Amor Cristiano

Reina de las virtudes

Obispo Alejandro (Mileant)Traducido por Nicolas Mitakys y Ludmila Betin

 

Contenido: Introducción. Escala al Cielo. La naturaleza misteriosa del amor. Acordémonos Del que nos ama. Amor a Dios y al prójimo. Conclusión.

En el apéndice: Ejemplos de amor y enseñanzas de los Santos Padres.

Con la verdad se ilumina la mente

Con el amor se inflama el corazón

Introducción

En invierno (el 14-de Diciembre de 1982), la comunidad de los Estados Unidos de América, atendía con preocupación las novedades transmitidas por la televisión sobre el salvamento de pasajeros del avión caído en un accidente aéreo. El avión se estrelló en las aguas congeladas del río Potomac, cerca de la ciudad de Washington. Generalmente en aquellos casos donde existe el peligro de muerte, la gente se deja dominar por el pánico y la primera reacción de cada persona es salvarse a sí misma. El río estaba congelado y los pasajeros comenzaron a saltar del avión sobre los cercanos témpanos del hielo. Se acercó un helicóptero que comenzó a rescatar a la gente, acomodándola en un cesto que se deslizaba sobre sogas. Aquí los televidentes tuvieron la oportunidad de observar algo totalmente inesperado: unos de los pasajeros que estaba parado sobre el hielo, comenzó a ayudar a los demás para que suban al cesto del helicóptero.

El proceso de salvacion era muy lento, el helicóptero tuvo que ir y volver varias veces para rescatar a las personas, mientras que este pasajero desconocido continuaba su noble misión. Finalmente, cuando el helicóptero volvió para rescatar a este héroe, él había desaparecido, seguramente, el se había caído y hundido en las heladas aguas. De esta manera, él mismo pereció al ayudar a los demás. Su nombre nunca se conoció, pero los pasajeros salvados por él, siempre lo recordaran con agradecimiento. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos."

Este y otros casos similares de heroísmo y renunciación, nos obligan a pensar profundamente sobre la naturaleza y la fuente de este sentimiento tan noble y generoso que nosotros llamamos "amor." Es fácil comprender que la gente, al estar aterrorizada, trata de salvar su vida a costa de otros. En estos casos el sentimiento que los guía a reaccionar de esta manera, es el instinto de sobrevivencia, impulso muy natural en todos los seres vivientes. ¿De donde proviene el amor abnegado? Es que este sentimiento es opuesto al fundamento del evolucionado principio de acuerdo al cual, él mas fuerte sobrevive a costa del más débil.

En este trabajo trataremos en cuanto nos sea posible, compenetrar en la esencia de esta misteriosa fuerza espiritual, llamada "amor" y hablaremos de su naturaleza y atributos.

 

Escala al Cielo

"Amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor." (1 Jn. 4:7-8)

En los niveles más bajos de la existencia — en el mundo de los microbios e insectos, donde reina la despiadada guerra por la sobrevivencia, todo parece ser lógico y comprensible. Pero el sacrificio del amor es algo especial y misterioso, claramente contradictorio al ciego instinto de la supervivencia.

La paradoja es, que subiendo por la escala de la existencia, pasando hacia los animales mas desarrollados, se pueden observar claramente, que hay cada vez más casos donde se manifiesta el sacrificio y el altruismo. A veces este sentimiento se expresa en la ayuda mutua entre los animales de la misma especie. Por ejemplo, los lobos y los leones viven en familia y cazan en manadas. Los machos y las hembras distribuyen las obligaciones respecto a sus cachorros y entre ellos se manifiestan con ternura y cariño. En los niveles más bajos de la existencia, crueldad entre algunos animales es algo muy común, — por ejemplo, la madre cocodrilo en caso de hambre, come su cría, y el pez come sus huevecillos, pero en los niveles mas altos del mundo animal, el amor de la madre hacia su cría, se eleva hasta el sacrificio de si mismo.

Lógicamente aquí, se puede decir, que este comportamiento altruista es necesario para la continuidad de la especie, y por ello también es explicable dentro del marco de la ley de la evolución. Sin embargo, en el nivel mas alto de la existencia, entre las personas, el sentimiento de sacrificio, generosidad y desinterés propio, pueden llegar a grados tan elevados, que no pueden ser explicados con los principios de la evolución biológica. En efecto, el hombre no solo tiene la capacidad de sacrificarse por el bienestar de sus hijos, sino también por el prójimo (personas ajenas); — por ejemplo distribuyendo sus bienes ayudando a los que sufren de hambre, preocupándose por los huérfanos, cuidando a los enfermos y a los leprosos... En esta actividad altruista el hombre, aparentemente, no solo no recibe ningún provecho para sí mismo, sino que corre el peligro de arriesgar su bienestar y su vida.

Más aun, el hombre es capaz de amar a sus enemigos, personas que en principio son peligrosas para él. Esto es contrario con los fundamentos de las leyes de la naturaleza y el instinto de sobrevivencia.

Un estudio más profundo sobre el misterio de la naturaleza, nos revela, que al ascender sobre la escala de la vida desde el más simple infusorio hacia los animales más perfectos, y por último hacia el ser humano, va no solamente en cuanto a la línea del desarrollo físico y de un mayor razonamiento, sino también, de una mayor "espiritualidad" y generosidad. Lo más extraordinario es que la perfección de estas cualidades no se limita únicamente a nuestro mundo físico, sino que cruza hacia el mundo espiritual de los ángeles, culminando en el Ser Omnipotente, Creador de todo, Al Cual llamamos Dios!

En realidad, cuanto más alto es el nivel de desarrollo del ser, --- mas elevada es su capacidad de amar. De esta manera es evidente, que si el instinto de conservación se origina en la ciega ley física, vemos que la extraordinaria capacidad de amar --- es una cualidad que se encuentra fuera de la condición física, la cual nosotros adquirimos en la medida que nos acercamos a Aquel (a Dios), Cuya esencia es el perfecto y incomprensible Amor (1 Juan 4:8).

Por consiguiente, la verdadera perfección consiste no solo en el desarrollo de la mente y en las cualidades espirituales, sino que, en particular, en perfeccionarse en el amor desinteresado.

En este plano el ejemplo perfecto es Nuestro Señor Jesucristo. Siendo Él, Hijo de Dios y encontrándose en una gloria inaccesible, Él dejó Su hermoso mundo y descendió a nuestro "valle de lágrimas" compartiendo con nosotros, nuestras penas y dificultades. Él sufrió para liberarnos del sufrimiento. Él murió para darnos la vida eterna: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho mas, estando ya justificados en Su sangre, por él seremos salvados de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho mas, estando reconciliados, seremos salvos por su vida" (Rom. 5:8-10).

De esta manera, la habilidad de amar no se puede deducir de las leyes físicas. El "amor" es una cualidad del Creador y fue introducida en nosotros por Él, juntamente con Su imagen y semejanza. De esta manera, al darnos la capacidad de amar, Dios nos elevó sobre los seres restantes y nos dio la comunión con el mundo espiritual. Así como Dios predestinó al hombre a ser el representante de dos mundos (físico y espiritual), pensamos, que por ello Él dotó a los animales, en cierto modo, con la capacidad de amar. Y de esta manera hizo el trayecto desde un nivel bajo hacia un nivel mas alto más suave y consecutivo.

Pero el movimiento por la escala hacia la perfección deseada, no-solo es posible para ascender, para dirigirse hacia Dios, sino también para descender hacia el camino de la disminución de las cualidades espirituales y del desgaste de los sentimientos nobles. Así del amor desinteresado y cristiano se puede descender al escalón de los seres más bajos del mundo de los animales e insectos, donde reina la despiadada guerra por la supervivencia. Pero el limite no se encuentra aquí. Mas abajo que él, existe un estado contranatural de enemistad y de odio. En las mismas profundidades del alejamiento de Dios, el hombre se sumerge en un abismo de odio demoníaco con un torpe e absurdo deseo de arruinar y destruir.

Si el sentimiento de amor nos reconforta, nos desarrolla internamente y nos da vida, el odio todo lo destruye, lastima y mutila. Lo más terrible de todo es que cada vez más, la gente se asemeja a los demonios, comienza a experimentar un placer sádico al causar dolor al prójimo. Además, mortificando al prójimo, no se persigue ninguna necesidad directa, como por ejemplo en el mundo de los microbios, donde uno devora al otro para alimentarse. Aquí el proceso de destrucción y de burla se convierte en una meta por sí misma. Este, agujero negro, es un horrible abismo satánico del cual es imposible salir.

Es por ello, que Nuestro Señor Jesucristo, nos llama para que luchemos en todo lo posible, con nuestros malos sentimientos, y nos manda amar a todos, incluyendo a nuestros enemigos. Es mejor para nuestra salud espiritual que respondamos al mal con el bien, aunque el sentido práctico y común, nos hace pensar en nosotros mismos, y a combatir a nuestro enemigo. Hay que aprender a sacrificar nuestras ventajas temporales por el bienestar eterno. No importa que la gente piense que somos extravagantes, en la otra vida (eterna) se sabrá quien fue el que tenia más sabiduría.

Nuestro Señor sabe que es difícil dominar nuestros bajos instintos y luchar contra lo evidente, por esta razón para ayudarnos a vencer nuestros malos sentimientos hacia los enemigos nos manda a rezar por ellos. La oración contiene en sí una gran fuerza espiritual; en primer lugar nos enseña a combatir los sentimientos negativos, los cuales nos empujan a un abismo de maldad (rencor). En segundo lugar, rezar por nuestro enemigo, le puede ayudar a el también a replantearse, a comprender, a ver sus errores y a encaminarse hacia el buen camino. De esta manera salvándolos a ellos y a nosotros, participamos en el proceso de salvación de la humanidad, por el cual descendió a nuestro mundo pecador nuestro Señor Jesucristo.

De esta forma, cada vez que nosotros dominamos nuestros sentimientos malos, sacrificando nuestra conveniencia y bienestar al manifestar amor hacia los demás, nos elevamos un escalón mas hacia el Señor.

La gente valora los progresos en el deporte, en la ciencia y en el arte. Pero el perfeccionamiento en el amor es una verdadera y elevada perfección. Por esta razón pediremos a Dios que nos enseñe a amar a todos, y por sobre todo a Él – que es nuestro Creador y Salvador.

 

La misteriosa

naturaleza del amor

¿Que es el amor? ¿Cómo se puede determinar este sentimiento, tan variable en su objetivo e intensidad? Por ejemplo cuando decimos. "a mí me gusta el café con leche caliente," o "yo quiero a mis hijos." En estos ejemplos nosotros expresamos sentimientos muy distintos. En el primer caso expresamos una preferencia por algo que nos da placer; en el segundo — nuestra paternal afección o apego a nuestros seres queridos.

El amor a Dios proviene de un sentimiento de agradecimiento y veneración hacia Él, pero el amor al desdichado, por ejemplo, al huérfano, proviene del sentimiento de lástima y compasión hacia él. El amor entre el novio y la novia nace de sentimientos muy especiales que contienen una base biológica. El amor a la familia, a la gente y a la patria contiene en sí una diversidad muy especial de este buen sentimiento. Lógicamente que una forma de amor no excluye a la otra. Se puede querer a una persona por su apariencia o también por ciertas cualidades espirituales, y al mismo tiempo, sentirle lástima.

Generalmente el amor aparece en una forma natural, como por si mismo. Es fácil querer a aquella persona que nos agrada o que nos hizo un bien. Pero a veces el amor exige un esfuerzo interior cuando tratamos de amar a aquella persona que nos disgusta o que nos hizo un mal.

Si la palabra "amor" expresa una vasta variedad de sentimientos, quizás tuviésemos que denominarlo de distinta manera. En el idioma griego para ello existen tres términos: "Eros," que significa amor físico; la palabra "filia,"significa amor amistoso (entre amigos), y "agapi," amor espiritual elevado. En el idioma griego no se permite mezclar los sentidos de estos tres términos.

Sin embargo, no se puede negar que a pesar de que difiere el sentido de estos tres términos, hay algo en común entre ellos que los unifica. Lo que aparece en común, es el sentimiento claro, alegre y feliz que experimenta aquella persona que quiere o que es querida. Lebnitz definía al amor, "como un sentimiento feliz el cual emana de la felicidad del prójimo." En su esencia, la naturaleza del amor es incomprensible: él es como un visitante que viene de aquel mundo ideal y hermoso, al cual subconscientemente tiende nuestra alma, pero el cual en su plenitud y perfección aun no es accesible para nosotros.

