Selección de sermones

de

San Juan de Shangai

1

Traducido del Ingles por Silvia Martini

 

Contenido:

Una Palabra a la Juventud por Arzobispo Juan (Maximovitch). Domingo del Juicio Final. Domingo de la Ortodoxia. Zaqueo. Humildad y Lucha: Las Virtudes Fundamentales. Sobre el Santo Serafín. Sobre el Mártir San Justin. Celebración del día de San Vladimir. La Festividad de Todos los Santos de Rusia.

Tropario a San Juan, tono 5:

 

 

 

Una Palabra a la Juventud

Por Arzobispo Juan (Maximovitch).

Y el hijo menor dijo a su padre, "Padre dame la parte de la herencia que me corresponde" (Lucas 15:12). La parábola del hijo pródigo es una lección para la juventud.

Vemos en el hijo pródigo la verdadera personalidad de la juventud despreocupada: frívolos, desconsiderados, apasionados por la independencia, en suma, todo lo que caracteriza a la mayor parte de la juventud de uno. El hijo menor creció en el hogar de sus padres y al llegar a la adolescencia notó que la vida en casa tenía restricciones. Pensaba que vivir bajo las reglas de su padre y la mirada de su madre no era placentero. Quería imitar a sus amigos que se entregaban a los agitados placeres mundanos. Y decidió: "Soy el heredero de una tierra rica. ¿No sería mejor que yo reciba mi herencia ahora? Podría administrar mi riqueza de manera diferente de la de mi padre". Así, el joven frívolo llevado por el engañoso esplendor de los placeres mundanos decidió separarse de la opresión de la obediencia, abandonando el hogar de sus padres.

Hoy en día, muchos se inspiran en similares impulsos y aunque no dejan el hogar de sus padres, ¿acaso no se apartan de la casa del Padre Celestial, de la obediencia a la Santa Iglesia? La sujeción a Cristo y sus mandamientos resulta difícil para las mentes inmaduras. Ellos imaginan que no es enteramente necesario seguir las peticiones de Dios y de la Santa Iglesia. Creen que pueden servir a Dios y al mundo al mismo tiempo, y dicen: "ya somos suficientemente fuertes para soportar las tentaciones destructivas. Podemos por nuestros propios medios mantenernos en la verdad y en la enseñanza. Permítenos mejorar nuestras mentes por medio del conocimiento. Permite que fortalezcamos nuestra voluntad entre las tentaciones. A través de la experiencia nuestros sentidos se convencerán de la maldad del vicio". Estos deseos no son mejores que el pedido del hijo menor a su padre: " Padre dame la parte de la herencia que me corresponde."

Hoy hay jóvenes inconstantes que no ponen atención en los mandamientos y sugerencias de la Santa Iglesia. Dejan de estudiar la palabra de Dios y las enseñanzas de los santos padres. Prestan su atención a la ‘sabiduría’ de falsos maestros, malogrando así la mejor parte de sus vidas. Van muy poco a la iglesia y cuando asisten se distraen, no escuchan con atención. No tienen tiempo para ser piadosos ni para la práctica de las virtudes porque están demasiado ocupados con fiestas, películas, etc. En resumen, se abandonan cada día más y finalmente parten a remotos destinos.

¿Cuál es el resultado de semejante separación de la Santa Iglesia? Ocurre lo mismo que con el hijo pródigo que deja la casa de sus padres. La frivolidad en los jóvenes ocasiona pérdidas de excelentes energías y del talento de sus almas y cuerpos muy rápido , malogrando para esta vida y la eternidad, todo lo que hicieron. Mientras tanto aparece una gran hambruna en la tierra — vacío y descontento, resultado de placeres salvajes. Surge ambición de placer que se intensifica aún más con la satisfacción de los placeres bajos y finalmente se vuelve insaciable. Con frecuencia resulta que el desafortunado amante del mundo recurre a la búsqueda de lo bajo y vergonzoso para agradar sus pasiones, al igual que el hijo pródigo, no vuelve a la trayectoria de la salvación , sino termina su ruina, temporal y eterna.

[Extraído de folleto publicado por el Arzobispo Juan — Shangai, febrero 4, 1946]

 

Domingo del Juicio Final.

