Hacia el conocimiento

de la Biblia, parte 2

Los cinco

libros de Moisés

Obispo Alejandro (Mileant)

Traducido por Dra. Elena Ancibor

 

 


Contenido:

Resumen de los cinco libros de la Biblia. Profeta Moisés. Breves nociones sobre los libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

Profecías sobre el Mesías en los libros de Moisés.

El relato bíblico sobre la creación del mundo.


 

 

Resumen de los

Cinco Primeros Libros de la Biblia

Los cinco primeros libros de la Biblia, suelen recibir el nombre genérico de Pentateuco, y fueron escritos por el Profeta Moisés, durante los 40 años deambular los hebreos por el desierto de Sinaí. Inicialmente todos los escritos de Moisés constituían una sola compilación de Revelaciones Divinas, un libro que se conocía entre los hebreos como "Tora," lo que significa la Ley, o bajo el nombre del "libro de Moisés" (Esdra 6:18). Las cinco partes de esta obra única de Moisés, en la antigüedad se llamaban por la primera palabra de cada parte. Luego, cada libro recibió el nombre según su contenido: "Génesis," "Éxodo," "Levítico," "Números" y "Deuteronomio." El conjunto se comenzó a llamar el Pentateuco.

En la tradición judía estos libros se denominan Tora porque contienen instrucciones en la ley. En la cristiana a veces se designan como libros históricos. Ambas tradiciones tienen su fundamento, pues tanto la historia como la ley se entrelazan en los libros del Pentateuco, formando una vasta composición. La línea histórica abarca desde la creación del cosmos y del hombre hasta la muerte de Moisés, ocurrida en el momento en que Israel está apunto de cruzar el Jordán y de conquistar la tierra prometida.

La concepción de la historia en estos libros no se corresponde con la de los historiadores modernos. Los autores sagrados interpretan la historia de Israel como la historia de su encuentro con Dios. Más que de una exposición histórica en sentido estricto, se trata de un relato de las gestas de Dios tal como el pueblo las vivió a lo largo de su historia. La historia narrada en el Pentateuco está totalmente impregnada de la experiencia de Dios. Es una historia de salvación, en la que se pueden distinguir seis etapas: 1. Historia de los orígenes (Gn 1-11); 2. Historias patriarcales (Gn 12-50); 3. La historia del éxodo (Ex 1-15); 4. Sinaí (Ex 19-24), 5. La marcha a través del desierto (Ex 16-18, Nm 10-20); 6. Conquista de la tierra (Nm 20-36). El libro del Deuteronomio se presenta como el discurso de despedida de Moisés con el pueblo de Israel en los umbrales de la tierra prometida.

En estas coordenadas históricas se insertan las secciones legales. Las leyes del pueblo de Dios aparecen todas conexas con el Sinaí. No sólo el decálogo (Ex 20) y el código de la alianza (Ex 21-23), sino también la legislación sacerdotal y la ley de santidad (Ex 25; Nm 10) se colocan a los pies de la montaña santa. En el Sinaí Israel recibió la ley y selló una alianza con el Señor, el Dios que se reveló allí mismo a Moisés con vistas a liberar a su pueblo de Egipto. Estos acontecimientos históricos encuadran y dan sentido a la ley. A la acción del Señor, que salva, corresponde el compromiso del pueblo, que observa la ley de Dios. La ley es el signo de la nueva vida de los hombres liberados, la expresión de la alianza entre Dios y el pueblo.

El Deuteronomio, parte actual del Pentateuco, goza de una cierta independencia. En él se combinan también las secciones históricas con las legales, unas y otras ligadas a los eventos del Horeb (nombre de la montaña santa en este libro). La historia fundamenta la ley, una ley predicada, invitando apremiantemente a Israel a su observancia.

En la tradición judía y cristiana, el Pentateuco se ha atribuido íntegramente a Moisés. Resulta claro, sin embargo, que numerosos elementos no pueden remontarse hasta él. Así, el c. 34 del Deuteronomio, por citar sólo un ejemplo, narra cómo murió y fue enterrado Moisés. ¿Sería Moisés autor de semejante relato? Por esto, la atribución del Pentateuco a Moisés significa que los libros del Pentateuco derivan su autoridad de la obra de Moisés. Él es la figura central en estos libros: como líder de Israel, desde la salida de Egipto hasta la entrada en la tierra, y como mediador por excelencia de la alianza y de la ley de Dios.