Otra cualidad extraordinaria del amor es que se establece una misteriosa relación como si hubiese un puente invisible, entre los seres que se quieren, de tal forma, que sus sentimientos y deseos comienzan a revelarse mutuamente en forma espontánea, y que pueden sentirse inclusive a cierta distancia. Quien es el que no conoce aquellos casos cuando la felicidad o la pena de una persona querida, es sentida por nosotros como un sentimiento propio. En el primer libro de los Reyes en la Biblia, se ilustra la cualidad de esta ligazón de amor en el ejemplo de Jonatan y David. Jonatan, siendo hijo de una familia real, era poseedor de muchos bienes materiales. Sin embargo, nada le brindaba felicidad cuando su amigo David, se encontraba en peligro: "Él quería a David, como a su propia alma," y para ayudarle, era capaz de cualquier sacrificio (1 Rey. Cáp. 20).

El amor posee una fuerza atrayente y constructiva. Claramente, ello se puede observar en la atracción mutua entre los enamorados. La Biblia presenta muchas veces el amor entre el novio y la novia como un ejemplo de semejanza entre Dios y la gente recta. Todo el libro del Cantar de los Cantares, (supuestamente escrita por el rey Solomón), se dedica al tema del amor.

"Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor. Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor.

Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,

de cierto lo menospreciarían" (8:6-7).

Para rescatar a Raquel, Jacobo trabajó para su padre, Labán, catorce largos años — y estaba muy contento de sacrificarse por ella porque la amaba mucho (Gen. Cáp. 29). El amor de Sansón hacia Dalila es un ejemplo de la fuerza absorbente de este sentimiento (Jueces Cáp. 16).

Por lo general, el amor es un sentimiento hermoso — hasta en su nivel imperfecto. Los primeros reflejos del amor se observan en el reino de los seres irrazonables. El amor natural o instintivo se basa en la reciprocidad y se alimenta con las expresiones exteriores, favores, ayudas y placeres. Se demuestra como amor entre familiares, parientes, generaciones, entre amigos y la gente en general. El amor une a la gente y los reúne en una sociedad.

Si Dios es amor, entonces Su Reino en el Cielo también está compenetrado por el amor. Este amor es como un rayo solar que llena todo con armonía y felicidad.

Desgraciadamente nuestro mundo terrenal esta muy lejos de esta perfección, en la mayoría de las personas todavía no se encuentra formado este sentimiento celestial, o se halla en un estado muy débil. A veces por causa de nuestra inexperiencia, o por nuestros pecados, el amor puede tomar un camino erróneo y traer mas daño que utilidad. Otras veces el amor es muy débil y no progresa mas allá de ser un simple buen sentimiento. Cuando nuestro prójimo, necesita ayuda, al sucederle alguna desgracia, - puede acontecer de que en ese momento nuestro amor es como si desapareciera, y en vez de ayudarlo nos apartamos de el. Los obstáculos más grandes del amor, son el egoísmo y el amor propio, y en mayor o menor grado todos estamos contaminados por ellos. "Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará" (Mat. 24:12). El Señor lo predijo al referirse a las personas de los últimos tiempos.

Si no se reprime y no se guía el sentimiento físico, puede adquirir una forma ignominiosa y una pasión animal, la cual no tiene nada en común con el verdadero amor. Existe un caso muy conocido en la Biblia sobre el "amor" impuro de Amnón, hijo de David, hacia Tamar. Ardiendo de pasión hacia su media hermana, Amnón no encontraba tranquilidad. Él perdió el interés a la vida, cesó de comer y enflaqueció. Finalmente, tendiéndole un lazo a Tamar y atrayéndola hacia su aposento, el se apodero de ella. Y luego que? Satisfaciendo su pasión sintió un sentimiento repulsivo hacia ella sin la cual antes no podía vivir hasta echarla de su lado. "Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio, conque la aborreció, fue mayor que el amor con que la había amado" (2 Samuel 13:15).

El amor, para ser sólido, tiene que basarse sobre los siguientes sentimientos: confianza, respeto y amistad... Es muy difícil amar a la persona a la cual no le tenemos respeto o confianza, y es muy fácil cuando existen los mismos intereses e ideales.

El amor paterno también necesita dirección y purificación espiritual. No es bueno cuando los padres hacen "pequeños ídolos," de sus hijos, sin frenar las malas tendencias y permitiendo sus caprichos. Acostumbrándose a ser el centro de atención, estos niños muchas veces crecen malcriados e inadaptados para la vida. El sumo sacerdote Elías nos ofrece el ejemplo de la enormidad del amor paternal. Elías no reprimía a sus dos hijos cuando ellos hacían travesuras. Cuando ellos tomaron el sacerdocio y comenzaron a ayudar a su padre, ofendían a la gente que venia a rezar y a traer su ofrenda al Señor. Elías notaba que sus hijos obraban mal, pero no se decidía a reprimirlos. Al final Dios castigó no solo a sus dos hijos, sino también a él, privándolo de sus descendientes y a ellos de servir en el templo.

Estos ejemplos y otros más, nos convencen de que el amor necesita disciplina y guía espiritual, de otra manera hasta los sentimientos más buenos pueden llevar a un mal resultado. Otro defecto de nuestro amor es, que apareciendo generalmente por causas naturales y favorables, es inestable e imperfecto.

¿Cómo podemos no querer a aquellas personas que nos hacen el bien y que nos resultan agradables? Un amor así natural e instintivo no nos demanda ningún esfuerzo ni tampoco nos trae un crecimiento espiritual. Por esta razón: "¿Porque si amáis a los que os aman, que recompensa tendréis? No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, que hacéis de mas? No hacen también así los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mat. 5:46-48).

Pero Dios quiere que el sentimiento de amor se perfeccione, se fortalezca en nosotros y nos acerque mas a Él. Para ello:

Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues... Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso (Lucas 6:27-36).

Un amor así perfecto y cristiano no aparece por sí solo. En primer lugar requiere de un esfuerzo interior, y en segundo lugar, de la ayuda del Espíritu Santo. Como las personas no están todavía renovadas espiritualmente y no tienen la capacidad de elevarse hacia él, entonces El Señor lo llamó el nuevo mandamiento: "Os doy un mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros. Que como Yo os he amado, que así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:34-35).

Nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles frecuentemente nos llaman a que nos amemos los unos a los otros, porque el amor — es una característica que distingue a un verdadero cristiano: "Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4:7-8). En este caso, la medida de la perfección, es el nivel de nuestra abnegación y desprendimiento de las cosas materiales: cuanto más pura y fuerte amamos, tanto más estamos preparados para ayudar a nuestros seres queridos, hasta llegar al total sacrificio y entrega de nuestras vidas. Sobre ello Nuestro Señor Jesucristo nos dice lo siguiente: "Este es Mi mandamiento: Que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois Mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando" (Juan 15:12-14).

El apóstol Pablo testifica que la capacidad de querer con un amor puro procede en especial del Espíritu Santo diciendo: "Mas el fruto del Espíritu es el amor" (Gálatas 5:22). Lo maravilloso fue que la característica por lo cual se destacaba la primer comunidad cristiana era justamente su amor mutuo y fuerte, el cual le fue otorgado poco antes por el Espíritu Santo al descender sobre ellos:

"La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y un solo alma; Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. Y con gran poder los Apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor Jesús, y tenían abundante gracia sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían tierras o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a disposición de los Apóstoles; para que se distribuyera a cada uno según su necesidad" (Hechos 4:32-35).

En la disposición de los creyentes con toda claridad se pueden observar señales que distinguen al amor: la alegría, la comprensión, la animación, la inspiración y los sentimientos en común (cuando las alegrías y las penas de nuestros prójimos, las recibimos como propias). Si en un nivel más bajo de desarrollo espiritual estas señales son perceptibles en forma débil y esporádica, en niveles superiores son muy evidentes y se manifiestan con gran fuerza.

Es muy importante recordar que el verdadero amor cristiano no es una condición congénita de nuestra naturaleza, sino que es otorgado por el Espíritu Santo a aquellos que lo buscan y procuran obtenerlo. San Macario de Egipto, ermitaño de la Tebaida (301-392), escribe lo siguiente sobre la acción invisible de la gracia del Espíritu Santo en el corazón del cristiano: "Así como la abeja construye las celdillas en los panales sin que las personas se den cuenta, así la gracia edifica secretamente su amor en el corazón del hombre, cambiando la amargura por la dulzura, y el corazón cruel — por uno bondadoso. Así como el orfebre que labra una muesca sobre una bandeja de plata, y poco a poco la adorna con dibujos tallados, y al finalizar su obra de arte la exhibe en todo su esplendor, así Nuestro Señor verdadero Maestro del arte, adorna nuestro corazón con un tallado y lo renueva misteriosamente hasta que nos mudemos de nuestro cuerpo, donde allí se manifestará toda la pureza de nuestras almas" (Macario el Grande, Filocalia).

Mientras que el amor físico para fortalecerse necesita estimularse con motivos exteriores favorables, el amor espiritual no depende de las condiciones exteriores: si no que proviene de Dios, por un camino misterioso, atrayendo el corazón del hombre hacia su fuente original. Por esta razón el hombre que progresa en el amor, experimenta una gran necesidad de estar cada vez más relacionado con Dios. Si el amor físico es fuerte y a veces empuja al hombre a realizar sacrificios por el ser amado, el amor espiritual es incomparablemente más potente pues nos atrae hacia Dios. Este verdadero amor fue el que obligó a muchos creyentes a repartir sus riquezas entre los necesitados, y a abandonar su posición social y la familia para dedicar su vida a Dios.

Experimentando el gran flujo de este amor, el apóstol Pablo escribió:

"¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, o la espada? ...Pero en todo ello obtenemos una amplia victoria gracias a Aquel que nos amó. Por que tengo la certeza de que ni la muerte, ni la vida, ni los Ángeles, ni los Principados, ni las Fuerzas, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús Nuestro Señor" (Romanos. 8:35-39).

Muchas personas rectas poseían el conocimiento de semejantes sentimientos. Por ejemplo, San Macario el Grande describe esta condición de la siguiente manera: "El alma que realmente ama a Dios por más que hizo miles de obras buenas, por su insaciable aspiración de unirse con Dios, siempre estará descontenta de sí misma creyendo que todavía no a llegado a nada. Y aunque se hubiese extenuado con sacrificios y ayunos, el alma siempre pensará que todavía no comenzó a obtener virtud por más que hubiese llegado a recibir dones espirituales, o revelaciones o misterios celestiales, y por su gran amor a Dios considerará que aun no obtuvo nada" (San Macario el Grande, Filocalía).

Y así la capacidad de amar fue introducida en nosotros por nuestro Creador. Todas las formas de la vida familiar y social están basadas en el sentimiento de amor. El amor une a la gente, motivándola a realizar entre ellos buenas obras, los anima, los llena de alegría y les da una meta en la vida. Pero solamente el amor natural no es suficiente. Para poder progresar en este sentimiento celestial, es importante esforzarse (obligarse) a querer a aquellos que no nos gustan o nos hacen el mal. Este amor espiritual nos guiará por el camino hacia la perfección, a la fuente originaria, que es Dios. Pero es importante recordar que sin la gracia del Espíritu Santo, nuestra esencia corrupta no es capaz de amar puramente.

Por esta razón pediremos y rogaremos a Dios que aumente en nosotros el amor cristiano. Porque únicamente al dominar con este tesoro el corazón, nosotros podremos con mas tranquilidad e indiferencia responder frente a los bienes materiales, pero lo más importante es que claramente y realmente comprenderemos, que la unión con Dios es la más elevada dicha y felicidad!

Acordémonos de Aquel

que nos ama

"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados" (Efes.5:1).

La naturaleza distintiva de Dios es el amor (1 Juan 4:8). Dios es infinito, vivificante mar de amor, y todo lo llena con su Ser. Todo lo que existe de lo más grande a lo más pequeño, visible e invisible, incluyendo cada molécula de nuestra naturaleza, todo es obra de Su incomprensible amor y sabiduría. Por ello es natural pensar que nuestra necesidad más grande debe ser el constante agradecimiento a nuestro Creador, no solo por que Él nos trajo de la inexistencia y nos dio la vida, sino, porque permanentemente se preocupa por nosotros con Su amor paternal.

Sin tener ninguna necesidad en algo, Dios por Su inmensa benevolencia nos creó para unirnos a Su eterna vida y felicidad. Su amor paternal se descubre con especial autenticidad en aquella preocupación, en la cual Él manifestó en la creación de nuestra naturaleza humana y de aquella morada donde Él proyectó alojarnos. Realmente no es mucho lo que el ser humano necesita para su existencia, podría conformarse con lo más esencial, pero Dios por Su generosidad crea este universo inmenso con su incalculable cantidad de galácticas y constelaciones, con toda su abundante e inmensa hermosura la cual hechiza nuestra mente y alegra nuestro corazón. Quien seria capaz de describir dignamente la hermosura de la creación de Dios; el cielo celeste y el vivificante calor del sol, los inmensos mares y grandiosas cadenas de montañas, la vasta estepa y la blancura de la nieve, el aroma de los pastos y de las flores, el canto de los pájaros y el murmullo de los arroyos...

