La Ley de Dios

Parte 3

Sobre la fe y vida cristiana

Archpreste Serafin Slobokskoy

Traducido por Sacerdote Alejandro Iwaszewicz

 


La fe cristiana.

El propósito del hombre. La revelación natural. La revelación Divina sobrenatural. Resúmenes de los Concilios Ecuménicos.

El Símbolo de la Fe o Credo.

El primer artículo del Credo El segundo artículo del Credo. Discusión sobre el Nacimiento Pre-eterno del Hijo de Dios. El tercer artículo del Credo Discusión sobre la Encarnación del Hijo de Dios. Discusión de los milagros de Dios. El cuarto artículo del Credo Discusión sobre la Cruz de Cristo. Discusión sobre los accionares providenciales de Dios. Sobre el Fuego Santo en el Sepulcro del Señor. Schimonje Nicodemo sobre el Fuego Santo. El quinto artículo del Credo. Discusión sobre la Resurrección de Cristo. El sexto artículo del Credo. El séptimo artículo del Credo. El octavo artículo del Credo. El noveno artículo del Credo. El décimo artículo del Credo. El undécimo artículo del Credo. Discusión sobre la resurrección de los muertos. El duodécimo artículo del Credo.

La Vida cristiana.

Los Diez Mandamientos.

El Primer Mandamiento. El Segundo Mandamiento. El Tercer Mandamiento. El Cuarto Mandamiento. El Quinto Mandamiento. El Sexto Mandamiento. El Séptimo Mandamiento. El Octavo Mandamiento. El Noveno Mandamiento.

Las Nueve Bienaventuranzas.

La Primera Bienaventuranza. La Segunda Bienaventuranza. La Tercera Bienaventuranza. La Cuarta Bienaventuranza. La Quinta Bienaventuranza. La Sexta Bienaventuranza. La Séptima Bienaventuranza. La Octava Bienaventuranza. La Novena Bienaventuranza. Discusión sobre el significado del Mal. Conclusion. La ciencia y la Fe en Dios.


La fe cristiana

El propósito del hombre

Dios nos creó a Su propia semejanza e imagen. Él nos dio inteligencia, libre voluntad y un alma inmortal, para que, conociendo a Dios y volviéndonos como Él, nosotros podamos ser mejores, nos perfeccionemos y heredemos la vida bendita eterna con Dios. Por consiguiente la existencia del hombre en la tierra tiene un significado profundo, un gran propósito y una meta elevada.

En el universo creado por Dios, no hay, ni puede haber, algo sin sentido. Si un hombre vive sin fe en Dios, morando por los mandamientos de Dios, no para la vida eterna futura, entonces la existencia de semejante hombre en la tierra se convierte insensata. Para las personas que viven sin Dios, la vida les parece incomprensible y accidental, y tales son a menudo peores que las bestias.

Para cada hombre, en orden de cumplir con su propósito en la tierra y recibir la salvación eterna, es necesario, en primer lugar, conocer el verdadero Dios y creer debidamente en Él, es decir, poseer la verdadera fe y en segundo lugar, uno debe vivir según dicha fe; es decir, amar a Dios y las personas y hacer obras de bien.

El Apóstol Pablo dice que sin la fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6), y el Apóstol Santiago agrega que esa fe sin obras buenas, sin amor, es un fe ineficaz y muerta. Así, para nuestra salvación, es necesario tener la fe correcta, y una vida consecuente con esa fe, realizando obras de bien.

La verdadera enseñanza sobre la necesidad para creer debidamente en Dios y cómo vivir con las personas, se contiene en la Fe Cristiana Ortodoxa basada en la revelación Divina.

Se llama Revelación Divina a todo lo que Dios revela a las personas sobre Sí y sobre la verdadera fe en Él. Dios lleva Su revelación a las personas por dos medios: la revelación natural y revelación del sobrenatural.

La revelación natural

Se llama revelación natural a la revelación Divina, cuando Dios se revela a través de los medios comunes, normales, y naturales a cada persona, a través de nuestro mundo visible (la naturaleza) y nuestra conciencia, la voz de Dios en nosotros, que nos dice lo que es bueno y lo que es malo. Dios también se revela a través de la vida, a través de la historia de toda la humanidad. Si una nación pierde la fe en Dios, entonces el infortunio e infelicidad la alcanzan. Si no se arrepiente, entonces perece y desaparece de la tierra. Recordaremos el Diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, el pueblo hebreo disperso por todos los rincones de la tierra, y así sucesivamente.

El mundo entero que nos rodea es un gran libro de revelación Divina, testificando la omnipotencia y sabiduría de Dios el Creador.

Las personas que estudian este mundo son, salvo raras excepciones muy, creyentes. "En pos de estudiar algo, es necesario tener fe en que todo cumple un concepto dado y existe según un plan definido. Ni siquiera la máquina más simple no puede surgir por casualidad. Aun cuando nosotros vemos un grupo de piedras sistemáticamente colocado, concluimos inmediatamente de la forma de su arreglo que un ser humano los puso allí. Lo casual jamás tiene forma, es irregular. Hace tiempo Cicerón, un estudioso antiguo y orador que vivió antes del Nacimiento de Cristo dijo que aun cuando uno tira bloques del alfabeto un millón de veces, no es posible formar una frase. El universo que nos rodea es mucho más complicado que la máquina más intrincada, y contiene mucho más pensamientos que el poema más profundo" (de una conversación por Arzobispo Nathaniel).

El Apóstol Pablo era una persona muy ilustrada de la época. Él dice que cada casa esta construida por algún hombre; pero todo esta construido por Dios (Heb 3:4).

El gran científico Newton que descubrió las leyes de movimiento de los cuerpos celestes descubriendo de esa forma un gran Misterio de la creación, era un hombre religioso y estudiada teología. Cada vez que él pronunciaba el nombre de Dios, se ponía de pie reverentemente y se quitaba su sombrero.

El renombrado Pascal, genio matemático y uno de los creadores de la física moderna, no sólo era creyente, sino uno de los más grandes pensadores religiosos en Europa. Pascal dijo: "Las contradicciones que, mayormente podrían alejarme del conocimiento religioso, al contrario, me llevan a él."

Louis Pasteur, el fundador de la bacteriología contemporánea, pensador profundo, más que otros penetró en el Misterio de vida orgánica. Él dijo: "Mientras más yo me ocupo del estudio de naturaleza, más me asombro reverente ante la obra del Creador."

El famoso biólogo Linnaeus concluyó su libro sobre las plantas con estas palabras: "De verdad Dios existe, grande, eterno sin Quien nada puede existir."

El astrónomo Kepler confesó: "Oh, grande es nuestro Señor y grande es Su omnipotencia, y Su sabiduría no tiene límite. Y tu, mi alma, canta alabanzas a tu Señor por toda tu vida."

Incluso Darwin, el estudioso que fue explotado después por los hombres semi-sabios para refutar la creencia en Dios, era un hombre muy religioso toda su vida. Durante muchos años él era el líder laico de su parroquia. Él nunca pensó que sus resultados podrían contradecir la creencia en Dios. Después de que Darwin partió su enseñanza sobre el desarrollo evolutivo de la vida en la tierra, le preguntaron: "¿En la cadena de evolución dónde esta el primer eslabón?"

Darwin contestó: "está remachado al trono del Altísimo."

El geólogo Lyell escribió: "Con cada hallazgo geológico nosotros descubrimos iluminadas demostraciones de la previsión, poder y sabiduría de la inteligencia creativa de Dios."

El historiador Muller declaró: "Sólo con el reconocimiento de Dios y por el estudio completo del Nuevo Testamento yo empecé a entender el significado de la historia."

Es posible citar un número ilimitado de eruditos que dan testimonio de a la creencia en Dios, pero pensamos que por ahora es bastante. Solo presentaremos un argumento muy elocuente. El científico Dennert dirigió un estudio sobre la creencia en Dios con 432 naturalistas. Cincuenta y seis de ellos no respondieron, 349 se revelaron creyentes en Dios, y sólo dieciocho declararon que ellos no creían, o eran indiferentes a la fe. El resultado de este estudio de estudiosos concuerda con los resultados de otras investigaciones similares.

"Sólo el semi-conocimiento lleva a las personas al ateísmo. Nadie puede negar la existencia de Dios, exceptuando aquéllos para quienes es provechoso hacerlo" dice el estudioso inglés Becon.

La santa gran mártir joven Bárbara, viendo la majestuosidad y belleza del mundo de Dios, llegó al conocimiento del verdadero Dios. Así Dios se revela a través del mundo visible a cada persona que es inteligente y de pensamiento bueno.

La creencia en Dios es fundamental para alma de una persona. El alma es dada por Dios, ella es como una chispa en el hombre y un reflejo de Dios en el hombre. Originada en Dios, teniendo un ser afín con Él, el alma sola, por su propio deseo, se vuelve a Dios, lo busca. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente (Ps. 42:2). Como cuando los ojos se vuelven a la luz, pues fueron hechos para ver la luz, así el alma del hombre se dirige a Dios, tiene la necesidad de relacionarse con Él y sólo en Dios encuentra paz y alegría. Una flor se estira hacia el sol para recibir el calor moderado y la luz sin las cuales no puede vivir y crecer. Como con la flor, la constante inclinación irreprimible del hombre a Dios viene del hecho que sólo en Dios es nuestra alma capaz de encontrar todo lo que necesita para una vida virtuosa y saludable.

Por consiguiente, todos los pueblos han creído en Dios y han elevado a Él oraciones, aunque algunos han errado a menudo creyendo incorrectamente en Dios, nunca perdieron la fe en la Deidad, siempre guardando alguna forma de religión.

La creencia general en un Ser Supremo incluso era conocida en el tiempo de Aristóteles, el gran estudioso griego, filósofo, y naturalista, nacido por el año 384 antes de Cristo. Ahora, los estudiosos confirman que todos los pueblos que han habitado la tierra, sin excepción, han tenido su propia religión, fe, oraciones, templos, y ofrendas. "La etnografía, la ciencia que estudia la existencia de todas las personas que habitan la tierra, no conoce a unos pueblos sin la religión," dice Ratzel el geógrafo y viajero alemán.

Si existen casos aislados de ateos, ellos son excepciones raras, desviaciones enfermas de la norma. Como la existencia de ciegos, sordos y mudos no refuta el hecho que la humanidad posee los dones de vista, oído, y habla; como la existencia de idiotas no niega que el hombre es un ser razonable, pues la existencia de ateos no refuta el hecho de la existencia de la religión en cada sociedad.

Sin embargo, solo la revelación natural no es suficiente, pues el pecado disimula la inteligencia, la voluntad y la conciencia de un hombre. La prueba de esto se revela en cada posible religión pagana en la que la verdad esta mezclada con falsas invenciones humanas.

Por consiguiente, el Señor complementa la revelación natural con la revelación sobrenatural. (Compilado del libro "Religión y Ciencia" de Frank, y "¿Dios Existe?" por G. Shorets y otros.).

La revelación Divina sobrenatural

Las revelaciones de Dios sobre Sí Mismo a ciertas personas son efectuadas a menudo por medios especiales, o de una manera sobrenatural. Dios se revela directamente o a través de Sus ángeles. Tal revelación se llama, Revelación Divina sobrenatural

Como no todas las personas pueden recibir la revelación del propio Dios debido a su impureza por el pecado y debilidad del alma y cuerpo, el Señor escoge a personas virtuosas especiales que pueden recibir esta revelación.

Entre las primeras personas que proclamaron las revelaciones de Dios están: Adán, Noé, Moisés, y otros profetas y personas virtuosas. Ellos aceptaron todo de Dios y predicaron los principios de la revelación Divina.

En cumplimiento de la revelación Divina, el propio Dios vino a la tierra encarnado en el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, y extendió la revelación a la tierra entera a través de Sus Apóstoles y discípulos.

Esta revelación Divina y su diseminación entre las personas se conservan en la verdadera, santa Iglesia Ortodoxa de dos maneras: por medio de la Tradición Santa y la Escritura Santa.

El primer medio de diseminación de la revelación Divina es la Santa Tradición. Desde principio del mundo hasta Moisés no había ningún libro santo. La enseñanza sobre la creencia en Dios se pasaba por tradición, es decir, por palabra y ejemplo, de uno a otro, del antepasado al descendiente. El propio Jesucristo llevó Su enseñanza Divina y mandamientos a Sus discípulos por la palabra, predicando y por el ejemplo de Su vida, no por libros (las escrituras). Los Apóstoles extendieron la fe y mantuvieron la Iglesia cristiana primero predicando y dando ejemplo.

La Tradición santa siempre precede a las Escrituras Santas. Esto es obvio porque los libros no pueden ser utilizados por todas las personas, pero la tradición es accesible a todos sin excepción.

Posteriormente, para que la revelación de Dios pudiera guardarse en completa fidelidad, por la inspiración del Señor, varias personas santas escribieron los aspectos más importantes de la tradición en los libros. El Espíritu Santo los ayudó invisiblemente, para que todo lo escrito en estos libros fuera correcto y verdadero. Todos estos libros, escritos por el Espíritu de Dios a través de las personas santificadas por Dios, los profetas, los apóstoles, y otros, se llaman Sagradas Escrituras, o Biblia.

La palabra "Biblia" viene del griego y significa "libros." Este nombre muestra que los libros santos, por venir del propio Dios, superan y preceden a todos los otros libros.

Los libros de las Santas Escrituras, escritos por varias personas en momentos diferentes, están dividido en dos partes, los libros del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento.

Los libros del Antiguo Testamento fueron escritos antes del Nacimiento de Cristo. Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos después del Nacimiento de Cristo. Todos estos libros santos son conocidos por la palabra Bíblica "testamento," porque la palabra significa el testimonio y la enseñanza Divina a la humanidad. La palabra "Testamento" hace pensar en un acuerdo o un convenio de Dios con las personas.

Los volúmenes del Antiguo Testamento se tratan principalmente de la promesa de Dios de dar un Salvador a la humanidad y prepararlos para aceptarlo. Esto fue cumplido por la revelación gradual a través de los santos mandamientos, profecías, prefiguraciónes, oraciones y servicios divinos.

El tema principal del Nuevo Testamento es el cumplimiento de la promesa de Dios para enviar a un Salvador, Su Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo Quien dio el Nuevo Testamento a la humanidad. el nuevo convenio.

El Antiguo Testamento contiene, contándolos por separado, treinta y ocho libros. A veces se combinan varios libros en uno, y en esta forma, el número es veintidós, según el número de letras en el alfabeto hebreo.

Los libros del Antiguo Testamento están divididos en cuatro secciones, ley, historia, literatura de sabiduría, y los profetas.

Los libros de la ley que constituyen el fundamento principal del Antiguo Testamento son:

  1. Génesis
  2. Éxodo
  3. Levítico
  4. Números
  5. Deuteronomio
  6. Estos cinco libros fueron escritos por el Profeta Moisés. Ellos describen la creación del mundo y la caída en el pecado, la promesa de Dios de un Salvador del mundo, y la vida de las personas en los primeros tiempos. La mayoría de sus volúmenes es un relato de la ley dada por Dios a través de Moisés. El propio Jesucristo los llama las leyes de Moisés (Lucas 24:44).

    II. Los libros de historia que principalmente contiene la historia de la religión y vida del pueblo hebreo conservando la fe en el verdadero Dios, son los siguientes:

  7. Josué
  8. Jueces, y como un suplemento, el libro de Rut.
  9. Primero y Segundo de Reyes (Samuel), como dos partes del mismo libro.
  10. Tercero y Cuarto de Reyes
  11. Primeras y Segundas Crónicas (adicional).
  12. Primero y Segundo libro de Esdras y Nehemías
  13. Ester
  14. III. Los libros de sabiduría que están principalmente compuestos de enseñanzas sobre la fe y la vida espiritual son los siguientes:

  15. Job
  16. Salmos, compuestos por 150 salmos o sagradas canciones, escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo. La mayoría de los salmos fueron escritos por el Rey David. El Salterio se usa para casi cada servicio Ortodoxo.
  17. Los proverbios de Salomón
  18. Eclesiastés (las enseñanzas de la Iglesia).
  19. Cantares de Salomón
  20. IV. Los libros de los Profetas que contienen profecías y predicciones sobre el futuro y sus visiones del Salvador Jesucristo, son los siguientes:

  21. Isaías
  22. Jeremías
  23. Ezequiel
  24. Daniel
  25. Los libros de los Doce Profetas, también conocidos como los Profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Sofonías, Habacuc, Hageo, Zacarías, Malaquías.

Éstos son los libros canónicos del Testamento Viejo, es decir que ellos son indudablemente la verdad, juzgando por su origen y por su contenido.

La palabra "canónica" viene del griego y significa "ejemplar, verdadero, correcto." Además de los libros canónicos, una parte del Antiguo Testamento está compuesta por libros no canónicos, a veces llamados Apócrifos. Éstos son los libros que los judíos perdieron y qué no están en el contexto hebreo contemporáneo del Antiguo Testamento. Ellos se encuentran en las traducciones griegas del Antiguo Testamento, hecha por los 70 traductores (Septuagésimo) tres siglos antes del Nacimiento de Cristo (271 a.C). Estos libros han sido incluidos en la Biblia de los tiempos antiguos y han sido considerados por la Iglesia por ser parte de las Sagrada Escrituras. A la traducción de los Setenta, la Iglesia Ortodoxa otorga cierto respeto especial. La traducción al Eslavo de la Biblia fue hecha de esa traducción.

A los libros no canónicos del Antiguo Testamento pertenecen:

  1. Tobía
  2. Judit
  3. La sabiduría de Salomón
  4. Libro de Jesús hijo de Sirac
  5. Epístola de Jeremías
  6. Tres libros de Macabeos
  7. Tercer libro de Esdras

Hay veintisiete sagrados libros del Nuevo Testamento, y todos ellos son canónicos. Por su contenido, ellos, como el Antiguo Testamento, pueden subdividirse en cuatro grupos, la ley, historia, las epístolas y profecía.

Los Libros de la ley que sirven como el fundamento del Nuevo Testamento son:

  1. El Evangelio de Mateo.
  2. El Evangelio de Marcos
  3. El Evangelio de Lucas
  4. El Evangelio de Juan
  5. La palabra "el evangelio," o en griego, evangelion, significa "buena nueva." Son las noticias buenas sobre la llegada al mundo del Salvador del mundo, nuestro Señor Jesucristo, prometido por Dios. Los Evangelios relatan Su vida en la tierra, la muerte en la Cruz, la resurrección de entre los muertos, y ascensión al cielo. Ellos también contemplan Sus enseñanzas Divinas y Milagros. Los Evangelios fueron escritos por los Santos Apóstoles, los discípulos de Jesucristo.

    II. Los libros de Historia.

  6. Los Hechos de los Apóstoles, escritos por el Evangelista Lucas, cuentan el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y sobre la expansión de la Iglesia cristiana a través de ellos.

III. Las Epístolas.

6-12. Siete epístolas generales a las iglesias, o cartas a todos los cristianos: una del Apóstol Santiago, dos del Apóstol Pedro, tres del Apóstol y Evangelista Juan, y una del Apóstol Judas.

13-26. Catorce epístolas del Apóstol Pablo: una a los romanos, dos a los corintios, una a los gálatas, una a los efesios, una a los filipenses, una a los colosenses, dos a los tesalonicenses, dos a Timoteo, el obispo de Efeso, una a Tito, el obispo de Creta, una a Filemón y una a los hebreos.

IV. Los libros de Profecía.

27. El Apocalipsis, o Revelación de San Juan, escrito por el santo apóstol y Evangelista Juan, contiene una visión del destino futuro de la Iglesia de Cristo y del mundo entero.

Los sagrados libros del Nuevo Testamento fueron primero escritos en griego que en ese momento era el idioma en común. Sólo el Evangelio de Mateo y la Epístola de San Pablo a los hebreos fueron primero escritos en hebreo.

El Evangelio de Mateo, sin embargo, se tradujo al griego en el primer siglo, lo más probablemente por el propio apóstol Mateo.

Los libros del Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento surgieron por la revelación de Dios, fueron escritos por inspiración del Espíritu Santo y se llama por consiguiente "inspirados divinamente." Apóstol Pablo dice: "Toda la Escritura se da por la inspiración de Dios, y es aprovechable para la doctrina, para la reprobación, para la corrección y para la instrucción en la rectitud (2 Tim. 3:16).

Lo sublime y la pureza de la enseña cristiana en estas escrituras, las profecías, y milagros convencen a uno del origen divino de las Santas Escritura. Con señales especiales, se revela la inspiración divina de los libros sagrados en los actos poderosos de la palabra de Dios hacia la humanidad.

Dondequiera que los Apóstoles predicaron, sometieron los corazones de las personas a la enseñanza de Cristo. Los judíos y paganos del mundo se armaron con cada poder malo conocido para tripular contra los cristianos. Los mártires cristianos murieron por los miles, mas la palabra de Dios creció y se estableció firmemente. Hay ejemplos en que las personas empezaron a estudiar la Biblia con la esperanza de refutar las enseñanzas contenida en ella y al final se convirtieron en sus atentos reverentes y creyentes.

Cada uno de nosotros, leyendo las Santas Escrituras atentamente, puede experimentar en ellas el poder del Omnipotente Señor y convencerse que es la revelación del propio Dios.

La revelación Divina se conserva en la Iglesia Santa. Los libros de las Santas Escrituras y la Tradición Santa - es decir, lo no se fue escrito originalmente en estos libros, pero pasó por la palabra de boca en boca y sólo después fue apuntado por los santos en los siglos tempranos del cristianismo (siglo IV) y por consiguiente tienen antigüedad profunda y autenticidad - todo esto se conserva en la Santa Iglesia. La Iglesia fue fundada por el Salvador, nuestro Señor Jesucristo, y fue establecida como custodia de Su Revelación Divino. Dios el Espíritu Santo la guarda invisiblemente.

La Iglesia Santa Ortodoxa, después de la muerte de los Apóstoles, se guió por las Santas Escrituras y la Santa Tradición. Nosotros leemos las palabras de los profetas y Apóstoles como si nosotros viviéramos con ellos y los escucháramos.

En casos especiales, para la imputación de herejes o para resolverse varias equivocaciones, sobre la base de los mandamientos del Salvador (Mat. 18:17) y por el ejemplo de los Apóstoles (el Concilio Apostólico en el año 51, Actos 15:1-35), eran congregados concilios. Algunos de éstos eran Ecuménicos, a los cuales acudían de todo el mundo conocido tantos pastores y maestros de la Iglesia como era posible. Otros concilios eran locales, dónde sólo pastores y maestros de una región particular se congregaban.

La decisión de un Concilio Ecuménico es la autoridad terrenal máxima de la Iglesia Santa de Cristo, guiada por el Espíritu Santo, como se declaró en la decisión del primer Concilio Apostólico: "Agrada al Espíritu Santo y a nosotros" (Actos 15:28).

Hubo siete Concilios Ecuménicos. En los concilios primero y segundo fue formulado el Credo.

Resúmenes de los Concilios Ecuménicos

Ha habido siete Concilios Ecuménicos en la verdadera Iglesia Ortodoxa cristiana: 1. Nicea; 2. Constantinopla; 3. Efeso; 4. Calcedonia; 5. El segundo en Constantinopla; 6. El tercero en Constantinopla; 7. El segundo en Nicea.

El Primer Concilio Ecuménico.

El Primer Concilio Ecuménico se emplazó en el 325 D.C., en la ciudad de Nicea, bajo el Emperador Constantino I. Este Concilio fue congregado debido a la doctrina falsa del sacerdote alejandrino Arrio quien rechazaba la naturaleza Divina y el Nacimiento del pre-eterno de la segunda persona del Santísima Trinidad, el Hijo Divino de Dios el Padre, y enseñaba que el Hijo de Dios es sólo la creación más sublime.

318 obispos participaron en este Concilio entre quienes estaban San Nicolás el Taumaturgo, San Santiago, obispo de Nisibias, San Spiridón de Tremithus y San Atanasio que era en ese momento diácono.

El Concilio condenó y repudió la herejía de Arrio y afirmó la verdad inmutable, el dogma sobre el Hijo de Dios, que enseña que es el verdadero Dios, nacido de Dios el Padre antes de todo los tiempos, y es eterno, como es Dios el Padre; fue engendrado, no hecho y es unisubstancial con Dios el Padre. Para que los todos cristianos ortodoxos puedan saber la verdadera enseñanza de la fe exactamente, fue clara y concisamente resumido en las primeras siete secciones del Credo, o Símbolo de Fe.

En este Concilio se resolvió celebrar la Pascua el primer domingo después de la primera luna llena siguiente al equinoccio de la primavera, después de la Pascua judía. También determinó que los sacerdotes deben casarse y estableció muchas otras reglas o cánones.

El Segundo Concilio Ecuménico.

El Segundo el Concilio Ecuménico se emplazó en el año 381, en la ciudad de Constantinopla, bajo el Emperador Theodosio I. Este Concilio se convocó contra la enseñanza falsa del obispo de arriano de Constantinopla Macedonio que rechazaba la deidad de la tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo. Él enseñaba que el Espíritu Santo no era Dios sino una criatura, o un poder creado, y por consiguiente subordinado a Dios el Padre y Dios el Hijo, como un ángel.

Hubo más de 150 obispos presentes en el Concilio entre quienes estaba Gregorio el Teólogo que presidió el Concilio, Gregorio de Niza, Meletio de Antioquía, Amfiloquio de Iconimia y Cirilo de Jerusalén.

En Concilio, se condenó y se repudió la herejía Macedónica. El Concilio afirmó como dogma la igualdad y la unisubstancialidad de Dios el Espíritu Santo con Dios el Padre y Dios el Hijo.

El Concilio también complementó el Credo de Niza, o "el Símbolo de Fe," con cinco artículos en los cuales se fijan la enseñanza sobre el Espíritu Santo, sobre la Iglesia, sobre los Misterios, sobre la resurrección de los muertos y la vida en el mundo venidero. Así compusieron el Credo de Niceo-Constantinopolitano que sirve como guía para la Iglesia durante todo el tiempo.

El Tercer Concilio Ecuménico.

El Tercer Concilio Ecuménico se emplazó en el año 431 A-C, en la ciudad de Efeso, bajo el Emperador Teodosio II. Se llamó a Concilio debido a la doctrina falsa de Nestorio, Arzobispo de Constantinopla que profanamente enseñó que la Santísima Virgen María dio Nacimiento simplemente al hombre Cristo con quien entonces Dios se unió moralmente y moró en Él, como en un templo, como previamente Él había morado en Moisés y en otros profetas. Por consiguiente, Nestorio llamó al Señor Jesús Cristo, porte de Dios y no Dios encarnado; y la Virgen Santa se llamó portadora de Cristo (Cristotokos) y no la Madre de Dios (Theotokos).

Los 200 obispos presentes en el Concilio condenaron y repudiaron la herejía de Nestorio y decretaron que uno debe reconocer en Jesucristo en el momento de la encarnación estaban las dos naturalezas, divina y humana, y que uno debe confesar a Jesucristo como verdadero Dios y verdadero Hombre, y a la Santísima Virgen María como Madre de Dios (Theotokos).

El Concilio también afirmó el Credo Niceo-Constantinopolitano y estrictamente prohibió la realización de cualquier cambio o adiciones a él.

El Cuarto Concilio Ecuménico

El Cuarto Concilio Ecuménico se emplazó en 451 d.C, en la ciudad de Calcedonia, bajo el Emperador Marciano. El Concilio se reunió para desafiar la doctrina falsa de un archimandrita de un monasterio de Constantinopla, Eutiquio que rechazó la naturaleza humana del Señor Jesucristo. Refutando una herejía y defendiendo la divinidad de Jesucristo, él cayó en un extremo, y enseñó que en el Señor Jesucristo la naturaleza humana estaba completamente absorta en la Divina, y por consiguiente siguió que uno sólo necesita reconocer la naturaleza Divina. Esta doctrina falsa se llama Monofisismo y los seguidores se llaman Monofisitas.

El Concilio de 650 obispos condenó y repudió la doctrina falsa de Eutiquio y definió la verdadera enseñanza de la Iglesia, a saber que nuestro Señor Jesucristo es Dios perfecto, y como Dios Él nace eternamente de Dios. Como hombre, Él nació de la Virgen Santa y en todo sentido es como nosotros, excepto en el pecado. A través de la encarnación, Nacimiento de la Virgen Santa, la divinidad y humanidad están unidas en Él como una sola Persona, infundida e inmutable, reputando así a Eutiquio; indivisible e inseparable, reputando a Nestorio.

El Quinto Concilio Ecuménico.

El Quinto Concilio Ecuménico se emplazó en 553 D C, en la ciudad de Constantinopla, bajo el Emperador famoso, Justiniano I. Fue llamado para sofocar una controversia entre Nestorianos y Eutquianos. Los puntos mayores de disputa eran los trabajos muy conocidos de la escuela de la iglesia siria de Antioquía, titulada "Los Tres Capítulos." Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro, e Ibas de Edessa, claramente expresaron el error de Nestorio, aunque en el Cuarto Concilio Ecuménico, nada se había mencionado de sus trabajos.

Nestorianos, en alegato con los Eutiquianos (Monofisitas), se refirió a estos trabajos, y los Eutiquianos encontraron en ellos una excusa para rechazar el Cuarto Concilio Ecuménico y calumniar la Iglesia Ortodoxa universal, acusando que estaba desviándose hacia el Nestorianismo.

El Concilio fue asistió por 165 obispos que condenaron los tres trabajos y al propio Teodoro de Mopsuestia por no haberse arrepentido. Acerca del otro dos, la censura sólo estaba limitada a sus trabajos de Nestorio. Ellos fueron perdonados. Ellos renunciaron a sus opiniones falsas y se murieron en paz con la Iglesia. El Concilio reiteró su censura de las herejías de Nestorio y Eutiquio.

El Sexto Concilio Ecuménico.

El Sexto Concilio Ecuménico se emplazó en el año 680 d.C, en la ciudad de Constantinopla, bajo el Emperador Constantino IV, y estaba compuesto de 170 obispos.

El concilio se convocó contra la doctrina falsa de los herejes Monotelitas que, aunque ellos reconocían en Jesucristo dos naturalezas, Dios y hombre, atribuían a Él sólo la voluntad Divina.

Después del Quinto Concilio Ecuménico, la agitación provocada por los Monotelitas continuó y amenazó al Emperador griego con gran peligro. El emperador Heracle, deseando la conciliación, decidido inclinar la Ortodoxia en concesión hacia los Monotelitas, y por el poder de su oficio, ordenó el reconocimiento que en Jesucristo hay una voluntad y dos energías.

Entre los defensores y abogados de las verdaderas enseñanzas de la Iglesia, estaba San Sofronio, Patriarca de Jerusalén, y un monje de Constantinopla, San Máximo el Confesor que por su firmeza en la fe había sufrido que le cortaran su lengua y su mano.

El Sexto Concilio Ecuménico condenó y repudió la herejía del Monotelismo, y formuló el reconocimiento que en Jesucristo hay dos naturalezas, Divina y humana, y en estas dos naturalezas hay dos voluntades, pero que la voluntad humana en Cristo no es contra, sino sumisa a Su voluntad Divina.

Es digno de atención que en este Concilio fue pronunciada la excomunión contra varios otros herejes, y también contra el Papa romano Honorio, como uno que reconoció la enseñanza de una voluntad. La formulación del Concilio se firmó por una comisión romana, consistiendo de los presbíteros Teodoro y Gregorio, y el diácono Juan. Esto muestra claramente que el poder más alto en la Cristiandad pertenece al Concilio Ecuménico, y no al Papa de Roma.

