El Inicio

en la Ortodoxia.

 

Parte I.

 

Traducido del idioma ruso por Sergio V. Budnikov

y Matushka, Elena de Amilachwari.

 

 

Contenido

 

La preparación para el bautismo.

Los padrinos.

El comportamiento en el templo.

La vela.

La lista eclesiástica.

Como persignarse correctamente.

El tañido de las campanas.

El pan sagrado.

Agiasma.

El ritmo diario del servicio eclesiástico.

Oficios de Petición (Eucologio).

Moleben (rogativa).

Hermano, Padre, Monseñor.

Bendígame, Padre.

La jerarquía eclesiástica.

Incensario aromático.

Los Catecúmenos.

Como prepararse para la Santa Comunión.

¿Cuantas veces anuales comulgar?

El Cáliz Sagrado.

El Matrimonio.

Unción (oleo para los enfermos).

 

 

La preparación para el bautismo.

Existe un período de preparación para el bautismo. Antes que nada, hay que averiguar si en el templo se efectúan conversaciones especiales para instruir a los Catecúmenos (los que se preparan a recibir el bautismo y estudian la base de la fe ortodoxa). Si tales conversaciones se realizan, se debe asistir regularmente. En los días precedentes al sacramento se debe leer el Evangelio y los libros que clarifican la enseñanza cristiana, por ejemplo "La Ley de Dios" y saber que estos días son especiales, por lo tanto no se debe distraer la atención con otros problemas, aunque sean éstos muy importantes. Dedicar este tiempo al pensamiento moral, espiritual, concentrarse en la vida interior de su alma. Evitar agitación, conversaciones vacuas, la televisión, no participar en las fiestas, porque lo que recibirán es Grande y Santo, debido a que lo Santo Divino se recibe con la mayor trepidación y veneración. En el mismo día del bautismo se debe quedar en completo ayuno, no fumar, los que conviven en pareja deben abstenerse la noche precedente de la relación. La Santidad Divina exige del hombre una pureza especial. Al bautismo se debe acercar extremadamente limpio y pulcro. Las mujeres en período no se acercan a la pila bautismal hasta pasar estos días. Además, las mujeres vienen a bautizarse sin cosméticos ni adornos. Se debe llegar al sacramento a la hora fijada. No es obligatorio bautizarse el día Domingo, ya que este sacramento se oficia también los días de la semana.

 

Los padrinos.

Una vez me tocó ayudarle al Padre en un bautismo. Al terminar el sacramento, entró una mujer con un niño, acompañada por un hombre de rasgos faciales orientales. La mujer solicitó bautizar a su hijo ya que hoy mismo debían salir de la ciudad. El hombre se presentó como el padrino.

 

— ¿Tiene usted la cruz pectoral? — le preguntó el sacerdote.

— ¿Para qué? — respondió aquel en forma de pregunta.

— ¿Cómo que para qué? ¿No es usted un cristiano ortodoxo?

— No, soy mahometano — sonó la respuesta inesperada.

 

Este episodio anecdótico muestra claramente la falta de conocimiento y seriedad en la gente cuando escogen a los padrinos. Una gran mayoría de los padrinos no corresponde a las exigencias mínimas de la Iglesia: no conocen las oraciones, no han leído el Evangelio, no saben persignarse, no portan la cruz pectoral. Algunos padrinos toman un trago de bebida alcohólica antes de entrar en el templo, "para tener más coraje"; las madrinas aparecen a veces vestidas inapropiadamente y con espeso cosmético. Prácticamente, muy pocos conocen el verdadero significado de ser padrino y cuales son sus obligaciones.

Según la tradición de la Iglesia, el recién nacido debe ser bautizado al octavo o al cuadragésimo día de su vida. Se entiende que a esta edad no es posible esperar del niño una fe y una confesión, — dos de las principales condiciones de unión con Dios. Así, desde los tiempos antiguos habían surgido los padrinos, — personas por cuya fe se bautizan los niños (se debe mencionar a propósito que el bautizo de personas mayores de 18 años no requiere padrinos).

Unicamente una persona ortodoxa, capaz de dar la razón de su fe, puede ser padrino. Es necesario un solo padrino para un niño o una madrina para una niña, mas según la antigua tradición rusa, se invitan los dos, madrina y padrino. Los padres del niño no pueden ser sus padrinos; un matrimonio no puede apadrinar al mismo niño. Las abuelas y los abuelos, los hermanos y las hermanas pueden perfectamente ser padrinos del niño en su bautizo.

Después de la inmersión del niño en la pila bautismal, el sacerdote lo entrega en las manos del padrino. De aquí la denominación eslava del padrino: el preceptor. Con ello el padrino toma para toda la vida la responsabilidad de educar al niño en el espíritu ortodoxo, sabiendo que tendrá que rendir cuenta por este niño en el Juicio Final. Los padrinos siempre, hasta el fin de su vida, oran por sus ahijados, los instruyen en la fe y devoción, y los incorporan a los santos sacramentos. El lazo entre los padrinos y los ahijados es eterno y más profundo que entre los hijos y sus padres corporales. Del cumplimiento meticuloso por el padrino de sus obligaciones respecto al ahijado depende tanto su propio destino, como también el del niño percibido de la pila bautismal.

 

El comportamiento en el templo.

El templo ortodoxo es un lugar especial con la presencia de Dios aquí en la tierra. Se debe comportar en el templo humildemente, para no ofender la grandeza del Santuario y no atraer el castigo de Dios sobre uno. Se debe llegar al servicio unos 5-10 minutos antes del comienzo. Al entrar, se debe persignar y hacer una inclinación de cintura. Los hombres al entrar deben quitarse el sombrero. Las mujeres entran en el templo con la cabeza cubierta, sin la pintura labial y vestidas de acuerdo a su sexo. El vestido debe ser decente y limpio. En el templo no se debe conversar en voz alta, mantener las manos en los bolsillos, masticar goma. No se debe caminar por el templo sin una razón importante.

Colocar las velas y besar los iconos se debe sin estorbar a los demás presentes. Las conversaciones deben limitarse a lo más indispensable. A los amigos se les saluda brevemente, posponiendo las conversaciones para más tarde. A los niños no se les debe permitir correr, jugar o reír y al niño que llora se lo debe tranquilizar o salir con él afuera.

Acompañar al coro se puede solamente en voz baja; durante el canto general de los feligreses no se admiten las "voces histéricas." Se permite sentarse en el templo sólo a los débiles y a los muy cansados, mas nunca cruzando las piernas. Cuando todos los feligreses se ponen de rodillas, se debe unirse a ellos.

No se debe fumar en la entrada de la iglesia. No se puede entrar al templo con animales.

Es inadmisible caminar o conversar durante la lectura del Evangelio, durante el canto del himno Querubínico y durante el Canon Eucarístico (desde El Credo hasta el Padre Nuestro), y aún menos deseable es en este lapso colocar las velas y besar los iconos. Corregir a alguien que ha infringido las normas del comportamiento adecuado se debe, en todo caso, muy delicadamente y en voz baja. Es mejor abstenerse de ello en general, a no ser que se trate del caso de un hecho descarado y atrevido. Finalmente, se debe permanecer en el templo hasta la conclusión completa del servicio; abandonar el templo antes de finalizar el oficio, sólo se puede en casos de malestar o una extrema necesidad.

 

La vela.

¿Que es lo primero que se debe hacer cuando se traspasa el umbral del templo? Se debe acercar al despachador de velas. Prácticamente nuestra cristiandad comienza a través de la unión al rito, por medio de la vela de cera. Sería imposible imaginarse un templo ortodoxo donde no se prenden velas.

El intérprete de la Liturgia San Simeón de Solun (siglo XV) dice, que la cera pura significa la pureza y pulcritud de la gente que la trae. La cera se brinda en señal de nuestro arrepentimiento. La suavidad y la flexibilidad de la cera hablan de nuestra disposición de ser obedientes a Dios. La llama de la vela significa el calor de nuestro amor a Dios. No se debe colocar la vela de una manera formal, con el corazón frío. El acto físico debe ser acompañado por una simple oración, con palabras propias.

Las velas siempre se prenden en los servicios eclesiásticos. Los que fueron recién bautizados mantienen las velas en las manos, al igual que los que se unen en el sacramento matrimonial, y durante el oficio por los difuntos. Resguardando del viento con la mano la llama de la vela, los feligreses caminan en la procesión. No existen reglas definidas respecto a donde y cuantas velas deben ser colocadas. Su adquisición es un pequeño sacrificio a Dios, voluntario y no muy pesado. Una vela grande y cara de ningún modo tiene más gracia que una pequeña.