Como una madre cariñosa que se preocupa por sus hijos, el Creador enriqueció nuestro mundo con una inmensa variedad y cantidad de alimentos que fortalecen nuestras fuerzas y nos dan placer, y con diferentes hierbas y plantas para curar y fortalecer nuestra salud. En una palabra, todo lo que nos rodea, hasta la partícula más pequeña, son testigos de la generosidad y preocupación paternal del Creador.

Esta es la causa por la cual los sabios pensadores y filósofos al observar la naturaleza, adquirieron de ella sus ideas más brillantes, y los poetas de espíritu sensible, compositores y pintores inspirados por su hermosura, crearon sus obras más geniales. Por ejemplo, recordemos aunque sea una poesía de Lermontov.....

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No solo la gente, sino en general, todo lo que está dotado con vida, siente la necesidad de glorificar a Dios por Su sabiduría y bondad, así como dice el clarividente Apóstol Juan que escuchó a los seres celestiales cantar el himno: "Señor, digno eres de recibir la gloria, la honra y el poder; porque Tu creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas" (Apoc. 4:11) y también: "Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que esta sentado en el trono, y al Cordero (Hijo de Dios), sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos" (Apoc. 5:13).

Como si se uniera a la glorificación universal, el sacerdote durante la Liturgia también agradece al Creador en nombre de todas las personas diciendo:

Es digno y correcto Cantarte, Bendecirte, Alabarte, Agradecerte, postrarse ante Ti en todo lugar de Tu dominio. Pues Tú eres Dios indescriptible, incomprensible, invisible, inconcebible, siempre existente, inalterable, Tú, y Tu Unigénito Hijo, y Tu Espíritu Santo. Tú nos trajiste a la existencia a partir de la inexistencia. Después de nuestra caída nos levantaste de nuevo, todo Haciéndolo sin abandonarnos hasta llevarnos al cielo y darnos Tu Reino Celestial (futuro. Por todo esto, Te agradecemos a Ti, a Tu Unigénito Hijo, y a Tu Espíritu Santo: por todo lo que sabemos y por lo que no sabemos, por todos los beneficios manifiestos y no manifiestos que nos has otorgado. Te damos gracias también por este servicio que Te dignaste a recibir de nuestras manos, a pesar de que Te asisten miles de Arcángeles y numerosísimos Ángeles, Querubines y Serafines, de seis alas, multi-oculares, que vuelan en las Alturas Celestiales."

Y no solo por el don de la vida tenemos que valorar al Señor, sino porque El constantemente se preocupa por nosotros y nos tiene compasión, — y no solo en el plan general al administrar el universo, sino en cada suceso personal, de tal manera que cada detalle en nuestra vida no queda sin ser percibido por Su vista Paterna, de tal manera que cada cabello sobre nuestra cabeza esta contado por El (Lucas 12:6-7).

Estando consciente de esto por su propia experiencia, el rey David recordaba:

"Bendice, alma mía Al Señor, y bendigan todo mi ser Su Santo nombre. Bendice, alma mía Al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es que perdona toda s tus iniquidades, y que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias, El que sacia de bienes tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila ..... Misericordioso y clemente es el Señor; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades; Ni nos ha pagado conforme á nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció Su misericordia sobre los que le temen. Cuan está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Come el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que Le temen ... Bendecid al Señor, vosotras todas sus obras, En todos los lugares de Su señorío. Bendice, alma mía al Señor" (Salmo 103).

El más grande, importante, real e incomprensible acto de misericordia por el cual debemos agradecerle siempre a Dios, es por haber enviado al mundo a Su Hijo Unigénito Nuestro Señor Jesucristo, "Para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Si nuestros primeros antecesores hubiesen conservado una moral pura, la cual les fue obsequiada por Dios, entonces nosotros sus descendientes no hubiésemos conocido las enfermedades, penas, desgracias y muerte, sino que eternamente hubiéramos disfrutado de la vida en el Paraíso. Todas nuestras desgracias son el resultado del pecado original de nuestros antecesores, y también de nuestros pecados personales. El pecado no es simplemente un capricho, desobediencia, sino que es una insolente rebelión contra el Legislador, y Dios debería haber eliminado a la gente pervertida y profanada. Pero en cambio, Él es misericordioso, y desde el primer momento en que pecaron nuestros antepasados, comenzó a guiar con paciencia el destino de la humanidad hacia el renacimiento espiritual.

Todo el período antiguo, fue un tiempo para preparar a la humanidad para la llegada del Mesías-Salvador.

Este fue un largo y complicado proceso para educar en la fe a las personas, y para crear aquellas condiciones indispensables (de infraestructura), las cuales favorecieron la propagación del cristianismo por todo el mundo.

La esencia del acto de Redención, realizada por el Hijo de Dios, claramente se descubre en varias parábolas del Evangelio, por ejemplo: la oveja extraviada, la higuera infructuosa, el hijo pródigo, el Buen Pastor. Debido a que la humanidad se extravió en la misma forma que la oveja débil, el Buen Pastor fue a buscarla por las montañas y desiertos, y al encontrarla pereciendo, El no la echó, sino que la tomó, con cariño sobre sus hombros y la llevó de vuelta. Jesucristo no solo nos enseñó como creer y vivir correctamente, sino que tomó sobre Sus hombros el gran peso de nuestros pecados y El Mismo llevó el castigo merecido por nosotros. Que inalcanzable amor y compasión!

Este acto de Redención no pertenece únicamente al pasado histórico, sino que en la actualidad Dios nos perdona a cada uno y nos renueva espiritualmente por los sufrimientos sobre la cruz de Su Hijo Unigénito. Por más que nosotros violamos diariamente Sus mandamientos, y Lo ofendemos con nuestros pecados, El pacientemente espera que entremos en razón. Todo esto gracias a que "El Señor quiere que todos los hombres sean salvados y vengan al conocimiento de la verdad" (Timoteo. 2:4).

Nuestro Señor Jesucristo nos quiere tanto que nuestras mentes no lo pueden comprender, según el monje Siluan de Monte Athos. — Él nos quiere como a Sus hijos, y Su amor es mas fuerte que el amor de una madre, porque hasta una madre puede olvidarse de sus hijos, pero Nuestro Señor nunca se olvida de nosotros.... De tal forma nos quiere Dios, que por nosotros se encarnó, derramó Su Sangre y nos dio la comunión de Su Purísimo Cuerpo y Sangre. De esta forma nos convertimos en Sus hijos, de Su Cuerpo y de Su Sangre, pareciéndonos a Su cuerpo, como los hijos son parecidos a sus padres, independiente de su edad, y el Espíritu Santo atestigua a nuestro espíritu, que nosotros eternamente estaremos con Él...

Solo un desgraciado endurecimiento por los pecados y la distracción dañina por el ajetreo de la vida cotidiana, crea en nuestro corazón una insensibilidad que en la mayoría de los casos no nos damos cuenta de las buenas obras de Dios y no valoramos Su preocupación paternal por nosotros.

Realmente muchas personas se apegaron tanto a lo terrenal, y están tan envueltas en la carrera y en el alcance del bienestar mundano, que no solo no agradecen a Su Creador y Salvador, sino que directamente no se acuerdan de Él, como si fuera que Dios totalmente no existe para ellos.

Pero lo más paradójico es que: cuando ocurre alguna desgracia o enfermedad instintivamente ellas, (esas personas), se acuerdan de Su existencia. Entonces sí, se acuerdan de Él, y no es para pedirle perdón y ayuda para salir de una situación determinada, sino que lo hacen con un sentimiento de queja,: "Porque me castigó Dios de esta forma." Hay tanta gente que es peor que yo, y que prosperan en la vida!" pero a mí me reprime!

Protestar contra Dios es una insensatez enorme y una injusticia respecto a Aquel, Quien lo hace todo para nuestro bienestar. Las mismas personas se alejan de Dios, pecan diariamente, violan todas las normas de los principios morales, se ofenden unos a los otros, y luego culpan a Dios del mal que ellas mismas sembraron. En realidad lo que la gente esta haciendo, es acusar a Dios de que Él nos dio la libertad y no nos impide hacer lo que queremos. Dios pacientemente espera y no nos castiga, porque "El no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta el pecador de su conducta, y que viva" (Ezequiel 33:11).

Las desgracias no son un castigo, sino que es un llamado de atención para que recordemos que no somos eternos en esta vida, y que todos tendremos que presentarnos enfrente del Juez y deberemos responder por nuestras acciones, como explica el apóstol Pablo: "Mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo" (1Cor.11:32). Por lo general, un padre castiga a su hijo no para vengarse, sino, para que entre en razón. Lo castiga porque le desea el bien, pero él mismo siente el dolor.

Hasta que punto el Señor es compasivo lo explica el siguiente relato de la Biblia: Cuando el rey David cometió un pecado, el profeta Gad se presento enfrente de el proponiéndole elegir uno de los tres castigos: "Habrá tres años de hambre en el país; o tres meses te perseguirán tus enemigos, y la espada de tus adversarios te derrotará, o por tres días - la espada de Dios, y la peste, hará destrucción en todos los territorios de Israel. Mira, pues, que responderé Al Que me ha enviado. Entonces David dijo a Gad: "Estoy en gran angustia, pues mucho yo pequé. Ruego que yo caiga en la mano de Dios, porque es grande su misericordia; pero que no caiga yo en manos de los hombres" (1 Crónicas .21:8-14).

Así es como explica San Antonio el Grande (anacoreta de Tebaida 251-356): respecto a lo que se entiende por cólera de Dios: "Dios es constantemente (invariablemente) bueno. Si alguien no entiende como es que Él, se alegra con los buenos y como de los malvados se aleja, y como Se vuelve misericordioso con los pecadores cuando ellos se arrepienten: pues a ello hay que responder, que en realidad Dios no esta contento ni descontento, ya que la alegría y el enojo son cualidades limitadas de las personas. Es ilógico pensar que Dios se siente mal o bien a causa de las acciones de las personas. Dios es bueno y crea únicamente bondad, no causa daño a nadie, y se encuentra siempre invariable. Pero nosotros, cuando somos buenos, entramos en relación con Dios por la semejanza con Él, y cuando somos malvados, nos alejamos a causa de la oposición con Él. Que podemos decir entonces? Dios se aleja de los malos, igual que el sol no está a la vista para los que están negados a ver" (Filocalía, T1, Pág. 150).

Cada pena y dificultad de la vida debemos considerarla como un método para hacernos entrar en razón y para que cambiemos nuestra manera de vivir.

"Así como una madre enseña a caminar a su bebé, — dice San Juan de Kronstandt, — así Dios nos enseña sobre la fe viva en Él. La madre pone de pie a su bebé, se aparta, y le ordena venir hacia ella. El bebé llora sin el soporte de la madre, quiere ir hacia ella, pero tiene temor de realizar un paso, o intenta caminar, pero se cae al suelo. Así el Señor enseña al cristiano a creer en Él. Nuestra fe es débil, como la del bebé que aprende a caminar. A veces el Señor nos deja solos y permite que nos sucedan diferentes desgracias, luego al aparecer la necesidad, nos salva. El Señor nos ordena caminar y dirigir la mirada hacia Él. El cristiano trata de ver al Señor pero su corazón que todavía no aprendió a contemplarlo, teme por su audacia, tropieza y cae. Pero Dios esta cerca y siempre está listo para tomar en sus manos al débil cristiano. Por ello, ante diferentes penas o intrigas del diablo trata de aprender a contemplar al Salvador con la visión de tu corazón. Con valor Contémplalo, como a una fuente inagotable de bondad y con fervor Suplícale, para que El te ayude. E inmediatamente recibirás lo pedido. Lo más importante es, contemplar a Dios con corazón y tener la esperanza en El como al Todo bondadoso. Esto es real a través de la experiencia. Así es como Dios nos enseña a reconocer nuestras debilidades y tener esperanza en Él."

Por ello, vamos a acordarnos diariamente de cuanto nos ama el Señor, y cuanto es lo que Él hizo y continua haciendo para salvarnos. "El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. ¿Cómo no nos dará también con El todas las cosas?" (Rom.8:32).

Por un lado estas advertencias, van a fortalecer nuestro sentimiento de agradecimiento a Dios y por otro lado, — nos van a inducir a tratar mejor a las personas, como esta escrito: "Sed, pues imitadores de Dios como hijos amados" (Efes. 5:1).