Después de once años, el Concilio abrió nuevamente una reunión en el palacio imperial, llamado Salón de Cupola (en griego, Trullos) para resolverse preguntas de importancia primaria pertenecientes a la jerarquía de la Iglesia. En esta consideración, este complementó los Quinto y Sexto Concilios Ecuménicos, y por consiguiente se llamó el Quinto-sexto Sínodo.

Este Concilio estableció cánones por los que la Iglesia debe guiarse, a saber, 85 cánones de los santos Apóstoles, cánones de los seis concilios Ecuménicos y siete locales, y cánones de trece Padres de la Iglesia. Estos cánones se complementaron después con los cánones del Séptimo Concilio Ecuménico y otros dos concilios locales, y comprende el llamado "Nomocanon," en inglés, "El Timón," qué es la fundamento del gobierno de la Iglesia Ortodoxa.

Aquí se condenaron varias innovaciones de la Iglesia romana por no estar de acuerdo con las decisiones espirituales de la Iglesia Ecuménica, a saber, el requisito que sacerdotes y diáconos son célibes, un ayuno estricto en sábados del Gran Ayuno, y la representación de Cristo en la forma de un cordero, o de alguna otra manera que Él apareció en la tierra.

El Séptimo Concilio Ecuménico.

El Séptimo Concilio Ecuménico se emplazó en 787 D C, en la ciudad de Nicea, bajo la Emperatriz Irene, viuda del Emperador Leo IV, y estaba compuesto de 367 padres.

El Concilio se emplazó contra la herejía iconoclasta que había estado violentando durante sesenta años antes del Concilio bajo el Emperador griego Leo III, quién, deseando convertir a los mahometanos a la Cristiandad, consideró necesario anular la veneración de los iconos. Esta herejía continuó bajo su hijo, Constantino V Copronymus, y su nieto, Leo IV.

El Concilio condenó y repudió la herejía iconoclasta y determinó proporcionar y poner en las santas iglesias, junto con la honrada y dadora de Vida, Cruz del Señor, los iconos santos, para honrarlos y rendirles homenaje, elevando el alma y corazón al Señor Dios, la Madre de Dios y los Santos que son representados en estos iconos. Después del Séptimo Concilio Ecuménico, la persecución de los santos iconos se levantó nuevamente bajo los Emperadores Leo V, de origen armenio, Miguel II, y Teófilo, y por veinticinco años turbó a la Iglesia.

La veneración de los iconos santos fue restaurada finalmente y se afirmó por el sínodo local de Constantinopla en 843 D.C., bajo el Emperatriz Teodora. En este concilio como acción de gracias al Señor Dios por haber dado la victoria a la Iglesia sobre los iconoclastas y todos los herejes, la celebración del Triunfo de la Ortodoxia se estableció el primer domingo de la Gran Cuaresma, que es celebrada por la Iglesia Ortodoxa a lo largo del mundo.

Nota: La Iglesia católica romana, además de estos siete Concilios, reconoce más de 20 concilios "ecuménicos." Incorrectamente incluido en este número hay concilios de la Iglesia Occidental, sostenidos después de la separación de la Iglesia Occidental. Los protestantes, a pesar del ejemplo de los Apóstoles y reconocimiento de la Iglesia cristiana entera, no reconocen uno solo de los Concilios Ecuménicos.

 

 

El Símbolo de la Fe o Credo

El Credo es un resumen conciso de todas las verdades de la Fe cristiana, compuesto y afirmado en el Primer y Segundo Concilios Ecuménicos. Quienquiera que no acepte estas verdades no es un Cristiano Ortodoxo.

El Símbolo de la Fe entero es como sigue:

Creo en un solo Dios Padre Omnipotente creador de Cielo y de

la tierra, y de todo lo visible e invisible.

Y en un solo Señor Jesucristo, Unigénito Hijo de Dios,

que nació del Padre antes de todo los siglos; Luz de Luz: Dios verdadero de

Dios verdadero; nacido, no creado; por Quien fueron hechas todas las cosas;

Quién por nosotros los hombres, y para nuestra salvación, bajó de los Cielos encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo Hombre;

Y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilatos, padeció, fue sepultado.

Y Resucitó al tercer día según las Escrituras.

Y subió a los Cielos, y esta sentado a la derecha del Padre;

Y vendrá otra vez, con gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos; y Su Reino no tendrá fin.

Y en el Espíritu Santo, Señor Vivificador, Quién procede del Padre; Quién con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado; que habló por los Profetas.

En la Iglesia que es Una, Santa, Católica, y Apostólica.

Confieso un solo Bautismo para la remisión de los pecados.

y espero la resurrección de los muertos.

Y la vida del siglo venidero.

Amén.

El primer artículo del Credo

1. Creo en un solo Dios Padre Omnipotente creador de Cielo y de la tierra, y de todo lo visible e invisible.

Para creer en Dios significa estar firmemente seguro que Dios existe, que Él nos cuida, y para aceptar sinceramente Su revelación Divina; es decir, todo lo que Él reveló sobre Sí Mismo, y sobre la salvación de las personas por el Hijo encarnado de Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Pero para que nuestra fe esté viva y activa, es necesario confesarla. Confesar la fe significa expresar abiertamente la fe interior en Dios por las palabras y los trabajos buenos, y que ningún peligro, persecución, sufrimiento, ni la muerte pueden obligarnos a renunciar a nuestra fe en el verdadero Dios.

Sólo por semejante confesión firme nosotros podemos salvar nuestras almas. Porque el hombre cree para rectitud y con la boca confiesa para la salvación (Rom. 10:10), dice el Apóstol Pablo.

Los santos mártires sirven como ejemplos de confesión firme y valerosa de fe. Ellos tenían tal fe en Dios y estaban tan animados por el amor hacia el Señor Jesucristo que por causa de Su nombre ellos renunciaron a la ganancia de todo lo terrenal, sufrieron la persecución y tales sufrimientos de martirio que sólo podrían idearse por la peor imaginación del hombre.

Las palabras del Símbolo de la Fe, "En un Dios," indica la singularidad del verdadero Dios. Dios es uno, y no hay otro al lado de Él (Ex. 44:6, Ex. 20:2-3, Deut. 6:4; Juan 17:3; 1Cor. 8:4-6). Este recordatorio se da para repudiar las enseñanzas paganas sobre muchos dioses. Dios es el Ser más alto, sobre todo lo que es mundano o sobrenatural. Conocer al Ser de Dios es imposible. No sólo es más alto que el conocimiento de los hombres, sino incluso de los ángeles. De la revelación de Dios, de los testimonios claros de las Santas Escrituras, nosotros podemos conseguir una comprensión de la existencia y la naturaleza básica de Dios. Dios es Espíritu (Juan 4:24); viviente (Jer. 10:10; 1Tes. 1:9); existente de Sí Mismo, es decir, dependiente de nadie, y recibido la vida de Él - Él es (Ex. 3:14; 1 Juan 2:13) eterno (Ps. 90:2; Ex. 40:28); inmutable (Santiago 1:17; Mala. 3:6; Ps. 102:27); omnipresente (Ps. 139:7-12; Hechos 17:27); omnisciente (I Juan 3:29, Heb. 4:13); omnipotente (Gén 17:1; Lucas 1:37; Ps. 32:9); todo bueno (Mat. 19:17, Ps. 24:8) sabio (Ps. 104:24; Rom. 14:26; 1 Tim. 1:17); recto (Ps. 7:12; Ps. 10:7; II Rom. 6:11); autosuficiente (Actos 17:25); todo bendito (I Tim. 6:15).

La aserción de que Dios es Espíritu no contradice a esos lugares en las Escrituras Santas en que se atribuyen los Miembros corporales a Dios. Estas expresiones se usan simbólicamente en las escrituras espirituales cuando ellos hablan de la naturaleza de Dios. Por ejemplo, ojos u oídos indican la omnisciencia de Dios, y así en adelante.

Dios es Uno, pero no solitario. Dios es uno en esencia, pero triple en Personas, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, consubstancial e indivisible. Uno en tres Personas, cada Persona amando a las otras eternamente. Dios es amor (I Juan 4:16).

La inter-relación entre las Personas de la Santísima Trinidad es tal que Dios Padre no nace y no procede de las otras personas. El Hijo de Dios nació de Dios Padre antes de todos los siglos, y el Espíritu Santo siempre procede de Dios Padre. Las tres Personas de la Santísima Trinidad en esencia y naturaleza son completamente iguales dentro del propio Dios. Como Dios Padre es verdadero Dios, así Dios Hijo es verdadero Dios, y Dios Espíritu Santo es verdadero Dios, pero las tres Personas son una sola Deidad - Un Dios.

Cómo un Dios existe en tres Personas es un Misterio, incomprensible para nuestra inteligencia, pero nosotros creemos esto según el testimonio de la revelación Divina. El Misterio de la Santísima Trinidad se reveló a nosotros por el Mismo Señor Jesucristo, cuando él envió a los Apóstoles a predicar. Él dijo, Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mat. 28:19). El Apóstol y Evangelista Juan testifica también ambos claramente a las Personas trinitarias de Dios y a la única esencia de las Personas. Tres dan testimonio en el Cielo (sobre la Divinidad del Hijo de Dios); el Padre, la Palabra, y el Espíritu Santo; y estos Tres son uno (I Juan 5:7).

El apóstol Pablo, dirigiéndose el Cristianos de Corintio, dice, La gracia de nuestro Señor Jesucristo y el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros (II Cor. 13:14).

Para la clarificación de este gran Misterio nosotros señalamos el mundo que, como una revelación de la creación de Dios, nos habla del Misterio incomprensible del ser trinitario del Creador. La impresión de este Misterio queda profundamente en la naturaleza de cada entidad creada. La unidad trinitaria, como una idea subyacente, es intrínseca a todo los trabajos del Creador, glorificando la Trinidad. Por ejemplo, el discurso de todas las personas en el mundo tiene tres personas: Yo, tú, él ella o esto. El tiempo se expresa en pasado, presente y futuro. Los estados de las materias son líquido, sólido y gas. Todos los colores variados en el mundo son formados de los tres colores primarios, rojo, azul y amarillo. El hombre se conduce por medio del pensamiento, palabra y hechos. Los hechos tienen un comienzo, medio y fin. Incluso el hombre es una unidad trinitaria de cuerpo, mente y alma. La salvación de nuestras almas es lograda por las tres virtudes Cristianas, fe, esperanza y amor.

Nosotros somos capaces de entender en parte el Misterio de la Santísima Trinidad solo con el corazón, por el amor encontrado en la Santa Iglesia Ortodoxa de Cristo, es decir, viviendo en amor.

Nosotros llamamos a Dios Omnipotente porque Él, como Rey de los Cielos, gobierna a todos y mantiene todo por Su fuerza y poder.

Además, lo llamamos a Dios Creador del cielo y de la tierra porque todo lo que existe, en el mundo físico visible y en el espiritual invisible, es decir, el universo entero, fue creado por Dios en Tres Personas. Dios Padre creado con la Palabra, Su Unico Hijo, y con la cooperación del Espíritu Santo.

Al mundo invisible o espiritual pertenecen los ángeles - espíritus sin cuerpo, seres inmortales, dotados de razón voluntad y poder. Al mundo espiritual pertenecen las almas de cada persona.

La palabra "ángel" es de origen griego y significa "mensajero." Dios lo envía para anunciar a las personas Su voluntad. Cada cristiano tiene su ángel guardián, quien lo cuida de las malas acciones del maligno, es decir del diablo (calumniador) y satanás, el contrario de Dios. Los malos espíritus también fueron creados buenos y libres, sin embargo se enorgullecieron y cayeron alejándose de Dios y se convirtieron en falsos y malos. Desde ese entonces ellos odian todo lo bueno e inducen al hombre al pecado, para hacerlo perecer. A raíz del pecado todos los hombres mueren corporalmente, y morirían con una muerte más terriblemente, una segunda muerte, una muerte espiritual, cuando el alma se entrega al pecado y perece alejándose de Dios, si no hubiese salvado a todos los hombres de dicha muerte el encarnado Hijo de Dios.

 

El segundo artículo del Credo

2. Y en un solo Señor Jesucristo, Unigénito Hijo de Dios, que nació del Padre antes de todo los siglos; Luz de Luz: Dios verdadero de Dios verdadero; nacido, no creado; por Quien todo fue hecho;

En el segundo artículo del Credo, nosotros hablamos de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios y confesamos que sabemos que Él es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que Él es Dios antes de Su Nacimiento en la tierra.

El Señor Jesucristo es el Hijo unigénito de Dios. Él es el único Hijo de Dios el Padre, engendrado del ser del Padre, como la luz de la luz. Del verdadero Dios el Padre se engendra el verdadero Dios Hijo y se engendra antes de todo los tiempos, antes del comienzo del tiempo. Así que el Hijo está eternamente con Dios el Padre, y también el Espíritu Santo siendo consubstancial con el Padre. El propio Jesucristo dijo: "Yo y Mi Padre somos Uno" (Juan 10:30). Las palabras de Jesucristo: "Mi Padre es mayor (más) que Yo" (Juan 14:28) se refieren a Su humanidad.

Si a veces los ángeles y santos se llaman hijos de Dios esto significa que ellos sólo son hijos de Dios por la gracia, por la Misericordia de Dios, a través de la fe en el Señor Jesucristo.

A la palabra "engendrado," en el Símbolo de Fe, se agregan las palabras "no hecho." Estas palabras fueron agregadas para refutar la herejía falsa de Arrio, quien sostuvo que el Hijo de Dios no fue engendrado, sino hecho.

Las palabras "por Quien todo fue hecho" significa por Él, por el Hijo de Dios, todo ha sido hecho. Todo que existe en el mundo visible y el invisible, fue hecho por y a través del Hijo y sin Él nada fue de lo fue (Juan 1:3).

El Hijo de Dios, con Su encarnación en la tierra, recibió el nombre Jesucristo. Este nombre indica Su naturaleza humana.

El nombre Jesús es la traducción griega del nombre hebreo, Joshua y significa Salvador. Este nombre fue dicho dos veces por Dios a través de los ángeles antes del Nacimiento de Cristo, porque el Hijo eterno de Dios descendió a la tierra y fue encarnado para la salvación de hombres.

El nombre, Cristo, es una palabra griega y significa Ungido. Corresponde al hebreo "Mesías." En el Antiguo Testamento, el ungimiento era usado para los profetas, sumos sacerdotes y reyes que, en la asunción de su cargo, eran ungidos con aceite y así recibían los dones del Espíritu Santo necesarios para el cumplimiento digno de sus deberes.

El Hijo de Dios es llamado Ungido, Cristo, de acuerdo con Su naturaleza física, porque Él tenía todos los dones del Espíritu Santo, el conocimiento profético, la santidad de un sumo sacerdote y el poder de un rey.

Nota: Cuando se leen separadamente los artículos del Credo, empezando del segundo y acabando con el séptimo, es necesario antedecir a cada uno de ellos con "yo creo." Ejemplo: "Yo creo en Uno Señor Jesucristo, Hijo de Dios..."

Discusión sobre el Nacimiento Pre-eterno del Hijo de Dios

Nosotros vivimos en el tiempo, y lo temporal sufre cambios. Cuando el mundo alcance el fin de su existencia temporal, en la segunda venida del Salvador, entonces cambiará y se volverá eterno. Habrá "nuevos cielos y una nueva tierra" (Isaías 65:17; 66:22; II Pedro 3:13; Apoc. 21:1).

Viviendo en condiciones temporales, es difícil para nosotros imaginar la eternidad. Sin embargo, hasta cierto punto por lo menos, podemos imaginarlo por medio de la ciencia o la filosofía.

Así la eternidad es invariable. Está fuera del tiempo. Dios - la Santísima Trinidad, es el eterna e inmutable. Por consiguiente, nunca el Padre fue sin el Hijo, o sin el Espíritu Santo.

Los Padres santos y Maestros de la Iglesia explican que el Padre siempre estuvo con el Hijo nacido de Él, pues sin el Hijo, Él no se llamaría Padre. Si Dios el Padre existió sin tener un Hijo, y se habría convertido en Padre, sin haber sido Padre antes, significaría que Dios estuvo sujeto a cambio, de no haber nacido a haber nacido. Pero semejante idea es peor que toda blasfemia, pues Dios es eterno e inmutable. Así la definición en el Símbolo de Fe: "engendrado del Padre antes de todos los tiempos," significa antes de la existencia de nuestro tiempo, es decir - eternamente.

San Juan Damasceno explica: "Cuando nosotros decimos que Él (el Hijo de Dios) se engendró antes de todo los siglos, nosotros mostramos que Su Nacimiento no es en tiempo, y es sin principio. Porque el Hijo de Dios no fue traído de la nada a la existencia. Esta aureola de gloria, la imagen de la hipóstasis del Padre, sabiduría viviente y fuerza, Palabra hipostática, esencial, perfecta, y semejanza viviente del Padre invisible, siempre con el Padre y en el Padre, y nació eternamente de Él y sin comienzo."

El concepto de "Nacimiento," siendo un proceso completamente independiente del nacido, sólo existe en el mundo material, pues la materia es temporal y limitada. El espíritu no está limitado o subordinado a las leyes materiales. En forma semejante, el engendrar natural material de ninguna manera es aplicable al engendrar espiritual. Por consiguiente, los Concilios Ecuménicos, llevando el punto principal del engendrar Divino del Hijo del Padre, afirmaron las palabras del Símbolo de Fe, "Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consubstancial con el Padre..." El Hijo de Dios, de acuerdo con Su unión perfecta esencial con Dios Padre, es siempre, eternamente engendrado, como "Luz de Luz," sin pasión, no por la ley del mundo creado material. Nosotros no podemos comprender esto completamente Mientras vivamos dentro del armazón intelectual (racional) del mundo material. Por consiguiente, la naturaleza trinitaria de Dios se llama "el Misterio de la Santísima Trinidad."

Una comparación para la clarificación del Misterio de la Santísima Trinidad está dada por los Padres de la Iglesia. Juan Damasceno dice, "Como el fuego y la luz que proceden de él existen juntos, no el fuego primero y después la luz, y como la luz engendrada del fuego siempre mora en él y no está separada de él, así el Hijo es engendrado del Padre, de ningún modo separado de Él."

En otra comparación, nosotros podemos ver que los rayos de sol, que se encuentran en la tierra realizando su actividad dadora de vida nunca están separados o quebrados del sol. Por estas comparaciones, las palabras del Evangelio se vuelven entendibles: A Dios nadie le vio jamás, el Unigénito Hijo que está en el seno del Padre, Él le ha dado a dado. (Juan 1:18).

El San Juan el Evangelista llama al Hijo Unigénito de Dios, Jesucristo, la Palabra. Al principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios (Juan I: I). La designación de la segunda Persona de la Santísima Trinidad como el Hijo de Dios se reveló desde lo alto al Apóstol Juan (Apoc. 19:11, 13), aunque en parte era conocido en el Antiguo Testamento de manera oculta (Ps. 32:6; 18:15).

Los Padres de la Iglesia explican, "Como la mente que da el Nacimiento a una palabra, engendra sin dolor, no divide, no es exhausta, y no sufre clase alguna de existencia corporal, así el engendrar Divino es desapasionado, inexplicable, incomprensible, sin división."

"Así como la palabra," dice el Arzobispo Inocencio, "es una expresión exacta de una idea, no separada de ella y unida con ella, así la Palabra ere para con Dios, una verdadera y exacta semejanza de Su existencia, indivisible, sin confusión, y siempre existiendo con Él. La Palabra de Dios no fue un fenómeno o una afinidad por el poder de Dios, mas es el propio Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad."

El tercer artículo del Credo

3. Quién por nosotros los hombres, y para nuestra salvación, bajó de los Cielos encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo Hombre;

El tercer artículo del Símbolo de Fe es la declaración de cómo el Hijo de Dios descendió del Cielo a la tierra, tomó un cuerpo, humano en todos los sentidos pero sin el pecado, y fue encarnado. Él no asumió sólo el cuerpo, sino el alma de un hombre y se volvió humano perfecto sin dejar de ser al mismo tiempo Dios. Él se volvió Dios encarnado.

El Hijo de Dios descendió del Cielo y se volvió hombre (Dios encarnado) para salvar al hombre del poder del diablo, el pecado y la muerte eterna. El pecado es la transgresión de la ley (I Juan 3:4). Es decir, el pecado es una ofensa contra la Ley de Dios. El pecado se levanta en los hombres por la acción del diablo que tentó a Eva en el Paraíso y a través de ella, a Adán, y los persuadió a romper el mandamiento de Dios.

La caída en el pecado de los primeros hombres, Adán y Eva, tumbó la naturaleza de la humanidad. El pecado en el hombre nubla su inteligencia y su voluntad. Al cuerpo trajo la enfermedad y la muerte. Los hombres empezaron a sufrir y morirse. Por su propio poder, los hombres no pudieron conquistar el pecado en ellos mismos y en sus descendientes, o corregir su inteligencia, alma y corazón, y destruir la muerte. Esto sólo puede lograrse por Dios, el Creador de todos.

El Señor Misericordioso dio una promesa a los hombres, de que el Salvador del mundo vendría a la tierra para salvarlos del poder del diablo y la muerte eterna.

Cuando llegó el tiempo de salvación, el Hijo de Dios vino a morar dentro de la pura Virgen María, y a través del descenso del Espíritu Santo en Ella, recibió de la Virgen la naturaleza humana y nació en un modo sobrenatural "del Espíritu Santo y la Virgen María."

La Santísima Virgen María era descendiente de la familia de Rey David. Ella era la hija de los rectos Joaquín y Ana. La Santísima María es llamada Virgen porque Ella, llena de amor por Dios, prometió nunca casarse. Ella es llamada siempre virgen porque Ella siempre siguió siendo virgen, antes del Nacimiento del Salvador, en el momento del Nacimiento, y después del Nacimiento.

La Santa Iglesia Ortodoxa llama a la Virgen María la portadora de Dios (Theotokos), y la considera más sagrada que todos los seres creados, no sólo, los hombres, sino los ángeles. Nosotros La declaramos "Más honorable que el Querubines, e incomparablemente más gloriosa que los Serafines" porque Ella es la Madre del propio Dios. Así, según la inspiración del Espíritu Santo, la recta Elízabeth se dirigió hacia Ella, ¿Por qué se me concede esto a Mi, que la Madre de Mi Señor venga a Mi? (Lucas 1:43).

A través de Sus profetas, el Señor Dios mostró muchos signos de la venida del Salvador al mundo. Por ejemplo:

El Profeta Isaías predijo que el Salvador nacería de una Virgen (Isaías 7:14) y con notable claridad predijo Su sufrimiento (Isa. 5:7-8; 9, 10, 11, 12, 53).

El Profeta Miqueas profetizó que el Salvador nacería en Belén (Miqueas 5:2; Mat. 2:4-6).

El Profeta Malaquías predijo que el Salvador vendría al templo recientemente construido en Jerusalén, y que antes de Él se enviaría el Precursor, como el profeta Elías (Mal. 3:1-15).

El Profeta Zacarías predijo la entrada triunfal del Salvador en Jerusalén en un "asno, sobre un pollino hijo de asna" (Zac 9:9).

El Rey David en el vigésimo primer salmo describe el sufrimiento del Salvador en la cruz con tal exactitud que parece como si él Mismo hubiera visto la crucifixión.

El Profeta Daniel, 490 años antes de Cristo, profetizó la fecha de la aparición del Salvador, predijo Su crucifixión, y después de esto, la destrucción del Templo en Jerusalén y el cese de los sacrificios del Antiguo Testamento (Daniel 9).

Cuando el Hijo de Dios, Jesucristo, vino a la tierra, muchos hombres rectos lo reconocieron como el Salvador del mundo. Los hombres sabios del Este lo reconocieron por la estrella que brilló en el Este antes del Nacimiento de Cristo. Los pastores en Belén lo reconocieron por la proclamación de los ángeles. Simeón y Ana lo reconocieron por revelación del Espíritu Santo cuando fue traído al Templo. San Juan Bautista lo reconoció en el Río Jordán, en el momento del bautismo, cuando el Espíritu Santo descendió en Él en la forma de una paloma, y la voz del Padre testificó, Éste es Mi Hijo amado en Quien Yo me complazco (Mat. 3:17). Muchas personas lo reconocieron por la superioridad de Su enseñanza y sobre todo por los milagros que Él hizo.

Para nuestra salvación Jesucristo cumplió Sus enseñanzas, Su vida, Su muerte, y Su resurrección. Sus enseñanzas son para nuestra salvación cuando nosotros las aceptamos con todo nuestro corazón, y nos comportamos de acuerdo con ellas, cuando nosotros emulamos en nuestras propias vidas la vida del Salvador. Como la palabra falsa del Diablo, aceptada por los primeros hombres, se volvió en ellos la semilla del pecado y muerte, así la verdadera palabra de Cristo, aceptada sinceramente por los Cristianos, se vuelve en ellos la semilla de vida santa e inmortal.

Discusión sobre la Encarnación del Hijo de Dios

San Silvestre (siglo IV), en la conversación con los judíos sobre la fe, dijo, "Dios Que trae todo a la existencia, cuando Él creó al hombre y vio su inclinación a cada maldad, no despreció el trabajo desfalleciente de Su mano, sino dignó que Su Hijo, existiendo inseparablemente de Él (porque Dios está en todas partes), debió venir a nosotros a la tierra. Así Él descendió y nació de la Virgen Santa y se volvió sujeto a la ley, para salvar a aquellos que estaban bajo la ley (Gal. 4:4-5).

"Que Él nació de una Virgen se predijo por el Profeta Isaías con estas palabras, "He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará Su nombre Emanuel (Is. 7:14). Este nombre, como ustedes saben, designa el advenimiento de Dios a las personas, y en la traducción del hebreo Dios con nosotros. Así, el Profeta, un tiempo largo antes, predijo que Dios nacería de una virgen.

"Para Dios, nada es imposible; pero con respecto al diablo, es necesario conquistar por lo que se conquistó primero. Esos primeros conquistados fueron los hombres, hombres no nacido por el orden usual de naturaleza, no de la semilla de hombre, sino de la arcilla, además, de la tierra limpia y pura de la Virgen, ya que nunca ofendió a Dios. No se había manchado por la sangre de un hermano asesinado o animales muertos. Por consiguiente no se infectó con los cuerpos decadentes, ni se manchó por cualquier acto sucio o indecente.

"De la tal carne de la tierra se creó para nuestros antepasados, que fueron traídos a la vida por el aliento de Dios."

"Pero si el maligno diablo conquistó a semejante hombre, entonces es necesario que el diablo sea conquistado por semejante hombre. Este semejante hombre es nuestro Señor Jesucristo, nacido no por las leyes usuales de la naturaleza, sino del puro y santo útero de la Virgen, así como cuando Adán vino de la tierra no infectado por el pecado. Tal como cuando Adán fue traído a la vida por el Espíritu de Dios, así Este (Jesucristo) se encarnó por acción del Espíritu Santo que descendió sobre la Santísima Virgen. Él se volvió Dios perfecto y Hombre perfecto, en todos los sentidos excepto el pecado, teniendo dos naturalezas, Divina y humana, pero una Persona. En Su naturaleza humana Él sufrió por nosotros, pero Su Divinidad permaneció sin sufrir."

Para clarificación de esta explicación, San Silvestre da a un ejemplo. "Cuando un árbol, iluminado por los rayos del sol, es tirado abajo por una hacha de mano, entonces junto con este árbol tumbado, los rayos del sol no son cortados. Igualmente, cuando la naturaleza humana de Cristo, unido con Dios, soporta el sufrimiento, este sufrimiento no toca la Divinidad."

Durante el curso del primer siglo de Cristiandad, escribas judíos, conocidos como Massoretas, los preservadores de la tradición, quitaron todos los manuscritos de los libros sagrados de todas las sinagogas a lo largo del mundo, y los reemplazaron con sus propias transcripciones que fueron re-escritas con precisión estricta y con comprobaciones repetidas de carta en carta por los mismos escribas masoréticos.

El grado de invariabilidad e inmutabilidad de los textos masoréticos es sorprendente. Sin embargo, toda esta uniformidad no puede calificarse de absoluta. Sólo fue lograda la estandarización de los textos. Pero no se corrigieron esos errores que ya existieron en el momento de la revisión masorética. Al contrario, un poco de distorsiones se introdujeron intencionalmente por los Massoretas para disimular la claridad de las profecías que predijeron a Cristo el Salvador.

De estas distorsiones nosotros señalaremos en primer lugar la alteración famosa por los Massoretas de Isaías 7:14:He aquí que la virgen dará a luz un hijo... Sabiendo que este pasaje era un favorito de Cristianos, y testifica mejor que todos el purísimo Nacimiento de nuestro Señor, los Massoretas, llevando a cabo su reforma, insertaron la palabra alma ("mujer joven") en lugar de la palabra vetula ("virgen") en todos los textos hebreos a lo largo del mundo. En el momento, los antiguos apologistas cristianos objetaron razonablemente a la interpretación de los escribas judíos, "¿Y sobre qué tipo de signo, el profeta habla aquí, sería el Nacimiento de un hijo de una mujer joven, ya que esto es una ocurrencia cotidiana?"

En un manuscrito del Profeta Isaías escrito antes del Nacimiento de Cristo, que se descubrió no hace demasiados años atrás, la palabra "virgen" es usada en Isaías 7:14, y no "mujer joven."

Por consiguiente, está claro por qué la Iglesia prefiere las traducciones de los Setenta y de Peshitta para el texto autoritario del Antiguo Testamento, y principalmente la primera, ya que el texto de los Setenta se produjo bajo la inspiración del Espíritu Santo por el esfuerzo concertado de la Iglesia del Antiguo Testamento.

Septuaginto: La primera y más exacta traducción de las Santas Escrituras fue la traducción de todos los libros del Antiguo Testamento del hebreo al griego, hecho "según los Setenta" (realmente setenta y dos) traductores, o como ellos se llaman, intérpretes, en el tercer siglo antes del Nacimiento de Cristo, aproximadamente el año 270 A-C. El Rey Ptolemeo Philadelphus egipcio, deseando tener en su biblioteca los libros sagrados de la Ley Hebrea, pidió a su bibliotecario, Demetrio Falereo, adquirir esos libros y traducirlos en el idioma del uso más común: el griego.

Por la orden del Rey, una embajada con los ricos regalos para el templo, se despachó al sumo sacerdote Eleazar en Jerusalén, con el pedido de enviar a Alejandría todos los libros sagrados hebreos existentes y enviar todas las personas capaces de traducirlos.

El inspirado sumo sacerdote Eleazar cumplió el pedido del Rey egipcio con extraordinaria seriedad. Para que esta gran tarea reciba la participación de la Iglesia entera del Antiguo Testamento, se estableció un ayuno para toda la nación escogida de Dios, y la oración por todos se intensificó. Se convocaron las doce tribus de Israel y dada la orden para escoger a seis hombres de cada tribu como traductores, para que puedan trabajar juntos en la traducción de las Santas Escrituras en el idioma griego.

Los traductores escogidos, habiendo llegado a la ciudad del Rey de Egipto, con amor emprendieron su labor santa, y con buen progreso terminaron en corto tiempo. Así, bajo la influencia del Espíritu Santo, apareció esta traducción, fruto de un esfuerzo concertado, heroico de la Iglesia entera del Antiguo Testamento. Esta traducción fue usada en general en el momento de la vida terrenal de nuestro Señor, Jesucristo, y se usó por los Apóstoles de Cristo, los Padres de la Iglesia, y todos los líderes de la Iglesia.