Los que regularmente visitan el templo, colocan comúnmente varias velas: al lado del icono del santo del día, que se coloca sobre el atril en el centro del templo; enfrente de las imágenes del Salvador y de la Santa Virgen — por la salud de sus queridos; al Crucifijo sobre una pequeña mesa — candelabro (kanun) — por el descanso en paz de los difuntos. Y si desea el corazón — a los santos que uno desea.

Sucede a veces que en el candelabro no queda más sitio debido a que todos los provistos se ven ocupados con velas encendidas. Desde luego no es apropiado apagar una vela ya colocada para poner la suya; sería correcto solicitar a la persona adecuada que la colocara más tarde. Y tampoco es razón para confusión si su vela, aún no consumida, la apaguen al terminar el servicio: Dios ya había aceptado su sacrificio.

No hay por que escuchar a los que afirman que la vela debe ser colocada con la mano derecha; que si la vela se apaga — significa una desgracia; que es un pecado mortal el ablandar sobre la llama el extremo inferior de la vela para su estabilidad etc. Existen muchas supersticiones en torno a la iglesia, pero todas son absurdas.

A Dios le agrada la vela de cera, pero la llama que nace del corazón le agrada más. Nuestra vida espiritual y la participación en los oficios religiosos no se limita por la vela, pues por si sola, la vela no nos salvará de los pecados, tampoco nos unirá a Dios y menos nos dará fuerzas para la lucha invisible. La vela está llena de significado simbólico, pero lo que nos salva no es el símbolo, sino la auténtica esencia de la gracia Divina.

 

La lista eclesiástica.

Si usted desea que la lista con los nombres de otras personas, que usted entrega al altar, fuera leída atentamente y sin apuro, recuerde estas normas:

 

 

Debemos anotar por la salud de los que viven y llevan nombres ortodoxos; y conmemorar a los difuntos únicamente bautizados en la Iglesia Ortodoxa.

Durante la liturgia se puede entregar la lista con los nombres: para la "proscomedia" (primera parte de la liturgia en la cual se preparan el pan y el vino, etc.), durante la cual, por cada nombre en la lista se sacan partículas de la "prosfora" (palabra griega, pequeño pan de forma redonda) y se mezcla mas tarde con la Sangre de Cristo pronunciando la oración por el perdón de los pecados del nombrado; durante la liturgia, — para el recordatorio en particular. Estas listas son leidas por los sacerdotes o el clero delante del Santo Trono.

Por el recordatorio durante la letanía, en alta voz, normalmente pronunciadas por el diácono, al terminar la liturgia, estas listas con los nombres, en muchos iglesias, se leen por segunda vez en los oficios de petición.

También se puede llenar y entregar las listas de los nombres para el "moleben" (servicio por las almas de los vivos) o "panijida" (responso por los difuntos).

 

Como persignarse correctamente.

Persígnate, hijo, — dijo una mujer en voz baja a un muchacho adolescente parado a su lado en el momento que el sacerdote bendijo a los feligreses con el Evangelio en forma de Cruz. El niño, junto con la madre, inició solemnemente y sin apuro persignarse: "En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" — murmuraban los labios apenas perceptiblemente y la cara del muchacho adquirió una expresión solemnemente piadosa. Es agradable observar esto. Pero lamentablemente muchas veces se observa lo contrario. Muchos de los creyentes que hace muchos años asisten al servicio eclesiástico, se persignan incorrectamente. Unos hacen volar la mano alrededor suyo, como si espantaran a las moscas, otros colocan los dedos como si agarrara un poco de sal y parece que no se persignan, sino esparcen la sal sobre sus propias cabezas, otros más, clavan los dedos con fuerza en la frente, como si estuvieran clavando clavos. También el error más común, cuando la mano ni siquiera llega al hombro y se pierde en alguna parte cerca del cuello.

¿Pequeños detalles o formalismo? ¡De ningún modo! Aún en sus tiempos, San Basilio el Grande escribía: "En el Templo ha de ser todo con respeto y según los estatutos." La señal de la cruz es un testimonio visible de nuestra fe. Recordemos también a Lucas 16:10:"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel: y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto".

La fuerza de la señal de la Cruz es inmensa. En los relatos sobre la vida de los Santos se encuentran frecuentes referencias cómo se desvanecían los encantos diabólicos por medio de la señal de la Cruz. Por esta razón, cuando nos persignamos descuidadamente o con distracción, sólo alegramos al diablo.

¿Cual es la correcta forma de persignarse?

Se debe colocar juntos los tres primeros dedos de la mano derecha, simbolizando la Indivisible Santísima Trinidad. Los otros dos dedos deben ser firmemente apretados a la palma de la mano; esto significa el descenso del Cielo a la tierra de Jesucristo, Hijo de Dios (los dos dedos son la imagen de las dos naturalezas de Cristo). Los tres dedos juntos se llevan primero a la frente, para bendecir el raciocinio, después sobre el estómago para bendecir los sentimientos, luego sobre el hombro derecho e inmediatamente sobre el izquierdo, bendiciendo las fuerzas corporales. Bajando entonces la mano, hacemos una inclinación de cintura debido a que en este preciso momento acabamos de expresar sobre nosotros La Cruz de la Gólgota y ahora nos inclinamos ante Ella. A propósito, existe otro error muy común, cuando nos inclinamos al mismo tiempo que nos persignamos, como si estuviéramos quebrando la Cruz. No se debe hacer esto.

Muchos antiguos libros de texto sobre la religión indicaban que al persignarse, se debe tocar con la mano el pecho en vez del estomago. Así resultaba una cruz puesta cabeza abajo, o sea, con la parte inferior más corta que la superior, lo que produce el símbolo satánico.

El signo de la Cruz acompaña al creyente en todas partes. Nos persignamos al acostarnos y al levantarnos del sueño, saliendo a la calle y entrando al templo; al sentarnos a la mesa y dando gracias al Señor por la comida, haciendo el signo de la Cruz sobre nosotros mismos y sobre la comida. . La Cruz de Cristo bendice todo en torno Suyo y es por esto que Su Imagen sobre el propio cuerpo del creyente es salvadora y benigna para el alma.

 

El tañido de las campanas.

El tañido de las campanas en la iglesia se presenta en dos formas: "La buena noticia," para llamar a los feligreses al templo, y propiamente el tañido.

"La buena noticia" — toques regulares de una campana grande. Se ejecuta de la siguiente forma: primero se producen tres toques distanciados, lentos y largos, después siguen los toques regulares. También el de "La buena noticia" se diferencia en dos tipos: el común, cuando se toca la campana más grande, y el de cuaresma o el distanciado, cuando se toca una campana de menor tamaño, en los días de la semana durante la Cuaresma.

El tañido propiamente es cuando se tocan todas las campanas a la vez; sus formas son:

"El triple tañido": toque de todas las campanas, con una corta pausa entre las repeticiones (toque en tres tandas). Se oye durante la vigilia nocturna y la liturgia.

"El doble campaneo" lo mismo, sólo con doble repetición (en dos tandas). Se hace en "vigilia nocturna";

"El repique": toque consecutivo en cada una de las campanas (uno o mas golpes), comenzando por la más grande y llegando a la menor de todas, y repitiendo toda la serie varias veces. Se hace en liturgia y en casos especiales: durante la Semana de postración ante la Cruz, durante la víspera del Gran Viernes Santo; antes de la procesión con el sudario, durante maitines del Gran Sábado Santo, en el día de la Exaltación de la Cruz.

"Toque lento": toque lento en cada campana consecutivamente, comenzando de la más pequeña, hasta la mas grande; Después de tocar la campana mayor, se tocan todas las campanas juntas; la serie se repite muchas veces. El "toque lento" se denomina también el "tañido fúnebre" por expresar tristeza y lamento por el difunto. Sin embargo el toque lento siempre se corona por el "triple tañido" como símbolo de la alegre noticia de la resurrección de los muertos.

Finalmente, existe el tañido "alarma". Es un toque muy seguido, generalmente de una campana mediana especial. Se usa como aviso de un peligro.

 

El pan sagrado.