Hoy es el Domingo del Juicio Final, por lo cual hablaremos de las señales del fin de mundo. Nadie conoce ese día, solo Dios lo sabe, pero los signos de su aproximación se revelan en los Evangelios y en las Revelaciones (Apocalipsis) de San Juan el Teólogo. En su mayoría, las revelaciones hablan de manera simbólica de los hechos del fin del mundo. Los Padres Santos los han explicado, asimismo los relata la pura y auténtica tradición de la Iglesia . Antes del fin de la vida en la tierra habrá confusión, guerras, conflictos, hambre y terremotos. La gente tendrá miedo, sus corazones se debilitarán en espera de calamidades. No habrá ni vida espiritual ni alegría de vivir, sino un tormentoso estado de renuncia a la vida. Este renuncia no será solo hacia la vida espiritual sino también renuncia a la fe. ¿Encontrará fe, el Hijo del Hombre cuando venga? La gente se volverá orgullosa y desagradecida, refutará la Ley de Dios. Junto con esta renuncia a la espiritualidad también disminuirá la vida moral. Se acabará el bien y crecerá el mal. Será el tiempo en que el Apóstol Juan el Teólogo hable en su trabajo de divina inspiración, el Apocalipsis. Cuando el menciona que estaba "en el espíritu" quiere decir que el Espíritu Mismo estaba en él en el momento en que el destino de la Iglesia y del mundo le fue revelado. Por ello esta es una Revelación Divina. El presenta el destino de la Iglesia con la imagen de una mujer que, en esos tiempos se esconde en un páramo. Esto es lo que ocurre hoy en Rusia.

En la vida mundana, aquellas fuerzas que se preparan para el Anticristo serán de significado fundamental. El Anticristo va a ser una persona, y no un demonio encarnado. "Anti" significa "viejo," o "en lugar de," o "contra." Es un hombre que quiere ser o estar en el lugar de Cristo, ocupar Su lugar, y poseer aquello que Cristo poseía. Querrá tener la misma clase de influencia y poder sobre todo el mundo. Por cierto el obtendrá ese poder antes que el y el mundo entero muera. El tendrá un asistente, un hechicero que cumplirá su voluntad a través del poder de falsos milagros, y matará a aquellos que no reconozcan al Anticristo. Antes de la destrucción del anticristo aparecerán dos hombres rectos para condenarlo. El hechicero los matará y por tres días sus cuerpos no tendrán sepultura. El Anticristo y sus servidores se regocijarán enormemente. Luego, repentinamente estos hombres rectos serán resucitados y el ejercito completo del Anticristo caerá muerto bajo la fuerza del Espíritu Santo.

¿Pero qué se sabe sobre el Anticristo? Su padre, un total desconocido, y su madre una virgen solo en apariencia. Será un hebreo de la tribu de Dan. El que indica esto es Jacobo, cuando moribundo, profetizó sobre el futuro de sus hijos y refiriéndose a Dan dijo que entre sus herederos "habrá una serpiente que morderá las patas de los caballos para que el jinete se caiga" Esto simboliza que el Anticristo actuará con astucia y maldad. En la Revelación, San Juan el Teólogo habla de la salvación de los hijos de Israel, y dice que antes del fin del mundo muchos hebreos se convertirán a Cristo, pero en la lista de tribus que se salvarán no se menciona a la tribu de Dan. El Anticristo será muy sabio y tendrá el don de saber tratar a la gente. Será encantador y afectuoso. La aparición del Anticristo se está preparando antes de su venida: "El misterio ya trabaja...."

Primeramente, las fuerzas, que se disponen para su llegada, antes que nada luchan contra el lícito poder Imperial. El Apóstol Pablo dice, "que no puede manifestarse el Anticristo, hasta que no sea "quitado de en medio el que ahora Impide"

San Juan Chrysostom explica que el "que Impide" — es un régimen legal y piadoso: semejante poder es el que lucha con el mal. Por esta razón, el "Misterio" que ya actúa en el mundo, lucha con este poder, desea un poder de ilegalidad y cuando lo consiga, entonces ya nada va a entorpecer la llegada del Anticristo. El no solo va a ser sabio y hechizante, sino también va a ser piadoso, va a demostrar caridad y hará el bien, con la finalidad de fortalecer su poder. Y cuando fortifique su poder a tal punto que todo el mundo lo reconozca, descubrirá su rostro, su personalidad.

Elegirá a Jerusalén como su capital, en especial porque es precisamente allí donde El Salvador manifestó Su enseñanza Divina y Su Identidad. Fue allí donde todo el mundo fue llamado hacia la bienaventuranza del bien y de la salvación. El mundo no reconoció a Jesucristo y lo crucificó en Jerusalén, mientras todos reconocerán el poder del Anticristo y Jerusalén, será la capital del mundo.