Meditemos sobre esta frase: Nosotros somos seres insignificantes, pareciere que no estamos en condición de imitar a Dios en ninguna forma, — ni en Su omnipotencia, ni en Su todo presencia, ni en ninguna otra cualidad de Dios. Sin embargo todos, ¡podemos y debemos! imitarlo en el amor. Y esto para nosotros es un gran honor. Por ello debemos ser misericordiosos, como es misericordioso nuestro Padre" (Lucas 6:36).

Amor a Dios

y al prójimo

"Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Esta hermosa expresión que está descripta en una forma clara y sintética nos transmite la esencia de las enseñanzas de las Santas Escrituras, de lo que nos explicó Nuestro Señor Jesucristo: "De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas"

Pero enseguida surge la pregunta: Si el amor – es un sentimiento único, no es más fácil decir "ama a todos," y entonces todo se reúne en un mandamiento. Como veremos después, El amor hacia nuestro Creador debe ocupar un lugar especialmente santo en nuestro corazón, para que nuestro amor a lo creado no se transforme en idolatría. En especial el amor a Dios ennoblece, dirige e inflama todas las demostraciones de este buen sentimiento.

Si toda la enseñanza de La Sagrada Escritura se concentra en dos concisos mandamientos, ¿quiere decir esto que, todo lo otro, está de más? No, porque dentro de este simple mandamiento se encuentra una gran profundidad. Aprender a amar correctamente y auténticamente — es la enseñanza de las enseñanzas, pues "el amor es el vínculo de la perfección" (carta a los Colosenses 3:14). La finalidad de La Escritura se dirige a enseñarnos, con los sermones (enseñanzas) aplicadas a distintos casos, y con ejemplos vivos, a amar correctamente y auténticamente.

En primer lugar hay que aprender a amar a Dios de tal manera, para que este sentimiento nos transforme y llene todo nuestro ser – para que, ilumine nuestros pensamientos, inflame nuestro corazón, y para que dirija nuestra voluntad y todos nuestros actos - en una palabra, para que Dios sea para nosotros lo más deseado e importante de nuestras vidas: Amar al prójimo también es importante, pero no tanto, como a Dios, sino como a nosotros mismos.

El abad Doroteo explicó con el siguiente ejemplo la relación existente entre el amor a Dios y el amor al prójimo. "Imaginémonos, — un enorme círculo. Supongamos que el círculo - es nuestro mundo, y que el centro de ese círculo es Dios; y que los puntos de los radios de ese círculo — son las personas. Algunos de ellos están más cerca del centro, o sea, a Dios – otros más lejos de Él. En la medida que las personas se acercan al centro del círculo con su amor a Dios, en la misma medida ellos se acercan unos a los otros, y al revés — al alejarse por sus hostilidades uno del otro, al mismo tiempo también se alejan de Dios. Esta es la esencia del amor: en la medida en que nos unimos a nuestro prójimo, en la misma medida nos unimos a Dios."

Aunque el Señor habita en la inaccesible luz. Al mismo tiempo Él está cerca de cada uno de nosotros como nuestro Padre y Salvador. Por ello nosotros podemos y debemos tratar de Amarlo. A continuación tenemos unos cuantos ejemplos concretos.

En momentos difíciles vamos a recordar, que Dios es amor. Que Él, hasta entregó a Su Único Hijo por nosotros pecadores desagradecidos (para que todos los que crean en Él tengan vida eterna (Juan 3:15).

Por cuanto el amor es un sentimiento concreto y se percibe, entonces al analizar nuestra disposición, podemos realmente establecer, cuan sincero y fuerte es nuestro amor al Señor. Si por ejemplo nos complacemos con pensamientos pecaminosos (inmorales), o nos enojamos con alguien, o estamos fuertemente atados a algo terrenal, si no tenemos ganas de rezar o nos parecen aburridas las Santas Escrituras, Entonces significa que nuestro amor hacia Dios es todavía débil, y puede ser que hasta se esté apagando. Entonces hay que esclarecer, si no nos creamos algún ídolo terrenal, al cual le servimos más que a Dios, "pues allí donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (Mateo 6:21).

Al principio nuestro amor hacia Dios puede ser débil y tambaleante, aunque si es sincero, puede, semejante a una destello, con ayuda del Señor, encenderse cada vez más y más, y de esa manera transformar nuestro mundo interior. Paralelamente con la renovación interior van a cambiar nuestras ideas, gustos, y el grado de valores. Por lo cual lo que antes nos parecía interesante y agradable, nos va a parecer triste y vacío. Vamos a preferir un buen libro o una oración en soledad, antes que el teatro, el cine y los bailes. El dinero el confort, y los distintos bienes terrenales, van a comenzar a parecernos secundarios, y, el ir a la Iglesia, tomar la Santa Comunión, o hacer algo bueno por otro, nos va a parecer importante y agradable. Entonces vamos a comprender a las personas, que por un sentimiento de fuerte amor hacia Dios repartían su patrimonio, dejaban sus familias y todas las pertenencias terrenales, y se dedicaban a Servirle. Mas aun todavía, por la Gloria de Dios ellos soportaban todas las rebajas, persecuciones, golpes, y la muerte más tortuosa. Por ejemplo el Apóstol Pablo, en su juventud, tenia una posición privilegiada y una brillante instrucción. Por ser un ciudadano romano, todas las puertas se le abrían. Aunque dejó de darle importancia a todo esto, y por profetizar el Evangelio, por su propia voluntad se sometió a muchos esfuerzos, persecuciones, palizas, renunciamientos y sufrimientos.

Lo más notable de todo esto, es que él, consideraba, como un honor y un privilegio lo que otras personas hubieran recibido como una gran desgracia:

"¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, o la espada? Por Ti se nos mata cada día, como ovejas de matadero se nos trata. Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria gracias a Aquel que nos amó. Por que tengo la certeza de que ni la muerte, ni la vida, ni los Ángeles, ni las Potestades,, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús Nuestro Señor" (Rom. 8:35-39).

Así es como puede encenderse, la llama del amor hacia Dios!

Aun cuando nuestro amor hacia Dios no es tan fuerte, como en el ejemplo mencionado, igual nos va a dar fuerzas espirituales renovadas. En especial el amor a Dios nos va a dar la capacidad de amar a aquellos, que no se lo merecen, ya sea porque son pecadores, desagradecidos, ególatra, orgullosos, caprichosos, descarados, aprovechadores, cobardes, y otros. Esto es porque la persona que ama a Dios, Tiene delante de su espiritual mirada a Aquel Que "hace salir el sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos e injustos," y se acuerda Del que dijo: "Si amáis a los que os aman, que recompensa tendréis? No hacen también lo mismo los gentiles? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, que hacéis de extraordinario? No hacen también así los gentiles? ... Y así, lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselos vosotros igualmente ..... Vosotros, pues, sed perfectos como es vuestro Padre Celestial" (Mateo. 5:46-48, Lucas. 6:27-36).

San Diadoj escribe así sobre la fuerza del amor: "cuando la persona siente el amor de Dios, entonces comienza a amar a su prójimo, y al comenzar ya no deja de hacerlo... En aquel momento, en que el amor físico se esfuma por un motivo insignificante, el amor espiritual se queda. En el alma que ama a Dios, y que se encuentra bajo su influencia, el enlace de amor no se interrumpe aun cuando alguien la lastima. Esto es porque el alma que ama a Dios, al estar encendida por Él, aunque soportó alguna pena de su prójimo, pronto se vuelve a su buen estado anterior y de buena gana reestablece el sentimiento de amor hacia él. En ella la amargura del desacuerdo queda totalmente absorbido por la cordialidad de Dios."

Por otro lado no se puede querer verdaderamente a Dios, si no se ama al prójimo. El Apóstol San Juan El Teólogo escribió:

"El que dice: "Amo a Dios" y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano al quien ve? Este es el mandamiento que hemos recibido de Él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano" (1 Juan 4:20-21). "Si alguien vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra el corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios?¡ Hijos míos!, no amemos solamente de palabra o de lengua, sino con obras y de verdad."

Todas las religiones reconocen el mérito del amor, aunque casi todas la limitan a aquellos que están cerca o a los que le son agradables a la persona. Por ejemplo los hebreos del Antiguo Testamento enseñaban directamente así: "Ama a tu prójimo y aborrece a tu enemigo." Solamente el cristianismo enseña eliminar todas las barreras humanas, y convoca amar a todas las personas sin acusaciones ni correcciones. Al preguntar al legista, quien es el prójimo? El Señor en la parábola del piadoso samaritano explicó, que el prójimo - es toda persona que necesita ayuda, independientemente de su convicción religiosa, nacionalidad o cualquier otra cualidad (Lucas 10:25-37).

Ni la vida acética, ni la exacta observancia de los rituales, ni el entendimiento profundo de los dogmas, sino que en especial el amor que comprende todo, debe ser la característica que distingue al cristiano: Jesucristo transmitía a sus discípulos (San Juan 13:35): "En ello todos reconocerán que son mis discípulos, en el amor que se tengan los unos a los otros."

El mandamiento ordena amar al prójimo como a sí mismo. Aunque no se puede decir que la capacidad de amar al prójimo debe ser en proporcionalidad directa al amor a sí mismo. La experiencia demuestra que, ocurre exactamente al revés, cuanto más amor se tiene a sí mismo una persona, tanto menor es la capacidad que tiene de amar al prójimo. El amor propio y el egoísmo aniquilan el amor auténtico. Dijo El Señor "Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos" (Mateo 24:12).

San Diadoj escribió "El que se ama a sí mismo, no puede amar auténticamente Al Señor, en cambio el que no se ama a sí mismo pues ama mucho más a Dios, es el que verdaderamente ama a Dios. Esta persona jamás deseará la gloria para sí, sino que la gloria se la dará únicamente a Dios..... La persona que ama a Dios, y que está llena de sentimiento hacia Él, únicamente busca la gloria de Dios, con relación a la propia - y se deleita con la humildad. Porque Al Señor le corresponde la gloria a causa de Su grandeza, y a la persona — la humildad."

Aunque amar al prójimo como a sí mismo sirve como medida, sin embargo "No hay amor más grande que dar la vida por su prójimo" (Juan 15:13), mira también (Mateo 5:42-48). Y aquí el ejemplo más elevado es Nuestro Salvador: "En esto hemos conocido el amor, en que Él entregó su vida por nosotros, por ello nosotros también debemos entregar la vida por nuestros hermanos" (1 Juan 3:16-18). A causa de estas palabras él: abad Pimen escribió: "Si alguien escucha una palabra ofensiva, y en vez de contestar con la misma ofensa, se supera y se calla, o, el que fue engañado, lo soporta y no toma venganza contra el engañador, — pues el, con ello pone su vida por el prójimo."

El amor hacia los enemigos es desconocido por otras religiones, y es una virtud que distingue al cristianismo. El Señor Jesucristo enseña: "Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el Cielo (Mateo 5:44)... "Pero Yo les digo no tomen represalias contra el que les hace mal: al contrario si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha dale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto" (Mateo 5:39-41).

El Antiguo testamento permitía ("ojo por ojo, diente por diente," Levítico 24:20) pues las personas antes de la era cristiana, todavía no eran renovadas espiritualmente, y no eran capaces de elevarse hasta el sentimiento a través del cual podían perdonar totalmente y/o sentir amor hacia el enemigo. El cristiano es llamado a reprimir en él, todos los malos sentimientos, — y esto es tan importante, ya que el perdón de nuestros pecados está condicionado, a la manera de cómo perdonamos a nuestro prójimo: "Y Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mateo 6:12).

Por supuesto, perdonar a nuestro enemigo requiere de: un esfuerzo interior muy grande, generosidad y ayuda de Dios. Aunque, sin lugar a dudas, hay mucha subjetividad en la relación con las personas, a las cuales consideramos como nuestros "enemigos." Algunas personas son más desconfiadas, y más susceptible, que otras; otras son más temperamentales, otras más tranquilas. Interesante es también prestar atención a la siguiente ley: cuanto más está atada la persona a los bienes materiales, tanto más ambiciosa, ególatra y orgullosa es, y más fácilmente se enoja con otros, y por el contrario, la persona que es más espiritual, humilde y mansa, soporta más fácilmente las ofensas, y las perdona más rápidamente. Por consiguiente, si nos enojamos con alguien, sería saludable entender, porque nos sometimos a este mal sentimiento. ¿No es un indicador de que tenemos algo malo en su alma?

Además, no es una gran desgracia, cuando alguien nos lastimó o nos quitó algo: pues todo en ésta vida es temporal. Mucho peor es llevar en nuestro corazón un infierno de maldad. Pues la maldad nos hace melancólicos (desalentados), lúgubres, irritables, hostiles, incapaces de relacionarnos con Dios, y de ser felices con los bienes terrenales.

