 40 días. Durante este sueño, en momentos de lucidez, las ultimas dos semanas y durante el sueño, el alimento de la niña eran los Santos Dones de Nuestro Señor Jesucristo. El Sábado Santo, Olga despertó definitivamente, se levantó, se lavó, se vistió, rezó al Señor, y fue al coro a cumplir su obediencia, permaneciendo durante toda la Liturgia Pascual sin sentarse, a pesar de los consejos. Durante su sueño Olga tuvo una visión de la otra vida, en sueños y al despertarse iba hablando lo que había visto, lo cual iban anotando. De sus palabras y de las de su stariza yo anoté, lo mas importante, lo cual voy a contarles a ustedes.
El martes de la segunda semana de la Gran Cuaresma a las 5 de la mañana Olga fue al oratorio y haciendo tres genuflexiones se volvió hacia la hermana a quien debía suplantar y dijo: "Pido perdón y bendición, madrecita, voy a morir. La hermana le contestó: "El Señor te bendiga... Todo sea para bien. Serías feliz si te murieras a esta edad." Luego de lo cual Olga se acostó a dormir en la cama en el oratorio y se durmió. Despertando luego de 72 horas, relató lo siguiente: "Hace una semana vi en sueños a un Angel el que me dijo que dentro de una semana, el martes, fuera al oratorio para morir allí, este sueño no me era permitido contar. Cuando el martes iba hacia el oratorio, vi como si corriera un perro en dos patas y del susto me tiré hacia el rincón del oratorio donde están los iconos, allí vi al Arcángel Miguel, y a un lado la muerte con una guadaña, me asusté y me persigné, y luego me acosté en la cama pensando ya morir. La muerte se me acercó y me quedé sin sentido..." Luego vino el Angel Santo que me llevó por variados lugares claros y oscuros. Todas las visiones de Olga no se las voy a describir ahora porque algunas son muy parecidas a todas las visiones de este tipo. Les voy a describir solo las más importantes y las relacionadas a nuestros días.
"Entre una luz enceguecedora sobre un trono indescriptiblemente hermoso estaba nuestro Salvador, a Su lado hacia la derecha nuestro Soberano rodeado de ángeles. El Soberano estaba totalmente vestido con ropas reales: Un manto de púrpura blanca, corona, con el cetro en la mano. Escuché el coloquio entre los mártires los cuales se alegraban porque se estaban acercando los últimos tiempos y su número iba a aumentar. Hablaban, de que iban a torturar en nombre de Cristo y por sellos ingratos y que pronto las iglesias y los monasterios serian destruidos y los habitantes de los monasterios dispersados y que iban a martirizar no solo al clero y a los monjes sino a todos los que no quisieran recibir el "sello" y estuvieran por el Nombre de Jesucristo, de la fe, la Iglesia."
El primero de marzo, el miércoles de tarde, Olga despertó y al despertar dijo: "Escucharán lo que va a suceder al día doce " (de su sueño).
Ese mismo día por teléfono desde Kiev se supo de la abdicación del Zar al trono. Ese día de tarde cuando Olga despertó, la stariza se dirigió hacia ella y nerviosamente le relató lo último sucedido. Olga contestó: "¡Recién han sabido de ello,! mas allá nosotros hace tiempo que estamos hablando de ello... El Zar nuestro está sentado con el Rey Celestial. "La stariza le preguntó: "¿Cuál es la causa de ello? Olga contestó: "Lo mismo que le sucedió al Zar de los Cielos, cuando Lo expulsaron, ultrajaron y crucificaron, nuestro Zar — es mártir." Las hermanas ante esto se apiadaron del Soberano, diciendo: "Pobre, pobre, desgraciado mártir." Olga sonriendo dijo: "Al contrario...de los felices el más feliz. Es mártir. Aquí sufrirá y allá estará junto al Zar Celestial" Esto es en esencia la visión de Olga Boico de Rzhishchi del monasterio de la diócesis de Kiev.
(
Según lo relatado por A. A. Costand)Con su peculio en Monmoransi, cerca de París, en la casa de la Unión de Militares Rusos Inválidos, en el año 1952 fue construida, una iglesia en "honor del Soberano Nicolás II, toda la Familia Real, sus justos servidores, todos los combatientes por la Fe por el Zar, y los que por la Patria perecieron en campos de batalla y en lucha contra los bolcheviques y fueron martirizados y perecieron." El escribe: "Luego de bendecir el templo, a las 3 de la tarde fui a la iglesia para rezar a solas por la liberación de Rusia del yugo satánico. Por ser la Semana Pascual, las puertas Reales de la iglesia estaban abiertas. De pronto el altar se iluminó con una luz fuerte, chispeó un rayo y se oyó una voz: "Gracias mi fiel y abnegado servidor, pronto será Rusia." Resonó otra voz diciendo: "Recuerda, lo que te dije en el año 1908: edificarás un templo en tierra extraña, será la imágen inicial de muchos templos que se construirán en la tierra de Rusia." La luz se apagó. Las palabras pronunciadas por la segunda voz me fueron dichas por el padre Juan de Kronstadt en abril del año 1908 en San Petersburgo cuando él visitó a nuestra familia.
Entre las profecías del beato Serafín de Sarov tiene un especial lugar la profecía del futuro Zar mártir. " Al Zar que me glorifique, — dijo el beato Serafín — yo lo glorificaré. "Esta profecía comenzó a cumplirse en el año 1903 durante la glorificación del beato Serafín, cuando el Soberano anotó: "¡Glorificarlo inmediatamente! " recordamos lo predicho por el beato de que habría solemnidad y alegría cuando la Familia Real viniera, y durante el verano cantarían la Pascua, prediciendo que finalizará con una triste imágen de la futura prueba para Rusia." Que va a suceder luego — los ángeles no tendrán suficiente tiempo de recibir tantas almas." La Familia Real efectivamente visitó Sarov y Diveevo durante la apertura de las reliquias del beato en el año 1903. El Soberano llevó con los arzobispos el relicario con las santas reliquias y la gente cantaba en gran alegría la Pascua. La segunda parte de lo profetizado pronto fue también realidad..
¿Acaso ya se cumplió todo lo predicho por el beato? La glorificación del Zar por el Señor, al confesor Nicolás Alexandrovich en su muerte mártir por cierto se debe sellar con una glorificación eclesiástica.
Existe la revelación del padre Mitrofán Serebriansky, padre espiritual de la beata mártir Gran Princesa Elizabeth, anotado en su libro diario. En el inicio de la revolución de febrero, el padre Mitrofán tuvo en la madrugada un sueño que lo intranquilizó. Llegando a la iglesia con gran nerviosismo pidió se llame al altar a la monja Elizabeth. He aquí su conversación:
Madre mía, estoy tan turbado por un sueño recién experimentado, que no estoy en condiciones de comenzar el oficio de la Liturgia. Tal vez, contándoselo a Usted, podría sosegarme algo. Vi en sueños cuatro cuadros, cambiantes uno atrás del otro. En el primero vi una iglesia en llamas, ardiendo y derrumbándose. En el otro cuadro vi en un marco de luto a su hermana la Emperatriz Alejandra, y de los bordes de ese marco crecían brotes, y lirios blancos cubrían la imagen de la Emperatriz. En el cuadro III vi al Arcángel Miguel con una lanza de fuego en sus manos. Este cuadro cambió y vi rezando sobre una piedra al beato Serafín.
Escuchado el relato la monja, gran princesa Elizabeth dijo:
— Usted padre vio un sueño, y yo le relataré su significado. En tiempos cercanos venideros habrá sucesos por los cuales nuestra iglesia rusa padecerá mucho, la cuál usted vio en llamas y pereciendo. En el segundo cuadro — el retrato de mi hermana. ¡Lirios blancos ocupando el retrato, dicen que su vida se cubrirá con honra por una muerte mártir. La tercera — el Arcángel Miguel con lanza de fuego — quiere decir que a Rusia la esperan grandes penas. El cuarto cuadro — el beato Serafín rezando sobre la piedra — le promete a Rusia una oración especial protectora, del beato Serafín.
La intercesión del Arcángel Miguel con los guerreros celestiales y las oraciones del beato Serafín y los santos Mártires Reales — es el unico misterio para la salvación de Rusia.
Visión del Cáliz de Sacrificio.
La visión que tuvo el marinero Silaev del navío "Almaz. (Diamante)." Esta visión la relata el archimandrita Panteleimon en su libro: "Vida, hazañas, milagros y profecías de nuestro santo y justo Juan de Kronstadt el Milagroso."