Al conseguir la cúspide del poder, el Anticristo exigirá el reconocimiento de las personas, pues él va a lograr lo que nadie ni ningún otro poder terrenal pudo adquirir hasta entonces, y va a requerir que lo veneren, como a un ser superior, como a un dios. El hará lo que agrade a todos, bajo la condición de que lo acepten como a un Poder Superior. Permitirá que subsista la vida de la Iglesia, permitirá que se realicen los oficios, prometerá la construcción de hermosos templos, pero todo ello, condicionado a que lo reconozcan y lo veneren como a un "Ser Superior." Le tendrá un odio personal a Cristo. El va a vivir con ese odio permanente, y se va a alegrar del rechazo de las personas hacia Cristo y hacia la Iglesia. Bajo el Anticristo habrá una negación de la fe en masa, muchos obispos serán desleales a la fe, y lo justificarán mostrando el estado resplandeciente de la Iglesia.

La búsqueda de componendas será la característica de la naturaleza de las personas. Desaparecerá la rectitud en la confesión. El hombre justificará su decadencia con astucia, y el gracioso maligno apoyará ese estado general. Las personas adquirirán la costumbre de alejarse de la verdad y se acostumbrarán a la placer de los arreglos y del pecado. El Anticristo va a permitir cualquier cosa, con tal de que al "decaer lo veneren." y todo el mundo se someta a el. Esta no será una actitud nueva hacia la gente: los Césares Romanos también estaban preparados para dar la libertad a los Cristianos si ellos reconocían la divinidad del emperador y su supremo poder. Martirizaron a los Cristianos solo porque confesaron: "Adoramos a un Dios y sólo a El servimos." Todo el mundo será conquistado por el Anticristo, entonces el revelará su odio a Cristo y a la Cristiandad.

¿Cómo veremos esto? Con visión espiritual. Aún hoy la gente recta ve en el momento de la muerte, lo que otros que están a su lado, no ven. Las trompetas sonarán en las almas y en las conciencias. Todo se volverá claro. El Profeta Daniel, cuando habla del Juicio Final relata como en los Viejos Días el Juez está en el trono y ante el hay un río de fuego. El fuego es un elemento purificador. Quema el pecado. Si el pecado se ha vuelto parte de un hombre, este quemará al hombre. El fuego se encenderá dentro del hombre. Al ver la Cruz algunos se regocijarán y otros caerán en la desesperación, la confusión y el horror. Y las personas se separarán. En el relato del Evangelio, ante el Juez, unos se van a la derecha y otros a la izquierda, a ellos los separa su conciencia interior. El mismo estado del alma de la persona lo arroja a un lado o al otro, a la derecha o a la izquierda. Cuanto más firme y conciente haya sido el esfuerzo del hombre en su vida hacia Dios, tanto más va a ser su alegría, al escuchar las palabras: "Benditos, vengan a Mi," y por el contrario, esas mismas palabras van a convocar el fuego del terror y del tormento en aquellos que no quisieron a Dios, que durante su vida se apartaron, blasfemar o injuriaron en su contra. El Juicio Final no sabe de testigos o notas protocolares. Todo esta escrito en el alma humana y estos registros, estos "libros" se abrirán. Todo se hará visible para todos y para uno mismo, el estado del alma humana es el que determina a la derecha o a la izquierda. Unos van hacia el regocijo otros hacia el horror. Cuando se abran los "libros," a todos les va a quedar en claro, que las raíces de todos los vicios están en el alma humana. Consideremos el borracho, el libertino - cuando se muere el cuerpo, alguien va a pensar: se murió el pecado. No, en el alma había una tendencia, al alma le era dulce el pecado, y si ella no se arrepintió de ese pecado, no se liberó de él, llegará al Juicio Final con ese deseo de pecado y nunca lo podrá satisfacer. En ella quedarán sufrimiento, odio y maldad. Este es el estado del infiero.

El "Gehena Ardiente" — este es el fuego interno, el fuego de la debilidad y la ira y aquí habrá llanto y rechinar de dientes de furia impotente.

 

Domingo de la Ortodoxia.