Supongamos que realmente la persona nos hizo una maldad. ¿Pues para que envenenar nuestra vida y hacer perecer mi alma? Por ello, para nuestra propia salud interior, es conveniente lo más rápido posible, descartar los malos sentimientos de nuestro interior, como dice la Sagrada Escritura: "No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence el mal haciendo el bien" (Romanos 12:21). "La vida del alma es el amor, explica San Juan de Kronstandt, y su muerte es la enemistad y la maldad, El Señor para ello nos tiene en la tierra, para que el amor atraviese y traspase todo nuestro corazón: este es el objeto de nuestra existencia."

A veces las personas temen perdonar a sus ofensores, para que ellos no los tomen por tontos, y no comiencen a sojuzgarlos aun más todavía. Hay que elevarse por encima de esos temores, que son infundidos por el diablo. El amor nos acerca a Dios y nos asemeja a Él. El amor lleva en sí Su fuerza victoriosa, escribió San Juan el Teólogo. "La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza ante el día del Juicio, porque ya en este mundo somos semejantes a Él (a Jesucristo. En el amor no hay lugar para el temor, al contrario el amor perfecto elimina el temor, porque el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor" (1Juan 4:17-18).

El amor hacia los enemigos, ya sean éstos evidentes o imaginarios, siempre implica un esfuerzo interior muy grande. Por ello este amor en especial es muy gratificado por Dios. San Pedro explicó "Sobre todo ámense profundamente unos a los otros, porque el amor cubre todos los pecados" (1 Pedro 4:8). Los Santos Padres aconsejan "Si quieres que el Señor escuche tu oración, reza primero por tu enemigo."

En situaciones normales las dos formas de amor (hacia Dios y al prójimo)fortalecen a las personas. Aunque a veces se puede producir un conflicto muy agudo, en el cual nosotros debemos elegir entre ser fieles a Dios, y el deseo de hacer algo que le agrade a la persona amada. En este caso es preferible, ser fiel a Dios, "El que ama a su padre o a su madre más que a Mí no es digno de Mí," dijo el Señor (Mateo 10-37). Hasta en aquel supuesto en el cual, una persona es lo más valioso que tenemos en el mundo, a tal punto que somos capaces de dar nuestra vida por ella, pero si ella nos lleva hacia el pecado o, a serle infiel al Señor - no debemos ceder ante ella. Mejor es perder su simpatía que serle infiel al Señor. Este tipo de sacrificio nos exige el Señor, el Cual dijo: "Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena" (Mateo 5:30).

Si Adán no hubiese cedido ante su mujer, y se hubiese mantenido fiel a Dio, entonces tal vez no hubiera tanta maldad en el mundo, y la historia de la humanidad iría por otro cause más luminoso. Por ello es imprescindible no mezclar las dos formas de amar, y en caso de un conflicto anteponer la fidelidad a Dios en el nivel más elevado, y elevarlo aun más que al de la propia existencia.

El amor asusta a muchos pues no se sienten enteramente capaces de dedicarse a las buenas obras. Ellos temen a los esfuerzos, a los sacrificios y a la pobreza, los cuales están como asociados a ello. Aunque hay que entender, que el amor no es tanto el hacer sino que es un sentimiento. No es tan importante la cantidad de lo que hacemos, sino la predisposición (ánimo) con la cual lo realizamos. Se pueden hacer muchas cosas, pero se puede apenar con nuestra irritación, grosería, y otros defectos, a aquellos a los cuales nosotros quisimos ayudar, o ahuyentar (dispersar) a los que trabajaban con nosotros.

Por ello en primer lugar es sumamente importante que uno se eduque en los buenos sentimientos respecto a otras personas.

El Apóstol Pablo explica muy bien la esencia del amor. "Aunque yo hable todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tenga el don de la profecía conozca todos los misterios y toda la ciencia, aunque tenga toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si me falta el amor no soy nada. Aunque reparta todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada" (1 Corintios 13:1-3).

Y luego explica cuales son los sentimientos propios (naturales) del amor y cuales no: "El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa. , tiene una confianza ilimitada, nunca pierde la esperanza, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, y la ciencia desaparecerá."

Como resultado de esta excelente enseñanza del Apóstol hay que tratar de:

Es importante saber que, todas estas manifestaciones de amor prácticamente se realizan sin ningún esfuerzo interior, simplemente hay que tener una buena predisposición y voluntad.

En general no conviene tomar con autodominio las grandes "obras " y sacrificios, sino que es mejor tratar de entender hacia que nos llama el Señor. Pues por nuestra imprudencia y auto confianza se puede ocasionar más daños que soluciones. Diariamente El Señor en distintas situaciones nos da la ocasión de realizar pequeñas obras buenas. Pero mucha arena puede exceder (tener más peso que) una gran piedra. Todo lo bueno, que nosotros hacemos a otras personas con un sentimiento de compasión, El Señor lo toma como si se lo hubiésemos realizado a Él: "En la medida que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo 25:40).

Conclusión

Y así, el amor es una ciencia muy grande, la cual no se puede aprender en el periodo de toda nuestra vida. Pero no tenemos que perder la esperanza: a nosotros nos espera una vida futura, donde podremos perfeccionarnos aun más, con esta reina de las virtudes.

En conclusión, presentaremos las palabras de Máximo el Confesor: Hay que amar con todo el alma a cada persona, nuestra esperanza hay que depositarla únicamente en Dios, y servirle solamente a El con todo nuestro fervor. Porque, mientras Él nos protege, todos nuestros amigos nos desearan el bien, y los enemigos se hacen impotentes para realizarnos el mal. Pero si Dios nos abandona, entonces nuestros amigos también nos abandonaran, y nuestros enemigos nos dominaran. "Los amigos de Cristo aman a todos sinceramente, aunque no todos ellos son queridos por los demás."

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Apéndice

Ejemplos del amor

del libro “Lavsaik”

Abad Pafnutio y el bienaventurado flautista.

El devoto Pafnutio, al haberse dedicado al ascetismo y sacrificio en unas de las ermitas al Sur de Egipto, rogaba a Dios que le muestre a quien se asemeja él en el modo de vida. Un Ángel se le apareció y le dijo: "Tu te pareces a un flautista que vive en la ciudad." El abad Pafnutio con prisa se dirigió hacia la ciudad y encontrando al flautista, le preguntó sobre su modo de obra y vida. El flautista le dijo la verdad, que él era un bebedor y pecador, y que llevaba una vida impura, que hacia muy poco tiempo, que él dejó la piratería, convirtiéndose en un flautista. Pafnutio siguió preguntándole, si él había hecho algunas obras buenas en su vida? El flautista respondió, que el no se acordaba de alguna buena acción en su pasado, exceptuando una vez, que siendo todavía un bandido, liberó de los delincuentes a una joven doncella cristiana pues querían deshonrarla. Luego, la acompañó hasta un lugar donde ella estaba fuera de peligro. "En otra ocasión, — continuaba él, — me encontré con una mujer muy bonita, la cual vagabundeaba en el desierto. Ella se había escapado de los jueces, porque su esposo debía a la tesorería 300 monedas de oro y no tenia dinero para pagarlas. Durante dos años, permaneció en un calabozo, siendo azotado muchas veces, y a sus tres hijos los vendieron como esclavos. Algunas veces a ella también la azotaron sin misericordia, por lo tanto debió huir al desierto donde llevaba una vida errante y no-tenia nada para comer. Yo me compadecí de ella, la traje a mi cueva, le di de comer, mas las 300 monedas de oro que ella debía. Luego la acompañé hasta la ciudad. De esta forma ella pudo pagar su deuda y liberar a su esposo e hijos." Pafnutio respondió al flautista: "Seguramente tu escuchaste hablar de mí y de mi vida ascética. Sin embargo, yo no tengo acciones tan buenas como las tuyas. Dios me abrió sobre ti. Por tus acciones, tu no eres menos que yo. Por esta razón, no abandones tu alma, al descuido, sujetándola a la voluntad de la ocasión.

Habiendo escuchado estas palabras, el flautista inmediatamente dejó su flauta y siguió a Pafnutio al desierto. De esta forma, su vida restante la dedicó para establecer la armonía en su alma, que fue más valioso para el que las melodías mundanas.

San Efrén de Siria

Un diácono de la iglesia de Edessa, (en aquel entonces Siria), hoy Irak, de nombre Efrén, llevaba una vida muy solitaria y santa, por la cual fue honrado por Dios con el don de clarividencia y sabiduría. Durante muchos años él instruyó a la gente que venia a verlo, y al final de su vida por la siguiente razón tuvo que abandonar la soledad.

Cuando comenzó el hambre en la ciudad de Edessa, San Efrén, por compasión a la gente que se moría de hambre, fue a ver a los habitantes ricos de la ciudad y les preguntó: "Porque no tienen ustedes misericordia por aquella gente que se está muriendo de hambre, y dejan que se pudran sus riquezas condenando así sus almas " Ellos buscando una buena excusa le contestaron: "Todo el mundo está ocupado con el comercio, y no hay nadie quien se pueda ocupar de repartir el pan." Entonces Efrén les pregunto: "Que piensan ustedes de mí y por quien me toman?" — "Nosotros te consideramos una persona de Dios" contestaron ellos unánimemente. En realidad, todos sinceramente le tenían un gran respeto. — "Si ustedes piensan esto de mí, entonces confíenme el deber por los hambrientos," — les dijo el ciervo de Cristo. Los ricos, llenos de vanidad, le contestaron: "O, si tu solo nos honrases!" Entonces Efrén les contesto: "Desde este momento, yo me entrego a ustedes como patrocinador de los pobres."

Tomando de ellos el dinero, él construyó casas con diferentes divisiones, en las cuales colocó hasta 300 camas. De esta forma San Efrén, comenzó a ayudar a todos los necesitados. Él, cuidaba a los enfermos, alimentaba a los hambrientos y sepultaba a los difuntos. En una palabra, todos los que venían a verlo por alguna necesidad, recibían hospedaje y comida del dinero que le donaban los ricos.

Al año, cuando la fertilidad volvió a la tierra, la gente recibió una cosecha abundante y los necesitados pudieron volver a sus casas, este gran varón volvió a su celda y al mes murió, heredando la tierra de los bienaventurados y humildes. San Efrén dejó una vasta cantidad de literatura, y el lector, puede disfrutarla, recibiendo las perlas divinas de la sabiduría espiritual y de la inspiración poética.

Visarión, el Misericordioso.

En unos de los monasterios de Palestina, cerca del río Jordán, vivía un ermitaño muy misericordioso, de nombre Visarion. Una vez, llegando a una aldea, vio en la feria a un pobre sin ropa que yacía muerto sobre la tierra. Visarión, tenia solo una camisa y una simple manteleta. El siempre llevaba un Evangelio, cuyos mandamientos el siempre trataba de cumplir. Viendo el cuerpo del difunto, inmediatamente se sacó la manteleta y cubrió al difunto con ella. Alejándose de ese lugar, se encontró con otro pobre, que estaba totalmente desnudo. Visarión parándose, comenzó a pensar: "Para que, si yo renuncié al mundo, me visto con esta ropa abrigada, cuando mi hermano esta temblando de frío y se puede morir. Si esto llega a sucederle, yo seré la causa de su muerte. Si desgarro mi ropa en pedazos, nadie recibirá de ella ningún provecho. "¡No puede ser de que yo reciba un daño si cumplo más de lo que dice el Evangelio!" Entonces, este gran devoto, desde el porche más cercano de una casa, llamó al indigente, lo vistió con su única camisa y lo dejó ir, luego cubriéndose con sus manos, se sentó de rodillas, teniendo debajo de sus brazos únicamente la palabra de Dios.

En ese momento, cerca de ahí, caminaba un guardián del orden. Reconociendo a San Visarión, le preguntó: ¿"Quién té desnudo?" el Santo mostrando el Evangelio, le respondió." "Él me ha desnudado." Entonces, el guardián del orden, inmediatamente se sacó una prenda, y entregándosela al Santo le dijo: "Aquí tienes, perfecto soldado de Cristo." El Santo la recibió y se alejó secretamente del mundo para evitar los elogios de la gente, ya que todos se habían enterado de lo que pasó. Cumpliendo la Ley Evangélica y no teniendo en su alma ningún tipo de pasión, vendió en esta misma feria su Evangelio y el dinero recibido, se lo entregó a un pobre. De esta manera, él demostró una obediencia total a la palabra de Dios, la cual dice: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dáselo a los pobres" (Mat. 19:21).

Este gran abad realizó, muchos otras proezas de virtud.