Peshitta: En el primer y segundo siglo apareció una traducción de las Santas Escrituras en el idioma Sirio conocido como Peshitta, significando simple o fiel. Para la Iglesia Ortodoxa, estas dos traducciones (el "Septuaginto" y el "Peshitta") son en general las dos traducciones en uso. Pero para la Iglesia católica romana, hay todavía otra traducción hecha por San Jerónimo, conocido como la Vulgata. Parece indudablemente más autoritario que el original hebreo contemporáneo. (Compilado de los libros [en Ruso] Discusiones sobre las Santas Escrituras, por el Obispo Nataniel, y Resumen del Estudio sobre el Antiguo Testamento de la Biblia, por el Arzobispo Vitaly, y otras fuentes.).

Es sumamente instructivo que en el estudio cercano los hechos de la narrativa del Evangelio, que a primera vista parece cuestionable o escasamente probable o creíble, siempre resulta testificar a favor de los Evangelios, una vez más, confirmando la exactitud de los eventos informados en ellos.

Hace varias décadas, los críticos independientes consideraron completamente inverosímiles la historia en el Evangelio de Lucas en que José, con la Santísima Virgen comprometida con él, subió de Galilea, fuera de la ciudad de Nazaret, en Judea, hacia la ciudad de David que se llama Belén; porque él era de la casa y linaje de David: (Lucas 2:4). Ellos fueron para cumplir la orden para un censo, un proyecto llevado a cabo cuando Cyrenius Quirinin era gobernador de Siria (Lucas 2:2). En esta tarea, según la narración de San Lucas, no era necesario ir a registrarse al lugar de residencia, sino al lugar de origen familiar. Los críticos consideraron que esto era una tarea imposible, primero porque la alarma y desorden creados a lo largo del país si al mismo tiempo todos dejaran su lugar habitual de residencia para ir a la ciudad de las que vinieron sus antepasados sería espantoso. Segundo, la historia contradice los hechos bien establecidos que se grabaron acerca del Censo romano. Se sabe bien que los romanos requirieron el registro en el lugar de residencia habitual.

A simple vista estas objeciones parecen Minar la fiabilidad de la narración de San Lucas y parece forMidable. Sin embargo, cada objeción se marchita en la luz de los hechos indiscutiblemente establecidos.

Recientemente se descubrió un documento relatando los años 103-104 D.C. y la administración del gobernador de Egipto, Gaius Vibius Maximus. En este documento él es ordenado a informar el censo, exactamente según el orden que se declara en el Evangelio de San Lucas: en vista del censo, cada persona debía ir a ese lugar dónde su familia se originó. Si esto es así, entonces la objeción a la narración de San Lucas, que está en contradicción al procedimiento romano usual, falla. De la declaración de Vibius Maximus nosotros aprendemos que los romanos se acomodaron a las costumbres y modales del país subyugado. La narración del procedimiento del censo en San Lucas muestra ser una narración irreprochable y exacta. (Del prólogo de Los Cuatro Evangelios publicados en la Verdad París, 1943).

Discusión de los milagros de Dios

Los materialistas desechan categóricamente la posibilidad de milagros de Dios en el mundo. Ellos mantienen que los milagros contradicen las leyes de naturaleza.

Los milagros, ellos dicen, son incompatibles con la verdad científica de conformidad estricta de todo fenómeno natural. ¿Es eso así? Nosotros intentaremos contestar.

El Prof. S.L. Frank dice, "El ingeniero mecánico Galileo enseña que todos los cuerpos, independiente de su peso específico, caen a la tierra con la misma velocidad y aceleración. ¿Es el hecho generalmente conocido de que un pedazo de pelusa cae a tierra mucho más despacio que un peso férrico, una contradicción a esta ley? ¿O que en agua la madera no cae en absoluto? ¿Esta ley se rompe por el hecho que un avión no se cae, pero es capaz de subir mas alto y volar encima de la tierra? Obviamente no.

"Para la ley de Galileo, como todas las leyes de la naturaleza, contiene una reservación silenciosa: 'sujeto a otras varias condiciones, 'o' si todas las influencias externas se mantienen constantes.

Declarado abstractamente, el establecimiento de la atracción entre la tierra y un cuerpo de materia por su tirón gravitatorio no está en lo más mínimo roto. Sólo la suma total concreta parece alterada o se complica por la interferencia de variables nuevas externas, como también inexplicable para la ley original. En el primer caso - el poder de la resistencia del aire o agua; por el segundo - el poder del motor, obligando a la hélice rodar y cortar el aire. De la misma manera, pueden atribuirse también esos eventos que se llaman milagrosos al efecto de variables suplementarias, no otra variable de naturaleza, pero un poder sobrenatural.

Si Cristo, como se dice en los Evangelios, caminó en el agua como en tierra seca, entonces este hecho no quiebra la ley de gravedad más que el hecho del vuelo de un avión sobre la tierra, o la flotación de un cuerpo más liviano que el agua. En los últimos casos, la acción de la ley de gravedad no está rota, pero se supera por el poder del motor, o la resistencia del agua. En el primer caso, la ley es absolutamente superada por el poder de Dios Encarnado, Cristo.

Si un hombre se recupera de una enfermedad fatal después de las oraciones fervientes a Dios (propias o de alguien más), entonces este milagro también quiebra apenas el curso natural de la enfermedad establecido por la medicina, más que la intervención quirúrgica exitosa de un doctor. En el último caso, la enfermedad acaba a través de la alteración mecánica de las circunstancias condicionadas a él, y en el anterior, a través de la influencia del poder supremo de Dios sobre estas condiciones.

"Si un hombre," dice el Arcipreste Gerasim Shorets, "debido a su voluntad libre, tiene la habilidad de influir en la naturaleza, entonces ¿es posible que Dios no tenga esta habilidad? ¿Él, el Creador de las leyes de la naturaleza?

"Es posible hacer las observaciones interesantes sobre las personas que niegan los milagros," él continúa. "Muchos de ellos quiénes se burlan de los Milagros Bíblicos, y consideran a los creyentes en su veracidad como hombres atrasados, ellos creen en lo trivial y las cosas absurdas. Ellos creen en las reuniones nefastas, en el número trece, en una liebre que corre por un camino, como necios."

"Muchos de ellos, quienes con orgullo apuntan a la ciencia para demostrar la imposibilidad de milagros, creen en lo que podría clasificarse realmente como milagros, pero que son veinte veces menos dignos de fe o confianza que los Milagros Bíblicos testificados por muchas personas respetables, una gran parte de quienes sacrificarían alegremente sus vidas en afirmación de la verdad."

"Aquéllos que niegan los milagros sólo creen en esos milagros que, según su explicación, ocurrió Millones de años atrás, y que nadie observó."

"Ellos no creen en la creación del mundo por Dios, pero ellos creen en su origen arbitrario, o que un embrión de vida orgánica cayó a la tierra desde un planeta desconocido."

"Ellos no creen que Cristo pueda resucitar a un hombre, eso es, traiga a la vida un organismo previamente viviente, pero creen que en los tiempos anteriores, la vida orgánica salió de la materia inanimada."

"Ellos no creen que Dios, el Creador del fuego y las personas, pudiera hacer a tres jóvenes ignífugos, pero ellos creen que los organismos embrionarios se sostuvieron por el curso de millones de años en medio del calor abrasador de la niebla del mundo y granito fundido..."

No, la verdad científica seria no levanta ninguna objeción a los milagros que se refieren los materialistas. Las objeciones sólo son basadas en sus asunciones, hipótesis, y teoría filosófica natural, o su propia fe materialista.

Así, mientras refutan los Milagros de Dios supuestamente sobre la base de la ciencia, los mofadores se revelan como ignorantes con respecto a las preguntas de la ciencia, insuficientemente educados en filosofía, o antagonistas conscientes de la creencia en Dios.

(Compilado de un folleto: La religión y la Ciencia por Prof. S. Frank; y un folleto ¿Vivió Jesucristo? por el Arcipreste Shorets; y otros.

El cuarto artículo del Credo

4. Y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilatos, padeció, fue sepultado.

En el cuarto artículo del Credo, se declara que el Señor Jesucristo fue crucificado en la cruz por nosotros durante el reino de Poncio Pilatos, el gobernador romano sobre Judea; Él fue crucificado por nuestros pecados y para nuestra salvación, porque Él estaba sin pecado. En ese momento, Él sufrió realmente, se murió, y fue sepultado.

Claro que el Salvador no sufrió como Dios, Quien no puede sufrir, sino como hombre. Él no sufrió por Su pecado del cual Él no tenía ninguno, sino por los pecados de la raza humana entera. Después de Su muerte, Su cuerpo fue enterrado en la tumba de José de Arimatea. Pero desde el tiempo del entierro hasta Su Resurrección, Él descendió en alma en el Hades y liberó todos aquéllos que creyeron en Él, empezando con Adán y Eva.

El Hades es el nombre del lugar de alejamiento de Dios, desprovisto de luz o beatitud. Allí reina satanás. Con respecto al alma la palabra "Hades" significa una condición de gran aflicción y tormento.

El Señor Jesucristo, como hombre perfecto e Hijo de Dios, porque Él por una palabra puede aniquilar a todos los enemigos, voluntariamente se ofreció como un sacrificio por los pecados del hombre a través de la crucifixión en una cruz. La ejecución colgando en una cruz era la forma de pena capital más infame, cruel, y terrible. Era el símbolo de cada maldad humana, y el despliegue más brillante del poder del diablo. Esta ejecución terrible, inventada por los hombres según la sugerencia del diablo, sujetaba las personas al odio, malicia, ensañamiento y muerte. El Salvador, habiendo soportado la ejecución deshonrosa en la Cruz, murió, pero resucitó de los muertos.

¡A través de la Cruz, brilló la vida! Cristo destruyó el principal apoyo del diablo, y convirtió la Cruz en un instrumento de victoria eterna sobre el mal y la muerte. El Señor santificó la Cruz con Su sangre pura y por Su heroico sacrificio de amor. El delincuente más terrible, si está arrepentido, no es rechazado por el Salvador. Desde este momento, ni sufrimiento ni muerte puede privarnos de la beatitud eterna si nosotros estamos con Cristo el Salvador. Al contrario, la Cruz es el paso a la gloria eterna en el Reino de Dios.

Las palabras en el Credo "padeció y fue sepultado" fueron dirigidas contra algunos herejes que falsamente enseñaron que el Señor no sufrió el tormento en la Cruz, sino que Su sufrimiento parecieron ser solo sufrimiento y muerte.

Las palabras "bajo Poncio Pilatos" apunta el verdadero evento histórico del sufrimiento de Cristo que ocurrió en ese momento específico. Durante las horas de sufrimiento de Cristo en la Cruz, hubo oscuridad sobre toda la tierra (Lucas 23:44), testifica el Evangelista. Escrituras históricas antiguas de los astrónomos romanos Flegonto, Tadeo, y Julio Africano notan esta oscuridad.

Uno de éstos exclamó, "¡Uno de los dioses ha muerto!" Un filósofo muy conocido de Atenas, Dionisio el Areopagita, estaba en ese momento en la ciudad de Heliopolis, en Egipto. Observando la súbita oscuridad, él dijo,.".. o el Creador está sufriendo, o el mundo está acabándose."

Después, de la prédica del Apóstol Pablo, Dionisio aceptó la Cristiandad y se volvió el primer obispo de Atenas. ¡Gloria a Tu excesiva paciencia, Oh Señor! Ante Tu Cruz, Oh Soberano, nos postramos, y Tu Santa Resurrección glorificamos.

La Resurrección de Cristo se discute en el siguiente, quinto artículo del Credo.

Discusión sobre la Cruz de Cristo

Cristo reveló el nombre de Dios. El nombre es Amor. Desde su primera respiración profunda, el hombre empezó a darse cuenta del amor eterno de Dios hacia él. Aquí, también, se originó la tragedia divina entre Dios y Su primer creado, la criatura inteligente. Esta criatura no pudo comprender la perfección completa del amor que se ofreció. El hombre tuvo que experimentar la agonía de las relaciones rotas con Dios, y haber saboreado y aprendido el horror de este alejamiento, para entonces experimentar Su amor una vez más.

Adán no tenía el miedo. Es verdad que el perfecto amor hecha fuera el miedo. Sin embargo, como esta testificado por los Padres de la Iglesia, el miedo siempre precede al amor. Este Miedo no consiste en aprehensión a la violencia, sino que nace de un sentimiento de la gran altura de Dios. Por el miedo, el hombre mide la distancia entre él y Dios.

Incluso cuando se considera las vidas de los santos, nosotros experimentamos el miedo, respirando el aire de las alturas montañesas, en las que nosotros no podríamos sobrevivir.

El acercamiento de Dios pisotea abajo el miedo con Su presencia y nos da beatitud. Sin embargo, teniendo el Miedo en la profundidad de nuestra existencia, nosotros tratamos el Amor de Dios con reverencia.

Era necesario para el hombre, durante su vida aprender lo qué era él comparado con su Creador. Habiendo sido cortado de Dios y habiéndose ido lejos de Él, él mira atrás, y de lejos ve y siente a su omnipotente Creador.

¿Cómo Adán se rasgó fuera de Dios? Todo lo que Adán hizo conformó al amor de Dios por él. Su vida era el amor ferviente, pero esto no era por mérito propio. Todo lo que él hizo fue hecho por la gracia de su Creador, como resultado de Su amor.

Nosotros, nacidos en el pecado y no teniendo este amor, pero que debemos adquirirlo, la cual es la meta de nuestra vida, no podemos entender la condición de Adán. Todo lo que nosotros hacemos por nuestra propia voluntad por nuestra propia causa es el pecado, y sólo dominando nuestra propia voluntad, sacrificándonos nosotros mismos por amor al otro, disfrutamos de la Luz, encontramos el orden interior según Dios.

Adán era completamente de Dios. Todo en él era luminoso. Sólo en un respecto él no alcanzó la perfección: en él estaba la posibilidad de comer la fruta del conocimiento del bien y del mal. En esto él debía haber reprimido su voluntad fuera de la obediencia y amor; a través de esto él cayó lejos de Dios y se hundió en la oscuridad.

Sin sacrificio, no hay amor. Todo el amor de Adán hacia Dios era dependiente, si uno puede decir, sólo de su rechazo hacia la fruta. Adán no sentía la más ligera compulsión, porque el verdadero amor no tolera el constreñimiento.

Habiendo probado la fruta, Adán enseguida extinguió la luz en él y fue lleno de oscuridad. Había nada para él para amar. La oscuridad se manifestó en él por la sensación de desnudez. Él se escondió del Padre. Él perdió a Dios, y Dios perdió a Su amigo. Para amar a Adán como en los tiempos antiguos, ya que Adán ahora estaba negándose al amor, era necesario crearlo de nuevo. El hombre fue dejado a sí mismo. En la experiencia amarga de separación del Amor, él debió conocer la profundidad de esta miseria a pleno, tal que cuando la Luz fuera revelada de nuevo a él, él preferiría voluntariamente esta Luz a la luz que él había escogido, gracias al conocimiento del bien y del mal. Nuevamente, él volvería de forma voluntaria al mundo de Amor desde su propio mundo que él creó en el curso de un periodo de Mil años de aislamiento de la Verdad, de un mundo, que él creó, con deleites, con sus propios edificios, con sus propios ideales.

Cubierto con la oscuridad y la habilidad de entender lo bueno y lo malo, el hombre adquirió la capacidad de matar a personas como él. Pero desarrollando dentro de él esta cualidad, el hombre dejó de estar satisfecho exclusivamente con el asesinato. Esto se volvió nada para él. Empezó a matar a su hermano con el tormento. Pero incluso esto parecía ser nada. Empezó a matar a su hermano con mofas. Pero ni siquiera esto era suficiente.

Entonces él inventó algo que, no matando, ponía a su hermano en una posición desvalida, tal que por su propia impotencia provocara la risa de los transeúntes, y así su hermano podría morirse por humillación y punzadas terribles de dolor.

A estas alturas en el desarrollo de la calidad del mal, Dios reveló claramente a las personas Quien es Él, el Creador de todo lo visible e invisible. Si Él fuera una Deidad vengativa, Él probablemente habría tenido que destruir la raza humana entera porque esa criatura se rió muy malévolamente ante la idea de su Creador. Pero el Amor actuó completamente al contrario.

Nuestro Padre Celestial dio a Su Hijo Unigénito, que Él debía colgar del árbol malo del odio y amargor extremo creado por el hombre. El Hijo, habiendo sido crucificado y habiendo satisfecho hasta donde era necesario la malicia de Sus enemigos, murió. Después de tres días, el Padre resucitó al Hijo y grabó este nuevo evento en los corazones del hombre.

Desde este punto en la historia, las nociones del hombre en el mundo y su comprensión sufrieron una completa revolución. La Cruz, anteriormente sólo un instrumento de tortura terrible y ejecución cruel, se convirtió el único apoyo eterno del hombre. El camino, la verdad y la vida empieza con la Cruz, sin la cual es imposible ser salvado.

Allí siguió una nueva historia del hombre, en la cual es imposible para cualquiera excusarse a través de la ignorancia o falta de entendimiento.

Dios fue crucificado en la cruz. ¡No debe haber ceguedad! Si el mundo antes de Cristo fue un mundo salvaje, y los habitantes estaban morando en la selva de su ignorancia, entonces después de Cristo el mundo sin la Cruz se vuelve un mundo de apóstatas y personas condenadas a quienes se les dirá a su tiempo: aléjense de Mi, al fuego que se ha preparado para el diablo y sus ángeles (Mat. 25:41). Aquéllos que siguen a Cristo son llamados abiertamente amigos del Señor. Yo no los llamo siervos, dice al Salvador, porque el siervo no conoce que hace su señor: mas Yo los he llamado amigos; porque todas las cosas que Yo he oído de Mi Padre, se las he hecho conocer. Vosotros sois Mis amigos, si vosotros hacéis absolutamente lo que Yo os ordeno (Juan 15:15-14).

¡El amor de Dios hacia nosotros está más allá de la medida, radiando desde la Cruz de Cristo! Grande e ilimitada es la Cruz de Cristo. Es imposible comprender la anchura y longitud de ella, la profundidad y la altura. Pero hasta donde es posible, permitámonos por lo menos intentar entender.

"¿Cuán ancha es la Cruz de Cristo?" Le preguntan a un obispo, y responde, "es tan ancha como el mundo, así como Cristo murió para el mundo entero, como esta escrito: Él es la propiciación de nuestros pecados: y no sólo para los nuestros, sino también de los pecados del mundo entero (I Juan 2:2).

Así de ancho es la Cruz.

¿Cuán larga es la Cruz de Cristo? Es lo bastante larga para durar a través de todos los siglos, tanto hasta que quede en la tierra un solo pecador que deba ser salvado; hasta que allí desaparezca el dolor, sufrimiento y todo lo que está en contra del Señor en el mundo de Dios.

Así de larga es la Cruz.

¿Cuán alta es la Cruz de Cristo? Es tan alta como el Cielo, como el Trono del Señor. De hecho, es tan alta como el Cielo más alto; ya que cuando Cristo fue crucificado en la Cruz, el Cielo descendió a la tierra, y la tierra ascendió al Cielo.

Así de alta es la Cruz.

¿Cuán profunda es la Cruz de Cristo? Ése es un gran Misterio, que no nos es dado a entender y sobre el cual sólo podemos conjeturar reverentemente. Si la altura de la Cruz se extiende al Cielo, entonces por su profundidad alcanza abajo al infierno, al pecador más inveterado en la más profunda profundidad en la que él podría caer - como Cristo descendió en el infierno y predicó a los espíritus en prisión (I Pedro 3:19).

Así, nosotros nos atrevemos a esperar, cuán profunda es la Cruz del Señor. La Cruz de Cristo es el principio y fin de nuestra salvación (Juan 3:16-17, 36).

Sin la Cruz nosotros no somos Cristianos, no somos Miembros de la Iglesia de Cristo, no somos hijos de Dios. Por la Cruz nosotros nacimos, con la Cruz vivimos, y con la Cruz morimos (Mat. 10:38; 16:24; 28:19. Lucas 14:27; Marc 10:21; 16:6).

La Cruz de Cristo es un trozo de armadura, o un vestido que nos ponemos (Mat. 20:22-23; Marc 10:38-39; Lucas 12:50) en el momento de nuestros trabajos terrenales y labores para que por ella nos distingamos de todo heterodoxo o incrédulo (Apoc. 1:3; Ezequiel 9:4).

La Cruz de Cristo es la coraza para los Cristianos y el castigo formidable para aquéllos que aborrecen y le huyen, para aquéllos que caen fuera de la Iglesia de Cristo debido a ella, y para los enemigos de Dios (Gál.6:14; 1 Cor 1:18; Heb. 13:13; 6:6; el Felipe. 3:18).

La Cruz de Cristo es una espada espiritual por la cual se vencen los enemigos visibles e invisibles.

La Cruz de Cristo es una arma divina para ahuyentar a cada enemigo y adversario (I Cor. 1:18:Lucas1:71-74; Mat. 22:44).

Finalmente, la Cruz de Cristo será una señal horrible en el día de Tribulación y Último Juicio de Dios para todos los adversarios del nombre de Cristo, anticristos (Mat. 24:30).

(Compilado de la Humildad en Cristo, P. Ivanovna,; el Periódico Eterno, y las Lecciones y Ejemplos en la Fe cristiana por el Muy. Rev. Gregorio Diachenko.).

Discusión sobre los accionares providenciales de Dios

En nuestros días del mundo racional va en aumento la indiferencia a la fe cristiana. Se establecen firmemente por todas partes la incredulidad, la falta de fe y ateísmo.

Pero para la edificación del creyente, para fortalecernos ante las convicciones de los ateos, nosotros describiremos eventos históricos que derrotan al mundo materialista.

El primero de ellos ocurrió en el día del sufrimiento de nuestro Salvador en la cruz, y los otros en nuestro tiempo.

1. Cuando el Salvador sufrió en la cruz toda la naturaleza tembló, la luz del sol se ocultó y la oscuridad se expandió por toda la tierra, tal como esta relatado en el Evangelio. Este evento extraordinario había predicho muchos siglos antes por el Profeta Amos: "Ha venido el fin sobre Mi pueblo Israel; no lo toleraré más" (Amós 8:2); "Acontecerá en aquel día, dice el Señor, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro... Y la volveré con un llanto de unigénito" (Amos 8:9-10).

El eclipse del sol en el momento de la crucifixión de Jesucristo, a pesar de la singularidad del evento contra todas las leyes de naturaleza, - la luna no estaba entre la tierra y el sol - es un hecho histórico, totalmente descrito en los relatos de los paganos:

1. El historiador romano y astrónomo Phlegontus informa que el eclipse era tan severo que era posible ver las estrellas en el cielo.

2. Sobre el eclipse informa el estudioso Julius Africanus y el historiador griego Thaddeus.

3. El famoso filósofo de Atenas, Dionysius el Areopaguita que estaba en ese momento en la ciudad egipcia de Heliopolis, observando la súbita oscuridad, dijo: "O el Creador está sufriendo o el mundo está acabándose."

2. El segundo evento es la aparición del Milagroso Fuego Sagrado, el Gran sábado en la Sepulcro del Salvador en Jerusalén. La aparición del Fuego Santo ocurre anualmente durante siglos, y continúa hasta nuestros días. La fecha exacta de la primera apariencia del Fuego Santo es difícil determinar. Historiadores de la Iglesia se refieren a las escrituras del Santos Padres Gregorio de Niza y Juan Damasceno, los cuales hacen mención de dicho fuego. Los Cruzados hablaron sobre el Fuego Santo, y los peregrinos han verificado su presencia de forma consistente a lo largo de los siglos hasta el día de hoy.

La recepción del Fuego Santo pertenece exclusivamente al Patriarca Ortodoxo. Heterodoxos (no ortodoxos) representantes han intentado recibirlo, sin éxito y por esa razón los católicos se retiraron aparatosamente de la participación en este triunfo de gracia, a pesar de la observación del Papa Urbano II en Concilio de los cruzados en Clermont. Él dio testimonio del Fuego Santo en la Tumba del Salvador y concluyó con las palabras: "¿Qué corazón, sin importar cuan petrificado este, no se ablandaría por semejante fenómeno?"

Corresponde agregar que la aparición del Fuego Santo en la Tumba del Salvador ocurre bajo la vigilancia estricta y completa de las autoridades civiles. Todo lo que arde en la iglesia se extingue el día antes, el Viernes santo, bajo mando policíaco. Las premisas de la Tumba del Salvador son inspeccionadas completamente por las autoridades civiles, y entonces al dejar la Tumba se sella la misma. El Patriarca es desvestido y se le coloca sólo una sotana. Es examinado de la cabeza al dedo del pie para ver si no hay alguna clase de dispositivo incendiario en él. Sólo después de esto es quitado el sello de la entrada a la Tumba del Salvador y el Patriarca entra en él para recibir el Fuego Santo. Después de algún tiempo, y después de la oración ferviente, el Patriarca recibe el Fuego Santo, enciende un bulto de velas (treinta y tres en todos, uno durante cada año de la vida terrenal del Salvador), los pasa a aquéllos presentes en la iglesia, y la iglesia entera se ilumina en un mar de fuego. El Fuego Santo, durante el curso de diez a quince minutos, no quema.

Las gentes de muchas naciones, griegos, rusos, armenios, árabes, ingleses, americanos, franceses, turcos, judíos, y otros se reúnen para observar este evento glorioso.

La aparición del Fuego Santo es la más grande manifestación visible del Paraíso de Dios en nuestro mundo pecador, sirviendo para el esclarecimiento y salvación de nosotros los pecadores.

Sobre el Fuego Santo en el Sepulcro del Señor

En nuestro tiempo de esterilidad espiritual, las vidas de las personas se limitan a las preocupaciones terrenales; el gran interés y curiosidad asisten a cada novedad. El hombre esta totalmente desinteresado de los temas espirituales, o en la manifestación de la benevolencia de Dios a nuestro mundo pecador.

Así pues, pocos son los conocedores de la aparición milagrosa del Fuego Santo que ha aparecido durante siglos de año en año, el Gran sábado encendiéndose en la Tumba del Señor en Jerusalén, en el lugar del entierro y resurrección gloriosa de nuestro Señor Jesucristo.

Como un recordatorio de esta apariencia milagrosa extraordinaria presentamos verdaderas evidencias, reveladas en la carta de un peregrino ruso y testigo ocular de la apariencia del Fuego Santo durante dos años sucesivos, María Pavlonvna Chreshchatetskaya. Esta carta fue escrita al padre Nicolás Samoukov, un hieromonje en el Monasterio de la Santísima Trinidad en Jordanville, Nueva York, como respuesta a las preguntas por él formuladas.

Furke, Francia,

30 de abril de 1958.

"Estimado y querido en el Señor padre Nicolás, ¡Cristo resucitó! ... Si el Señor lo permite, yo iré a Novo Diveyevo y entonces no tardaré en ir a Jordanville y personalmente le contaré todo lo que a Ud. le interesa.

Hasta entonces, intentaré contestar todas sus preguntas.

"Mi compañero era la monja, María Torskaya.

"Nosotros viajamos desde el monasterio del Monte de los Olivos al Sepulcro Santo en autobús. El tiempo era bonito. La muchedumbre era incontable, más de Mil. El humor de las personas era entusiástico. Nacionalidades: griegos, rusos, armenios, árabes, ingleses, americanos, franceses, turcos, e incluso hebreos que ilegalmente entraron al lado árabe. Griegos y árabes prevalecieron, pienso. En la iglesia las personas se comportaron ultrajantemente desde nuestro punto de vista, gritando y brincando y en general, haciendo mucho ruido. Pero desde su punto de vista, si ellos no continúan de esta manera (es la forma en que ellos rezan), entonces el Fuego Santo no descenderá.

"Yo ya he dicho que las personas eran incontables, no sólo en la iglesia, pero alrededor de la iglesia. Cuando el Patriarca aparece antes del cerramiento de la Tumba, todas las personas se tranquilizan y hay silencio completo hasta la apariencia del Fuego Santo.

"Hay una procesión primero alrededor de la iglesia con muchos estandartes, tres veces alrededor, con el Patriarca con todas sus vestiduras. Entonces se detiene delante del cerramiento de la Tumba. Ellos toman todas las túnicas y la Mitra del Patriarca. Él permanece en sólo una sotana, y las autoridades turcas lo examinan de la cabeza a los pies para ver si hay cualquier dispositivo incendiario en él. Este proceso se lleva a cabo hasta aproximadamente 1:00 P-M.

"Yo pienso que el Patriarca no espera por el fuego por más de cinco a siete minutos.

"El año pasado otro peregrino ruso y yo, viniendo de América, vimos claramente (nosotros tuvimos mucha suerte para tener un mirador bueno) un zigzag delgado de luz como la llamarada del relámpago de arriba y golpea hacia abajo; y momentáneamente allí apareció el fuego en la Tumba del Salvador dónde se extendió en tacos de algodón que se encendieron del fuego.

"El Patriarca encendió un bulto de velas (treinta y tres en el bulto) y los atravesó inmediatamente por una especial ventana, como apertura hecha en la pared, y en un centelleo, de uno a otro, el fuego se extendió a lo largo de la enorme iglesia de abajo hacia arriba. En este momento, la iglesia entera reverberó de voces extremamente entusiásticas de la gente regocijada.

"Durante quince minutos o más, el Fuego Santo no chamusca. Yo acerqué la llama a todos los lugares enfermos de Mi cuerpo personalmente y no lo sentía en absoluto. El monje del monasterio del Monte de los Olivos, el padre Sava, se lavó en él, sumergió su cara entera en él aunque él tiene un bigote y una barba y ni un pelo cogió el fuego, ni incluso se chamuscó.

"En semejante multitud de las personas y con semejante mar de fuego, si hubiera sido nuestro fuego usual, habría habido una conflagración inevitable. Pero de año a año, el mismo evento pasa y jamás hay siquiera ligeras insinuaciones de incendio.

"Las mujeres no sólo entraron en el altar, pero incluso atravesó las Puertas Reales, pero en este momento la Gracia estaba tan poderosa que limpió y protegió todo.

"Después de recibir el Fuego Santo, sirvientes llevan al Patriarca, ya que él no tiene fuerzas para caminar. Evidentemente, por el gran esfuerzo, él queda cubierto por la transpiración y totalmente agotado.

Además, dicen que en su éxtasis, las personas pueden rasgar toda su ropa. Como dije antes, el año pasado yo tenía una visión muy buena, al lado del propio cerramiento de la Tumba, por eso pude ver cosas que otros no pudieron. Con la monja Torskaya, yo entré en el altar este año, y aquí vi claramente cómo llevaron al Patriarca directamente a la sacristía, ellos pasaron muy cerca de mí.

"No puede haber ninguna duda de que éste es el fuego anormal. "Probablemente usted ha oído hablar de los sucesos maravillosos en el 1800 cuando los heterodoxos no deseó permitir el paso a los cristianos ortodoxos a la iglesia ni al Patriarca a la Tumba. Ellos quisieron tomar posesión de la llama santa. Cerraron la iglesia y anunciaron a los guardias para que nadie pudiera entrar en la iglesia. El Patriarca estaba de pie por fuera con las personas, orando y lamentando.