La primera noche luego de la comunión vi un terrible sueño. Salí hacia una gran llanura que no tenía fin, desde arriba fluía una luz mas resplandeciente que el sol, imposible de mirar, pero esta luz no llegaba hasta la tierra la que estaba cubierta por cierta niebla o humo. Repentinamente desde los cielos se escuchó un ordenado sublime canto: "¡Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros." Se repitió lo mismo varias veces. Todo el llano se cubrió con gente en vestimentas específicas. Delante de todos, nuestro Soberano Mártir con púrpura imperial, corona, sosteniendo en sus manos el cáliz lleno hasta los bordes de sangre. A su derecha y a su lado — un joven hermoso, el heredero Zarevich, de uniforme, también con un cáliz de sangre, y detrás de ellos — de rodillas, toda la familia Real martirizada en ropas blancas y en sus manos todos — tenían un cáliz con sangre. Delante del Soberano y del Zarevich de rodillas, elevando las manos hacia la luz celestial, rezando estaba el padre Juan de Kronstadt, dirigiéndose al Señor Dios como si lo estuviera viendo... rezando por Rusia hundida en la inmundicia. Esta oración me estremeció con sudor: "¡Santísimo Señor, mira esta sangre inocente, escucha el gemir de Tus fieles hijos, que no perdieron Tu talento, y Ten en Tu gran Misericordia al ahora caído elegido pueblo Tuyo! No le niegues Tu Santa elección, restablece en él el entendimiento de la salvación, arrebatada por los sabihondos de este siglo a los ingenuos, para que, elevándose de la profundidad de la caída con alas espirituales glorifique en el universo Tu Santo nombre. Tus fieles mártires rezan a Ti, trayendo su sangre como sacrificio. Acéptala como purificación por la iniquidad voluntaria e involuntaria de Tu pueblo,¡ perdona y Ten piedad!."
Luego de esto el Soberano levanta el Cáliz con sangre y dice: ¡Señor! ¡Zar de todos los zares y Señor de señores! Recibe mi sangre y la de mi familia para purificación de todos los pecados voluntarios e involuntarios de mi pueblo confiado a mi por Ti, y elévalo de la actual caída. Conozco Tu justicia, pero también Tu ilimitada misericordia. Perdona todo, Ten piedad y salva a Rusia."
Detrás de él elevando su cáliz, con voz infantil habló el cándido joven Zarevich: "Señor, mira a Tu pueblo pereciendo, y extiéndele Tu mano salvadora.¡ Dios Misericordioso! acepta también mi sangre pura para la salvación de niños inocentes de nuestra tierra, corrompidos y arruinados, acepta mis lágrimas por ellos." Y sollozó el niño, salpicando con la sangre del cáliz la tierra. Hincándose la multitud de repente, elevando sus manos al cielo en una sola voz pidieron: "¡Señor! Juez justo, pero misericordioso, como Padre bondadoso, acepta nuestra sangre para lavar las profanaciones de nuestra tierra, hechas con entendimiento o sin él, ya que¡ cómo puede el hombre sensato hacer insensateces! Por las oraciones de Tus santos en nuestra tierra, que con Tu misericordia resplandecieron, devuelve a Tu elegido pueblo, caído en redes satánicas destructivas, la mente para la salvación, para que rompa estas cadenas de perdición! No te apartes de él hasta el final y no lo prives de Tu magnánima elección, restablécelo de la profundidad de su caída para glorificar Tu nombre hasta el fin de los siglos. Y nuevamente un tierno y conmovedor canto se esparció por los cielos "Santo Dios."
Siento escalofrío en mi espalda, más no puedo despertar. Escucho, finalmente por todos los cielos el solemne canto: "Con honras se glorifícó," sin pausa, rodando desde uno a otro lado del cielo. El llano en un instante se desoló y quedó diferente. Observo muchos templos, fluye un maravilloso tañir de campanas, alegrando eso mi alma. Se acerca el padre Juan de Kronstadt y dice: "Señor, el solcito brilló nuevamente sobre Rusia. ¡Mira cuán juguetón y gozoso está! Es la Gran Pascua en Rusia, allí ¡Cristo resucitó! Ahora alégranse todas las Fuerzas Celestiales y tú con el esfuerzo de tu arrepentimiento en la novena hora, recibirás la recompensa de Dios."
Del diario del Protopresbítero Atanasio Belaiev.
Superior de la catedral Feodorovsky en la Aldea Real, sacerdote confesor de la Familia Real durante su arresto en el palacio Alexandrovsky.
Aclaración.
El padre Belaiev en su libro diario reunió valiosos datos acerca de algunos acontecimientos relacionados con la revolución de febrero. Según su diario, "hombres públicos" procuraron garantizarse la ayuda para un cambio en el gobierno del general Alexeiev y el Gran Príncipe Nicolás Nicolaievich (el tío del Zar). El Soberano confiaba totalmente en Alexeiev, mientras él se carteaba con Guchkov, presidente de la tercera Duma del Estado, que odiaba al Soberano. "Los autores" empecinadamente iban preparando la revolución. El 20 de febrero el Soberano fue al Cuartel General por llamado del general Alexeiev, y en Petersburgo comenzaron los disturbios. Conocido ello, el Soberano decidió salir con urgencia hacia Zarskoie Selo (Aldea Real), para solucionar los disturbios. Durante el viaje se supo, que las vías de trenes estaban ocupadas por los sublevados. El ministro de guerra Guchkov se vanagloriaba luego de que pretendía suspender el tren del Zar y así hacerlo abdicar al trono, y en caso de negativa, lanzarse sobre él y asfixiarlo. Los de la Duma y comandantes del ejército infieles dieron lugar a la guerra civil, que regó Rusia con sangre de inocentes.
El Soberano escribía: todo en derredor es traición, cobardía y engaño. Por la salvación de Rusia y la tranquilidad del ejército en el frente, hay que decidirse a la abdicación. Su hermano Miguel Romanov también fue alejado por la fuerza por Kerenski (Aaron Kipbits). Luego, el poder pasó al Gobierno Provisional, quien el 20 de marzo decidió arrestar a la Familia Real. Alexeiev no tuvo vergüenza de decir esto personalmente al Soberano, quien palideció, dándose vuelta. El general Kornilov le declaró a la Soberana: "Ciudadana Romanova, Usted está arrestada..."
El padre Belaiev describió la situación en Petersburgo de aquel tiempo, y su ayuda espiritual a la Familia Real.
Gran Cuaresma y Pascua. (Recortes del diario del padre Belaiev)
...El Viernes Santo llegó la hora de la confesión de los hijos del Zar. Al comienzo se confesaron las tres hijas y el heredero enfermo. No hablemos del contenido de la confesión. La impresión era: ojalá Dios dé a todos los hijos un nivel espiritual tan elevado como a los hijos del Zar. Tanta bondad, humildad, obediencia a la voluntad de los padres, sumisión incondicional a la Voluntad Divina, pureza de pensamiento y total desconocimiento del barro mundano — de sus pasiones y pecados, me asombraron, y decididamente dudaba si debía, como padre espiritual, recordar los pecados, que eran desconocidos para ellos y cómo predisponerlos para el arrepentimiento de esos pecados no conocidos. La confesión de todos, los cuatro hijos duró una hora y veinte minutos.
...Después de venerar al Santo Sudario, el padre Atanasio pasó al oratorio, donde por turno se confesaron la Gran Princesa Tatiana, la Soberana y el Soberano. La confesión de los tres demoró más de una hora. "Cuán indecible feliz soy, que por Misericordia Divina, fui elegido intermediario entre el Zar Celestial y el Zar terrenal. A mi lado estaba aquél, que era el mas elevado de todos los vivientes de la tierra, nuestro Zar Ortodoxo Ruso, dado por Dios, el Ungido. Pues hoy, el humilde siervo de Dios Nicolás, estaba como manso cordero, benévolo hacia todos sus enemigos, sin rencores, rezando con fervor por el bienestar de Rusia y creyendo profundamente en su futura gloria... De rodillas relata al Padre Celestial los escondidos misterios de su gran vida de martirio, y con lágrimas en los ojos, pide perdón por sus voluntarias e involuntarias faltas.
Durante la conversación con el párroco, el Soberano contestando las preguntas dijo: "¡Si, me traicionaron todos! Me declararon que en Petrogrado había anarquía y sublevación por lo que decidí llegar a Zarskoie Selo, y del ferrocarril Nikolalievsk doblar hacia Pskov, pero el camino resultó cerrado... Yo sólo... sin un consejero cercano, privado de libertad, como criminal atrapado, firmé el acta de la abdicación al trono por mí y por mi hijo-heredero. Decidí que si esto era por el bien de la patria, estaba pronto para todo. ¡Me da pena mi familia! Una lágrima cálida brotó de los ojos del inocente mártir...
