La Ley de Dios

Parte 4

Los servicios divinos de la Iglesia Ortodoxa

Archpreste Serafin Slobokskoy

Traducido por Sacerdote Alejandro Iwaszewicz

 


Los servicios divinos de la Iglesia Ortodoxa

El concepto de servir a Dios, los Servicios Divinos. La construcción de la iglesia y su plan. El clero y sus vestimentas sagradas. Orden de los Servicios Divinos. Ciclo Diario de los Servicios Divinos. Ciclo Semanal de los Servicios Divinos. Ciclo Anual de los Servicios Divinos. Libros de oficios religiosos. Letanías. Reflexiones sobre los Servicios Mayores.

La Divina Liturgia.

La Liturgia de San Basilio el Grande. La Liturgia de los Dones Presantificados. Bautismo y Crismación. La confesión y Comunión. La Ordenación. Matrimonio. Unción del enfermo. Moleben. El entierro de los muertos.

Detalles de los servicios del Ciclo Anual.

Gran Cuaresma. Los domingos de Gran Cuaresma. Semana Santa (de Pasión). ¡Cristo Resucito! La Fiesta de Pascua. La Radiante Resurrección de Cristo. La fiesta de Pentecostés. La fiesta de la Exaltación de la Cruz. La fiesta de la Transfiguración. La fiesta del Nacimiento de Cristo. La fiesta del Bautismo del Señor. Monasticismo y monasterios. En peregrinaje. La locura por causa de Cristo. Las campanas y los Repiques ortodoxos rusos. El uso de las campanas y su significado. Epílogo.


 

El concepto de servir a Dios, los Servicios Divinos.

La adoración a Dios o complacencia de Dios con buenos pensamientos, palabras y hechos, por ejemplo el cumplimiento de la voluntad de Dios, es llamada en general "Servicio Divino." El Servicio Divino se inició en la época de la creación del primer hombre - en el Paraíso. Este servicio Divino consistía en la libre glorificación de Dios, Su sabiduría, bondad, omnipotencia, y las otras perfecciones divinas que están reveladas en la creación del mundo y en Su providencia concerniente a él.

Después de la caída en el pecado el género humano tenía una obligación aún mayor de rezar a Dios, rogándole por la salvación. En adición a la oración al Señor como servicio divino, los humanos establecieron la práctica de la oblación. Sacrificio representa la idea de que todo lo que tenemos no es nuestro, sino de Dios. La combinación de la oración con la oblación sirve para recordar a la humanidad que Dios recibe sus oraciones por el sacrificio, que posteriormente fue ofrecido para toda la humanidad por el Salvador del mundo, al venir a la tierra el Hijo de Dios..

Al principio el Servicio Divino se realizaba libremente en espacios abiertos. No había ni templos sagrados ni sacerdotes. La gente ofrecía sacrificios a Dios donde querían, y rezaban con las palabras que les indicaba sus propios sentimientos y actitud.

Por mandato de Dios, en la época del profeta Moisés, fue construido el Tabernáculo (el primer Templo del Antiguo Testamento dedicado al Unico, Verdadero Dios), fueron consagrados sacerdotes (el sumo-sacerdote, los sacerdotes y los Levitas). Fueron instituidos Sacrificios determinados para distintas situaciones y se ordenaron las fiestas como Pascua, Pentecostés, Año Nuevo y el Día de la Purificación.

Cuando el Señor Jesucristo vino a la tierra, nos enseñó a adorar al Padre Celestial en cualquier lugar. Sin embargo iba muy seguido al Templo del Antiguo Testamento en Jerusalén, como un lugar especial pleno de la presencia de Dios. Se preocupaba por su orden y predicaba en él. De la Misma forma actuaron Sus santos Apóstoles, hasta el tiempo de la persecución abierta, que fueron instigadas contra los cristianos por parte de los judíos.

En la época de los Apóstoles, como lo describe los Hechos de los Apóstoles, había lugares especiales para reunirse los fieles y para la realización del Misterio de la Comunión. Estos lugares fueron llamados iglesias, y allí los servicios divinos eran celebrados por los obispos, presbíteros (sacerdotes) y diáconos ordenados para este deber por medio de la imposición de las manos en el Misterio de la Ordenación.

El orden del Servicio Divino Cristiano fue establecido por los sucesores de los Apóstoles bajo la guía del Espíritu Santo y siguiendo los preceptos apostólicos dados a ellos: "háganse todas las cosas decorosamente y en orden" (1 Cor. 14:40). Este orden establecido para el Servicio Divino se conserva estrictamente en nuestra Santa Iglesia Ortodoxa de Cristo.

Los Servicios Divinos Eclesiásticos Ortodoxos significan el oficio o servicio a Dios, compuestos de lecturas y canto de oraciones, lectura de la Palabra de Dios y la ejecución del ritual sagrado, realizados de acuerdo a un orden definitivo, conducido por el clero (un obispo o sacerdote).

El Servicio Divino Eclesiástico se diferencia de la oración privada en que es realizado por el clero, legítimamente ordenado para este servicio a través del Misterio de la Ordenación, y se realiza preferentemente en la iglesia.

La adoración pública ortodoxa tiene como meta la edificación de los fieles estableciendo la Verdadera doctrinas de Cristo con las lecturas y los cánticos y predisponerlos a la oración y al arrepentimiento. Los servicios representan los hechos más importantes de la historia sacra ocurridos para nuestra salvación, antes del Nacimiento de Cristo y después. Ellos inspiran a los fieles a dar las gracias a Dios por todos los beneficios recibidos de Él, intensifican las súplicas por futuras bondades de Él hacia nosotros y nos ayudan a recibir paz en nuestras almas.

Lo más importante es que a través del Servicio Divino los cristianos ortodoxos ingresan en una misteriosa unión con Dios, a través de los Misterios celebrados en la adoración divina, especialmente el Sacramento de la Santa Comunión, y así reciben de Dios los poderes de la Gracia Divina para vivir una vida recta.

La construcción de la iglesia y su plan

En el Antiguo Testamento el Mismo Señor le dio al género humano instrucciones a través del profeta Moisés de cómo el Templo debía ser levantado para la adoración divina. Las iglesias del Nuevo Testamento han sido construidas sobre la base del Templo del Antiguo Testamento.

Así como el Templo del Antiguo Testamento (inicialmente una tienda) estaba separado en tres porciones, el Santo de los Santos, el Santuario y la Corte, también una iglesia Ortodoxa se distingue por tres secciones: el Altar (o Santuario), la Nave (Porción Media) y el Narthex (Vestíbulo).

Tal como entonces el Santo de los Santos, así ahora el Altar representa el Reino de los Cielos. Nadie podía entrar al mismo sino el Sumo Sacerdote una vez al año, y con la sangre de un sacrificio de purificación. El Reino de los Cielos, luego de la caída del hombre en el pecado, fue cerrado para nosotros. El Sumo Sacerdote era un prototipo de Cristo, y su acción le decía a la gente que en un tiempo vendría cuando Cristo, a través del derramamiento de Su sangre y sufrimiento en la Cruz y Resurrección, abriría el Reino de los Cielos a todos. Por tanto el velo del templo que cerraba el Santo de los Santos fue rasgado en dos, y desde ese momento Cristo abrió las puertas del Reino Celestial a todos aquellos que con fe vinieran a Él.

El Santuario del Templo del Antiguo Testamento corresponde en nuestras iglesias Ortodoxas a la Nave o la parte media del edificio. Nadie tenía el derecho de entrar al Santuario excepto el sacerdote, pero todos los fieles cristianos pueden estar dentro de nuestras iglesias porque el Reino de Dios no está cerrado a nadie.

Las Cortes del Antiguo Testamento en la cual toda la gente podía encontrarse tiene su contraparte en el Narthex, el cual ahora no tiene significado esencial. Antiguamente, los Catecúmenos que se estaban preparando para ser cristianos, pero aún no estaban listos para recibir el Misterio del Bautismo, se paraban allí. Hoy aquellos que han pecado gravemente o aquellos que han apostatado de la Iglesia son mandados temporalmente a pararse en el Narthex para corrección.

Una Iglesia Ortodoxa es construida con el Altar en el lado este, directamente hacia el lado por donde sale el sol. El Señor Jesucristo es para nosotros el "Alba" ya que de Él ha amanecido sobre nosotros la eterna Luz Divina. En las oraciones de la Iglesia llamamos a Jesucristo "el Sol de Rectitud" y "Alba desde las alturas."

Cada iglesia consagrada a Dios lleva el nombre de uno u otro evento sagrado o Santo, en memoria de esa ocasión o persona. Ejemplos incluyen iglesias dedicadas a la Trinidad, la Transfiguración, la Ascensión, la Anunciación, la Protección de la Madre de Dios, el Arcángel Miguel, San Nicolás, etc. Si hay varios altares en la iglesia entonces cada uno está dedicado a la memoria de un evento o santo diferente. Todos los lateares, salvo el principal, son llamados altares menores.

Una iglesia en su apariencia externa es distinguida de otros edificios. La mayoría es diseñada en forma de Cruz para significar que es un lugar sagrado a Él Quien fue crucificado por nosotros y que la Cruz del Señor Jesucristo nos salvó de la tiranía del diablo. Una iglesia puede ser edificada en forma de un barco alongado para simbolizar la imagen del arca de Noé que nos trae a través del mar de la vida al puerto sereno del Reino de los Cielos. A veces una iglesia es construida en forma de círculo para recordarnos que la Iglesia de Cristo es eterna, sin principio ni final. Puede ser incluso edificada con forma de octágono, como una estrella, sugiriendo que la Iglesia es una estrella guía que brilla en este mundo.

Un edificio de iglesia es usualmente cubierto por una cúpula que es una imagen del Cielo. La cúpula llega a un punto superior que es una cruz, hacia la gloria de la cabeza de la Iglesia, Jesucristo. A menudo una iglesia es cubierta por varias cúpulas. Dos cúpulas significan las dos naturalezas de Jesucristo, la humana y divina. Tres, las tres Personas de la Santísima Trinidad; cinco, Jesucristo y los cuatro Evangelistas; siete, los siete Misterios y los siete Concilios Ecuménicos; nueve, los rangos angelicales; trece, Jesucristo y los doce Apóstoles; y a veces hay más cúpulas.

Sobre la entrada del edificio, o a veces a un lado, se construye un campanario para sostener las campanas. Los patrones de sonidos de las campanas son usados para llamar a los fieles a rezar, a los servicios divinos, y también para marcar los momentos más importantes de los servicios que están llevándose a cabo en la iglesia. El sonar de una campana es llamado una "anunciación," eso es, el anuncio de las buenas, alegres noticias de un servicio divino; el sonido de todas las campanas para expresar regocijo Cristiano en la ocasión de una fiesta solemne es llamado "campaneo festivo." El tañido de campanas en una ocasión grave es llamado "doble o tañido fúnebre." El sonido de las campanas nos recuerda del alto mundo celestial.

La parte más importante de la iglesia es el Altar o Santuario. El Santuario es el lugar más sagrado en toda la iglesia y es donde esta localizada la Mesa de Altar o "Trono" sobre el cual el Misterio de la Santa Comunión es servido por el sacerdote. El Santuario es construido sobre una porción elevada que usualmente es mas alta que las otras porciones de la iglesia tal que todo lo hecho allí será audible y visible durante el servicio. La propia palabra "Altar" significa un lugar elevado de sacrificio.

La Mesa de Altar es el término para la mesa especial, sagrada usualmente de forma cúbica encontrada en el medio del Santuario y adornada con dos vestimentas: la inferior que es de lino blanco, y la superior que es de un material mas caro, usualmente de brocado. El Mismo Señor, como Rey y Amo de la Iglesia, está presente misteriosa e invisiblemente. Sólo el clero puede tocar el Trono o venerarlo. Sobre él uno encuentra el Antimins, el Evangelio, la Cruz, el Tabernáculo y el Set de la Comunión.

El Antimins es un lienzo de algodón consagrado por un obispo en el cual Jesucristo es descripto ubicado en la tumba. Dentro del otro lado un fragmento de reliquias de un santo debe ser cosidos, desde que en los primeros siglos del Cristianismo la Divina Liturgia fue siempre celebrada sobre las tumbas de los mártires. Uno no está autorizado a celebrar la Liturgia sin un Antimins. La palabra es del griego y significa "en lugar de una mesa de Altar"

Para proteger al Antimins es incluido en otro lienzo de algodón llamado Iliton. Esto es para recordarnos los lienzos que envolvieron la cabeza del Salvador en la tumba. En la parte superior del Antimins descansa la esponja para colectar las partículas de los Santos Dones durante la Liturgia.

El Evangelio es la Palabra de Dios, las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. La Cruz es la espada de Dios por la cual el Señor conquista al diablo y la muerte. El Tabernáculo es el arca en la cual los Santos Dones son guardados para comulgar a los enfermos. Usualmente esta en la forma de un modelo de iglesia. El Set de Comunión es un tabernáculo pequeño que contiene los utensilios para traer la Santa Comunión a aquellos que están enfermos.

Detrás del Trono está el Candelabro, un pedestal para siete lámparas, y detrás está la Cruz de Altar. El sitio detrás del Altar en el final mas alejado de la iglesia hacia el este es llamado el Sitio Alto. Usualmente está más alto. El obispo se sienta aquí durante ciertas partes del servicio, cuando es su propia catedral.

A la izquierda del Trono en la parte norte del Santuario hay otra mesa más pequeña similarmente vestida. Aquí es donde son preparados los Dones antes de la Liturgia. Esta mesa es la Mesa de Oblación (Ofertorio). Sobre el Ofertorio son guardados los vasos sagrados y todo lo que pertenece a ellos. Incluyen:

1- El Santo Cáliz o taza en la cual, antes de la Liturgia, vino es mezclado con agua, el cual es transformado luego durante la Liturgia en la Sangre de Cristo.

2- La Patena que es un plato pequeño redondo sobre un pie. El pan es situado sobre ella para la consagración en la Divina Liturgia, y transformarse en el Cuerpo de Cristo. La Patena simboliza a la vez el pesebre y la tumba del Salvador.

3- El Asterisco compuesta por dos arcos metálicos unidos por el centro tal que pueden ser cerrados y abiertos en forma de cruz. Se colocan sobre la Patena para que la cobertura no disturbe el corte de porciones de la prósfora. La estrella simboliza la Estrella que apareció en el Nacimiento de Cristo.

4- La Lanza es una brizna rememorando una lanza en miniatura para cortar al Cordero y otras porciones de la prósfora. Simboliza la lanza que hirió a Cristo en la Cruz.

5- La Cuchara es usada para administrar la Santa Comunión.

6- La Esponja o Paño es usada para limpiar y secar los vasos

Los pequeños velos que se usan para cubrir el Cáliz y la Patena son llamados Cobertores, mientras que los velos grandes usados para tapar al Cáliz y la Patena juntos es llamado Arar. Este simboliza la expansión de los cielos en la cual apareció la Estrella, que guió a los Sabios al pesebre del Salvador. Junto con los Cobertores, representa los paños que cubrieron a Jesucristo luego de Su Nacimiento como también la mortaja de Su entierro.

Nadie excepto los obispos, sacerdotes y diáconos pueden tocar estos objetos sagrados. Sobre el Ofertorio también encontramos la Taza o cucharón que es usado para verter la mezcla de vino y agua en el Santo Cáliz en el comienzo de la Proscomidia. Antes de la Comunión, se añade agua caliente al contenido del Cáliz.

Localizado en el santuario está el Incensario que se usa para incensar durante los servicios divinos. Incensar fue instituido en la Iglesia del Antiguo Testamento por Dios Mismo. Nosotros ofrecemos el incienso como una ofrenda a Dios y para santificar objetos.

Incensar frente al Santo Altar y los iconos representa nuestro respeto y reverencia hacia ellos. Cuando son incensados los laicos que rezan en la iglesia expresa el deseo de que sus plegarias sean sentidas en sus corazones y verdaderas y puedan ascender al Cielo como el humo del incienso. Y que la Gracia de Dios puedan envolverlos como el humo del incienso lo hace en la iglesia. Mientras son incensados, los fieles deben responder con una reverencia.

Los Dikiri y Trikiri, que son usados por un obispo para bendecir a la gente, y los Repidi (abanicos) son guardados también en el Altar.

Dikiri se refiere al candelabro que sostiene dos velas, que nos recuerda las dos naturalezas de Cristo, la divina y la humana.

Trikiri es un candelabro que sostiene tres velas, que nos recuerda nuestra fe en la Santísima Trinidad.

Repidi son círculos de metal con largos mangos de madera donde están representados los Serafines. Los diáconos sostienen estos discos sobre los Santos Dones durante la consagración, y sobre el Evangelio en la procesión. Antiguamente eran hechos de plumas de avestruz y eran usados para mantener alejados a los insectos de los Santos Dones. Hoy el flameo de estos abanicos es simbólico y representa la presencia de las huestes celestiales durante la celebración de la Liturgia.

Al lado del santuario se encuentra la Sacristía. Allí se guardan las vestimentas y túnicas sagradas como también los vasos y libros eclesiásticos.

El Altar está separado de la parte media del edificio de la iglesia por una especie de pared especial donde hay colgados iconos y es llamada Iconostasio.

El Iconostasio tiene tres puertas o entradas. La mayor está en el mismo centro de la escena y es llamada Puertas Reales porque a través de ellas pasan el Mismo Señor Jesucristo, el Rey de Gloria, Quien viene invisiblemente en los Santos Dones. Nadie mas que el clero está autorizado a pasar por allí. Una cortina cuelga del lado interno que se abre y cierra durante el curso de los servicios divinos. Usualmente en las Puertas Reales están los iconos de la Anunciación de la Madre de Dios, y de los cuatro Evangelistas, Santos Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Sobre las Puertas Reales se ubica un icono de la Cena Mística, así los fieles se paran frente a él cuando toman la Comunión.

A la derecha de las Puertas Reales hay siempre un icono del Salvador, y a la izquierda, uno de la Madre de Dios.

La puerta del sur está ubicada a la derecha del icono del Salvador, mientras que la puerta del norte está a la izquierda de la Madre de Dios. Generalmente los Arcángeles Miguel y Gabriel están sobre estas dos puertas laterales, aunque a veces están los iconos de los primeros diáconos San Felipe y San Esteban, o el Sumo Sacerdote Aaron y el Profeta Moisés. Estas puertas laterales son también llamadas "puertas diaconales" ya que los diáconos pasan frecuentemente pro allí.

Hacia el final al lado de las puertas hay ubicados iconos de Santos de especial veneración. El primer icono a la derecha del Salvador generalmente es un icono de la iglesia, es decir, la representación de la Fiesta o Santo a quien la iglesia está dedicada.

En el punto más alto del Iconostasio esta ubicada la Cruz con la imagen de nuestro Señor Jesucristo crucificado.