El pan ocupa en nuestra vida un lugar especial. Es el símbolo de toda clase de alimento y de todo el esfuerzo necesario para conseguirlo. Dios dijo a Adán: "Con el sudor de tu rostro comerás tu pan" (Génesis, 3:19).

El pan es también un símbolo religioso: Nuestro Señor Jesucristo se llamaba a Sí Mismo

"El pan de la vida" (Juan, 6:35) diciendo que "el quien coma de este pan, vivirá eternamente" (Juan, 6:51). El hizo digno al pan, que es tan cercano en su composición al cuerpo humano, a ser transformable en Su Cuerpo durante el sacramento de la Eucaristía: Jesús tomó el pan y al bendecirlo, lo partió, y repartiéndolo entre los discípulos dijo: toman y comen, este es Mi Cuerpo (Mt. 26:26).

El pan, consistente de muchas semillas, personifica a la Iglesia — Unica en la multitud de sus elementos. Aparte del Pan Eucarístico, la Iglesia Ortodoxa considera varias formas del pan bendito.

 

Prosfora, (en griego — dádiva, oferta) — es el pan de trigo blanco, hecho con levadura, agregando el agua bendita. La denominación proviene de la antigua usanza de los primeros cristianos de traer el pan de casa para efectuar la Eucaristía. Actualmente las prosforas se preparan en las panaderías diocesanas. La prosfora se compone de dos partes, significando las dos naturalezas de Cristo. Sobre la parte superior se sella la imagen de la Cruz; (en las prosforas preparadas en monasterios, se sella sobre la parte superior la imagen de la Virgen María o de los Santos.)

Durante la Divina Liturgia se recorta de una prosfora (llamada el Cordero) de un modo especial una parte rectangular, que luego será transformada en Cuerpo de Cristo. De otras prosforas, menores de tamaño, se extraen partículas en memoria de los miembros de la Iglesia Celestial y Terrestre. Estas al finalizar la liturgia se colocan en la Sangre de Cristo. Las prosforas de menor tamaño pertenecen a los que habían presentado las listas recordatorias al altar.

Las partes cortadas de la prosfora del Cordero, se denominan "antidór" (griego — "en lugar de la dádiva") . Según los Estatutos, las consume la gente que no comulgó de los Santos Dones. Por lo general los antidor pertenecen a los que ofician en el altar.

 

Artos (en griego — "pan de levadura"), es un pan que se bendice en la noche Pascual. Durante toda la semana de la Pascua ("semana luminosa") el artos — símbolo de la Resurrección de Cristo, — se encuentra sobre el "facistol" frente a Puerta Real del altar y se extrae todos los días para la procesión Pascual. El Sábado "claro" con una oración especial lo desmenuzan y reparten entre los feligreses. La gente devota de la iglesia apropió al artos y al agua bendita la calidad de relativo sustituto de los Santos Dones para los moribundos impedidos de comulgar.

Las prósforas, el artos y el antidor deben ser consumidos en ayunas y con oración. El pan bendito debe conservarse en un recipiente limpio y aparte de otros productos comestibles. Según la tradición, el artos se desmenuza y se toma durante todo el año, de Pascua a Pascua.

Otro tipo de pan bendito es aquel que se reparte entre los feligreses durante las vigilias nocturnas en vísperas de grandes fiestas. En la antigüedad los oficios religiosos duraban mucho y los cristianos ingerían pan para reforzarse. Ahora, aunque la duración de los oficios se redujo, esto quedó como una tradición.

 

Agiasma.

Agiasma en griego significa "cosa sagrada." Así llaman el agua, bendecida según la ceremonia especial. La bendición del agua puede ser menor y grande; la menor se practica durante el año varias veces, la grande — sólo en la fiesta de Teofanía.

Entre la gente rusa hay una extraña creencia de que el Bautismo y la Manifestación de Dios no son la misma cosa y el agua bendita en la Víspera (el 18 de enero) es el agua de la Manifestación de Dios, mientras que la consagrada en el mismo día de la fiesta es de Bautismo (el día 19). Este prejuicio es tan absurdo, que las personas sinceramente creyentes tratan de recoger el agua bendita en los dos días seguidos y la conservan después en diferentes recipientes, temiendo de confundirlos. Debemos entender, que tanto en el día de la fiesta, como en la víspera, el agua se bendice de la misma manera, simbolizando el descenso de nuestro Señor Jesucristo en las aguas del río Jordán.

El agua de Teofanía posee una fuerza muy positiva y especial, y esto lo sabe o siente la gente. En esta fiesta los templos se llenan de los feligreses y hasta existe un tipo especial de feligreses, el que va a la iglesia sólo una vez por año, "por el aguita." ¿Y por qué reza la gente en los días de la bendición de agua? Porque el agua se consagró con la fuerza, y con la acción, y con la llegada de Espíritu Santo. Para que se haga el don de bendición, de liberación de los pecados, de curación del alma y del cuerpo y que esta agua reciba la bendición del río Jordán. Esta agua espantará todas las tentaciones de los enemigos visibles e invisibles. Porque nos llevará a la vida eterna. Para que también nosotros, tomando el agua, seamos partícipes de la bendición y revelación de Espíritu Santo. Grande es la oración, grande también es lo que se consagra. El bautismo de Jesucristo consagró la misma esencia del agua.

El agua bendita debe ser tomada en ayunas, por la mañana, pero en el caso de una especial necesidad de la ayuda divina, se puede tomar a cualquier hora del día o de la noche. Se debe conservar en un lugar separado, mejor junto a los iconos de la casa, mas nunca en la refrigeradora. Observando un trato digno y respetuoso, el agua bendita queda fresca y de gusto agradable durante mucho tiempo. Se puede retocarse con ella, agregarla en pocas cantidades a la comida, esparcirla en la habitación. Personas que se encuentran bajo penitencia y no pueden recibir la santa Eucaristía, toman agua bendita como consolación espiritual.

Es una pena que el milagro de la magna bendición se presenta sólo una vez por año y tan pocas veces podemos escuchar los troparios conmovedores: "La voz del Señor…" etc.

 

El ritmo diario del servicio eclesiástico.

El Estatuto de la Iglesia ordena el cumplimiento diario de nueve diferentes oficios sagrados. Cada uno de ellos tiene su propia historia, simbolismo y duración, pero espiritualmente forman entre todos algo íntegro llamado Circulo de veinticuatro horas. En el oficio religioso ortodoxo mucho está tomado de las costumbres de oración del antiguo testamento. En particular, el inicio de un nuevo día se cuenta a las 6 de la tarde y no a la media noche. De aquí, el primer oficio del Circulo es la víspera. En este oficio la Iglesia les recuerda a los feligreses los sucesos básicos del Testamento Antiguo de la Historia Sagrada: creación del mundo por Dios, el pecado de los ancestros, las leyes del Moisés, el servicio de los profetas. Los cristianos elevan su agradecimiento a Dios por el día pasado.

Después de la víspera se oficia la vespertina menor. Esta se compone de oraciones en comunidad antes de ir a dormir, en las que nosotros recordamos la bajada de Cristo al infierno y salvación de los justos santos del poder del diablo.

A media noche se celebra el tercer Oficio de Medianoche. Este oficio es para recordar a los creyentes de la segunda llegada del Señor y del Juicio Final.

Justo antes de salir el sol se comienza el "Maitines." El Maitines se dedica a los sucesos de la vida terrenal del Salvador y contiene muchas oraciones de contrición y de agradecimiento. Es uno de los Oficios religiosos más prolongados. Alrededor de las 7 de la mañana se lee la "primera hora." Así se denomina este oficio corto, en el cual la Iglesia revoca la estancia de Cristo en el juicio del pontífice Caifás.

La "tercera hora" (las 10 de la mañana) nos lleva por medio de los santos recuerdos al aposento de Sión, donde El Espíritu Santo bajó sobre los Apóstoles, y al pretorio de Pilatos, donde Cristo ha sido condenado a la muerte.

"La sexta hora" (mediodía) — es la hora de la crucifixión del Señor y la "novena hora" (las tres de la tarde) — es la hora de Su muerte en la cruz. A estos sucesos dolorosos se dedican pues los Oficios correspondientes.

Finalmente, el principal Oficio divino cristiano, el centro específico de Circulo de veinticuatro horas, es la Divina Liturgia. A diferencia de los demás Oficios, la liturgia no sólo nos recuerda a Dios, sino nos brinda la posibilidad de unirnos a Él realmente a través del Sacramento de la Eucaristía. La Liturgia debe ser oficiada entre la sexta y la novena hora.