 

Ejemplos del amor

del libro “Prado Espiritual”

Abad León.

En el reinado del emperador Tiberio II (578-582), en Oasis, en Libia (al oeste de Tebaida en la zona central de Egipto) vivía un monje llamado León que vino de Capadocia (Asia Menor, actualmente, Turquía del este. El era grande ante Dios, virtuoso. Nosotros supimos muchas cosas admirables de el. Al conocer más sobre él, recibimos de él un gran provecho — en especial de su humildad, desapego respecto a las cosas materiales, ejercicio en el silencio y de su amor, el cual él sentía por todos. Una vez, les dijo: "¡Creedme, hijos, yo reinaré!"

"Que es lo que estáis diciendo, abad. De Capadocia aun no hubo ningún rey, en vano tenéis estos pensamientos."

— "No, hijos, yo reinaré, afirmaba él. Y nadie podía convencerlo de lo contrario. Cuando los bárbaros invadieron y destruyeron todo el país, fueron a Oasis. Allí, mataron a muchos monjes y a otros los llevaron prisioneros. Entre ellos se llevaron del monasterio al abad Juan, el cual antes fue lector en la gran Iglesia de Constantinopla, al abad Eustaquio el romano, y al abad Teodoro. Los tres eran personas débiles, enfermas. En la prisión, el abad Juan, dijo a los bárbaros: "Llévenme a la ciudad. Por mi solicitud el obispo les pagará por mi rescate 24 nomismos." Unos de los bárbaros lo llevo a la ciudad. Y el abad Juan fue a ver al obispo.

En la ciudad estaban el abad León y otros padres, los cuales no fueron apresados. Cuando el abad Juan encontró al obispo, le pidió que él pague por su rescate. Pero el obispo no-tenia más que 8 nomismos, los cuales fueron ofrecidos al bárbaro. Pero aquel no los quiso aceptar. "O me dais los 24, o al monje." Y tuvieron que entregarle al abad Juan, a pesar de sus lágrimas y pena. Luego lo llevaron al campamento de los bárbaros. Dentro de tres días el abad León, tomo 8 nomismos y fue al desierto donde estaban los bárbaros y se dirigió a ellos con las siguientes palabras: "Llévenme a mí y a los 8 nomismos y dejen a los monjes en libertad. Ellos están débiles y no pueden trabajar. De todos modos, los van a tener que matar, yo tengo buena salud y puedo trabajar para ustedes." Los bárbaros cedieron a su ofrecimiento y dejaron a los tres monjes en libertad. El abad León se fue con ellos, y llegando a un lugar al quedar extenuado, lo decapitaron. De esta forma, al abad León, cumplió con la Sagrada Escritura: "No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos" (Juan 15:13). Así fue, como nosotros entendimos el significado de sus palabras: "Yo reinaré." Realmente, él consiguió el Reino de los Cielos entregando su vida por sus amigos.

La misericordia, libera del castigo.

Una vez, Zenón, (Emperador Bizantino, 474-491) ofendió a una mujer en presencia de su hija. Después de ello, la mujer comenzó a frecuentar asiduamente el templo de la Virgen María y con lágrimas en los ojos le rogaba: "Virgen Santa" Castiga al emperador por la humillación a la cual me sometió." Largo tiempo suplicó por ello, — Al aparecérsele la Santísima Madre de Dios, le dijo: "Créeme, mujer, yo ya lo hubiese castigado hace mucho, pero la mano Del Señor Me retiene." Entonces la mujer finalmente entendió, que se le rechazó su pedido, pues el emperador Zenón, era una persona compasiva que ayudaba mucho a los pobres.

San Apolinario.

El Papa San Apolinario, Arzobispo de Alejandría (551-565), era una persona muy bondadosa y misericordiosa. En esta misma ciudad vivía un joven adolescente, hijo de padres muy conocidos, los cuales le dejaron una inmensa fortuna (gran cantidad de oro y barcos. El joven administraba muy mal el dinero, y al cabo de pocos años perdió todo. Así, como antes él, se destacaba por su riqueza, ahora, arruinado, se destacaba por su pobreza.

San Apolinario, apiadándose del joven adolescente, decidió brindarle ayuda al enterarse de su desgracia. Pero deseaba hacerlo de una manera que no hiriese el amor propio del joven muy pronto encontró la manera de realizarlo. Él, ordenó al tesorero de la Iglesia que redacte un certificado ficticio a la orden de Macario, padre del joven, como si fuera que éste, había prestado a la iglesia de Alejandría unas 50 libras de oro. Para que la carta luzca escrita hace mucho tiempo, la cubrieron con granos de trigo por unos cuantos días.

Luego, Apolinario, mandó al tesorero, para que entregue el documento al joven, y para que le cobre por el servicio 3 pequeñas monedas, para eliminar las sospechas de que éste era falso. El tesorero, se dirigió hacia el joven y le dijo, que al revisar los documentos, se encontró con éste compromiso escrito a favor de su padre, el cual quedó olvidado hace diez años entre los papeles, entonces por tres monedas él volvía a entregar el certificado a su propietario.

Al recibir éste documento, el joven apareció ante el Papa de Alejandría. Apolinario al leer el compromiso escrito se hizo como que estaba perturbado y que no creía, que éste, habiendo pasado tanto tiempo no le había presentado el documento. El joven adolescente le explicó todo, pero el Papa continuaba fingiendo como que dudaba por el tiempo transcurrido del certificado. Así pasó una semana. Al final, el Papa simuló ceder ante las suplicas del joven, y le pagó con la condición, de que no le cobraría los intereses a la Iglesia. Con alegría el joven aceptó, y el Papa le entregó las 50 libras de oro. Así de sensible y misericordioso era el arzobispo Apolinario.

Dios le ayudó al joven a recomponer sus asuntos comerciales de tal forma, que al tiempo, no solo, recuperó lo perdido, sino que superó a sus padres en la riqueza. Lo sucedido, le trajo al joven un gran provecho espiritual. Por último, el se enteró de la verdad sobre la ayuda y generosidad del Arzobispo de Alejandría, y esta acción del Santo, hizo despertar también en él, un deseo de ser misericordioso y generoso con los demás.

Dios se preocupa por los misericordiosos.

Una persona creyente que vivió en Constantinopla, (actual Estambul), nos contó sobre sí, lo siguiente: "Mi padre ayudaba mucho a los pobres. Una vez, mostrándome su dinero, me preguntó: Dime ¿qué es lo que tu deseas? Que te deje este dinero o que te deje bajo la protección de Dios? — Yo le contesté que prefiero a Cristo, porque todo lo mundano pasa, hoy estamos aquí, y mañana — donde? Entonces mi padre, sin ningún remordimiento, comenzó a repartir todo lo que tenia, dejándome casi nada prácticamente después de su muerte. Al convertirme en una persona pobre, yo vivía muy humildemente y toda mi esperanza la puse sobre Dios, Al Cual mi padre me encomendó.

No lejos de ahí, vivía una persona rica, cuya esposa era muy devota a Dios y muy cristiana. Ellos tenían solamente una hija, a la cual querían casar. A ellos no les importaba si el futuro esposo seria una persona rica o pobre, lo más importante para ellos era, que esa persona tenía que tener humildad y tenia que sentir temor de ofender a Dios. Ellos deseaban que la amase mucho, y con amor en Dios le dé un cálido amor. Entonces ocurrió, que el rico le ofreció a su esposa a concurrir a la Iglesia para rezarle mucho a Dios, para que Él le mande a su hija un buen novio. "El primero que entre a la Iglesia, - le dijo el esposo a ella - será el elegido por Dios para nuestra hija."

La esposa del rico cumplió con el deseo de su esposo, y resulto ser, que yo fui el primero en entrar a la Iglesia después de que ella había rezado. Viéndome a mí, ella comenzó a preguntarme quien era y de que lugar provenía. Yo le explique quien era mi padre y donde vivía. Ella estaba enterada de la misericordia de mi padre y de cuanto él ayudaba a los pobres. Entonces ella me preguntó si yo era casado. Yo le respondí que no, y le relaté mi conversación con mi padre respecto a mi herencia. Entonces ella glorificando a Dios exclamó: " Tu buen Protector, El Cual tu elegiste te manda no solo una esposa, sino, también riquezas para que tú las uses siendo temeroso de ofender a Dios." De esta manera me he casado y vivo feliz tratando de no olvidarme de los pobres y colaborando con los necesitados.

Alejandro, Patriarca de Antioquia, tenia un escribiente, el cual robó su oro y luego cayó en manos de unos bandidos. El maravilloso Alejandro, enterándose de lo ocurrido, pagó la recompensa a los bandidos y lo sacó de la prisión, y cuando el secuestrado vino a verlo, el Patriarca lo recibió con tanta bondad y benevolencia, que alguien en la ciudad dijo: "No hay cosa más conveniente, que ofender al Patriarca Alejandro."

Enseñanza de los

Santos Padres sobre el amor

Macario, el Grande

Así como la abeja construye las celdillas en los panales, sin que las personas se den cuenta, así la gracia edifica secretamente su amor en el corazón del hombre, cambiando la amargura por la dulzura, y el corazón cruel — por uno bondadoso. Así como el orfebre que labra una muesca sobre una bandeja de plata, poco a poco la adorna con dibujos tallados y cuando la finaliza exhibe su obra de arte en todo su esplendor. Así Nuestro Señor verdadero Maestro del arte, adorna nuestro corazón con un tallado y lo renueva misteriosamente hasta que nos mudemos de nuestro cuerpo, manifestándose allí toda la pureza de nuestras almas."

El que anhela encontrar a Dios, y sinceramente quiere ser discípulo de Cristo, debe seguirlo, tratando de cambiar su interior, ser una nueva y mejor persona, sin retener dentro de sí ninguna característica de su antigua personalidad, porque, como esta dicho: "Aquel que esta en Cristo, es una creación nueva" (San Macario el Grande. El alma que realmente quiere a Dios, por mas que tenga muchas buenas acciones, por su deseo insaciable de acercarse al Señor, piensa de sí, como que aun no ha logrado nada. Y por mas que hubiese agotado su cuerpo con ayunos y sacrificios, el alma sinceramente creerá, que aun no comenzó a obtener obras buenas; por mas que hubiese obtenido dones espirituales, como la clarividencia o revelaciones, o conocimientos de misterios celestiales, por su gran amor a Dios considerará que no a logrado nada... pues está inflamada con el amor del Espíritu Celestial. Por medio de la ayuda de la gracia del Espíritu, el alma busca permanentemente estimular en sí una ferviente tendencia hacia Dios; desea lograr totalmente la relación misteriosa e inexplicable con Él en la santidad del Espíritu; Con la visión purificada del alma, observa cara a cara al Señor; con una espiritual e imborrable luz entra en unión con El, se asemeja a Su muerte, incesantemente con gran ansiedad espera la muerte por Cristo; cree sin dudar, que a través del Espíritu, recibirá la total liberación de sus pecados y de las tinieblas de los vicios, que purificada por el Espíritu, al ser santificada espiritualmente y físicamente, pueda ser digna de ser un recipiente puro para recibir en si al mundo celestial y ser morada del verdadero Cristo Rey. Y únicamente así se hace digna de la vida celestial, al lograr ser aquí (en la vida terrenal), una morada pura del Espíritu Santo." Tu dices: "Yo quiero a Dios y tengo el Espíritu Santo." Pero analízate cuidadosamente si realmente ello es así. ¿Eres fiel totalmente al Señor, día y noche? Y si conservas este constante amor dentro de ti, entonces eres puro. Pero profundiza, en aquellos momentos cuando tienes preocupaciones terrenales o diferentes pensamientos malos e impuros, si realmente no tienes tu una inclinación hacia el mal? y desea tu alma en ese momento amar a Dios y Serle totalmente fiel? Es que, los pensamientos mundanos distraen la mente con temas perecederos y terrenales, impidiéndole al hombre a amar a Dios y a pensar constantemente en Él. Resulta que cuando una persona incapaz (ignorante) reza y se arrodilla, su mente consigue la paz. En la medida que se enfrenta a la pared del mal y profundiza debajo de ella, en la misma medida esta se va destruyendo, y de esta manera la persona gradualmente consigue su dirección espiritual y sabiduría. Pero este grado no es alcanzable para los fuertes de este mundo, ni para los sabios, ni para los escritores."

Diadoj, el Bienaventurado.

El que se quiere a sí mismo, no puede querer totalmente a Dios, verdaderamente solo ama a Dios el que no se quiere a sí mismo a causa de su gran amor a Dios. Esa persona jamás deseara su gloria personal. El alma que ama a Dios y esta llena de amor por Él, a El únicamente glorificará y al mismo tiempo, disfrutará la humildad. Porque a Dios, por Su grandeza, Le corresponde la gloria, y al hombre, la humildad.