Si el Iconostasio es construido con más de una línea de iconos, entonces generalmente en la segunda línea son colocados las Doce Grandes Fiestas, en la tercera fila - los doce Apóstoles, en la cuarta - los Profetas, y arriba la Cruz.

Los iconos también se colocan en las paredes de la iglesia, o en relicarios o marcos especiales, también sobre analogios, que son tarimas altas inclinadas (oblicuas) para veneración.

La plataforma elevada sobre la que está el Altar y el Iconostasio, se extiende hacia adelante por unos metros en la mitad de la iglesia. Esta elevación enfrente del Iconostasio se denomina solea.

La mitad de la solea, directamente frente a las Puertas Reales es llamado ambon o lugar de ascensión. Desde el ambon el diácono entona las Letanías y lee el Evangelio. Desde allí el Sacerdote da los sermones y los fieles toman la Santa Comunión.

Al final de la solea cerca de las paredes laterales de la iglesia se encuentran los cliros, o coros para los lectores y cantantes. Sobre los cliros cuelgan los estandartes, iconos hechos tanto de lienzo bordado o trabajados sobre metal asidos a altas vigas. Son llevados en procesiones como banderas eclesiásticas.

Usualmente en un costado de la nave hay una pequeña mesa por los difuntos, en donde hay una imagen de la Crucifixión, ante la cual se ponen velas. Ante esta mesa se ofician Panigidas (servicio de Responso).

Frente del Iconostasio o detrás de los analogion se colocan candelabros de pie, sobre los cuales los fieles ponen velas durante los servicios. Una araña de luces cuelga de la cúpula central en el medio de la iglesia. Esta gran araña sostiene o bien gran cantidad de velas o luces que son encendidas durante los momentos más festivos de los servicios.

El clero y sus vestimentas sagradas.

Siguiendo el ejemplo de la Iglesia del Antiguo Testamento, en donde había Sumos Sacerdotes, sacerdotes y Levitas, los Santos Apóstoles instituyeron en la Iglesia Cristiana del Nuevo Testamento la clerecía: obispos, sacerdotes y diáconos.

Todos ellos son llamados miembros del clero porque por medio del Misterio de la clerecía ellos recibieron la Gracia del Espíritu Santo para los servicios sagrados en la Iglesia de Cristo: permitiéndoles celebrar los servicios divinos; enseñar a los laicos la fe Cristiana y vida santa; y dirigir asuntos eclesiásticos.

Los obispos comprenden el rango más alto en la Iglesia, y por ello reciben el mas alto grado de Gracia. Son también llamados jerarcas, o líderes de los sacerdotes. Ellos pueden celebrar todos los Misterios y todos los servicios eclesiásticos. Los obispos no solo tienen el derecho de oficiar la Liturgia usual, sino ellos solos pueden consagrar a otros para el clero, y también consagrar el Santo Miro (Crisma) y el Antimins.

En su grado del clero ellos son iguales, aunque el señor y más digno de los obispos son llamados arzobispos, mientras que el obispo cuya Diócesis está centrada en ciudades mayores son denominados metropolitanos, por la palabra griega de una ciudad grande "metrópolis." Los obispos de las ciudades mayores del Imperio Romano, Jerusalén, Constantinopla, Roma, Alejandría y Antioquía, y de las capitales de algunos países Ortodoxos como Belgrado y Moscú, son llamados patriarcas.

Desde 1721 hasta 1917 la Iglesia Ortodoxa Rusa fue gobernada por el Santísimo Sínodo. En 1917 un Consejo de Todas las Rusias fue convocado y restauró la regla de la Iglesia al "Santo Patriarca de Moscú y Toda Rusia."

A veces un obispo es dado a otro, llamado obispo vicario, para asistirlo en sus tareas.

Los sacerdotes comprenden el segundo rango del Ministerio sagrado bajo el obispo. Los sacerdotes deben servir, con una bendición episcopal, todos los Sacramentos y servicios eclesiásticos, excepto el Misterio de la Ordenación, la santificación del Santo Crisma y el Antimins. La congregación de los cristianos bajo la supervisión del sacerdote es llamada su parroquia. A los sacerdotes más merecedores y distinguidos se les concede el título de arcipreste; el primero entre estos sacerdotes es llamado protopresbítero.

Si un sacerdote es también tonsurado monje es conocido como hieromonje. Estos están ordenados a conducir monasterios, o aquellos honrados independientes de cualquier nombramiento, se les da usualmente el título de egúmeno o abad. Aquellos con rangos mayores son llamados archimandritas, y los obispos son elegidos de este rango.

Los diáconos forman el tercer y más bajo rango del Ministerio sagrado. En griego significa "servidor." Asisten al obispo o sacerdote durante el servicio de la Divina Liturgia u otros Misterios y oficios, pero ellos no pueden servir solos.

A algunos diáconos, especialmente en las catedrales, se les da merecidamente el título de protodiácono. Los monjes que han recibido el rango de diáconos son llamados hierodiáconos, y el mayor de ellos archidiácono.

Los hipodiáconos son ordenados también y ayudan en el altar. Ellos toman parte primeramente en los servicios episcopales. Visten al obispo oficiante con sus vestimentas sagradas, sostienen el dikiri y trikiri, y se los entrega al obispo para bendecir a los presentes. También asisten en el cambio de las coberturas del altar.

En adición a los tres ordenes del Ministerio sagrado, otras ordenaciones más bajos en la Iglesia incluye los lectores o "psaltis" (griego) y los sacristanes o "eclesiarcas" Pertenecen a los rangos de servidores de la iglesia que no son ordenados por medio del Sacramento de la Ordenación, sino por una corta serie de oraciones con una bendición episcopal.

Los lectores tienen la tarea de leer y cantar en el cliros durante los servicios divinos, y en el hogar cuando un sacerdote oficia.

El sacristán esta obligado a llamar a los fieles a los oficios con el toque de campanas, a encender las lampadkas y velas en la iglesia, a sostener el incensario al sacerdote oficiante, y a asistir a los lectores en la lectura y el canto.

Aquellos que conducen oficios deben vestirse en túnicas especiales sagradas o vestimentas. Están hechas de brocado o de un material similar y adornadas con cruces u otros signos simbólicos.

Las vestimentas del diaconado son el stijarion, el orarion y los puños.

El stijarion es un traje largo abierto a los costados para un diácono, pero sin ranuras para oficiantes, con forma de cruz con una abertura para la cabeza y anchas mangas. El stijarion de un diácono también lo puede usar el hipodiácono. El derecho de usar stijarion es también dado a lectores y servidores. El stijarion significa pureza de alma, necesaria a una persona de rango eclesiástico.

El orarion es una banda larga ancha del Mismo material del stijarion con flecos al final. Es usado sobre el hombro izquierdo arriba del stijarion. Para los protodiáconos se le da una vuelta alrededor del cuerpo. Significa la Gracia de Dios que el diácono recibió en el Sacramento de la Ordenación.

Los puños o esposas son del Mismo material y son usadas en las muñecas y enlazadas con cordones. Ellos recuerdan a aquellos que ofician, que ellos celebran los Misterios o participan de los Misterios de la fe Cristiana no por su propio poder sino con el Poder y la Gracia de Dios. Ellos también nos recuerdan las cuerdas que ataron las Manos del Salvador durante Su pasión.

Las vestimentas de un sacerdote incluyen la vestimenta interior o stijar, el epitrajil (estola), el cinto, y el felonion.

La vestimenta interior es una forma simple de stijarion, diferenciándose en que las mangas son mas angostas y con lazos en las muñecas, y que usualmente está hecho de un material fino blanco. El color blanco le recuerda al sacerdote que él siempre debe tener un alma pura y llevar una vida intachable. También recuerda la túnica que el Señor Jesucristo usó en la tierra y en la cual Él efectuó nuestra salvación.

La estola es similar al orarion del diácono, solo que es usada alrededor del cuello y cae hacia el frente tal que los bordes internos están sujetos por conveniencia. Este significa la doble porción de gracia impuesta al sacerdote, en comparación con el diácono, para la celebración de los Sacramentos. El sacerdote no puede conducir ningún oficio sin su estola, así como el diácono debe tener su orarion.

El cinto es usado sobre la estola y la vestimenta interior y significa prontitud para servir al Señor. También simboliza el poder divino que fortalece al sacerdote durante el curso de su servicio. El cinto nos recuerda la toalla que le fue dada al Salvador para el lavado de los pies de Sus discípulos en la Cena Mística.

El felonion es usado sobre los otros trajes. Es una capa larga y ancha sin mangas con una abertura para la cabeza en la parte superior y corta adelante para darle libertad de movimiento a las manos. En su forma recuerda al manto púrpura que le dieron al Señor durante Su pasión. Las cintas cosidas en él rememoran los flujos de sangre que caían sobre Sus trajes. En adición a esto el felonion recuerda al sacerdote los vestidos de rectitud con que debe vestirse como siervos de Cristo. Un sacerdote usa una cruz pectoral alrededor de su cuello, sobre el felonion.

Por un servicio largo y dedicado a un sacerdote le es dado un premio llamado nabedrenik o escudo (protección) de muslo, el cual es un lienzo duro rectangular colgado sobre la cadera derecha desde el hombro por un precinto atado a los ángulos superiores, que significa una espada espiritual. Otros premios son la skufiá y kamilavka (coberturas de cabeza) y otro lienzo en forma de diamante, similar al nabedrenik, usado sobre la cadera derecha, llamada palitsa, (en tal caso el anterior se usa a la izquierda). También representa una espada espiritual, la Palabra de Dios con la cual el celebrante debe batallar la incredulidad y la irreverencia.

El obispo es vestido con todos los trajes de un sacerdote, stijarion, epitrajil, cinto y puños, pero el felonion es reemplazado por un saccos y el nabedrenik con una palitsa. En adición, un obispo usa el omoforion y la Mitra.

El saccos es la vestimenta externa de un obispo que rememora un stijarion corto de diácono tal que el stijar y epitrajil son visibles por debajo. Este, como el felonion, recuerda el manto púrpura del Salvador.

La palitsa cuelga por un precinto del ángulo superior sobre la cadera derecha arriba del saccos. Para oficios excepcionales el obispo gobernante da el derecho de usar la palitsa a sacerdotes dignos. Tanto para archimandritas como para los obispos, la palitsa es una pertenencia indispensable de sus vestimentas.

Alrededor de los hombros, sobre el saccos, un obispo usa el omoforion. Este es un tejido largo ancho usualmente adornado con cruces. Es envuelto alrededor de los hombros tal que un extremo cae por delante y el otro detrás. En griego omoforion significa "aquel que va sobre los hombros" y es una vestimenta exclusivamente episcopal. Así como el sacerdote con su epitrajil, un obispo no puede conducir un servicio sin su omoforion. Este recuerda al obispo que él debe estar preocupado por la salvación de los caídos como el buen pastor, quien cuando encontró a la oveja perdida, la lleva a casa sobre los hombros.

En todo tiempo, como parte de su adorno normal y para los oficios, el obispo usa una panagia alrededor de su cuello en adición a una cruz. La panagia, que en griego significa "santísima," es un icono pequeño redondo del Salvador o de la Madre de Dios, a veces adornada con piedras preciosas.

Cuando oficia, el obispo usa una Mitra en su cabeza, adornada con pequeños iconos y piedras preciosas. De acuerdo a algunos, esta significa la corona de espinas que fue emplazada en la cabeza del Salvador, para otros representa el Evangelio de Cristo al cual el obispo siempre está sujeto. Archimandritas usan Mitras como favorecidos, y en casos excepcionales un obispo gobernante puede conceder el derecho de usar una al más digno arcipreste en lugar de la kamilavka.

Durante los oficios divinos los obispos usan un báculo como signo de autoridad pastoral final. También es concedido a archimandritas y abades como cabezas de monasterios.

Durante el oficio un "águila" se pone bajo los pies del obispo. Es una alfombra redonda con la imagen de un águila volando sobre una ciudad. Esta simboliza que el obispo debe elevarse desde la tierra hacia el cielo como un águila, y así como un águila ve claramente a la distancia, así un obispo debe celar todas las partes de su diócesis.

La ropa de calle de un obispo, sacerdote o diácono incluye una sotana negra y una riassa. Sobre la riassa el obispo usa una panagia y una cruz, Mientras que el sacerdote solo usa una cruz.

Orden de los Servicios Divinos

El orden de los Servicios Divinos se divide en tres ciclos: diario, semanal y anual.

Ciclo Diario de los Servicios Divinos.

Se llama al ciclo diario de los Servicios Divinos a esos Servicios Divinos que son realizados por la Santa Iglesia Ortodoxa durante el curso de un día. Hay nueve oficios diarios: vísperas, Postvespertinos, Oficio de medianoche, Matutinos, Primera Hora, Tercera Hora, Sexta Hora, Novena Hora y la Divina Liturgia.

Siguiendo el ejemplo de Moisés, el cual, describiendo la creación del mundo por Dios, comenzaba el "día" desde el anochecer, de la Misma manera, el día de la Iglesia Ortodoxa empieza al anochecer con las vísperas.

Vísperas: servicio que se realiza al finalizar el día. Con este servicio agradecemos a Dios por el día transcurrido.

Postvespertinos: servicio consistente en la lectura de una serie de oraciones, en las cuales solicitamos a Dios Nuestro Señor el perdón de los pecados y para que Él nos dé, en el sueño venidero, reposo del cuerpo y alma y nos proteja de las astucias del diablo durante el sueño.

Oficio de Medianoche: servicio, destinado para realizarse a medianoche, en memoria de la oración realizada durante la noche por el Salvador en el Jardín de Getzemani. Este servicio llama a los fieles a estar siempre preparados para el advenimiento del Juicio Final, el cual vendrá sin previo aviso "como el recién casado a medianoche" de acuerdo a la parábola de las diez vírgenes.

Matutinos: servicio que se realiza a la mañana, antes del alba. Con este servicio agradecemos a Dios por la noche transcurrida y solicitamos a Él la Misericordia para el día que comienza.

Hora prima: corresponde a las tres primeras horas de nuestro día, de 6 a 9 de la mañana. En el Antiguo y Nuevo Testamento "hora" significa una "vigilancia" que dura tres horas nuestras, y cada servicio del ciclo diario corresponde a una de estas divisiones de 3 horas. La Primera Hora bendice con la oración el día que ya se ha iniciado.

Hora tercia: Cubre el tiempo desde las 9 hasta las 12 del mediodía. Y recuerda el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.

Hora sexta: corresponde al período desde las 12 del mediodía hasta las 3 de la tarde y rememora la Pasión y la Crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo.

Hora nona: corresponde desde las tres hasta las seis de la tarde, en memoria de la muerte en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo.

La Divina Liturgia es el Servicio Divino más importante. En la Misma se recuerda toda la vida terrenal del Salvador y se realiza el Sacramento de la Santa Comunión, establecido por el Mismo Salvador durante la Última Cena. La Liturgia debe ser oficiada durante la mañana antes del almuerzo.

Todos estos servicios en los primeros tiempos, monásticos y ermitas, realizaban estos oficios separadamente en tiempos determinados por cada uno. Pero, tiempo después, para acomodar a los fieles, han sido unificados en tres grupos: Vísperas, Matutinos y Diurno.

Vespertinos: consistente en Novena Hora, Vísperas y Postvespertinos.

Matinales: consistente en Oficio de Medianoche, Matutinos y Primera Hora.

Diurno: Horas Tercera, Sexta y Liturgia.

En vísperas de grandes festividades y domingos se oficia el servicio vespertino, en el cual se unifican: Vísperas, Matutinos y Primera Hora. Tal Servicio Divino se denomina Vigilia Pernocturna, porque en los tiempos de los primeros cristianos y hoy día en algunos monasterios el oficio es continuado durante toda la noche.

Ciclo Semanal de los Servicios Divinos.

Se denomina como ciclo semanal de Servicios Divinos, a aquellos que se realizan durante el transcurso de los siete días de la semana. Cada día de la semana se dedica a algún hecho importante ó a un santo especialmente venerado.

El Domingo: la Iglesia recuerda y glorifica la Resurrección de Cristo.

El Lunes: el primer día después de la Resurrección se glorifica a las fuerzas incorpóreas, los Angeles, creados previos al hombre, sirvientes muy cercanos de Dios.

El Martes: se glorifica a San Juan Bautista, como el más grande profeta y recto del Antiguo Testamento.

El Miércoles: se recuerda la traición de Judas, y relacionado a ello los oficios están centrados en memoria de la Cruz de Cristo. Este es día de ayuno.

El Jueves: se glorifica a los Santos Apóstoles y a San Nicolás Taumaturgo.

El Viernes: se recuerda la Pasión y la muerte del Salvador en la cruz y los oficios son en honor a la Cruz de Cristo. Este es día de ayuno.

El Sábado: día de descanso se glorifica a la Madre de Dios, (Quien se glorifica cada día), junto a los antepasados, profetas, apóstoles, mártires, santos, rectos y todos los santos, que alcanzaron la paz en el Señor. Como así también se recuerda todos los difuntos que han reposado en la verdadera fe y esperanza en la resurrección y vida eterna.

Ciclo Anual de los Servicios Divinos.

Se denomina ciclo anual de Servicio Divinos a los que se realizan durante al transcurso del año. Cada día en el año se dedica a la memoria de uno o más santos, como también a hechos religiosos especiales, en forma de festividades o ayunos.

De todas las festividades del año la más importante es la Santa Resurrección de Cristo (la Pascua). Esta es la Fiesta de las Fiestas. La Pascua nunca es antes del 22 de Marzo (4 de Abril, calendario gregoriano) y no mas tarde del 25 de Abril (8 de Mayo, cal. Greg.), el primer domingo después de la luna llena de otoño y siempre después de la pascua judía.

Después hay en el año doce grandes Fiestas, establecidas en honor a Nuestro Señor Jesucristo y a la Madre de Dios. Hay festividades en honor a los grandes santos y en honor a las Fuerzas incorpóreas del cielo, los ángeles. Debido a esto las festividades del año de acuerdo a su contenido se dividen en: del Señor, de la Madre de Dios y de los santos.

De acuerdo a sus fechas, las Mismas se dividen en inamovibles que se celebran el Mismo día del mes de cada año y las movibles, las cuales aún celebrándose el Mismo día de la semana cambian de fecha en el mes en concordancia con la celebración de la Pascua.

En la solemnidad de sus celebraciones los oficios de las festividades están distinguidas de acuerdo a varios grados. Las grandes son siempre celebradas con Vigilia pernocturna, otras menores a veces tienen una Vigilia, de acuerdo con la costumbre. La solemnidad y júbilo de los otros días en el año litúrgico está determinado por guías en las rúbricas.

El año litúrgico se inicia el 1º de Septiembre (calendario juliano), y el entero ciclo anual de los oficios se establece conforme a la Pascua.

