La Piedad

de los Santos Estilitas.

 

Contenido:

Santos Estilitas. (Estilita - un anocoreta que habita sobre una columna)

San Simeón, el mayor (1° de septiembre).

San Daniel, el estilita.

San Simeón, el joven (mayo 24/6 de junio).

Notas:

 

Santos Estilitas.

"Este es el hombre sin miedo y sordo al desenfreno de los vientos,

Que nutre su cuerpo de pan celeste y de una bebida que no es de este mundo.

El zócalo de las columnas sirve de raíz a su pie.

De Simeón es el émulo; Su boca anuncia al pueblo el Hijo de la Virgen."

Estas palabras están grabadas en Anaplus, en el estrecho del Bósforo, en el zócalo de la columna del Santo Estilita Daniel. Dan testimonio de la orientación espiritual de una cierta forma de la ascesis cristiana que, en nuestros días, no es conocida mas que por especialistas y que aparece a la sensibilidad moderna como una actitud desmesurada de "celotes" (celadores) de los primeros tiempos cristiaños.

Es verdad que muchas formas de piedad de la antigua Iglesia no pueden ya ser manifestadas en nuestra época; ellas no expresan nuestra piedad. Pero si nos asomamos al contenido y a la motivación de tales manifestaciones de la vida cristiana, descubrimos valores cuya autenticidad va mas allá de una época y cuya aspiración apunta a la esencia de toda devoción.

La vida de los Santos tiene un carácter "kerygmatico." Da testimonio de la Buena Nueva, es un anuncio de la fe vivida en carne propia y conforme al verdadero kerygma1, se dirige a los hombres de una cierta época, que vivían en un suelo concreto y tenían una mentalidad determinada.

Condicionada por estos elementos y destinada a personas concretas, la vida de los Santos –para ser entendida en profundidad – necesita el discernimiento de su contenido, que no se agota en palabras ni gestos y que no nos detengamos en formas exteriores, sino que avancemos hasta el centro esencial, ya que solo el torna comprensible la expresión manifestada. Lo mismo sucede con todos los textos bíblicos, himnos litúrgicos o monumentos iconográficos.

Las formas de la ascesis siriaca, rudas y rigurosas, empujan al hombre que esta en busca de un don total hasta las ultimas consecuencias. Por esta actitud, estas formas están cerca del espíritu de los mártires: la sumisión perfecta a la voluntad de Dios y la tensión extrema hacia la Parusia del Cristo. En el centro de una piedad como esta se encuentra la conciencia perfecta del carácter provisorio de este mundo y de "la vida del mundo por venir" (Símbolo de la Fe), es decir de la escatología. La fe cristiana vive a partir y con la escatología. La vida de los santos Estilitas, de los necios en Dios, de los peregrinos, de los recluidos y de los amigos de los pobres, se torna comprensible cuando se la mira como la vida de hombres que permanecen en la escatología y que viven en la presencia de Dios, en la espera del porvenir de Dios en el "ya" y el "todavía no."

Los peregrinos que no se quedaban nunca mas de tres días en un mismo lugar, estaban perpetuamente en camino hacia la Patria Celestial. La "xenia," experiencia existencial de no ser mas que un extranjero en este mundo y la nostalgia de la Jerusalén celestial, dan el trasfondo de su "peregrinatio perennis." Los necios en Dios que comprendieron "la locura de Dios" y buscaban con sus bufonadas desenmascarar la sabiduría híbrida de este mundo, los amigos de los pobres que servían al Cristo en cada huésped, en cada enfermo y empleaban los bienes de este mundo sólo para darlos a los otros y por último, los santos Estilitas que, como monumentos vivientes de la eternidad, esperaban, elevados hacia el Cielo y vueltos hacia el Oriente, la venida del Cristo, todos ellos son hombres escatológicos.