La práctica actual de la celebración de los oficios aportó cambios en las indicaciones del Estatuto. Así, en los templos parroquiales, la vespertina sólo se cumple durante la cuaresma y el Oficio de Medianoche — una vez al año, en vísperas de Pascua. Extremadamente raro es el Oficio de la novena hora. Los restantes seis Oficios del Circulo de veinticuatro horas se unifican en dos grupos de a tres.

En la tarde, al principio se oficia la Víspera, después Maitines y Hora Primera. En vísperas de los días dominicales y días de fiesta esta secuencia de Oficios se denomina la Vigilia Nocturna, o sea, pasar despierto toda la noche. Los cristianos antiguos frecuentemente quedaban rezando hasta aurora. Las vigilias nocturnas actuales duran de 2 a 4 horas en las parroquias y de 3 a 6 en los monasterios.

En la mañana se ofician consecutivamente la tercera y sexta horas y La Liturgia Divina. En las catedrales grandes (donde hay dos altares) con muchos feligreses en los días dominicales y días de fiesta se ofician dos liturgias, una — la temprana y la otra — la tardía; a las dos precede la lectura de las horas.

En los días cuando no se oficia la liturgia (por ejemplo el viernes de la Semana Santa), se oficia una breve secuencia del "Oficio de representación litúrgica." Este oficio es como una "representación" de la misma liturgia debido a que en él se contienen algunos himnos litúrgicos. Pero los oficios de la representación litúrgica no tienen la categoría de un oficio independiente.

 

Oficios de Petición (Eucologio).

Son muy diversas las situaciones cuando necesitamos la ayuda de Dios. A sabiendas de cuanto apoyo celestial implora el hombre, la Iglesia Ortodoxa compuso una serie de oficios sobre los que gozan de la vida, sobre los difuntos, sobre bendición de las cosas y de alimentos. Estos oficios se denominan "oficios de petición" ya que se hacen por solicitud de los feligreses.

Una oración ferviente, especialmente por los vivos, se denomina Moleben. El moleben consiste de comunes y particulares (o por encargo). Estos últimos se celebran por el sacerdote según los soliciten y los comunes — todos los días después de la liturgia.

El oficio del trisagio fúnebre por los difuntos. Estos oficios se celebran solamente por personas bautizadas. No se permite oficiar el rito de entierro a suicidas, borrachos, no creyentes, muertos en consecuencia de aborto o en una riña, a los que en vida denegaban de Dios y de la Iglesia.

La Iglesia bendice mediante sus oficios todo el complejo de la vida del hombre, inclusive los objetos que usamos y los alimentos que ingerimos.

Bendición de los alimentos se practica en los días especiales; por ejemplo, en vísperas de Pascua de Resurrección bendicen los huevos y los "kulichi" (especie de pan dulce, parecido a "panetones"), y en la fiesta de Transfiguración de Jesucristo — las manzanas y otras frutas.

Existe Oficio de bendición de la casa, del automóvil. Sobre estos oficios por petición — se debe convenir personalmente con el sacerdote, para que él escoja la hora conveniente.

 

Moleben (rogativa).

En los templos ortodoxos todos los días, al terminar la misa de la mañana, los sacerdotes ofician servicios por petición. Uno de los más frecuentes es el Moleben o canto del Moleben.

¿Qué es el Moleben? Es un breve oficio de fervientes oraciones sobre diversas necesidades cotidianas. Durante la liturgia muchas veces no prestamos atención al contenido de nuestras súplicas diarias por causa de la sustancia profundamente mística de la Liturgia Divina. Entonces surge la necesidad de orar por las necesidades mundanas, como nos enseñaba el Beato Ambrosio de Optina — "breve pero fogoso," y esto se realiza en el Moleben.

Si estamos enfermos, si emprendemos un asunto importante, si nos preparamos para un viaje, si es el día del santo, antes del comienzo del año escolar, o si deseamos agradecer a Dios por algo en particular, — para todos estos pedidos existen oraciones especiales del Moleben.

Aparte de estas rogativas particulares, hay cantos comunes en el Moleben para todo el pueblo. La iglesia tiene una gran cantidad de tales: para bendición del agua y del año nuevo, en tiempo malo y sequía, por los presos del mal espíritu y del alcohol, los oficios solemnes el primer domingo de Gran Ayuno (Gloria de Ortodoxia) y Navidad, o la Victoria del 1812.

En el Moleben nos dirigimos a Señor Jesucristo, a Su Madre Purísima, a los Santos. El Moleben con cantos de agradecimiento se dirigen a Dios. Al encargar un Moleben, entregamos una lista con los nombres para rezar por ellos durante el oficio. Hay casos en que la persona, al encargar el Moleben, no espera su actuación, se aleja del templo y sólo deja la lista. El Señor recibe cualquier sacrificio, pero por seguro que es más adecuado rezar junto con el sacerdote en vez de dejarlo rezar solo.

A veces al Moleben se le agregan los akathistos y cánones. Los sacerdotes frecuentemente, al terminar el oficio por petición, proceden a untar a los feligreses con aceite bendito y rociarlos con agua bendita.

Según nuestra fe, El Señor nos envía Su ayuda muy pronto después del Moleben. De modo que no es necesario malversar este servicio sagrado encargándolo varias veces por la misma petición. Excepción : Moleben por un enfermo, o por una promesa.

 

Hermano, Padre, Monseñor.

La persona que por primera vez traspasa el umbral de un templo, mayormente se siente inhibida por no saber como dirigirse a los demás. Efectivamente, cómo decirle a la vendedora de las velas: ¿Buena mujer? ¿Señora? ¿Ciudadana? Cómo dirigirse al sacerdote: ¿Camarada? ¿Señor? ¿Maestro? En realidad no existe ninguna dificultad. Los cristianos constituimos una sola familia, todos somos parientes de todos, los parientes entre sí no requieren las formalidades. "Hermano," "hermana" — la mejor forma de dirigirse entre los feligreses. Todos somos hijos del Dios único, descendientes de Adán y Eva. "Padre" — así se les dice a los sacerdotes como a los celebrantes de sacramentos, a través de los cuales nacen las personas a la vida espiritual. Comúnmente, a la palabra Padre se le agrega el nombre, por ejemplo — Padre Juan. A un diácono lo mismo.

No es recomendable dirigirse al sacerdote como "Santo Padre" (como se acostumbra en los países católicos); la santidad de la persona se percibe después de su deceso, (exceptuando si nos dirigimos a un patriarca). A los obispos, arzobispos, metropolitanos — se les debe dirigir "su eminencia" como revestidos del poder eclesiástico.

Hay veces que se debe dirigir en una carta a un servidor del altar que oficia. A los sacerdotes se les escribe Reverendo, o Muy Reverendo. Al obispo — Vuestra Eminencia, al arzobispo — Su Alta Eminencia. Al metropolitano — Monseñor, y únicamente al patriarca — Su Santidad.

Los miembros de las sectas que no tienen sacerdotes, reprochan a los ortodoxos la infracción de las palabras de Cristo: "Y vuestro padre no llaméis á nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos" (Mt. 23:9). Pero está claro que "no llaméis" es " no inclinéis," de otro modo las palabras de Señor resultan sin sentido. Aún en el siglo I el Evangelista Juan el Teólogo, en sus Epístolas de Concilios se dirigía a los cristianos llamándolos como "hijos." Evidente que de una forma correspondiente era la respuesta. No se trata de la palabra sino de su concepción íntima. De ello escribe muy bien el diácono Andrés Kuráev: "Hasta el más convencido bautista llama a su progenitor padre y no protesta cuando su niño le dice papá." Aquí, como en relación con el icono: inclinarse y servir sólo se puede a un Dios. Pero se puede y se debe respetar a los que nos regalaron la vida.

 

Bendígame, Padre.

Una escena familiar de nuestros días — el sacerdote, parado sobre el ambón, exclama : "La bendición divina sobre vosotros" y persigna con la señal de la Cruz a los feligreses. Algunas mujeres ancianas demasiado piadosas — juntan las palmas de sus manos en señal de oración y, por alguna razón desconocida, las aprietan al pecho, realizando así un rito completamente extraño. Esto es un ejemplo muy evidente del desconocimiento como se debe tratar al sacerdote, y del significado de su bendición. Todo creyente considera necesario, al encontrarse con el sacerdote, solicitarle su bendición pastoril, pero muchos lo hacen en una forma incorrecta. Es obvio que en un asunto como este no hay normas rígidas, pero las tradiciones de la Iglesia y el mismo sentido común nos indican lo conveniente.