La Soberana dijo: "No me entendían, yo deseaba el bien."
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El diario fue escrito entre marzo y agosto del año 1917. La devoción de la Familia Real está subrayada con fuerza en estos recuerdos. La fe en la benévola voluntad Divina les ayudó a sobrevivir las humillaciones del populacho, el peso del exilio, y para afrontar con entereza la muerte mártir.
Hulla del Pecado del Pueblo Ruso.
Muy pronto después de la revolución del año 1917 el metropolitano Macario, cesado en su cargo ilegalmente de la cátedra por el gobierno Provisional, hombre de bien "uno de los antiguos," tuvo una visión.
"Veo — así cuenta él — un campo, por cuyo sendero va el Salvador. Yo — voy detrás de El, repitiendo: "¡Señor, voy detrás Tuyo"! — más El, dándose vuelta hacia mí, va contestando: "¡Anda detrás Mío!" Finalmente llegamos hasta un gran arca, decorada con flores. En el umbral del arca, el Salvador se dio vuelta hacia mí y nuevamente dijo: "Camina detrás Mío!" y entro en un hermoso jardín, yo me quedé en el umbral y desperté. Cuando me dormí nuevamente me veo parado en el mismo arca, detrás del cual, junto al Salvador está el Soberano Nicolás Segundo. El Salvador le dice al Soberano: "Ves en mis manos dos copas. Esta — es amarga, para tu pueblo, y la otra dulce para ti." El Soberano se hinca e implora largamente al Señor que le dé a él la copa amarga, en vez de su pueblo. El Señor no lo acepta por mucho tiempo, más el Soberano insiste e implora. Entonces el Salvador tomó de la copa amarga un gran carbón candente, colocándoselo al Soberano sobre la palma de la mano. El Soberano comenzó a pasarlo de palma a palma y a la misma vez, su cuerpo comenzó a relucir hasta quedar reluciente como un espíritu
resplandeciente. Me desperté, me dormí nuevamente, veo un gran llano cubierto
repartiéndoles maná celestial con sus manos. Una voz invisible dice en ese momento: "El Soberano tomó la culpa del pueblo ruso sobre sí, y el pueblo ruso está perdonado" ¿Cuál es el misterio de la fuerza de la oración del Soberano? En la fe en el Señor y en el amor a los enemigos. ¿Será ésta la fe con la que el Hijo de Dios prometió dar tal fuerza a la oración, que podrá mover montañas? Hoy reflexionamos, meditamos acerca del recordativo del santo Zar: "El mal que hay en el mundo va a aumentar pero no vencerá el mal, sino el amor."
Muy pronto después de la glorificación por la Iglesia Ortodoxa Rusa de los santos Nuevos Mártires y Confesores de Rusia, un participante en esta solemnidad, en una visión en sueños vio al Soberano en una gran gloria celestial. Le fue dicho, que para Dios en los Cielos está primero el Soberano, después del igual a los apóstoles el príncipe Vladimir — el que bautizó e iluminó a todo el pueblo ruso. Fue dicho también — que el Soberano como antes quiere a Rusia y se preocupa por su bienestar y por el bienestar de todos aquellos, quienes hacen el bien a su patria, a la Soberana e hijas, ayudan a los necesitados, apenados y doloridos como antes en el mundo lo hacían durante la Primera guerra mundial (Ver la biografía del arzobispo Leonti de Chile, + 1971).
Milagro de Salvación por las Oraciones del Zarevich-Alexis.
En publicaciones de emigrantes rusos se supo, que en el año 1947 por llamados cálidos en oraciones a la Familia Real de cien cosacos en peligro, que perdieron la comunicación con el convoy y el ejército, se encontraron rodeados por los rojos en medio de pantanos. El sacerdote padre Elías llamó a todos a la oración diciendo: "Hoy es el día del recuerdo de nuestro Zar Mártir. Su hijo el joven Alexei-Zarevich era atamán de honor del ejercito de cosacos. Pidámosle que interceda ante el Señor por la salvación del ejército de cosacos amado de Cristo."
El padre Elías ofició un oratorio en honor del Zar Mártir Soberano de Rusia." El canto que lo acompañaba era: "Santos mártires de la Casa Real, orad por nosotros." Cantaron los cien, mas el convoy. Al finalizar el padre Elías leyó: "por las oraciones del Zar Mártir Nicolás, Soberano de Rusia, su heredero el joven Alexei Zarevich, el ejército obediente a Cristo y jefes de cosacos, benemérita Zarina mártir Alexandra e hijas suyas princesas mártires, ten piedad de nosotros y sálvanos, ya que eres benévolo y misericordioso.
A la objeción, de que estos santos mártires todavía no se han glorificado y que milagros no se conocen, el padre Elías dijo:¡ pues con sus oraciones nos salvaremos!... Y ya están glorificados... Ustedes mismos escucharon como el pueblo los glorificó. El pueblo de Dios... y el santo joven Alexei Zarevich nos mostrará el camino. — No ven ustedes el milagro de la ira de Dios sobre Rusia,por su sangre inocente... Y lo verán con la salvación de los que veneran sus memorias... También tienen la indicación, al venerar la vida de los santos, cuando sobre los cuerpos de los santos mártires, sin glorificación alguna los cristianos edificaban templos, encendían candiles, rezaban a ellos, por ser intercesores y mediadores..." Los cien y el convoy, los que estaban rodeados, se liberaron gracias al milagroso descubrimiento del padre Elías.
Caminábamos hundiéndonos hasta las rodillas, la cintura, caíamos hasta el cuello... Los caballos se empantanaban, salían, caminaban nuevamente. Cuanto caminaron y si se cansaron, no lo recuerdan. Nadie hablaba. Los caballos no relinchaban. Mas salieron... 43 mujeres, 14 niños, 7 heridos, 11 ancianos inválidos, un sacerdote, 22 cosacos — en total 98 personas y 31 caballos. Salimos hacia el lado opuesto del pantano, rincón ocupado por cosacos que trataban de contener a los rojos de la invasión. Los habitantes de la zona no querían creer que habían pasado por ese medio. El enemigo no escuchó el ruido de ese pasaje, ni hubo huellas en la montaña para que se dieran cuenta los rojos. ¡Estaban rodeados por gente, — pero ahora no estaban!
Hay un conocido relato de milagro, sucedido en Serbia. El 30 de marzo de 1930 se publicó en diarios serbios un telegrama de que los habitantes ortodoxos de la ciudad Leskvas de Serbia pidieron al Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Serbia se estudiara el tema para canonizar como santos, al Soberano Zar Nicolás II, quien había sido el gobernante más humano y de corazón más puro del pueblo ruso, habiendo perecido por una honrosa y mártir muerte. En la prensa serbia ya en el año 1925 había aparecido un relato de una anciana serbia cuyos dos hijos habían sido muertos en la guerra, y uno desaparecido sin noticias, que consideraban también muerto. Una vez, luego de una fervorosa oración por todos los caídos en la finalizada guerra, tuvo una visión. La pobre madre se durmió y en sueños vió al Soberano Nicolás II, diciéndole que su hijo estaba vivo y se encontraba en Rusia, quien con dos hermanos más estaba luchando por la causa eslava. "No morirás — le dijo el Zar ruso, — hasta tanto veas a tu hijo." Muy pronto después de este sueño la anciana recibió la noticia que su hijo estaba vivo, y en unos meses más con alegría lo abrazaba sano y salvo, habiendo llegado desde Rusia hacia su patria. Este caso de la milagrosa aparición en sueños del difunto y amado por los serbios Soberano ruso Nicolás II, se difundió por toda Serbia, pasando de boca en boca. Comenzaron a llegar al Sínodo serbio de todos los lugares noticias de como la gente serbia, sobre todo de la gente sencilla, quería al fallecido Soberano ruso, al que consideraban santo.