"El hombre "externo" vive en los confines de la existencia de aquí abajo y esta orientado hacia el porvenir sin limite de Dios. Pero con semejante actitud, el mundo se vuelve un sitio donde el cristiano no puede estar realmente en su casa; no puede ser mas que extranjero, peregrino, huésped. "No améis el mundo, ni lo que allí se encuentra, porque el mundo es pasajero con sus codicias" (I Jn 2:15-17). "Vosotros no sois del mundo, yo os he escogido del mundo" porque "mi Reino no es de este mundo" (Jn 18-36). "El mundo no puede recibir al Espíritu de Verdad" (Jn 14:17), "no os acomodéis a este mundo" (Rm 12:2), porque "el mundo entero yace en poder del malvado" (2 Jn 19).

La actitud ascética de la "fuga mundi," encuentra su fundamento en estas frases del Evangelio y es bien descripta por san Pedro cuando dice que Dios, por su poder, "nos ha hecho preciosas y grandes promesas ya que, si escapamos del mundo y de sus placeres, nos hacemos partícipes de la naturaleza Divina" (2 P 1:4).

Sin embargo, la deificación --- esta participación de la naturaleza divina, es la meta de los ascetas cristianos, hasta de toda vida cristiana. Es San Basilio el Grande quien nos enseña como alcanzar esta meta, y cuales esfuerzos prácticos son necesarios para ello: "Debemos intentar mantener el espíritu en reposo. Un ojo que vaga sin cesar, pasando de un costado al otro y de arriba a abajo, no puede captar correctamente un objeto. Si queremos una percepción correcta, conviene fijar la mirada sobre el objeto contemplado. El espíritu humano, al ser recargado con los mil problemas de este mundo, se encuentra imposibilitado para penetrar la verdad." San Basilio enumera esta clase de problemas que impiden al hombre tener éxito en la verdadera contemplación y concluye: "Cada nuevo día aporta un nuevo oscurecimiento al alma y las noches se hacen cargo de las preocupaciones del día que, en forma de sueños, revolotean alrededor del espíritu. Para escapar a eso sólo hay una vía: retirarse del mundo. Huir de este mundo no quiere decir solamente retirarse físicamente de él sino arrancar el alma de su apego al cuerpo, renunciar a la patria, la casa, las posesiones y la subsistencia y despojarse de toda ciencia humana para tener el corazón disponible a los mandamientos de la enseñanza divina."

Eran este deseo de un desapego total de este mundo y la espera de la venida del Cristo en el ultimo día, el motivo de la vida de los Estilitas, mientras que la columna no representaba mas que el signo exterior de su desapego de las cosas terrestres y de su aspiración al Cielo.

Las columnas de los Estilitas, de madera o de piedra, alcanzaban a menudo la altura de una casa de dos pisos, hasta dieciocho metros. La plataforma era tan angosta (2 a 4 metros cuadrados) que los Santos no podían ni dar un paso a un costado. Estaba rodeada de un parapeto (reja, balaustrada, pequeño muro); de esta manera solo se veía el busto del Estilita. A veces estaba cubierta de un techo. La ascensión solo era posible gracias a una escalera de pared. La limitación del espacio vital tan reducido apuntaba a cumplir al extremo con la "stabilitas loci," partiendo de la idea de que "el mundo no es mi patria, entonces, ¿para qué quedarse? Permanezco en este lugar para transformarlo en un lugar de eternidad por las oraciones y la ascesis."

Si bien los Estilitas llevaron su estabilidad monacal a un grado muy elevado, la forma extrema de la "fuga mundi" sin embargo no fue alcanzada por el fundador del estilitismo, Simeón el Mayor, si consideramos esta "fuga mundi" como un despojamiento que excluya también toda acción para el mundo. Pero tal interpretación no se aplica a una gran parte del monaquismo sirio, ya que la hospitalidad, el servicio a los pobres y la pastoral eran las virtudes por excelencia ejercidas por todos los anacoretas y aun por los recluidos. De esa manera, una combinación de teoría y de praxis, de acción y de contemplación era característica en los Estilitas. Aunque sustraídos del mundo en lo alto de sus columnas, ejercían su influencia sobre un vasto publico. Un gentío enorme se llegaba hasta las columnas de los "kionitai" (habitantes de las columnas) como solían llamar a los Estilitas, quienes desde allí desplegaban una intensa actividad de enseñanza y de apostolado. Simeón el Mayor convirtió a tribus enteras de Árabes, zanjo desacuerdos, combatió la usura y ejerció actividades caritativas en varios dominios.