"En el momento cuando el heterodoxo esperó el fuego en la Tumba del Salvador, y mientras los cristianos ortodoxos estaban de pie fuera, hubo un golpe fuerte, la columna de piedra crujió y de ella vino la llama bendita que ellos todos cogieron al instante.

"Un turco, empleado del gobierno, gritó "¡Todo poderoso es el Dios cristiano y yo soy un cristiano!" Los Turcos lo mataron.

"Desde ese tiempo ninguno de los heterodoxos ha intentado usurpar de nuevo la llama santa.

"Así la columna está de pie, resquebrajada y teñida de negro por el fuego, para la edificación de todos. Todos los que pasamos por al lado la besamos.

"Es posible que en mi prisa, mi escritura no está completamente clara, pero cuando vaya, terminaré la narración personalmente. "Con el amor en Cristo, "María Chreshchatetskaya."

Schimonje Nicodemo sobre el Fuego Santo

El schimonje ruso, padre Nicodemo del Monte Athos, visitante de Jerusalén en 1958, describe maravillosamente en una carta el extraordinario triunfo que él observó en el momento de la recepción de la llama santa.

"El Gran sábado, aproximadamente a las 12:00 mediodía, yo, Schimonje Nicodemo pecador, tuve la fortuna de seguir al Patriarca del altar de la Iglesia de la Resurrección de Cristo en la procesión de la Cruz, pasando la Tumba tres veces, y así yo pude ver lo que raramente se observa en la Tumba vivificante.

"Después de la tercera vez, el Patriarca (griego Ortodoxo de Jerusalén) se detuvo ante la puerta cerrada con llave y selló la Tumba del Salvador. Yo estaba de pie al lado derecho de un candelero ante la Tumba, a unos pasos del Patriarca.

"El Patriarca se desvistió hasta quedar en sotana. Ellos tomaron de él su Mitra, sakkos, y omophorion.

La policía y los oficiales estatales revisaron al Patriarca. Entonces ellos rasgaron la cinta de la foca fuera de la puerta de la Tumba y permitieron que el patriarca entre en la capilla. Junto con el Patriarca Ortodoxo griego, ellos admitieron al Patriarca armenio. El Patriarca armenio no tomó parte en la procesión de la Cruz, pero estaba de pie con sus personas en el lado izquierdo de la tumba.

"A varios otros les fueron permitidos entrar en la capilla. Clérigos, a la señal del Patriarca, extinguieron el Fuego Santo del año anterior en el atracadero de la Tumba vivificadora y recogieron todo para preparar para la recepción del Fuego Santo.

"Cuando la policía árabe entro con los patriarcas en la capilla, la puerta se cerró después de ellos.

"Como conocen todos, la capilla tiene dos compartimentos, el altar del Ángel y la Tumba vivificadora del Salvador - la gruta o cueva.

"Sólo el Patriarca Ortodoxo griego entra en la gruta interna de la Tumba. Los otros, con la policía y el Patriarca armenio, están de pie silenciosamente en la capilla del Ángel y esperan.

"La puerta de la capilla está cerrada. Todos estamos callados y reina el silencio a lo largo de la iglesia entera de la Resurrección de Cristo. Todos los fieles esperan el Fuego Santo en silencio.

"Es necesario explicar sobre la preparación de la Tumba del Salvador. En la tarde del Gran viernes (viernes santo), las llamas en la iglesia entera y en la capilla se extinguen bajo el mando de la policía.

"En el medio del lecho de la Tumba vivificante, una lámpara se pone en un pedestal, lleno con el aceite y con un juego de la mecha flotante, pero apagada.

"Alrededor del borde del lecho se coloca una cinta, y por el lecho ellos desempaquetan pedazos de guata de algodón. Así preparado bajo la vigilancia de la policía, la Tumba se cierra con llave y se sella. La Tumba del Salvador cerrada con llave descansa tranquila hasta Gran sábado, cuando el Patriarca entra en la cueva de la Tumba del Salvador para recibir el Fuego Santo.

"Entonces el Gran sábado, ellos admiten al Patriarca en la cueva de la Tumba vivificante y la puerta se cierra detrás de ellos. Hay silencio absoluto...

"En la propia cueva, es oscuro. El Patriarca, solo allí, silenciosamente ora al Salvador... a veces durante diez minutos, a veces más. En el momento de mi visita, quince Minutos pasaron. Entonces de repente en la oscuridad, en el lecho de la Tumba vivificante, cuentas de azul luminoso empezaron a multiplicarse convirtiéndose en el fuego azul oscuro. De ellos, las bolas preparadas de algodón cogieron fuego, entonces la cinta, y la lámpara. Todo se envolvió en la llama del Fuego Santo...

"El Patriarca encendió sus dos bultos de velas rápidamente. Al entrar en la capilla del Ángel, él dio una luz al Patriarca y entonces, juntos acercan el fuego a los peregrinos armenios a través de la ventana oval.

"Un alboroto de alegría como un trueno resuena por la inmensa extensión de la iglesia de la Resurrección de Cristo durante la aparición del Fuego Santo.

"Entonces apagan el fuego en el lecho de la Tumba del Salvador (no quema aquí), ellos se llevan la lámpara ardiente y los tacos de algodón con la cinta.

"Dos policías árabes llevan al Patriarca desde la Tumba en sus hombros, con el apoyo de los clérigos, y rápidamente lo llevan al altar de la iglesia de la Resurrección de Cristo.

"Un sacerdote con la lámpara ardiente va ante el Patriarca. Todos esto es tan rápido que no muchos en la capilla pueden encender sus velas.

Ni siquiera yo fui capaz de hacerlo. En cambio, yo traté de unirme a la multitud de las personas que siguen al Patriarca cuando él entró en el altar dónde yo encendí mi bulto de velas con el Fuego Santo de la mano del mismo Patriarca.

Schimonje Nicodemo, Monte Athos.

Note: La iglesia de la Resurrección de Cristo es normalmente conocida con el nombre de la iglesia del "Santo Sepulcro.

Una cita de una carta del archimandrita griego Kiriakos, guardián de la Tumba del Salvador en Jerusalén, sobre la aparición del Fuego Santo.

"... con respecto al Fuego Santo, ni yo ni nadie más tiene el derecho para estar con el Patriarca dentro de la cueva de la Tumba del Salvador en este momento, excepto el obispo armenio y sólo hasta donde la capilla del Ángel.

El Patriarca de Jerusalén solo entra en la gruta interna en que se encuentra la Tumba vivificante.

Hace varios siglos, los armenios intentaron disputar el derecho del Ortodoxo para recibir el fuego santo en la gruta de la Tumba. Entonces a los ortodoxos les fue negado el acceso a la iglesia de la Resurrección de Cristo, y les obligaron a que estuvieran de pie en el patio. Después de algún tiempo, mientras el Patriarca y las personas oraban en la corte de la catedral, el Fuego hizo erupción de una columna que estaba cercana a la entrada. Los armenios no recibieron nada.

"Desde este tiempo nosotros nunca hemos sido echados de nuevo fuera de la Tumba vivificadora. La columna, hasta el momento, posee rajaduras y en partes esta carbonizada."

Archimandrita Kiriakos, cuidador de la Tumba vivificadora del Salvador, Jerusalén, el 2 de octubre de 1960.

El quinto artículo del Credo

5. Y Resucitó al tercer día según las Escrituras.

El quinto artículo del Credo habla sobre la Resurrección de Jesucristo al tercer día después de Su muerte.

Había predicciones claras en las escrituras de los profetas del Antiguo Testamento sobre el sufrimiento, muerte, el entierro del Salvador y Su Resurrección, subsecuentemente se declara "según las Escrituras." Las palabras, "según las Escrituras," no sólo pertenecen al quinto, sino también al cuarto artículo del Credo.

Jesucristo murió el Viernes Santo aproximadamente a las tres de tarde y resucitó después de medianoche del sábado siguiente, en el primer día de la semana, llamado desde entonces día de la Resurrección de Cristo (domingo). En aquel tiempo, una parte de un día pertenecía al día entero, por eso se dice que Él estuvo en la tumba tres días.

Las circunstancias del tiempo de Jesucristo, de Su muerte hasta la Resurrección, en la Iglesia cristiana Ortodoxa se expresan por las palabras siguientes: "En la tumba corporal, pero en el Hades con el alma como Dios; en el paraíso con el ladrón, y en el trono con el Padre y el Espíritu, Tú que todo lo llenas, O Cristo Inexpresable."

Nosotros sabemos que en los Testamentos Antiguo y Nuevo, varias personas resucitaron, pero allí el muerto fue resucitado por alguien más y resucitaban en sus cuerpos corruptibles terrenales anteriores, y por consiguiente, tenían que morirse de nuevo. Jesucristo resucitó de los muertos solo, por el poder de Su propia Divinidad, Él subió y cambió Su cuerpo que se convirtió en inmortal y eterno. Él salió de la tumba, sin perturbar el sello del Synedrión y sin rodar la piedra colocada e invisible a los guardias.

El Señor reveló Su Resurrección primero a las personas a través de un ángel que rodó la piedra fuera de la entrada a la tumba. La Resurrección fue testificada por los soldados que guardaban la tumba y se dispersaron por el Miedo. Entonces el ángel anunció la Resurrección de Jesucristo a las mujeres Miróforas. Finalmente, el propio Jesucristo, durante cuarenta días, apareció repetidamente a Sus discípulos, con muchas demostraciones tangibles de Su Resurrección (permitió a los discípulos tocar Sus heridas por los clavos y la lanza), Él comió ante ellos y habló con ellos sobre los Misterios del Reino de Dios.

En el día de la Resurrección de Cristo nosotros cantamos: "Cristo resucitó de los muertos y con Su muerte venció a la muerte otorgando vida a los que estaban en la tumba."

Por la muerte, el Señor conquistó la muerte y a todos en las tumbas, es decir, a los muertos, dio la vida. Ahora el Señor mora para siempre en ese nuevo, resucitado cuerpo. También en un nuevo cuerpo resucitado vive la Madre de Dios a Quien el Señor resucitó después de Su muerte. Todas las personas recibirán un nuevo, cambiado cuerpo en la segunda venida del Salvador, cuando será la resurrección general sobre la cual habla el undécimo artículo del Credo.

Así se cumple la profecía hablada a través del Profeta Oseas: "Del poder del Hades os rescataré, os libraré de la muerte. Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón, dónde esta tu victoria? (Oseas 13:14).

Discusión sobre la Resurrección de Cristo

La Resurrección de Cristo es un grandioso hecho mundial, por eso los cristianos reemplazaron con Ella, el festejo del sábado del Antiguo Testamento. La fiesta de la Resurrección de Cristo es la fiesta de fiestas, y el triunfo de los triunfos." El triunfo de la Resurrección es el significado y fundamento de nuestra fe cristiana. "Si Cristo no resucitó, entonces es vana nuestra predica, vana nuestra fe" (1 Cor. 15:14), dice el Apóstol de Cristo.

Si no hubiese habido ninguna Resurrección de Cristo, entonces no sólo no existiría el cristianismo, sino incluso la fe en Dios, en el poder de la bondad y la verdad. El significado de vida habría estado perdido. Si Cristo muerto no hubiese resucitado, entonces no sólo no habría ninguna salvación para el hombre a través de Él - pues la muerte no puede ayudar a nadie - y por esa impotencia habría habido el triunfo más grande del mal en la historia. Los días del Gólgota y en general la vida terrenal entera del Señor Jesucristo, hubiese terminado en una burla total del Diablo sobre el mundo entero de la luz y lo ideal. Ningún motivo más poderoso podría existir para la desesperación oscura, pues si este Recto hubiese sido impotente, si semejante Gran Personalidad desapareciera en el abismo de la inexistencia, entonces ¿qué podemos esperar nosotros, para qué nos prepararíamos? No habría ninguna vida virtuosa para la humanidad. La vida sería sólo "un chiste vacío y tonto" (Lermontov) o, según las palabras del gran autor cristiano, Dostoievski: la vida sería "el espectáculo de variedades diabólicas" un juego.

Pero Cristo ha resucitado, y el padre de mentiras, el asesino del hombre - el diablo es profano e impotente (John 8:44).

La vida ha vencido, la muerte y el mal han quedado vacíos y nulos, Cristo ha resucitado y por completo brilló Su Divinidad majestuosa.

"Es asombrando como las personas serias pueden creer en la tal tontería, y esto en el vigésimo siglo... la edad de la ciencia y experimentación... la razón no permite la creencia en la Resurrección de Jesucristo," dice el ateísmo.

"El hecho histórico de la Resurrección de Cristo, así como todas Sus enseñanzas, ha sufrido la crítica de muchas personas eruditas y racionalistas. Algunos de ellos han consagrado sus vidas enteras a demostrar que la narrativa del Evangelio sobre la Resurrección es un fraude, un error o un engaño. De los tiempos más tempranos una fábula malévola ha aparecido declarando que Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron, mientras "nosotros dormíamos" (Mat. 28:13). Aunque los soldados romanos hablaron primero miedosamente sobre el terremoto en la tumba, el rodado de la piedra y la apariencia del ángel como relámpago, los guardias, sobornados por los sacerdotes judíos, extendieron la mentira que Cristo fue robado de la tumba. La absurdidad de esta fabricación está inmediatamente clara a cualquiera. Es completamente inadmisible que la guardia, compuesta de varios hombres, podría dormirse. ¿Dónde estaba su disciplina militar?

Era de hecho una guardia romana, y el ejército romano, por su disciplina férrica y valor, era uno de los ejércitos más buenos en el mundo. Si los soldados dormían, entonces no habrían podido ver, y si ellos vieron, significa que ellos no dormían. En ese caso, ellos no habrían permitido realizar el "robo" a los Apóstoles; al contrario, ellos habrían arrestado a los ladrones y habrían presentado el cuerpo muerto junto con los ladrones a las autoridades. ¿Pero si había habido un robo, es posible que los ejecutores de la justicia de Cristo hubieran dejado a los "ladrones" predicar Su Resurrección? Por el poder de su autoridad, ellos habrían obligado a los Apóstoles a retornar el cuerpo robado para exponer sus mentiras y decepción, y para suprimir la prédica sobre Cristo desde un principio. Sí de hecho, - los discípulos hubieran robado el cuerpo del Salvador, entonces habría sido necesario traerlos inmediatamente a la corte, declararlos culpables con la evidencia de culpa, y por eso prevenir su enseñanza. Pero los asesinos de Cristo no lo hicieron, porque ellos no creyeron que los soldados podrían apoyar su propia calumnia en la corte.

No es posible que los enemigos de Cristo no verificaran el testimonio de los soldados. Ellos, claro, no fallaron completamente, aunque en secreto, en verificar las palabras de los soldados, los primeros testigos del milagro de la Resurrección. Indudablemente, ellos en persona, aunque no todo el cuerpo del Synedrión, fueron a la tumba de Cristo y vieron que estaba vacío. Después del análisis, ellos eran realmente incapaces de no reconocer que Cristo resucitó de los muertos. ¿Pero por qué callaron tan vergonzosamente sobre ese milagro? ¿Por qué no confesaron públicamente su grave pecado para resguardar al pueblo de desastres amenazantes?

Para estas personas corruptas los bienes terrenales eran más importantes y más estimado que las bendiciones de Cielo. Ellos no confiaban en el arrepentimiento como en un medio para ganarse el perdón. Al mismo tiempo, ellos entendían muy bien que su arrepentimiento por matar al Mesías traería velozmente consigo una pedrada de manos de esas personas a quienes ellos empujaron en la participación en este hecho malo. En el miedo por sus vidas ellos se quedaron callados. Así ellos demostraron ser impotentes en una confrontación con la verdad. Se obligaron a emitir una orden a los Apóstoles de no hablar en absoluto o enseñar en el nombre de Jesús (Actos 4:18). Prohibiendo predicar sobre Jesucristo, ellos no preguntaron dónde estaba el cuerpo de Jesús. "Nosotros no podemos no hablar aquello que vimos y oímos" (Actos 4:20), dijeron los Apóstoles que continuaron conquistando el mundo con su predicar sobre la Resurrección de Cristo.

Además, ¿podían los Apóstoles que eran personas pacíficas, tímidas, que permanecían en casa bajo cerradura y por miedo de los judíos (Juan 20:19), y quiénes estaban desarmados,... decidirse a semejante osadía, atreviéndose e ir a realizar una empresa sin objeto como el robo de un cuerpo enfrente de las narices de los guardias? ¿Cómo podrían batallar con tales formidables guardias romanos? Además, los detalles no se parecen a un robo.

La idea de robo fue pensada primero por los Apóstoles cuando ellos, después del anuncio de María Magdalena, se dispersaron en el miedo y pensaron que el robo del cuerpo era un nuevo ultraje del enemigo contra Él. Entrando en la gruta de la tumba, Apóstoles vieron que en la tumba, aunque estaba vacía, no parecía haber indicios de haber sido un robo. Porque si ladrones hubiesen tomado el cuerpo de Jesucristo, lo habrían tomado en la mortaja. Pero la disposición del lino enrollado y el sudario, una servilleta de lino larga, estrecha que cubría la cabeza, no estaba con el lino, sino plegada aparte en un lugar (Juan 20:7). Por consiguiente, esta fabricación judía absurda fue desechada hace tiempo.

En su lugar, los escépticos adelantan una hipótesis del sueño letárgico y la pleuritis con la efusión de explicar el agua que fluyó del costado. Según esta teoría, Jesucristo cayó en un profundo desmayo y quizás letargo, y por consiguiente se creyó muerto. Él fue bajado de la cruz y fue enterrado. Debido al próximo día santo de Pascua ellos tenían que dar prisa con el entierro, y en su prisa, ni amigos "ni enemigos tuvieron la oportunidad para examinarlo y determinar que Él estaba muerto. La acción de los aromático y la influencia del aire frío de la cueva le devolvió la conciencia. Él se levantó, y aunque todavía débil, intentó salir de la tumba. Sus lamentos y golpes asustaron a los guardias, y ellos corrieron lejos. Siéndose útil del alejamiento de los guardias, el jardinero, o uno de los discípulos, rodó la piedra lejos y lo liberó de la tumba. Su apariencia en una mortaja blanca le dio la apariencia de un ángel, el heraldo de la Resurrección. Jesucristo pasó cuarenta días en compañía de los discípulos, y entonces, de su pleuritis, realmente murió.

La historia es totalmente improbable y no es sostenible bajo la crítica más ligera. Los Evangelios dicen que del lado agujereado del Señor salió sangre y agua. Desde el punto de vista médico, esta apariencia muestra la parálisis del corazón, o sea la muerte certera. Pero aun cuando Jesucristo hubiese permanecido vivo, entonces debido a la falta de respiración por la mortaja herméticamente atada, saturado con aromáticos, hubiese muerto bajo las condiciones adversas en la tumba. Débil y exhausto, Él apenas habría estado en condiciones de mover la piedra y producir lamentos y golpear bastante ruidosamente para aterrar a los guardias. Los Evangelios hablan en detalle suficiente sobre las conversaciones con Jesucristo, sobre la alegría con la que Él llenó los corazones de Sus discípulos, sobre el paseo con Sus discípulos en el largo camino, y así sucesivamente. ¿Todo esto se parece a alguien enfermo y débil que recobró la conciencia simplemente de un letargo? De hecho, semejante persona sería un hombre enfermo lastimoso y exhausto. En la opinión de especialistas, Él no habría podido hacer dos pasos con los pies perforados, ni sostener algo con Sus manos. Incluso los tales antagonistas de Cristo como Strauss (David Federico Strauss, 1808-1847, teólogo alemán y filósofo famoso) correctamente notó que este hombre medio muerto habría sido ciertamente una desilusión para Sus seguidores y no podría haber inspirado tal fe poderosa, que se extendió a lo largo del mundo, subyugó imperios poderosos, despertando en todos aquéllos que lo habían visto el entusiasmo por el martirio. Esto - dijo - es psicológicamente inconcebible e imposible. Los Apóstoles permanecieron persuadidos de la Resurrección de Cristo por sus vidas enteras. Si la Resurrección fuese imaginaria, entonces con más razón después de la muerte real de Jesucristo habrían acabado todas las actividades de los Apóstoles. Realmente al contrario, ellos empezaron a predicar con una certeza durante que ellos nunca habían demostrado durante la vida terrenal de Cristo.

La teoría más común en nuestros días es la teoría de la visión, que Cristo realmente no resucitó, sino que los discípulos se imaginaron ver al Señor viviendo y hablando con ellos. Los discípulos se identificaron Jesucristo y a tanto llegó su pensamiento de Su próximo Reino que ellos no pudieron reconciliarse con el hecho de Su muerte. Bajo la tensión de la espera sufrieron alucinaciones macizas, engañándose a sí mismos, y volcándolo todo en los Evangelios.

Es verdad que en la historia y en la realidad que nos rodea existen las alucinaciones personales y publicas, aunque el último caso es muy raro. Se encuentran alucinaciones, sin embargo, entre las personas que desean ver y oír algo, quién se prepara mentalmente para ello. Su condición cerebral está lista para percibir lo que ellos esperan intensamente. Pero volvamos a la historia del Evangelio. Para ver algo que no existió, habría sido necesario esperar por la Resurrección para ser engañado, creer que Su Resurrección estaba cercana y sucedería. ¿Quién entre los Apóstoles tenía tal fe? Cuando María Magdalena y las otras mujeres fueron a la tumba, ellos pensaron: "¿quién nos rodará la piedra a un costado? (Marcos 16:3) Cuando María Magdalena vio que la tumba estaba vacía, la idea de la Resurrección no se le ocurrió a ella. Incluso cuando ella vio al Señor no lo reconoció. ¿Por qué? Ella creía que las personas muertas no resucitan. Los Apóstoles reaccionaron de una manera similar cuando las noticias llegaron a ellos de que "Él no está aquí, sino ha resucitado" (Lucas 24:6). Sus palabras parecían a ellos como cuentos ociosos, y ellos no les creyeron (Lucas 24:11). Tomas no sólo no creyó cuando él vio, sino era necesario para él palpar. "Acércate y tócame, mira Mis manos." (Juan 20:27). Esto era la comprobación más sobria, más convincente del hecho.

Jesús aparecía a las mujeres Miróforas, a Pedro, Lucas y Cleofas (Lucas 24:18), a los diez discípulos, a los once, incluso a quinientos creyentes, y finalmente, al Apóstol Pablo... ¿Cómo todos ellos pudieron engañarse? ¿Es posible que entre este grupo no hubiera ninguna persona con una mente sobria, clara, con los sentidos saludables y las facultades críticas? Como los profesionales afirman, las alucinaciones son más a menudo que las sensaciones visuales o auditivas. Raramente ocurren en la combinación con otros, y sumamente raro es cuando las alucinaciones ocurren en el reino de sensación por tacto. Donde todos los tres sentidos están juntos envueltos en una alucinación, que aparece a por lo menos diez y entonces once hombres, e incluso quinientos, y donde asó el pez y comió panal de miel y desaparece, como se comenta en el Evangelio (Lucas 24:42). Semejante alucinación nunca ha sido conocida en la historia, y nunca lo será.

Así pues, los Apóstoles vieron al Resucitado de hecho: la Resurrección es un hecho histórico indudable. Los escépticos no pueden minar la historia del Evangelio; ellos sólo nos refutan, y algunos de ellos reconocen su impotencia abiertamente esforzándose contra Cristo. El estudioso alemán Dewette (Wilhelm Martin Lebrecht Dewette, 1780-1849, el teólogo protestante alemán y estudioso bíblico), quién por el curso de diez años dirigió a los escépticos, en su lecho de muerte confesó que "el evento de la Resurrección, aunque su método está completamente disimulado por la oscuridad impenetrable, no obstante parece ser tan indiscutible como la muerte de César."

Discutiendo la fidelidad de los Milagros de la Resurrección y la Ascensión, el físico Balfour Stewart dijo: "¿Se conservó inmutable el poder conocido de la naturaleza según las leyes en estos casos, o fue superado de algún modo por una fuerza superior?

Indudablemente fue superado durante la Resurrección como durante la Ascensión. Estamos obligados a que analicemos la evidencia de estos grandes eventos que se han cumplido de una manera más creíble. La historia, narrando estos eventos, ha llevado tan bien esta prueba, que cada sugerencia de que esto realmente no pasó lleva a la más gran confusión moral y espiritual."

¿Por qué Jesucristo no aparecía entre los judíos después de la Resurrección? San Juan Crisóstomo explica que la apariencia del resucitado Señor habría sido inútil para los judíos, y que si había habido la posibilidad más ligera de que por eso, ellos podrían convertirse, entonces sin duda el Señor no se habría negado a los judíos. Pero después de que Él resucitó Lázaro, ellos fueron completamente antagónicos. Los judíos empezaron a buscar oportunidades de no sólo matar también Jesucristo, sino a Lázaro. Si Cristo hubiera aparecido a los judíos después de la Resurrección, de una manera u otra, ellos habrían decidido matar a Dios de nuevo.

Así pues, Cristo resucitó. La evidencia más convincente del hecho de la Resurrección de Cristo es ese cambio poderoso que produjo en los Apóstoles, y a través de ellos, en el universo entero. En Él toda la cultura de los últimos dos mil años descansa. ¿La fantasía de trece soñadores podría apoyarlo? Ellos cambiaron toda la historia. Sin la Resurrección de Cristo nosotros no tendríamos cristianismo ni cultura cristiana. La historia mundial habría tomado una dirección completamente diferente. Sin el poder viviente de la fe cristiana, el mundo antiguo se habría descompuesto y habría perecido. Es imposible creer que la solo la imaginación podría producir tal grandeza y tanta bondad.

Por esta demostración toda la oposición al milagro de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo perece. Incluso el análisis crítico más breve de las objeciones alude su inconsistencia total.

Pero la crítica malévola no debilita. "El diablo lucha contra Dios y el campo de batalla está en los corazones de las personas," escribe el gran escritor ruso Dostoievsky.

En nuestro tiempo, los nuevos pero cojos argumentos están avanzados: Dios no existe; Cristo como una figura histórica nunca existió, y no hubo ninguna Resurrección por consiguiente; los Evangelios son pura Mitología, ficción no apoyada por los eventos históricos reales. Ellos son una recopilación de Mitos de los paganos antiguos sobre los dioses legendarios.

Éstos "críticos" tienen que comprender que en los Mitos, sólo dioses como Osiris y Dionysius se murieron y resucitaron, pero nunca Dios Encarnado. Que Jesucristo es Dios Encarnado es indiscutible por la evidencia de los Evangelios. Pero además de los Evangelios nosotros tenemos el testimonio de paganos, los antagonistas de Cristiandad. Por ejemplo, Pliny el más Joven, cónsul romano y gobernador de Bithynia y Pontica en Asia Menor, en su carta al Emperador Trajan (cerca del 112) escribió: "Ellos (los cristianos) cantan los himnos a Cristo, como Dios.

Ellos no juran, no dicen mentiras, no roban, no cometen adulterio." Pliny no escribió, "ellos cantan a su Dios, a Cristo," pero él escribió, "a Cristo, como Dios." Por consiguiente él supo que Cristo para los cristianos no sólo era Dios, sino hombre.

Un contemporáneo de Pliny, Tacitus, uno de los historiadores más exactos, informa cerca del año 115: "Cristo, durante el reino de Tiberius, bajo Procurador Poncio Pilatos, fue sentenciado a la muerte."

Muchas evidencias sobre Jesucristo como una figura histórica están en el Talmud hebreo. Es verdad que estas referencias están escritas con la malicia y odio, llamando al Salvador "el apóstata," "el Nazareno," el etc. No poco se dice en el Talmud sobre los Milagros del Nazareno.

En especial es clara la evidencia del anterior perseguidor de los cristianos Saulo, después el primero entre los Apóstoles, Pablo. La autenticidad de su testimonio está más allá de la disputa. Esto es entendido por los enemigos más furiosos del cristianismo. "La fuerza del testimonio de Pablo," dice uno de nuestros autores prominentes y pensadores, "es tal que aun cuando no había ningún otro, nosotros todavía sabríamos con exactitud por parte de muchas otras figuras históricas no sólo que Cristo existió, sino cómo vivió, lo que Él dijo e hizo, cómo Él murió, y cómo Él resucitó de entre los muertos."

La verdad de la Resurrección de Cristo el Salvador consiste en el hecho que es la Resurrección de Dios Encarnado. Él resucitó el cuerpo humano, y por esto el ser humano se transformó en espiritual, divino para la vida eterna con Dios. En esto consiste la victoria del Salvador sobre la muerte para todas las generaciones.

"La Resurrección corporal del Salvador de entre los muertos es un hecho histórico, verdadero," dice uno de nuestros Misioneros ortodoxos muy conocidos - y lo enumera en los puntos siguientes:

  1. Cristo predijo Su Resurrección (Mt. 16:21; 20:19; Marcos 9:9).
  2. Después de la Resurrección Él testificó sobre el hecho (Lucas 24:46).
  3. Él aparece en la forma visible:
  4. a. En la mañana de la Resurrección a María Magdalena (Marcos 16:9).

    b. A las mujeres que iban desde la tumba (Mat. 28:9).

    c. A Pedro cerca de Jerusalén (Lucas 24:34; 1Cor 15:5).

    d. A dos discípulos en el camino a Emmaus (Lucas 24:13).

    e. En la tarde de la Resurrección, a los Apóstoles, excepto Tomas (Juan 20:19).

    f. Una semana después en la tarde a todos los Apóstoles (Juan 20:26).

    g. Después de varios días al Mar de Tiberias a siete discípulos (Juan 21:1-3).

    h. No mucho después, en la montaña cerca de Galilea, a los once Apóstoles (Mat. 28:17).

    i. A 500 creyentes (1 Cor. 15:6).

    j. A su hermano "según la carne," Santiago, y todos los Apóstoles (1 Cor. 15:7).

    k. En el momento de la Ascensión en el Monte de los Olivos, a todos los Apóstoles (Lucas 24:50).

    l. Al Apóstol Pablo (1 Cor. 9:1; 15:8).

    m. Al protomartir archidiácono Esteban (Hechos 7:55).

    n. Hasta la Ascensión, durante cuarenta días, explicando el Reino de Dios (Hechos 1:3).

  5. Comió y bebió con los discípulos (Lucas 24:42).
  6. Mostró Sus manos y pies con las heridas que recibió al ser clavado a la cruz (Lucas 24:40).
  7. Instruyó (Mat. 28:18; Marcos 16:15; Lucas 24:17; Juan 21:15; 20:21; Hechos 1:7).
  8. Viajó con los Apóstoles (Lucas 21:15).
  9. Las mujeres Miróforas y los once discípulos le rindieron culto (Mat. 28:9, 17).
  10. Los ángeles proclamaron la Resurrección de Cristo (Mat. 28:6; Marcos 16:6; Lucas 24:6).
  11. El evento fue informado por los soldados romanos que hacían guardia en la tumba (Mat. 28:11).
  12. Los Apóstoles se identifican como testigos de la Resurrección de Cristo (Hechos 2:32; 10:39), y ellos confiaron en este hecho histórico real para la fundación de toda su predica (Hechos 2:22; 3:26; 4:10; 10:39). Al mismo tiempo, es especialmente significante que los Apóstoles no se dieron cuenta del momento preciso de la Resurrección de Cristo. Ellos sólo dicen: "lo que nosotros hemos oído, lo que nosotros hemos visto con nuestros ojos y hemos tocado con nuestras manos... declaramos a vosotros." (1 Juan 1:1-3). Nadie puede dar testimonio del momento exacto de la Resurrección de Cristo. Incluso los soldados, guardianes de la tumba, no observaron el momento exacto de la Resurrección. La Resurrección de Cristo fue invisible a ellos. De hecho, los Apóstoles no pudieron ver nada, pues ellos estaban escondidos y se encerraron en sus casas por el miedo a los judíos (Juan 2:19). Por eso es que ninguno de los cuatro Evangelios contiene una descripción del momento exacto de la Resurrección, aunque allí se detallan todos los eventos que preceden a la Resurrección y se detallan hechos después de la Resurrección.