El profeta Moisés

El nombre moisés, en hebreo Moshe, aparentemente significa "rescatado del agua." Así lo nombró la princesa egipcia que lo encontró al borde del río. El libro Exodo nos cuenta sobre este tema. Abram y Jojoveda, de la tribu de Leví, tuvieron un hermoso niño. Había una orden faraónica de matar a todo niño hebreo. La madre tratando de salvarle la vida lo colocó en un canasto embreado y dejó el canasto entre los juncos al borde del Nilo. Allí lo encontró la princesa egipcia que vino a bañarse. Como ella no tenía hijo, lo adoptó. Moisés, como hijo de la princesa, recibió una brillante educación en la corte faraónica. Aquel tiempo era el auge de la cultura egipcia.

Ya adulto, Moisés defendió a un hebreo y sin querer mató al guardián egipcio, muy cruel con los esclavos hebreos. Moisés tuvo que huir de Egipto. Se afincó en la península de Sinaí y vivió allí 40 años como pastor del sacerdote Jetró cuya hija desposó. Al pie del monte Horeb el Señor se presento a Moisés en forma de zarza ardiente y le ordenó ir y ver al faraón egipcio y liberar al pueblo hebreo de su pesada esclavitud. Obedeciendo a Dios, Moisés fue junto con su hermano Aarón, a ver al faraón y le pidió de liberar al pueblo hebreo. El faraón no quiso escucharlo y esto provoco las 10 plagas egipcias que azotaron al país. La ultima plaga consistió en que el Ángel del Señor mató a todos los primogénitos egipcios. Los primogénitos hebreos no sufrieron ya que los dinteles de las puertas de los hogares hebreos, fueron por orden de Moisés pintados con sangre de cordero. Desde entonces los hebreos en el día 14 del mes de Nisán (primer mes) - este día coincide con el plenilunio del equinoccio de primavera - festejan la Pascua. La palabra "Pascua" significa "pasar de largo," ya que el Ángel pasaba de largo por los hogares hebreos. Después de esto, los hebreos salieron de Egipto, cruzaron el Mar Rojo, que se separó en dos por la fuerza Divina. En cambio, el ejercito egipcio, que perseguía a los hebreos, fue ahogado en el mar al unirse las aguas.

Sobre el monte Sinaí, Moisés recibió los 10 mandamientos inscriptos sobre las tablas de piedra. Estos mandamientos, junto con otras leyes, tanto religiosas como civiles, anotados por Moisés, constituyeron la base de la vida del pueblo hebreo.

Moisés dirigió al pueblo hebreo durante sus 40 años de deambulación por el desierto de la península de Sinaí. Durante ese tiempo Dios alimentaba a los hebreos con maná, una especie de cereal blanco que juntaban cada mañana de la tierra. El hermano de Moisés, Aarón, fue ungido sumo sacerdote y otros miembros de la tribu de Leví, como sacerdotes y levitas (diáconos). Desde ese tiempo los hebreos comenzaron a oficiar servicios religiosos regularmente y a sacrificar a los animales. Moisés no entró en la Tierra Prometida, él murió a la edad de 120 años sobre el monte Nebo, en la orilla oriental del Jordán.

Después de Moisés el pueblo hebreo, espiritualmente renovado en el desierto, fue dirigido por Josué Navin, quien los llevó a la Tierra Prometida.

Moisés fue el más grande Profeta de todos los tiempos. Con él, según la expresión bíblica, "Dios hablaba cara a cara como un hombre habla con su amigo." Por esa cercanía a Dios el rostro de Moisés resplandecía. Pero Moisés siendo muy modesto, lo cubría con su capa. Por su carácter, Moisés era dulce y benévolo y desde su infancia era tartamudo. Su vida está descripta en los libros: Éxodo, Números y Deuteronomio.

 

Génesis

En las sagradas escrituras el primer libro de Moisés se llama por su palabra inicial "Bereshit" que significa "al comienzo." El nombre griego de este libro "Génesis" indica su contenido.