En los alrededores de las columnas se desarrollaron monasterios, iglesias, hospitales y hospedajes. El renombre de los milagros que allí se hacían se expandió por todo el Imperio; por ello es que el lugar de acción de Simeón el Joven es todavía llamado en nuestros días por los arabes "Monte de los Milagros." No había enfermo, poseído, pobre, ni afligido que, llegado a las columnas de los "kionitai," partiera sin consuelo. Éstos, con sus oraciones, protegían a los navegantes en los mares y salvaban a los viajeros de manos de los asaltantes. La fuerza milagrosa de sus oraciones era tan potente que se tomó el hábito de colocar bajo la puerta de las casas pequeñas copias en tierra de las columnas con su santo, para aprovechar sus oraciones. Al partir, era suficiente dar un pasito rápido para invocarlos en caso de desgracia o de peligro fijando la vista sobre ellas. Indirectamente, los Estilitas contribuían al desarrollo y a la expansión de la veneración de los iconos.

La santidad de sus vidas aseguraba a los Estilitas no solo la veneración del pueblo, sino también la estima de los emperadores y de los reyes que no dudaban en pedirles consejo e intercesiones.

Cuando se trataba de la Ortodoxia y la vida de la Iglesia, los Estilitas intervenían activamente, incluso en la vida política de los mismos emperadores. Cumplían las Horas eclesiales, predicaban y enseñaban. Si eran sacerdotes como Daniel, Lucas, Lázaro o Simeón el Joven, celebraban la Eucaristía sobre su columna. Si eran laicos o clérigos como Alipius (o Alipsius), les llevaban la Santa Comunión.

A la luz de estos hechos, notablemente de la participación activa de los Estilitas en los grandes acontecimientos espirituales de su tiempo y de su extraordinaria influencia en la vida religiosa de sus contemporáneos, el estilitismo reviste una gran importancia en la Iglesia y para la ascesis cristiana, a pesar de los aspectos extravagantes e insólitos que presenta esta forma de vida en una primera mirada.

En la mayoría de los casos, los Estilitas observaban las reglas monásticas. Por eso la entrada a la Mandra2 estaba prohibida a las mujeres.

Durante el apogeo del estilitismo, entre los siglos 10 a 12, el numero de "kionitai" era tan elevado que eran considerados un cuerpo aparte en la organización eclesial, cuerpo al que pertenecían también las mujeres. A menudo, pasaban largos años sobre su columna: Simeón el Joven, convertido en Estilita desde los 7 años, vivió allí 68 años; Alipius, 67 años. Se mantenían de pie la mayor parte del tiempo, no dormían y estaban sometidos a la intemperie, cumpliendo sus rigurosos ejercicios de penitencia y sus oraciones.

Entre ellos, algunos como Simeón el Anciano, especialmente Simeón el Joven, tenían una actividad literaria. Pero la intención de no abandonar la columna tenia una importancia primordial y correspondía a un voto.

Los Estilitas vivieron sobre todo en Mesopotamia, Siria, Palestina, Asia Menor, Georgia y en Rusia. Sus biografías, dondequiera que hayan sido conservadas, significan documentos preciosos para la Historia de la Iglesia y de las civilizaciones.

En Occidente, no se conoce mas que una tentativa. En 585, en las Ardenas (Bélgica), el diácono Wulflaich subió a una columna. Poco después, sus obispos le ordenaron bajar, arguyendo que la diferencia de clima y la mentalidad occidental no se prestaban a la introducción de esta forma de piedad en Occidente.