La bendición tiene varios significados. El primero es el saludo. Un sacerdote puede estrechar la mano a otro sacerdote del mismo rango, mientras que todos los demás, inclusive los diáconos, solicitan su bendición. Para esto se colocan las palmas de las manos abiertas, la derecha sobre la izquierda, como para recoger y besar la mano del sacerdote que imparte la bendición, en son de reverencia al rango sacerdotal. Y nada más. La colocación de las manos en la posición indicada no tiene ningún significado secreto, la gracia divina no baja hacia ellas, como dicen algunos. Se puede pedir la bendición al sacerdote no sólo dentro del templo sino también en la calle y también si él esta vestido de civil. Sin embargo, al encontrar en la calle a un sacerdote vestido de civil que no le conoce a uno, sería más aconsejable no pedirle la bendición.

Así mismo, cuando una persona se despide de un grupo de sacerdotes y se desea la bendición de todos ellos, se acerca primero al de mayor rango. He aquí pues el segundo significado de la bendición sacerdotal: es el permiso, la autorización, la partida feliz. Al iniciar cualquier tarea de responsabilidad, al emprender un viaje, al encontrarse en condiciones complejas, podemos pedirle al sacerdote su consejo, la bendición y besarle la mano.

Finalmente, también se bendice durante el oficio en el templo. Con las exclamaciones: "Paz a todos," "Dios los bendice," "La gracia de nuestro Señor," el sacerdote bendice a los feligreses con la cruz, y en respuesta, humildemente se debe inclinar la cabeza, sin colocar juntas las manos ya que es imposible alcanzar hasta el sacerdote para besarle la mano. Cuando el sacerdote nos acerca los objetos sagrados con la intención de bendecirnos: Cruz, Evangelio, Cáliz, Icono, — primero se debe persignar y después inclinarse.

No se debe pedir la bendición en un momento inadecuado: cuando el sacerdote comulga, inciensa el templo, o está untando con óleo. Pero se puede tomar la bendición al concluir la confesión, al terminar liturgia, al besar la Cruz. No es conveniente pedir la bendición varias veces el mismo día, pero las palabras "Bendígame, Padre" deben sonar siempre alegre y solemnemente y nunca convertirse en un estribillo.

 

La jerarquía eclesiástica.

Cada región (diócesis) tiene su obispo o arzobispo. Obispado es el grado máximo de sacerdocio y la denominación común para todos los del clero que se encuentran en esta dignidad: metropolitano, arzobispo, obispo.

Un grado más abajo están los sacerdotes (presbíteros). Estos encabezan la vida eclesiástica en las parroquias urbanas y rurales. Los sacerdotes son los "hieros" y los "protohieros." El sacerdote mayor en la parroquia se denomina párroco.

El grado menor del sacerdocio es el diácono. Los diáconos ayudan a los obispos y sacerdotes en los oficios sacramentales, pero no los ofician ellos mismos. Los diáconos mayores se denominan protodiaconos.

A los monjes (ermitaños) se los denomina en la Ortodoxia clero "negro," por su voto de celibato y en diferencia con el clero "blanco," casado.

Hay tres grados del estado monástico: 1 - sotana (ryasofor), 2 - mantia (sjima menor) y 3-sjima (sjima mayor). El grado menor, sotana, significa "portador de sotana — ryasa" es una vestimenta de monjes diaria, larga casi hasta el piso, con mangas muy anchas. Sjima menor y la máxima ("forma," "imagen") son los grados superiores. Se distinguen por votos más rígidos.

Todo el obispado son monjes. Sus denominaciones, proviniendo del griego, significan: Patriarca — "el padre del genero," metropolitano — "hombre principal del genero," (patriarcas y metropolitanos encabezan a todas organizaciones eclesiásticas en los países ortodoxos), obispo — guardián, arzobispo — pastor mayor" (obispos, arzobispos y menos frecuente los metropolitanos son representantes de las regiones administrativas eclesiásticas — diócesis.

Sacerdotes-monjes se denominan: hieromonje, igumen (abad) y archimandrita. Archimandrita ("jefe de las cuevas") — normalmente es el párroco de un monasterio grande, de una laura.

Algunos monjes logran este título por servicios especiales a la Iglesia.

Igumen (el guía) — es el párroco de un monasterio o iglesia parroquial.

Los monjes-sacerdotes, que han recibido "sjima," se denominan hierosjimonje, sjiigumen, sjiarchimandrita. Los monjes en el rango de diácono son hierodiaconos, los mayores — archidiaconos.

 

Incensario aromático.

Comienza la vigilia nocturna. El coro canta solemne y pausadamente el salmo 103 que habla de la creación del mundo. Y el sacerdote camina al mismo tiempo por el templo con el incensario. El aroma del incienso llena el espacio.

El incensario, al igual que el candelabro de 7 velas, son objetos indispensables en el oficio religioso ortodoxo (Lev. 16:12). Desde los tiempos de los apóstoles durante la oración se realiza el incensamiento. En el incensario metálico sobre el carbón encendido se coloca el incienso (alquitrán aromático de árboles orientales). Al consumirse el incienso produce un humo aromático.

La incineración de víctimas ante Dios se estableció en los tiempos de la edad antigua. Es suficiente recordar la víctima del justo Abel. El mismo Señor, en el Antiguo Testamento, ordenó a Moisés construir en el Tabernáculo un altar de los holocaustos especial para quemar en él sustancias aromáticas. Los Reyes Magos, que han venido a inclinarse ante Cristo, han traído al Niño Dios entre otros regalos, también el incienso. El Evangelista Juan el Teólogo, en la Revelación, ha visto en el Templo Celestial al Angel recibiendo el incensario de oro (Apocalipsis 8:3-5).

El humo de incienso, que se esparce por el templo durante el oficio, simboliza las oraciones de los feligreses, que ascienden a Dios y, a la vez, la gracia del Espíritu Santo que místicamente las bendice.

Antes de iniciar el incensamiento, el sacerdote pronuncia la oración: "El incensario a Ti llevamos…" Por medio de esta oración es evidente que el humo visible del incensario significa la presencia invisible de la gracia del Señor, que santifica a los feligreses.

El incensamiento durante el oficio religioso puede ser completo (abarcando todo el templo), o en forma breve (altar, el iconostasio y a las personas presentes en frente del ambón). El incensamiento de los objetos sagrados (los iconos, el templo) se destina a Dios, consagrándole el honor y la alabanza debidos. Cuando el incensario se dirige a las personas, es confirmación de que el Espíritu Santo desciende sobre todos los fieles como portadores de la Imagen Divina. En respuesta al incensamiento, la tradición indica de inclinar la cabeza.

No existe opinión unánime sobre si es legal o no, para los fieles, hacer el incensamiento durante la oración doméstica. Los sacerdotes opinan de diferente forma sobre este asunto indudablemente venerado. Lo mas acertado es pedir la bendición de su confesor.

 

Los Catecúmenos.

"Rezan, los Catecúmenos, al Señor," — exclama el diácono todos los días durante la Liturgia Divina y después de esta oración común, la letanía, dice: "¡ Catecúmenos, salid!" Catecúmeno significa persona que se instruye en la doctrina ortodoxa para bautizarse.

En la Iglesia antigua no se bautizaba sin más. La persona que deseaba llegar a la pila bautismal, debía saber con claridad el contenido de la fe cristiana, para poder responder a la pregunta de "¿crees en Cristo?" de todo el corazón "¡creo en El, como al rey y Dios!" Por ello, los que no han recibido la educación cristiana, como también los que se convertían de judaísmo o paganismo, debían aprender de los obispos, presbíteros o catequizadores. El catequismo duraba mucho, a veces varios años. En el transcurso de este proceso, los Catecúmenos no tenían derecho a presenciar el oficio Eucarístico junto con los cristianos fieles. Para no impedirles por completo la comunicación con la Iglesia, los creadores de los ritos sacrales concentraron en la primera parte de la liturgia los himnos de carácter instructivo y lectura de la Escritura Sagrada, denominándolo todo "liturgia de los Catecúmenos."