La historia de los orígenes plantea una serie de interrogantes fundamentales para el hombre: ¿cómo se originó el mundo? ¿qué relación existe entre el cielo y la tierra, entre Dios y el hombre? ¿cuál es el sentido de la existencia humana? ¿cómo y por qué ha entrado el mal en el mundo? Los once primeros capítulos del Génesis responden a estas y otras cuestiones elementales de la vida. La descripción de la creación del mundo persigue la finalidad religiosa y no científica: mostrar que Dios es la causa primordial de todo lo existente. El mundo y todo lo que constituye el mismo, aparecido no casualmente sino por la voluntad del creador. El hombre no es sólo un animal, él lleva en sí el soplo Divino, su alma inmortal, a la semejanza de Dios. El hombre esta creado para designios superiores, el perfeccionamiento en la virtud. El diablo es el causante de la caída del hombre y la fuente del mal en el mundo. Dios siempre se preocupa por el hombre y dirige su vida hacia el bien.

El libro fue escrito para dar al hombre la idea del origen del mundo, el comienzo de la historia humana, ya que las tradiciones orales tienden a olvidarse, y además para conservar en toda su pureza, las profecías primordiales sobre el Divino Salvador del género humano, el Mesías.

En el libro del Génesis se puede percibir aún el eco de distintas voces. Son las voces de varias generaciones: una larga tradición oral, que más tarde fue fijada por escrito, dando como resultado el texto actual del libro. El lector atento puede descubrir en sus páginas las huellas de diferentes autores y redactores. Puede ser éste un ejercicio interesante; pero lo que más interesa es captar el mensaje de fe y esperanza en Dios, tal como lo vivió y experimentó el antiguo pueblo de Dios. Fe y esperanza en un Dios que modela al hombre a su imagen y semejanza; un Dios fiel a sus promesas, cuyo plan de salvación abarca desde el principio hasta el final de los tiempos.

Todos los relatos del Génesis contenidos en 50 capítulos, pueden ser divididos en 3 partes: la primera cuenta el origen del mundo y la caída del hombre, la segunda relata la historia de la humanidad antes y después del diluvio universal y la vida de Noé (4-11 cap.). La tercera contiene la historia de los tiempos patriarcales. De todos los pueblos de la tierra, Dios eligió una familia, un hombre: Abrahán para hacer de él su propio pueblo, en el que serían benditas todas las familias de la tierra (Gn 12-50) contiene la historia de esta familia en tres generaciones: Abrahán, Isaac y Jacob. Estas historias muestran la actuación de Dios: cómo ha ido preparando a su pueblo en orden a la salvación del mundo. Los patriarcas testimonian la fe en este Dios, que acompaña, guía y salva al hombre en su caminar.

 

Éxodo

El segundo libro de moisés, en las Sagradas Escrituras, se llama por sus palabras iniciales: Elle Shemot = "estos son los nombres" de los hijo de Israel, quienes en el tiempo de José se mudaron a Egipto. El nombre griego es Exodo, ya que relata principalmente el éxodo de israelíes de Egipto en el tiempo del profeta Moisés.

La verificación histórica de este acontecimiento es confirmada por los antiguos testimonios y nuevas investigaciones y descubrimientos en Egipto. El periodo de tiempo que abarca el libro Éxodo se cuenta en varios centenares de años desde la muerte de José hasta el nacimiento de Moisés. Moisés condujo al pueblo hebreo de Egipto, cuando tenía 80 años. Al año siguiente él organizó el tabernáculo (una especie de tienda de campaña que servía como templo portátil). Con este hecho termina el libro éxodo.

Es importante agregar aquí algunos datos históricos relacionados con el libro Éxodo. José, fue vendido por sus hermanos a Egipto, cuando allí reinaba la dinastía de los Hicsos o pastores (aproximadamente 2000 años antes de Cristo). Egipto se encontraba en la cúspide del desarrollo y poder. El faraón reinante era probablemente Apofis. El encumbró a José, quien salvó a los egipcios del hambre y también mostró una gran benevolencia hacia la familia de José. Pero los principales nacionales egipcios se reunieron en Tebas y paulatinamente expulsaron a los Hicsos. Luego reinó la 18° dinastía con Amosis primero. Los nuevos gobernantes cambiaron su relación con los hebreos. Comenzaron las persecuciones que luego se transformó en una pesada esclavitud. Los nuevos faraones obligaron a los hebreos, como esclavos, a construir ciudades. Al mismo tiempo existía el temor de que los hebreos se unan a las tribus nómades, fronterizas, y arrebataran el poder a Egipto. El éxodo de hebreos corresponde al periodo 1500-1400 a de Cristo. Probablemente reinaba entonces el faraón Totmes cuarto.