Un cálculo más detallado de las Fiestas y ayunos se encuentra en la sección de "Fe y Vida Cristiana," bajo la explicación del cuarto mandamiento de la Ley de Dios, y en la historia sagrada del Nuevo Testamento.

Libros de oficios religiosos.

El primer lugar entre los libros usados en los servicios divinos es ocupado por el Evangelio, las Epístolas y el Salterio. Estos están tomados de las Sagradas Escrituras, la Biblia, y por ello son llamados libros de "oficios divinos"

Después de esos vienen los siguientes libros: el Libro de Oficios del Clero, el Horologion (Libro de las Horas), el Libro de las Necesidades, el Octoecos, el Menaion Mensual, el Menaion General, el Menaion Festivo, el Triodion de Ayuno, el Pestecotarion, el Tipicon (Libro de Rúbricas), el Irmologion, y el Canónico. Estos libros fueron compuestos en concordancia con las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición por los padres y maestros de la Iglesia Ortodoxa y son llamados los libros de oficio de la iglesia.

El Evangelio es la Palabra. Consiste en los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento escritos por los cuatro Evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El Evangelio contiene una narración de la vida terrenal de nuestro Señor Jesucristo: Sus enseñanzas, Milagros, pasión y muerte en la Cruz, Su gloriosa Resurrección y Su Ascensión a los Cielos. Para los oficios, el Evangelio esta dividido especialmente en los capítulos usuales y versículos, pero también en secciones especiales. Al final del volumen uno encuentra una serie de tablas que indican cuando las variadas secciones deben leerse durante el año litúrgico.

La Epístola es el término que se refiere al libro que contiene los siguientes libros del Nuevo Testamento: los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas católicas (universales) y las epístolas del Apóstol Pablo, excluyendo así solo el Apocalipsis. La Epístola, como el Evangelio, esta dividida además de capítulos y versículos en secciones con tablas al final del libro indicando cuando y como leerlos.

El Salterio es el libro del Profeta y Rey David. Así llamado porque la mayoría de los salmos en él fueron escrito por el santo Profeta David. En estos salmos el profeta abre su alma a Dios con toda la aflicción del arrepentimiento por los pecados cometidos, y júbilo y glorificación de la infinita perfección de Dios. El expresa toda su gratitud por todas las Misericordias de Su cuidado y busca la ayuda en el medio de todos los obstáculos que lo confrontan. Por esta razón el Salterio es usado más que otro libro de oficio durante el curso de los servicios.

El Salterio esta dividido, para el uso durante los oficios, en 20 secciones llamadas "kathismas" (derivadas del griego "sentarse," como es costumbre Mientras son leídas). Cada una está dividida en 3 porciones llamadas "Glorias" ya que es leída entre cada parte "Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo..."

Además del simple Salterio hay un Salterio de "servicio" que contiene tres adicionales:

a) el Horologion, b) el tropario y kondakio tomadas de todos los otros libros de oficio, y c) la regla entera de oraciones que deben ser dichas por aquellos que desean tomar la Santa Comunión.

El Libro de Oficio del Clero es para el uso de sacerdotes y diáconos. Contiene el orden de las Vísperas, Matutinos y la Liturgia, con énfasis en las partes dichas por los que sirven. Al final del libro se encuentran los dismisales, prokimen, megalinaria y un menologion, o lista de los santos conmemorados diariamente por la Iglesia.

El Libro de Oficio Pontifico se diferencia en el hecho de que también contiene el orden de consagración de un Antimins y los oficios de tonsuración lectores, ordenación de hipodiáconos, diáconos y sacerdotes.

El Horologion es el libro que sirve de guía básica para lectores y cantores en los cliros. Contiene las partes inalterables de todos los servicios diarios, excepto la Liturgia.

El Libro de las Necesidades incluye el orden de los servicios de los variados Sacramentos con excepción del Misterio de la Santa Comunión y Ordenación. Otros oficios incluidos son el Orden de funeral de los fallecidos, el Orden de la Bendición de las Aguas, las Oraciones para el Nacimiento de un Niño, el Nombramiento de un Niño y su "Purificación," como las bendiciones para otras ocasiones.

El Octoecos o Libro de los Ocho Tonos, contiene todos los himnos en forma de versos, troparios, kontakios, cánones, etc. que está divididos en ocho grupos de melodías, o "tonos." Cada tono en turno contiene el himnodio para una semana entera, tal que el Octoecos completo se repite cada ocho semanas durante la mayor parte del año. El arreglo del canto eclesiástico en tonos fue enteramente el trabajo del famoso himnógrafo de la Iglesia Bizantina, San Juan Damasceno (siglo octavo). El texto del Octoecos es atribuido a él, aunque uno puede notar que varias partes de este son el trabajo de San Metrofan, obispo de Mirna, San José el Himnógrafo, y otros a través de los siglos.

El Menanion Mensual contiene las oraciones e himnos en honor a los santos de cada día del año y de los oficios festivos solemnes para las fiestas del Señor y la Madre de Dios que caen fechas fijas del calendario. Siguiendo el número de doce meses, esta dividido en 12 volúmenes.

El Menaion General contiene la himnografía común a una categoría entera de santos, por ejemplo, en honor a profetas, o apóstoles, o mártires, o monásticos. Es usado cuando un oficio especial a un santo particular no es útil.

El Menaion Festivo contiene todos los servicios para las grandes fiestas inamovibles, como extracto del Menaion Mensual.

El Triodion de Ayuno contiene todas las partes especiales de los servicios para el curso de la Gran Cuaresma previa a Pascua y los oficios de los Domingos en las semanas que la preceden, comenzando con el Domingo del Fariseo y el Publicano. Este libro deriva su nombre de la palabra griega "triod" que significa tres himnos, y se refiere al hecho de que para cada día del Ayuno los cánones cantados no comprenden las usuales nueve odas, basadas en nueve grandes himnos del Antiguo y Nuevo Testamento, sino solo tres.

El Pentecostarion incluye la himnografía usada desde la Santa Pascua hasta el Domingo de todos los Santos, el primer domingo después de Pentecostés.

El Tipicon o Libro de Rúbricas tiene una cuenta detallada de qué días y tiempos deben ser conducidos los diferentes oficios y en qué orden específico deben ser leídos o cantados. También esta contenido en el Libro de Oficio del Clero, el Horologion, el Octoecos y los otros libros de oficios.

El Irmologion contiene los himnos iniciales o "irmos" de cada una de las nueve odas de los variados cánones que son cantados en los Matutinos ya que estos no siempre están impresos completos en los libros de oficios.

Letanías.

Durante el servicio a menudo escuchamos una serie de oraciones de súplicas, pronunciadas lentamente, por el diácono o el sacerdote en el nombre de todos los fieles. Después de cada petición el coro contesta "Señor ten piedad" o "Concédelo Señor." Esto es llamado letanía. Es una palabra griega que significa "petición" o "súplica ardiente."

Las letanías más frecuentes son cinco:

    1. La Mayor o de paz: la cual se inicia con las siguiente palabras "en Paz oremos al Señor." En ella hay diferentes peticiones de prosperidad y salvación de varios grupos, y después de cada una se canta "Señor ten piedad."
    2. La Menor: es una reducción de la Mayor. Empieza con las palabras "Una y otra vez oremos al Señor," y tiene tan solo tres peticiones.
    3. La Ferviente: empieza con las palabras: "Ten piedad de nosotros, oh Dios, de acuerdo con Tu gran Misericordia, te suplicamos, escúchanos y ten piedad." Luego de cada petición el coro responde tres veces "Señor ten piedad." Por eso la letanía es llamada "ferviente," ya que es una súplica intensificada.
    4. La Suplicante: comienza con "Completemos nuestra oración matutina (o vespertina) al Señor." Después de cada súplica el coro contesta, salvo las dos primeras "Concédelo Señor."
    5. La de Difuntos: consiste de peticiones al Señor para que les conceda el reposo en el Reino de los Cielos a las almas de los difuntos, perdonándoles todos sus pecados.

Cada letanía finaliza con la proclamación del sacerdote que glorifica a la Santísima Trinidad.

Reflexiones sobre los Servicios Mayores.

Vigilia Pernocturna

Se denomina Vigilia Pernocturna al Servicio Divino que se oficia en las vísperas de una festividad importante. Consiste de la unión de la Vísperas con los Matutinos y Primera Hora, durante la cual ambos servicios son conducidos con mas solemnidad y con más iluminación dentro de la iglesia, que en otros días.

Este Servicio divino se llama vigilia porque en la antigüedad se iniciaba al anochecer y duraba toda la noche hasta el alba. Luego, en condescendencia hacia la debilidad de los fieles, empezaron este Servicio Divino un poco más temprano y fueron hechos recortes en las lecturas y cantos, por esta razón esta ahora no dura tanto. De todos modos su nombre previo de vigilia se ha conservado.

Vísperas.

Las Vísperas por su estructura recuerdan y representan los eventos del Antiguo Testamento: la creación del mundo, la caída en el pecado de los primeros hombres, la expulsión del Paraíso, su arrepentimiento y oración para su salvación, la esperanza del género humano, de acuerdo a la promesa de Dios, por un Salvador, y, por fin, la concreción de esta promesa.

La Vísperas de un Vigilia Pernoctaran se inicia con la apertura de las Puertas Reales, el sacerdote y diácono en silencio inciensan el trono y el Santuario entero tal que nubes de incienso llenan la profundidad del altar. Esto significa el inicio de la creación del mundo. "Al principio Dios creo el cielo y la tierra." La tierra era sin forma y vacía. Y el Espíritu de Dios iba y venia sobre las primeras materias creadas de la tierra, exhalando la fuerza portadora de la vida. Pero todavía no comenzaba a resonar la palabra creadora de Dios.

El sacerdote, parado delante del Altar proclama la primera exclamación a la gloria del Creador y Fundador del mundo - la Santísima Trinidad: "Gloria a la Santa, Consubstancial, Dadora de Vida, e Indivisible Trinidad, ahora y siempre y por los siglos de los siglos." Luego cuatro veces convoca a los fieles: "Venid, adoremos, al Rey, nuestro Dios. Venid, adoremos y postrémonos ante Cristo Rey, nuestro Señor. Venid, adoremos y postrémonos ante Cristo Mismo, Rey y Dios nuestro. Venid, adoremos y postrémonos ante Él." Pues "Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1:3-4).

En respuesta a este llamado el coro con solemnidad canta el salmo 103, que describe la creación del mundo, glorificando la sabiduría de Dios: "Bendice alma Mía, al Señor. Bendito eres Tú oh Señor, oh Señor Dios Mio, Tú has sido extremadamente magnificado... Tú has hecho todo con sabiduría... Maravillosas son Tus obras, oh, Señor... Gloria a Ti, oh Señor, Quien ha creado todo."

Durante el canto del salmo el sacerdote sale del altar, e inciensa todo el templo completo y a los fieles, precedido por el diácono con un cirio. Este acto sagrado no solo conmemora a aquellos que oran la creación del mundo, sino primeramente la bienaventurada vida en el Paraíso de los primeros hombres, cuando el Señor Dios Mismo andaba entre ellos. La apertura de las Puertas Reales significa que el Paraíso en ese momento estaban abiertas para todo el género humano. Pero el hombre fue tentado por el diablo y transgredió contra la voluntad de Dios y cayó en el pecado. Debido a su caída, el género humano se vio privado de la bendita vida en el Paraíso. Fueron expulsados de él - y las puertas del Paraíso fueron cerradas para ellos. Para simbolizar esta expulsión, luego de incensar la iglesia y al concluir el canto del salmo, las Puertas Reales se cierran.

El diácono sale del altar, se para enfrente de las Puertas Reales cerradas, como Adán frente a las puertas cerradas del Paraíso y entona la letanía mayor:

- En paz roguemos al Señor. Roguemos al Señor cuando nos hayamos reconciliado con nuestro prójimo, tal que no sintamos enojo u hostilidad contra él.

- Por la paz que viene desde lo Alto y la salvación de las almas, roguemos al Señor. Roguemos para que el Señor nos envíe "desde las alturas" la paz de los Cielos y que Él salve nuestras almas.

Luego de la letanía mayor y la proclamación del sacerdote se entona versículos elegidos de los tres primeros salmos del Salterio:

- Bienaventurado el hombre que no anda según el consejo del impuro, esto es, el que no ha vivido o actuado por consejo de aquellos que son irreverentes o impíos.

- Por cuanto el Señor conoce el camino de los rectos, y el camino de los impuros perecerá... Porque el Señor conoce la vida del recto y la de los impíos conduce a la ruina.

Después el diácono entona la Letanía Menor: "Una y otra vez roguemos al Señor." Después de esta letanía el coro canta versículos de ciertos salmos que expresan el anhelo del hombre por la salvación y el Paraíso.

- ¡Señor! A Ti suplico: escúchame...

- Escúchame, oh Señor... Atiende la voz de mi sú plica, cuando clamo a Ti

- Permite que mi oración se eleve, como el incienso hacia Ti...

- El alzamiento de mis manos como en sacrificio de anochecer

- Escúchame Señor...

Este periodo del servicio, empezando con la apertura de las Puertas Reales, las peticiones de la Letanía Mayor y la entonación de los salmos, representan la situación de pobreza a la cual se expuso el género humano luego de su caída en el pecado de nuestros ancestros. Conjuntamente con el estado en pecado apareció todo tipo de necesidades, enfermedades y sufrimientos. Imploramos a Dios: "Señor ten piedad." Y solicitamos paz y salvación para nuestras almas. Nos lamentamos por haber seguido el impuro consejo del diablo. Pedimos a Dios el perdón de los pecados y liberación de los males, y toda nuestra esperanza la depositamos en la Misericordia de Dios. El incensar del diácono en este momento significa los sacrificios que se ofrecían durante el Antiguo Testamento, al igual que nuestras oraciones que elevamos hacia Dios.

Al canto de los versículos del Antiguo Testamento: "Señor a Ti te suplico" se unen himnos (stikhiri), es decir cánticos del Nuevo Testamento en honor al santo o festividad del dí a.

El último verso, es llamado Himno en alabanza a la Virgen o Dogmatic, ya que el mismo se canta en honor a la Madre de Dios y en él se enuncia el dogma sobre la encarnación del Hijo de Dios de la Virgen María. En las Doce Grandes Festividades en lugar del Dogmatic se canta un stikhiri especial en honor a la festividad.

Durante el canto del Dogmatic se abren las Puertas Reales y se realiza la Entrada de las Vísperas: por la puerta norte sale el portador del cirio, tras él el diácono con el incensario y por último el sacerdote. Este se detiene Mirando hacia las Puertas Reales y luego de bendecir la entrada con la señal de la Cruz el diácono proclama "sabiduría, estemos atentos." El sacerdote conjuntamente con el diácono ingresa al Altar a través de las Puertas Reales y se ubican detrás del Mismo en el Lugar Alto.

Durante ese momento el coro entona un himno al Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo:

"¡Jesucristo - Suave resplandor de la santa gloria del inmortal, celestial, santo y bienaventurado Padre! Nosotros, que hemos vivido hasta la puesta del sol y vimos la luz del anochecer, cantamos a Dios - Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tú, Hijo de Dios, dador de vida, Eres merecedor de cánticos en todo momento con labios de veneración. Por eso el mundo Te glorifica."

En este himno, el Hijo de Dios se nombra como Luz Suave del Padre Celestial., Pues, Él vino a la tierra no Su gloria Divina plena, sino como suave luz de esa gloria. En este cántico también se dice, que únicamente con voces reverentes, y no con nuestros labios pecadores, puede Él ser exaltado dignamente y realizarse una adecuada glorificación.

La entrada durante las vísperas recuerda a los fieles como los rectos del Antiguo Testamento, de acuerdo a la promesa de Dios, que fue manifestada en prototipos y profecías, esperaban la llegada del Salvador del mundo, y como Él apareció en la tierra para la salvación del género humano.

El incensario, usado en entrada, significa que nuestras oraciones, por mediación de nuestro Señor Salvador, como el incienso, se elevan hacia Dios, y también representan la presencia del Espíritu Santo en el templo.

La bendición con la señal de la Cruz significa, que a través de la Cruz del Señor nuevamente se nos abren las puertas del Paraíso.

Luego del canto de "Jesucristo - Calmo resplandor..." se canta el prokimen, es decir versículos breves de las Sagradas Escrituras. En las vísperas del domingo se canta: "el Señor es el Rey; está vestido con majestuosidad."

Al finalizar el canto del prokimen, en las grandes festividades se leen los paremi. Paremi se llaman a los textos seleccionados de las Sagradas Escrituras, los cuales contienen profecías o indican figuraciones, que se relacionan con los hechos que se festejan, o en las cuales hay enseñanzas edificantes, relacionadas con el santo cuya memoria recordamos.

Luego del prokimen y los paremi el diácono proclama la Letanía Ferviente: "Digamos todos con toda el alma y con toda nuestra mente, digamos." Luego se lee la oración: "Concédenos Señor, en este anochecer conservarnos sin pecado..." Luego de esta oración el diácono proclama la Letanía Suplicante: "Completemos nuestra oración vespertina al Señor."

En las grandes festividades luego de la Letanía Ferviente y la Suplicante se realiza la Litia y la Bendición de los Panes y del Vino.

"Litia," es una palabra griega que significa "rezo comunitario." La litia, una series de versos cantados por el coro seguido de la enumeración de varios santos a quienes se ruega por sus oraciones, se realiza en la parte occidental del templo, cerca de las puertas principales de entrada, o en el Narthex. Esta parte del oficio fue pensado para aquellos que estaban ubicados en el Narthex, los catecúmenos y penitentes, de este modo ellos podían tomar parte en el rezo comunitario durante las grandes festividades.

Después se bendicen y se santifican cinco panes, trigo, vino y óleo, en memoria de la antigua costumbre de repartir entre los fieles alimento, algunos de los cuales llegaban de lejos, para que pudieran fortificarse durante el largo Servicio Divino. Los cinco panes se bendicen en memoria de cuando el Salvador sació el hambre de 5.000 hombres con cinco panes. Con el óleo santificado el sacerdote después, durante la Matutinos, luego de besar el icono representativo de la festividad, unge a los fieles.

Despuesse cantan las Apostijas (Versos con himnos). Son versos particulares, escritos en memoria del hecho que se recuerda.

Las vísperas finalizan con la lectura de la oración de Simeón al recibir al Niño Jesús en el Templo: "Ahora, Señor, despides a Tu siervo en paz, conforme a Tu palabra, porque Mis ojos han visto Tu salvación, la que Has preparado en presencia de todos los pueblos, Luz para revelación de los gentiles y Gloria de tu pueblo de Israel," luego se lee el Triságeon y la oración del Señor: "Padre Nuestro..." y el canto del saludo del Angel a la Madre de Dios: "Regocíjate, llena de gracia..." o bien el tropario de la festividad, y por último, se canta tres veces la oración de Job: "Bendito sea el Nombre del Señor, desde ahora y hasta el fin de los siglos."