Entre los siglos 5 y 19 ha habido Estilitas entre los cuales se observan algunos casos aislados. El mas grande Santo Ortodoxo, Serafín de Sarov, paso un tiempo sobre una piedra: allí oro mil dias y mil noches. Uno de los últimos Estilitas murió sobre su columna en Rusia en 1848.

Sea cual sea nuestra idea sobre ellos, es innegable que ejercieron una gran influencia sobre la vida espiritual de su tiempo y aun sobre toda la Iglesia Oriental donde son siempre muy venerados. La atención que les prestaban los Príncipes y los dignatarios de la Iglesia y la influencia de su heroísmo ascético sobre los creyentes, van mucho mas allá de una simple curiosidad y de lo insólito, sino que dan testimonio de un resplandor espiritual prodigioso que se extiende hasta nuestros dias, como lo prueba la publicación del ensayo de Hugo Ball sobre Simeón el Anciano.

Para aquellos que no tienen mas que una sonrisa indulgente para "esos extraños Santos," Theodoret los calma: "No creo que Simeón hubiese subido a su columna sin la voluntad de Dios y pido a aquellos que son rápidos para la crítica, que retengan su lengua. Que recuerden que Dios ha hecho a menudo cosas sorprendentes para instruir a los indolentes."

Hilarión Petzold

San Simeón, el mayor (1° de septiembre).

San Simeón, el estilita, fundador del movimiento de los estilitas, nació en la ciudad Cappadocia de Sisan, entre Siria y Cilicia, a finales del siglo 4, de padres cristianos. A los 13 años de edad comenzó a ocuparse del rebaño de ovejas de su padre.

En una oportunidad después de escuchar las bienaventuranzas en una Iglesia, quedo movido por su profundidad y al no confiar en su propio juicio inmaduro, dirigió preguntas hacia un superior mas experimentado. Este superior le explico con gusto al muchacho el significado de lo que acababa de escuchar. La semilla cayo en buena tierra y fortifico su resolución de servir a Dios.

Cuando Simeón tuvo 18 años, entro en una comunidad monástica en Tedela donde recibió la tonsura y se dedico a las proezas de la mas estricta abstinencia y de la oración incesante. Su celo mas allá de la fuerza de otros hermanos del monasterio (se pasaba semanas sin probar bocado, dormía sobre piedras y se había incrustado en la cintura un silicio de mirto salvaje) alarmó tanto al higumeno3 que le dijo a Simeón que o bien moderaba sus proezas ascéticas o dejaba el monasterio.

San Simeón, entonces, se retiro del monasterio a parajes solitarios, buscando nuevas austeridades. Paso un año viviendo en un pozo vacío, un aljibe, donde fue capaz de continuar con sus austeros esfuerzos sin obstáculos. Después de algún tiempo unos ángeles se aparecieron en sueños al abad y le ordenaron que trajera de vuelta a Simeón al monasterio.

Sin embargo el monje no quiso permanecer en el monasterio. Después de un corto tiempo se estableció en una cueva de piedra, situada cerca del pueblo de Galanissa y moro allí durante 3 años. En una oportunidad decidió pasar los 40 dias de la cuaresma sin comida ni bebida, tapiando la entrada a la cueva. Con la ayuda de Dios el monje soporto el estricto ayuno. Desde ese momento se abstuvo por completo de comida durante todo el periodo de la gran Cuaresma, aun de pan y de agua. Por 20 dias oro de pie y por otros 20 dias oro sentado, para no permitir que los poderes corporales se relajaran.

Una inmensa multitud comenzó a llegar en masa al lugar, deseosa de recibir la curación de sus enfermedades y de escuchar una palabra de edificación cristiana. Rechazando la gloria mundana y esforzándose nuevamente para encontrar su perdida soledad, el monje eligió un modo previamente desconocido de ascetismo: vivir sobre una columna, suspendido entre el cielo y la tierra, expuesto a los soles, los fríos y los vientos, como una estatua viviente, solo para Dios.