El libro Éxodo fue escrito por Moisés en el desierto de Arabia (península de Sinaí) después de recibir de Dios las leyes religiosas y civiles. Se escribió a medida que Moisés recibía las revelaciones Divinas. El libro tiene dos partes: histórica y legislativa. En su parte histórica cuenta los sufrimientos del pueblo hebreo en la esclavitud de Egipto (cap. 1), luego se relatan los caminos de la providencia Divina en la vida de Moisés, llamado por el Señor, para salvar al pueblo hebreo (cap. 2-4). Más adelante se cuenta cómo el Señor preparaba a los hebreos para su liberación (cap. 5-11), su éxodo de Egipto y la deambulación en el desierto hasta el monte Sinaí (cap. 12-18).

En la parte legislativa se dan las bases de la ley Sinaí (cap. 19) y también la lista de las leyes religiosas y civiles reforzadas por la entrada de los hebreos en la Alianza con Dios (cap. 20-25).

Israel descubrió a Dios en los acontecimientos históricos. Toda la exposición de su historia está recorrida por la experiencia de Dios, a quien se considera motor de la historia. Para Israel, el Señor es, ante todo, el Dios que le sacó de Egipto. La salida de Egipto no es el resultado de una mera concatenación de circunstancias naturales, más o menos extraordinarias, sino más bien la consecuencia de la intervención poderosa del Señor. La liberación de Egipto es presentada como la gran acción del Señor. La alianza y la ley se comprenden a la luz de estos acontecimientos histórico-salvíficos. A la acción del Señor que salva ha de corresponder el compromiso de la alianza. La ley del Señor es signo y expresión de la nueva vida de los liberados.

En el centro de esta historia, justo entre el Señor y el pueblo de Israel, destaca la figura de Moisés. A la salida de Egipto, Moisés actúa como caudillo, siguiendo fielmente el plan de salvación del Señor, para el que ha sido llamado. En la ratificación de la alianza y en la transmisión de la ley, Moisés hace de mediador entre Dios y el pueblo. El mensaje del Exodo sigue siendo vivo y actual para el nuevo pueblo de Dios, el pueblo de la nueva alianza; un pueblo libre, en marcha hacia la ciudad futura y permanente (cf He 13:14).

A pesar de los milenios que pasaron desde entonces, las leyes religiosas y morales del libro Éxodo, no perdieron su fuerza. Por el contrario, Nuestro Señor Jesucristo, en Su Sermón de la Montaña, nos enseña a comprenderlos más plena y profundamente. Las leyes civiles y litúrgicas del Exodo y otros libros de Moisés, en el tiempo de Nuevo Testamento, perdieron su obligatoriedad y fueron cancelados por los Apóstoles en el Concilio de Jerusalén (cap. 15 de Hechos).

 

Libros Levítico y Números

El tercer libro de moisés fue intitulado en tiempos antiguos con la palabra "Vaiikra," que significa, "y llamó" Dios a Moisés al Tabernáculo para que reciba las leyes levíticas. El nombre griego de este libro es "libro levítico" ya que contiene la serie de leyes sobre los servicios de los descendientes de Leví (uno de los hijos de Jacob) en el templo del Antiguo Testamento.

El culto israelita, es la expresión de su fe en el Dios que ha sacado a Israel de Egipto y qué ha entablado con él una alianza en el Sinaí. El Señor libró a Israel de las ataduras del Faraón para hacer de él un pueblo consagrado a su servicio. De una servidumbre, forzada, a un servicio libre. En la alianza, Israel pasa a ser el pueblo de Dios, un pueblo separado y apartado de los demás, para que pueda entrar más fácilmente en comunión con el Señor. En la óptica del Levítico, el culto se presenta como la forma más apropiada para entrar en contacto con él Señor, para vivir en comunión con él.