Nosotros sabemos que si la Resurrección de Cristo fuera ficción, entonces no importa cuan genio es el autor, él no omitiría el centro y tema de su composición. Él habría, sin falta, tomado el momento de la Resurrección en cuenta, porque la curiosidad innata del hombre lo exige.

Pero los Apóstoles no hicieron esto. Esto constituye la prueba más importante de la autenticidad de su testimonio. Porque ellos no eran escritores, sino hombres sencillos y simples, influenciados por el Espíritu Santo, dan real testimonio del verdadero evento de la Resurrección de Cristo y la historia entera del Evangelio.

Los Mismos Apóstoles dicen: "Si Cristo no hubiese resucitado, entonces nuestra predica sería vana, vana sería nuestra fe. Pero Cristo resucitó de entre los muertos, primogénito de entre los muertos" (es decir que Él es el comienzo de nuestra futura resurrección (1 Cor. 15:14,20).

Sólo entonces, los Apóstoles y los primeros cristianos fueron a la muerte, al estar convencidos del hecho cierto de la Resurrección real del Salvador, de Su victoria sobre el infierno y la muerte. Sólo en este caso ellos eran capaces, como el poeta dijo: "para ir a la ejecución cantando himnos y pereciendo en las mandíbulas de bestias faltas de alimento con la mirada firme." Así, el Milagro de la Resurrección es un hecho consumado.

(Compilado principalmente de un artículo del Arcipreste Guerasimo Shorets, "Cristo resucitó," de su folleto ""¿Vivió Cristo?," con agregados del libro por D. M. Merezhkovsky "Jesús el Desconocido"; un artículo por Arcipreste I. Chernavin "¿Cristo resucitó de entre los muertos? y otras fuentes).

El sexto artículo del Credo

6. Ascendió a los Cielos y está sentado a la diestra del Padre

En el sexto artículo del Credo, se dice que Jesucristo ascendió al Cielo con Su puro cuerpo y se sentó a la diestra de Dios el Padre.

La Ascensión del Señor ocurrió cuarenta días después de Su Resurrección. El Señor Jesucristo ascendió al Cielo en cuerpo y alma y en Su Divinidad mora siempre con el Padre.

"Sentado a la diestra del Padre" significa del lado derecho, en el lugar de honor y gloria. Con estas palabras se expresa que el cuerpo humano y alma de Cristo recibieron la gloria que Cristo tiene por Su Divinidad.

Por Su Ascensión, nuestro Señor Jesucristo unió tierra y Cielo y glorificó nuestra naturaleza humana, levantándola al trono de Dios. Él nos mostró que nuestra patria está en el Cielo, en el Reino de Dios, que está ahora abierto a todos los que en verdad creen en Él.

"Al que venciere, le daré que se siente conmigo en Mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con Mi Padre en su trono" (Rev. 3:21).

El séptimo artículo del Credo

7. Y vendrá por segunda vez, con gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos, y Su reino no tendrá fin.

En el séptimo artículo del Credo se dice que Jesucristo vendrá de nuevo a la tierra para juzgar a todas las personas, vivos y muertos, los cuales, para entonces, resucitarán y que después del Último Juicio terrible el Reino de Cristo comenzará y no tendrá fin.

La segunda venida del Salvador se habla claramente en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, cuando Jesucristo ascendió al Cielo, los ángeles aparecieron y dijeron a los Apóstoles: "Este Jesús Que asciende de vosotros al Cielo vendrá de nuevo a la tierra en la misma forma, en el cuerpo de un hombre, como vosotros lo visteis subir al Cielo."

La segunda venida de Cristo no será en absoluto como la primera. La primera vez Él entró en forma de un hombre humilde para sufrir por nosotros y para salvarnos del pecado. Él nació en un establo para el ganado, vivió, sin tener un lugar donde apoyar Su cabeza, y murió entre delincuentes en la cruz. En la segunda venida Él aparecerá de repente como un Rey, con majestuosidad. "Así como el relámpago sale del este y es visto hasta el oeste, así también será la venida del Hijo de Hombre" (Mat.24:27). La segunda venida de Cristo el Salvador será extraordinaria: El sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas se caerán del cielo, y se agitarán los poderes de los cielos; y entonces aparecerá la señal del Hijo de Hombre (una cruz) en el cielo; y entonces todas las tribus de la tierra se lamentarán y ellos verán al Hijo de hombre que vendrá en las nubes del cielo con poder y gran gloria (Mat. 24:29-30)... Y todos los ángeles santos con Él, entonces Él se sentará en el trono de Su gloria: Y ante Él todas las naciones se reunirán (Mat. 25:31-46) y juzgará a todas las personas, todos nosotros, rectos y pecadores.

Este juicio se llama terrible, porque se revelará la conciencia de cada hombre ante todos. No sólo los hechos buenos y malos se descubrirán, sino también la manera en que cada hombre dirigió su vida terrenal; cada palabra hablada, deseo confidencial y pensamiento serán revelados.

Según este juicio, los rectos entrará en la vida eterna y los pecadores en el tormento eterno - por haber actuado mal y no haberse arrepentido de ello y por no hacer obras de bien y no haber llevado una vida recta.

"El tiempo esta llegando - dice al Señor - todos los que están en las tumbas oirán la voz del Hijo del Hombre y saldrán los bienhechores hacia la resurrección de vida; y los malhechores, hacia la resurrección de la condenación" (Juan 5:28-29).

La hora exacta de la segunda venida del Señor a la tierra no se conoce. Es un secreto que, por la palabra del Señor, nadie sabe, incluso los ángeles de Dios, sólo el Padre Celestial.

Por consiguiente, nosotros siempre debemos estar listos para aparecer ante el juicio de Dios.

Aunque no conozcamos el tiempo exacto, la palabra de Dios revela varias señales del acercamiento de la venida del Señor. Antes de este tiempo los Evangelios se predicarán a todas las personas. Los judíos se volcarán en grandes números a Cristo. Habrá más corrupción al mismo tiempo, falta de fe, menos amor hacia el prójimo, y aumentará la maldad y la calamidad entre las personas. Aparecerán profetas falsos. La discordia y guerra crecerán más fuertes entre las personas; el hambre e inanición, epidemias y terremotos ocurrirán en varios lugares. Finalmente, cuando el mal alcance su manifestación más alta en la tierra, el Anticristo aparecerá.

El Anticristo, el antagonista de Cristo, aparecerá antes del fin del mundo y buscará exterminar la fe cristiana en la tierra con todo su poder. Pero con la venida de Cristo, el dominio del Anticristo acabará en la ruina terrible, como él Mismo y sus discípulos.

Después de que todas estas cosas pasen, el Reino eterno de Cristo comenzará.

El octavo artículo del Credo

8. Y en el Espíritu Santo, Señor Vivificador, que procede del Padre, Quien con el Padre y el Hijo es juntamente glorificado, que habló por los Profetas.

El octavo Artículo del Credo habla sobre la tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo. El Espíritu Santo también es verdadero Dios, como es el Padre y el Hijo. Nosotros confesamos esto llamándolo Señor.

El Espíritu Santo también se llama el Dador de Vida porque Él, junto con Dios el Padre y Dios el Hijo, da la vida a todos, la vida especialmente espiritual, por eso Él es igualmente el Creador del mundo, igual al Padre y al Hijo. En la creación del mundo dice: "Y el Espíritu de Dios recorría por las aguas (Gén. 1:2). El propio Jesucristo dijo sobre la regeneración bendita por el Espíritu: "...si un hombre no nace por el agua y el Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios" (Juan 3:5).

Así el Espíritu Santo es verdadero Dios, la tercera Persona del Dios Trino. A Él debemos rendir el mismo culto y gloria junto con el Padre y el Hijo.

Las palabras, "Quién procede del Padre," definen la naturaleza personal del Espíritu Santo, el cual se distingue de Dios el Padre y del Hijo, engendrado del Padre. Su naturaleza es tal que el Espíritu Santo procede continuamente del Padre. El propio Jesucristo dijo sobre esto a Sus discípulos: "Cuando el Consolador ha de venir, a Quien Yo enviaré a vosotros del Padre, el Espíritu de Verdad Que procede del Padre, Él testificará de Mí" (Juan 15:26).

Las palabras: "Quién habló por los Profetas," significa que habló a través de los profetas. Los profetas predijeron el futuro y escribieron las Santas Escrituras bajo la inspiración del Espíritu Santo, y por consiguiente sus libros se llaman "divinamente inspirados." Por se dice "habló por los Profetas," para que nadie dude que las Santas Escrituras fueron escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo, no siendo ellos los autores, como en los libros ordinarios. Ellos contienen la Sublime Verdad de Dios, la Palabra de Dios, es decir, la revelación Divino.

El hecho de que el Espíritu Santo habló a través de los Apóstoles no se menciona en el Símbolo de Fe porque en el momento de su composición nadie dudaba de ello.

El Espíritu Santo otorga Sus dones a los cristianos a través de la Iglesia de Cristo, en la oración y los Santos Misterios. En los Santos Misterios el Espíritu Santo ilumina al creyente con la luz de la enseñanza de Cristo, calienta sus corazones con el amor a Dios y al prójimo y los purifica de toda mancha de pecado.

Jesucristo llamó al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Juan 14:17; 15:26; 16:13) y nos advirtió: "Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no se perdonará a los hombres" (Mat. 12:31).

"La blasfemia contra el Espíritu Santo" consiste en la consciente y endurecida oposición a la Verdad, porque el Espíritu es la Verdad (Juan 5:6). La consciente y endurecida resistencia a la verdad lleva al hombre lejos de la humildad y el arrepentimiento, y sin arrepentimiento no puede haber perdón. Es por eso que el pecado de la blasfemia contra el Espíritu no puede perdonarse.

El Espíritu Santo se reveló a las personas en forma visible en el Bautismo del Señor, en la forma de una paloma y en el día de Pentecostés cuando descendió a los Apóstoles en forma de lenguas de fuego. Él también aparecía como una nube de luz en el Antiguo Testamento.

El noveno artículo del Credo

9. Y en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

El noveno artículo del Credo habla sobre la Iglesia de Cristo que Jesucristo fundó en la tierra para la santificación de las personas pecadoras y para su reconciliación con Dios.

Se llama Iglesia a la unión de todos cristianos ortodoxo, vivos y muertos, porque Él no es Dios de muertos, sino vivos: "para Dios todos viven" (Lucas 20:38), unido entre ellos en la fe y amor cristiano, por su jerarquía y por sus sacramentos. Cada cristiano ortodoxo individualmente es un miembro o una parte de la Iglesia. Cuando nosotros decimos que nosotros creemos en Una Iglesia Santa, Católica y Apostólica, se entiende por Iglesia a todas las personas que confiesan una y misma Fe Ortodoxa. No sólo significa el edificio dónde nosotros vamos a orar a Dios y qué también se llama la iglesia de Dios. Jesucristo confió la construcción visible y el gobierno de la Iglesia a los Apóstoles, y entonces a sus sucesores, los obispos, y a través de ellos, Él Mismo gobierna la Iglesia invisiblemente. El Señor Jesucristo es la verdadera Cabeza de la Iglesia, y no existe ni puede existir ninguna otra cabeza de la Iglesia cristiana. Jesucristo es la Cabeza, y la Iglesia es el cuerpo espiritual de Cristo (Ef. 1:22-23; 5:23).

El santo apóstol Pablo dice: "Como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros son de ese cuerpo, aunque muchos, forman un cuerpo: así también es Cristo. Pues por un Espíritu todos nosotros nos bautizamos en un cuerpo, judíos o gentiles, siervos o libres, y todos embebidos en un Espíritu (1 Cor. 12:12-13). Así pues, vosotros sois el cuerpo de Cristo y miembros en particular (1 Cor. 12:27). Él (Jesucristo) puso a algunos apóstoles, algunos profetas y a algunos evangelistas y algunos pastores y maestros; por el perfeccionar de los santos, para el trabajo del Ministerio, por la edificación del cuerpo de Cristo (la Iglesia; Ef. 4:11-12).

Jesucristo dijo que Su Iglesia es invencible y será por siempre. "Yo construiré Mi Iglesia, y las verjas de infierno no prevalecerán contra Ella" (Mat. 16:18). "Siempre estoy con vosotros, hasta el fin del mundo. Amén" (Mat. 28:20).

La verdad de Dios, Su enseñanza, se conserva en la Unica Iglesia de Cristo, "la Iglesia del Dios viviente, el pilar y confirmación de la verdad" (1 Tim. 3:15). Jesucristo dijo: "El Consolador, el Espíritu Santo, a Quien el Padre os enviará en Mi Nombre, Él os enseñará todo, y os recordará todo, los que Yo os he dicho" (Juan 14:26) El Espíritu Santo morará por siempre con vosotros (Juan 14:16).

Quién obedece la Iglesia, obedece al propio Cristo, y quién no obedece, sino la rechaza, también rechaza al Señor Él. Si alguien no obedece a la Iglesia, que sea para ti como un hombre pagano y un publicano, dijo al Señor (Mat. 18:17).

La Iglesia de Cristo es Una, porque es un cuerpo espiritual, tiene una cabeza, Cristo, y está inspirada por un Espíritu (Ef. 4:4-6). Ella tiene una meta - la santificación de las personas, y por todas partes las mismas enseñanzas de Dios y los Mismos sacramentos. Por consiguiente, la Iglesia no puede desarmarse o dividirse. Los herejes pueden caerse de Ella o pueden separarse de Ella; pero entonces, ellos dejan de ser miembros de la Iglesia y la Iglesia por eso no cesa de ser Una. La Unidad de la Iglesia nos obliga a todos nosotros a guardar la unidad del espíritu en la unión de paz (Ef. 4:5).

La existencia de divisiones geográficas de la Iglesia Ortodoxa, como Jerusalén, Constantinopla, Antioquía, Alejandría, Rusia y otros, no violan la unidad de la Iglesia de Cristo en absoluto. Porque ellos todos son miembros de un Cuerpo, Una Iglesia Universal de Cristo. Todos confiesan la misma fe y comulgan en sus oraciones y sacramentos.

La Iglesia de Cristo es Santa, porque se santifica por Señor Jesucristo, a través de Su sufrimiento, con Sus enseñanzas divinas y con los Santos Sacramentos establecidos por Él en los que se otorga al creyente la Gracia del Espíritu Santo. "Cristo amó a la Iglesia, y se entregó por Ella para santificarla... (Ef. 5:25-26).

La santidad de la Iglesia no es violada por los cristianos cuando pecan porque ellos siempre pueden limpiarse a través del Misterio del Arrepentimiento. Si alguien permanece impenitente, entonces él se retira visiblemente o invisiblemente de la Iglesia.

La Iglesia de Cristo es Católica (Universal). La catolicidad es la unidad de todos los creyentes cristianos ortodoxos, unidos en la verdad por el amor de Cristo y la gracia del Espíritu Santo. La Iglesia católica no está limitada ni por límites naturales, ni tiempo, ni por las personas y consiste en todos los creyentes de todas partes. Por consiguiente también se llama mundial.

La Iglesia de Cristo, además de ser Una, Santa y Católica se llama Apostólica, porque el Señor la extendió y la fortaleció a través de los Santos Apóstoles. La palabra Apostólica es esencial porque la Iglesia ininterrumpidamente y sin cambios, ha conservado la enseñanza Apostólica y la sucesión del don del Espíritu Santo a través de la Santa Ordenación.

La autoridad visible más alta en la Iglesia pertenece al Concilio Ecuménico. La primacía en la Iglesia Ecuménica está compuesta por el patriarca, luego los obispos - los metropolitanos, arzobispos y obispos. Los concilios locales, si sus decisiones están de acuerdo con el espíritu de la Ortodoxia, como lo revela el pasado histórico, también tienen autoridad.

La Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica, también se llama "Ortodoxa" (del griego, ortho, correcto, recto, verdadero y doxa, gloria, culto, en el sentido también de dogma, piedad, enseñanza), porque bajo la guía del Espíritu Santo, guarda las enseñanzas de Jesucristo de manera inmutable, correcta y gloriosa - para que nosotros podamos glorificar a Dios ciertamente como es de su agrado.

El décimo artículo del Credo

10. Confieso un sólo Bautismo para el perdón de los pecados.

El décimo artículo del Credo habla sobre el Sacramento del Bautismo y sobre los Sacramentos restantes.

Jesucristo, enviando a Sus discípulos a predicar, dijo: "Id pues, y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, - y agregó - enseñándoles a observar todo lo que yo os he ordenado" (Mat. 28:19-20). De esta forma, el Señor Mismo indicó que los Sacramentos fueron establecidos por Él.

Por Sacramento o Sacramento, se entiende al acto santo a través del cual el Espíritu Santo confiere su Gracia Sacramentosa e invisiblemente al hombre (el poder salvador de Dios). La Santa Iglesia Ortodoxa tiene siete Sacramentos: El Bautismo, La Unción con el Crisma, el Arrepentimiento, la Sagrada Comunión, el Matrimonio, la Ordenación y la Santa Unción con el óleo.

En el Símbolo de la Fe sólo se menciona el Bautismo porque este Sacramento es la puerta a la Iglesia de Cristo. Sólo aquéllos que han sido bautizados pueden acercarse a los otros sacramentos.

En el momento de la composición del Credo, había riñas y dudas. Por ejemplo, algunos pensaban que debían bautizarse por segunda vez, los herejes que regresaban a la Iglesia. El Concilio Ecuménico dijo que el Bautismo puede realizarse sólo una vez por persona. Por consiguiente se dice: "confieso un solo Bautismo." Se entiende que este Bautismo debe realizarse en la verdadera Iglesia para ser válido. Esto concierne a todos los Sacramentos.

El Sacramento de Bautismo.

El Sacramento del Bautismo es el sagrado acto por el cual el creyente en Cristo, a través de la inmersión corporal en el agua, invocando el nombre de la Santísima Trinidad - el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo - es lavado de todos los pecados cometidos por él prior al Bautismo y donde se le otorga la gracia para luchar contra la inclinación al pecado, la cual es habitual en el hombre desde el pecado de Adán y Eva. El creyente renace por la gracia del Espíritu Santo a la nueva vida espiritual y se vuelve Miembro de la Iglesia.

El Sacramento del Bautismo fue establecido por nuestro Señor Jesucristo. Él santificó el Bautismo con Su propio ejemplo, bautizándose por San Juan Bautista. Entonces, después de Su Resurrección, ordenó a los Apóstoles: "Id pues, y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mat. 28:19).

El bautismo es necesario para cualquiera que desea ser un miembro de la Iglesia de Cristo. "Si un hombre no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios" dijo al Señor (Juan 3:5). Para recibir el Bautismo es necesario tener fe y arrepentimiento.

La Iglesia Ortodoxa bautiza a los infantes por la fe de sus padres y padrinos. Presentes en el Bautismo están los padrinos, a quienes se confía la fe del niño bautizado ante la Iglesia. Cuando el niño crece, los padrinos están obligados a enseñarle la fe y a ayudarlo a en el esfuerzo para volverse un verdadero cristiano. Ésta es la sagrada responsabilidad de los padrinos, y ellos pecan penosamente al descuidar su deber. El hecho de que se otorguen los dones del Espíritu Santo por la fe de otros, encuentra la prueba en los Evangelios, acerca de la curación del cojo: Cuando Jesús vio la fe de "ellos," le dijo al enfermo: "Hijo, tus pecados se te perdonan (Marcos 2:5).

Los sectantes contienden que no deben bautizarse los bebés y critican a los ortodoxos por realizar el sacramento en ellos. El fundamento para el bautismo de infantes es que el Bautismo ha reemplazado la circuncisión del Antiguo Testamento, la cual se realizaba cuando un infante tenía ocho días de vida. El Bautismo cristiano se llama circuncisión hecha sin las manos (Cor. 2:11-12). Los Apóstoles bautizaban a familias enteras en las cuales sin duda había niños. Los bebés, así como los adultos, participan en la inclinación pecadora heredada de Adán y tienen necesidad de ser limpiados y fortalecidos contra esa inclinación.

El Señor dijo: "Permitid a los niños pequeños venir hacia Mi, y no les prohibáis: pues de semejantes es el Reino de Dios es" (Lucas 18:16).

Así, el Bautismo es el Nacimiento espiritual, y como una persona nace una vez, también el Sacramento del Bautismo se realiza una vez. "Un Señor, una fe, un bautismo" (Ef. 4:5).

El Sacramento de la unción con el Crisma.

La unción con el Crisma es el Sacramento que otorga los dones del Espíritu Santo al creyente para fortalecerlo en la vida espiritual cristiana.

Jesucristo habló sobre los dones de Gracia del Espíritu Santo cuando dijo: "Él que cree en Mi, como dicen las Escrituras - fuera de su barriga fluirán ríos de agua viviente." Esto fue dicho por Él a cerca del Espíritu que los creyentes debían recibir, pues el Espíritu Santo no moraba en ellos todavía; porque Jesús no había sido glorificado aun" (Juan 7:38-39).

El Apóstol Pablo dice: "El que nos estableció con vosotros en Cristo, y el que nos ungió - es Dios; Quién también nos ha sellado y dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones (II Cor. 1:21-22).

Los dones de Gracia del Espíritu Santo son necesarios para cada creyente en Cristo. Los dones extraordinarios del Espíritu Santo sólo se otorgan a ciertas personas, como a los profetas, apóstoles y reyes.

Al principio Apóstoles realizaban el Sacramento de la Unción con el Crisma a través de la imposición de las de manos (Hechos 8:14-17; 19:2-6). Luego, al final del primer siglo, el Sacramento de la Unción con Crisma comenzó a ser realizado por el ungimiento con el crisma mismo, de acuerdo al ejemplo de la Iglesia del Antiguo Testamento, pues los Apóstoles no podían siempre realizar el Sacramento a través de la imposición de las manos.

La Crisma santo es un aceite especial que se prepara de una manera prescrita de substancias fragantes y se consagra.

El primer Crisma fue consagrado por los Apóstoles y luego por sus sucesores, los obispos. Sólo los obispos pueden consagrar el crisma.

Ungiendo con la crisma consagrado por los obispos, los sacerdotes pueden realizar el Sacramento de la Unción con el Santo Crisma.

Durante la unción con el crisma santo, se ungen las siguientes partes del cuerpo con la señal de la Cruz: la frente, ojos, orejas, boca, pecho, manos y pies, pronunciando las palabras "El don del Espíritu Santo. Amén."

El Sacramento del Arrepentimiento.

El Arrepentimiento es el Sacramento en el cual el creyente admite sus pecados ante Dios en la presencia de un sacerdote y recibe a través del sacerdote, el perdón de los pecados como si fuera del Señor Jesucristo.

Jesucristo dio a los Apóstoles y a través de ellos a todos los sacerdotes, el poder para perdonar los pecados. "Recibid el Espíritu Santo. Al que perdonares los pecados, les serán perdonados, a que retubiéreis, serán retenidos" (Juan 20:22-23).

Incluso San Juan Bautista, preparando a las personas a recibir al Salvador, predicó el Bautismo del arrepentimiento para la remisión de los pecados... Y eran todos bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados (Marcos1:4-5).

Habiendo recibido este poder del Señor, los Apóstoles realizaban el Sacramento del Arrepentimiento: "Y muchos que creyeron vinieron confesando y revelando sus actos (Hechos 19:18).

El perdón de los pecados (la absolución) por medio de la confesión requiere paz con todos nuestros prójimos, la contrición sincera por los pecados cometidos, la confesión, la determinación firme de corregir su vida, fe en el Señor Jesucristo y esperanza en Su Misericordia.

En ciertos casos una "epitimia" (palabra que significa en griego "prohibición" o "restricción") se impone al creyente arrepentido, consistiendo en algún acto pío o alguna suspensión dirigida a superar un hábito pecaminoso.

El Sacramento de la Sagrada Comunión.

La sagrada comunión es el Sacramento en el cual los cristianos ortodoxos reciben, en forma de pan y vino, el Cuerpo y Sangre del Señor Jesucristo, y a través de este Sacramento se unen con Cristo y se convierten en participantes en la vida eterna.

El Sacramento de la sagrada comunión fue establecido por nuestro Señor Jesucristo en el momento de la Cena Mística (Última cena), en la tarde antes de Su sufrimiento y muerte. Él celebró el Sacramento. "Jesús tomó el pan, y dio gracias (a Dios el Padre por toda Su Misericordia hacia la humanidad), y lo partió, y lo dio a Sus discípulos diciendo: "Tomad, comed, éste es Mi cuerpo."

Del Mismo modo tomó el Cáliz, dio gracias y lo dio a ellos, diciendo: "Bebed de Él todos, ésta es Mi Sangre del Nuevo Testamento, la cual es derramada por muchos para el perdón de los pecados" (Mat. 26:26-28; Marcos 14:22-24; Lucas 22:19-24; 1Cor. 11 :23-25).

Entonces, Jesucristo les ordenó a los discípulos que lo realizaran en todo momento después de establecer el Sacramento de sagrada comunión: "Haced eso en Mi memoria."

Conversando con el pueblo, Jesucristo dijo: "Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día postrero. Porque Mi carne es verdadera comida y Mi sangre verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mi permanece, y yo en él"(Juan 6:53-56).

En la obediencia a los mandamientos de Cristo, el Sacramento de la sagrada comunión es continuamente celebrado en la Iglesia de Cristo y se continuará celebrando hasta el fin de los tiempos, durante el servicio conocido como la Divina Liturgia, cuando el pan y el vino, por el poder y la acción del Espíritu Santo, se convierten el verdadero Cuerpo y verdadera Sangre de Cristo.

El pan usado para la sagrada comunión es uno solo, tal como todos los creyentes en Cristo constituyen un Su único cuerpo, cabeza del cual es el propio Cristo. "Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan" (1 Cor. 10:17).

Los primeros cristianos recibían la sagrada comunión todos los domingos. La Iglesia nos ordena que recibamos por lo menos una vez la sagrada comunión durante cada ayuno, y tan a menudo como posible.

La preparación para recibir el Sacramento de la sagrada comunión consiste en ayuno, oración, la reconciliación con todos, y luego la Confesión, es decir, la limpieza de la conciencia en el Sacramento de la Confesión.

El Sacramento de la sagrada comunión, en griego, se llama "Eucaristía" que significa "acción de gracias."

El Sacramento del Matrimonio.

El matrimonio es el Sacramento durante el cual son hechos votos públicos ante el sacerdote y la Iglesia por el novio y la novia de ser fieles el uno al otro y su unión conyugal es bendecida como una imagen de la unión espiritual de Cristo con la Iglesia. La Gracia de Dios se pide y es dada para su ayuda mutua, la unanimidad, y para la procreación bendita y la educación cristiana de niños.

El matrimonio fue establecido por Dios en el Paraíso. En el momento de la creación de Adán y Eva, Dios los bendijo, y Dios dijo: "Fructificaos y multiplicaos y poblad la tierra y dominadla" (Gen. 1:28).

Jesucristo santificó el Matrimonio por Su propia presencia en la boda en Cana de Galilea y lo confirmó como una institución divina diciendo: "El Creador del hombre al comienzo y luego de la mujer los creo (Gen. 1:27). Y dijo: "Dejará pues el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una Misma carne (Gen. 2:24). Ya pues, ellos no son dos, sino uno y lo que Dios ha unido que el hombre no lo separe (Mat. 19:4-6).

El Apóstol Pablo compara la unión de matrimonio con la unión de Cristo y la Iglesia (Ef. 5:22-32).

La unión de Jesucristo con la Iglesia se funda en el amor de Cristo por la Iglesia, y en la devoción completa de la Iglesia al testamento de Cristo. El marido debe amar a su esposa desinteresadamente, y la esposa debe voluntaria y amorosamente obedecer a su marido.

"Maridos - dice el Apóstol Pablo - amad a vuestras esposas, así como Cristo también amó a la Iglesia y se entregó por Ella, el que ama a su esposa, a sí Mismo se ama" (Ef. 5:25,48). "Esposas, someteos a vuestros maridos, como al Señor, porque el marido es la cabeza de la esposa, así como Cristo es la cabeza de la iglesia: y Él es el Salvador del cuerpo" (Ef. 5:22-23).

Por consiguiente cada esposo u esposa deben conservar el amor mutuo y respeto, el sacrificio mutuo y la fidelidad. Una buena familia cristiana es la fuente del bienestar privado y publico. La familia es el fundamento de la Iglesia de Cristo.

El Sacramento del Matrimonio no es obligatorio para todos, pero los solteros deben vivir voluntariamente una vida limpia y pura y virgen, la cual, según la enseñanza de la Palabra de Dios, es el más elevada que la vida matrimonial y es uno de los mas elevados esfuerzos espirituales (Mat. 19:11-12; 1 Cor. 7:8-40).

El Sacramento de la Ordenación.

La ordenación es el Sacramento en el que un hombre debidamente elegido, a través de la imposición de las manos del obispo, recibe la Gracia del Espíritu Santo, fortaleciéndolo para el servicio divino en la Iglesia de Cristo como obispo, presbítero (sacerdote) o diácono. Este Sacramento sólo es realizado en las personas seleccionadas y consagrado para el clero.

Los grados del clero son tres: diácono, sacerdote y obispo.

El hombre ordenado diácono recibe la Gracia para ayudar durante la realización de los Sacramentos. Un hombre ordenado sacerdote recibe la Gracia para celebrar los Sacramentos. Un hombre ordenó obispo no sólo recibe la Gracia para celebrar los Sacramentos, sino también para ordenar a otros para celebrar los Sacramentos.

El Sacramento de la Ordenación es un establecimiento Divino. El Apóstol Pablo testificó que el Señor Jesucristo: "dispuso a algunos apóstoles; algunos profetas; algunos evangelistas; algunos pastores y maestros; para la realización de santos, el servicio del Ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo."

Los Apóstoles, realizando este Sacramento bajo la guía del Espíritu Santo, pusieron diáconos, presbíteros y obispos, a través de la imposición de las manos.

Se describen la selección y ordenación de los primeros diáconos por los Apóstoles en el libro de los Hechos: "Ellos fueron puestos ante los apóstoles: y habiendo orado, impusieron las manos sobre ellos (Hechos 6:6).

Con respecto a la ordenación de los presbíteros esta escrito: "Y cuando ellos habían ordenado presbíteros en cada iglesia, y habiendo orado con ayuno, ellos los encomendaron al Señor en Quien ellos creyeron (Hechos 14:23).

En la epístolas del Apóstol Pablo a los obispos Timoteo y Tito dice: "Te recuerdo (Obispo Timoteo) que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos (II Tim 1:6). "Por esta causa de dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, e establecieses ancianos en cada ciudad, así, como yo te mandé" (Tito 1:5). Dirigiéndose a Timoteo, el Apóstol Pablo dice: "No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro" (1 Tim 5:22). "Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos" (1 Tim 5:19).

De estas epístolas nosotros vemos que los apóstoles presentaron a los obispos la autoridad de consagrar presbíteros mediante la imposición de las manos y realizar juicio sobre los presbíteros, diáconos y servidores de la iglesia.