El 11 de agosto del año 1927 en los diarios de Belgrado apareció la noticia con el título " Imágen del Soberano Nicolás II en el monasterio Serbio de San Naum sobre el lago Ojridski." Este comunicado decía: "Un pintor académico paisajista ruso Kolesnikov fue invitado para pintar imágenes en el nuevo templo en un antiguo monasterio serbio de San Naum. Al artista le habían dado una total libertad en cuanto a la ejecución de su trabajo para la ornamentación de la cúpula y las paredes. Cumpliendo con este trabajo, el pintor pensó pintar sobre las paredes 15 imágenes de santos, distribuidas en 15 óvalos. 14 imágenes fueron pintadas al mismo tiempo, el lugar del 15, largo tiempo permaneció vacío, ya que cierto sentimiento inexplicable detuvo a Kolesnikov en su realización. Cierta vez en tinieblas Kolesnikov entró en el templo. Todo estaba a oscuras en la parte baja, sólo la cúpula era traspasada por los rayos solares ponientes. Como después lo contó Kolesnikov, en ese momento había un sublime juego de luces y sombras. Todo en derredor parecía... no terrenal, sino maravilloso. El pintor vió en ese momento que el óvalo limpio, dejado por él, había revivido, y de él como de un marco se veía la dolorosa imagen del Soberano Nicolás II. Maravillado por la milagrosa aparición del martirizado Soberano Ruso, el pintor permaneció inmóvil, abrazado por cierto letargo.
Luego, como lo describe el mismo Kolesnikov, en una onda de oración colocó cerca del óvalo una escalera y sin marcar con carbón los rasgos de la milagrosa imágen, con pinceladas comenzó el trabajo; Kolesnikov no pudo dormir toda la noche, apenas empezó a aclarar fue al templo y con los primeros rayos del sol de la mañana, ya estaba sobre la escalera trabajando con tal pasión, como nunca lo había hecho antes. Como el mismo Kolesnikov escribe: "Pinté sin ninguna foto. Alguna vez lo había visto al Soberano cuando le explicaba algo en exposiciones. Su imágen me quedó grabada en la memoria. Terminé el trabajo y a este retrato-icono le puse una inscripción: "Soberano de toda Rusia Nicolás II portando la corona del mártir por el bien y la honra de lo eslavo." Muy pronto llegó al monasterio el comandante del ejército de Vitolsk del círculo militar del general Rostich. Habiendo visitado el templo, largo tiempo observó la imágen escrita por Kolesnikov del difunto Soberano, lágrimas corrían por sus mejillas. Volviéndose hacia el pintor pronunció en voz baja: "Para nosotros los serbios, es y será el más grande y más honrado de todos los santos."
Este caso como el de la visión de la anciana serbia, nos explica porqué los habitantes de la ciudad Leskvas en su pedido al Sínodo, dicen que para ellos el difunto Soberano Ruso está a la misma altura que los santos nacionales serbios — Simón, Lázaro, Esteban y otros. Además de los casos citados de las apariciones del difunto Soberano a diferentes personas en Serbia, se dice que todos los años, la noche antes del día de la muerte del Soberano y su Familia, el Soberano Ruso aparece en la catedral de Belgrado, donde reza ante el icono de San Savva por el pueblo serbio. Según lo que se dice, va caminando al cuartel general y allí controla el estado del ejército serbio. Esta noticia se difundió entre los oficiales y soldados del ejército serbio.
El beato Kuksha de Odessa (Velichko) atestigua acerca del Zar mártir lo siguiente: "Cuando cumplí 14 años, yo ya no vivía en casa, era novicio en un monasterio, luego terminé el seminario y a los 19 años fui hieromonje. Fui sacerdote del Zar, iba por los trenes dando la comunión a soldados heridos. Cierta vez, volviendo del frente de batalla, llevábamos un tren con heridos. Estaban ubicados en tres pisos, hasta había camillas suspendidas para los heridos graves. En camino, en viaje realizábamos el oficio religioso de la Liturgia de 7 a l0 de la mañana. Todos los soldados de todos los trenes se reunían para ello, menos los de guardia, esa vez...habían venido hasta los de guardia, ya que era domingo,¡ por voluntad Divina.! En un tren era la iglesia, en otro la cocina, el hospital de camino. El convoy era grande, en total había 14 vagones. Al llegar al lugar donde se combatía, los austríacos inesperadamente, hicieron una emboscada y dieron vuelta todos los vagones, menos cuatro de ellos, que permanecieron intactos... por voluntad Divina. Por milagro pasamos el lugar peligroso, todos los soldados fueron salvados, a pesar, de que la línea de ferrocarril estaba dañada. El mismo Señor nos salvó de este fuego. Llegamos a Petersburgo, allí ya nos estaban esperando. Saliendo de los vagones — vemos un caminito extendido a lo largo de 20 metros desde la estación hasta la misma plaza. Nos dijeron que había venido el Zar (Soberano Nicolás II) y nos quería ver a todos. Nos formamos en dos filas: los soldados y sacerdotes de diferentes trenes. En las manos teníamos los crucifijos de los servicios religiosos y pan con sal. Vino el Zar, se paró en medio nuestro y dijo un discurso: "¡Santos Padres y Hermanos, les agradezco por las hazañas! que Dios les envíe Su Gracia. Deseo, que se asemejan a san Sergio de Radonez, a Antonio y a Teodosio de Pechersk, y en el futuro que recen por nosotros pecadores.
Todo se cumplió... Luego de sus palabras… nosotros,... todo el clero militar, fuimos al Monte Athos. Y todos a quienes él les deseó santidad, tomamos los hábitos de monjes ascetas y entre ellos yo pecador." Para comprender mejor el valor de este encuentro del padre Kuksha con el Zar, conozcamos algunos episodios de su vida.
"Sucedió a orillas del mar (en el exilio): hacia frío, helaba, había nieve, todos nosotros con hambre por frío, todos eran monjes y sacerdotes. Me senté al borde de la balsa, rezando, pidiendo al Señor: "Señor, Tu ves todo, alimentaste a Tus profetas sin abandonarlos, éste Tu siervo tiene hambre, no nos dejes a nosotros Señor. Dadnos fuerzas en el sacrificio y paciencia en el frío." Cuando veo que viene volando una corneja, en sus garras con un pan blanco, el cual hacía tiempo no habíamos visto, y junto a él un atado. Lo trajo y lo puso sobre mis rodillas. Miro, dentro del atado hay un embutido de más de un kilo. Llamé al obispo, él lo bendijo, y lo repartió a todos. Agradecimos al Señor por Su gran misericordia hacia nosotros, pecadores. El Señor nos reforzó para todo el día. Al tercer día nuevamente estábamos trabajando en la nieve, me senté a descansar,¡ más teníamos hambre!. En la mañana antes del trabajo nos dieron una tostada. Si no fuera por la ayuda del Señor — nadie hubiera aguantado, el trabajo era muy pesado. Sentado pienso: "¡Señor, no nos dejes a nosotros los pecadores!"... En las cercanías pasó un vehículo con pasteles y productos para obreros civiles. Parecía que descargaban pasteles para el almuerzo. Sobre ellos se tiraron las cornejas, hicieron ruido. Una corneja volando hacia mí trajo en sus garras pasteles, en una - dos y en otra - tres. Se acercó y las dejó caer sobre mis rodillas."
El padre Kuksha — persona santa, por su faz interior puede mostrar y dar a entender lo que es la santidad. El sabe por intercesión de quién fue honrado con la misericordia de ser asceta. El milagro sucedido durante su exilio, y el milagro de la salvación de todos los del tren en los cuatro vagones, es gracia de la Liturgia Divina, mientras los 10 vagones restantes fueron deshechos por explosiones de bombas, lo ubica junto al milagro del deseo del Zar.
Así como la abdicación del Soberano el 2 de marzo del año 1917 se selló con la aparición de una imágen milagrosa, la muerte de la Familia Real fue un acontecimiento en la Iglesia terrenal y del cielo.
"El 17 de julio del año 1918 en la tarde regresamos de la siega en el barco, llegamos cerca de las 9. Cansado, cené en el refectorio y tomé un te. Entré en la celda, leí las oraciones de la noche, persigné la cama y hacia los cuatro lados con oración: "Que resucite el Señor" y otras. Cansado me dormí en un sueño profundo.