La comunión con el Señor debe ser la meta de toda celebración litúrgica. Los diversos tipos de sacrificios (cc. 1-7) ofrecidos por los sacerdotes levitas (cc. 8-10) son siempre un intento del hombre por entrar en relación más estrecha con la divinidad. Dado que el Levítico se escribe en un momento en, que Israel toma, clara conciencia de sus pecados, se explica su particular insistencia en el valor reconciliador de los sacrificios. En este sentido, la celebración más importante es la del Yom kippur, o gran día dé la expiación, y del perdón (c. 16), en el que el pueblo se reconciliaba plenamente con e1 Señor. Las leyes sobre la pureza-impureza (cc. 11-15) cobran sentido a la luz de la misma concepción básica. Se ha de evitar cualquier impureza que comprometa las relaciones del hombre con Dios. La ley de santidad (cc. 17-27) gira sobre el mismo quicio. Puesto, que el Señor es santo, el pueblo por él escogido ha de ser santo. La santidad exige separación de todo lo profano y consagración al servicio del Señor.

Esto implica el cumplimiento fiel de la voluntad divina, evitando todo lo que física o moralmente pueda alejar al pueblo de Dios.

Con su forma de entender el pecado y la reconciliación mediante el sacrificio, el libro del Levítico pone las bases para asentar y comprender la obra de Cristo, sumo sacerdote, quien con el sacrificio de sí mismo asegura al hombre el acceso a Dios, la definitiva comunión con él.

El cuarto libro de Moisés se intitulaba con la palabra inicial "Via-edavver" = "y dijo" el Señor a Moisés sobre el recuento del pueblo israelí. Los griegos llamaron a este libro "Números," ya que este comienza con el recuento del pueblo hebreo. Además del valor histórico del relato de ambulación de hebreos en el desierto, el libro "Números" contiene numerosas leyes parcialmente nuevas y en parte ya conocidas de los libros del Éxodo y Levítico, pero reiteradas por necesidad. Estas leyes y ceremonias ya perdieron su importancia en los tiempo del Nuevo Testamento. Como explica el apóstol Pablo en su Epístola a los Hebreos, los sacrificios del A.T. son símbolos del Sacrificio Salvador de Gólgota de Nuestro Señor Jesucristo. Sobre este tema escribe Isaías en el capítulo 54 de su libro.

Las historias expuestas en el libro de los Números pertenecen a un período del desierto en el que se pueden distinguir tres estaciones principales, correspondientes a cada una de las tres secciones del libro. La historia comienza en el desierto del Sinaí, con una serie de disposiciones y medidas antes de partir (cc. 1:1-10). La segunda sección (cc. 10:11-20:13) tiene como punto neurálgico Cades, donde el pueblo pasó gran parte de su estancia en el desierto. Finalmente, los cc. 20:14-36:13 se desenvuelven en las cercanías de la tierra prometida, al este del Jordán.

La estancia en el desierto ha significado para Israel una experiencia religiosa extraordinaria, rica en lecciones no sólo para sus protagonistas, sino también, para las sucesivas generaciones. En su marcha por el desierto, Dios acompaña y guía a su pueblo, pero sin privarle de la búsqueda, sin coartar la libertad y la iniciativa humana. En cada momento, Israel tiene que decidir responsablemente. La actitud del pueblo contrasta continuamente, con la del Señor. Israel se niega a caminar, se enfrenta a sus jefes y ofrece resistencia al plan salvífico de Dios. El Señor castiga a los rebeldes, pero nunca abandona a su pueblo ni deja en su plan de salvación.

El período del desierto es un tiempo de purificación y de maduración. La experiencia del desierto educa y forma al pueblo, ayudándole a crecer y preparándole para la etapa definitiva, que orienta y da sentido a su marcha: la vida en la tierra prometida. En su avance hacia esta meta, el pueblo tiene que superar muchas tentaciones. Son las mismas que frenan a cada hombre en su ascensión hacia la meta final. También el hombre de hoy puede verse reflejado en esta experiencia histórica del pueblo de Dios.

 

Deuteronomio

El quinto libro de moisés se intitulaba, en tiempos antiguos con la palabras: "Elle-gaddebarim" = "estas son las palabras." En griego se llaman, según su contenido, Deuteronomio, ya que en forma abreviada repite la lista de leyes del Antiguo Testamento. Además, este libro agrega algunos detalles a los acontecimientos relatados en los libros anteriores.