Entonces se lee o canta el salmo 33 hasta el verso: "Mas aquellos que buscan al Señor no serán privados de nada bueno." Luego sigue la bendición sacerdotal: "Que la bendición del Señor sea sobre todos vosotros, por su gracia y amor a la humanidad, ahora y siempre y por los siglos de los siglos."

La finalización de la Vísperas con la oración de San Simeón y el saludo del Angel muestra el cumplimiento de la promesa de Dios acerca del Salvador.

Enseguida después de la finalización de las Vísperas, empiezan los Matutinos con la lectura de los Seis Salmos.

Matutinos.

La segunda parte de la Vigilia Pernocturna se denomina Matutinos la cual nos recuerda los tiempos del Nuevo testamento: la aparición de Nuestro Señor Jesucristo al mundo, para nuestra salvación, y para Su gloriosa Resurrección.

El inicio de la Matutinos inmediatamente nos recuerda el Nacimiento de Cristo. Comienza con la Doxologia o glorificación de los ángeles, con su aparición a los pastores en Belén: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, en los hombres buena voluntad."

Luego se leen los Seis Salmos, es decir seis salmos elegidos del Rey David (3, 37, 62, 87, 102 y 142), en los cuales están descriptos el estado pecaminoso de la gente con todas sus debilidades y tentaciones. La fervientemente expectación del hombre por su única esperanza, en la Misericordia de Dios, esta expresada acá. Aquellos que están rezando en la iglesia deben atender estos Salmos con suma reverencia y atención.

El diácono proclama la Letanía Mayor.

Se canta de una manera sonora y gozosa una corta canción en versos sobre la aparición de Jesucristo a la gente: "Dios es el Señor y se nos ha aparecido; bendito es el que viene en nombre del Señor." Esto afirma que Dios es el Señor y que se ha manifestado El Mismo a nosotros, y que Él Quien viene en la gloria del Señor es digno de glorificación.

A continuación se canta el tropario, o himno que particularmente honra y describe a la festividad, o al santo que se está conmemorando, y se leen dos kathismas, dos de las veinte secciones en las cuales esta separado el Salterio consecutivamente. La lectura de las kathismas así como de los Seis Salmos, nos llama a contemplar sobre nuestra situación de pecadores y basar toda nuestra esperanza en la Misericordia y ayuda de Dios. Al finalizar las kathismas el diácono proclama la Letanía Menor.

A continuación se celebra el Polielei. En griego significa "mucha Misericordia." Ya que el Polielei es la parte más solemne y festiva de los Matutinos y de la Vigilia pernocturna y expresa la glorificación de la Misericordia de Dios, manifestada hacia nosotros con la venida del Hijo de Dios a la tierra y Su cumplimiento de nuestra salvación del poder del diablo y de la muerte.

El Polielei se inicia con un solemne canto de los versos triunfantes:

Glorificad el Nombre del Señor; oh vosotros siervos, glorificad al Señor. ¡Aleluya! Bendito sea el Señor de Sión, que mora en Jerusalén. ¡Aleluya! Agradeced al Señor, ya que Es bueno, ya que Su Misericordia es por siempre. ¡Aleluya! Dad gracias al Dios de los Cielos, ya que Su Misericordia es por siempre. ¡Aleluya!

Durante el canto de estos versos, se encienden todas las luces y velas del templo, se abren las Puertas Reales, y el sacerdote, precedido por el diácono con un cirio, inciensa todo el templo como símbolo de veneración hacia Dios y Sus santos.

A continuación de estos cantos se entona, en vísperas del domingo, troparios especiales dominicales, es decir cantos de júbilo en honor a la Resurrección de Cristo. Ellos describen como los ángeles se le aparecieron a las Mujeres Miróforas cuando arribaron a la tumba de Cristo y les dijo sobre la Resurrección de Jesucristo.

En las otras grandes festividades, en vez de los troparios de Resurrección, se entona delante del icono de la festividad, la glorificación, es decir un corto verso de alabanza en honor de la festividad o del santo.

Luego de los troparios Resurrección o de la glorificación, el diácono proclama la Letanía Menor, que es seguido por el canto de los Himnos de Ascensión, alternadamente por dos coros. Hay tres antifonas para cada uno de los ocho tonos (el cuarto tiene cuatro); cada grupo es usado cada domingo, dependiendo del tono de la semana. Otros dí as festivos es usado la primera antifona del tono cuarto. A continuación el diácono dice el prokimen, y el sacerdote lee el Evangelio.

En el servicio en vísperas dominicales se lee el Evangelio acerca de la Resurrección de Cristo y de la aparición de Cristo a Sus discípulos, en cambio en las otras festividades se lee el Evangelio relacionado al hecho que se festeja o bien hacia la glorificación del santo.

Luego de la lectura del Evangelio, en vísperas dominicales se entona un canto solemne en honor a Cristo resucitado tomado de los Matutinos Pascuales: "Habiendo contemplado la Resurrección de Cristo, adoremos al santo Señor Jesús..."

El Evangelio se lleva al centro del templo y los fieles lo besan. En las otras festividades los fieles besan el icono de la festividad, y el sacerdote los unge con el santo óleo y les entrega pan bendecido durante la Litia.

Después del canto: "Habiendo contemplado la resurrección de Cristo..." se lee el salmo 50 y otros himnos pidiendo por la Misericordia del Señor, de la Madre de Dios y de los Apóstoles. A continuación el diácono lee la oración: "Salva, Dios, a Tu gente..." y luego el sacerdote exclama: "Por la Misericordia y compasión..." se inicia el canto del canon.

Se denomina canon a una serie de himnos compuestos en un orden determinado. "Canon" es una palabra griega que significa "reglamento." Un canon se divide en nueve partes (odas). El primero se denomina irmos, que significa "conexión" o "eslabón" y es cantado. El resto de los versos de cada oda, se denominan troparios, ahora son usualmente leí dos, aunque originalmente eran cantados con la Misma melodía que el irmos. El segundo canto del canon es incluido únicamente en la Gran Cuaresma dado su carácter de arrepentimiento.

Los compositores más notables de estos cánones fueron los santos Juan Damasceno, Cosme de Maiouma y Andrés de Creta quien escribió el Gran Canon de arrepentimiento usado en la Gran Cuaresma. La himnografía de estos compositores estuvo inspirada por los rezos y acciones de algunos grandes santos del Antiguo Testamento. Así en común ellos ahora solo son cantados durante la Gran Cuaresma. Cada oda debe ser precedida por la oda Bíblica sobre la cual cada oda del Canon esta basada. Las figuras conmemoradas para cada oda Bíblica, que se encuentra al final del Salterio, son el profeta Moisés (para el 1º y 2º irmos), la profetiza Ana, madre de Samuel (para el 3º irmos), el profeta Habbakuk (para el 4º), el profeta Isaías (para el 5º), el profeta Jonás (para el 6º), los tres jovencitos Hebreos (para el 7º y 8º), el sacerdote Zacarías, padre de San Juan el Precursor (para el 9º).

Antes del noveno, el diácono proclama: "¡Madre de Dios y Madre de la Luz, concédenos en los cantos magnificarte! y se inciensa el templo. El coro en ese momento entona el canto de Nuestra Señora: "Mi alma glorifica al Señor, y Mi espíritu se alegra en Dios, Mi Salvador..." Cada verso alterna con el tema central: "Eres más honorable que los Querubines e incomparablemente más gloriosa que los Serafines. Te glorificamos que diste a luz al Verbo Dios sin dejar de ser Virgen y que verdaderamente eres la Madre de Dios."

Al finalizar el canto de la Madre de Dios, el coro continúa con el irmos y el tropario de la oda novena del canon (9º canto).

Concerniente al canon los irmos nos recuerdan a los fieles los tiempos del Antiguo Testamento y hechos históricos de nuestra salvación que van acercando a nuestros pensamientos poco a poco al Nacimiento de Cristo. Los troparios narran los hechos del Nuevo Testamento y la historia de la Iglesia, presentan una serie de versos o himnos para la gloria del Señor y de la Madre de Dios, y también honran a la festividad que se celebra o al santo glorificado ese día.

En las fiestas mayores cada oda es concluida por una katavasia, palabra griega que significa "descenso," y el diácono proclama la Letanía Menor luego de las tercera, sexta y novena odas.

En vísperas de domingos, se alterna "Santo es el Señor nuestro Dios" con unos versos, y otro verso especial por la fiesta llamado Exapostilario, o "Himno de Luces."

Después se cantan los laudos o "alabanzas" (salmos 148, 149, 150), en los cuales toda la creación de Dios se la convoca para la glorificación del Señor: "Todo lo que respira que alabe al Señor."

Luego de los salmos de alabanza sigue la Gran Doxología. Las Puertas Reales se abren durante el canto del último stikhiri (el Teotokion del domingo) y el sacerdote exclama: "¡Gloria a Ti, que nos has mostrado la luz!" La gran doxología comienza: "Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra, en los hombres buena voluntad. Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te agradecemos a Ti por Tu gran gloria..." En la practica antigua de la Iglesia el canto de estos himnos precedían la primera luz del alba.

En la Gran Doxología agradecemos a Dios por la luz diurna y por la gracia de la Luz espiritual, es decir a Jesucristo por iluminar a la gente con Su enseñanza - Luz verdadera. Esta culmina con Triságeon y el tropario de la festividad. A continuación el diácono proclama dos letanías seguidas: Ferviente y Suplicante.

La Matutinos en la Vigilia pernocturna finaliza con la excensión. El sacerdote dirigiéndose a los fieles, dice: "Cristo nuestro verdadero Dios (los domingos, "Quien resucitóó de la muerte," por las oraciones de Su Purísima Madre, de los santos, gloriosos y alabados Apóstoles, de los santos y rectos Antecesores de Dios, Joaquín y Ana y de todos los santos, tenga piedad y nos salve, ya que es bueno y amante de la humanidad."

Como conclusión el coro entona una oración para que el Señor guarde por muchos años al Episcopado Ortodoxo, al obispo a cargo de la diócesis y a todos los cristianos ortodoxos. Enseguida después de esto se inicia la última parte de la vigilia nocturna - la Primera Hora.

Esta consiste de la lectura de tres salmos y varias oraciones en las cuales solicitamos a Dios que escuche nuestras voces a la mañana y guíe nuestras manos durante la continuación del día. Finaliza con el canto victorioso en honor a la Virgen María: "A Ti Líder Victoriosa..." El sacerdote proclama la excensión de la Primera Hora. Con esto finaliza la Vigilia pernocturna.

 

La Divina Liturgia

La Liturgia es el oficio más importante, ya que en ella se celebra el Santísimo Sacramento de la Comunión, como fue establecido por nuestro Señor Jesucristo en Jueves Santo, en vísperas de Su Pasión. Después que lavo los pies de Sus discípulos, para darles un ejemplo de humildad, el Señor elevo alabanzas a Dios Padre, tomo el pan, lo bendijo y lo partió dándoles a los Apóstoles, diciendo, Tomad, comed, este es Mi Cuerpo, que es partido por vosotros. Luego tomo una copa con vino tinto y también lo bendijo y se la dio a ellos con las palabras: Bebed de él todos, esta es Mi Sangre del Nuevo Testamento, que es derramada por vosotros y por muchos, para la remisión de los pecados. Y cuando ellos comulgaron de estos, el Señor les dio el mandamiento de realizar siempre este Sacramento: Haced esto en memoria Mia. (Mat. 26:26-28, Luc. 22:19, 1 Cor. 11:24).

Los Apóstoles celebraban la Santa Comunión de acuerdo al mandamiento y ejemplo de Jesucristo y enseñaron a todos los cristianos a practicar este Misterio grande y salvador. En los primeros tiempos el orden y la forma de celebrar la Liturgia fue transmitida oralmente, y todos los rezos e himnos sagrados fueron memorizados. Eventualmente, comenzaron a aparecer explicaciones escritas de la Liturgia apostólica. A medida que pasaba el tiempo, se agregaban nuevas plegarias, himnos y actos sagrados en varias iglesias y así la uniformidad de la practica fue perdida. Surgió la necesidad de unificar todos los ordenes existentes de la Liturgia y de reintroducir armonía en sus celebraciones. En el siglo cuarto, cuando culminaron las persecuciones romanas a los cristianos, fue posible restablecer un buen orden en la vida interna de la Iglesia a través de los Concilios Ecuménicos. San Basilio el Grande escribió y ofreció para uso general una forma de Liturgia, Mientras San Juan Crisóstomo compuso una versión reducida de la Liturgia de San Basilio. Estas Liturgias se basaron en la más antigua, adscripta a San Santiago Apóstol, el primer obispo de Jerusalén.

San Basilio el Grande, quien reposo en 379 D.C., fue arzobispo de Cesarea en Capadocia en Asia Menor. Él fue llamado "el Grande" por su gran esfuerzo ascético y su contribución literaria a la Iglesia de numerosas plegarias, escritos eclesiásticos y reglas.

San Juan Crisóstomo fue un arzobispo de Constantinopla. Fue llamado "Crisóstomo" (en griego "lengua de oro") por sus únicos dones retóricos con los cuales proclamaba la Palabra de Dios. Aunque el reposo en 402 d.C., en el exilio, muchos volúmenes de sus sermones y cartas quedan para edificarnos espiritualmente.

La Liturgia se describe con varios términos. "Liturgia" en griego significa "acción comunitaria o servicio" y quiere decir que el Santo Sacramento de la Comunión es el sacrificio reconciliante de Dios por la comunidad entera de fieles, vivos y muertos. Como la Comunión en griego es llamada "Evharistia" o "sacrificio de Agradecimiento" la Liturgia también se denomina "Eucaristía." Es también llamada "Cena Mística" o "Cena del Señor" ya que se acostumbra oficiarla cerca del mediodía, y el Cuerpo y Sangre de Cristo ofrecidos en el Misterio de la Santa Comunión son llamados así en la Palabra de Dios. (y Cor. 10:21; 11:20). En los tiempos apostólicos la Liturgia se refería como la partición del pan (Hechos 2:46). En la Liturgia se rememora la vida terrenal y enseñanzas de Jesucristo, desde Su Nacimiento hasta Su Ascensión, así como los beneficios que Él otorgó sobre la tierra para nuestra salvación.

El orden de la Liturgia es la siguiente. Primero se preparan los elementos para el Sacramento, después se preparan los fieles para el Sacramento, y finalmente el Mismo Misterio es celebrado y los fieles reciben la Comunión. La Liturgia esta dividida en tres partes:

      1. la Proscomidia.
      2. la Liturgia de los Catecúmenos.
      3. la Liturgia de los Fieles

La Proscomidia.

"Proscomidia" es una palabra griega que significa "ofrenda." La primera parte deriva su nombre de las antiguas costumbres cristianas de la gente de ofrecer pan y vino, y todo lo demás que fuera necesario para la Liturgia. De este modo el Mismo pan que se usa se llama 'prósfora' o 'ofrenda'. Este pan o prósfora debe ser levada, pura y hecha de harina de trigo. El Mismo Señor Jesucristo, para la celebración del Misterio de la Santa Comunión, uso pan levado, y no sin levadura, como esta claro en la palabra griega usada en el Nuevo Testamento. La prósfora debe ser redonda y formada de dos partes, una arriba de la otra, como una imagen de las dos naturalezas de Cristo, divina y humana. Sobre la zona plana de la parte esta impreso un sello de la Cruz, y en la cuatro secciones están formadas las iniciales griegas del nombre de "Jesucristo" IC XC, y la palabra griega NIKA, que significa "Jesucristo vence."

El vino usado en el Misterio debe ser de uva tinto, ya que su color recuerda el color de la sangre. El vino es mezclado con agua para recordarnos el costado penetrado del Salvador en la Cruz del cual broto 5000 hombres, un evento que dio a Jesucristo el significado para enseñar sobre el alimento espiritual, sobre la comida espiritual incorrupta que es otorgada en el Misterio de la Santa Comunión (Juan 6:22-58). Para la Comunión solo se usa una prósfora (el Cordero), de acuerdo con las palabras del Apóstol: "una hogaza de pan, nosotros, con ser muchos somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel Mismo pan" (1 Cor 10:17). De este modo esta prósfora debe corresponder en tamaño al numero de comulgantes.

Celebración de la Proscomidia.

En orden de preparar, de acuerdo al Tipicon eclesiástico, para la celebración de la Liturgia, el sacerdote y el diácono leen las "plegarias de entrada" ante las Puertas Reales cerradas y después entran al Santuario y se visten. Después en el Ofertorio el sacerdote bendice el comienzo de la Proscomidia, toma la primera prósfora, el Cordero, y con la lanza hace la señ al de la cruz sobre ella tres veces, diciendo las palabras, "En recuerdo de nuestro Señor Dios y Salvador, Jesucristo" Estas palabras significan que la Proscomidia es celebrada de acuerdo a los mandamientos de Jesucristo. Entonces el sacerdote corta un cubo del centro de esta prósfora con la lanza y pronuncia las palabras del Profeta Isaias, Él fue llevado como un cordero al matadero, y como oveja delante de los esquiladores, enmudeció y no abrió su boca; en Su soledad Su juicio fue sacado (Isaias 53:7-8).

Esta porción cubica de la prósfora se llama Cordero (Juan 1:29) y es puesta en la Patena. Después el sacerdote corta en forma cruciforme el lado inferior del Cordero Mientras dice las palabras, "es sacrificado el Cordero del mundo." El luego penetra el lado derecho del Cordero con la lanza, diciendo las palabras del Evangelista: Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero. (Juan 19:34). De acuerdo a estas palabras se vierte vino en el cáliz mezclado con agua.

De la segunda prósfora el sacerdote saca una porción en honor a la Madre de Dios y la ubica a la derecha del Cordero en la Patena. De la tercera prósfora, que es llamada "de los nueve rangos" se sacan nueve porciones en honor a los santos: San Juan Bautista, los profetas, los apóstoles, los jerarcas, los mártires, los santos monásticos, los no mercenarios, los padres de Dios, Joaquín y Ana, el santo celebrado ese día, y finalmente el santo de quien se celebra la liturgia ese día. Las porciones se ponen del lado izquierdo del Cordero sobre la Patena en tres filas de tres. De la cuarta prósfora se sacan porciones por los jerarcas, el clero y todos los vivientes y son puestas debajo del Cordero. De la quinta prósfora se saca por aquellos cristianos Ortodoxos que fallecieron, y son puestos debajo de aquellos que se removieron por los vivos. Finalmente, se sacan porciones de aquellas prósforas donadas por los fieles Mientras los nombres de los vivos y los muertos son leídos simultáneamente, por la salud, salvación y el reposo de los siervos de Dios. Estos son ubicados junto con las porciones de la cuarta y quinta prósfora. La tradición rusa es usar 5 prósforas separadas. Otras tradiciones como la griega es usar una o dos grandes de donde se sacan las porciones.