Cerca de Tedela construye un muro, una columna de piedras, como una cerca, de tres metros, donde ata su pie con una cadena a una gran roca.

Cunde la fama y los visitantes son ya muchos, cada vez mas, próximos y de lejanas tierras. También los hay curiosos que disfrutan con el espectáculo extraño. Le piden consejos, quieren oírle; dirime disputas, hay curaciones y hasta milagros. Lo quieren tocar y llevarse un recuerdo como reliquia en vivo del anacoreta. Levanta entonces mas el muro, a seis metros y luego por fin a dieciocho.

Las gentes seguían acudiendo, incluso desde España y Francia, para contemplar aquel hombre admirable, que permanecía imperturbable ante las inclemencias del tiempo, siempre en lo alto de la columna. Allí estaba el hombre de Dios, rezando al Señor día y noche, casi siempre puesto de pie. Unas veces con los brazos en cruz, otras veces los dejaba caer sobre los costados, como un gran cirio sobre el zócalo de la columna. Era "la luz puesta sobre el monte," como cirio o como cruz. Y al ver llegar a las multitudes, ofrecía por todos su oración. Allí estaba, estilizándose en creciente levitación, consumiéndose como un cirio. Aquel mudo predicador les llegaba como nadie al corazón, lloraban sus pecados y se convertían. Los nómadas del desierto, los temibles "sarracenos" de las crónicas bizantinas, se agolpaban en tomo a la columna en grupos de 100, 200 y hasta 1.000. Pedían el bautismo y renegaban a grandes voces de la idolatría. La gran ruta Ciro-Apamea, que pasaba a los pies de la montaña de Simeón, contribuyó a difundir la devoción al santo.

Comentarios sobre San Simeón llegaron a la jerarquía mas alta de la Iglesia y una corte imperial del Patriarca Dominos Segundo de Antioquía (441-448) visito al monje y celebro la Divina Liturgia sobre el pilar, poniendo en intima relación el ascetismo con los misterios sagrados. Tampoco en su tiempo dejo de sentirse su influencia. Obispos y emperadores piden su consejo y las resoluciones del concilio de Calcedonia se adoptan con su aporte. Incluso la herejía arriana fue combatida desde la columna.

Los padres que vivían en el desierto escucharon sobre San Simeón y que había elegido un nuevo y extraño esfuerzo de ascetismo. Intentando probarlo y determinar si su extrema proeza ascética era agradable a Dios, mandaron mensajeros hacia él para que en nombre de los padres del desierto lo obligaran a descender del pilar. En caso de desobediencia debían arrastrarlo a tierra por la fuerza, pero si el estaba deseoso de someterse debían dejarlo sobre el pilar. San Simeón demostró una completa obediencia y profunda humildad cristiana, entonces los monjes le dijeron que se quedara donde estaba y pidieron a Dios que lo ayudara.

San Simeón tolero muchas tentaciones pero invariablemente la victoria estaba con él. No confíó en sus propios poderes débiles, sino en el propio Señor quien siempre venia en su ayuda. Su ultimo pilar media 24 metros de altura. Alrededor de el se construyo una doble pared que obstaculizaba el paso de la indisciplinada muchedumbre, para que no permaneciera demasiado cerca y disturbara la concentración de su oración.

Las mujeres en general no tenían permitido el paso mas allá de la pared. El Santo no hizo una excepción ni siquiera por su propia madre; él no quiso verla, diciendo: "si somos honorables ahora nos veremos uno a otro en la vida por venir." Santa Marta se sometió a esto y permaneció al pie de la columna en silencio y oración hasta su muerte. San Simeón pidió que su ataúd le fuera traído y el con mucha reverencia le dio el adiós y entonces una feliz sonrisa apareció en la cara de ella.

San Simeón paso 80 años de arduas proezas monásticas, 47 de los cuales permaneció sobre la columna. Dios le garantizo el cumplimiento de tan inusual condición y servicio apostólico. Muchos paganos aceptaron el bautismo tocados por la devoción moral incondicional y la fuerza corporal que el Señor le otorgo a este servidor.