Pero cuando el tiempo de la enseñanza del oficio sagrado se agota y llega el momento de sagrada y temible unión con Dios, la gente con el alma aún no lavada con las aguas del bautismo no deben presenciarlo. Por esa razón el diácono dice primero la letanía de los Catecúmenos y luego los induce a que salgan. En los primeros siglos del cristianismo a los Catecúmenos no solo los invitaban a abandonar el templo, sino, se revisaba si alguien de los no bautizados todavía permanecía en el templo.

Las costumbres habían cambiado. Ahora se hacen testigos de los Sacramentos Divinos todos los que lo desean y hasta los que entraron al templo por pura curiosidad. Hace tiempo dejó de ser importante la misma institución de los Catecúmenos, aunque muchos de los clericos sienten la necesidad de su restablecimiento. ¿Y por qué se conservó aún la exclamación del diácono y la oración de la Iglesia sobre los Catecúmenos?

El "Libro de instrucciones al clero," en la edición antes de la revolución del 1917 en Rusia, dice al respecto: "En distintas partes de la Tierra se dirigen a la Iglesia Ortodoxa muchas otras religiones, se convierten a la Ortodoxia muchos cristianos de otras denominaciones; nuestra Iglesia se preocupa de todos sus hijos, donde sea que estén, y solicita por medio de la oración a Dios que Él ilumine las almas y cuerpos de todos los Catecúmenos, a pesar de que ellos se estén a una distancia muy lejana; aparte de ello, los Catecúmenos son también como los niños que habían obtenido un nombre ortodoxo pero aún no bautizados… Por esta razón las oraciones sobre los Catecúmenos nunca perderán su fuerza y significado, quedando en el rito litúrgico hasta que exista en el mundo la Iglesia de Cristo.

Con respecto a la salida del templo de los Catecúmenos, no se debe prestar atención al comportamiento de los demás, sino, no siendo aún bautizado, tomar por norma: "mientras aún no tengo derecho de participar en la Santa Eucaristía, pues, debo salir."

 

Como prepararse para la Santa Comunión.

Para el sacramento de la Santa Eucaristía se debe preparar por medio de la oración, el ayuno, el buen comportamiento y ánimo cristiano sumiso y también por medio de la confesión.

 

Las oraciones en la casa y en la Iglesia.

La persona que sinceramente desea comulgar, debe prepararse por lo menos con 2-3 días anticipación, orar con más fervor, leer La Escritura Sagrada, ir a la iglesia. En vísperas de la Comunión, sin falta ir a la iglesia para la vigilia nocturna. Antes de comulgar se debe leer las oraciones especiales para la santa Comunión.

 

El ayuno.

En los períodos del ayuno se debe ayunar más rigidamente, en los demás períodos observar mas moderación en la comida. Evitar distracción, no dedicarse a ver televisión, no escuchar música violenta.

 

Confesión.

El que desea comulgar, debe en vísperas, antes o después de la vigilia nocturna, confesar sinceramente sus pecados al sacerdote, con el corazón abierto y sin esconder ningún pecado. Antes de la confesión se debe sin falta hacer las paces con sus ofensores y con aquellos a quienes ha ofendido uno mismo, pidiéndoles a todos el perdón. En la confesión es mejor no esperar las preguntas del sacerdote sino exponerle todo lo que se acumuló en el alma, sin justificarse ni culpar a otros. En ningún caso debe culpar a nadie, ni mencionar los pecados ajenos.

Si no resulta confesarse en la tarde, hay que hacerlo antes de liturgia, en el caso extremo antes del Himno de los Querubines. Sin la confesión nadie, salvo niños de hasta 7 años, puede ser admitido a la Santa Comunión. Hay una buena tradición: después de la confesión y hasta la Santa Comunión, no comer, no beber, no fumar. Claro, esto se prohibe después de la medianoche. A la Santa Comunión se debe llegar completamente en ayunas. La abstención de la comida y bebida antes de la Santa Comunión debe comunicarse también a los niños..

 

¿Cuantas veces anuales comulgar?

"De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Juan, 6:53).

La Iglesia no tiene una respuesta firme a esta pregunta. Los cristianos de los primeros siglos comulgaban todos los domingos. Con el tiempo cambiaban las normas con respecto a la devoción cristiana y no siempre para mejor. En el siglo XIX muchos cristianos rusos comulgaban durante la Cuaresma. Después de la Gólgota rusa del siglo XX la frecuencia ha crecido, lo que es muy alagador.

Para aquella persona que conoce el Evangelio, no se le debe explicar cuán magna es la Santidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, debido a qué, no se puede heredar la vida eterna sin la Eucaristía (de esto habló el Señor en Su conversación con los judíos; ver Juan, cap.6).

Los fieles saben que al Cáliz sólo se puede acercar después de cierta preparación, tratando de purificar el alma de los pecados y las pasiones. "Nadie de los que se han sometido a las lujurias y pasiones del cuerpo es digno de acercarse o de servir a Ti, Rey de Gloria " — se dice en la oración mística de la Liturgia de Juan el Crisostomo.

La Iglesia deja la solución del asunto en cuanto a la frecuencia en que se debe comulgar en las manos del sacerdote o del confesor. Precisamente con el padre confesor espiritual se debe aclarar con qué frecuencia comulgar, cuanto tiempo y con qué rigidez prepararse antes de ello.

En todo caso, hay que comulgar por lo menos una vez cada ayuno largo (de muchos días) y en el día del Santo. Si en el lugar de la residencia no hay un Templo, se debe encontrar la posibilidad para comulgar aun que sea una vez en el año, en el caso contrario uno arriesga de separarse de la Iglesia. A las personas que desean llevar su vida eclesiásticamente, los sacerdotes recomiendan comulgar una o dos veces cada mes. A veces el sacerdote bendice una frecuencia mayor aún.

 

El Cáliz Sagrado.

Esta historia ha sucedido hace poco tiempo en uno de los templos de San Petersburgo. Un domingo, durante la Divina Liturgia, cuando comulgaban los feligreses, la atención de la gente atrajo un niño rubio que estaba parado cerca del altar. El observaba con mucha atención a los comulgantes y de vez en cuando estallaba en alegre risa infantil. En vano trataban algunos de aquietarlo, hasta el momento que terminó la Comunión. Entonces los padres del niño, muy extrañados, le preguntaron cuál fue la causa de su risa y él les contestó: "Mirando a las señoras y los señores acercarse al Cáliz, vi que hacia algunos se les acercaba volando una palomita blanca. Apenas el señor o la señora abrían la boca para recibir los Dones, el pajarito tomaba los Dones de la cucharilla con el pico y salía afuera. Las personas no veían a la paloma y cerraban la boca creyendo haber completado su comunión, y esto me daba mucha risa."

Una persona no creyente tomaría la respuesta del niño por una fantasía, pero un corazón entregado a la fe no puede ser indiferente ante el significado místico de la visión enviada por Dios a la imaginación infantil. Efectivamente, ¿no es temible acaso pensar que Jesucristo a muchos de nosotros nos impide comulgar del Sagrado Cáliz debido a que nos acercamos a Él sin prepararnos y ser dignos de recibirlo? : "porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor" (1Cor. 11:29), dice el Apóstol Pablo. Existen normas cuyo cumplimiento ayuda a los comulgantes recibir decentemente los Sagrados Dones: completa abstención de cercanía conyugal por estos días, examen de propia conciencia, confesión, oración, lectura de la Escritura Sagrada, participación en los oficios religiosos — cada cual en la medida de sus posibilidades y aplicación. Antes de comulgar se debe confesar, mas si la persona comulga varios días seguidos, como por ejemplo en el Gran Ayuno o en ciertos períodos festivos, puede prescindir de la confesión repetida siempre con el permiso del párroco.

La liturgia está por terminar y el comulgante a punto de unirse a Cristo. Se abren las Puertas Reales. El diácono exclama: "Proceded con temor de Dios y la fe…" Temor de Dios y la fe son los sentimientos que deben imprimirse en el corazón de cada uno de los que se acercan al Cáliz. Este no es el momento de charlas, agitación o vanidad.

¿Quién de nosotros no ha presenciado el amontonamiento de la gente delante de la Sagrada Cáliz? Empujándose uno al otro, tratando llegar primero a los Santos Dones, ignorando la apaciguadora voz del sacerdote. Con el comportamiento indigno delante del Cáliz se anula en un instante toda la labor de preparación y sumisión. Entonces la paloma invisible no dejará a uno recibir los Santos Dones y en el sacramento obtendrá, en lugar de la vida eterna, el reproche y castigo de Dios. Para evitar todo ello cada comulgante debe saber y cumplir muy bien todas las normas que la Iglesia ha establecido para proceder en la Comunión.