Al final de la Proscomidia el sacerdote bendice el incensario e inciensa, y luego de censar la Estrella él la coloca en la Patena sobre el Cordero y las porciones para preservar su orden. Cubre la Patena y el cáliz con dos lienzos pequeñ os con forma de cruz, y sobre ellos un velo grande llamado "arar." Luego inciensa los Santos Dones y reza para que el Señ or bendiga los dones ofrecidos, recordando a quienes los ofrecieron y aquellos por quienes son ofrecidos, y haga al sacerdote digno para la solemne ejecución del Divino Misterio.

Los instrumentos sagrados usados y los actos realizados en la Proscomidia tienen su significado simbólico. La Patena significa el pesebre en Belén y el Gólgota; la Estrella, la estrella de Belén y la Cruz; las Coberturas y el Velo, los pañ ales y la mortaja en la tumba del Salvador; el Cáliz, la copa en la cual Jesucristo santifico el vino; el Cordero preparado, el juicio, pasión y muerte de Jesucristo; Su penetración por la lanza, la penetración del Cuerpo de Cristo por uno de los soldados. El arreglo de todas las porciones en un cierto orden en la Patena significa el Reino de los Cielos completo cuyos Miembros son la Madre de Dios, los ángeles, todos los santos hombres que complacieron a Dios, todos los fieles cristianos Ortodoxos, vivos y muertos, y en el centro su cabeza, el Mismo Señor, nuestro Salvador. El incensar significa el sombreado por el Espíritu Santo, cuya Gracia se comparte en el Misterio de la Sagrada Comunión.

La Proscomidia es realizada por el sacerdote en voz baja en el Ofertorio cuando el santuario esta cerrado. Durante su celebración se leen las Tercera y Sexta Horas (y a veces la Novena) de acuerdo con el Horologion.

Liturgia de los Catecúmenos.

La segunda parte de la Liturgia es llamada así porque los catecúmenos, aquellos que se preparan para recibir el Santo Bautismo y los penitentes quienes temporalmente están excomulgados por graves pecados, están autorizados a participar en esta celebración.

El diácono, luego de recibir la bendición del sacerdote, sale del Altar y en el Amo, en forma fuerte pronuncia las palabras: "Bendice, Soberano" esto es, bendice para que comience el oficio y los fieles reunidos participen en una glorificación piadosa de Dios. El sacerdote en su primera exclamación glorifica la Santísima Trinidad: "Bendito es el Reino del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos." El coro responde con: "Amen" ("así sea"). El diácono entona la Letanía Mayor en la cual están enumeradas las distintas necesidades de los Cristianos y nuestros pedidos al Señor, al tiempo que el sacerdote en el Altar privadamente reza para que el Señ or Mire abajo a la iglesia y aquellos orando en ella y colmar sus necesidades. La Letanía Mayor comienza recordándonos que rezarle a Dios debemos estar "en paz," es decir, reconciliados con todos, no tener resentimientos, enojo, u hostilidad en contra de nadie. De acuerdo con la enseñanza del Salvador no debemos ofrecer dones a Dios si tenemos algo en contra de nuestro prójimo (Mat. 5:23-24). El bien mas alto por el cual uno debe orar es esta paz del alma y la salvación del alma: "por la paz de lo alto y la salvación de nuestras almas." Esta paz es esa serenidad de conciencia y sentimiento de regocijo que experimentamos cuando hemos Confesado concienzudamente y sido dignamente tomado la Santa Comunión, o ese asunto simpático por el bienestar de nuestros amigos cuando hicimos una buena obra. El Salvador otorgó esta paz a los Apóstoles durante Su despedida en la Cena Mística. (Juan 14:27). "Por la paz del mundo entero" pide que no haya disputas entre las naciones o razas del mundo entero.

Por el buen estado de las santas iglesias de Dios es una plegaria para que las Iglesia Ortodoxas en cada país pueda de forma firme y determinante, sobre las bases de la Palabra de Dios y los cánones de la Iglesia Universal, confesar la Santa Fe Ortodoxa, y "por la unión de todos" pide por que todas puedan formar un solo rebaño de Cristo (Juan 10:16).

Nosotros oramos "por este santo templo" que es el principal objetivo sagrado de la parroquia y debe ser el objetivo de especial cuidado por parte de cada parroquiano, para que el Señor la preserve del fuego, ladrones y otras desgracias, y que aquellos que entren en ella ("por aquellos que entran aquí") hagan lo mismo con fe sincera, reverencia y temor del Señ or.

Oramos por los patriarcas, metropolitanos, arzobispos y obispos porque fueron confiados con la supervisión completa de la pureza de la fe y la moral Cristianas, "por gobernantes píos" quienes preserven la libertad de la Fe Ortodoxa y el orden legal general para la vida en paz de todos los ciudadanos. "Por esta ciudad (o monasterio)" en la cual vivimos y trabajamos, y "por todas las ciudades, piases y los fieles que las habitan" también oramos por un espíritu de amor cristiano, por todas las otras ciudades, sus alrededores y todos los fieles que viven en ellas.

"Por un clima apropiado, abundancia de frutos de la tierra, y tiempos de paz." Nosotros rezamos por buen tiempo para que la tierra pueda producir sus frutos en abundancia que son necesarios para la nutrición de todos los habitantes de estos piases. Por tiempos pacíficos para que no haya enemistad o conflictos entre los ciudadanos que lo distraigan de sus labores pacificas y honorables. "Por los que viajan por mar, tierra y aire, por los enfermos, afligidos, los prisioneros y por su salvación," todas aquellas personas que más que otras necesitan la ayuda divina y nuestras plegarias.

Nosotros oramos "que seamos librados de toda tribulación, ira y necesidad." Luego rogamos al Señor que nos defienda y nos preserve no de acuerdo a nuestras necesidades o méritos, los cuales carecemos, sino solamente de acuerdo a Su Misericordia: "Ayúdanos, salvamos, ten piedad de nosotros, y guardados, oh Dios, con tu Gracia."

En las palabras finales de la Letanía, "llamado a la memoria" la Madre de Dios y todos los Santos, nos confiamos y rendimos nosotros Mismos y unos a otros a Cristo Dios para que Él nos guíe de acuerdo a Su sabia Voluntad. El sacerdote concluye esta Letanía con la exclamación: "Porque a Ti te pertenece toda gloria, honor y adoración, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos." Que contiene, de acuerdo con el ejemplo de la oración del Señor, la doxología o glorificación del Señor Dios.

Luego de la Letanía Mayor se cantan el salmo 102 ("Bendice alma mía al Señor...") y el 145 ("Glorifica alma mía al Señor...") separados por la Letanía Menor: "Una y otra vez en paz roguemos al Señor." Estos salmos describen las bendiciones otorgados por Dios al genero humano. EL corazón y el alma del hombre deben bendecir al Señor, Quien cura y purifica nuestras debilidades mentales y físicas y llena nuestros deseos con buenas cosas salvando nuestras almas de la corrupción. Así uno no debe olvidar todos Sus beneficios. El Señor es Misericordioso, compasivo y muy pacientísimo. Él mantiene la verdad a través de los siglos, emite Juicio sobre los que obran mal y alimenta al hambriento, libera al prisionero, ama al recto, recibe al huérfano y a la viuda y castiga al pecador.

Estos salmos son llamados los "Salmos Típicos" y son cantados "antifonalmente," alternando los versos entre dos coros. Estos salmos no son cantados en las fiestas del Señor sino son reemplazados por versos especiales de otros salmos que relatan los hechos que se celebran. Después de cada verso se canta el refrán: "Por las oraciones de la Madre de Dios, oh Salvador, sálvanos." Los versos de la segunda Antifona festiva dependen de la fiesta celebrada. Para la Natividad de Cristo cantamos: "Sálvanos, oh Hijo de Dios, Quien nació de la Virgen," para Teofania: "Quien fue bautizado en el Jordán" y "Quien resucito de la muerte" para Pascua. Todos concluyen con "sálvanos a quienes te cantamos a Ti. Aleluya."

La segunda Antifona es siempre seguida por el himno: "Oh Hijo Unigénito y Palabra de Dios, Quien eres inmortal, no te negaste para nuestra salvación encarnarte de la Santísima Madre de Dios y siempre Virgen María, y sin cambios te hiciste hombre. Tu Quien eres uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Espíritu Santo, Sálvanos." Este himno declara la enseñanza Ortodoxa de la Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, Jesucristo. Él es el Unigénito (uno en esencia) Hijo y Palabra de Dios, Cristo Dios, Quien siendo inmortal, se volvió humano sin cesar de ser Dios ("sin cambio" - se encarno) y acepto un cuerpo humano de la Santísima Madre de Dios y siempre Virgen María. Por Su crucifixión, con Su muerte venció nuestra muerte "pisoteando la muerte con la muerte," como una de las tres personas de la Santísima Trinidad, y es igualmente glorificado con el Padre y el Espíritu Santo.

Siguen la Letanía Menor y el canto de las Beatitudes Evangélicas (Mat. 5:3-12). Las Beatitudes indican las cualidades espirituales para la búsqueda cristiana de la Misericordia de Dios: humildad de espíritu (pobreza espiritual) y contrición concerniente a los pecados de uno, mansedumbre cuando somos atraídos cerca de la rectitud de Dios, pureza del corazón, compasión por nuestro prójimo, búsqueda de paz en toda situación, paciencia entre todas las tentaciones, y preparado para enfrentar deshonor, persecución y muerte por Cristo, confiando que como confesor de El, y por tales reglas ascéticas, uno puede esperar una gran recompensa en los Cielos. En las grandes fiestas en lugar de las Beatitudes Evangélicas, se canta el tropario festivo muchas veces con varios versos.

Durante el canto de las Beatitudes las Puertas Reales están abiertas para la Pequeñ a Entrada. Cuando están terminando el sacerdote toma el Santo Evangelio del Altar, se lo entrega al diácono y sale con el, quien lleva el Evangelio sagrado por la puerta norte al ambon. Esta entrada con el Santo Evangelio por el clero se denomina Pequeñ a Entrada para distinguirla de la siguiente Gran Entrada, y rememora la primera aparición de Jesucristo en el mundo, cuando comenzó Su predica universal. Luego de recibir la bendición del sacerdote, el diácono continua parado en las Puertas Reales y elevando el Evangelio hacia lo alto, en voz alta proclama "¡ Sabiduría! ¡ Estemos de pie!" Él entra al Santuario y coloca el Evangelio sobre el Trono. Esta exclamación recuerda a los fieles que deben pararse erectos (en el sentido literal de la palabra griega Orthi que es correctamente, o derecho) y estar atentos, manteniendo concentrados sus pensamientos. Ellos deben Mirar el Santo Evangelio como si fuera el Mismo Jesucristo Quien ha venido a predicar, y cantar fielmente "Venid, adoremos y prosternémonos ante Cristo; Sálvanos, Oh Hijo de Dios, que has resucitado de la muerte (o por la intercesión de la Madre de Dios, o Quien es maravilloso en Tus santos) quienes Te cantamos: Aleluya." El tropario y kondakio para el domingo, la fiesta, o el santo del día son cantados, Mientras el sacerdote reza en forma privada que el Padre Celestial Quien es glorificado por los Querubines y los Serafines, reciba de nosotros el himno (trisagio) angelical, perdone nuestros pecados, nos santifique y otorgue el poder de servirle rectamente. La conclusión de esta oración: "Porque Santo eres Tu, nuestro Dios..." es completado en voz alta.

El Himno Trisagio: "Santo Dios..." es entonces cantado. Aunque para la Natividad de Cristo, el Bautismo del Señ or, Pascua y Semana Radiante, y Pentecostés, como para Sábado Santo y Domingo de Lázaro cantamos: "En Cristo bautizasteis, en Cristo revestisteis: Aleluya." Este himno es cantado porque en tiempos de antiguos de la Iglesia, los catecúmenos recibían el Bautismo estos días. En la fiesta de la exaltación de la Cruz del Señ or (14 de septiembre) y el tercer domingo de la Gran Cuaresma (cuando se celebra la veneración de la Cruz) en lugar del Trisagio se canta: "Ante Tu Cruz, oh Soberano, nos postramos, y Tu Santa Resurrección glorificamos."

Luego se lee la Epístola del día, tanto del Libro de los Hechos de los Apóstoles, las siete epístolas universales de los Apóstoles o de las catorce epístolas del Apóstol Pablo, de acuerdo a un orden especial. Los fieles están preparados para oír atentamente la Epístola debido a las exclamaciones: "Atendamos," "Paz a todos," "Sabiduría" y el canto del prokimen, el cual es un verso corto especial que cambia con el día. Durante la lectura de la Epístola se inciensa como símbolo de la Gracia del Espíritu Santo por la cual los Apóstoles proclamaron al mundo entero las enseñ anzas de Jesucristo. Uno debe responder al incensar y a la exclamación del sacerdote: "paz a todos," con una reverencia, sin persignarse. Se canta tres veces "Aleluya" con entonaciones de versos especiales y se lee el "Evangelio" del día, también de acuerdo a especificaciones especiales. Esto es precedido por el canto de un jubiloso himno: "Gloria a Ti, Señ or, gloria a Ti," ya que para los cristianos fieles no puede haber palabras más regocijantes que aquellas del Evangelio concernientes a la vida, enseñanzas y Milagros del Señ or Jesucristo. La Epístola y el Evangelio deben escucharse con particular atención, con la cabeza inclinada. Es bueno que la gente se familiarice con las lecturas de antemano. Antes de que comiencen las lecturas uno debe persignarse y al concluir volverlo a hacer y reverenciar.

El Evangelio es seguido de la Letanía Ferviente cuando los fieles son invitados a rezar con un corazón puro y con todas las fuerzas del alma. "Digamos con toda nuestra alma y nuestra mente..." En dos de las peticiones nosotros rogamos al Señor que escuche nuestras plegarias y que tenga piedad de nosotros. "Oh Señor, Todopoderoso, Dios de nuestros Padres, te rogamos, escúchanos y ten piedad - Ten piedad de nosotros, oh Dios...." Luego siguen las fervientes suplicas por los patriarcas, metropolitanos, arzobispos, obispos, el obispo gobernante y "todos nuestros hermanos en Cristo" (todos los fieles cristianos), por los píos gobernantes, sacerdotes, hieromonjes y todo el clero oficiante de la Iglesia de Cristo. Por los benditos y siempre-recordados (siempre dignos de recordar) santos patriarcas Ortodoxos, píos reyes, fieles reinas rectas, y los fundadores del santo templo y todos los padres y hermanos ortodoxos que han fallecido, y están enterrados cerca o en todas partes. Es necesario rezar por los muertos en el amor cristiano que nunca falla, mas por los fallecidos ya que no hay mas arrepentimiento luego de la tumba, sino solo recompensa: vida bienaventurada o tormento eterno. La oración cristiana por ellos, buenas obras hechas en su memoria, y especialmente la ofrenda del Sacrificio incruento puede evocar la Misericordia de Dios, suavizar el tormento de los pecadores, y de acuerdo a la Tradición incluso liberarlos enteramente.

Rogamos también por piedad, que el Señor sea compasivo hacia nosotros, por vida, paz, salud, salvación y el perdón de nuestros pecados por la hermandad de este santo templo (los parroquianos). La ultima petición de la Letanía Ferviente se refiere a aquellos que son activos y hacen buenas obras en la santa iglesia local (la parroquia), aquellos que trabajan y cantan en ella y la gente presente que espera de Dios grande y abundante Misericordia. Aquellos que son activos y hacen buenas obras para el templo son aquellos fieles que proveen a la iglesia de todo lo que es necesario para el oficio divino (aceite, incienso, prósforas, etc). y contribuyen con las necesidades de la parroquia con sus bienes monetarios y materiales para la belleza y decoración de la misma. Para el sostén de aquellos que trabajan por ella, los lectores, cantantes, clero oficiante, y los que ayudan a los parroquianos pobres y proveen sustento cuando surgen otras necesidades comunes y morales.

La Letanía Ferviente es seguida por la Letanía especial para los Difuntos en que nosotros oramos por todos los padres y hermanos que han reposado. Nosotros pedimos a Cristo el Rey inmortal y nuestro Dios que perdone todos sus pecados, voluntarios e involuntarios, y para que les conceda un lugar de reposo y serenidad en las moradas de los rectos, y, admitiendo que no hay hombre que no haya pecado en su vida, nosotros le pedimos al Recto Juez que les conceda el Reino Celestial donde todos los rectos hallan la paz.

Se recita entonces la Letanía para los Catecúmenos, en la que nosotros le pedimos al Señor tener Misericordia de ellos y establecerlos en las verdades de la Fe Santa ("revele hacia ellos el Evangelio de rectitud") y los haga dignos del Santo Bautismo ("Los una a Su Santa Iglesia, Católica y Apostólica"). Durante esta letanía el sacerdote abre el Antimins en el Altar, y la letanía acaba con la exclamación: "que con nosotros ellos también puedan glorificar..."; en otros términos, que ellos (los catecúmenos) puedan junto con nosotros (los fieles) glorificar el todo-honorable y grande Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Entonces se solicita a los catecúmenos que se retiren del edificio de la iglesia: "Cuantos sois catecúmenos, salid..." Los Catecúmenos existen incluso hoy como las personas preparadas para hacerse Ortodoxas en todo el mundo, paganos (en China, Japón, Siberia, Africa), musulmanes, y judíos - así como los que vienen a la Iglesia Ortodoxa desde las tradiciones cismáticas y heréticas de las denominaciones Occidentales. Ellos tienen necesidad de la Misericordia de Dios, y por consiguiente nos obligan a orar por ellos. Estas palabras para los catecúmenos para partir de la iglesia también deben ser una advertencia para nosotros, aun cuando no haya ningún catecúmeno real entre nosotros. Ya que, los bautizados, frecuentemente pecamos y a menudo sin arrepentimiento estamos presentes en la iglesia, faltando la preparación requerida y teniendo hostilidad en los corazones y envidia contra nuestros compañeros. Por consiguiente, con las palabras solemnes y amenazantes, "catecúmenos salid," nosotros como indignos debemos examinarnos estrechamente y ponderar nuestra indignidad, pidiendo perdón a nuestros enemigos personales, a menudo imaginados, y pedir el perdón de nuestros pecados al Señor Dios con la firme resolución de mejorar.

La Liturgia de los Fieles empieza con las palabras, "Cuantos sois fieles, una y otra vez en paz, roguemos al Señor."

La Liturgia de los Fieles.

Esta tercera parte de la Liturgia se llama así porque sólo se permite estar presente a los fieles durante su celebración - aquéllos ya bautizados. Puede ser dividido en las siguientes secciones: 1) la transferencia de los Dones honrados de la Mesa de Oblación a la Mesa Santa, 2) la preparación de los fieles para la consagración de los Dones, 3) la consagración (la transformación) de los Dones, 4) la preparación de los fieles para la Comunión, 5) la Comunión, y 6) la acción de gracias para la Comunión y la Despedida.