El primero en conocer la muerte del Santo fue su discípulo cercano, Antonio. Al ver que su maestro no apareció a la gente durante 3 dias, subió a la columna y encontró el cuerpo encorvado en oración. Simeón, despegado totalmente de la tierra, se consumió como un cirio ante su Dios.

Su cuerpo fue transportado manu militari, en un carro a Antioquía. Lo acompañaban Martyrios, obispo de la ciudad, y el magister militum bizantino a la cabeza de 600 soldados. Se temía que los pueblos de los alrededores se alzaran en armas para apoderarse de su cuerpo. La comitiva, llegada a la puerta de la ciudad, fue recibida por una multitud de fieles con antorchas en la mano. El cuerpo del Protoestilita fue depositado en la Iglesia llamada de Constantino. Mas tarde el emperador León I (457-474) mando transferirlo a la capital, Constantinopla. La "vox populi" había declarado a Simeón Santo por unanimidad.

En el lugar de estas proezas ascéticas, Antonio, estableció un monasterio sobre el cual reposa la bendición especial de San Simeón. Las piedras que sirvieron de base a la columna y los muros semiderruidos del monasterio que se edifico después de su muerte se conservan aun en el lugar solitario que los beduinos llaman hoy Kal'at Siman (castillo de Simeón).

La muerte de Simeón y el traslado de su cuerpo a Antioquía y posteriormente a Constantinopla, no interrumpió la peregrinación a la montaña sacra sino que, más bien, hizo aumentar el número de visitantes, lo que aseguró la prosperidad de Telanisos, un pueblecillo situado en la falda de la montaña de Simeón. De pueblo eminentemente agrícola, Telanisos se convirtió en próspera villa "turística." El gran día de fiesta de Telanisos era el 27 de julio. Un día memorable en toda la región. Miles de personas venían en tropel variopinto de todos los puntos de Siria, se concentraban en la villa y seguidamente subían, cirio en mano, a la montaña por la monumental Vía Sacra, que conserva hasta el día de hoy su trazado.

La peregrinación a San Simeón conoció su apogeo en los siglos 5 y 6 y perduro hasta el 10. La invasión musulmana del año 636 frenó, pero no detuvo la afluencia de peregrinos y esto a pesar de la inseguridad que reinaba en la región. Lo prueban las inscripciones cuficas grabadas en las paredes del monasterio S-E de Telanisos y el testimonio del viajero árabe Yacut. Finalmente en el año 985 las huestes de Karawia, oficial del emir de Alepo, asaltaron el santuario. La mayoría de los monjes fueron pasados a espada y el resto, junto con los cristianos de los alrededores que habían buscado refugio en el recinto sacro, fueron llevados a Alepo y paseados por las calles en señal de triunfo. Después fueron vendidos como esclavos. El santuario no se repuso del desastre y la peregrinación al santuario mas celebre de Siria se interrumpió.

San Daniel, el estilita.

San Daniel, el estilita, nació en el pueblo de Bethara cerca de la ciudad de Samosata en la Mesopotamia. Su madre Marta no tuvo hijos durante mucho tiempo y en sus oraciones hizo el voto de que si llegaba a tener un hijo se lo dedicaría al Señor. Sus oraciones fueron escuchadas y Marta pronto dio a luz a un niño que permaneció sin nombre hasta que tuvo cinco años de edad.

Los padres del niño deseaban que como el niño había nacido gracias a la benevolencia de Dios, recibiera también su nombre de Dios. Llevaron a su hijo a un monasterio ubicado en las cercanías y se acercaron al abad. El abad dio orden de que le alcanzaran uno de los libros de los oficios y lo desenrollo al azar. Encontró al profeta Daniel mencionado en él, por lo tanto el niño recibió este nombre. Sus padres preguntaron si el niño podía permanecer en el monasterio pero el higumeno no lo acepto porque era muy pequeño. A los doce años, sin decir nada a nadie, el niño abandono su hogar y se fue al monasterio.