 

He aquí dichas normas:

 

 

El Matrimonio.

"El matrimonio es un sacramento por medio del cual, delante del sacerdote y de la Iglesia, libremente los novios se prometen la fidelidad matrimonial, se bendice la unión matrimonial a la imagen de la unión espiritual de Cristo con la Iglesia y se solicita para ellos la gracia de pura unanimidad en el nacimiento bendito y la educación cristiana de los niños" ("Catecismo Ortodoxo" de Metropolitano Filaret).

 

Los impedimentos eclesiásticos-canónicos del matrimonio.

Las condiciones de la celebración de matrimonio establecidas por la legislación civil y por los cánones eclesiásticos presentan considerables diferencias por lo que no toda unión matrimonial civil puede ser bendecida en el sacramento de matrimonio.

La Iglesia no permite el cuarto y el quinto matrimonio, tampoco permite el matrimonio entre parientes cercanos. La Iglesia no bendice el matrimonio si uno o los dos novios se declaran ateos y sólo vienen al templo por instancias de los parientes. La Iglesia no bendice el matrimonio de los no bautizados y tampoco de los que ya se encuentran casados con otra persona.

En el caso de los parientes, la prohibición eclesiástica se expande al cuarto grado de parentesco (o sea, entre primos segundos o hijos de padres-primos). La antigua piadosa tradición prohíbe matrimonio entre padrinos y ahijados, entre padrino y madrina del mismo ahijado. Hablando con propiedad, en este último caso no existe directo impedimento canónico, sin embargo sólo obispo dirigente puede permitir un matrimonio de este tipo. No pueden cazarse por iglesia los que han hecho votos monásticos o recibieron ordenación al clerico.

En nuestros días la Iglesia no investiga la mayoría de edad, salud psíquica y física, la libre decisión para celebración del matrimonio de los novios, por la razón de que el matrimonio civil tiene estos rasgos como requisito indispensable. Claro, se puede ocultar tal o cual detalle de la dependencia oficial, pero es imposible engañar a Dios y por eso el impedimento principal del matrimonio ilegal debe de ser la propia conciencia de los contrayentes.

La falta de la bendición paternal para las nupcias es un hecho indudablemente muy triste, pero dada la mayoría de edad de los novios, aquello no puede impedir el matrimonio. A propósito, con frecuencia padres-ateos se oponen a la celebración del matrimonio eclesiástico y en tal caso la falta de la bendición de los padres puede ser subsanada por la bendición del sacerdote o, mejor todavía, por la de confesor espiritual de por lo menos uno de los novios.

 

El matrimonio no se oficia:

 

 

Consejos a los contrayentes.

Para que las nupcias sean un gran acontecimiento, un recuerdo para toda la vida, debe ser debidamente organizado. Antes que nada, precisar el lugar y la hora del sacramento. En muchas iglesias de la diócesis de San Petersburgo se hace anotación previa con el día y la hora de las nupcias; esto lo puede hacer cualquier pariente. En un caso como este le tocaría oficiar el matrimonio al sacerdote de turno. En las iglesias donde no hay anotación previa, los novios formalizan el sacramento el mismo día del matrimonio con el encargado de las velas. Sólo que en este caso no se puede precisar la hora, porque los matrimonios comenzarán después de otros oficios por petición, y en cambio sí se puede tratar personalmente con el sacerdote cuya bendición se quisiera. El registro del matrimonio civil debe ser hecho antes de la ceremonia eclesiástica porque se lo debe presentar en la iglesia.

Al surgir cualquiera de los impedimentos arriba mencionados, los novios deben dirigirse personalmente a la dependencia eclesiástica correspondiente.

En los primeros siglos del cristianismo las nupcias se oficiaban inmediatamente después de la Santa Liturgia. Ahora no es así, pero la Comunión de ambos contrayentes ante el comienzo de la vida matrimonial es extremadamente importante. Por ello los novios deben llegar al templo en el día de la boda para el inicio del servicio, en ayunas, y no tomar nada ni fumar en vísperas o por lo menos desde las 12 de la noche. Además, si ya tienen lugar las relaciones maritales, pues abstenerse en esta ocasión. En el templo, los novios hacen la confesión, oran durante la Liturgia y comulgan — reciben los Santos Dones. Después, aproximadamente una hora duran los moleben, funeral o el entierro. En este lapso los dos pueden cambiarse de ropa, en todo caso se recomienda a la novia no usar zapatos de tacón, porque el oficio de matrimonio dura bastante tiempo.

La presencia de los amigos y los parientes de los contrayentes en la Liturgia es desde luego deseable, pero deben llegar lo más tardar para el comienzo del matrimonio. Tomar fotos y sacar película se permite, pero no en todas las iglesias.

Los anillos de matrimonio se debe entregar al sacerdote previamente para bendición sobre la Mesa del Altar.

Hay que traer un trozo de tela blanca o un paño para colocarse los novios encima. La novia debe sin falta tener cubierta la cabeza y muy pocos o ningunos cosméticos y adornos.

Según la tradición rusa, la pareja tiene a los testigos que organizan la fiesta. Pues, también en la iglesia son útiles: sostener las coronas sobre las cabezas de los novios. Es mejor que los testigos sean hombres: las coronas son bastante pesadas. Además, los testigos deben ser bautizados desde luego.

El estatuto eclesiástico prohibe las nupcias de varias parejas simultáneamente, pero en la realidad sucede. Claro que cada pareja desearía tener oficio de matrimonio individual, sola, pero en tal caso el sacramento duraría demasiado (hasta 1 hora por pareja). Si los dos decidan esperar hasta que todos los demás estén preparados, con seguridad no se les negará el sacramento para ellos solos. En los días laborales (lunes, miércoles, viernes) hay mas esperanza de que no vengan varias parejas, como por ejemplo, los domingos.

 

El seguimiento del sacramento.

El sacramento del matrimonio consiste de dos partes: el oficio de los esponsales y el oficio de la coronación. En el pasado estas partes se dividían en el tiempo: el oficio de los esponsales se efectuaba con anuncio de prometidos y pudo rescindirse después.

Durante el oficio de los esponsales el sacerdote entrega a los contrayentes las velas encendidas — símbolo de alegría, calor y pureza. Luego les coloca los anillos: primero al novio, después a la novia, y los cambia tres veces, por Imagen de la Santa Trinidad. Según el Estatuto, el anillo del novio debe ser de oro y el de la novia de plata, así, después del triple cambio, al novio le queda el anillo de la novia y a ésta el del novio, en señal de fidelidad. Los anillos pueden también ser de otro metal.

Después del oficio de los esponsales, los novios pasan al centro del templo. El sacerdote les pregunta si es libre su deseo de casarse, si no se habían prometido a otros. Luego se leen las tres oraciones donde se ruega la bendición Divina a los contrayentes del matrimonio y se recuerdan las piadosas uniones matrimoniales del Viejo y del Nuevo Testamentos. Se sacan las coronas — coronas ricamente adornadas, similares a las de los zares, y se ponen sobre las cabezas de los novios. La corona es la imagen de la corona del Reino Celestial y también símbolo de martirio. El sacerdote, con los brazos elevados hacia Dios, repite tres veces: "Señor, nuestro Dios, corónalos con gloria y honor," luego lee fragmentos de epístola apostólica y del Evangelio que narran la bendición del Señor al matrimonio en Kana de Galilea.

Se trae el cáliz con vino — símbolo de copa de la vida con sus alegrías y amarguras que los esposos tienen que compartir hasta el fin de su vida. El sacerdote brinda el vino a los novios tres veces. Luego junta sus manos y los lleva alrededor del atril tres veces, mientras se cantan los troparios de la boda. El círculo es símbolo de que el sacramento se efectuó para siempre; el seguir al sacerdote — es forma de servicio a la Iglesia.

En conclusión del sacramento, los esposos se colocan frente a las Puertas Reales del altar, donde el sacerdote pronuncia la palabra de instrucción. Y entonces los parientes y los amigos felicitan a la nueva familia cristiana.

 

Los supersticios relacionados con las nupcias.

Las reminiscencias del paganismo se dejan sentir a través de distintos supersticios, que siguen perdurando en el pueblo. Por ejemplo: se dice que si un anillo caiga de la mano, o que si se apague la vela nupcial, pues habrá desgracias, una vida matrimonial difícil, pronta muerte de uno de los esposos. También se cree que aquel de los dos novios que primero pone el pie sobre el paño blanco en el piso delante del sacerdote, será el que llevará la voz cantante en la familia.