La Gran Entrada.

Siguiendo la demanda para los catecúmenos de partir de la iglesia se proclaman dos letanías cortas, y se canta el Himno de los Querubines: "Nosotros que representamos Místicamente a los Querubines, y cantamos a la Trinidad Vivificadora el Himno tres veces santo, apartemos ahora toda solicitud mundana. Para recibir al Rey de todos, invisiblemente escoltado por las jerarquías de ángeles. Aleluya."

Las palabras del original griego para "invisiblemente escoltado" significa literalmente, "afectado arriba como las lanzas." Esto se refiere a una práctica antigua cuando una nación, deseando glorificar a su rey o líder de guerra solemnemente, lo sentaba en sus escudos, y levantándolo hacia lo alto lo llevaban ante el ejército y a través de las calles de la ciudad. Como los escudos se llevaban a lo alto sobre las lanzas, así parecería que el líder triunfante se llevaba sobre sus lanzas.

El Himno de los Querubines recuerda a los fieles que ellos ahora han dejado atrás cada pensamiento de la vida diaria, y ofreciéndose como una semejanza de los Querubines, se encuentran cerca de Dios en el Cielo y, junto con los ángeles, cantan el himno tres veces santo en alabanza a Dios. Antes del Himno de los Querubines las Puertas Reales se abren y el diácono realiza el incensado, Mientras el sacerdote en las oraciones privadas pide al Señor que Él purifique su alma y corazón de una conciencia mala y que por el poder del Espíritu Santo lo haga digno de ofrecer a Dios los Dones que se han presentado. Entonces el sacerdote, con el diácono, tres veces dicen las palabras del Himno de los Querubines calladamente, y los dos proceden a la Mesa de Oblación para la transferencia de los preciosos Dones de la Mesa de Oblación a la Mesa Santa. El diácono, con el Arar en su hombro izquierdo, lleva la Patena en su cabeza, Mientras el sacerdote lleva el Cáliz en sus manos.

Dejando el Altar por la puerta norte, mientras el coro canta "Apartemos ahora toda solicitud mundana..." ellos paran en el ambon, enfrentando a las personas. Conmemoran a los patriarcas, metropolitanos, arzobispos, el obispo gobernante local, el clero, monásticos, los fundadores de la iglesia (o monasterio) y los Cristianos Ortodoxos que están presentes. Ellos se vuelven entonces y entran en el Altar a través de las Puertas Reales, ponen los Dones preciosos en la Mesa Santa, sobre el Antimins abierto, y los cubre con el Arar. Cuando el coro acaba el Himno de los Querubines las Puertas Reales y la cortina se cierran. La Gran Entrada simboliza el paso solemne de Jesucristo a Su sufrimiento voluntario y muerte por la crucifixión. Los fieles deben estar de pie durante este tiempo con las cabezas arqueadas y deben orar para que el Señor los recuerde a ellos y a todos sus cercanos en Su Reino. Después de que el sacerdote dice las palabras, "y a todos ustedes Cristianos Ortodoxos, quiera el Señor Dios recordarlos en Su reino," uno debe decir suavemente, "Que el Señor Dios recuerde su sacerdocio en Su Reino, ahora y siempre y por los siglos de los siglos."

La preparación para la сonsagración de los Preciosos Dones.

Siguiendo la Gran Entrada esta la preparación de los fieles para que ellos puedan ser dignos de estar presente durante la consagración de los Dones que se han preparado. Esta preparación empieza con la Letanía de Intercesión, "Completemos nuestra oración al Señor" por "los Preciosos Dones que han sido ofrecidos," para que ellos puedan ser agradables al Señor. Al Mismo tiempo el sacerdote ora privadamente que el Señor los santifique con Su Gracia. Nosotros oramos entonces para que el Señor nos ayude a que pasemos el día entero en perfección, eso es, santo, pacífico, y sin pecado, y que Él nos envíe un ángel guardián como guía fiel en el camino de verdad y bondad, manteniendo alejado cada mal de nuestras almas y cuerpos. Pedimos que Él perdone y se olvide de nuestros pecados accidentales así como nuestras transgresiones frecuentemente repetidas, que nos conceda todo lo bueno y beneficioso para el alma y no esas cosas que satisfacen nuestras pasiones destructivas, y que todas las personas puedan vivir y trabajar en paz y no en la enemistad y el conflicto mutuamente destructivo. Que podamos pasar el resto de nuestras vidas en paz con nuestros vecinos y con nuestra propia conciencia y en contrición por los pecados que hemos cometido. Que nos conceda un fin cristiano a nuestras vidas, es decir, que podamos confesar y recibir los Santos Misterios de Cristo antes de nuestro reposo. Pedimos un final de nuestras vidas pacífico, con paz en el alma y conciliación con nuestro prójimo. Finalmente, rogamos que el Señor nos considere dignos de dar una buena respuesta y sin temor en Su Terrible Juicio.

Para estar presente merecidamente en la celebración de los Santos Misterios, lo siguiente es absolutamente necesario: paz del alma, amor mutuo y verdadera (Ortodoxa) Fe que une a todos los fieles. Por consiguiente, después de la Letanía de Intercesión, el sacerdote al bendecir a las personas, dice "Paz a todos." Aquellos que oran expresan el Mismo deseo de sus almas con las palabras, "Y con tu espíritu." Entonces él exclama, "Amémonos los unos a los otros para que unanimidad confesemos... "y el coro canta, "Al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, Trinidad, consubstancial e indivisible." Esta contestación nos indica Quién debe ser confesado en unanimidad para recitar el Credo de una manera digna.

Entonces viene la exclamación, "Las puertas, las puertas atendamos con sabiduría." El Símbolo de la Fe (el Credo) se canta entonces o lee, en el cual breve, pero exactamente, esta asentada nuestra fe en la Santísima Trinidad y las otras verdades principales de la Iglesia Ortodoxa. En este momento la cortina detrás de las Puertas Reales se abre y el celebrante alza el Arar de los Preciosos Dones, y suavemente hace olas encima de ellos en expectativa del descenso del Espíritu Santo. Las palabras "Las puertas, las puertas" en tiempos antiguos les recordaban a los porteros que Miraran cuidadosamente a las puertas de la iglesia en que ninguno de los catecúmenos o incrédulos entrara. Hoy estas palabras le recuerdan a los fieles que cierren las puertas de sus almas contra el ataque de los pensamientos. Las palabras, "Atendamos con sabiduría," indican que nosotros debemos estar atentos a las verdades de la fe Ortodoxa como dice el Credo.

De este punto, el fieles no deben dejar la iglesia hasta el final de la Liturgia. Los Padres condenan la transgresión de este requisito, escribiendo en el noveno Canon Apostólico, "todos los fieles que dejan la iglesia... y no permanecen en la oración hasta el final, como ser aquellos que introducen desorden en la iglesia, deben separarse de la comunidad de la iglesia." Después del Símbolo de la Fe el sacerdote exclama, "Estemos respetuosamente, estemos con temor, atendamos para ofrecer en paz la Santa Oblación," dirigiendo la atención de los fieles al hecho de que ha llegado el tiempo de ofrecer "santa oblación," o sacrificio. Es tiempo de celebrar el Santo Misterio de la Eucaristía, y desde este momento uno debe estar de pie con reverencia especial y atención. El coro responde entonces, "La Misericordia de la paz, el sacrificio de la alabanza." Nosotros ofrecemos con gratitud por la Misericordia de la paz celestial concedida a nosotros por el único sacrificio que nosotros podemos, el de la alabanza. El sacerdote bendice a los fieles con las palabras, "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre, y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros." Sus próximas palabras, "Hacia lo alto elevemos los corazones," nos convoca a presentarnos reverentes ante Dios. El coro responde con reverencia en el nombre de aquellos que ora, "Los tenemos elevados al Señor," afirmando que nuestros corazones ya están esforzándose y aspirando al Señor.

La Consagración de los Dones.

El acto del Santo Misterio de la Comunión comprende la porción principal de la Liturgia. Empieza con las palabras del sacerdote, "Agradecemos al Señor." Los fieles expresan su gratitud al Señor por Su Misericordia reverenciándolo, Mientras el coro canta, "es digno y correcto postrarse ante el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, Trinidad, consubstancial e indivisible." Orando silenciosamente, el sacerdote ofrece una oración eucarística (una de acción de gracias), glorificando la perfección infinita de Dios, dando gracias al Señor por la creación y redención de la humanidad y por Su Misericordia, en las formas conocida y desconocida, y por el hecho de que Él nos haga dignos de ofrecerle este sacrificio incruento, aunque los seres más altos, los arcángeles, los ángeles, los Querubines y Serafines están de pie ante Él "Entonando el Himno de la victoria, cantando, proclamando, llamando y diciendo" Éstos ultimas palabras del sacerdote se dicen en voz alta y el coro procede con el himno descripto cantando el himno angélico, "Santo, santo, santo, Señor de Sabaoth, llenos están los cielos y la tierra de Tu gloria." Entonces el coro agrega a este himno que es llamado "el Himno Seráfico," la exclamación con que las personas saludaron la entrada del Señor en Jerusalén, "Hosanna (una expresión hebrea de buena voluntad: ¡salva, o ayuda, Oh Dios!) en las alturas. Bendito Él que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas" Las palabras, "cantando el himno de la victoria," se toma de las visiones del Profeta Ezequiel (1:4-24) y el Apóstol Juan el Teólogo (Apoc. 4:6-8). En ambas visiones ellos vieron el trono de Dios rodeado por los ángeles en la forma de una águila (cantando), un toro (proclamando), un león (llamando) y un hombre (diciendo) quienes continuamente estaban exclamando, "Santo, santo, santo, Señor Dios de los Ejércitos."

El sacerdote continúa la oración de la eucaristía que glorifica la benevolencia y el amor infinito de Dios que fue manifiesta en la venida a la tierra del Hijo de Dios. En recuerdo de la Cena Mistica, cuando el Señor estableció el Misterio de la Santa Comunión, pronuncia las palabras del Salvador que Él dijo al instituir el Santo Misterio, "Tomad, comed; éste es Mi Cuerpo que por vosotros es partido para el perdón de los pecados" y "Bebed de él, todos": esta es Mi Sangre del Nuevo Testamento que por vosotros y por muchos es derramada para el perdón de los pecados." El sacerdote entonces inaudiblemente recuerda el mandamiento del Salvador para realizar este Misterio, glorifica Su pasión, muerte y resurrección, ascensión, y Su segunda venida, y entonces en voz alta dice, "Estos Dones que son Tuyos, te ofrecemos por todos y por todo" por todos los Miembros de la Iglesia Ortodoxa y por la Misericordia de Dios.

El coro canta entonces despacio, "Te cantamos, te bendecimos, te damos gracias, ¡Oh Señ or! y a Ti oramos, oh Dios nuestro!" Mientras el sacerdote en oración privada le pide al Señor que descienda el Espíritu Santo sobre los presentes y sobre los Dones ofrecidos y que los santifique. Con voz doMinada lee el tropario de la Tercera Hora, "Oh Señor que en la hora tercia enviaste Tu Santísimo Espíritu a Tus Apóstoles, no lo retires de nosotros, Oh Bueno, sino renuévanos a los que a Ti oramos." El diácono pronuncia el duodécimo verso del Quincuagésimo Salmo, "Crea en Mi, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu recto dentro de Mi."

Entonces el sacerdote lee de nuevo el tropario de la Tercera Hora, y el diácono pronuncia el próximo verso del Mismo salmo, "No me apartes de Tu rostro y no quites de Mi Tu Espíritu Santo." El sacerdote lee el tropario por tercera vez. Bendiciendo el Cordero en la Patena, él dice, "Y haz de este Pan el precioso Cuerpo de Tu Cristo." Bendiciendo el vino en el Cáliz, él dice, "Y de lo que está en este Cáliz, la preciosa Sangre de Tu Cristo." Después de cada bendición el diácono dice, "Amén." Finalmente, bendiciendo el pan y vino juntos el sacerdote dice, "Al convertirlos con Tu Espíritu Santo." De nuevo el diácono dice, "Amén, amén, amén." En este gran y sagrado momento el pan y el vino se convierten en el verdadero Cuerpo y verdadera Sangre de Cristo. El sacerdote hace una postración completa a tierra ante los Santos Dones como ante el Mismo Rey y Dios. Éste es el momento más importante y solemne de la Liturgia.

Después de la santificación de los Santos Dones el sacerdote en oración privada le pide al Señor que, para aquellos que participan de los Santos Dones, sirvan "para la sobriedad del alma (es decir, que puedan fortalecerse en cada buena obra), el perdón de los pecados, la comunión de tu Espíritu Santo, y la plenitud del Reino de los Cielos, para que obtengan confianza ante Ti y no para juicio o condenación." Él recuerda aquéllos para quien el Sacrificio se ofrece, porque los Santos Dones se ofrecen al Señor Dios como un Sacrificio de Acción de gracias por todos los santos.

Entonces el sacerdote recuerda especialmente a la Santísima Virgen María y dice en voz alta, "Principalmente por la Santísima, Purísima, Bienaventurada, Gloriosa Soberana nuestra, la Madre de Dios y siempre Virgen María," al cual los fieles responden con el himno laudatorio en honor de la Madre de Dios, "Verdaderamente es digno." (Durante la Santa Pascua y las doce grandes fiestas, hasta su terMino, en lugar de "Verdaderamente es digno..." se canta un himno especial que es el noveno irmos del canon festivo de los Matutinos con sus estribillos apropiados). El sacerdote en este momento ora privadamente para los difuntos, y empezando la oración por los vivos dice voz alta, "En primer lugar, recuerda, Oh Señor, al episcopado Ortodoxo..." es decir, los más santos patriarcas Ortodoxos Orientales y la jerarquía gobernante. Los fieles responden, "Y de todos y de todo." La oración para los vivientes finaliza con la exclamación del sacerdote, "Y concédenos que con una sola boca y un solo glorifiquemos y alabemos Tu honorabilísimo Nombre, ¡oh! Padre, Hijo, y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos." Después de esto él da su bendición a todos los presentes, "Y que las Misericordias de nuestro Gran Dios y Salvador, Jesucristo, esté con todos vosotros."

La preparación del fieles para Comunión.

Esta sección empieza con la Letanía Suplicante, "Habiendo recordado todos los Santos, una y otra vez roguemos en paz al Señor... Por los preciosos Dones ofrecidos y consagrados... Para que nuestro Dios que ama a la humanidad al recibir estos Dones en Su santo, celestial y Mistico Altar en olor de fragancia espiritual, nos envíe su Gracia y el don del Espíritu Santo..." Entonces vienen las peticiones usuales de la Letanía Suplicante que acaba con la exclamación del sacerdote "Y haznos dignos, Oh Soberano, de que confiadamente y sin reproche, nos atrevamos a invocarte a Ti, Dios Padre celestial, y decir." El coro canta el "Padre Nuestro..." y en algunas iglesias todos los presentes cantan esta oración juntos.

Entonces sigue la dádiva de paz y el arqueado de la cabeza de uno durante el cual el sacerdote ora al Señor para que Él santifique a los fieles y les permita que participen sin condenación de los Santos Misterios. En este momento el diácono, estando de pie en el ambon, toma el orarion de su hombro y ciñ iendos con él en un modelo cruciforme, para: 1) sirve al sacerdote libre de gravamen durante la Comunión y 2) para expresar su reverencia a los Santos Dones representando a los Serafines que, cuando ellos rodean el Trono de Dios, cubren sus caras con sus alas (Is. 6:2-3). Durante la exclamación del diácono, "Estemos atentos," la cortina está cerrada y el sacerdote alza el Cordero Santo sobre la Patena y de forma audible proclama, "Lo Santo para los Santos." Esto significa que los Santos Dones sólo pueden darse al "santo," es decir, los fieles que se han santificado con la oración, ayunando y el Misterio de Arrepentimiento.

En el reconocimiento de su indignidad, los cantores, en el nombre de los fieles, exclaman, "El único Santo, el único Señor, Jesucristo, para gloria de Dios Padre. Amén." Los fieles que piensan venir a la Sagrada Comunión deben asistir al servicio de Vigilia de antemano en la iglesia y deben leer en casa "El Orden de Preparación para la Sagrada Comunión."

La Comunión.

Después sigue la comunión del clero oficiante en el Santuario. El sacerdote divide el Cordero Santo en cuatro partes, y comulga él y luego da los Santos Misterios al diácono. Después de la comunión del clero, se ponen las porciones pensadas para la comunión de los laicos en el Cáliz. Durante la comunión del clero se cantan varios versos de los salmos llamados "versos de la Comunión," seguidos por varios himnos relacionados a la fiesta, o se leen las Oraciones antes de la Comunión.

Las Puertas Reales se abren entonces en preparación de la comunión de la laicidad fiel, y el diácono con el sagrado Cáliz en sus manos llama afuera, "Con temor de Dios y fe acercaos." Las Puertas Reales abiertas son simbólicas de la tumba abierta del Salvador, y el traer los Santos Dones la aparición de Jesucristo después de Su Resurrección. Después de reverenciar al Santo Cáliz como ante el Mismo Salvador resucitado, el coro, como representantes de los fieles, canta, "Bendito Él que viene en nombre del Señor. Dios es el Señor y se nos ha aparecido." Aquellos fieles que comulgan, "con temor de Dios y fe," hace una inclinación preliminar al Santo

Cáliz y después escucha calladamente la oración antes de la Comunión, "Creo, Señor y confieso..." en la cual ellos confiesan su fe en Jesucristo como el Hijo de Dios, el Salvador de pecadores, su fe en el Misterio de la Comunión por la cual, en forma visible de pan y vino, reciben el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo como una prenda de vida eterna y el Misterio de la Comunión con Él. Piden ser dignos de compartir sin condenación de los Sagrados Misterios para el perdón de los pecados, no sólo prometiendo no traicionar a Cristo, como hizo Judas, sino incluso en medio de los sufrimientos de la vida para estar como el ladrón sabio, y firme y audazmente confesar su fe. Después de hacer una postración completa - si no es un domingo - el fiel da un paso adelante y sube al ambon. Para mantener el orden y reverencia uno no debe dejar su lugar, ni es apropiado impedir o avergonzar a otros con el deseo de ser el primero.

Igualmente, uno no debe ser demasiado cauto y temeroso, sino debe caminar adelante con gratitud y serenidad de fe. Cada uno debe recordar que él es el primero entre los pecadores, pero que la Misericordia del Señor es infinita.

Con las manos de uno cruzadas en el pecho debe caminar adelante hacia las Puertas Reales para la Comunión y, sin hacer la señal de la Cruz cerca del Cáliz, recibir la Comunión de la cuchara en las manos del sacerdote. Después de recibirla, uno besa el lado del Cáliz, de nuevo sin hacer la señal de la Cruz, para que el Cáliz no sufra ningún golpe accidentalmente.