Sobre los servidores del Altar el apóstol Pablo, en su epístola a Timoteo, escribe: "el obispo debe ser puro... Los diáconos deben ser honorables..." (1 Tim. 3:2, 8).

El Sacramento de la Santa Unción con Oleo.

La Santa Unción con Oleo es el Sacramento por el cual el enfermo es ungido con el Aceite Santo y se invoca la Gracia de Dios por la curación física y espiritual.

El Sacramento de Unción Santa también se llama en ruso soborovaniye, "la recolección o conciliación," porque se reunen varios clérigos para realizarlo, aunque si necesario, puede hacerse por un sacerdote.

El Sacramento proviene de los Apóstoles. Habiendo recibido del Señor Jesucristo el poder durante el tiempo de la prédica para sanar a todos los enfermos y débiles, ellos ungían a muchos que estaban enfermos con el aceite y los sanaban (Marcos 6:13).

Sobre todo, en forma detallada habla sobre este Sacramento el Apóstol Santiago: ¿Está alguno de vosotros enfermo? Llamad a los presbíteros de la iglesia; y que oren por él, ungiéndolo con el aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, se les perdonarán (Santiago 5:14-15).

El undécimo artículo del Credo

11. Espero la resurrección de los muertos.

El undécimo artículo del Credo habla sobre la resurrección general de los muertos que tendrá lugar al final del mundo. La resurrección de los muertos que nosotros esperamos ocurrirá al mismo tiempo que la segunda y gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo. En ese momento se unirán todos los cuerpos de los muertos con sus almas y resucitarán.

La fe en la resurrección de los muertos fue expresada por Abraham en el momento del sacrificio de su hijo Isaac (Heb. 11:17); por Job en medio de su sufrimiento extremo: "Yo se que Mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta Mi piel, en Mi carne he de ver a Dios" (Job 19:25-26); por el Profeta Isaías: "Tus muertos revivirán, se levantarán los cuerpos muertos. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos" (Isaías 26:19).

El Profeta Ezequiel contempló la resurrección de los muertos en una visión de un campo con huesos secos, los cuales por voluntad del Espíritu de Dios se rejuntaban uno con otro, se cubrían con la carne y la respiración del Espíritu entraba en ellos (Ezequiel 37).

Jesucristo habló más de una vez sobre la resurrección de los muertos: "En verdad, en verdad os digo que la hora está viniendo y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que la oigan revivirán" (Juan 5:25). "No os maravilléis de esto: la hora está viniendo, en la cual todos los que están en las tumbas oirán Su voz y saldrán; los bienhechores hacia la resurrección de vida y los malhechores hacia la resurrección de la condenación" (Juan 5:28-29). "El que come Mi Cuerpo y bebe Mi sangre tiene vida eterna y Yo lo resucitaré en último día" (Juan 6:54).

Contestando las preguntas de los saduqueos descreídos sobre la resurrección de los muertos, Jesucristo dijo: "Os confundís, pues no conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios. Sobre la resurrección de los muertos ¿no habéis leído lo que fue dicho por Dios: Yo soy el Dios de Abraham y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de los muertos, sino vivos" (Mat. 22:29-32).

El Apóstol Pablo dice: "Cristo resucitó de los muertos, primogénito de los muertos. Pues como la muerte vino por el hombre, por el hombre también la resurrección. Como en Adán todos mueren, así en Cristo todos se revivirán" (1 Cor. 15:20-22).

En el momento de la resurrección general cambiarán los cuerpos de las personas muertas. Sustancialmente, los cuerpos serán iguales a los que nosotros tenemos ahora, pero en calidad aventajarán a nuestros cuerpos presentes. Serán espirituales, incorruptibles e inmortales. También cambiarán los cuerpos de las personas que estén vivas en el momento de la segunda venida del Salvador. El Apóstol Pablo dice: "Es sembrado un cuerpo natural; se levanta un cuerpo espiritual... nosotros moriremos, pero debemos cambiar, en un momento, en el centelleo de un ojo, a la última trompeta: pues sonará y los muertos resucitarán incorruptos y nosotros cambiaremos (1 Cor. 15:44, 51-52).

Correspondiendo al cambio en el hombre, con él todo el mundo visible cambiará. De corruptible se convertirá en incorruptible.

Las almas de las personas que se murieron antes de la resurrección general existen bajo diferentes condiciones. Las almas de los rectos esperan en la antesala de beatitud eterna, y las almas de los pecadores en la antesala del tormento eterno. El estado de las almas del muerto es determinado en el juicio particular que tiene lugar después de la muerte de cada persona.

Esto es claramente evidente de la enseñanza del Señor Jesucristo sobre el hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31). El Apóstol Pablo también señala esto cuando dice: "Tengo deseos de partir para estar con Cristo; pues esto es incomparablemente mejor" (Felipe 1:23-24).

La muerte tiene gran importancia en la vida de cada hombre. Es el punto límite con el cual se termina el tiempo de preparación y comienza el tiempo del premio. Pero como este juicio particular no es final, las almas de las personas pecadoras que fallecieron con la fe en Cristo y arrepentimiento, pueden recibir el alivio en su sufrir sepulcral e incluso ser completamente librados de él por las oraciones de la Iglesia, como también por los actos de caridad hechos en su memoria y sobre todo conmemorándolos en el sacrificio incruento del Cuerpo y Sangre de Cristo. Para este propósito la Iglesia Ortodoxa estableció la conmemoración de los muertos, la cual se ha realizado regularmente desde los tiempos Apostólicos. La conmemoración de los muertos comprende una de las partes principales de la Liturgia Divina. Esto es evidente en la primer liturgia cristiana del Apóstol Santiago.

El Apóstol Juan dice: Si cualquier hombre ve a su hermano pecar no hacia la muerte, que rece y Él (Dios) le dará vida (1 Juan 5:16). El Apóstol Pablo en su epístola al Obispo Timoteo escribe: "Yo exhorto por consiguiente, que en primer lugar, súplicas, oraciones, intercesiones, y acciones de gracias, se hagan por todos los hombres, los reyes, y por todos los que están en la autoridad; para que nosotros podamos llevar una vida callada y pacífica en toda piedad y pureza, pues esto es bueno y aceptable en la vista de Dios nuestro Salvador; para que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (Tim. 2:1-4).

El Apóstol Santiago dice: "Confesaos vuestras faltas los unos a los otros y orad uno por otro, para ser sanados. Mucho logra la oración ferviente de un recto" (Santiago 5:16).

Si nosotros debemos orar por los vivos, pues es imprescindible que también oremos por los muertos, porque para Dios no hay ningún muerto. Para Dios todos están vivos. El Señor Jesucristo: "Dios no es dios de los muertos, sino de los vivos, pues par Él todos están vivos" (Lucas 20:38).

El Apóstol Pablo escribió a los cristianos: "Si nosotros vivimos, nosotros vivimos para el Señor; y si nosotros nos morimos, nosotros nos morimos hacia el Señor. Por eso, vivos o muertos somos del Señor" (Rom. 14:8).

Incluso en el Antiguo Testamento era costumbre orar por los muertos. Por ejemplo, así el Profeta Baruch oró por los muertos diciendo: "¡Señor Pantocrator, Dios de Israel! Oye la oración de muertos de Israel y de sus hijos que pecaron ante Ti... no recuerdes las mentira de nuestros padres" (Baruch 3:4-5).

Judas Macabeo oró y trajo ofrendas por los soldados muertos (II Mac. 12:39-45). Así estan fundamentadas las enseñanzas sobre las oraciones por los muertos en las Sagradas Escrituras, así como en la Sagrada Tradición.

Discusión sobre la resurrección de los muertos

La verdad de la resurrección general de los muertos está clara y definitivamente revelada en las Sagradas Escrituras. También fluye de los poderes fundamentales de nuestras almas inmortales, y de nuestra comprensión de un Dios Eterno, Omnipresente y Todo-recto.

Ya en el Antiguo Testamento, los rectos tenían fe en la resurrección general de los muertos, basándose en la Revelación Divina (Job 19:25-26; Isaías 26:19; Ezequiel 37; Daniel 12:2; Mac. 7:9 y otros).

En general, todas las personas rectas en el Antiguo Testamento se consideraban extraños y peregrinos en esta tierra y buscaban la Patria Celestial (Heb. 11 :13-20).

A través del Profeta Oseas el Señor dijo: "Yo los rescataré del poder de la tumba; Yo los libraré de la muerte. ¡Muerte! ¿Dónde está tu picadura? ¿Hades dónde tu victoria? No habrá en Mi sobre ello arrepentimiento (Oseas 13:14).

En el Nuevo Testamento, el Señor Jesucristo predica clara y definitivamente sobre la resurrección de los muertos: "De cierto, de cierto os digo, la hora está cerca y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que la oigan revivirán... los bienechores hacia la resurrección de la vida y los malechores hacia la resurrección de la condenación" (Juan 5:25,29).

El Salvador afirma la enseñanza de la resurrección por el Sacramento de sagrada Comunión. "El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre tendrá la vida eterna y yo lo resucitaré el último día" (Juan 6:54).

Cuando el Salvador habla sobre el propósito de Su advenimiento en la tierra, Él señala la vida eterna específicamente. "Tanto amó Dios al mundo que entregó a Su Hijo Unigénito, para que el que crea en Él no perezca, sino tenga la vida eterna" (Juan 3:15-16).

Durante Su permanencia en la tierra el Salvador resucitó muertos y Él Mismo resucitó de entre los muertos, haciéndose, según las palabras del Apóstol Pablo, el Primogénito de los muertos" (1 Cor. 15:20).

Los Apóstoles pusieron la verdad de la resurrección de los muertos por encima de toda duda y lo demostraron relacionándola íntimamente con la resurrección de Cristo y con toda la predica en los Evangelios: "Si Cristo es predicado resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay ninguna resurrección de los muertos? Pues si no hay resurrección de muertos, entonces Cristo no resucitó: Y si Cristo no resucitó, entonces nuestra predica es vana, y nuestra fe también es en vano... Si sólo en esta vida tenemos la esperanza en Cristo, nosotros somos de todos los hombres los más miserables. Pero Cristo resucitó de los muertos y es el Primogénito de los muertos" (1 Cor. 15:12-20).

Además de eso, el Apóstol Pablo señala el fenómeno natural en la naturaleza que nos convence de la verdad de la resurrección. "Algún hombre dirá: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué cuerpo ellos vendrán?

¡Necio! Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano. Pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales, pero una es la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará gloria, se siembra debilidad, resucitará poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual" (1 Cor. 15:35-44).

El Señor Él dijo: "Si el trigo cae a la tierra y no muere, queda solo, pero si muere trae grandes frutos" (Juan 12:24). La Naturaleza nos muestra este fenómeno maravilloso, auténtico. Un grano, tirado en la tierra se descompone, se pudre - ¿y entonces que? ¿En eso termina su existencia? ¡No, de ninguna manera! De él empieza el crecimiento. Crecen ramas con nuevos granos, a pesar de que aparecía reducido para descomponerse. ¿Esta maravilla no es digna de nuestra atención? ¿No es obvio que esto da testimonio del hecho de que el Creador Omnisciente dispone en la misma muerte el principio de vida y en sobre la descomposición crea una nuevo ser?

Así, el Misterio de la resurrección de los muertos siempre está ante nuestros ojos. Es evidente a nosotros en la naturaleza, y fortalece nuestra fe, y denuncia nuestra falta de fe. Pero, a pesar de esto, nuestra alma se puede preguntar: "¿Cómo pueden levantarse los muertos, cuando el cuerpo de los muertos se convierte en polvo y se destruye?" Si Dios Omnipotente nos diera una vez existencia de un manojo de tierra, entonces obviamente Él puede tomar el manojo de tierra una segunda vez y puede reanimarlo.

Figuradamente, el Señor ya le mostró el Misterio de nuestra resurrección de los muertos al Profeta. Él le mostró una visión de campo con los huesos secos de hombres. De estos huesos, por la palabra de Dios proferida por el Hijo del Hombre, se formaron las figuras de hombres y quizás por la misma capacidad que existió en la creación prístina de hombre, el Espíritu los reanimó. Por la palabra del Señor, como dictado al Profeta, primero el movimiento ocurrió en los huesos, los huesos se unieron a otros huesos, cada uno según su lugar; entonces los huesos se unieron con los tendones, vestidos con la carne, y cubiertos con la piel. Finalmente, al segundo sonido de la voz de Dios, pronunciada por el Hijo del Hombre, el Espíritu de vida entro en ellos. Ellos todos empezaron a vivir, estando de pie y ellos constituyeron una gran multitud las personas (Ezeq. 37:1-10). No será la resurrección futura de los muertos igual?

¡Maravillosos son en verdad los hechos de Dios! Maravillosa es la santa fe que nosotros profesamos.

Así, por la determinación virtuosa de Dios, nuestro cuerpo frágil, como una semilla, está condenado primero a morir, deteriorarse y entonces resucitar. El lugar dónde los muertos se entierran viene a ser un maizal en el cual nuestros cuerpos son sembrados por la mano de la muerte, como las semillas. La tierra, nuestra madre, es una fortaleza dónde en medio del decaimiento, se guarda nuestra inmortalidad. "Se siembra un cuerpo carnal y se levanta un cuerpo espiritual" (1 Cor. 15:44).

Dios no nos condenó a la muerte para borrar Su creación, pero para recrearla, para hacerla capaz de vivir imperecederamente en el futuro.

Queda en nosotros someternos reverentemente al juicio sabio de Dios, aceptar con fe la Revelación Divina sobre nuestro destino, y con esperanza cristiana esperar por la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. (Tomado del libro "Lecciones y Ejemplos de Fe cristiana," y otros libros por el Arcipreste Gregorio Diachenko.

El duodécimo artículo del Credo

12. Y la vida del siglo venidero. Amén.

El duodécimo artículo del Credo menciona la vida del siglo futuro; es decir, la vida eterna que empezará después de la resurrección general de los muertos, la renovación del mundo entero, y el juicio de Cristo.

Para las personas rectas, la vida eterna será tan jubilosa y bendecida que en nuestro estado presente nosotros ni siquiera podemos describirlo. El Apóstol Pablo dice: "Ni el ojo ha visto, ni el oído oyó, ni ha entrado en el corazón de hombre, lo que Dios ha preparados para aquellos que lo aman" (1 Cor. 2:9).

Esta comprensión de la beatitud de los rectos será mediante la visión de Dios en Su luz y Su gloría y de la unión con Él. En el Paraíso, las almas de los rectos se unirán con cuerpos que serán los iluminados con la luz de Dios como el cuerpo del Señor Jesucristo en el momento de Su Transfiguración en la Montaña de Tabor.

El Apóstol Pablo escribe: "es sembrado en el deshonor; se levanta en la gloria" (1 Cor. 15:43).

El Señor Jesucristo dijo: "Entonces los rectos brillarán como el sol en el reino de su Padre (Mat. 13:43).

Los estados de los rectos tendrán varios grados de beatitud, correspondiendo a la dignidad de cada uno.

El Apóstol Pablo dijo: "Una es la gloria del sol y otra la de la luna y otra gloria la de las estrellas: las estrellas se diferencian en su gloria. Así también es la resurrección de los muertos" (1 Cor. 15:41-42).

Para los incrédulos y pecadores impenitente la vida en el siglo futuro será un tormento eterno. El Señor les dice: "Apartaos de Mi malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles... y éstos se marcharán al castigo eterno" (Mat. 25:41,46).

Este tormento de los pecadores procederá por su alejamiento de Dios, por la realización clara de sus pecados, por las punzadas severas de conciencia, por tener que quedarse entre los espíritus malos dónde las quemaduras de fuego son eternas e inextinguibles.

¿Cuál es este fuego inextinguible? La Palabra de Dios no lo define, pero usos términos para retratar el tormento inexplicable, inexpresable de infierno.

Así el castigo de pecadores no será porque Dios quiere su destrucción, sino "ellos mismos perecen porque no aceptaron el amor de la Verdad para su salvación" (II Tes. 2:10).

El Credo concluye con la palabra "Amén," que significa "de verdad" o "así es." Al decir esta palabra después del Credo, nosotros atestamos el hecho de que todo lo que se declara en él es indudablemente e invariablemente verdadero.

 

La Vida cristiana

La vida cristiana buena y genuina sólo puede llevarse por aquéllos que tienen fe en Cristo y quienes se esfuerzan por vivir de acuerdo a esta fe; es decir, aquéllos que por sus buenas obras cumplen los mandamientos de Dios. Las buenas obras son una expresión de nuestro amor y el amor es el fundamento de toda la vida cristiana. "Dios es amor y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él (Juan 4:16). "Pues Dios amó al mundo de tal forma que envió a Su único Hijo engendrado para que el que crea en Él perezca, sino tenga vida eterna" (Juan 3:16). Así Dios por este acto reveló Su amor a la humanidad.

El amor que no se acompaña con trabajos buenos no es verdadero amor, sino es meramente el amor en palabras.

Eso es por eso que la Palabra de Dios dice: "La Fe sin obras es muerta" (Santiago 2:20). El Señor Jesucristo dijo: "No cualquiera que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple con la voluntad de Mi Padre Celestial" (Mat. 7:21). "Porque nosotros somos su creación, creó en Cristo Jesús en las buenas obras que Dios ordenó que cumplir" (Ef. 2:10).

Además nosotros hemos recibido de Dios medios especiales por discernir los hechos buenos de los malos. Los medios son la ley interior de Dios, o conciencia, y la ley externa de Dios, o Sus mandamientos.

La palabra conciencia denota la fuerza interior, espiritual de un hombre, o la manifestación del alma de un hombre. La conciencia, como la ley interior de Dios ("la voz de Dios"), está presente en cada persona. La conciencia es la voz interior que nos dice lo que es bueno y lo que es malo, lo que es apropiado y lo que es impropio, lo que es virtuoso y lo que no es. La voz de la conciencia nos obliga hacer el bien y huir del mal. Por cada acto bueno la conciencia nos preMia con paz interior y calma. Por todo lo malo, incorrecto, impropio, la conciencia juzga y castiga para que una persona que actúa contra la conciencia se sienta en la discordia moral, atormentada por las punzadas de conciencia.

Pero la conciencia, como la fuerza espiritual de un hombre, requiere de desarrollo y mejora junto con las otras facultades espirituales de un hombre, a saber, con su mente, corazón, y voluntad. Se han oscurecido la mente, corazón y la voluntad del hombre desde el tiempo de Adán y Eva. Desde ese tiempo la voz de la conciencia se ha mostrado ser débil e insuficiente como una manifestación de la fuerza espiritual. Si el hombre no desarrolla la fuerza espiritual en él, entonces la voz interior de la conciencia en el hombre se duerme como en un "hombre sin conciencia."

De esto está claro que solo la ley interior de la conciencia no es suficiente para el hombre. Incluso en el Paraíso Dios reveló Su Voluntad a las primeras personas. Por consiguiente era también necesaria para un inocente, un recto, la ley externa de Dios. Aún más luego de la transgresión.

Para que el hombre siempre permaneciera en "el cuidado de su conciencia," el Señor Dios nos dio la ley externa, los mandamientos de Dios.

Esta ley fue dada en forma muy simple en el Antiguo Testamento, cuando Moisés recibió la Ley en la Monte Sinaí. Los Diez Mandamientos más importantes fueron escritos en dos lápidas de piedra. Estos mandamientos fueron profundizados y elevados en el Sermón del Salvador en la Montaña, con Sus nueve mandamientos conocidos como las Bienaventuranzas. Pero el Señor también confirmó que los mandamientos del Antiguo Testamento deben ser conocidos y cumplidos.

El Salvador dijo: "No penséis que vengo a destruir la Ley o los profetas; no he venido a destruir sino a cumplir" (Mat. 5:17). Cuándo un hombre joven preguntó: "Amo Bueno, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna? - el Señor contestó: "Si deseas entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos" (Mat. 19:16-17).

Sin embargo, el Señor enseñó que deben guardarse estos mandos, según Su interpretación, a un grado alto de perfección. Así, el Señor Jesucristo sugiere que los creyentes no sólo deben huir de la transgresión de los mandamientos, sino ni siquiera deben pensar sobre él o desearlo, requiriendo así de ellos un corazón más limpio.

 

Los Diez Mandamientos

  1. Yo soy el Señor, tu Dios, no tengas otros dioses más que a Mí.
  2. No hagas escultura, ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra, no te postres antes ellas ni les sirvas.
  3. No tomes el nombre del Señor, tu Dios, en vano.
  4. Recuerda el día sábado para santificarlo, seis días haz y ocúpate de todas tus tareas, más el séptimo día, sábado, dedícalo al Señor, tu Dios.
  5. Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se prolonguen y sean buenos en la tierra.
  6. No mates.
  7. No cometas adulterio.
  8. No robes.
  9. No digas falso testimonio contra tu prójimo.
  10. No codicies la mujer de tu prójimo, ni la casa de tu prójimo, ni sus campos, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que le pertenezca.

Los Diez Mandamientos de la Ley fueron colocados en dos lápidas porque ellos legislan dos aspectos de amor: el amor a Dios y el amor al prójimo.

Indicando estos dos aspectos de amor, el Señor Jesucristo, contestando a la pregunta de cual es el mandamiento mas importante, dijo: "Ama al Señor Tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma y todo tu entendimiento. El segundo mandamiento semejante a él primero: ama a tu prójimo como a ti Mismo" (Mat. 22:37-40).

Amar Dios es nuestra primera y más importante obligación, porque Él es nuestro Creador, Proveedor, y Salvador. "Por Él nosotros vivimos, nos movemos y existimos" (Hechos 17:28).

Luego sigue la obligación de amar a nuestro prójimo que es una expresión de nuestro amor a Dios. Quienquiera no ama que su prójimo no ama a Dios. El Apóstol Juan el Teólogo explica: "Si alguien dice, yo amo Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso: porque él que no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo puede amar Dios a quien no ve?" (1 Juan 4:20).

Amando a Dios y al prójimo nosotros descubrimos el verdadero amor por nosotros mismos, porque el verdadero amor hacia uno Mismo consiste en cumplir nuestras obligaciones hacia Dios y el prójimo. Ese amor se expresa en el cuidado por el alma de uno, limpiando a sí mismo de pecados, subordinando el cuerpo al espíritu, limitando nuestras necesidades personales. Nosotros debemos guardar nuestra salud y debemos querer el desarrollo de nuestra fuerza espiritual y capacidades para manifestar nuestro amor a Dios y al prójimo.

Por este concepto, el amor a sí Mismo no debe ser un detrimento a nuestro prójimo vecino. Al contrario, nosotros debemos el amor a nosotros Mismos por nuestro prójimo. "No haya amor más grande que el del que pone su alma por sus amigos (sus prójimos; Juan 15:13).

Y el amor a sí mismo y el amor al prójimo deben ofrecerse como un sacrificio de amor a Dios. El Señor Jesucristo habla así sobre esto: "El que ama a su padre o madre más que a Mí no es digno de Mí; y el que ama a su hijo o hija más que a Mí, no es digno de Mí, y el que no toma su cruz (es decir, quién esquiva todas sus cargas superfluas en la vida, desecha el sufrimiento y experiencias que el Señor envía, en cambio va por el camino fácil de maldad) y no me sigue, aquel no es digno de Mí" (Mat.10:37-38).

Si un hombre ama Dios en primer lugar, él entonces naturalmente puede amar al padre y madre y niños y todos sus prójimos; y este amor se santifica por la Gracia Divina. Si un hombre ama a cualquiera de éstos sin amar a Dios, entonces tal amor incluso puede ser delictivo, como, por ejemplo, cuando un hombre, para la felicidad de un amigo querido priva a otros de su felicidad, trátelos cruelmente, injustamente etc.

Así, aunque se contienen todos los mandos y la Ley de Dios en dos mandamientos de amor, para mostrarnos más claramente nuestras obligaciones para con Dios y el prójimo, ellos están expresados en los Diez Mandamientos. Se describen nuestras obligaciones a Dios en los primeros cuatro mandamientos, y nuestras obligaciones para con el prójimo - en los últimos seis mandamientos.

El Primer Mandamiento

El primer mandamiento del Señor Dios afirma Su existencia y nos amonesta a honrarlo, el Unico verdadero Dios. Nosotros no debemos dar homenaje divino a cualquiera excepto a Él. Es decir, nosotros debemos estudiar lo que está escrito por Dios y estudiar teología.

La teología es la rama más alta del conocimiento. Es nuestra primera y más importante obligación. El conocimiento humano erudito, si no está iluminado por la luz de la teología, pierde su verdadero significado, su sentido y su fin. En lugar del conocimiento bueno, tales traen a la vida lo malo.

Para adquirir conocimiento del verdadero Dios, nosotros debemos:

  1. Leer y estudiar las Sagradas Escrituras que nos llevan al verdadero y más perfecto conocimiento de Dios.
  2. Leer los trabajos de los Santos Padres y maestros de la Iglesia, en orden entender las Sagradas Escrituras debidamente y resguardarnos de interpretaciones incorrectas.
  3. Asistir frecuentemente a la iglesia, porque en los servicios de la iglesia se contienen las lecciones sobre Dios y Sus obras.
  4. Escuchar los sermones del sacerdote y leer libros religiosos y de contenido moral.
  5. Estudiar las obras de Dios - la naturaleza, así como la historia de la humanidad que nos revela el plan maravilloso de Dios.

Este mandamiento nos impone obligaciones definidas de culto. Nosotros debemos:

  1. Creer en Dios, es decir, tener la convicción más sincera y firme de Su existencia.
  2. Caminar ante el Señor, es decir, siempre estar consciente de Dios y hacer todo como ante los ojos de Dios (comportándonos cuidadosamente), y siempre recordar que Dios no sólo ve nuestros hechos, sino también nuestros pensamientos.
  3. Tener esperanza en Dios, amor a Dios y obedecer a Dios. Siempre estar listo para hacer lo que Él ordena y no refunfuñar cuando Él no hace lo que nosotros queremos. De hecho, sólo Dios sabe cuando y qué darnos, y lo que es provechosos y lo que es dañoso para nosotros. La forma más elevada de amor a Dios es el respeto, o temor de Dios - temer alejarse de Dios debido a nuestros pecados.
  4. Honrar a Dios, glorificarlo y dar gracias al Señor Dios, nuestro Creador, Proveedor y Salvador, recordando todos Sus dones y Misericordia para con nosotros.
  5. Intrépidamente confesar a Dios ante todos. Reconocer que Él es nuestro Dios y no abandonar la fe aunque esta confesión pueda traernos sufrimiento y hasta la muerte.

Los pecados contra el primer mandamiento son:

  1. El ateísmo - cuando las personas completamente descartan la existencia de Dios. El Profeta David, a tales personas, las llama necias. "Dijo el necio en su corazón, no hay Dios (Ps.13:1).
  2. El politeísmo - cuando en lugar del Unico verdadero Dios, las personas reconocen muchos dioses imaginarios.
  3. La incredulidad - cuando las personas, reconociendo la existencia de Dios, no creen en Su Divina Providencia y Revelación. Esta incredulidad proviene a menudo de la educación incorrecta, del orgullo y presunción, del entusiasmo por malos ejemplos, del descuido y desdeño por las autoridades de la Iglesia y de una vida pecadora.
  4. La herejía - cuando las personas imaginan o inventan enseñanzas contrarias a la verdad de Dios u obstinadamente e intencionalmente tuercen la verdad de Dios.
  5. El cisma - es decir - la desviación de la unidad en el culto Divino, separación de la Iglesia Ortodoxa.
  6. La apostasía - cuando las personas repudian la verdadera fe, por temor a la persecución y burla; o del entusiasmo para las enseñanzas falsas.
  7. La desesperación - cuando las personas, olvidándose de la Misericordia interminable de Dios, no esperan recibir de Dios la ayuda y salvación. Ejemplos horribles de desesperación ocurren en los casos de suicidio.
  8. La hechicería (brujería) - cuando las personas, abandonando la fe en el poder de Dios, se vuelcan varios cultos sobrenaturales y poderes malignos.
  9. La superstición - cuando las personas creen en alguna cosa ordinaria u ocurrencia, atribuyéndole poderes sobrenaturales.
  10. La pereza en la oración y en los hechos píos.
  11. El amor por las criaturas, incluso las personas, más que a Dios.
  12. La lisonja - cuando las personas cuidan en agradar a otras personas más que a Dios.
  13. La autoconfianza - cuando las personas confían y tienen más esperanza en sí Mismo que en la Misericordia y ayuda de Dios.

El mandamiento de Dios no contradice nuestra obligación de venerar a los ángeles y a los santos de Dios y orar a ellos. Nosotros no los honramos como al propio Dios, sino como sirvientes fieles de Dios obedecen y agradan a Dios con sus vidas. Los ángeles y los santos de Dios están cerca de Dios y pueden interceder en nuestro nombre. Nosotros debemos pedirles su ayuda y defensa, confiados en que el Señor, por su causa, oirá rápidamente nuestras oraciones pecadoras. La Palabra de Dios dice: "Orad uno por otro, para ser sanados; mucho puede lograr la oración ferviente de un hombre recto" (Santiago 5:16). "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues en Él todos están vivos (Lucas 20:38).

El Segundo Mandamiento

El segundo mandamiento del Señor Dios prohibe la idolatría, es decir, prohibe la fabricación para el culto de cualquier ídolo o rendir culto a la semejanza de algo que nosotros vemos en el cielo (el sol, la luna, las estrellas), o algo que se encuentra en la tierra (las plantas, los animales, las personas), o en las aguas (peces). El Señor prohibe rendir culto y servir a estos ídolos en lugar del verdadero Dios, como hacen los paganos.

En el culto prohibitivo de ídolos, uno jamás debe confundir con la veneración ortodoxa de los santos iconos y las reliquias. Los protestantes y varios sectarios nos critican por "rendirles culto." Pero venerando los santos iconos nosotros no los consideramos dioses o ídolos. Ellos son sólo imagen, representación de Dios o de los ángeles o de los santos.

La palabra icono viene del griego y significa imagen. Venerando los iconos y orando ante ellos, nosotros no oramos a los "iconos materiales" (la pintura, madera o metal), sino al santo que está representado en él. Todos sabemos cuánto más fácil es volverse con los pensamientos al Salvador cuando uno ve su Purísima imagen o Su Cruz, que cuando ve sólo paredes vacías, o una estufa.

Los santos iconos nos son dados para venerar la memoria de los hechos de Dios y Sus santos y para la elevación de nuestros pensamientos a Dios y Sus santos. La veneración de los iconos calienta nuestros corazones con el amor por nuestro Creador y Salvador. Los santos iconos son similares a las Sagradas Escrituras, sólo que ellos son escritos con caras y objetos en lugar de letras.

Aun en el Antiguo Testamento Moisés, quien recibió el mandamiento prohibitivo de los ídolos, recibió de Dios las instrucciones para poner en el Tabernáculo, el templo móvil hebreo, imágenes de oro de los querubines en la tapa del Arca de Testamento. El Señor dijo a Moisés: "Hazlos en los dos extremos de la tapa... y allí Yo me apareceré a ti y hablaré contigo sobre la tapa, entre el dos querubines que están en el Arca del Testamento, sobre todas las cosas que mandaré a los hijos de Israel (Exod. 25:18,22). El Señor también pidió que Moisés hiciera imágenes de querubines en el velo que separa el Santuario del Santo de los Santo; y en el lado interior del velo (una tela fina muy valiosa de lino, lana fina, algodón o seda que no sólo cubría la cima, sino los lados del Tabernáculo (Exod. 26:1-37).