Son, desde luego, vanas fantasías que de ningún modo deben ser tomadas en serio.

 

El seguimiento a los contrayentes del segundo matrimonio.

La Iglesia no mira con buenos ojos al segundo matrimonio y lo acepta únicamente en plan de condescendencia a las debilidades humanas. Al seguimiento de los de segundo matrimonio se agregan dos oraciones de arrepentimiento, sin preguntas sobre libre voluntad. Este oficio se realiza cuando el novio y la novia se casan en segundas nupcias. Si uno de los dos se casa por primera vez, el seguimiento del oficio es normal. Nunca es tarde para colebrar el sacramento del matrimonio.

En el tiempo ateo se había formado una multitud de parejas sin la bendición de la Iglesia. Así y todo, sin nupcias eclesiasticas los esposos frecuentemente conservan mutua fidelidad por toda la vida, educan a los hijos y hasta nietos en paz y concordia. Y sólo por alguna razón no quieren contraer las nupcias eclesiasticas. La Iglesia nunca niega la gracias del sacramento, (y aunque estén los dos ya en la edad muy avanzada). Muchos sacerdotes confirman que las parejas de edad madura tratan el sacramento de las nupcias con mayor seriedad que los jóvenes, sustituyendo la percepción de la festividad de la boda por respeto y temor ante la grandeza del matrimonio.

 

Disolución del matrimonio eclesiástico.

Disolver un matrimonio eclesiástico sólo puede el obispo dirigente de la diócesis donde se efectuó la boda, en el caso de infidelidad de uno de los esposos u otras causas serias (por ejemplo: adulterio o engaño al pronunciar los votos durante la boda).

 

Unción (oleo para los enfermos).

Al lado del expendio de las velas, en la iglesia, conversaban a media voz dos señoras. Una, la más joven, se quejaba: "Ya hace tiempo que me siento mal. He recorrido a todos los médicos y nada. Unos amigos recomendaron la unción, decidí seguirles el consejo." La mayor se alarmó: "¡Aguanta, aguanta, querida! ¿Tu, acaso, puedes? ¿Es que estas casada, cierto?"

— Si, lo estoy.

— Pues no puedes recibir la unción, porque después no podrás tener relación íntima con tu marido.

Por casualidad, estando cerca, percibí la conversación y consideré mi deber de intervenir. He logrado demostrar que no existen ningunas prohibiciones de la Iglesia sobre la vida marital después de la unción. Entonces la mayor de las señoras concluyó: "Nada sabemos como es debido… Las abuelitas cuentan de todo."

Efectivamente, no hay otro sacramento con tanta superstición y prejuicio como el de la Unción. ¡Cuanta cosa se oye de las feligreses mayores, que se creen tan conocedoras del Estatuto eclesiástico! Que después de la Unción no se puede lavar, comer carne; que se debe ayunar los lunes, pero — lo especial — que pueden recibir la Unción únicamente los moribundos. Nada de esto es verdad.

El sacramento de la Unción u oleo-bendición — como se dice en los libros de los oficios eclesiasticos, quedó establecido por El Señor Jesucristo. Leemos en el Evangelio de Marco como los apóstoles, predicando por toda Palestina, untaban a los enfermos con el óleo y los curaban. El significado de este sacramento lo presenta especialmente completo el apóstol Jacobo en su Epistola:

"¿Está alguno enfermo entre vosotros? llamen á los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y El Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados" (Santiago: 5:14-15).

 

De modo que la Unción es el sacramento para sanarse. Un escritor ortodoxo del siglo XIX E. Poselyánin escribía: "Nada está dicho que la enfermedad debe ser mortal o que la persona debe encontrarse en situación desesperante. No hay que olvidar que el cristianismo reconoce el sufrimiento del alma como una dolencia… De modo que si yo sufro espiritualmente por la muerte de personas allegadas, o por otra desgracia, si necesito algún impulso de gracia divina para coger fuerza, para liberarme del ahogo de la desesperación, — yo sí puedo acudir a la Unción."

Pero también con una dolencia corporal debe el hombre dirigirse a Dios con oración, no confiando sólo al médico, quien no es otra cosa sino herramienta de la misma Providencia Divina

Normalmente la Unción se efectúa en casa, en la cama del doliente, pero en la Cuaresma se hace en las iglesias. En el proceso del sacramento, que ofician varios sacerdotes juntos, (sobór), se bendice el oleo — aceite vegetal, se leen 7 apóstoles y Evangelios, 7 amplias oraciones. Después de cada lectura, el sacerdote unta a los que reciben la Unción, la cabeza, el pecho, las manos, los pies. El oleo — imagen de la merced Divina, del amor y de la compasión (recordemos lo del misericordioso samaritano).

Aparte de sanación de las dolencias, la Unción nos da perdón de los pecados olvidados (¡que no de los encubiertos a propósito!). El hombre, por causa de la debilidad de la memoria, pueda que no confiesa todos sus pecados, así que no hay por que hablar de la importancia del sacramento de la Unción.

Las personas físicamente sanas no pueden acudir a este sacramento sin la bendición del sacerdote.

 

Con el myro y oleo.

Uno de los nombres del Salvador — Cristo, traducido del griego, significa "El Ungido." Unción con el oleo (aceite vegetal) significaba en los tiempos antiguos ser elegido para el servicio a Dios y ser participante de los Dones del Espiritu Santo. Así, Moisés, ungió con el oleo a Aarón y a sus hijos a quienes Dios destinó para sacerdocio (Ex. 40:15), Samuel ungió a Saúl para rey (1 Rey. 10:1), Elías a Eliseo para profeta (3 Rey. 19:15).

Después de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo bajó sobre la Iglesia del Nuevo Testamento, oleounción se hizo el bien de todos Sus miembros. En nuestros días el sacramento se oficia ante la pila de bautismo y durante las vigilias nocturnas.

La unción durante el bautismo de la frente, pecho, orejas, manos y pies tiene varios significados. Primero: significa unión con Cristo, como de una rama salvaje con fructífero arbol de aceitunas; segundo: muerte para el pecado, porque antes untaban a los difuntos con el oleo; tercero: fuerza para seguir la lucha contra el pecado, como los antiguos luchadores se untaban con oleo. Al hacer la unción del bautismo el sacerdote pronuncia: "se unta el siervo de Dios (nombre) con oleo de alegría, en El Nombre de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amen."

La Unción en las vigilias nocturnas en vísperas de un día festivo se hace sobre todos los feligreses en el templo como la bendición, como ayuda para los logros futuros. Este se realiza con la oración y el llamamiento de aquel para quien se oficia el servicio.

De la Unción simple debe distinguirse el sacramento de la Unción (hecho por un grupo de sacerdotes), que se efectúa sobre un enfermo. Aquí el oleo se bendice con una oración especial y el cuerpo del doliente se unge siete veces.

La fuerza de sacramento tiene en la Iglesia una unción más — la unción con Santo myro, un compuesto aromático de muchas sustancias (oleo, aloe, smirna, aceite de rosa, mármol pulverizado y otras). La multitud de los componentes es símbolo de la multitud de distinción de las bondades cristianas. Según el Estatuto, bendecir el myro debe un obispo o Concilio de obispos. El Santo myro se conserva en el templo sobre Mesa o Trono del altar.

La unción con el Myro se hace inmediatamente después del bautismo. Sobre la frente, los ojos, las fosas nasales, labios, pecho, manos, pies del bautisante el sacerdote pone una gota de myro, diciendo cada vez: "Sello del Don del Espíritu Santo. Amen." Este sacramento no se repite como el bautismo.Unicamente los zares coronados por la Iglesia eran honrados de recibirlo dos veces (en el bautismo y en la coronación).

Se sabe que un cristiano tiene derecho de bautizar a otro si es que el primero corre peligro de muerte. Pero si el peligro pasa y el doliente queda con vida, este bautismo deberá ser complementado por la unción con myro – Confirmación. Mediante este mismo sacramento, según la práctica existente, se unen a la Iglesia los representantes de algunas confesiones del rito antiguo o diferente al ortodoxo.

 

 

Folleto Misionero # S50c

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant).

 

 

(inicio_ortodoxia_1.doc, 11-05-2001).

 

 

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