Los niños son animados a tomar a menudo la Comunión desde su infancia más temprana, en el nombre de la fe de sus padres y educadores de acuerdo con las palabras del Salvador, Dejad que los niños pequeños vengan Mi y Bebed de él, todos. Los niños menores de siete se permite tomar la Comunión sin la confesión, ya que ellos no han alcanzado la edad de responsabilidad o discerniMiento.

Luego de la Comunión, los comulgantes se alejan de las Puertas Reales a la mesa pequeña apartada especialmente, en el centro de la iglesia en la que hay una mezcla de agua y vino junto con algunas porciones pequeñas de prósfora que ellos beben y comen para que ninguno de los Santos Dones permanezcan en la boca sino se lavan. Después de la comunión de la laicidad, el sacerdote pone todas las partículas tomadas de la prósfora ofrecida en el Santo Cáliz con una oración para que el Señor purifique con Su Sangre los pecados de todos aquellos conmemorados a través de las oraciones de los santos. Él bendice la congregación con las palabras, "¡Salva, Oh Dios! a Tu pueblo (aquéllos que creen en Ti) y bendice Tu heredad," (aquéllos quien te pertenecen, la Iglesia de Cristo). En contestación el coro canta, "Hemos visto la verdadera Luz, hemos recibido el Espíritu Celestial, hemos encontrado la verdadera fe, adoramos a la Trinidad Indivisible: Porque Ella nos ha salvado." Esto significa que nosotros hemos visto la verdadera luz, después de haber lavado nuestros pecados en el Misterio del Bautismo, subsecuentemente nos llamamos hijos de Dios por la Gracia, hijos de la Luz. Nosotros hemos recibido el Espíritu Santo por medio de la Sagrada Crispación, nosotros confesamos la verdadera Fe Ortodoxa y adoramos a la Trinidad indivisible, porque Ella nos ha salvado. El diácono toma la Patena del sacerdote que se lo da a él de la Mesa Santa y levantándolo ante él lo escolta a la Mesa de Oblación, Mientras el sacerdote toma el Cáliz Santo y bendice a los fieles con la exclamación, "En todo tiempo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos" entonces de la Misma forma lo lleva a la Mesa de Oblación. Esta ultima elevación y presentación de los Santos Dones a la congregación, su levantamiento a la Mesa de Oblación, y la exclamación, es para recordarnos la Ascensión del Señor Jesucristo los Cielos y Su promesa de permanecer en la Iglesia durante todo el tiempo hasta el fin de los siglos (Mat. 28:20).

Acción de gracias para Comunión y la despedida.

Reverenciando a los Santos Dones por última vez, como al Mismo Señor Jesucristo, los fieles expresan sus gracias al Señor por la Comunión de los Santos Misterios. El coro canta el himno de gratitud, "Que nuestra boca se llene con Tu alabanza Señor, para que cantemos Tu Gloria, porque nos concediste que comulguemos Tus Santos, Divinos, Inmortales y Vivificadores Sacramento, para instruirnos todo este día en Tu Verdad. Aleluya."

Habiendo exaltado al Señor porque Él nos ha juzgado dignos de compartir de los Divinos e inmortales y vivificadores Misterios, nosotros le pedimos que nos conserve en la santidad que hemos recibido a través del Santo Misterio de la Comunión, que podamos contemplar en la rectitud de Dios a lo largo del día entero. Siguiendo esto, el diácono entona la Letanía Pequeña, "¡Atendamos! Los que hemos recibido los divinos, santos purismos, inmortales, celestiales, vivificadores y temibles Sacramentos de Cristo, demos dignamente gracias al Señor."

Habiendo pedido Su ayuda para vivir el día entero en la santidad, paz, y sin pecado, él nos invita a consagrarnos a nosotros Mismos y nuestras vidas a Cristo Dios. El sacerdote, plegando al Antimins y poniéndolo en el Evangelio, exclama, "Porque Tu eres nuestra santificación, y Te elevamos gloria, ¡oh! Padre, Hijo, Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos." Y entonces él agrega, "Salgamos en paz."

Esto indica que la Liturgia ha concluido y que uno debe dejar la Iglesia a paz con todos. El coro en el nombre de todos canta, "En el nombre del Señor," es decir, nosotros vamos adelante con la bendición del Señor. El sacerdote sale entonces a través de las Puertas Reales y se para enfrentando el Altar delante del Ambon y lee el "la Oración ante el Ambon," en la que él pide de nuevo que el Señor salve a su pueblo y bendiga Su heredad, santifique aquéllos que aman el esplendor del edificio de la iglesia, y no prive a todos aquellos que esperan en Su Misericordia, conceda paz al mundo, a los sacerdotes, a los gobernantes fieles, y a toda la humanidad. Esta oración es una versión condensada de todas las letanías proferidas a lo largo de la Divina Liturgia.

Después de la conclusión de la oración ante el ambon los fieles se consagran a la voluntad de Dios con la oración del Salmista "Bendito sea el Nombre del Señor, desde ahora y hasta el fin de los siglos."

A menudo a estas alturas se da un sermón pastoral, basado en la Palabra de Dios, para el esclarecimiento espiritual y edificación de las personas. El sacerdote ofrece una último bendición entonces, "La bendición del Señor sea sobre vosotros, por Su gracia y amor a la humanidad, ahora y siempre y por los siglos de los siglos" y da gracias a Dios, "Gloria a Ti, oh! ¡Cristo Dios! esperanza nuestra, gloria a Ti."

Volviéndose a las personas y persignándose con la señal de la Cruz que las personas también deben hacer, el sacerdote profiere la Despedida, "Cristo nuestro verdadero Dios..." En la Despedida, después de que el sacerdote conmemora las oraciones por nosotros por la Madre de Dios, el santo de la iglesia, los santos cuya memoria es celebrada en ese día, los rectos antepasados de Dios, Joaquín y Ana (los padres de la Madre de Dios), y todos los santos, él expresa la esperanza de que Cristo el verdadero Dios, tenga Misericordia y nos salve ya que Él es bueno y ama a la humanidad. Él camina hacia el fondo del ambon y sostiene la Santa Cruz para que los fieles la veneren y distribuye el antidor, los restos de prósfora que están cortados en pedazos pequeños. En un modo ordenado los fieles proceden a besar la Cruz como un testigo a su fe en el Salvador, en memoria de Quien se celebro la Divina Liturgia. El coro canta una oración corta para la preservación durante muchos años de los santos patriarcas Ortodoxos, el obispo gobernante, los parroquianos y todos los Cristianos Ortodoxos.

La Liturgia de San Basilio el Grande.

La Liturgia de San Basilio el Grande en su contenido y orden es casi idéntica a la Liturgia de San Juan Crisóstomo. Las únicas diferencias son las siguientes:

1) las oraciones que el sacerdote lee privadamente en el altar, sobre todo el del Canon Eucarístico, son significativamente más largas, y por consiguiente el canto para esta Liturgia es de duración más larga.

2) las palabras del Salvador por las cuales Él instituyó el Misterio de la Santa Eucaristía son como sigue, "Él dio a Sus santos discípulos y apóstoles, diciendo: Tomad, comed; éste es Mi Cuerpo que es partido por vosotros para el perdón de los pecados." Y después, "Lo dio a Sus santos discípulos y apóstoles, diciendo: Bebed de él todos: esta es Mi sangre del Nuevo Testamento que por vosotros y por muchos es derramada para el perdón de los pecados."

3) en lugar del himno, "Verdaderamente es digno bendecirte..." se canta un himno especial en el honor a la Madre de Dios, "En Ti, ¡oh llena de gracia! se alegra toda la creación, el concilio de los ángeles y él género humano..."

Además de esto, cuando la Liturgia de San Basilio es celebrada el Gran Jueves Santo, el Himno de los Querubines se reemplaza por "De Tu Mística cena, ¡oh Hijo de Dios!" y el Gran Sábado Santo: "Que enmudezca toda carne humana." La Liturgia de San Basilio se celebra sólo diez veces a lo largo del año, en la víspera de las fiestas del Nacimiento de Cristo y Teofania (o en las mismas fiestas si ellas caen en domingo o lunes), el primero de enero (se conmemora el día de San Basilio), en los cinco domingos de Gran Cuaresma (excluyendo Domingo de Ramos), y en Jueves y Sábado Santos de la Semana de la Pasión.

La Liturgia de los Dones Presantificados.

La característica distintiva de la Liturgia de los Dones Presantificados es que el Canon Eucarístico no se oficia durante su celebración sino que los fieles se comulgan con "los Dones Presantificados," Dones que se consagraron antes en otra Liturgia tanto de San Basilio el Grande o San Juan Crisóstomo.

Esta se origino en los primeros siglos de la Cristiandad. Los primeros cristianos tomaban la Comunión frecuentemente, algunos incluso durante la semana. No obstante, era considerado impropio servir una Liturgia completa en días de ayuno estricto, ya que eran días de pesar y contrición por los pecados.

Como la Liturgia es la más magnificente de todos los oficios de la iglesia, para darle a los fieles la oportunidad de recibir la Santa Comunión en días de ayuno en la mitad de la semana, sin destruir el carácter de los oficios de la Gran Cuaresma, ellos fueron provistos con los Dones consagrados antes. Por esta razón el oficio de los Dones Presantificados fue introducido en los servicios de la Gran Cuaresma. El orden definitivo de esta Liturgia fue escrito por San Gregorio el Dialoguista, Papa de Roma en el siglo sexto.

La Liturgia es celebrada los Miércoles y Viernes de las primeras seis semanas de la Gran Cuaresma, el Jueves de la quinta semana, cuando se conmemora el Gran Canon de San Andrés, el 24 de febrero, la conmemoración del Primer y Segundo hallazgo de la Cabeza de San Juan Bautista, a veces el 9 de Marzo, el día de los 42 mártires de Sebastia, si cae un día de ayuno, y no en sábado o domingo; y en los tres primeros días de la Semana de la Pasión (Lunes, Martes y Miércoles Santos).

La Liturgia de los Dones Presantificados se oficia luego de la lectura de las Horas Cuaresmales y consiste de Vísperas junto con la Liturgia de los Fieles, con la omisión de la parte central, la santificación de los dones.

Se agrega una kathisma a cada una de las Horas tal que el Salterio se lea dos veces durante la semana en vez de una vez como usualmente.

Luego de la kathisma el sacerdote deja el altar y lee el Tropario de cada Hora enfrente a la Puertas Reales con sus versos correspondientes, y hace postraciones apropiadas Mientras el coro canta este tropario tres veces.

En el tropario de la Tercera Hora pedimos al Señor que no nos quite, debido a nuestros pecados, el Espíritu Santo que El envío sobre sus discípulos.

En el tropario de la Sexta Hora rogamos a Cristo, Quien soportó voluntariamente la crucifixión en la Cruz por nosotros pecadores, que perdone nuestros pecados.

En el tropario de la Novena Hora suplicamos a Cristo, Quien murió por nosotros, que mortifique los movimientos pecaminosos de nuestra carne.

Al final de cada Hora leemos con postraciones la Oración de San Efren el Sirio: "Señor y Soberano de Mi vida..."

Durante la Sexta Hora hay una lectura del libro del Profeta Isaias.

La Novena Hora es seguida por la Típica, y se leen la Beatitudes junto con la Oración del ladrón arrepentido en la cruz: "Acuérdate de nosotros, oh Señor cuando llegues en Tu Reino." Luego se leen varios versos, seguidos por la oración de San Efren y la Despedida.

Inmediatamente luego de esto, comienzan las Vísperas con la Liturgia de los Dones Presantificados con la exclamación: "Bendito es el Reino del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos."

Hasta la Entrada el oficio procede en el orden usual. Luego de esta y "Oh suave Luz" el lector va al centro de la iglesia y lee dos lecturas, una del libro del Génesis relacionada a la caída de Adán y sus desafortunados descendientes, la otra de los Proverbios de Salomón que exhorta a uno a buscar y amar la sabiduría divina. Entre estas dos lecturas se abren las Puertas Reales y el sacerdote sosteniendo una vela y el incensario, proclama las palabras: "¡Sabiduría! ¡Estemos de pie!" Bendice a los fieles con ellos y dice: "La luz de Cristo iluminó a todos."

En respuesta, los fieles, reconociendo su indignidad ante Cristo, la Luz pre-eterna que ilumina y santifica a la humanidad, hace una postración hasta el piso.

Luego de la segunda lectura, las Puertas Reales se abren nuevamente, y en el centro de la iglesia, Miembros del coro cantan suavemente estos versos de Salmo: "Que mi plegaria llegue a Ti como el incienso, mis manos en alto son un sacrificio de anochecer." "Señor, Te he suplicado, escúchame, atiende la voz de mi suplica" Durante el canto de estos versos, los fieles están de rodillas y el sacerdote, inciensa parado frente a la Santa Mesa.

Los versos concluyen con la oración de San Efren: "Señor y Soberano de mi vida...," y comienza la parte principal de la Liturgia de los Presantificados.

En los tres primeros días de la Semana de la Pasión (Lunes, Martes y Miércoles) se lee el Evangelio luego de esta oración. En otros días la Letanía Ferviente y la Letanía de los Catecúmenos y de los Fieles son entonadas como en la Liturgia usual.

Durante la Gran Entrada, en lugar del Himno de loa Querubines, el coro canta: "Ahora los poderes de los Cielos invisiblemente sirven con nosotros; he aquí, el Rey de la Gloria ha entrado. mirad, el sacrificio Místico que se ha efectuado es escoltado." Durante este himno se abren las Puertas Reales se inciensa el Altar.

Con la conclusión de la primera mitad de este himno, con las palabras "escoltado triunfalmente," los Dones Presantificados se transfieren de la Mesa de Oblación a la Mesa del Altar. El sacerdote, con el Cáliz, precedido por las velas y el diácono con el incensario, sigue fuera a través de la puerta norte al solea con la Patena encima de su cabeza, y silenciosamente los lleva al Santuario y los pone en el Antimins que se ha abierto antes en el Altar. Entonces el coro concluye el himno interrumpido, "Con fe y amor nos permitió acercarnos para que podamos participar de la vida eterna. Aleluya." Ya que los Sagrados Dones ya se consagraron (transformó en el Cuerpo y Sangre de Cristo) los fieles orando se postran durante su transferencia al Altar principal. El sacerdote entonces ora "Señor y Soberano de Mi vida..." después de lo cual las Puertas Reales se cierran.

Ya que en esta Liturgia la consagración de los Dones no ocurre, todo lo relacionado a esta sagrada acción se omite. Así, después de la Gran Entrada sólo las tres porciones finales de la Liturgia de los Fieles son celebradas: a) la preparación de los fieles para la Comunión, b) la comunión del clero y la laicidad, y c) la acción de gracias para la Comunión con la despedida. Todos son celebrados como durante una Liturgia plena con sólo alteraciones menores de acuerdo con la importancia de la Liturgia de los Dones Presantificados.

La Oración ante el Ambon difiere en esta Liturgia. El sacerdote en el nombre de los feligreses da gracias a Dios que los ha juzgado dignos de alcanzar los días de este ayuno para la purificación del alma y cuerpo, y pide que Él de Su ayuda en lograr el buen esfuerzo del ayuno, los conserve inalterados en la Fe Ortodoxa, Se manifieste como el vencedor del pecado, y les conceda sin condenación adorar la Resurrección santa de Cristo.

Oración de San Efren el Sirio:

- ¡Señor y Soberano de mi vida! No me des espíritu de ociosidad, desaliento, amor al mando y vanilocuencia.

- Espíritu de castidad, humildad, paciencia y amor, concede a mi tu siervo.

- ¡Oh, Señor Rey! concédeme ver mis propios pecados y no juzgar a mi hermano, porque eres bendito por los siglos de los siglos. Amén.

Las Acciones más importantes durante el servicio de los Misterios y reflexiones sobre su significado. Para el poder interno e importancia de los Misterios ver la explicación del décimo artículo del Símbolo de Fe.

Bautismo y Crismación.

Antes de ser celebrado el Misterio de Bautismo a uno le dan un nombre en honor de un santo de la Iglesia Ortodoxa.

En este rito el sacerdote hace la señal de la Cruz tres veces encima del candidato y ora al Señor para que sea Misericordioso con la persona y, después de unirlo a través del Bautismo a la Santa Iglesia, para hacerlo participe de beatitud eterna.

Cuando llega el tiempo del Bautismo el sacerdote ora al Señor para echar fuera de la persona cada espíritu malo e impuro que esta disimulado y arraigado en su corazón y hacerlo miembro de la Iglesia y un heredero de beatitud eterna. El bautizado renuncia al diablo y da una promesa para no servirlo, sino a Cristo, y leyendo el Credo confirma su fe en Cristo, como Rey y Dios. En el caso del Bautismo de un infante, la renuncia al diablo y todos sus trabajos, así como el Símbolo de Fe se dice en su nombre por los apadrinadores, el padrino y /o la madrina, que así se hacen guardianes de la fe del que se bautiza y toman sobre ellos el deber para enseñarle la fe cuando él alcance la madurez, y la responsabilidad para ver que él viva de una manera cristiana. Entonces el sacerdote ora que el Señor santifique el agua en la fuente, eche fuera de ella al diablo, y la convierta para el bautizado una fuente de una vida nueva y santa. Él hace la señal de la Cruz tres veces en el agua, primero con sus dedos, y después con aceite consagrado con el que él ungirá del Mismo modo a la persona a bautizarse, como una señal de la Misericordia de Dios hacia él. Siguiendo esto el sacerdote lo sumerge tres veces en el agua con las palabras, "El siervo de Dios N. es bautizado, en el nombre del Padre, Amén; Y del Hijo, Amén; Y del Espíritu Santo, Amén." Los recién bautizados se ponen un vestido blanco, y se le da una cruz para llevar. El vestido blanco sirve como una señal de su pureza de alma después del Bautismo y le recuerda que conserve esta pureza de aquí en adelante, y la cruz como una señal visible de su fe en Jesucristo. Inmediatamente después de esto, se realiza el Misterio de Crismación.

El sacerdote unge al que se bautiza en varias partes del cuerpo con las palabras, "el signo (la señal) del don del Espíritu Santo." En ese momento al recién bautizado invisiblemente le son concedidos los Dones del Espíritu Santo, con cuya ayuda él crecerá y fortalecerá en la vida espiritual. La frente se unge con el crisma para la santificación de la mente; los ojos, nariz, boca, y orejas para la santificación de los sentidos; el pecho para santificar el corazón; las manos y pies para la santificación de acciones y la conducta en general. Rodeando la pila bautismal tres veces, el sacerdote con el bautizado y sus padrinos simboliza la solemnidad espiritual y alegría de la ocasión. Las velas encendidas en sus manos sirven como una señal de esclarecimiento espiritual, y la tonsura cruciforme del bautizado simboliza su dedicación al Señor.