A medianoche, en sueños siento un placentero y agradablemente glorioso canto. El alma se me iluminó y de la alegría canté esta canción fuerte, a toda voz: "Alaben el nombre del Señor, alaben los siervos del Señor, Aleluya, Aleluya, Aleluya. Bendito el Señor, vivo en Jerusalén. Confiesen al Señor porque es benévolo, en los siglos de Su misericordia. Aleluya, Aleluya, Aleluya." Del canto fuerte, gozoso, me desperté. Mi alma parecía fuera de sí, por tanta gracia y alegría. Repetía para mis adentros este canto al Señor, sentado sobre la cama y pensaba:¿ porqué canté con tanta fuerza en sueños? Miré en derredor: todo estaba oscuro por lo cual no veía nada, ni qué hora era. Quise acostarme a dormir, pero una voz interior me decía: "Cumplí con tu regla menor, luego lo demás." Obedecí, me levanté de la cama, en penumbra ante el Salvador, cumplí con la mitad de mi regla y quise acostarme a dormir, pero la conciencia me insinuó: "Reza ante el icono milagroso de la Madre de Dios: "— y me arrodillé ante dicha imágen "Intercesora de los pecadores" con celo y humildad mi alma gozaba. La voz interior continuaba: reza, reza al Salvador y a la Reina Celestial, a nuestra intercesora ante su Hijo y Señor nuestro, pide misericordia y protección, por protección al Imperio Ruso, por la protección de gentes amantes a Cristo, por la superación de enemigos visibles e invisibles, por el asentamiento del Zar en Rusia según Su voluntad, por la protección de nuestro convento y sus habitantes ante todos los males y peligros, del hambre, inundación, fuego, lanzas, discordias intestinas. Protege Misericordiosa Soberana nuestro convento y hermandad, viviendo con nuestro superior padre Pavlin. Como Tu Misma has venido de lejos por nosotros para salvarnos, protege este convento con Tu Santa protección, intercede ante Tu Hijo y Dios nuestro.¡ Oh, santos, beatos nuestros Sergio y Germán no nos abandonen a pecadores! ¡ misericordiosos! recen por nosotros al Señor junto a la Madre de Dios, que nos proteja el Señor con Su misericordia por nuestros ruegos."
Permaneciendo ante el icono milagroso de la Madre de Dios yo rezaba. La voz interior me decía: "Pide esto en la oscuridad de la noche con celo." Cuando yo pecador hube finalizado mi petición me acosté a dormir. Al poco tiempo sonó la campana para la oración de la media noche. Desperté y fui a la iglesia, todo el día, yo pecador, me sentí bien. Esta canción resonaba permanentemente en mis oídos."... I esta fue la noche en la cual fue salvajemente aniquilada la familia de Nicolás II... (Ver, R.P. número 4, año 1991).
Nuevo san Nicolás el Complaciente.
En registros de la diócesis de san Peterburgo fueron editados estos documentos reunidos por Jorge Novicov.. En el año 1958 una niña Galina de 12 años ortodoxa rusa que vivía en un pueblito 100 kilómetros hacia el este de Moguiliov, (una provincia de Smolensk), vió un sueño.En cierta ubicación, en una parte elevada estaba el Zar mártir Nicolás II. Vestido con uniforme antiguo ruso, como en el ejército del Zar, con condecoraciones. Tenía barba y cabellos claros, rostro muy ruso y "santo como — Dios." La miraba con dulzura, diciéndole algo agradable, pero no recuerda lo qué. Su sentimiento era tal que no se asustó, le interesaba, pero tenía paz en su corazón, sosiego y alegría. En la mañana la niña le contó el sueño a su abuela, con quien vivía, le dijo que "vió a Dios, como a un Zar," con un uniforme ruso antiguo militar. "¿De dónde sabes que era el Zar? ¡Se puede pensar, que has visto al Zar en vida! — pregunta la abuela. En realidad Galina nunca vió al Zar en su vida, ni siquiera en fotos ni retratos, pero así era como ella se lo representaba ya hacía tiempo, y ahora estaba segura que él tenía que ser así como ella lo vió "¡Será que habrá guerra! — dijo la abuela" ¿Ahora?" — preguntó Galina. "¡No, en tu siglo!" — contestó ella.
Como se sabe, la gente rusa ortodoxa venera de manera especial al santo Nicolás Milagroso a quien comúnmente llaman Nicolás el Complaciente. Algunas ancianas no conocen otros beatos y confunden la imágen del Salvador con la imágen de San Nicolás Milagroso. En tiempos de actuales represalias, durante los últimos años del yugo comunista, una anciana devota, durante la cuaresma rezaba en la iglesia a San Nicolás Complaciente por la salvación de Rusia. En cierto momento se expandió como una niebla y entre el humo se le aparecieron dos personas. Delante iba el santo Nicolás Milagroso, llevando de la mano al Soberano Nicolás Alexandrovich. Dirigiéndose a la que rezaba San Nicolás Milagroso dijo:¿ Porqué me pides a mí? Rusia tiene ahora a su protector,¡ a él rézale! — Y, señalando al Soberano agregó — he aquí el nuevo san Nicolás Complaciente, el santo Zar mártir, santo orador por Rusia y por el pueblo ruso."
El hijo de un conocido poeta, Cesar Golodni, cantor de la revolución, Miguel Golodni, persona atea, muy racional, me contó que a comienzos de los años 60 durante la guerra, cuando tenía 14 años con otros niños solía apagar sobre los techos bombas incendiarias. Cierta vez en una de las casas en el altillo se les cayó encima desde algún sitio un cajón de madera. En un crujido se desparramó todo, y ellos vieron un gran retrato de Nicolás II en un marco dorado. Los muchachos fueron invadidos por cierto terror incomprensible. Estaban como embrujados, mirando el retrato. ¿De qué se asustaron? ¿Del contacto con algo prohibido, increíble en la existencia soviética? En aquellos tiempos de Stalin podían culparlos de ocultamiento del retrato y condenarlos por muchos años. ¡Como demostrar que no fue así! Solo en el hecho de que lo vieron desde el punto de vista de las autoridades era un crimen evidente de agitación antisoviética. "Pero no, — dijo César — este era un temor de otra índole. Ya en esos tiempos había condenas una atrás de otra." Comenzó a nombrar a jóvenes muertos, de poca edad, de su patio. "¿Qué semejanza hay entre la guerra y el retrato del Zar? — pregunté yo — "¡ese es el dilema! que aquí en el altillo, sucedió lo que como un relámpago iluminó nuestro conocimiento: Como en un caleidoscopio el Zar, esta guerra y toda nuestra vida se juntó en uno — dijo él. — Mirando el rostro del Zar, de pronto singularmente y claramente entendí que el castigo existe. Nos fuimos corriendo, dejando en el altillo el retrato, nunca comentando este acontecimiento. Lo que se me aclaró en esa oportunidad me quedó para siempre en mi alma."
El milagro — no es solo una gracia Divina, no solo es un hecho exterior fuera de lo común, es un hecho que permanece en nosotros toda la vida. Es algo que incide en el alma de tal manera, que hace cambiar algo, y permanece para siempre. Se desnuda una verdad, de más allá de las conversaciones y palabras y queda como evidencia. El telón de la mentira se desgarra y lo secreto se vuelve evidente. Durante los años del comunismo se hizo todo lo posible para que nada recordara la personalidad del Zar, y su imagen apareciera solo en caricaturas, pero en la vida de muchas personas él permanecía, haciéndose recordar. Para algunos bastaba mirar las fotos, para comprender algo.
Una feligresa de nuestro templo Ana G. cuenta, que cuando tenía l0 años ( durante los años de Stalin) vio por primera vez la foto del Zar y Familia en una revista "Niva," anterior a la revolución. El rostro del Zar me impresionó porque me pareció muy conocido, y ciertamente era por su asombroso aspecto venerable y nobleza. En realidad es un verdadero Zar pensé yo. Sentido de veneración me indujeron las fotos de su esposa e hijos. Comprendí que eran gentes de nivel superior y que no había nadie igual entre los que me rodeaban. En sus rostros se veía un sentimiento sincero como que en seguida fueran a pertenecer a tu vida. Desde ese entonces no acepté ninguna calumnia en contra de la Familia Real. Una idea incesantemente me perseguía: ¿Cómo fue posible fusilar tal familia?
Milagro — es el conocimiento. Cómo un bebe de pecho, creciendo... desde su niñez, de un sinnúmero de caras, reconoce a su madre, y como para el matrimonio... se identifica al prometido: "Yo lo reconocí," "él me reconoció." Este reconocimiento — es una gran fortuna, sea en el plano de la vida particular, o sea en el plano del futuro del país. Una señora contaba, que en su niñez rezaba para que se le hiciera conocer lo que había pasado en el año 1917, pues sus padres le decían solo que el hecho era, que había bolcheviques honrados y otros no. Como resultado de su rezo tuvo un detallado sueño en el cual se le abrió la verdad. La foto del Zar fue como un sueño revelador. Dios recompensa a los hambrientos y sedientos de verdad, y Dios no ama lo que se oculta de la verdad, con engaño. ("No es necesario... no necesitamos saber eso" — se contestaba en aquellas épocas). A la deseosos de saber la verdad, el Supremo, el mundo superior, responde y va a su encuentro haciéndole percibir algo El alma desde un principio todo lo sabe, porque ella por naturaleza es cristiana, pero no sucede todo a la vez. En las épocas de Stalin, una niña de tercer grado, en Moscú, invitó a una amiga a su casa, como invitándola para algo misterioso, prohibido: "ven, te voy a mostrar algo." Tenía escondida la imágen del Salvador, de la Biblia de Dore. "Yo vi — contó muchos años después la invitada— algo muy conocido, algo que siempre supe, y que tenía que recordarlo solamente." ¿Quién es él? — le pregunté yo. "Es totalmente ruso" — con precisión contestó la niña. En esta respuesta infinitamente ingenua en realidad había una alta teología: en cada persona y en cada pueblo lo único cierto y auténtico es lo que pertenece a Jesucristo.