(Marzo 7-20, 1954)

La Gran Cuaresma — todos sus servicios están unidos para la preparación de la Santa Pascua, para encontrar con el corazón limpio a Cristo que ascendió. ¿Por qué nos preparamos de este modo? ¿Qué es la Pascua? La Pascua es alegría. ¿Qué es esta alegría? es porque vemos a Dios y Su Gloria. ¡La Iglesia ama la gloria del Señor! Cuando la Iglesia celebra la Festividad de la Ortodoxia oficia el restablecimiento de la veneración de los íconos. Un icono es el recordatorio de Cristo, el Hombre de Dios en la tierra. Los íconos de los santos nos recuerdan a aquellos que siguieron a Cristo, que fueron fieles a El. La veneración de los santos íconos es la veneración por la gloria del Señor. Aquel que se regocija en la gloria de Dios y en todo lo que le recuerda a El en esta vida, también se regocijará en los tiempos por venir. Aquel que en esta vida se esfuerza hacia Dios, se dirigirá con alegría hacia El cuando escuche en el Juicio Final las palabras: "Ven a Mi, Bendito tu eres…" Todos los que no saben regocijarse en la gloria de Dios, que no aman la luz, no contestarán al llamado de "Vengan a Mí". Ellos rehuirán con indignación, infelicidad, ira y celos por los humildes y mansos que marcharán hacia la luz de Dios. Culparán a Dios por estar en este estado pero no admitirán su propia culpa. Ese es el estado de verdadero sufrimiento. El reino de los muertos no es un lugar, sino un estado del alma. Comienza aquí en la tierra. Así el paraíso comienza en el alma del hombre aquí en la vida terrenal. Aquí, nosotros ya tenemos contacto con lo divino, en el día de la Resurrección y cuando recibimos la Santa Comunión. Es necesario prepararse para la confesión: las astillas deben sacarse porque donde se dejan comienza la infección. Es necesario rezar en arrepentimiento, por la alegría de la purificación para que el rayo de luz llegue a nuestra alma. Es necesario rezar con un corazón limpio para encontrar a Cristo Resucitado, para sentir, al menos apenas, cual será la alegría del reino de los cielos.

 

Zaqueo.

Jesús entró y atravesaba la ciudad de Jericó. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos quien se acercó para ver quien era Jesús. El quería ver a Jesús pero no podía a causa de la multitud y porque era jefe de los publicanos. Entonces corrió y se subió a una higuera para poder verlo porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús se aproximó, levantó su vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto porque hoy debo alojarme en tu casa. Zaqueo bajó rápidamente y recibió a Jesús con alegría. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: se ha ido a alojar en la casa de un pecador. Entonces Zaqueo dijo al Señor: mirad, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y si hubiera tomado algo de alguna persona mediante acusación falsa, le daré cuatro veces más. Jesús le respondió: hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lucas 19:1-10).

¿Quién era Zaqueo? Era el jefe de los publicanos. La acostumbrada comparación entre el humilde publicano y el orgulloso fariseo a menudo no deja ver el verdadero significado de estas dos imágenes. Sin embargo, para entender el evangelio de manera correcta, uno debe verlos claramente. Los fariseos eran hombres verdaderamente rectos. Si en nuestros labios, el nombre "fariseos" suena como condenación; en los días del Cristo y durante las primeras décadas del Cristianismo, esto no era así. Al contrario, el Apóstol Pablo confiesa ante los judíos: "Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de Fariseos" (Hechos 23:6). Y luego a los Cristianos les escribe: "Yo soy de la raza de Israel y de la tribu de Benjamín, Hebreo, hijo de Hebreos, en cuando a la Ley, un Fariseo" (Flp. 3:5) Y junto al Apóstol Pablo, muchos Fariseos se volvieron Cristianos: José, Nicodemus, Gamaliel. Fariseo (en Hebreo Antiguo "perusim," en Arameo,"ferisim," que significa "otro" — el separado, el diferente) eran los partidarios de la ley de Dios. Ellos "descansaban sobre la Ley," en otras palabras, pensaban en ella continuamente, la amaban, luchaban para que se cumpliera, oraban y la interpretaban.

La razón de la acusación del Señor contra los Fariseos la vemos cuando les advierte que su labor, sus esfuerzos virtuosos no tienen validez ante los ojos de Dios, El no los bendice, a pesar de su superioridad y de las obras rectas que ejecutan; el Señor los condena por sus orgullosos arrebatos y más aún sus juicios a los vecinos, de los cuales el Fariseo de la parábola da claro ejemplo, al decir, "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres" (Lucas 18:11).