En el primer capítulo del Deuteronomio se cuenta cómo Moisés comenzó a explicar la ley de Dios en la tierra Moavita, al otro lado de Jordán, en la planicie en frente a Suf. La distancia era de 11 días de camino desde Horeb. Acontecía esto en el primer día del décimo primer mes, a los 40 años del éxodo de Egipto.

Hacia el final de la vida de Moisés, casi no quedaba nadie de los que escucharon la ley Divina en el Sinaí y en la Tierra Prometida debía entrar la nueva generación, nacida en el desierto. Moisés, velando por la conservación de la verdadera adoración de Dios en el pueblo israelí, antes de su muerte resolvió reunir la Ley de Dios en un libro. En este libro, Moisés, con amenazas y promesas de recompensas, quería fijar lo más profundamente en los corazones de la nueva generación israelí la decisión de seguir por el camino de servicio de Dios.

Desde el punto de vista teológico, el Deuteronomio es uno de los libros más ricos del Antiguo Testamento. Cinco grandes temas se dan cita en él: un Dios, un pueblo, una tierra, una ley, un santuario. Éstos, a su vez, atraen a otros: elección, alianza, bendición, maldición, etcétera.

La idea de un Dios se da la mano con la de un pueblo. El Señor es el Dios de Israel, y éste, el pueblo de Dios. La unidad de Dios, solemnemente proclamada desde el principio, constituye el dogma principal (6:4). De entre todos los pueblos, el Señor eligió a Israel como pueblo de su propiedad (7:6). Tal elección crea lazos especiales entre los dos. Israel tiene que amar al Señor, alabarle y reconocerle como a su Dios. Se exige de Israel un amor total y exclusivo, que implica una separación de las otras naciones Israel no puede portarse como ellas, pues es un pueblo santo y consagrado al Señor. Los israelitas son hijos de Dios y hermanos entre sí.

De Dios le vienen a Israel los bienes que posee. La tierra figura como el más importante. Tanto su conquista como la fuerza para trabajarla y adquirir sus riquezas proceden del Señor, no de Israel ni de los otros dioses o pueblos. Por esto, Israel no ha de vanagloriarse; pero tampoco ha de temer, sino tan sólo confiar en el Señor. La tierra de Canaán es una tierra buena (8:7 ss). Contrasta con la de Egipto y con el desierto. Egipto era una tierra de servidumbre; la de Canaán es de señorío (6:10-11:10). El desierto era un sequedal, sin una gota de agua, mientras que en Canaán abundan las fuentes y veneros. La tierra prometida es, en fin, "una tierra que mana leche y miel." Asentado en esta tierra, el pueblo necesita una ley para vivir en sociedad. Ser fieles a la ley equivale a ser fieles al Señor. Observar los mandamientos es tanto como temer al Señor, amarle y servirle (10:12 ss). Del cumplimiento de las leyes depende la vida y la bendición del pueblo (c. 28).

La unidad de Dios lleva, en última instancia, a la unidad del santuario (c. 12). La centralización del culto forma parte del capital más valioso y original del libro del Deuteronomio. Se pide a Israel que destruya los lugares de culto y que adore al Señor en el lugar que él eligiere para hacer habitar allí su nombre.

 

Profecías sobre el Mesías

en los libros de Moisés

En los libros de Moisés se encuentran las siguientes e importantes profecías sobre el Mesías (Cristo).

 

Relato bíblico sobre

la aparición del mundo y el hombre

"Creo en el único Dios Padre que todo lo sostiene, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible," decimos en nuestra oración cotidiana en casa o en el templo. De esta manera, para nosotros, el mundo es no sólo objeto de conocimiento científico sino también objeto de la fe.

Aunque la ciencia descubra muchas incógnitas en física, química, geología, biología, cosmología, etc, para el hombre quedan no resueltos los problemas principales: ¿de dónde surgieron las leyes naturales y partículas de las cuales se forma el mundo? ¿Cuál es la finalidad de lo que nos rodea y de la vida del hombre? La ciencia no sólo es impotente de contestar estas inquietantes preguntas, sino que en realidad, ellas salen de los límites de la ciencia.

Estas preguntas contesta la Teoinspirada Biblia.

Moisés, el que contempló a Dios, en los primeros capítulos del Génesis, puso el relato de la creación del mundo y del hombre por el Dios. La ciencia, hasta la actualidad, no pudo decir nada convincente sobre la aparición del mundo.