¿Acaso no armoniza este relato con lo que sucedió con la foto del Zar? Hablando con Ana G. acerca de sus recuerdos, ella dijo: " A mi no me impresionan mucho las fotos, más aquí este rostro realmente me asombró. Es distinguido, sincero, cordial. Se veía, que el hombre era puesto por Dios a ser Zar necesario para todos. Lo caracterizaba una especial santidad. En aquel entonces no me atreví a pronunciar esta palabra, pero así lo sentí. De cualquier manera esto influyó en mi aversión a lo soviético, y luego me permitió entender mucho en el camino de la fe."
Yo la escuchaba y pensaba, miren como quieren al Zar, nadie puede negar que su rostro siempre refleja una verdadera distinción. Así también el icono del Zar en la Iglesia en el exilio — en esencia, es sólo una foto con aureola, y algunas fotos de los mártires reales se perciben como iconos. Ahora es común encontrarlos en muchos hogares ortodoxos colocados junto a iconos.
Ayuda de la Familia Real en alumbramientos.
La feligresa de nuestro templo Elena D. Contó que su matrimonio fue estéril durante mucho tiempo. Consultó diferentes médicos, quienes no le daban esperanzas para resolver el problema. Rezaba frecuentemente a los mártires reales porque ella siempre los veneró, recordaba como Dios por milagro les envió su heredero luego de muchos años de matrimonio.
Cierta vez vio en sueños al Soberano en un floreciente jardín de manzanos, él, con el rostro resplandeciente entre este jardín florido, le extendió una manzana madura, con palabras de consuelo, las que no recuerda, y al despertar interpretó, que iba a nacer un niño. Ahora ya tiene dos hijos.
Otra feligresa de nuestro templo Ana, en vísperas de grandes pruebas en su vida, siendo piadosa, vio en sueños, que estaba a orillas de un río al cual debía entrar. "Tenía miedo de entrar en ese río, cuando ví de repente (contaba ella ) que por él estaban transitando el Zar Nicolás Alexandrovich, la Zarina y sus hijos, todos ellos llamándome. Pongo el pie en el agua y me es agradable ir con ellos. Al estar allí, todo se transfiguraba. Caminamos por agua muy limpia, muy aromática, tibia, parecida al aire, por el cual navegaban pétalos de flores blancas, el agua — no parecía ser agua, se parecía como si fuera aire del sur, me siento leve, con una alegría como en Pascua."
Salvación de Perdidos en Pantanos.
Esta es una carta, recibida con el pedido de entregarla a la comisión que estudia la canonización de la Familia Real.
"¡Estimada Comisión del Santo Sínodo para la canonización de la Familia Real del Zar Nicolás II!
Durante mucho tiempo no me resolvía a comunicar este suceso, vivido por mi, cristiana ortodoxa, Mijailova Eugenia y a mi conocida Mironova Liubov en el año 1991, durante el mes de octubre. El 15 de octubre fuimos a juntar "cliukva" (bayas rojas del Norte, parecidas a la grosella) a un pantano del pueblito Krasnitsa, a 25 kilómetros de Pushkino. Habiendo juntado las bayas, comenzamos a salir del pantano mientras estaba claro aun — a las 16.30, pero no pudimos salir, aunque estábamos cerca del camino de salida. En octubre oscurece rápido, y perdimos la orientación — el pantano era enorme, había muchos senderos. Entonces, seguimos el ruido del tren eléctrico, y nos perdimos más aun. Comencé a decir oraciones en voz alta, pero, mas caminábamos, mas intransitables eran los lugares — eran ciénagas, troncos de árboles caídos, el camino de regreso tampoco se veía. La oscuridad era total, gritar era inútil — no había nadie en derredor. Continuaba diciendo las oraciones y caminando, tanteando con un palo la profundidad del pantano. De pronto recordé, como iluminada, un caso relatado en el libro "Cartas de la Familia Real en el exilio," acerca de como un destacamento de cosacos fue rodeado en un pantano, junto a ellos había un convoy con niños, ancianos, entre ellos había un sacerdote. Comenzaron a rezar a los Mártires Reales y salieron del pantano hacia los suyos. Desesperada, comencé a rezar la oración mirando al cielo, la que tenía en ese momento en mi corazón: "¡Asesinado santo Zar Mártir Nicolás, muerta Zarina-mártir Alejandra, muertas mártires Grandes Princesas Olga, Tatiana, María, Anastasía, muerto mártir Zarevich Alexei y todos los asesinados con ellos, para gloria de nuestro Señor Jesucristo, condúzcannos fuera de este oscuro bosque, del cenagoso pantano! ¡ Mártires Reales, salven a la sierva de Dios Eugenia y Liubov!" Era una oración de esperanza y de desesperanza, en una oscuridad total y entre la ciénaga tocábamos a tientas el terreno con un palo y caminábamos... no sabíamos adonde. Grité mi oración dos veces — y algo en la oscuridad brilló. Era una rama de árbol sin corteza, que continuaba...y continuaba.... agarrándonos de ella, caminábamos por un largo tronco, debajo de nuestros pies no había agua. Estirando la mano hacia adelante, como ciega, yo caminaba gritando mi oración hacia el cielo. Liubov me seguía. Después de cinco minutos salimos a un ancho camino. La luna iluminaba y había huellas en el camino, largamente caminamos por este camino y llegamos a Susanino. Vagando en la oscuridad 6 horas, llegamos a casa a medianoche, sin creernos a nosotras mismas que estábamos a salvo y con vida. Pedí en la iglesia se realizara una misa de réquiem por los mártires Reales y desde ese entonces el Zar Mártir Nicolás II y su familia — son los santos y salvadores nuestros. Liubov — en aquel tiempo poco creyente, testimonió de modo más objetivo. Mi hijo sacerdote Eugenio y su matushka Olga esperándome volviera del bosque estaban muy nerviosos. Una vez en casa, le relaté todo, también telefoneé a la hija de Liubov, — Natalia, todos ellos han sabido sobre este milagro de salvación por oraciones al Zar-mártir Nicolás II y a su familia. Relaté esto al obispo Basilio Rodzianco cuando él oficiaba con mi hijo en la catedral Feodorovski del Soberano. El me aconsejó notificar de ello a la Comisión. Tal vez este caso relatado por mí sea útil en el estudio de la canonización de los mártires de la tierra rusa — Zar Nicolás II, su familia y todos los asesinados junto a ellos. Para nosotros, los cristianos ortodoxos, ellos son ejemplo de vida, de paciencia y de la hazaña de mártires. El es un verdadero Zar ortodoxo, siendo digno merecedor santo de la tierra rusa para nuestra salvación.
Con amor en el Señor, Eugenia Mijailova, maestra de matemática y Liubov Mironova, colaboradora del Museo Ruso."
Entre la penumbra de las aflicciones que nos cubrieron vamos a rezar a dos santos Nicolás Complacientes — al jerarca Nicolás Milagroso, antiguo protector de la tierra rusa y al Santo Zar gran mártir Nicolás, para que con su protección el Señor saque a nuestro pueblo de la sinrazón en que nos encontramos.
Una feligresa de la iglesia de la Aflicción en la Gran Ordinca, Juliana Telenkova, stariza, mujer sencilla e iletrada, dedicó su larga vida totalmente al servicio de Dios, me contó antes de morir, cómo comenzó a honrar al Soberano Nicolás Alexandrovich. Poco conocía de él y nunca se detuvo en pensar acerca de su personalidad y ni de su destino. Cuando ella y sus cercanos tuvieron problemas económicos serios, insolubles para toda la familia, ella tuvo un sueño... vio al Zar con uniforme militar, quien alcanzándole un rublo de plata con su imágen le dijo:" que se ofrezca por mi un servicio fúnebre, y todo se solucionará." Y así fue: luego de la oración por el Soberano, llegó una ayuda inesperada; y desde entonces ella lo recuerda en sus oraciones y se dirige a él como al segundo Nicolás Milagroso.