Por otro lado, los publicanos eran verdaderos pecadores, quebraron los mandamientos fundamentales del Señor. Recolectaban impuestos de los Hebreos, para los Romanos. Se debe recordar que los Judíos, bien conscientes de su posición especial de haber sido seleccionados por divina elección, se glorificaban en este hecho: "Somos descendientes de Abraham, y jamás hemos sido esclavos de nadie" (Juan 8:33). Y ahora, como resultado de las bien conocidas circunstancias históricas, se encontraban bajo sumisión, sujetos a la orgullosa raza de "hierro" de los Romanos paganos. El yugo se hizo más firme y se sintió cada vez más. El signo más perceptible de esta sumisión de los Judíos a los Romanos fue el pago de cada impuesto y tributo que abonaban a sus conquistadores. Para ellos como para cualquier otro pueblo antiguo, el pago de tributos era símbolo de sumisión. Los Romanos, para nada avergonzados ante su pueblo conquistado, demandaban decididamente impuestos adicionales. Los Judíos los pagaban con odio y disgusto. No en vano, deseando comprometer al Señor ante los ojos de Su pueblo, los Saduceos le preguntaron, "¿Es legal pagar tributo al César?" (Mt 22:17). Sabían que si Cristo respondía que no debería pagarse tributo al César, sería fácil acusarlo ante los Romanos, y si El decía que el tributo debía pagarse, se comprometería ante los ojos del pueblo.

Mientras los Romanos gobernaron a los Judíos con reyes locales como Herodes, Arquelao, Agripa y otros, la opresión y especialmente el inevitable pago de impuestos, fue mitigándose pues los Judíos estaban sujetos de manera directa a sus reyes locales a quienes le pagaban los impuestos, mientras a Roma estaban sujetos de forma indirecta. Inmediatamente antes de la llegada de la prédica del Salvador, Cristo, hubo un cambio en la forma de gobernar a los Judíos. Con el nacimiento de Cristo, el censo general fue el primer paso hacia el establecimiento de un impuesto individual a todos los Romanos de la región.

En el siglo 6 ó 7 D.C. después de la destitución de Arquelao, cuando se introdujo un impuesto personal a todos los residentes de Palestina, los Judíos respondieron con revueltas de Fariseos, Saduceos y Judíos de Galilea (ver Hechos 5:37). Y sólo con gran dificultad pudo el Sumo Sacerdote Jazarus calmar a la gente. En lugar de los reyes locales, fueron designados procuradores Romanos como gobernantes de Judea y de las provincias vecinas. Con el exitoso levantamiento de impuestos a los Romanos, se introduce la institución de los publicanos que había existido en Roma desde los viejos tiempos. Pero mientras que en Roma y por toda Italia los publicanos eran reclutados de una clase de guerreros muy estimada, en Judea los Romanos se vieron forzados a reclutar publicanos de entre los parias y los judíos que acordaban trabajar para ellos y exigían a sus hermanos pagar los tributos.

La aceptación de este enfoque estaba ligada a la más profunda caída moral, no solo con traición nacional sino también religiosa. Se transformó en la herramienta de rudos paganos para oprimir gente divinamente elegida. Se tuvo que negar las esperanzas de Israel, todo lo santo, sus sueños, y lo que es más, debido a que los Romanos no tomaban en cuenta la tribulación espiritual de sus representantes, al aceptar su posición, los publicanos tenían que jurar a los paganos un voto de fidelidad al emperador y dar sacrificios paganos a su espíritu (el genio del emperador). Los publicanos no servían solo a los intereses de los Romanos, cobrando impuestos a los de su pueblo, logrando cumplir sus avaricias de riqueza a costa de sus hermanos oprimidos. Así contribuyeron a que la opresión Romana se sintiera cada vez más y fuera difícil de tolerar. Así eran los publicanos, por ello les tenían justificable odio y desprecio como traidores no solo a su gente, sino a la elegida, la herramienta de Dios en la tierra, la única gente por medio de la cual el nacimiento y la salvación podía llegar a la humanidad.

Todo lo dicho anteriormente pertenece a Zaqueo, porque el no era un publicano ordinario sino el jefe de los publicanos — un arquitecto. Sin lugar a dudas había cometido: sacrificios y juramentos paganos, imponiendo sin misericordia impuestos a sus hermanos, para su propio beneficio. Y, como el evangelio atestigua, fue un hombre rico. Zaqueo entendió perfectamente que las esperanzas de Israel estaban perdidas para él. Todo lo anunciado por los profetas de lo que cada alma creyente del Viejo Testamento se regocijaba, no era para él. El era un traidor, un rechazado. El no tenía parte en Israel. Y ahora le habían llegado rumores de que el Santo de Israel, el Mesías anunciado por los profetas ya había llegado y junto a un pequeño grupo de discípulos caminaba los campos de Galilea y Judea, predicando el Evangelio del Reino, haciendo grandes milagros. Grandes esperanzas se encienden en los corazones creyentes. ¿Cómo reaccionará Zaqueo ante esto? Para él, la llegada del Mesías es una catástrofe. La ley de Roma debe llegar a su fin y la triunfante Israel se vengará de las pérdidas sufridas, de sus ofensas y opresiones. El Mesías como anunció el profeta viene como un hombre recto, trayendo la salvación como un manso (cf. Zech 9:9) el triunfo del Mesías debe traerle a Zaqueo solo la mayor de las vergüenzas por toda la riqueza y posición adquirida al terrible precio de su traición a Dios, a su propio gente y toda la esperanza de Israel.