Sólo en el siglo 20, gracias a los éxitos en el campo de la astronomía, geología, y paleontología, la historia del surgimiento del mundo comenzó a ser científicamente investigada. ¡Y que sorpresa! - resulta que el mundo surgió en la misma secuencia como lo describió el Profeta Moisés.

A pesar de que Moisés no se planteaba la meta de describir científicamente la aparición del mundo, su relato se adelantó en muchos milenios a los descubrimientos científicos contemporáneos. Su descripción, por primera vez, atestiguó que el mundo no es eterno y que apareció en el tiempo y en el orden de paulatina evolución. A la conclusión de que el Universo no existía siempre, llegaron también los astrónomos cuando vieron que el Universo se expande sin cesar, como un globo que se infla. 15-20 mil millones de años atrás, todo el Universo estaba condensado en un punto microscópico, el cual, como consecuencia de una explosión comenzó a expandirse en todas las direcciones formando paulatinamente nuestro mundo visible.

La creación del mundo por Dios, Moisés la dividió en 7 períodos, que simbólicamente llamó "días." Durante 6 días Dios organizó al mundo y en el 7mo día descansó de Su tarea. Cuanto duraban estos "días," Moisés no especificó. El 7mo, en cuyo transcurso se desenvuelve la historia de la humanidad, dura ya muchos milenios. El número 7 se usa en escrituras en sentido simbólico y no cuantitativo. Este numero significa la plenitud, la conclusión.

"Al principio creó Dios el cielo y la tierra," en estas palabras la Biblia incluye todo lo que creo Dios: nuestro mundo material visible y mundo espiritual Angélico, que se encuentra fuera de nuestra percepción física. La palabra "creó" nos dice que el mundo es creado por Dios de la nada. A esta misma conclusión llegan muchos científicos contemporáneos. Cuanto más profundamente penetra la física nuclear en las bases de la materia, tanto más encuentra su vacío e inmaterialidad. Aparentemente hasta los quarks, de los cuales están formados los protones, no son partículas elementales sólidas. Resulta que la materia es una inexplicable condición de la energía.

Leyendo la descripción bíblica del surgimiento del mundo vemos que en realidad y en rasgos generales, coincide con lo que dice sobre este tema la ciencia actual. Dejando de lado los detalles de la formación de las galaxias, después de "el principio," el relato de Moisés se centra en la formación de nuestra tierra y de aquello que la llena. Así, en el primer "día," "y dijo Dios que se haga la luz." Estas palabras seguramente indican el momento cuando los gases y polvo interestelar, de los cuales se formo el sistema solar, se condensaron tanto, bajo la influencia del campo gravitacional, que en el centro de esta esfera gaseosa comenzó la reacción termonuclear (transformación del hidrogeno en helio), con la emisión de la luz. Así apareció el sol. La luz es el factor que más tarde hizo posible la aparición de la vida en la tierra.

De los mismos gases y polvo de los cuales se hizo el sol, se formaron los cometas, meteoritos, asteroides, proto-planetas etc. Toda esta masa de gases, polvo y cuerpos sólidos que giraba y se movía en el espacio, fue llamado por Moisés "el agua." Bajo la influencia de gravitación mutua ella, con tiempo, formó los planetas. Esto es la separación del agua que se encuentra sobre lo sólido, del agua que está debajo del sólido. Segundo día de la creación. Así, el sistema solar o según la Biblia "cielo," tomó su forma acabada.

Al principio, la tierra, como otros planetas, estaba incandescente. Cuando la superficie se enfrió lo suficiente, el agua comenzó a precipitarse en forma de lluvia y se formaron océanos y continentes. Luego, gracias a la presencia del agua y la luz solar, en la tierra aparecieron las plantas. Esto es el tercer "día" de la Creación.