Un campesino, "rústico" por decir algo, persona, sacerdote de Moldavia, hieromonje Valeriano cuenta como comenzó a honrar a los mártires Reales. Tuvo una visión de que estaba incensando en su iglesia ante el iconostasio. Haciendo lo siguiente — decía el — con tal devoción y veneración como raramente se consigue hacerlo hasta en las festividades mas solemnes.Entre los iconos comunes y bien conocidos por él, vió uno nuevo, que como vivo, se dirigió a él.(el santo representado). A pesar de que anteriormente no había visto a este santo, más lo reconoció, como sucede en sueños. El Santo Zar Mártir Nicolás le dijo al sacerdote, que siempre rezara a él como a los otros santos. El sacerdote extrañado decía que hasta ese entonces el nombre del Zar no le significaba nada, más ahora, habiendo leído todos los libros acerca de él, no podía comprender como alguien osaba interferir en su glorificación.
"El hecho acerca del cual quiero relatar, por sí solo, parece que no tiene nada de particular, pero las consecuencias para nuestra familia son muy significativas.
Mi sobrino en vísperas del día de la memoria de regicidio de la Familia Real (17 de julio) se estaba preparando para el exámen de matemática, álgebra y geometría, estaba desconsolado — no podía prepararlo para obtener la nota "máxima," y con otro resultado no podía ingresar al concurso para la escuela de peritaje. Lo convencí de que lo dejara en manos de Dios e intercesión del Zar Mártir, y con las palabras "Señor ten piedad," concurrir al exámen. Yo misma como pude pedí durante la liturgia al Señor, si así era Su Voluntad, ayudara a mi sobrino, por las santas oraciones del Zar Mártir. Con lágrimas pedí al Soberano y a todos los miembros de su familia rogaran al Señor tuviera piedad, por nosotros pecadores. El hecho es que mi mamá y yo deseábamos que al ingresar en el curso de peritaje, mi sobrino tendría menos tiempo para "vagar" por las calles y participar con amigotes en algunos hechos indecorosos y malos. Y se cumplió lo increíble: sacando el tema del teorema que él no sabía, se aturdió. El examen transcurrió como en un sueño. No recordaba, lo que contestó ni además qué preguntas suplementarias le hicieron, y a pesar de todo, consiguió la nota necesaria. Era un milagro para él mismo, para mi y lo más importante, para mi mamá — que en un pasado cercano no solo era atea, sino la que durante 15 años hizo escándalos cada vez que yo iba a la iglesia. Nada — ninguna objeción, ningún acontecimiento — podían hacer cambiar su activa lucha contra la fe. Ahora venera al Zar Mártir y le reza a él y a otros santos, que conoce, sobre todo al beato Serafín de Sarov, en situaciones difíciles de la vida, y tal vez a diario y hasta trata de guiar hacia la fe a mi hermana — su hija."
Svetlana P.
Esta certificación es obtenida por Hipólito, monje del yermo del Zosimov. "Antes de ingresar al monasterio recuerdo les traje a mis padres el retrato del Emperador Nicolás II y su esposa Alejandra. Durante el período soviético se enseñaba a pensar acerca del período del gobierno del Zar como de un período despótico, entonces mis padres dudaban de qué glorificación se podía hablar, con temor observaban estos dos retratos colgados en un lugar visible. Mi madre, mujer de letras, recordaba el domingo sangriento del año 1905, el fusilamiento de los obreros de río Lena, pero temerosa de Dios, desde niña se controlaba en opinar sobre muchos temas, haciéndose solo la pregunta a sí misma: "¿Porqué es esto?" Mi padre es una persona atea, él mismo lo decía, no temía criticar, pero a la vez teniendo rencor a los comunistas, se compadecía de la suerte de los mártires Reales. El nerviosismo de la situación de la casa con diferentes opiniones acerca del Zar, recrudecía la crítica situación de mis padres, o mejor de mi padre: a quién se le perfilaba una prisión, porque por su sencillez e ignorancia se involucró en un tropel con rateros. Ya se había iniciado la gestión judicial, hubo interrogatorios y fue fijada la fecha del juicio. Mi padre una noche ve un sueño: estaba el Soberano con uniforme de oficial de su ejército, con hombrillos, ojos celestes, todo de color claro, alto, parado y girado hacia mi padre, y alguien vestido de negro le dice a mi padre: "¡Inclínate ante él, él te ayudará!" — él se inclinó. Recuerda, que alrededor del Zar estaba su familia e hijos. Luego mi padre con mi madre fueron a una pequeña iglesia de pueblo en honor del arcángel "Miguel y todas las fuerzas celestiales incorpóreas" e hizo oficiar un oratorio al Zar mártir Nicolás y a todos los mártires reales, por el sacerdote de la parroquia, quien previamente había oído el sueño relatado por mi padre.
¿Y qué pasó? Unos tres o cuatro días mas tarde hubo una revuelta en Moscú, el renombrado fusilamiento de la Casa Blanca. En seguida hubo una revuelta en la región, cambiando al jefe de la administración, quien no quería a mi padre, y lo quería acusar para mandarlo a la cárcel. El cambio de los funcionarios daba esperanzas de que la situación cambiaría. Luego hubo un juicio. Al padre le dieron un año de cárcel condicional, luego — en la amnistía, le eximieron de la condena, solo a él de los seis juzgados.
Luego de este caso el concepto de mi padre hacia el Zar cambió y hasta fue de veneración. Sintió una real ayuda, lujuriando todo lo anterior, al tener un problema, corría hacia aquel, de quien recibió ayuda — al Zar Nicolás II y a todos los mártires reales. En una oportunidad,mi padre que era granjero, se encontró que no tenía qué sembrar, no había semillas para siembra, lo que le significaba tener que deshacerse de todos sus bienes para pagar las deudas. Con mi madre nuevamente pidieron se ofreciera un oratorio al Zar Mártir Nicolás II y a todos los mártires Reales. Luego de esto, vino a su casa el gobernador del monasterio cercano, y le dijo a mi padre que tenía un conocido, que quería darle semillas para sembrar. Se sembró toda la tierra, 150 hectáreas."
Como ya hemos dicho antes, en los testimonios sobre milagros del Zar Mártir Nicolás, pasados en los últimos tiempos, hay cuatro características, que acercan su imágen a la del jerarca Nicolás Milagroso. El se afana en ayudar a los que están en desgracia, peligro, a los desviados del camino correcto. Es muy compasivo sobre todo con las personas sencillas, a quienes quería mucho y con quienes encontraba una lengua común en la vida. A menudo se aparece a gente, que nunca buscaron su protección — quienes representan al pueblo vituperado, por quienes dio la vida, y a los que lo traicionaron con su abandono o indiferencia. El Soberano con insistencia pide que recen por él, y a él, ya que, el que recibe al profeta en el nombre del profeta, recibirá la recompensa del profeta, como dice el Señor.
Milagrosa Protección de Libros acerca de los Nuevos Mártires.
El obispo Meljisedek en los años 70 era el delegado del Patriarcado de Moscú en Berlín. En uno de sus viajes de regreso a su patria traía muchos libros eclesiásticos, editados en el extranjero acerca de las persecuciones de los comunistas a la iglesia rusa después de la revolución del año 1917. En aquellos tiempos eso se podía calificar por las autoridades, como un ingreso de literatura antisoviética, con una sentencia prevista en el articulo del código penal.
En el aeropuerto de Sheremetevo comenzaron a revisar detenidamente su equipaje (la primera vez en varios años de viajes regulares del Obispo al extranjero). Los libros prohibidos para el ingreso en la U.R.S.S. el Obispo los ubicó en la valija con las ropas eclesiásticas, dentro del doblado "sacos" — abrigo. Si hubieran encontrado los libros, ello significaría el cese de sus servicio. El Obispo comenzó a rezar, por sobre todo refiriéndose al Zar Mártir Nicolás II a quien hacía tiempo veneraba como santo. Los aduaneros sin apuro revisaban las valijas, sacando cada cosa por separado. Sacaron el "sacos" con los pesados libros escondidos. Golpetearon los lados de todas las valijas y así sin apuro colocaron todo nuevamente en su lugar. El obispo no dejó de rezar al Soberano. A las vestimentas con los libros no le prestaron mayor atención, que a todos los otros objetos del equipaje del Obispo.
Bendición del Zar-Mártir sobre el Pueblo Ruso.