Pero puede ser que esto no sea así todavía. Tal vez el nuevo predicador no es realmente el Mesías. No todos creen en El. Los mayores enemigos de los publicanos, el mismo Zaqueo, los Fariseos y Saduceos no creen en El. Tal vez sean solo conversaciones inútiles del pueblo y se pueda seguir viviendo como hasta ahora. Sin embargo, Zaqueo quiere ver a Jesús, y realmente saber, ¿quién es él? Zaqueo quiere que el predicador que está de paso sea realmente Cristo, el Mesías. El quiere decir junto con el profeta: "Oh, si Tú separaras, abrieras los cielos y bajaras" (Is 64:1), que esto sea así, aunque resulte en mezquino desastre para Zaqueo. Parece que en su mente hay profundidades no conocidas por él antes, en él algo quema, hay llamas que afligen, un completo amor generoso por la "Esperanza de las naciones," por la imagen del humilde Mesías que describen los profetas, quien "ha tolerado nuestras penas y llevado nuestras tristezas" (Is. 53-4). Y con el arribo de esta oportunidad de ver a Cristo. Zaqueo no piensa en él. El triunfo del Mesías significa para él desastre y ruina. Pero el no piensa en ello. El quiere ver al Mesías, de quien hablaron los profetas, verlo al menos de reojo.

Y ahora Cristo ha llegado. Está rodeado de una multitud. Zaqueo no puede verlo porque es de baja estatura. Pero el anhelo generoso y desinteresado de Zaqueo por ver a Cristo, al menos desde lejos, no tiene límites, el un hombre rico, agobiado por sus obligaciones, funcionario del Imperio Romano, entre una multitud hostil que lo odia, no presta atención a nada, devorado por el deseo ardiente de ver a Cristo, rompe toda convención, con decoro sube a una higuera que está en el camino. Y los ojos del gran pecador líder de traidores — encuentran los del Santo de Israel, Cristo el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús ve lo que es incomprensible ante las miradas contrarias. Zaqueo reconoció inmediatamente aquella imagen llena de amor del Mesías en el Maestro de Galilea que pasaba, el Señor Jesucristo, y el Señor, con amor divino y humano vió a Zaqueo observándolo entre las ramas de la higuera, observó las profundidades del alma que eran desconocidas hasta entonces, aún para el mismo Zaqueo. El Señor vio que el amor ardiente por el Santo de Israel, en el corazón de este traidor no se empalidecía con muestra de interés propio sino que revivía y renovaba a Zaqueo. La voz Divina sonó: "Zaqueo, baja pronto porque hoy debo alojarme en tu casa" (Lucas 19:5). Así llegó para Zaqueo un renacer moral, la salvación y renovación para el y para toda su casa. El Hijo del Señor verdaderamente venía para buscar y salvar al perdido.

¡Oh Señor, nosotros también como Zaqueo te hemos traicionado alguna vez, nos hemos privado de nuestra parte en Israel, hemos traicionado nuestra esperanza! Pero, a pesar de esta vergüenza y la de aquellos como nosotros, ¡permite que venga Tu Reino! Aunque tu llegada nos traiga ruina y condena por nuestros pecados, ven Oh Señor, ven rápido. Déjanos ver, aunque sea desde lejos, el triunfo de Tu virtud, aunque no podamos ser partícipes. Ten misericordia de nosotros como así tuvisteis con Zaqueo.

San Clemente de Roma nos cuenta que Zaqueo después de su encuentro con Cristo fue compañero del santo Apóstol Pedro y que juntos predicaron en Roma donde durante el imperio de Nerón murió por Cristo como un mártir. De manera Cristiana volvió a pagar a los Romanos por el gran mal cometido hacia el. A la orgullosa capital de los Romanos que una vez lo tentó y oprimió, forzándolo a negar todo lo que era santo para su alma, el llegó, renacido y liberado por la gracia de nuestro Señor que amó la humanidad y llevó a Roma no maldiciones sino las buenas noticias dando su misma vida.

 

Humildad y Lucha:

Las Virtudes Fundamentales.