Primero, plantas verdes microorganismos acuáticos, y luego las plantas gigantescas de tierra firme, comenzaron a limpiar la atmósfera terrestre del anhídrido carbónico y a emitir el oxígeno. Hasta este tiempo si alguien mirara al cielo, desde la superficie terrestre, no podría ver el sol, la luna ni las estrellas ya que la tierra estaba envuelta en una atmósfera densa y no transparente. El ejemplo actual de este tipo de atmósfera lo tenemos en nuestro planeta vecino-Venus. Por eso la aparición del sol, la luna y las estrellas, Moisés llama al "día" de la aparición de los planetas, o sea el cuarto día. No conociendo este hecho, los ateos-materialistas al principio del siglo 20, se reían del relato bíblico sobre la creación del sol después de las plantas. Según la Biblia la luz del sol en forma difusa llegaba a la superficie de la tierra, desde el primer "día" de la creación, pero no se veían los contornos del sol.

La presencia del oxígeno en la atmósfera y en cantidad suficiente, hizo posible la aparición de las formas de vida complejas como peces y aves (en el quinto "día"), luego de los animales y al fin el hombre (en el sexto "día"). Con esta secuencia de aparición de los seres vivos coincide la ciencia actual. En el relato bíblico, muchos detalles interesantes para la ciencia sobre la aparición de los seres vivos, están omitidos por Moisés. Pero se debe recordar que la finalidad de su relato no era la lista de detalles, sino la demostración de la causa primaria de la existencia del mundo y la sabiduría del Creador. Concluye Moisés su relato de la creación del mundo con las siguientes palabras: "Y vio Dios que todo lo que El creó, era muy bueno." En otras palabras, El Creador tenía una particular finalidad en la creación del mundo: que todo debía servir y llevar al bien. La naturaleza conserva, hasta ahora, el sello de bien testimonia no solo la sabiduría, sino también la benevolencia de Su Creador.

Según el libro del Génesis, el último creado fue el hombre. La ciencia contemporánea también considera que el hombre apareció relativamente hace poco tiempo, después de los otros grupos de organismos vivientes. En el problema de la aparición del hombre, la diferencia fundamental entre la ciencia y la Biblia reside en el método y la finalidad. La ciencia trata de encontrar los detalles de la formación de la parte física del hombre, su cuerpo. La Biblia, en cambio, habla del hombre en su forma completa que posee, además del cuerpo, un alma inteligente y semejante a Dios. Sin embargo, la Biblia afirma que el cuerpo del hombre está hecho de la "tierra" o sea de elementos como los cuerpos de los demás animales. Este hecho es importante ya que la Biblia afirma la proximidad física entre el mundo animal y el hombre. Pero la Biblia subraya la situación única del hombre en el mundo animal, como de un portador del "aliento Divino," su alma inmortal. Gracia a la presencia del alma semejante a Dios, el hombre posee un particular sentido espiritual de distinguir el bien del mal. Este sentido espiritual lleva al hombre hacia Dios y el mundo espiritual y hacia el perfeccionamiento moral. En realidad los placeres terrenales solos no pueden nunca satisfacer la sed espiritual del hombre. Estos hechos demuestran el testimonio bíblico que el hombre no es simplemente el peldaño más alto de la evolución del mundo animal sino que es representante de dos mundos físico y espiritual. El descubrimiento de este misterio ayuda al hombre a encontrar su lugar en el mundo y ver su vocación de hacer el bien y dirigirse a Dios.

Como conclusión de nuestro breve resumen del relato bíblico sobre la creación del mundo por Dios, hay que decir que en este relato, igual que en el siguiente, sobre la vida de nuestros ancestros en el Paraíso y su caída, hay además de los acontecimientos accesibles a nuestra comprensión, muchos símbolos y metáforas, cuyo significado no nos es dado de entender plenamente. La importancia de los símbolos está en que ellos dan la posibilidad al hombre, dejando de lado los detalles difíciles de entender, de captar lo que Dios abre a nuestra mente, en este caso la causa del mal, de los sufrimientos y la muerte.

La ciencia continúa esforzadamente estudiando al mundo. Descubre muchas cosas nuevas e interesantes que ayudan al hombre a entender la Biblia más profunda y plenamente. Pero a menudo ocurre como en el proverbio: "por los árboles no ves al bosque." Por eso, para el hombre debe ser más importante la comprensión de los principios que el conocimiento de los detalles. El valor de la Biblia consiste en que ella nos muestra los principios de nuestro ser. Por eso ella tiene una importancia imperecedera.

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Missionary Leaflet # S12

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Editor: Bishop Alexander (Mileant).

 

(biblia2_s.doc, 04-18-2000)