Cuando el hombre comienza a experimentar un gran amor por Dios, al mismo tiempo, comienza a amar al prójimo, y al comenzar no cesa. Precisamente esta es la forma como la Santa Escritura enseña a amar. Mientras que el amor físico por cualquier razón se esfuma, el amor espiritual siempre - permanece. En el alma que ama a Dios, y que se encuentra bajo el accionar (influencia) del Señor, la conjunción (alianza) de amor no se interrumpe, inclusive hasta cuando alguien la aflige. La razón es que al alma que ama a Dios, al recibir amor de Él, por mas que hubiese sido ofendida por alguien, muy pronto vuelve a su buen estado anterior, y gustosamente renueva en sí, el sentimiento de amor hacia el prójimo. En ella la amargura del desacuerdo es totalmente absorbida por la dulzura de Dios.

Un hermano preguntó a un monje anciano: "¿Quién puede cumplir con todos los mandamientos, cuando son tantos?" El monje le respondió: "El que imita a Nuestro Señor Jesucristo y Lo sigue paso a paso." — "Pero quien puede imitar al Señor? — pregunto nuevamente el hermano, un poco desconcertado. — Es que el Señor aunque se hizo hombre es Dios, pero yo soy una persona pecadora, esclavizado por innumerables vicios. ¿"Cómo puedo yo imitar a Dios?" El anciano le explicó: "Ninguna de las personas subyugadas por las preocupaciones terrenales, pueden imitar al Señor. Únicamente aquellos que pueden decir con los Apóstoles: "He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y Te hemos seguido" (Mat. 19:27), — ellos reciben la fuerza para imitar a Dios y seguir sus mandamientos." Entonces el hermano le respondió: "Pero padre, son muchos los mandamientos del Señor, quien puede acordarse de todos, y más aun cumplirlos, especialmente una persona débil como yo? Quisiera escuchar de ti un breve consejo, para que yo pueda salvarme guiándome con el." El anciano contestó: "Aunque los mandamientos son muchos, realmente todos ellos se concentran en uno solo: "Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10:27). La persona que trata de cumplir en particular con este mandamiento, cumple al mismo tiempo con todos ellos. Pero aquel que no se libera totalmente de la pasión hacia las cosas materiales, no puede amar verdaderamente a Dios y al prójimo. Por esta razón, no te preocupes solo de lo material, y al tomar un sacrificio que esté de acuerdo a tus fuerzas, concentra toda tu mente en tu interior, porque según las palabras del Apóstol: "El ejercicio físico tiene muy poco provecho, pero la piedad sirve para todo."

Abad Pimen.

"Nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por sus amigos" (Juan 15:13). Si alguien escucha una palabra ofensiva y en vez de contestarle con la misma ofensa, se supera y se calla, o si le han mentido y lo sobrelleva y no toma venganza por ello, con ello se igualara a aquel que da su vida por su prójimo.

San Efrén de Siria.

Cualquier obra buena que nosotros emprendemos, debe hacerse por la gloria de Dios, entonces ella servirá para nuestra gloria. El cumplimiento de los mandamientos resulta ser santo y puro únicamente en aquel caso, cuando se realiza conmemorando al Señor, con temor de ofender a Dios, y por amor a Él. El enemigo del genero humano, (el diablo), trata de apartarnos de esta predisposición de todas maneras con diferentes artificios (anzuelos) terrenales, para que en vez de la verdadera dicha el amor a Dios, nosotros nos aferremos con nuestro corazón a diferentes bienes imaginarios. Y en general, todo lo bueno que el hombre hace, el diablo siempre trata de obscurecer y profanar, mezclando en el cumplimiento de los mandamientos la semilla de vanidad, dudas, insatisfacción o algo parecido, para que nuestra obra buena deje de ser buena. La obra buena, es realmente buena cuando nosotros la realizamos en nombre de Dios, con humildad y fervor. Y ante ésta predisposición, todos los mandatos de Sus leyes, nos resultarán fácil de cumplir, porque el amor a Dios elimina cualquier tipo de obstáculo, dificultad y cumplimiento de los mandamientos.

Seamos generosos y llevemos los problemas unos por los otros, tratando de levantar a los caídos y liberar a aquellos que cayeron presos del enemigo. ¿Que soldado puede ser indiferente al ver que otro soldado suyo cayó en manos del enemigo. Acaso no tratara de liberarlo? ¿Y si se encuentra sin fuerzas para ayudarle, cuando se acuerde de su amigo, no va a sufrir y llorar?. ¿No deberíamos entregar nuestra vida mas frecuentemente por nuestros amigos? Porque nuestro Señor Jesucristo dijo: "Nadie tiene mayor amor que este, que el que entrega su vida por sus amigos" (Juan 15:13).

Al ser miembros, por nuestra relación con otros, del mismo cuerpo espiritual, estamos obligados a ayudarnos mutuamente. Como los miembros físicos, conducidos por el alma, se completan entre sí, así nosotros, conducidos por el Espíritu de Dios, debemos sin envidia servir unos a los otros. Con este estado de ánimo, todos aquellos, que constantemente rezan, pues llevan esa obediencia, con su exceso de oración tratan de completar la oración faltante de las demás personas. O de manera opuesta, otras personas que cumplen la obediencia, tratan de cubrir con el exceso de trabajo el faltante del mismo de otras personas que están en continua oración, para que de acuerdo a la palabra del Apóstol, en todo exista la igualdad (2 Cor. 8:14). Que se fortalezca entre los hermanos la simpleza, el amor, la humilde sabiduría y la falta de envidia. Entonces, en la medida en que cada uno cree, ama y se sacrifica, en esa medida al prosperar diariamente en ello, éste será digno del Paraíso. Esta es la verdadera vida angelical: cuando nos unimos uno con el otro sin envidia, con simplicidad y amor, con paz y felicidad, cuando la prosperidad de nuestro prójimo nos alegra el corazón, y sus faltas y penas las tomamos como propias. Esta escrito: "Que cada uno no solo busque su propio interés sino también el de los de los demás" (Filip. 2:4).

San Máximo, el Confesor.

El que ama a Dios, vive aquí en la tierra una vida angelical, ayunando y velando, rezando y cantando a Dios, y pensando bien de cada persona.

El que ama a Dios, no hace sufrir a nadie, y no se amarga con nadie por las cosas temporales. Solo se aflige y sufre con aquella pena salvadora, con la cual el Apóstol San Pablo se amargaba y afligía a los corintios (2 Corintios 2:4).

El que desea algo, trata de conseguirlo de todas formas, y elimina todos los obstáculos para no perder lo que quiere. De la misma manera, la persona que ama a Dios se preocupara de la oración pura (ferviente), y aparta toda pasión que se le interpone. Tenemos que amar a cada persona con toda nuestra alma, pero la esperanza hay que tenerla puesta únicamente en Dios, y servirle únicamente a Él con todas nuestras fuerzas. Porque mientras Él nos protege, todos nuestros amigos nos desean el bien, y los enemigos no tienen la fuerza para hacernos el mal. Pero cuando Él nos deja, entonces nuestros amigos nos rechazarán, y los enemigos nos dominarán. Los amigos de Cristo quieren a todos con sinceridad, pero no todas las personas sienten amor por ellos. Los amigos mundanos no siempre quieren a todos y no siempre son queridos. Los amigos de Cristo conservan la unión por amor hasta el final, mientras que los amigos mundanos, lo tienen hasta aquel momento en que ocurre algún disgusto entre ellos por alguna cosa terrenal.

Si tu odias a algunas personas, a otras las tratas con indiferencia, y a otras las quiere mucho, tienes que con ello llegar a la conclusión, de cuan lejos aun te encuentras del amor perfecto, el cual nos impulsa a amar a cada persona

El auténtico amor no divide la esencia del hombre único de acuerdo a la moralidad de las personas, sino que ama a todos de la misma forma. A los buenos amigos debemos amarlos con amor de amigos y a los enemigos debemos amarlos como enemigos (según el mandamiento), haciéndoles el bien y con paciencia soportando todo lo que ellos nos hacen, no solo no debemos pagarles el mal con el mal, sino que sufrir por ellos ante sus necesidades, para transformarlos en lo posible en nuestros amigos. Así Dios, Nuestro Señor Jesucristo, manifestó Su amor por nosotros, al sufrir por toda la humanidad y nos dio a todos una esperanza de resurrección. En fin, cada persona se hace a si misma digna de la gloria, o de los sufrimientos del infierno. (San Máx. el Confesor).

Abad Dorofeo.

Cuando nosotros nos encontramos con alguien, lo que más hay que evitar son las sospechas, porque de ella se producen las críticas funesta. Tengo muchos ejemplos que prueban que cada uno juzga al otro de acuerdo a su estado de ánimo

Digamos, por ejemplo, que una persona tuvo que pasarse la noche al lado del camino y tres personas se cruzaron frente a el. Viéndolo parado, unos de los tres pensará que esta persona, debe ser un ladrón, por su apariencia sospechosa; el segundo pensará, de que el posiblemente esta esperando a alguien para tener una aventura pasional, y el tercero pensará que esta misma persona debe estar esperando a alguien para ir al templo a rezar. Así los tres vieron la misma persona en el mismo lugar, pero pensaron de el, tres cosas totalmente diferentes. Y esto evidentemente es de acuerdo al estado de ánimo de cada persona.

Como los negro-amarillos cacoquímicos cuerpos, sea cual fuere el alimento que recibieren, aunque hubiese sido beneficioso, lo transforman en sustancias dañinas, así el alma con costumbres corruptas recibe daño con cualquiera que tuviere algo que ver, aunque fuese con lo más bueno. En cambio el que tiene buenas costumbres se asemeja al que tiene un organismo saludable, que aunque ingiera algo que no es del todo saludable, lo transforma de todos modos en una buena sustancia. Así y nosotros vamos a obtener una utilidad espiritual hagamos todo lo que hagamos, si tenemos buenas costumbres, y nos predisponemos bien.

Tenemos que tratar de limpiar la purulencia interior, para que el lugar afectado, se cure de tal forma en que no quede ningún desorden, y que no se pueda siquiera reconocer, que en ese lugar había alguna herida. ¿Cómo se logra esto? — Rezando con todo el corazón por el ofendido diciendo: "¡Señor, ayúdame a mí y a mi hermano por medio de sus oraciones!" Al rezar de esta forma por nuestro prójimo, manifestamos al mismo tiempo la misericordia y el amor. Al pedir ayuda para sí por las oraciones del prójimo el se llenará de humildad. Allí donde existen la misericordia, el amor, y la humildad, ¿pueden acaso existir la irritación, los malos recuerdos y otras pasiones? Abad Zosima dijo: "Si el diablo usara toda la astucia de su maldad juntamente con todos sus demonios, ante la humildad — toda su perfidia desaparecerá y se hará trizas — de acuerdo al mandamiento de Cristo."

No exijas el amor a tu prójimo, porque por ello el que exige sufrirá si no lo recibe; pero es mejor que tu des el amor a tu prójimo y de esta manera te tranquilizaras. De esta forma, atraerás a tu prójimo al amor.

Este es un relato sobre un monje, el cual siempre pensaba bien de los demás. Si la celda de alguien estaba limpia, él pensaba: su alma es tan limpia como su celda. Y si la celda estaba sucia, él pensaba: esta persona se esfuerza mucho para Dios y por esta razón no tiene tiempo para limpiar su celda.

San Isaac de Siria.

No pierdas el amor por tu prójimo a cambio de alguna cosa terrenal, porque queriendo al prójimo, tú lo recibes a Él, que es lo más valioso en el mundo. Deja lo pequeño, para obtener lo más grande; desprecia lo superfluo y las cosas de poca importancia, para recibir lo que es más valioso.

Cubre al que peca, si esto no te trae daño. Con esto lo animarás para que el se arrepienta y se encamine hacia el bien, y de esta forma atraerás la bondad de Dios. Con una buena palabra y con todos los métodos posibles ayuda a los débiles y apenados, y esa Mano que sostiene todo, te sostendrá a ti también.

Con el esfuerzo de tu oración y con tu corazón apenado, comparte con la persona que sufre, y entonces la fuente de la misericordia de Dios te brindará lo que pides en la oración.

Cuando brindas ayudas, hazlo con simpleza, con tierna mirada, y da más de lo que te piden.

No distingas entre la gente honrada de la deshonrada. Trata, al realizar obras buenas, que toda la gente sea igual para ti, para que de esta forma puedas atraer a los deshonrados hacia el bien, porque el alma por medio de las acciones externas, muy pronto aprende a venerar a Dios.