(Mayo 20 / Junio 2, 1953)

La gracia de Dios siempre asiste al que lucha, pero esto no quiere decir que el luchador es siempre un vencedor, a veces las criaturas no tocaron a los correctos y de ninguna manera los tocan siempre. Nos es la victoria ni la postura de vencedor, lo que importa sino la labor del esfuerzo y veneración a Dios. Grande es el Apóstol Pablo, cuando pide por el Señor muchas veces (‘tres veces’) diciendo que un mensajero de Satanás lo hiere con ataques difíciles y adversos a su espíritu. El Señor lo deja en esa condición: "Te basta mi gracia" (2 Cor. 12:7-9) — y se le provee suficiente gracia y dones. El Señor quiere para el apóstol el esfuerzo que limpia su alma.

Lo que es importante en el estado del alma es el esfuerzo hacia Dios, y no la estatura del vencedor. "Mi poder triunfa en la debilidad" (2 Cor. 12:9). Que el hombre pueda encontrarse en un estado de debilidad no quiere decir que ha sido abandonado por Dios. El Señor Jesucristo, de acuerdo con la visión mundana, estaba en problemas pero cuando el mundo pecaminoso lo consideró totalmente destruido, en realidad el salía victorioso de la muerte y del reino de los muertos. El Señor no nos prometió posiciones de ganadores como recompensa de virtudes, pero nos dijo: "En el mundo tendrán que sufrir, pero tengan valor, yo he conquistado el mundo" (Jn. 16:33). El poder de Dios es efectivo cuando una persona pide por su ayuda, reconociendo la debilidad y el pecado de su naturaleza. Por ello, la humildad y el esfuerzo hacia Dios son las virtudes fundamentales de los Cristianos.

 

Sobre el Santo Serafín.

(18/31 Mayo 1953)

La Santidad es el fruto de los esfuerzos del hombre y el don del Espíritu Santo. La alcanza aquel que usa la cruz en el nombre de Cristo contra los obstáculos que encuentra en su camino: pecados, hábitos pecaminosos, firmemente enraizados en el alma. Luchar en su contra es el mayor trabajo de un Cristiano y cuanto más purifica su alma tanto más recibirá al Espíritu Santo.

San Serafín enseñaba cómo recibir el Espíritu Santo, que el recibió auténticamente, la Santísima Madre de Dios lo reconoció. Los fieles y sinceros buscadores de la Verdad y de la Luz (como lo fue Motovilov), vieron como este gran gratificador de Dios brilló con la luz de la santidad debido a su reverencia.

¡Cuan variados son los senderos de los santos! En el trono de Dios, en frente de todos está la Santísima Madre de Dios, más gloriosa que el serafín y todos los ángeles y arcángeles que permanecieron fieles a Dios a través de la tenebrosa batalla librada contra El por el más radiante de todos, Lucifer, que significa Portador de Luz y que ahora es el demonio, en otras palabras, el expulsado a la más profunda oscuridad. En esta batalla, los ángeles luminosos llegaron tan cerca de Dios que para ellos es ya imposible dar un paso atrás o separarse de El.

Todos los que gratifican a Dios son como ángeles, en su amor y devoción. Como los ángeles ellos libraron batallas contra las fuerzas oscuras y se volvieron más fuertes en el amor a Dios. Todos los profetas del Viejo Testamento vivieron en tal batalla. La falta de reconocimiento a Dios predominó, la Ley de Dios fue olvidada. El mundo los persiguió porque interferían con su vida pecaminosa. Se escondieron en las "profundidades de la tierra". El mundo los odiaba. El profesa Isaías fue cortado en dos con una sierra de madera, el profeta Jeremías fue golpeado en un pantano. Y en esos lugares permanecieron con fe y devoción. Todos los correctos estaban apenados en el mundo porque eran extraños en un mundo pecaminoso. Los apóstoles sufrieron de una u otra forma. Los hombres rectos partieron al desierto. ¿Qué hizo de ellos santos? ¿el sufrimiento? El sufrimiento solo no hace santos, sino el esfuerzo, la determinación a Dios, el amor a Dios, el afán de esquivar obstáculos en el sendero a la santidad, que es el fruto del trabajos del hombre y el Don del Espíritu Santo.

 

Sobre el Mártir San Justin.

(31 Mayo/12 Junio, 1953)

Mañana se conmemora la memoria del primer defensor literario de la Cristiandad — Justin, el Filósofo. Abogado brillante, un experto en leyes, entendió que el conocimiento de las leyes no es el conocimiento de la Verdad. Al estudiar el sistema filosófico, no encontró en el, respuesta a la pregunta: ¿qué es la verdad? Una vez vió un anciano en la playa; comenzaron una conversación y Justin dijo que nadie pudo enseñarle a el la verdad, que nadie pudo enseñarle a entender a Dios. El anciano respondió que nunca lograría esa meta porque quería entender a Dios a través de la mente. La verdad de Dios tiene que comprenderse no por medio de la mente solamente sino con toda la fuerza de la persona: por medio de la mente, la voluntad y el corazón. Uno debe vivir de acuerdo con la verdad para conocer la verdad.