"Yo me atormentaba y afligía en esos días tenía temor y vergüenza. El domingo 10 de octubre de día me acosté a descansar y sin querer me dormí. En sueños vi a nuestro Santo templo Troitsky. Como siempre en él había mucha gente, pero esta vez la gente no parecía de iglesia, sino como los que se encuentran a menudo en la calle, en los comercios. Ellos estaban parados, uno junto al otro. Entré en el templo, durante el pedido (ectinia) fúnebre, el cantar era extraño, desconocido, el coro cantaba cánticos desconocidos:. "ahora da descanso al alma, Jesucristo Señor, a nosotros..." No di crédito a mis oídos, ¿qué es lo que estaban cantando? "Ahora da reposo eterno, Jesucristo, a nosotros" — cantan y cantan siempre lo mismo, con tanta inspiración, con tal corrección, tan sublime — no como comúnmente canta nuestro coro con rasgos operísticos. Entonces, sale al ambón el sacerdote, dando una señal a los presentes, y todo el pueblo comienza a cantar junto con el coro: Ahora da reposo eterno, Jesucristo Señor, a nosotros." El sacerdote dirige el coro y la gente canta... canta... a mi lado una señora sacude fuertemente a su niño y le ordena: ¡Canta — canta!" — y se escucha encima de todos: "Ahora, da descanso al alma, Jesucristo Señor, a nosotros!"
Estoy asombrada y entiendo, que es un sueño, trato de despertar. Me parece que me despierto y comienzo a pensar detenidamente acerca de lo visto, y por algo recuerdo al Zar Mártir Nicolás. De pronto lo veo (en realidad todavía estoy durmiendo) veo la imágen del Zar bien en lo alto, sobre el iconostasio. Es un icono, pero a la vez es el Zar — vivo. Está de traje militar hasta la cintura. El mira a la gente con cariño, su rostro tranquilo, irradia paz. Miro hacia arriba y de pronto veo que bendice al pueblo. Lo bendice con las dos manos."
Tatiana Vasilieva
Consuelo Celestial
Nadiezhda Veprintseva, que vive en Tarus, contó, que cierta vez en invierno en el año 1995, había caído en una profunda depresión, pensando acerca del futuro destino de Rusia; vio en sueños al Soberano Nicolás Alexandrovich y al joven Alexei, parados con uniformes militares. La miraban con tranquilidad y seguridad, como tratando de consolarla, la miraban de tal manera, que ella sintió como su corazón desesperado se colmaba de esperanza.
Luego de esta visión se le pasó toda la depresión. "Yo entendí — dijo ella — a pesar de todo, que todo no estaba en completa oscuridad, Dios es más fuerte que todo, y solo El sabe acerca del cumplimiento de las profecías del futuro para Rusia."
"Voy a relatarles mi sueño. Una voz me dijo: "reza a la Familia Real." Yo respondí: "Yo no la conozco, y no sé como rezarle." La voz me respondió: anda a ver al sacerdote padre Guenadio, él te va a enseñar." Fui hacia él, y le conté. Me dijo sus nombres para rezarles, pero cómo rezar no sabia. A la noche siguiente escuché una voz, que decía: "reza así: recordarás Señor al Zar David y toda su mansedumbre, recordarás Señor al Zar Salomón y toda su sabiduría, recordarás Señor a la asesinada Familia Real, y por sus santas oraciones, ten piedad de mi, pecadora."
Comencé a rezarles, estaba en un estado muy difícil, con la ayuda de Dios sobreviví a todo. Nunca tuve lágrimas durante las oraciones, mi corazón petrificado, se descongeló, no puedo, gracias a Dios, rezar sin lágrimas a la Familia Real, es porque ellos rezan por nosotros. El Señor les dió ese don, por sus oraciones, el de ablandar nuestros petrificados corazones, por sus sufrimientos, si el hombre reza a la Familia Real descongelarán, con la ayuda de Dios, sus corazones."
Claudia, sierva pecadora.
Todos los años me enfermaba de neumonía. Y no solo uno o dos años, sino por lo menos diez años. Ya estaba casada, y mi querida e inolvidable abuela ya no estaba en este mundo. Después de soportar una ráfaga de aire frío, que fue en primavera, me enfermé, pero pasaba los malestares en actividad, hasta que no resistí más y caí en cama. Era el día del nacimiento del emperador, Nuevo Mártir, el 19 de mayo. En mi diario ese día está subrayado. A mi pesar, en casa estaba sola, mi marido estaba lejos en comisión de servicio, los familiares también lejos, no había nadie para ayudarme. Necesitaba ayuda, porque ni siquiera me podía levantar para abrir la puerta, si sonaba el timbre. Se me cayó encima algo inerte, mortal y terrible. Me sentía decaer anímicamente y me debilitaba, tiritaba. Tenía sed. En la mañana me sentí mejor. Desperté, había aroma a lilas, detrás de la ventana cantaban los pajaritos, casi no tenía fiebre. Encima de la frazada tenía algo que me cubría,¡ era una antigua capa de oficial con cóndores! Señor ¿De dónde es esto? En el sillón estaba sentada una joven, de unos 17 años, leyendo en voz baja, con una voz muy dulce, un akafisto a san Nicolás de un cuaderno al cual reconocí! (muchos años atrás, siendo niña de siete años, copié este akafisto a pedido de mi abuela en un cuaderno, para cierta tía enferma) ¡"Estoy delirando!" — me asusté. No conozco a esta niña. Y nadie, tampoco mi sobrina de Leningrado, si viniera, sabría leer el akafisto en voz alta, dando la entonación correcta. La pronunciación de esta desconocida no era actual, sino como la de mi abuela, la "ch" y "sh" lo pronunciaba como en Petersburgo. ¡Claro, estoy delirando! Pero pregunto: "¿de dónde es este capote extraño?" "De papá" — contestó ella — "¿Tú quién eres"? — "María " — ¿Cuál? — La enfermera."
Observaba su rostro ovalado con ojos grandes y grises, con aspecto de dignidad y mansedumbre. El vestido — sencillo, celeste. Una rama de lila fresca en el jarrón.
"Dame algo para tomar, digo " — Ella vino hacia mi con una taza de leche tibia. Yo le pregunté: "¿Esto es mi delirio? " — "Dostoievsky dijo: que no hay delirio ni locura. Simplemente a veces hay circunstancias extraordinarias, en las cuales las personas ven también el otro mundo.
Tomé la leche tibia, estaba rica.
"¡Hoy sanarás totalmente!. Lo dijo papá. Hoy es su día de nacimiento, y pasado mañana día de su santo. Esto es un regalo para ti de él. Mientras, yo me quedo contigo: "¿Quieres que lea algún oficio religioso?" — " ¡No! " Léeme algo diferente, algo común, alegre y luego el oficio religioso... ¡"
Hermosa voz, desde las notas bajas hasta una altura cristalina, me leyó un cuento chistoso acerca de una dama joven con un paraguas de encaje, y pollera con volados. — ¿Será Chéjov? No podía recordar ningún cuento así. Y recién en los años 90 cuando aparecieron los libros de Téfi, ¡yo reconocí este relato! El relato finalizó. Por algo no me permití pedirle que me leyera mas,. Ella se incorporó. En mi cabecera siempre pendían, y penden ahora, iconos de mi abuela: del Salvador, de la Madre de Dios. La niña se paró delante de ellos, me paré yo también de rodillas en la cama: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, sálvanos y ten piedad de nosotras pecadoras. ¡Santísima Madre de Dios, sálvanos!."
Luego me dormí. Y me desperté sana y fresca. En el cuarto estaba sola. La rama de lila, que no estaba antes de mi enfermedad perfumaba el cuarto. El candil estaba encendido aunque yo no lo había encendido. Pero lo mas increíble, valioso y demostrativo es que yo, pecadora, fui congratulada con una visita que trajo el rosario de mi abuela!¡ Se encontraba, colgado en el icono del Salvador! Y era el mismo rosario con el cual mi abuela fue puesta en el ataúd y enterrada. La borla de la cruz estaba deteriorada, pero eran las mismas cuentas, que no se habían dispersado. Desde ese entonces no me separo del rosario. No conté a nadie sobre esto. Me hubieran tratado de loca, pero todos mis allegados y el sacerdote me creyeron y rezaron conmigo. Mi enfermedad pasó sin dejar rastros. Y creo santamente que por las oraciones de mi abuela, yo sané de manera milagrosa. Ella siempre veneró al santo beato Nicolás Milagroso y a los nuevos mártires reales. Dos veces fuimos con ella como peregrinas a Ekaterinburgo, (Sverdlovsk de aquella época), a la casa de Ipatiev.
Nina Kartasheva.
Folleto Misionero # S A20b
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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)
(
nicolai_iib_s.doc, 09-14-2004).