En el Templo de Salomón se esculpió y bordó iconos de querubines en todas las paredes y en el velo del Templo (3 Reyes 6:27-29; II Cron. 3:7-14). Y los querubines en el Arca del Testamento fueron renovados (II Cron. 3:10). Cuando el Templo estaba listo, la gloria del Señor (en forma de una nube) colmó el templo (3 Reyes 8:11). Las imágenes de los querubines agradaban al Señor y las personas, Mirándolos, oraban y le rendían culto.

No había ningún icono del Señor Dios en el Tabernáculo o en el Templo de Salomón, porque Él no se había revelado todavía en la carne como Dios encarnado. No había ningún icono de los rectos del Antiguo Testamento, porque las personas no habían sido redimidos todavía y no habían sido justificados (Rom. 3:9,25; Matt. 11:11).

El Señor Jesucristo envió un icono Milagroso de Su Rostro al Rey Abgar de Edessa. conocido como el "Icono no hecho por manos." Orando ante el icono de Cristo no hecho por manos, Abgar se sanó de una enfermedad incurable.

El Evangelista Lucas era médico y artista. Él pintó y dejó para la posteridad iconos de la Madre de Dios. Algunos de ellos se encuentran en Rusia y en Grecia.

Muchos iconos santos han sido glorificados por Milagros.

Los animales o incluso diablo representados en ellos no mancha los santos iconos si es necesario pintarlos para la instrucción visual. Como es conocido, su mención no mancha las Sagradas Escrituras.

La veneración de santas reliquias tampoco contradice al segundo mandamiento. En las santas reliquias nosotros honramos la Gracia de Dios que actúa a través de los restos de los santos. Para los cristianos, la idolatría en la forma en la que se entregan los paganos es imposible. Sin embargo, en lugar de la idolatría salvaje, existen entre nosotros formas mucho más sutiles de idolatría, tal idolatría es el culto a las pasiones pecaminosas, como la codicia, glotonería, orgullo, vanidad.

La codicia es el deseo de adquirir riquezas. El Apóstol Pablo dice que la codicia... "es idolatría" (Colos 3:5). Para el hombre codicioso la riqueza se convierte en un ídolo al cual sirve y rinde culto más que a Dios.

La glotonería consiste en el amor platos delicados y a comidas por demás abundantes y a la embriaguez. El Apóstol Pablo dice: "que su dios es su barriga (Felip. 3:19).

El orgullo y Vanidad. El hombre orgulloso y vano tiene una opinión excesivamente alta de sus cualidades, su inteligencia, belleza y riqueza. El hombre vano se honra a sí Mismo únicamente. Él considera sus ideas y deseos superiores a la Voluntad de Dios. Él considera las opiniones y consejos de otras personas con desprecio y mofa, pero no rechaza sus propias ideas, por más falsas que puedan ser. La persona ávida y vana hace un ídolo de sí Mismo (para él y para otros).

Prohibiendo estos ídolos finos, el segundo mandamiento inspira, en su lugar, a las virtudes siguientes: la no codicia, generosidad, abnegación, ayuno y humildad.

El Tercer Mandamiento

El tercer mandamiento nos prohibe pronunciar el nombre de Dios en vano, sin la reverencia debida. Uno usa el nombre de Dios en vano cuando lo pronuncia en conversaciones vacías, en broma y en juegos.

Prohibiendo el uso del nombre de Dios irreflexivamente o irrespetuosamente, este mandamiento prohibe los pecados que provienen del libertinaje e irreverencia con respecto a Dios. Entre tales pecados están:

El Juramento - los juramentos irreflexivos, habituales en una conversación casual; la blasfemia - las palabras audaces contra Dios; el sacrilegio - cuando las personas se mofan o bromean con temas sagrados; el incumplimiento de promesas dadas a Dios; el perjurio; haciendo juramentos falsos por el nombre de Dios.

El nombre de Dios debe pronunciarse con temor y debe reverenciarse, en oración, en estudios sobre Dios y en votos dignos y juramentos nobles.

Los votos reverentes, nobles no son prohibidos por este mandamiento. El propio Dios usó un juramento sobre el cual el Apóstol Pablo habla en su epístola a los hebreos: "Los hombres juran por lo altísimo y el juramento para la confirmación es para ellos el fin de toda la disputa. Es por eso que Dios, deseando mostrar principalmente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de Su Voluntad, utilizó por medio un juramento" (Heb. 6:16-17).

 

El Cuarto Mandamiento

El cuarto mandamiento del Señor Dios exhorta que seis días se consagren al trabajo y a los deberes correspondientes a la vocación de cada uno, pero que el séptimo día se consagre al servicio de Dios, para obras santas y actos que agradan a Dios.

Se entienden por obras santas y actos que agradan a Dios: ocuparse por la salvación de nuestras almas, las oraciones en la iglesia y en la casa, el estudio de los mandamientos de Dios, el esclarecimiento de la mente y el corazón por medio del aprendizaje sano, la lectura de las Sagradas Escrituras y otros libros espiritualmente útiles, conversaciones pías, ayudar a los pobres, visitar a los enfermos y prisioneros, confortar a los afligidos, y otras obras buenas.

En el Antiguo Testamento, se conmemoraba el sábado (que en hebreo significa el descanso, paz) como séptimo día de la semana, en memoria de la creación de Dios del mundo (en el séptimo día Dios descansó de los actos de la creación). En el Nuevo Testamento, desde la época de los Apóstoles, se empezó a celebrar el primer día de la semana, domingo, en memoria de la Resurrección de Cristo.

Bajo el nombre de séptimo día es necesario no sólo incluir el día de la Resurrección (domingo), sino también otros días de fiesta y ayunos establecidos por la Iglesia. En el Antiguo Testamento el sábado incluía también otras fiestas: Pascua, Pentecostés, la Fiesta del Tabernáculo, etc.,

La fiesta cristiana más importante se llama "La Fiesta de las Fiestas" y "El Triunfo de los Triunfos," la Resurrección Radiante de Cristo, la Santa Pascua, que ocurre el primer domingo después de la primera luna llena luego de la Pascua judía, en el periodo entre el 22 de marzo (abril 4 nuevo estilo) y el 25 de abril (8 de mayo, nuevo estilo).

Después siguen las doce grandes fiestas establecidas para honrar a nuestro Señor Jesucristo y a Su Madre, la Santa Virgen María:

  1. El Nacimiento de la Madre de Dios el 8 de septiembre (21, n-c.).
  2. La Entrada en el Templo de la Madre de Dios Theotokos, el 21 de noviembre (4 de diciembre, n-c).
  3. La Anunciación de la Santísima Virgen María, el 25 de marzo (abril 7, n-c).
  4. El Nacimiento de Cristo (Navidad), el 25 de diciembre (el 7 de enero, n-c).
  5. La Entrada del Señor en el Templo, el 2 de febrero (15, n-c).
  6. Teofanía (o Epifanía), el 6 de enero (19, n-c).
  7. La Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo, el 6 de agosto (19, n-c).
  8. La Entrada del Señor en Jerusalén (domingo de Ramos), el último domingo antes Pascua.
  9. La Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, en el cuadragésimo día después de Pascua.
  10. Pentecostés, o domingo de Trinidad, en el quincuagésimo día después de Pascua.
  11. La Exaltación de la Venerable y Vivificante Cruz del Señor, el 14 de septiembre (27, n-c).
  12. La Dormición de la Madre de Dios, el 15 de agosto (28, n-c).

De los días de fiesta restantes, alguno de los más importante son:

Ayunos establecidos por la Iglesia:

    1. La Gran Cuaresma, antes de Pascua.
    2. Dura siete semanas: seis semanas son el propio ayuno y la séptima semana es la Semana Santa - en memoria del sufrimiento de Cristo el Salvador.
    3. El ayuno de Navidad, antes de la fiesta de Navidad, el Nacimiento de Cristo. Empieza el 14 de noviembre (27, n-c), el día después de conmemorar al Santo apóstol Felipe y se llama por consiguiente a veces el ayuno de San Felipe. Dura cuarenta días.
    4. El ayuno de la Dormición, antes del día de la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios. Dura dos semanas, del l de agosto (el 14 de agosto, n-c) hasta el 14 de agosto (27, n-c).
    5. El ayuno de los Santos Apóstoles o de Pedro, antes del día de la fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo. Empieza una semana después de domingo de Trinidad (Pentecostés) y continúa hasta los 29 de junio (12 de julio, n-c). Su longitud es determinada por si Pascua es temprana o tarde. Lo más largo que puede ser son seis semanas y lo más corto es una semana y un día.

Un día de ayuno:

1. La Víspera de Navidad - el día antes del Nacimiento de Cristo, 24 de diciembre (el 6 de enero, n-c). Un ayuno especialmente estricto. Habitualmente, no se come hasta la aparición de la primera estrella y entonces sólo comida cuaresmal estricta, ninguna carne, peces o producto lácteos.

2. La Víspera de Teofanía - el día antes del Bautismo del Señor, el 6 de enero (19 de enero, n-c).

3. El día de la Decapitación de San Juan Bautista, 29 de agosto (septiembre 11, n-c).

4. El día de la Exaltación de la Cruz del Señor, en la conmemoración del hallazgo de la Cruz del Señor, 14 de septiembre (27 de septiembre, n-c).

5. Los miércoles y viernes de todas las semanas. Miércoles - en memoria de la traición del Salvador por Judas. Viernes - en memoria del sufrimiento y muerte de Cristo en la Cruz.

No hay ningún ayuno los Miércoles y viernes en las semanas siguientes: en la Semana Radiante, la semana de Pascua; en el intervalo entre Navidad y Teofanía; en la semana de Trinidad (desde Pentecostés hasta el principio del ayuno de San Pedro), en la semana del Publicano y el Fariseo (antes de la Gran Cuaresma); y en la semana de los lácteos que precede inmediatamente a la Gran Cuaresma, cuando se permiten producto lácteos, pero no carne.

En tiempo de ayuno es especialmente necesario decidirse por limpiarse a sí Mismo de todos los hábitos malos y pasiones como el enojo, envidia, lujuria y enemistad. Uno debe abstenerse de la vida disipada y descuidada, de los juegos, de los espectáculos y películas, de bailar. Uno no debe leer libros que dan lugar en el alma a pensamientos y deseos impuros. Uno no debe comer carne o productos lácteos, ya que, según la experiencia de los Santos, estas comidas fortalecen nuestras pasiones y nos dificultan en la oración. Sólo se permiten las comidas de ayuno como verduras y cuando se permite, pescado y sólo haciendo uso de estas comidas con moderación. Durante un ayuno de muchos días uno debe confesarse y debe recibir la Sagrada Comunión.

Aquellos que rompen el cuarto mandamiento son los perezosos en los primeros seis días, sin trabajar, así como aquéllos que trabajan en un día santo.

No menos culpables son aquéllos que pueden cesar las ocupaciones trabajos mundanos, pero pasan el tiempo en entretenimientos y juegos que complacen el placer y embriaguez sin pensar en servir Dios. Especialmente pecador es el que se complace en distracciones en vísperas de un día de fiesta, cuando debemos estar en la Vigilia, y en la mañana siguiente en la Liturgia. Para cristiano ortodoxo un día de fiesta empieza por la tarde cuando comienza la Vigilia Pernocturna. Consagrar este tiempo a bailar, a las películas u otras diversiones en lugar de la oración, es burlarse del día festivo.

El Quinto Mandamiento

El quinto mandamiento del Señor Dios pide que nosotros honremos a nuestros padres y por esto promete una vida feliz y larga. Honrar a los padres significa amarlos, ser respetuosos hacia ellos, refrenarse de ofenderlos por la palabra o la acción, obedecerlos, ayudarlos en el trabajo, ayudarles cuando están en necesidad, sobre todo cuando ellos están enfermos y viejos. También orar por ellos a Dios durante esta vida y cuando se mueren. No respetar a un padre es un gran pecado. En el Viejo Testamento, cualquiera que calumniaba a su padre o su madre era castigado con la muerte (Marc 7:10; Exod. 21:17).

Nosotros también debemos dar igual honor a esas personas que tienen autoridad por encima de nosotros como nuestros padres. Entre tales personas están los pastores y los padres espirituales, trabajando para nuestra salvación, instruyéndonos en la fe y orando por nosotros; oficiales del gobierno que trabajan para nuestra tranquilidad doméstica y defendiéndonos contra la opresión y los asaltos; maestros y bienhechores quienes intentan enseñarnos y proporcionarnos todo lo que es bueno y útil para nosotros; y en general, nuestros superiores, que tienen mucha experiencia en la vida y por consiguiente pueden darnos buenos consejos. Es un pecado no respetar a nuestros superiores, sobre todo aquellos en edad avanzada. Es un pecado considerar su experiencia con desconfianza, indiferencia, y a veces referirse a sus comentarios y su instrucción con mofa, considerarlos personas "atrasadas," y considerar que su visión está pasada de moda. Incluso en el Antiguo

Testamento el Señor dijo a través de Moisés, Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor (Lev. 19:32).

Pero si ocurre que los padres o superiores requieran de uno algo que va en contra de nuestra fe y la Ley de Dios, entonces uno debe decir a ellos, como los Apóstoles dijeron a los líderes de los judíos: Juzgad si es recto delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios (Hechos 4:19). Entonces uno debe sufrir por la fe y la Ley de Dios no importa lo que pase..

El Sexto Mandamiento

El sexto mandamiento del Señor Dios prohibe el asesinato, es decir quitarle la vida de otra persona, o quitarse la propia vida (suicidio). La vida es el más grande don de Dios. Por consiguiente, privarse a sí Mismo o alguien más de la vida es un terrible y grabe pecado. El suicidio es el más terribles de todos los pecados contra el sexto mandamiento, porque en el suicidio, además del pecado de matar, está presente también el grave pecado de la desesperación, el refunfuñar contra Dios y el levantamiento insolente contra la providencia de Dios. Además, el suicidio evita la posibilidad al arrepentimiento. Una persona es culpable de asesinato aun cuando él mata a otra persona, sin pensar, accidentalmente. Semejante asesinato es un pecado doloroso, porque en este caso el asesino es culpable por su descuido.

Una persona es culpables incluso cuando él no comete el asesinato, pero lo promueve o permite a alguien más hacerlo. Por ejemplo:

1. Un juez, condenando a la muerte a un acusado cuando es conocida su inocencia.

2. Cualquiera que ayuda a otro a cometer un asesinato por su decreto, consejo, colaboración, o acuerdo; o quién perdona y justifica una muerte y de esa forma da oportunidad para otros asesinatos.

3. Cualquiera que no salva a un prójimo de la muerte, cuando él es totalmente capaz de hacerlo

4. Cualquiera que por el trabajo forzado o el castigo cruel agota a sus subordinados y los debilita y así acelera su muerte.

5. Cualquiera que a través de su vida lujuriosa y viciosa abrevia su propia vida.

Otros pecados contra el sexto mandamiento son: desear que alguien esté muerto, no dar ayuda al indigente y enfermo, no vivir con otras personas en paz y concordia, sino al contrario, manteniendo el odio, envidia y malicia hacia otros, instigando riñas, reyertas y dolor entre otros. Peca contra el sexto mandamiento es hacer algo que dañe al débil, niños en particular. El Evangelio de Cristo dice: "Cualquiera que odia a su hermano, es un asesino" (1 Juan 3:15).

Además de la matanza física, hay todavía un asesinato más terrible y responsable: la matanza espiritual. Entre los pecados de asesinato espiritual está la seducción. Es decir, cuando uno lleva descaminado o seduce a su prójimo a la incredulidad o a una vida de vicio y de esta forma llevar su alma a la muerte espiritual.

El Salvador dijo: "Aquel que seduzca a uno de estos pequeños que creen en Mi, le hubiese sido bueno que una muela de molino sea colgada sobre su cuello y que él se inunde en la profundidad del mar... Pena par aquel hombre por el cual provienen las seducciones!" (Mat. 18:6-7).

Para evitar el pecado contra el sexto mandamiento, los cristianos deben ayudar a los pobres, asistir a los enfermos, confortar a los afligidos, aliviar las condiciones del infortunado, con todos ser amable y manso, reconciliarse con cualquiera que esté enfadado, perdonar las ofensas, hacer el bien a los enemigos y ni siquiera en palabra u obras dar ejemplos mortales, sobre todo ante los niños.

Es imposible de igualar el asesinato delictivo con la matanza que ocurre en batalla. La guerra es un gran mal social, pero al Mismo tiempo la guerra es una catástrofe enorme permitida por el Señor para lección y corrección de las personas, así como Él permite epidemias, inundaciones, fuegos y otros infortunios. Por consiguiente, matar en una guerra no se ve por la Iglesia como un pecado particular del hombre. Además, cada soldado debe estar listo, según el mandamiento de Cristo, a "dar su vida por sus amigos" para la defensa de su fe y su patria.

Entre los soldados hay muchos santos glorificados por milagros. Sin embargo, incluso en la guerra es posible ser culpable de asesinato cuando, por ejemplo, un soldado mata a alguien que se ha rendido, o cuando un soldado permite la brutalidad, etc.,

La pena capital de muerte de un delincuente también es un gran mal social. Pero se permite en los casos excepcionales cuando según la justicia, resulta ser el único método que puede detener una multitud de asesinatos y crímenes. Pero responderán ante Dios por lo que se refiere a la justicia, los administradores que llevan a cabo la ejecución. La pena capital de delincuentes endurecidos es a menudo el único medio al arrepentimiento. Y sin la voluntad de Dios no caerá un pelo de la cabeza del hombre.

El Séptimo Mandamiento

Este prohibe el adulterio, que es, infidelidad hacia el cónyuge y todo amor ilegal. Dios prohibe a un marido y esposa a romper los lazos de fidelidad y amor mutuo. Del soltero, Dios requiere pensamientos y deseos puros, que sea casto en palabra y obra, en pensamiento y deseo.

Para cumplir con esto es necesario evadir todo lo que de surgimiento a sentimientos impuros en el corazón: obscenidad, canciones y danzas inmodestas y desvergonzadas, juegos, películas y fotos sugestivos, libros inmorales, ebriedad, etc.

La palabra de Dios nos manda mantener nuestros cuerpos en la pureza, porque nuestro cuerpo es Miembro del cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. Los fornicadores, y todos los que se entregan a actos o imaginaciones lujuriosas pecan contra sus propios cuerpos, ellos debilitan la salud de sus cuerpos, inyectan enfermedad en ellos y deterioran su capacidad espiritual, especialmente su imaginación y memoria.

El Octavo Mandamiento

Hay varias formas de robar:

Al prohibir toda forma de hurto de la propiedad del prójimo, este mandamiento nos instruye a ser desinteresados, honestos, laboriosos, piadosos y amantes de la verdad. Para evitar pecar en contra de este mandamiento, uno debe amar a su prójimo tanto como a sí Mismo, y no hacerle nada que no quisiéramos que nos hagan a nosotros.

La virtud más alta inspirada por el octavo mandamiento es completa pobreza, la renuncia a toda propiedad. Pero Dios no obliga a nadie a esta virtud. Él la propone a aquellos que desean lograr alta perfección moral.

Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme (Mat. 19:21). Muchos héroes espirituales han seguido el consejo de este pasaje del Evangelio: San Antonio el Grande, San Pablo de Tebas, San Nicolás el Taumaturgo, y muchos otros.

El Noveno Mandamiento

Este mandamiento del Señor Dios nos prohibe hablar falsedades sobre nuestro prójimo, y en general prohibe toda mentira. Por ejemplo:

Para los cristianos incluso son repugnantes aquellas pequeñas mentiras blancas que no intentan causar daño al prójimo. La mentira no le pertenece a los que se llaman cristianos y no esta en armonía con el amor y consideración por el prójimo. El Apóstol Pablo dice: Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos Miembros los unos de los otros. (Ef. 4:25).

Nunca es apropiado culpar o juzgar a otros, si no fuimos específicamente requeridos para hacerlo debido a la responsabilidad de nuestra posición u ocupación. No juzguéis para que no seáis juzgado, dice el Salvador.

Es necesario mantener en mente que juzgar, reprochar y mofarse no reformara al prójimo; solo lo hará el amor, la tolerancia y buena armonía. También es necesario recordar siempre que cada uno de nosotros tenemos muchas debilidades y faltas.

Uno debe siempre refrenar su lengua. Debe hablar siempre la verdad y contenerse de diferentes observaciones y charlas vanas. El habla es un don de Dios. Jesucristo dijo: Mas Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el Día del Juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado (Mat. 12:36-37).

 

Las Nueve Bienaventuranzas

Las Bienaventuranzas, dadas por el Salvador, no transgreden en nada los mandamientos de la Ley. Por el contrario, éstas leyes se complementan mutuamente.

Los Diez Mandamientos de la Ley se limitan a prohibir lo que es pecaminoso. Las Bienaventuranzas nos enseñan cómo podemos lograr la perfección cristiana o la santidad.

Los Diez Mandamientos fueron dados en los tiempos del Antiguo Testamento para refrenar a las personas salvajes y primitivas del mal. Las Bienaventuranzas fueron dadas a los cristianos para mostrarles qué disposición espiritual deben tener para acercarse más y a Dios y adquirir la santidad, y junto con eso también la beatitud que es el grado más alto de felicidad.

La santidad que surge de la proximidad a Dios, es la bienaventuranza más alta, la más grande felicidad que cualquiera posiblemente podría desear.

La Ley del Antiguo Testamento es el código de la verdad estricta, pero la ley del Nuevo Testamento de Cristo es la ley del amor y la gracia Divinas, únicos medios por los que se otorga a las personas la fuerza para cumplir plenamente la Ley de Dios y acercarse a la perfección.

Jesucristo, al tiempo que nos llama al Reino eterno de Dios, nos muestra los caminos que conducen a él a través del cumplimiento de sus mandamientos. Él, Rey del Cielo y la tierra, promete la beatitud eterna en la vida eterna futura a aquellos que los cumplan.

Nuestro Salvador dice:

      1. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
      2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
      3. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
      4. Bienaventurados los hambrientos y sedientos de la verdad, porque ellos serán saciados.
      5. Bienaventurados los Misericordiosos, porque ellos obtendrán Misericordia.
      6. Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios.
      7. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
      8. Bienaventurados los perseguidos por causa de la verdad, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
      9. Bienaventurados sois cuando os injurian y persiguen, y dicen toda clase de mal contra vosotros por Mi causa mintiendo. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los Cielos.

En cada uno de estas enseñanzas del Señor, uno debe diferenciar el mandamiento por una lado y la bienaventuranza o promesa de la recompensa por el otro.

Para el cumplimiento de los mandamientos de las Bienaventuranzas es imprescindible relacionarse con Dios a través de la oración, interior y exterior. Uno debe esforzarse contra las inclinaciones pecaminosas a través del ayuno, la abstinencia, etc.

La Primera Bienaventuranza

1. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de Cielos.

Bienaventurados los pobres en espíritu, es decir los humildes; porque de ellos es (es decir, les será dado) el Reino de los Cielos.

Bienaventurados, es decir felices en gran medida y agradables a Dios; los pobres en espíritu, es decir los humildes, aquellos que reconocen su imperfección e indignidad ante Dios, y nunca piensan que ellos son mejores o más santos que otros.

La pobreza espiritual es la convicción de que nuestra vida entera y todas nuestros bienes espirituales y corporales (tales como la vida, la salud, la fuerza, las capacidades espirituales, el conocimiento, la riqueza y todos los bienes terrenales) todos esto es el don de nuestro Creador Dios. Sin la ayuda del Cielo, es imposible adquirir ni bienestar material ni riqueza espiritual. Todo esto es el don Divino.

La pobreza espiritual se llama humildad. La humildad es la virtud cristiana fundamental, porque es lo contrario al orgullo, y el orgullo introdujo todo el mal en el mundo. Debido al orgullo el primero entre los ángeles se volvió el Diablo; las primeras personas pecaron y sus descendientes se pelean y guerrean entre ellos. "El principio del pecado es el orgullo" (Eclesiástico 10:15).

Sin humildad es imposible la conversión a Dios, ni es posible cualquiera de las otras virtudes cristianas.

La humildad nos permite conocernos, evaluar nuestras virtudes y deficiencias correctamente. Actúa beneficiosamente para el cumplimiento de nuestras obligaciones para con nuestro prójimo, despierta y fortalece en nosotros la fe en Dios, la esperanza y el amor por Él. Atrae la Misericordia de Dios y la disposición de las personas hacia nosotros.

La Palabra de Dios dice: "El sacrificio para Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado Dios no lo despreciará" (Salmo 50:17). "Ciertamente Dios se opone a los orgullosos, pero concede gracia al humilde" (Prov. 3:34). "Aprended de Mi - instruye al Salvador - porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas" (San Mateo 11:29).

La Miseria física o la privación pueden ayudar en gran medida a adquirir humildad espiritual si esta privación se acepta con ganas y sin murmurar. Pero la "pobreza física" no siempre produce la "pobreza espiritual."

Incluso los adinerados pueden ser espiritualmente humildes si ellos entienden que la riqueza visible, material es decadente y transitoria, y que no puede reemplazar la riqueza espiritual; y si recuerdan las palabras del Señor: "Porque, ¿qué provecho sacara un hombre con ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué dará un hombre a cambio de su alma?" (San Mateo 16:26).

Pero debe distinguirse estrictamente la humildad cristiana de la humillación en interés propio, que rebaja la dignidad humana, como por ejemplo, la adulación, el halago, etc.

Es necesario también rechazar estrictamente el "amor propio noble" o "la defensa contra las afrentas al honor" que reflejan prejuicios, supersticiones perniciosas que se heredaron del paganismo romano hostil a la Cristiandad. El verdadero cristiano debe renunciar decididamente a estos prejuicios que crearon la costumbre anticristiana y vergonzosa del duelo.

Nuestro Señor Jesucristo promete el Reino de los Cielos, una vida de beatitud eterna, como recompensa a los pobres en espíritu, es decir, los humildes. La participación en el Reino de Dios para el humilde empieza aquí y ahora - por medio de la fe y esperanza en Dios; pero la recompensa definitiva y en toda su plenitud la recibirán en la vida futura.

La Segunda Bienaventuranza

2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que lloran (por sus pecados), por que ellos serán consolados. El llorar sobre el que habla la segunda bienaventuranza es en primer lugar verdadera tribulación de corazón, y lágrimas de arrepentimiento por los pecados cometidos, por nuestra culpa ante Dios Misericordioso (por ejemplo, las lágrimas del Apóstol Pedro después de su negación).

"Pues la tristeza que es según Dios, produce arrepentimiento para la salvación, Mientras que la tristeza del mundo produce la muerte," dice el Apóstol Pablo (II Corintios 7:10).

La tribulación y las lágrimas que vienen de infortunios que nos ocurren pueden ser espiritualmente beneficiosas. Por ejemplo, la muerte de uno de nuestros seres queridos puede producir lágrimas beneficiosas, si el dolor está impregnado por la fe y la esperanza, paciencia y fidelidad a la voluntad de Dios. El propio Jesucristo lloró por la muerte de Lázaro.

Aún más pueden conducir a la bienaventuranza las lágrimas y la tribulación cuando surgen de la compasión por el sufrimiento de nuestro prójimo, cuando estas lágrimas son sinceras y se acompañan por actos de amor y Misericordia cristianas.

El pesar mundano es el pesar sin la esperanza en Dios. No procede del reconocimiento de los propios pecados ante Dios, sino de la desilusión de los deseos de ambición, aspiración al poder e interés propio. Tal tristeza, caracterizada por el desaliento y desesperanza, lleva a la muerte espiritual, que a veces va acompañada de la muerte física (el suicidio). Un ejemplo de tal pesar es Judas Iscariote, quien entregó a Cristo, el Salvador.

Como recompensa a los que lloran el Señor promete que ellos serán consolados, recibirán el perdón de pecados, y a través de esto, la paz interior; recibirán alegría eterna, es decir, la beatitud eterna.

La Tercera Bienaventuranza

3. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

La mansedumbre es el amor cristiano pacífico, pleno, libre de toda la malicia. Se manifiesta en el espíritu de un hombre que nunca se enfada, y nunca se permite murmurar contra Dios o las personas.

Las personas mansas no se irritan ni irritan a otras personas. La mansedumbre cristiana se expresa principalmente en la paciente tolerancia de insultos infligida por otros y es lo contrario al enojo, la malicia, el orgullo y la venganza. Una persona mansa siempre siente lástima por la dureza de corazón de quien lo ofende. Él desea su corrección, ora a Dios por él, y entrega sus hechos al juicio de Dios recordando el mandato del Apóstol: "Si es posible, y en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis personalmente, queridos Míos, porque escrito está: A Mí me corresponde la venganza, Yo daré el pago merecido, dice el Señor" (Romanos 12:18-19).

El ejemplo más sublime de mansedumbre que nos fue dado es nuestro Señor Jesucristo, quien en la cruz oró por Sus enemigos. Él nos enseñó a no vengarnos de nuestros enemigos pero hacerles el bien. "Aprended de Mí, porque soy manso y humilde de corazón: y encontraréis descanso para vuestras almas" (San Mateo 11 :29).

La Mansedumbre conquista los corazones más duros. Puede convencernos de esto la observación de las vidas de las personas, y lo confirma la historia de las persecuciones cristianas.

Un cristiano sólo puede enfadarse consigo mismo, con su propia caída en el pecado, y con tentador - el Diablo.

El Señor promete a los mansos que ellos heredarán la tierra. Esta promesa indica que, en la vida presente, Dios por su poder conserva a las personas mansas en la tierra, a pesar de todo las intrigas de los hombres y la persecución más cruel. Y en la vida futura, ellos serán herederos de la patria celestial, la nueva tierra (II San Pedro 3:13) con sus bendiciones eternas.

La Cuarta Bienaventuranza

4. Bienaventurados los hambrientos y sedientos de la verdad, porque ellos serán saciados

Los hambrientos y sedientos de la verdad son esas personas que profundamente reconocen su pecaminosidad, es decir, su culpa ante Dios; tienen un deseo ardiente por la verdad. Ellos intentan servir a Dios con su vida según la verdad, es decir, según los mandamientos evangélicos de Cristo que requieren de los cristianos la justicia más santa en todas sus relaciones con su prójimo.

La expresión "hambrientos y sedientos" indica que nuestro anhelo por la verdad debe ser muy fuerte, tan fuerte como nuestro deseo de aplacar nuestro apetito y sed. El Rey David expresó este anhelo maravillosamente, "Como anhela la cierva al lado del torrente, así te anhela a Ti, ¡oh, Dios! el alma Mía. Mi alma tiene sed del Dios poderoso y vivo" (Salmo 4:1-2).

Dios prometió a los hambrientos y sedientos de la verdad que serán saciados. Aquí se comprende la satisfacción espiritual, que significa paz espiritual interior, una conciencia tranquila, justificación, y perdón.

Tal satisfacción en el presente, en la vida terrenal sólo ocurre en parte. Pero el Señor revela los Misterios de Su reino a los hambrientos y sedientos de la verdad más que a nadie. Sus corazones en este mundo disfrutan del conocimiento revelado en las verdades divinas del Evangelio, es decir, en las enseñanzas cristianas ortodoxas. La saciedad plena, es decir, la plena satisfacción de los anhelos santos del alma humana (y de allí, la alegría más alta y la beatitud), la recibirán en la vida futura, eterna y bienaventurada con Dios. Como dice el salmista Rey David, "Yo me saciaré cuando Tu gloria sea manifiesta a Mí" (Salmo 16:16).