Sus padres estuvieron felices cuando supieron adonde estaba su hijo y fueron al monasterio. Al ver que el niño todavía seguía usando ropas ordinarias, suplicaron al higumeno que lo vistiera con atuendos angelicales. Ese domingo el higumeno cumplió con ese pedido y permitió a sus padres que lo visitaran a menudo. La hermandad del monasterio estaba sorprendida por los esfuerzos ascéticos del Santo.

En una oportunidad San Simeón, el Mayor, visito el monasterio. Predijo que él también, el joven Daniel, seguiría los pasos de la proeza de morar en un pilar. San Daniel continuo con su vida ascética de reclusión. Cuando el lugar de una nueva hazaña le fue revelado en una visión, se retiro a un bosque de Tracia, junto con dos discípulos que levantaron un pilar sobre el cual San Daniel moro durante 33 años. La gente acudía en masa al pilar, los desafortunados, los enfermos y todos recibían ayuda y curación de San Daniel. Los emperadores bizantinos también pidieron las oraciones de este Santo ascético. La mas notable de las predicciones de este Santo fue sobre el gran incendio de Constantinopla. San Daniel poseía también el don de las palabras graciosas y guiaba a muchos hacia el camino de la vida correcta. El monje nació al cielo a la edad de 80 años.

San Simeón, el joven (mayo 24/6 de junio).

El monje Simeón, el estilita, nació en el año 521 en la Antioquía Siria; sus padres fueron los piadosos Juan y Marta. Santa Marta, desde sus años de juventud, se preparo para una vida célibe y anhelaba la vida monástica, pero sus padres insistieron en que se casara con el joven Juan. Luego de ardientes plegarias en una Iglesia, en nombre de San Juan el Precursor, la futura monja fue dirigida en una visión a someterse a la voluntad de sus padres y casarse. Durante su vida de casada Santa Marta se esforzó para complacer a Dios y a su marido en todo. A menudo oraba para que Dios le garantizara un niño y prometió dedicarlo al servicio del Señor. Durante una aparición de San Juan el Precursor, éste reveló a la piadosa Marta que tendría un hijo quien realmente serviría a Dios. Cuando el niño nació fue llamado Simeón y bautizado a los dos años de edad.

Cuando Simeón tenia 6 años, un terremoto ocurrió en la ciudad de Antioquía, durante el cual falleció su padre. Durante el terremoto, Simeón se refugio en una Iglesia, pero al abandonarla se predio y paso 7 dias refugiado en lo de una piadosa mujer. Nuevamente Juan el Bautista se le apareció a la bendita Marta indicándole donde encontrar a su hijo perdido. La madre del Santo encontró a su hijo y se establecieron, luego del terremoto, en los alrededores de Antioquía. Ya durante la niñez, el Señor Jesucristo se le apareció varias veces, prediciendo sus futuras hazañas y las recompensas por ellas.

El joven de 6 años patrio hacia la naturaleza, donde permaneció en completo aislamiento por un cierto tiempo. Durante este tiempo, un ángel resplandeciente lo cuido y alimento. Finalmente llego a un monasterio solitario cuya cabeza, el higumeno, padre Juan, que perseguía la vida ascética sobre un pilar, acepto con amor al muchacho.

Después de un cierto tiempo, San Simeón hizo un pedido al padre Juan para que le permitiera también a el tener una vida ascética sobre un pilar. Un nuevo pilar fue erigido por la hermandad del monasterio con la bendición del higumeno no lejos de su propio pilar. Habiendo este niño de 7 años completado la obediencia del monasticismo, el padre Juan mismo lo subió a su pilar. El joven asceta, fortalecido por el Señor, pronto creció espiritualmente y sus esfuerzos sobrepasaron aun a su experimentado preceptor. Por estos rigurosos esfuerzos, San Simeón recibió de Dios el don de curar. La fama de las heroicas hazañas de este joven monje comenzaron a expandirse mas allá de los limites del monasterio y monjes y laicos empezaron a venir hacia el desde numerosos lugares, deseando escuchar sus consejos y recibir la curación para sus enfermedades. El humilde asceta continuo con su vida de ascetismo con las instrucciones de su mentor espiritual el padre Juan.