Un corazón misericordioso, — equivale a un corazón preocupado por toda la creación: por la gente, por los pájaros, por los animales (hasta por) los demonios y todo lo que Dios creó. Recordándolos o observándolos, los ojos del hombre se humedecen. Su corazón se emociona por la gran piedad hacia la creación, y no puede ver o escuchar sobre cualquier pena o mal que sufren estos seres. También por los mudos, por los enemigos de la verdad, y por los que le hacen daño; el permanentemente reza por todos para que ellos sean preservados y perdonados, y también reza con gran piedad por la naturaleza de los reptiles, la que se despierta en su corazón sin límites hasta asemejarse en todo a la de Dios.

El que tiene compasión por los pobres, tiene a Dios como su protector. Y aquel que por Dios se hace pobre, recibirá un tesoro que nunca lo empobrecerá. El Señor se alegra cuando ve que el hombre a causa de Él, se preocupa por los demás. Si alguna ves alguien te pide algo, no pienses: "Me guardo esto por si lo necesito, y Dios por medio de otros, sabrá darle lo que esa persona necesita." Esta manera de pensar es propia de las personas injustas y que desconocen a Dios. La persona justa y buena, no cederá su honor a otro y no dejará pasar la oportunidad de ayudar a alguien. Cada persona pobre y necesitada recibe de Dios lo necesario, porque el Señor no abandona a nadie. Pero si tu rehusaste de ayudar a una persona necesitada, eludes el ofrecimiento (propuesta) de honor otorgado por Dios y alejaste de ti la gracia del Señor.

El que honra a cualquier persona en nombre de Dios, por Su providencia, en secreto recibe ayuda de toda persona.

San Serafín de Sarov.

El que logró el amor perfecto hacia Dios, vive en esta vida como si no existiera. Porque se considera ajeno a lo visible (para este mundo), y pacientemente esperara lo invisible. Esta persona se transformó totalmente por amor hacia Dios y abandonó todas las ataduras mundanas. El que realmente quiere a Dios, se considerará un forastero en este mundo, la razón es que su alma, y toda su contemplación estarán dirigidas únicamente hacia Dios.

Preocupación por el alma. Respecto a su cuerpo, la persona es como una vela encendida. La vela debe quemarse (extinguirse), y la persona debe morir. Pero su alma es inmortal, y por esta razón debemos preocuparnos más por el alma que por el cuerpo:

"De que le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O que podrá dar el hombre a cambio de su alma?" (Mat. 16:26), por lo cual, como se sabe, no existe nada aquí en la tierra que pueda pagar su recompensa. Si el valor del alma es más elevado por si mismo que todo el universo y su reinado, entonces el Paraíso, tiene un valor incomparáblemente más alto. Consideramos el alma como lo más valioso por la razón de que, como dice Macario el Grande, Dios no deseó comunicarse o unirse con Su esencia espiritual con ninguna creación visible, sino únicamente con el hombre, al cual amó más que nada de Su creación.

Tenemos que dirigirnos al prójimo con ternura, sin hacer siquiera una mirada ofensiva. Cuando aborrecemos a la persona o la ofendemos, entonces sentimos un peso, como una piedra sobre nuestro corazón. Debemos ayudar a los que se encuentran turbados y abatidos, tratando de levantar su espíritu. Cuando ves a tu hermano cometiendo un pecado, cúbrelo, como aconseja Isaac de Siria: "Extiende tu manto sobre el que peca y cúbrelo."

Respecto al prójimo, debemos ser puros de pensamiento y palabra; y equitativos con todos, de lo contrario haremos nuestra vida inútil. Debemos amar al prójimo, no menos que a nosotros mismos, de acuerdo al mandamiento de Dios: "Ama a tu prójimo, como a ti mismo" (Lucas 10:27). Pero no debemos amar al prójimo de tal forma, que nuestro amor se desborde del limite normal y nos distraiga del cumplimiento del primer mandamiento, que habla sobre el amor a Dios, así como nuestro Señor Jesucristo nos enseñó: "El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo a su hija más que a Mí, no es digno de Mí" (Mat. 10:37).

San Juan de Kronstad.

Así como una madre enseña a caminar a su bebe, así Dios nos enseña sobre la fe viva en Él. La madre pone de pie a su bebé, se aparta, y le ordena venir hacia ella. El bebé llora sin el soporte de la madre, quiere ir hacia ella, pero tiene temor de realizar un paso, o intenta caminar, pero se cae al suelo. Así el Señor enseña al cristiano a creer en Él. Nuestra fe es débil, como la del bebé que aprende a caminar. A veces el Señor nos deja solos y permite que nos sucedan diferentes desgracias, luego al aparecer la necesidad, nos salva. El Señor nos ordena caminar y dirigir la mirada hacia Él. El cristiano trata de ver al Señor pero su corazón que todavía no aprendió a contemplarlo, teme por su audacia, tropieza y cae. Pero Dios esta cerca y siempre está listo para tomar en sus manos al débil cristiano. Por ello, ante diferentes penas o intrigas del diablo trata de aprender a contemplar al Salvador con la visión de tu corazón. Con valor Contémplalo, como a una fuente inagotable de bondad, y con fervor Suplícale, para que El te ayude. E inmediatamente recibirás lo pedido. Lo más importante es, contemplar a Dios con corazón y tener la esperanza en el cómo al Todo bondadoso. Esto es real a través de la experiencia. Así es como Dios nos enseña a reconocer nuestras debilidades y tener esperanza en Él.

El amor es la vida del corazón, — y su muerte es la maldad y la enemistad. Por esta razón, Dios nos tiene en la tierra, para que el amor traspase totalmente nuestro corazón: esta es la meta de la existencia de nuestra vida temporal.

El amor a Dios se manifiesta en nosotros cuando comenzamos a querer al prójimo como a nosotros mismos: cuando por él, por esa imagen de Dios, no nos tenemos piedad ni lástima, sacrificamos lo terrenal, cuando tratamos de servirle para nuestra salvación con todo lo posible; cuando renunciamos, por complacer a Dios en satisfacer nuestro vientre, a esta visión terrenal, cuando nuestra facultad intelectual la sometemos a la razón y a la voluntad del Señor.

La Sagrada Escritura dice: "Si alguno dice; Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, como puede amar a Dios a quien no ve" (1 Juan 4:20) y luego: "Por que los que pertenecen a Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y malos deseos" (Gal. 5:24).

Recuerda que Dios se encuentra dentro de cada cristiano. Cuando tu prójimo te visita, tenedle gran respeto, porque dentro del él, esta Dios. Muchas veces Dios expresa Su voluntad por medio de la gente: "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su voluntad" (Filip. 2:13). No tengas lástima en algo, al ayudarle a tu hermano, como tampoco al ofrecer algo Dios. Se sincero, bueno y simple con todos. Acuérdate que a veces Dios predispone hacia nosotros el corazón de los infieles, así como en Egipto sucedió con el guardia de la celda, al cual Dios predispuso hacia José (Genes. 39:21).

Acuérdate que el hombre es un ser muy importante y valioso para Dios. Pero esta gran creación, después de su caída hacia el pecado, se hizo débil y ahora esta expuesto a muchas debilidades. Queriéndolo y respetándolo porque él fue creado a imagen y semejanza del Creador, soporta también sus debilidades-, distintas pasiones y malas actitudes- como las debilidades de un enfermo. Esta dicho: "Así que, los que somos fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, y no complacernos a nosotros mismos" (Romanos 15:1). Ayúdense a llevar las cargas mutuamente, y así cumplirán la Ley de Cristo (Galatas. 6:2).

Ama a cada persona, sin prestar atención de su caída en el pecado. Los pecados son pecados, pero el principio (el fundamento) del hombre es uno solo, la imagen de Dios. A veces las debilidades de nuestros prójimos son obvias, cuando por ejemplo, son orgullosos, envidiosos, avaros, mezquinos y malvados. Pero recuerda, que tu también tienes pecados, y quizás tengas mas pecados que los demás. Por lo menos en el sentido del pecado, toda la gente es igual: Todos - dice, han pecado y están privados de la gloria de Dios" (Rom 3:23). Todos somos culpables ante Dios y todos necesitamos de Su misericordia. Por esta razón, debemos soportar las iniquidades mutuas y perdonarnos los unos a los otros, para que nuestro Padre Celestial, también nos perdone nuestros pecados (Mat. 6:14). Observa cuanto nos ama Dios, cuanto hizo por nosotros y continua haciendo, que leve nos castiga y con cuanta generosidad se compadece! Si quieres encaminar una persona hacia el bien, no pienses hacerlo únicamente con tus propias recursos. Estropeamos mas de lo que ayudamos, por ejemplo, con nuestro orgullo e irritación. Pero pon tus aflicciones en Dios (Salmo 54:23) y rogadle de todo corazón, para que El Mismo ilumine la mente y el corazón de la persona. Si El ve que tu oración esta llena de amor, entonces sin duda cumplirá tu deseo, y tu muy pronto veras un cambio en aquella persona por la cual rezaste. Este cambio es debido a la mano de Dios (Sal. 76:11).

Alégrate de tener una ocasión de ayudar a tu prójimo como un verdadero cristiano, que trata de ser una fuente de amor, y que busca realizar la mayor cantidad posible de buenas acciones. No busques que los demás te den amor y cariño, sino, que considérate poco digno de ellos. Mas que nada tienes que sentirte feliz, cuando tienes la oportunidad de ayudar. Brinda tu amor en una forma simple, sin ninguna idea de obtener algo a cambio, sin codicia y cálculos, acordándote que, Dios - es amor, que es un Ser simple. Acuérdate que El ve todos los pensamientos y sentimientos de tu corazón.

Sed valiente y decisivo con toda obra buena, tierno de palabra y participativo, en especial cuando realizas obras de caridad y colaboración. En una obra buena sea cual fuere, – a la depresión y al reblandecimiento considéralo como un sueño. Decid: "Aunque soy el primero entre los pecadores todo lo puedo en Cristo, que me fortalece" (Filip.4:13). Y luego: Todo es posible para el que cree" (Marcos 9:23).

Padre Espiritual Siluan.

Dios nos ama como a Sus hijos, Su amor es mas fuerte que el amor de una madre, porque hasta una madre puede olvidarse de sus hijos, pero el Señor no se olvida jamás . No hubiésemos sabido sobre el gran amor de Dios hacia nosotros, si El mismo no hubiese dado el Espíritu Santo al pueblo ortodoxo y a nuestros grandes pastores.

Gloria a Dios y a Su gran misericordia, por que Él otorga a la gente humilde la Gracia del Espíritu Santo. Los ricos y los reyes no conocen al Señor, pero nosotros, pobres monjes y pastores, conocemos al Señor por medio del Espíritu Santo.

Para conocer a Dios, no hay que poseer ni riquezas, ni ser sabios, pero hay que ser obedientes y moderados, ser humildes de espíritu y querer al prójimo, y entonces amará el Señor a ese alma, y Solo se manifestará a esa persona, y le enseñará a amar y ser humilde, y le dará todo lo que es útil para ella, para que esta persona reciba la paz en el Señor.

Dios nos ama tanto, que es imposible comprenderlo con nuestra mente. Al mirar la Cruz, sabemos que por nosotros Él fue crucificado y que murió padeciendo, pero de cualquier manera, nuestra alma, por si misma no puede comprender este amor, solo se llega a ello por medio del Espíritu Santo.

La Gracia del Espíritu Santo es tan dulce, y la misericordia de Dios es tan grande, que describirla es imposible, pero ni bien el alma insaciable queda atraída hacia Él, se inflama de amor por el Señor y queda ocupada totalmente por Dios, y con mucha paz en Él, el mundo para ella queda olvidado completamente.

Pero no siempre el Señor Misericordioso le otorga esto al alma, así, a veces Él le otorga que sienta amor por todo el mundo, y el alma llora por todo el mundo, rogando al Señor, Misericordioso y Todo bondadoso, para que vuelque Su Gracia sobre cada alma y se compadezca de ella con Su misericordia.

Del polvo Dios creó al hombre, pero nos ama como a sus propios hijos, y con mucho deseo nos espera. Dios nos amó de tal forma, que por nosotros se reencarnó, derramó Su sangre por nosotros, nos la dio de beber, y nos dio Su Purísimo Cuerpo; y de esta forma nosotros nos convertimos en Sus hijos, de Su Cuerpo y de Su Sangre. Nos asemejamos a Él por Su cuerpo como los hijos se parecen a sus padres independientemente de su edad, y el Espíritu de Dios atestigua a nuestro espíritu de que nosotros estaremos eternamente con Él.

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Folleto Misionero # S67

Copyright © 2001 Holy Trinity Orthodox Mission

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

(amor.doc, 03-29-2001).