La Quinta Bienaventuranza

5. Bienaventurados los Misericordiosos, porque ellos obtendrán Misericordia.

Los Misericordiosos son aquellos que tienen compasión por otros, aquellos sienten lástima con todo su corazón por los que han entrado en infortunio o infelicidad, e intentan ayudarlos con las buenas obras. Las obras de Misericordia pueden ser físicas y espirituales.

Los trabajos de Misericordia material (corporal):

Los trabajos de Misericordia espiritual:

Al Misericordioso, Dios le promete a cambio que ellos Mismos recibirán Misericordia, es decir, que en el juicio futuro de Cristo ellos recibirán una especial Misericordia de parte del Recto Juez. Ellos serán liberados del castigo eterno por sus pecados en la medida en que ellos mostraron Misericordia a otros en la tierra (San Mateo 25:31-46).

La Sexta Bienaventuranza

6. Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios

Los puros de corazón son esas personas que no sólo no pecan abiertamente, sino que tampoco ocultan pensamientos sucios, deseos y sentimientos pecaminosos en su corazón. Los corazones de tales personas están libres de ataduras e infatuación con las cosas físicas, terrenales. En general ellos están libres de pasiones pecaminosas causadas por el egocentrismo, es decir, el egoísmo y el orgullo. Las personas de corazón puro piensan incesantemente en Dios.

Para adquirir un corazón puro, es necesario observar los ayunos establecidos por la Iglesia, y cuidarse a sí Mismo por todos los medios contra la glotonería, la embriaguez, los entretenimientos, ver cosas depravadas, y la lectura de libros indecentes e impropios.

La pureza de corazón es lejos superior a la sinceridad simple. La sinceridad sólo requiere que una persona sea franca y honesta con respecto a su prójimo. Pero la pureza de corazón es la supresión completa de pensamientos depravados y el recuerdo constante de Dios y Sus santos mandamientos.

Al puro de corazón Dios le promete que verá a Dios. Aquí en la tierra ellos lo verán a través de la Misteriosa gracia de los ojos espirituales de sus corazones. Ellos pueden ver Dios en Sus manifestaciones, imágenes y semejanzas. En la vida eterna futura, ellos verán a Dios "como Él es" (1 San Juan 3:2). Y como la contemplación de Dios es la fuente de la bendición más alta, la promesa de ver a Dios es la promesa del grado más alto de beatitud.

La Séptima Bienaventuranza

7. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios

Los pacificadores son personas que tratan de vivir con todos en paz y armonía, y cuando hay enemistad entre otras personas, ellos intentan reconciliarlos, o por lo menos oran a Dios por su reconciliación.

Los pacificadores recuerdan las palabras del Salvador: "Paz os dejo, Mi paz os doy" (San Juan 14:27). "Si es posible, y en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres," dijo el apóstol Pablo (Romanos 12:18).

A los pacificadores el Señor les promete ser llamados hijos de Dios, es decir que ellos serán los más cercanos a Dios, los herederos de Dios, coherederos con Cristo. Los pacificadores, por su esfuerzo espiritual, se asemejan al Hijo Unigénito de Dios, Jesucristo, Quien vino a la tierra a reconciliar a las personas pecadoras con el recto juicio Divino y establecer paz entre las personas en lugar de la enemistad que reinaba entre ellos. Por consiguiente a los pacificadores se les promete el bendito nombre de "hijos de Dios," y con ello la inexpresable beatitud.

El apóstol Pablo dice: "Y si los hijos, también herederos, herederos de Dios, y coherederos de Cristo, puesto que padecemos con Él y así también con Él seremos glorificados. Puesto que pienso que los sufrimientos del tiempo presente no merecen compararse con la gloria venidera que en nosotros será revelada" (Romanos 8, 17-18).

La Octava Bienaventuranza

8. Bienaventurados los perseguidos por causa de la verdad, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Los perseguidos por causa de la verdad son aquellas personas realmente creyentes que aman tanto vivir en la verdad, es decir según la ley de Dios, que por el firme cumplimiento de sus obligaciones cristianas, por su vida recta y devota, sufren opresiones, persecuciones, privaciones y adversidades por parte de los impíos, enemigos de la verdad y el bien, pero aun así en nada traicionan la verdad.

La persecución es inevitable para los cristianos que viven según la verdad del Evangelio, porque las personas malas detestan la verdad, (porque la verdad expone sus malas obras), y siempre expulsan y persiguen de todas las maneras posibles a las personas que defienden la verdad. El Hijo Unigénito de Dios, Jesucristo, fue crucificado por los que odiaban la verdad de Dios y a todos Sus seguidores les predijo: "Si a Mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (San Juan 15:20). "Y todos los que quieran vivir religiosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos," dice el apóstol Pablo (II Tim. 3:12).

Para soportar la persecución pacientemente por causa de la verdad, las personas deben tener: amor por la verdad, constancia y firmeza en las virtudes, valor y paciencia, fe y esperanza en la ayuda y protección de Dios.

A aquéllos perseguidos por causa de la verdad, por su esfuerzo de confesión, el Señor les promete el Reino de los Cielos, es decir, el triunfo espiritual, la alegría y beatitud en las moradas celestiales de la vida eterna futura (ver San Lucas 22:28-30).

La Novena Bienaventuranza

9. Bienaventurados sois cuando os injurian y persiguen, y dicen toda clase de mal contra vosotros por Mi causa mintiendo. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los Cielos.

En el último, el noveno mandamiento, nuestro Señor Jesucristo llama bienaventurados sobre todo a aquéllos que por causa de Cristo y por la verdadera fe Ortodoxa en Él, pacientemente soportan desgracias, persecuciones, malicia, difamación, burlas, privación y la misma muerte.

Semejante esfuerzo espiritual se llama martirio. No hay ningún esfuerzo espiritual más alto que el martirio.

Debe distinguirse estrictamente el valor de mártires cristianos del fanatismo que es el celo irracional. También debe distinguirse el valor cristiano de la insensibilidad producida por la desesperanza y de la indiferencia fingida con los que algunos delincuentes debido a su dureza incorregible y orgullo, escuchan la condena y van a la ejecución.

El valor cristiano se basa en las más altas virtudes cristianas, en la fe en Dios, en la esperanza en Dios, en el amor a Dios y al prójimo, en la obediencia completa y fe inquebrantable en el Señor Dios.

Ejemplos supremos de martirio son el Mismo Señor Jesucristo, también los Apóstoles y la innumerable cantidad de cristianos que con alegría iban al martirio por el nombre de Cristo.

"Así pues, también nosotros, rodeados de tan gran nube de testigos, despojémonos de todo lo que no sirve de peso, incluso del pecado que nos acosa, y corramos con constancia la carrera que se nos presenta, fija nuestra Mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús, el cual, frente al gozo que se le presentaba soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios. Fijaos bien en Él, que soportó tamaña ofensa contra sí Mismo por parte de los pecadores, para que no os canséis ni perdáis ánimos," dice el Apóstol (Hebreos12:1-3).

Por el esfuerzo espiritual del martirio, el Señor promete una gran recompensa en los Cielos, es decir, el más alto grado de bienaventuranza en la vida eterna futura. Pero aquí en la tierra el Señor glorifica a muchos mártires por su confesión firme de fe con la incorrupción de sus cuerpos y milagros.

"Bienaventurados vosotros si sois ultrajados por el nombre de Cristo, porque el espíritu de la gloria, espíritu de Dios, descansa sobre vosotros. Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por criminal o por ladrón o por malhechor o por entrometido. Pero, si es por cristiano, no se avergüence, sino dé gloria a Dios por este nombre" (I Pedro 4:14-16).

Innumerables mártires cristianos se regocijaban, como lo testimonian los relatos de las vidas de los Santos que se conservaron.

Nota: En las cortes romanas, escribas especiales debían llevar protocolos (archivos oficiales) de los procedimientos judiciales y las decisiones legales. Tales protocolos de las interrogaciones que se llevaban a cabo en las cortes romanas durante los procesos legal contra los mártires cristianos, fueron cuidadosamente recolectados por la Iglesia después del periodo de persecuciones. Los protocolos vinieron a ser descripciones fidedignas de los martirios de los cristianos.

Discusión sobre el significado del Mal

El concepto del mal en el mundo a grabado una carga de duda en los corazones de muchas personas creyentes. Parece inconcebible que Dios permita el mal. De hecho, Dios en Su Omnipotencia podría fácilmente eliminar el mal. ¿Cómo puede un Dios Misericordioso permitir que la mala obra de un simple culpable condenar a miles, a veces millones, o incluso a la Mitad de la humanidad a la pobreza, pena o desastre? ¿Cuál es entonces el significado del mal? Con Dios nada es sin razón. Para contestar a esta pregunta, es necesario rememorar que es el mal.

Nosotros no llamamos maldad al sufrimiento, necesidad y privación, sino al pecado y la moral culposa. Dios no desea el mal. Dios Todo-Misericordioso no puede aprobar el mal. Mas que eso, Dios prohibe el mal. Dios castiga el mal. El mal o el pecado esta en contradicción de la voluntad de Dios.

El pecado, como sabemos, comenzó cuando el ángel mas alto, creado por Dios, insolentemente rechazo la obediencia a la bendita voluntad de Dios y se convirtió en el diablo. El mal es causado por el diablo. Él inspira o influye la ocurrencia del pecado en el hombre.

No es el cuerpo la fuente del pecado como muchos creen. El cuerpo se vuelve el instrumento del pecado o del bien no por sí mismo sino por la voluntad de una persona. La verdadera fe en Cristo dilucida las siguientes dos causas en el mundo:

La primera causa reside en la libre voluntad del hombre. La misma es la marca de nuestra semejanza a Dios. Este don de Dios eleva a la humanidad hacia la mas alta de las criaturas terrestres. Eligiendo libremente el bien y rechazando el mal el hombre exalta a Dios, Lo glorifica y se perfecciona a sí mismo.

En el libro de la Sabiduría de Sirac esta dicho. Él en el principio hizo al hombre y lo dejo en la mano de su propia libre voluntad.

Conclusion

Nuestras vidas siempre deben estar guiadas por el conocimiento que adquirimos de la verdadera fe y piedad cristiana. Para hacer uso de nuestra piedad y conocimiento de la fe, es necesario para cada cristiano tener la virtud de discernimiento, y buen sentido cristiano. El Apóstol Pedro dirigiéndose a los cristianos dijo: "Poniendo toda diligencia, añadid a vuestra fe virtud; y a la virtud conocimiento" (II Pedro 1:5). Porque lo que sea hecho sin discernimiento puede tornarse imprudente. Incluso el bien puede traer dolor en vez de beneficio.

Las enseñanzas de la Iglesia Ortodoxa que hemos aprendido concerniente a la fe y a la vida cristiana deben estar manifiestas en los hechos, y no hipócritamente, sino sinceramente cumpliendo todo lo que sabemos de esta enseñanza. "Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis" (Juan 13:17).

Si nos damos cuenta de que pecamos, de que no cumplimos las enseñanzas como debiéramos, entonces debemos forzarnos rápidamente al mas sincero arrepentimiento. Nosotros tenemos que resolver firmemente evadir el pecado de ahora en adelante.

Cuando nos parece que estamos haciendo bien en cumplir un mandamiento u otro, nunca debemos volvernos complacientes u orgullosos por esto. Con la más profunda humildad y agradecimiento debemos conocer que nosotros hemos apenas cumplido con nuestra obligación. Como Cristo el Salvador dijo: Cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. (Lucas 17:10).

La ciencia y la Fe en Dios

La ciencia reconoció hace tiempo que el dominio de análisis casi no es de ninguna manera comparable al dominio de lo inalcanzable. Más de eso, cuanto más esa ciencia descubre por el análisis científico, más anchos son los campos que deben ser investigados todavía. "Cada nuevo descubrimiento extiende el reino de lo desconocido por proporciones aritméticas" (A. C. Morrison). La Ciencia nunca completará su trabajo como el mundo está.

Los portavoces del análisis científico reconocen que su conocimiento del mundo debe ser complementado por otra fuente. Esa fuente es la religión.

Un gran científico de nuestro tiempo, Max Planck que le fue otorgado el Premio Nobel de física en 1918 dice, "la Religión y la ciencia no son mutuamente exclusivas como se creyó y se ha temido por muchos de nuestros contemporáneos antes; al contrario, ellas están en acuerdo completo y se complementan una a la otra."

El Prof. M.M. Novikov, Rector de la Universidad de Moscú que le fue otorgado el diploma doctoral de oro en 1965 por la Universidad de Heidelberg y quién en 1957 fue Miembro activo de la Academia de Nueva York de Ciencia, en su artículo "El Camino de un Naturalista a la Religión," escribe, "Uno de los hechos más llamativos en la historia de la ciencia es que la física, la base rigurosa de la ciencia natural, se volvió el modo de lo ideal. Llevó a la conclusión de que la aparición física fue determinada por la fuerza divina espiritual. Esta visión también fue expresada por tres estudiosos prominentes.

"La teoría de relatividad de Alberto Einstein es bien conocida en general en los círculos sociales. Pero no todos son conscientes que llevó al científico a la formulación de 'la religión Cósmica ' Esta religión, como toda otra religión, reconoce la existencia del Espíritu supremo, el creador de armonía terrenal.

"La teoría quantum de Max Planck tenía gran importancia por el desarrollo de la ciencia natural. En una ocasión que nos interesa, este autor escribe, 'El único dato primario para el científico natural es reunido por la percepción sensual y las conclusiones son arrastradas de su medida.'

Desde aquí, guiado por el método de razonamiento inductivo, él intenta acercarse lo más posible a Dios y Su orden natural como la más alta pero la meta por siempre inalcanzable. Sigue que si la religión y la ciencia natural requieren la fe en Dios para su validez, entonces para la primera (la religión) Dios está al principio, y para la segunda (la ciencia), a la conclusión de toda la actividad intelectual. Para la religión, Dios proporciona la fundación; para la ciencia, Él es la corona de cualquier elaboración en la perspectiva del mundo. El hombre depende de la ciencia natural para el conocimiento, pero en la religión, para la conducta civilizada. Pero la base de nuestro conocimiento es nada más que nuestra percepción sensual del sólido, la partícula primaria.

"La asunción de la existencia de algún orden mundial regular es el requisito previo a la formulación de las hipótesis científicas fructíferas. Pero la formulación de las hipótesis científicas no es un método conveniente para dirigir nuestra conducta. Porque, con el despliegue de nuestra voluntad, nosotros no podemos esperar en el tiempo cuando todo nuestro conocimiento se encuentre perfecto, y adquiramos la omnisciencia. De hecho, la vida frecuentemente nos exige que tomemos decisiones rápidas."

Después Planck muestra que si nosotros atribuimos a Dios la bondad y amor además de la omnipotencia y omnisciencia, entonces la proximidad a Él proporciona al hombre que busca el consuelo en la sensación de felicidad en alta medida. "Contra esta presentación, desde el punto de vista de la ciencia natural, es imposible adelantar la más ligera objeción."

Una gran sensación causó el trabajo de Augusto Heisenberg, el ganador del Premio Nobel en 1932. Él formuló el principio de indeterminación (el principio de incertidumbre) que plantea que es imposible determinar la existencia de partículas elementales excepto dentro de ciertos límites - partículas elementales que son las unidades indivisibles más pequeñas de la materia. Además, es imposible saber simultáneamente la posición exacta de la partícula y la velocidad de su movimiento. Nosotros mantenemos que los electrones existen, pero somos incapaces de distinguirlos, unos de otros. Así nuestro entendiendo previo de materia se vuelve superfluo. El mundo, según Heisenberg, consiste en algo, cuya esencia es desconocida. Que "algo" aparece en forma de partícula, luego en forma de una ola. Si uno busca un nombre, entonces que "algo" debe designarse por la palabra energía, y eso en comillas. Así, las leyes llamadas de ciencia natural no son precisamente regulares, pero son estáticas en el carácter (Es decir, la actividad de energía que desafía el cálculo).

A esta consideración es apropiado agregar que la comprensión de un "algo" indeterminado también es aplicable a los fenómenos vitales.

Pero en este caso toma un carácter completamente diferente. Ecuaciones matemáticas que describen los procesos físicos elementales no son aplicables a los procesos de vida. Como Drish afirmó, la vida está compuesta de un campo autónomo, automático.

El profesor nombrado I. A. Ilyin dice, "En el estado presente de conocimiento se entiende eminentemente bien que la imagen 'científica' del mundo está cambiando todo el tiempo. Todo está volviéndose más complicado, ahondado, absorbido en detalle, y nunca apareciendo como la parte de un todo pleno, claro... En el estado presente de conocimiento se sabe que la ciencia nunca estará en condición de explicar su último requisito previo o definir su comprensión fundamental. Por ejemplo, un científico nunca podrá establecer exactamente que es un 'átomo', o un 'electrón' una 'vitamina' la 'energía' o 'la función psicológica'. Él sabe que todas sus 'definiciones', 'explicaciones' y 'teorías' sólo son vagos intentos para aproximar los Misterios vívidos del mundo material y espiritual. Acerca de la productividad de la ciencia no puede haber ninguna disputa; toda la tecnología contemporánea y la medicina testifican esto. Pero lo que parece ser la verdad teórica de estas demostraciones, la ciencia nada en un problemático, conjetural mar de Misterio."

Uno de los estudiosos americanos más nombrados, presidente de la Academia de Ciencia de Nueva York, A. Cressy Morrison, defiende la existencia de Dios en su brillante "Siete Razones por las cuales yo Creo en Dios."

"Nosotros todavía estamos sólo en el alba del conocimiento científico," dice Morrison. "Cuanto más cercano venimos al alba, más brillantemente brilla nuestra mañana, más claramente la creación del Creador omnisciente es iluminada ante nosotros. Ahora en espíritu de humildad científica, en espíritu de fe basado en el conocimiento, nosotros todos estamos más confirmados en nuestra convicción de la existencia de Dios."

"Yo numero personalmente siete circunstancias que determinan Mi creencia en Dios. Ellas son:

"Primero: las leyes matemáticas completamente distintas demuestran la universalidad de la creación por una Inteligencia Suprema.

"Suponga usted que toma diez peniques y los marca del uno al diez. Póngalos en una bolsa y déles un buen sacudón. Ahora intente sacarlos fuera en sucesión del uno al diez volviendo a poner cada moneda en su saco después de cada saque. Su oportunidad de sacar el uno es una en diez. Su oportunidad de sacar uno y dos en sucesión sería una en cien. La de sacar uno, dos y tres en sucesión sería uno en mil. La de sacar del uno al diez en sucesión alcanzaría la figura increíble de una oportunidad en diez mil millones.

"Por estos mismos argumentos matemáticos ellos dicen que para el origen y desarrollo de la vida en la tierra, semejante número increíble de interrelaciones y eventos interdependientes hubieran sido requerido sin dirección inteligente, absolutamente por casualidad, no podría haber surgido de ningún modo. La velocidad de la rotación de la tierra es de Mil Millas por hora. Si la tierra rodara con la velocidad de cien Millas por hora, entonces nuestros días y noches serían diez veces más largos que ahora. El sol caliente de verano quemaría entonces a nuestra vegetación cada día largo, y cada brote helaría por semejante noche.

"El sol tiene una temperatura de superficie de 12,000 grados Fahrenheit, y nuestra tierra está lo bastante lejos para que este 'fuego eterno' nos caliente lo suficiente y no demasiado. Si la temperatura en la tierra hubiera cambiado tanto como cincuenta grados en el promedio de un solo año, toda la vegetación estaría muerta y el hombre, asado o helado.

"La tierra se inclina en un ángulo de veintitrés grados. Esto nos da nuestras estaciones del año. Si no hubiera sido inclinada, el vapor de agua del océano movería norte y sur, amontonando continentes de hielo. Si la luna, en lugar de estar a su distancia presente, sólo estuviera alejada de nosotros por 50,000 millas, nuestras pleamar y bajamar serían tan enormes que dos veces por día todas las tierras bajas de todos los continentes serían sumergidas por un volumen de agua tan enorme que incluso las montañas se erosionarían pronto. Si la corteza de la tierra hubiera sido diez pies más espesa, no habría oxígeno y toda la vida se condenaría a la destrucción. Si los océanos fueran comparativamente más profundos, el dióxido del carbono absorbería todo el oxígeno, y toda la vida perecería de nuevo. Si la atmósfera que envuelve nuestra esfera terrenal fuera un poco más fina, algunos de los meteoros que se queman ahora en la atmósfera exterior todos los días golpearían todas las partes de la tierra, y prenderían fuego a cada objeto inflamable.

"Éstos y otros ejemplos innumerables atestan el hecho que para que la vida pudiera surgir espontáneamente en la tierra no hubo una oportunidad en una multitud entera de millones."

"Segundo: La riqueza de material de la fuente de la cual la vida toma la fuerza para el cumplimiento de su misión, en sí Mismo testifica a la presencia de una Inteligencia autosuficiente y omnipotente."

"Qué es la vida, ningún hombre ha sondado todavía. No tiene peso o dimensiones. La vida tiene fuerza. Un grano germinando puede demoler una piedra. La vida conquista el agua, la tierra seca y el aire, posee sus elementos, empollándolos juntos, disolviéndolos, transformando sus combinaciones."

"La vida es un escultor y forma todas cosas vivientes, un artista que diseña la hoja de cada árbol, que colorea las flores. La vida es un músico y ha enseñado a cada pájaro a cantar sus canciones de amor, a los insectos llamarse con la música de sus sonidos innumerables. La vida es un químico que da el sabor a nuestras frutas y perfuma a la rosa. La química de la vida cambia el agua y el ácido carbónico en madera y azúcar pero al hacerlo, suelta oxígeno para que los animales puedan tener la respiración de vida."

"Aquí ante nosotros hay una gota de protoplasma, casi invisible, transparente, como jalea, capaz de movimiento, tomando energía del sol. Esta sola célula, esta transparencia, como la gota de llovizna, sostiene dentro de sí Misma el germen de toda la vida, y tiene el poder para distribuir esta vida a cada cosa viviente, grande y pequeña. Los poderes de esta gota de protoplasma son mayores que los poderes de nuestra existencia, mayor que todos los animales o las personas, ya que toda la vida vino de ella y sin ella ninguna cosa viviente habría estado o podría ser. No es la naturaleza la que creó la vida. Piedras hendidas por el fuego y mares de agua fresca no habrían sido suficientes para reunir los requisitos para el origen de la vida.

¿Quién pone la vida en la mancha de protoplasma?"

"Tercero: La inteligencia de los animales es la evidencia indiscutible de la sabiduría del Creador, que instiló los instintos en Sus criaturas, sin las cuales ellos estarían completamente desvalidos.

"El salmón joven gasta años en al mar, después vuelve a su río nativo y viaja al río a los flujos del afluente en que nació. ¿Qué los hace volver con tal precisión? Si un salmón remontando un río es transferido a otro afluente, comprenderá en seguida que no está en el afluente correcto y luchará en su camino abajo hacia la corriente principal y entonces se vuelve contra la corriente para terminar su destino."

"Otro gran Misterio está oculto en la conducta de la anguila. Estas criaturas asombrosas emigran en la madurez para todas partes de todos los estanques y ríos - aquellos de Europa por los miles de millas de océano - a las profundidades del océano sur de Bermudas. Allí engendran y mueren. Los pequeños, sin medios aparentes de saber algo para prevenir de ser perdidos en las profundidades del océano, van por el camino de sus padres, a los Mismos arroyos, estanques y mares de los cuales ellos empezaron su jornada a las islas de la Bermudas. Ninguna anguila americana se ha cogido alguna vez en las aguas europeas, y ninguna anguila europea se ha cogido alguna vez en las aguas americanas. La naturaleza también ha retardado la madurez de la anguila europea por un año o más para lograr su jornada aun mayor. ¿Cuál es la fuente de este sentido de dirección y poder de voluntad?"

"Una avispa, habiendo superado a un saltamontes, lo pica exactamente en el lugar correcto. De este soplo el saltamontes 'muere'. Pierde la conciencia pero continúa viviendo, como una forma de carne en conserva. Después de esto, la avispa pone sus huevos exactamente en el lugar correcto para que cuando salen del cascarón, sus niños puedan comer sin matar al insecto en el que ellos se alimentaban. La carne muerta sería veneno para ellos. Habiendo completado su trabajo, la madre de la avispa vuela lejos y muere. Ella nunca ve a sus jóvenes. No esta en duda que la avispa deba de haber hecho todo bien la primera vez y cada vez, sino por otra parte no habría ninguna avispa. Este conocimiento Misterioso no puede explicarse en el hecho de que las avispas se enseñan entre sí. Se deposita en su carne y en su sangre."

"Cuarto: Funciones del hombre con más que el instinto animal. Él tiene la razón. Nunca ha habido un animal con capacidad de contar hasta diez. No puede comprender el significado de diez números.

El instinto es como una sola nota en una flauta, bonito pero limitado; considerando que el cerebro humano contiene todas las notas de todos los instrumentos en la orquesta.

Merece la pena mencionar un punto: gracias a nuestra inteligencia, podemos entender lo que somos, tenemos el conocimiento de nosotros Mismos, y esta capacidad sólo se proporciona por la chispa de Inteligencia Universal implantada en nosotros."

"Quinto: El milagro de los genes - la existencia de lo cual era desconocido a Darwin - testifica el hecho de que para toda la vida hubo manifiesto cuidado.

"Los genes son tan infinitesimales que si todos ellos, responsables por todos los seres humanos de la tierra, pudiesen coleccionarse y ponerse en un lugar hoy, encajarían en un dedal. ¡Y el dedal todavía no estaría lleno! Estos genes ultramicroscópicos son las llaves absolutas a todo las características humanas, animales y vegetales. Un dedal es un lugar pequeño para poner todas las características individuales de cuatro mil millones seres humanos. Sin embargo, los hechos están más allá de la pregunta. ¿Si esto es así, sigue el gen contiendo en sí mismo la llave a la psicología de cada ser por separado, conteniendo todos esto en semejante espacio diminuto?

"¡Aquí está el principio de la evolución! Empieza en la célula, la entidad que sostiene y lleva los genes. El hecho que unos millones de átomos contenidos en los genes ultramicroscópicos pueda ser la llave absoluta de la vida gobernante en la tierra, es evidencia que demuestra que alguien tuvo de ante mano el cuidado manifiesto para toda la vida, y que esta providencia procede de una Inteligencia Creativa. Ninguna otra hipótesis en este caso puede ayudar a resolver este enigma de existencia.

"Sexto: Que extraño es el sistema de control y equilibrios en la naturaleza. Nosotros nos compelemos para reconocer que sólo la inteligencia más perfecta puede distinguir todas las correlaciones que surgen de semejante sistema complicado de control y balances.

"Hace muchos años en Australia, se plantaron varias especies de cactus para el uso como seto vivo. El cactus no tenía ningún insecto enemigo en Australia y pronto empezó un crecimiento prodigioso. Las personas empezaron a buscar los medios para luchar contra él. La marcha del cactus persistió hasta que cubrió un área tan grande como Inglaterra, atestando a los habitantes fuera de los pueblos y villas y destruyendo sus granjas, haciendo imposible el cultivo. Ningún dispositivo descubierto por las personas podía detener a su cobertor. Los entomólogos buscaron rápidamente en el mundo y finalmente encontraron un insecto que se mantenía exclusivamente en el cactus, no comía nada más, engendraba libremente, y qué no tenía ningún enemigo en Australia. En cuanto este insecto conquistó el cactus, la peste del cactus se retiró, y con él todo menos un residuo proteccionista de los insectos, lo suficiente para sostener el cactus para siempre bajo control.

Se han proporcionado los controles y equilibrios, y ha sido persistentemente eficaz. ¿Por qué de hecho los insectos que se multiplicaron tan increíblemente rápido no tomaron toda la vida? Porque los insectos no tienen un pulmón como el hombre posee, sino que respiran a través de tubos. Cuando los insectos crecen grandes, los tubos no pueden crecer en la proporción al tamaño creciente del cuerpo del insecto. Debido al mecanismo de su estructura y su método de respirar, no podría haber nunca un insecto de gran tamaño. Si este control físico no hubiera sido proporcionado, el hombre no podría existir. Imagine un abejorro tan grande como un león.

"Séptimo: El hecho que el hombre es capaz de asir la idea de la existencia de Dios, está en sí mismo la evidencia suficiente.

La concepción de Dios surge de esa capacidad misteriosa de la humanidad que nosotros llamamos imaginación. Sólo debido a este poder y sólo por medio de su ayuda, el hombre, y ninguna otra criatura viviente en la tierra, puede encontrar la confirmación a través de las cosas abstractas. La extensión de conocimiento que se abre por esta capacidad es absolutamente inmensa.

De hecho, gracias a precisamente la imaginación del hombre, surge la posibilidad de la realidad espiritual. El hombre puede definir, con el propósito obvio, la gran verdad de que el Cielo existe por todas partes y en todo, la verdad de que Dios vive por todas partes y en todos, y que Él vive en nuestros corazones.

"Así, tanto de la ciencia como de la imaginación, nosotros encontramos la confirmación de las palabras del salmista. Los cielos declaran la gloria de Dios; y el firmamento muestra la obra de sus manos (Salmos 19:1)."

El cirujano famoso y profesor en las universidades de Colonia, Bonn y Berlín, Augusto Bier (1861-1949) dice, "Si alguna vez pasara que la ciencia y la religión entren en discordancia, se restauraría la armonía a través del descubrimiento de datos básicos más precisos."

Nosotros concluiremos nuestra discusión regresando a las palabras del estudioso, A.C. Morrison, "el Hombre reconoce la necesidad de los principios morales; en ellos existe el sentimiento de deuda, y de esto, nace la fe en Dios. La riqueza de experiencia religiosa encuentra el alma del hombre y lo alza, paso a paso, hasta que él siente la presencia Divina. El lamento instintivo del hombre, 'Dios Mío' es natural, y la oración más cruda lo alza a uno más cerca de su Creador.

"El respeto, sacrificio, fuerza de carácter, las fundaciones morales, la ingeniosidad no nace del negativismo o ateísmo, el asombroso engaño de sí Mismo que reemplaza Dios con el hombre. Sin la fe, la cultura desaparece, el orden se vuelve desorden, y el mal prevalece.

"Sostengamos rápidamente nuestra creencia en el Creador, en el amor Divino y en la hermandad del hombre, alzándonos más cerca de Él haciendo Su voluntad cuando la conocemos y creyendo firmemente que nosotros somos, como Su creación, dignos de Su cuidado."

A las palabras de A. Cressy Morrison nosotros agregamos las palabras del psiquiatra y teólogo Ortodoxo I. M. Andreev, "el verdadero conocimiento es incompatible con el orgullo. La humildad es una condición necesaria para la capacidad de asir la Verdad. Sólo los estudiosos humildes, así como los pensadores religiosos humildes, teniendo presente las palabras del Salvador, Sin Mi vosotros no podéis hacer nada, y Yo soy el camino, la verdad, y la vida (Juan 15:5; 14:6), pueden viajar por el camino correcto, por el método correcto, hacia la comprensión de la Verdad. Porque Dios resiste al orgulloso, mas les da gracia al humilde (Santiago 4:6).

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Folleto Misionero # SZ06

Copyright © 2001 Holy Trinity Orthodox Mission

466 Foothill Blvd, Box 397, La Canada, Ca 91011

Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(ley_Dios_slobodskoy_3.doc, 03-29-2001).

 

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