A los 11 años de edad el joven decidió proseguir su vida ascética desde un pilar aun mas alto que llego a medir mas de 12 metros. Los obispos de Antioquía y de Seleuko vinieron al lugar de las hazañas de este monje, le dieron la dignidad de diácono y le permitieron que subiera a su nuevo pilar, en el cual el monje Simeón continuo su vida ascética durante 8 años.

Simeón oraba ardientemente para que Dios mandara sobre el al Espíritu Santo y la santa oración del asceta fue escuchada. El Espíritu Santo descendió sobre él como una resplandeciente luz llenando al asceta de sabiduría divina. Junto con los preceptos verbales, San Simeón, despacho preceptos escritos sobre el arrepentimiento, la vida monástica, la encarnación del Cristo, el juicio futuro.

Después de la muerte del padre Juan, su superior, San Simeón estructuro su vida de esta manera: desde la salida del sol hasta media tarde leía libros y copiaba la Santa Escritura, después de lo cual entraba en oración y rezaba durante la noche. Cuando el nuevo día comenzaba, habiendo descansado brevemente, comenzaba con su regla usual de oración cuando salía el sol.

El monje Simeón concluyo sus esfuerzos en la segunda columna y por decreto de Dios se estableció cerca del monte Maravilloso, al haberse convertido, en su monasterio, en un superior experimentado en la guía de otros monjes. La ascensión al monte Maravilloso fue marcada por la visón del Señor que estaba parado encima de una columna. San Simeón continuó con sus hazañas en este lugar, en donde vió al Señor, al principio sobre una piedra, luego sobre un pilar que levantó nuevamente. Futuros sucesos le fueron revelados al monje, por lo tanto predijo la muerte del arzobispo de Antioquía, Efrén y la enfermedad del obispo Domnos, que le sobrevino como castigo por su falta de piedad. Finalmente el monje Simeón predijo un terremoto para la ciudad de Antioquía y urgió a todos sus habitantes a que se arrepintieran de sus pecados.

En el monte Maravilloso, San Simeón estableció un monasterio, una Iglesia que la propia gente enferma curada por el ayudo a construir como gratitud por las gracias mostradas hacia ellos. Para las necesidades del monasterio, el monje pidió en oración una primavera de lluvia y en una ocasión durante un tiempo en que hubo escasez de granos, por su oración el Señor multiplico el trigo en los graneros del monasterio. En el año 560, por orden del Señor, el Santo asceta recibió a la edad de 39 años la dignidad de presbítero del obispo de Seleuko, Dionisios. A los 75 años de edad, el monje Simeón fue prevenido por el Señor sobre su final inminente. Simeón mando llamar a la hermandad del monasterio, los instruyo, los bendijo en un adiós y expiro pacíficamente hacia Dios en el año 596, habiendo trabajado duro en la proeza de morar en un pilar por 68 años.

Al igual que durante su vida, después de su muerte, el monje continua haciendo milagros, curando a ciegos, a rengos y a leprosos, salvando a muchos de las bestias salvajes, lanzando demonios y resucitando a los muertos.

Notas:

1. N. del T.: predicación o proclamación de un mensaje.

2. "Mandra": Espacio cercado en la base de la columna. En el origen era un vallado o un establo para el ganado. La etimología de esta palabra es incierta; se la usaba para definir la cerca para las ovejas. El espacio alrededor de la columna era considerado una clausura monástica ya que los Estilitas a menudo habían vivido en los monasterios. Los discípulos de los Estilitas habitaban frecuentemente en el interior de la Mandra.

3. Abad del monasterio.

 

 

Folleto Misionero # SA19

Copyright © 2003 Holy Trinity Orthodox Mission

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(piedad_santos_estilitas.doc, 06-09-2004).