 

Celebración del día de San Vladimir.

(4/17 Julio 1953)

Hoy es un gran día para Rusia y su pueblo — su vida entera es resultado de los escritos de San Vladimir. Todos los santos que brillaron en Rusia son el fruto de la fe. La historia entera de Rusia es una continuación de su trabajo, por el sendero que el indicó. Fue el quien estableció la nación Rusa. Antes de San Vladimir había solo alianzas de gente en manos de líderes locales. El unió al purblo moral y espiritualmente, entre tribus y con sus gobernantes. Ahora esparcidas, encontramos en él unidad. La Resurrección de Rusia esta en su camino, con el mismo entendimiento del significado de vida, sobre la misma roca de la fé.

 

La Festividad de

Todos los Santos de Rusia.

Esta no es una festividad de simples personas justas, sino de santos. Dios, lleno de santidad; "Santo es el Señor nuestro Dios". Pero el hombre ha sido creado a su imagen y semejanza. El Señor en la creación le insufló vida y compartió la esencia Divina por lo que el hombre está más cerca de Dios. Cuanto más cerca de Dios está el hombre, más santo es. Los santos son aquellos que han compartido la Divina esencia y la han hecho suya. Los santos se deleitan con la bienaventuranza, la beatitud porque Dios es bendito. De ellos surge la luz para los hombres. A través de ellos el poder de Dios se revela. Los santos guardan todo lo que es característico de la condición humana ellos conocen todo lo que es nuestro. Están cerca de Dios pero también están cerca nuestro. Ellos caminan y habitan entre nosotros. La gente de la Santa Rusia los veneraba, besaba sus íconos y santas reliquias, deseaba estar lo más cerca posible de los santos, tocaban la santidad, y la tierra Rusa se llenaba de ella. El Santo Príncipe Vladimir demostró el poder regenerador que la Divina esencia ejerció en el. En sus comienzos un hombre apasionado y salvaje, él renació completamente convirtiéndose en una nueva persona, de radiante luz y alegría, y fue llamado "hermoso sol". No crean que el contacto con la santidad es el destino de solo la nación Rusa. No es así! Todo el mundo puede vivir en el espíritu que la Santa Rusia vivió y vive. San Antonio de Kiev y San Antonio de Roma eran hombres de diferentes países, sin embargo, juntos construyeron la Iglesia Rusa, ellos están cercanos a ella del mismo modo. Hasta tiempos recientes no teníamos mártires pero había una multitud de santos. Ellos tuvieron influencia en la dirección que el pueblo ruso tomó. La gente los amaba y trataba de seguirlos y esto determinó la forma de vida. La vida estaba iluminada hasta que llegó la apostasía espiritual, se negó la fe de Jesucristo, lo que condujo a la caída. Sin embargo, la Santa Rusia está viva. Cuando comenzó la persecución, los adversarios se revelaron y ahora tenemos mártires. Vive el espíritu de la Santa Rusia, ella es parte del ecumenismo (unidad entre todas las iglesias). Al alabar a los santos, nosotros deseamos estar con ellos y recibir el poder de Dios a través de ellos. Ellos conocen nuestra naturaleza y nuestro espíritu, conocen nuestras almas también y lo que necesitamos. Estamos cerca de ellos igual que los niños lo están de sus padres. El apóstol Pedro oró por sus discípulos. San Demetrio de Tesalónica se apresuró a ayudar a los Griegos porque ellos eran su propia nación. San Boris y Gleb ayudaron a sus parientes (ej. Alexander Nevsky) y a su propio pueblo ruso.

 

Tropario a San Juan, tono 5:

Ven aquí, tu cuidado por tu rebaño en su morada temporaria ha previsto las súplicas que alguna vez ofreces al mundo entero. Así, nosotros creemos, después de haber conocido tu amor, Oh, santo jerarca y mago Juan! Completamente santificado por Dios a través del ministerio de todos los Misterios puros, por ellos, tú mismo fortalecido, te apresuraste al sufrimiento, Oh, el más alegre curador. Apresúrate ahora, en nuestra ayuda, que te honramos con todo nuestro corazón.

 

 

 

Folleto Misionero # SA14

Copyright © 2005 Holy Trinity Orthodox Mission

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(johnmx_sermons_s_1.doc, 03-25-2005).