La confesión y Comunión.

Quien se acerque a los Misterios debe ayunar durante varios días y asistir a los servicios diarios en la iglesia, a fin de que al recordar sus pecados encuentre la contrición y rece para que el Señor se apiade de él. En un tiempo establecido, se acerca al sacerdote que lo confesara ante un analogion donde yacen la Cruz y el Evangelio, y se arrepiente ante el propio Cristo de sus pecados. El sacerdote, notando el arrepentimiento de conciencia, que consiste en una confesión plena y la resolución de no repetir los pecados de uno, pone el extremo de su epitrajil sobre la cabeza arqueada del penitente y lee la Oración para la Remisión de Pecados, en cual se perdonan los pecados en el nombre del propio Jesucristo, y lo bendice con la señal de la Cruz. Habiendo besado la Cruz, el penitente parte con conciencia pacífica y ora para que el Señor le conceda recibir la Sagrada Comunión.

La tarde anterior a la Comunión, uno debe leer en casa las Oraciones para antes de la Comunión y la que regla que el sacerdote haya dado. El Misterio de la Sagrada Comunión es celebrada durante la Liturgia. Todos aquellos que han confesado repiten la Oración calladamente antes de la Comunión con el sacerdote, y haciendo una postración completa (excepto los domingos) con reverencia, van al Santo Cáliz y comulgan de los Santos Dones, recibiendo en la forma visible del pan y el vino el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo. Después de la Comunión y la Liturgia concluyen, además de la acción de gracias ofrecida durante la Liturgia, hay Oraciones especiales de Acción de gracias para ser leídas. Los enfermos y ancianos se comulgan privadamente en la casa por el sacerdote después de ser oídas sus confesiones.

La Ordenación.

Este Misterio es cumplido en el Altar delante de la Mesa Santa durante el curso de una Liturgia Jerárquica. Un solo obispo ordena al diaconado o al sacerdocio, pero la consagración de un obispo es celebrada por un grupo de obispos, normalmente tres. La ordenación de un diácono ocurre en la Liturgia luego de la consagración de los Dones, para indicar que un diácono no recibe el poder para realizar este Misterio. Un sacerdote se ordena durante "la Liturgia de los Fieles," justo después de la Gran Entrada, para que el consagrado, como uno que ha recibido la Gracia apropiada, pueda tomar parte en la santificación de los Dones. Los obispos se consagran durante "la Liturgia de los Catecúmenos," luego de la Pequeña Entrada, indicando que a un obispo le es dado el derecho para consagrar otros a los distintos rangos de las santas órdenes.

La acción más importante durante una ordenación es la imposición jerárquica de manos, junto con el llamado de la Gracia del Espíritu Santo, sobre el que esta siendo ordenado, y por consiguiente la consagración también es llamada "Imposición de Manos" (en griego, "Hierotonia").

Se lleva al que va a recibir la Ordenación primero a través de las Puertas Reales en el Altar por un diácono o un sacerdote. El candidato rodea la Mesa del Altar tres veces, deteniéndose cada tiempo para besar las cuatro esquinas de la Mesa, y haciendo una postración ante el obispo. Él se arrodilla luego en la esquina del lado derecho delantero del Altar, el diácono en una rodilla, el sacerdote en ambas rodillas, y el obispo cubre su cabeza con el extremo de su omophorion, haciendo tres veces la señal de la Cruz sobre su cabeza, y poniendo su mano en él dice en voz alta, "Por la Gracia Divina (N). se levanta, a través de la imposición de manos, al diaconado (o sacerdocio); oremos por consiguiente para que la Gracia del Espíritu Santo venga sobre él." El coro responde "Kirie eleison" (en griego "Señor ten piedad") y cuando el obispo da cada uno de las vestiduras apropiadas a su rango a los recientemente ordenados él exclama, "Axios" (en griego "Digno"). Esto se repite entonces tres veces por el clero y luego por el coro. Siguiendo su vestimenta los recientemente ordenados son saludados por todos aquéllos de su rango como un colega y él participa en el resto del servicio con ellos.

La consagración de un obispo es casi idéntica, sólo que el probable obispo, antes del principio de la Liturgia, se para en el centro de la iglesia y pronuncia una confesión de la Fe en voz alta y jura actuar de acuerdo con los cánones de la Iglesia durante su servicio. Después de la Pequeña Entrada, durante el canto del trisagio, es llevado al Altar y queda de rodillas ante la Mesa del Altar. Cuando el obispo que preside lee la oración de consagración, todos los obispos imponen sus manos derechas sobre su cabeza y encima de ellas sostienen el Evangelio abierto, con las páginas impresas hacia abajo.

Matrimonio.

El Misterio de Santo Matrimonio es celebrado en el centro de la iglesia ante un analogion en el que se pone la Cruz y el Evangelio.

La ceremonia empieza con los esponsales y se sigue con la "coronación," o la boda real. La primera se realiza como sigue. El novio está de pie del lado derecho y la novia del izquierdo. El sacerdote los bendice tres veces con las velas encendidas y luego se las da para sostener a la pareja como símbolos de amor conyugal, bendecido por el Señor. Después de la letanía pidiéndole a Dios que les conceda toda cosa buena y Misericordia y que Él bendiga su compromiso, los una y los conserve en paz y unidad de alma, el sacerdote bendice y les pone sus anillos en las manos derechas, que antes se pusieron en el Altar para su santificación. El novio y la novia reciben estos anillos como sagradas prendas y como señal de indisolubilidad de la unión en la que ellos aspiran entrar. El compromiso continúa con la boda o coronación. Aquí el sacerdote ora al Señor para que bendiga el matrimonio y envíe a ellos Su Gracia celestial. Como un símbolo visible de esta Gracia, él pone las coronas sobre sus cabezas y los bendice tres veces junto con las palabras, "Señor, Dios nuestro, con la gloria y honor, corónales." En la epístola que se lee de San Pablo, se discute la importancia del Misterio del Matrimonio y las responsabilidades mutuas del marido y esposa, Mientras el Evangelio revoca la presencia del Señor Mismo en la boda de Cana. Los unidos en matrimonio luego beben vino de la Misma taza como una señal que desde este momento ellos deben vivir como un alma, compartiendo sus alegrías y dolores. Ellos caminan después detrás del sacerdote, rodeando el analogion tres veces, como un símbolo de alegría espiritual y solemnidad.

Unción del enfermo.

Este Misterio también se llama la Unción y se oficia ayudar a sanar de las debilidades del alma y del cuerpo. Idealmente se oficia por siete sacerdotes, pero en los casos de necesidad puede oficiarlo uno solo. En un vaso con el trigo se pone un vaso más pequeño con el aceite como señal de la Misericordia de Dios.

Se agrega un poco de vino al aceite en imitación de la Misericordia mostrada por el Buen Samaritano al hombre atacado por ladrones y en la memoria de la sangre de Cristo derramada en la Cruz. Se ponen siete velas encendidas en el trigo y entre ellas siete ramitas pequeñas envueltas alrededor de un extremo con algodón que se usa para ungir a la persona enferma siete veces. Todos los presentes sostienen velas encendidas. Se reza una oración para la santificación del aceite para que pueda curar a la persona enferma, a través de la Gracia de Dios, del alma y cuerpo. Luego se leen siete secciones de las Epístolas y Evangelios. Después de cada lectura el sacerdote unge a la persona enferma con la señal de la Cruz en la frente, nariz, mejillas, labios, pecho y ambos lados de las manos mientras dice una oración al Señor para que Él, como Médico del alma y cuerpo pueda sanar a Su siervo enfermo de las debilidades del alma y cuerpo. Después de las siete unciones el sacerdote abre el Evangelio y lo pone con las páginas impresas hacia abajo encima de la cabeza del enfermo, como si fuera la mano curativa del propio Salvador, y entonces ora para que el Señor perdone sus pecados. Después la persona enferma besa el Evangelio y la Cruz y, si es posible, hace tres postraciones ante el sacerdote(s) pidiendo su bendición y perdón. Esto concluye el Misterio de la Unción.

Moleben.

Moleben es el término para un servicio corto de oraciones en el cual los fieles, según sus necesidades individuales y circunstancias, apelan en oración al Señor Dios, la Madre de Dios, o los santos.

El Moleben de costumbre se parece en su forma a los Matutinos, pero en la práctica se acorta significativamente y consiste en las oraciones del principio; el canto de los troparios y estribillos, "la Gloria a Ti, nuestro Dios, gloria a Ti..." "Santísima Madre de Dios, sálvanos..." "Santo Padre, Nicolás, ora a Dios por nosotros..." y otros; la lectura de un pasaje del Evangelio; las Letanías Fervientes y Cortas; y finalmente, una oración al Señor Dios, la Madre de Dios, o el santo solicitado, acerca del motivo del Moleben. De vez en cuando estos se unen con un akathistos o la Bendición Menor de Agua. Un akathistos se lee después de la Letanía Corta antes de leer Evangelio, y la bendición de aguas se oficia después de la lectura del Evangelio.

Además de Molebens suplicantes hay también Molebens especiales que se relacionan a una situación particular: Moleben de acción de gracias por una señal de la Misericordia de Dios; para la cura del enfermo; en ocasión de un problema común: sequedad, mal tiempo, diluvio, guerra, etc. Hay también Molebens especiales para ser oficiados en el Día de Año Nuevo, antes del año escolar, en el domingo de Ortodoxia, etc.

El entierro de los muertos.

Después de su muerte el cuerpo de un cristiano se lava y se viste limpio, y si es posible, con ropa nueva y se pone en una mortaja blanca, preferentemente el vestido con el que fue bautizado si era adulto cuando esto ocurrió, como señal de que el difunto, en su Bautismo, dio la promesa de llevar una vida en pureza y santidad. Puede vestirse con el uniforme de su profesión como señal de que él parte hacia el Señor Dios para dar cuenta de las obligaciones de su profesión en la vida. En la frente se pone una tira de papel que representa una corona, impresa con las imágenes de Cristo, la Madre de Dios, y San Juan el Precursor, con la inscripción "Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros." Es una señal de que el difunto, como cristiano, luchó en esta tierra por la rectitud de Dios y murió en la esperanza de que por la Misericordia de Dios, y las intercesiones de la Madre de Dios y San Juan el Precursor, él recibirá una corona en el Cielo. Una cruz o un icono se pone en sus manos como una señal de la fe del difunto en Cristo, la Madre de Dios, o uno de los santos que agradan a Dios. El cuerpo se pone en un ataúd, y es medio cubierto con una cobertura eclesiástica como símbolo de que el difunto estaba bajo la protección de la Iglesia Ortodoxa. Si el cuerpo permanece en la casa se pone ante los iconos domésticos enfrentando la salida.

Se ponen velas alrededor del ataúd como señal de que el difunto ha pasado al reino de luz, a la buena vida más allá de la tumba. Cerca del ataúd, se lee el Salterio, junto con las oraciones para el reposo del difunto, y se ofician Panigidas. Hasta el entierro se leen también oraciones especiales para la salida del alma que se localizan en la parte de atrás del Salterio. Los salmos se leen para confortar a aquellos afligidos por el difunto.

Antes del entierro el cuerpo se transfiere a la iglesia para el funeral, y antes de abandonar la iglesia se canta un servicio corto para el reposo, la Litia, y durante el traslado cantamos, "Santo Dios..."

El ataúd se pone en el centro de la iglesia, con el cuerpo enfrentando el Altar. El servicio fúnebre consiste en himnos en el que se describe el destino entero de un hombre. Por sus transgresiones él ha vuelto al polvo del cual fue tomado, todavía a pesar de la multitud de pecados un ser humano no deja de ser "la imagen de la gloria de Dios, "creado en imagen y semejanza de Dios." Por consiguiente la Santa Iglesia ora a su Amo y Señor que por Su inefable Misericordia perdone al fallecido sus pecados y lo juzgue digno del Reino de los Cielos. Después de las lecturas de la Epístola y Evangelio en que se describe la resurrección futura del muerto, el sacerdote lee la Oración de Absolución.

Con esta oración el difunto se libera de cualquier atadura de juramentos o maldiciones, y sus pecados por los cuales él se arrepintió, y qué a pesar del arrepentimiento él se podría haber olvidado, se absuelve, y él se libera en paz hacia la vida más allá de la tumba. El texto escrito de esta oración se pone después en manos del difunto. Los parientes y amigos dan un último beso al cuerpo como señal de perdón mutuo, y el cuerpo se cubre con una hoja blanca Mientras el sacerdote salpica el cuerpo con tierra en la forma de cruz, La tierra es del Señor y la abundancia de él, el mundo y todos los que moran en él. El ataúd es cerrado y se canta "Memoria eterna" por el difunto.

Siguiendo el funeral, el cuerpo y ataúd se transfieren al cementerio y descendido en la tumba con los pies hacia el este, para que la persona esté enfrentando al este, y entonces se dice una Litia corta por los difuntos.

Encima de la tumba de un cristiano se pone una cruz como símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte y el infierno, como un árbol fructífero grande bajo cuya sombra el cristiano encuentra descanso como un viajero después de una jornada prolongada.

Ya que Ella tiene la verdadera fe en la inmortalidad del alma humana, la resurrección futura del muerto, el terrible Juicio de Cristo, y el premio final a ser concedido a cada uno según sus hechos, la Iglesia Ortodoxa Santa no deja a Sus niños que han reposado sin la oración, sobre todo durante los primeros días después de la muerte y en días de recuerdo general del muerto. Ella ora para ellos en el tercio, noveno y cuadragésimo día después de la muerte.

En el tercer día después de que la muerte la Santa Iglesia revoca la resurrección de Jesucristo al tercer día y ora a Él para que resucite a los muertos hacia una vida futura bendita.

En el noveno día la Santa Iglesia ora al Señor para que Él pueda contar a los muertos entre el coro de los que agradan a Dios que, como los ángeles, se distinguen en nueve órdenes.

En el cuadragésimo día se dice una oración para que el Señor Jesucristo Que ascendió a los Cielos pueda alzar al difunto en las moradas celestiales.

A menudo el recuerdo de los difuntos, debido al amor y fe de los parientes, una Liturgia y un Panigida son celebradas en cada uno de los cuarenta días.

Finalmente, en el aniversario del difunto, sus parientes íntimos y los amigos fieles oran por él como expresión de su fe de que el día de la muerte humana no es el día de aniquilación, sino un nuevo renacimiento hacia la vida eterna. Es el día del paso del alma humana inmortal a las condiciones de vida diferentes dónde no hay lugar para los dolores terrenales, pesares, y penas.

Panigidas, o "Servicios Conmemorativos," son servicios cortos que consisten en oraciones para el perdón de pecados y el reposo del difunto en el Reino de los Cielos. Durante el oficio de una Panigida los parientes y amigos del difunto están con velas encendidas como señal de que ellos también creen en la futura vida radiante. Hacia el final del Panigida, durante la lectura de la Oración del Señor, estas velas se extinguen como una señal de que nuestras vidas, como las velas encendidas, deben expirar, la mayoría de las veces sin arder hasta el final esperado.

Detalles de los servicios del Ciclo Anual.

Después de la creación del mundo, Dios consagró el séptimo día para el culto divino en la tierra (Gen 2:3) y como consecuencia, a través de la Ley concedida a Moisés en Sinaí, este servicio fue extendido para incluir todos los días, porque Él ordenó que diariamente, la mañana y tarde fueran consagradas con ofrendas a Dios.

Jesucristo, cuando vino a la tierra para cumplir la voluntad del Padre Celestial, y los Santos Apóstoles, como los discípulos selectos del Señor, por sus ejemplos y enseñanzas, demostraron a los fieles la suma importancia y necesidad de establecer y conservar días de servicios divinos generales.

Desde los tiempos apostólicos, la Iglesia Ortodoxa, en sus servicios divinos diarios ha unido las distintas conmemoraciones sagradas hacia la gloria de Dios de los cuales han desarrollado los distintos servicios diarios en el curso del año.

En cada día del año la Santa Iglesia, además del ciclo semanal, es celebrada la memoria de uno o varios santos. Se dedican días definidos del año a la conmemoración de eventos particulares en la vida de nuestro Señor Jesucristo, la Madre de Dios, o de la historia de la Iglesia cristiana, o en el honor de varios santos. Además, se han ordenado ayunos de un solo día o varios días consecutivos a lo largo del curso del año, y varios días son dejados fijos para el recuerdo de los difuntos. De acuerdo con estos sagrados días del año se compusieron himnos especiales y oraciones y se establecieron rituales que se combinan con las oraciones e himnos de los días de la semana. Los más grandes cambios en los servicios divinos ocurren en los días de grandes fiestas y ayunos.

Los días de recuerdo general de los difuntos, que son llamados "días de los antepasados (alma)," es como sigue: el sábado anterior a la semana de los lácteos, los sábados de la segunda, tercera y cuarta semanas de Gran Cuaresma, el sábado antes de la fiesta de Santa Trinidad (Pentecostés) y el martes después del Domingo de Tomas.

Además, la Iglesia Ortodoxa rusa ha ordenado que se recuerden a los soldados Ortodoxos muertos en el campo de batalla el sábado antes de la fiesta de San Demetrio de Tesalonica (Octubre. 26) y el día de la Decapitación de San Juan, el Precursor (el 29 de agosto).

Gran Cuaresma.

La Gran Cuaresma es la más importante y el más antiguo de los ayunos que se extienden por más de un día. Nos recuerda el ayuno de cuarenta días del Salvador en el desierto, y nos prepara durante Semana de la Pasión y para la Fiesta de las Fiestas, la Resurrección radiante de Cristo.

El Santo y Gran Ayuno es un tiempo para la oración especial y arrepentimiento durante el cual cada uno de nosotros debe pedir al Señor por el perdón de los pecados a través de la Confesión y preparación para la Comunión, y después participar merecidamente de los Santos Misterios de Cristo de acuerdo con Su mandato (Juan 6:53-56).

Durante el periodo del Antiguo Testamento, el Señor ordenó a los hijos de Israel que dieran cada año un diezmo (uno décimo) de todos lo que ellos poseían, y cuando hacían así recibían la bendición en todos sus asuntos.

De la Misma forma los Santos Padres establecieron para nuestro beneficio que un décimo del año, el periodo de Gran Cuaresma, se consagre a Dios, para que nosotros podamos ser bendecidos en todos nuestros asuntos y cada año purificarnos de nuestros pecados que hemos cometido durante el curso del año.

La Gran Cuaresma sirve entonces como el décimo del año ordenado por Dios, que equivale aproximadamente a treinta y seis días, excluyendo domingos, durante el cual nosotros nos separamos durante un tiempo de las distracciones de la vida y de todos sus posibles goces, y nos dedicamos principalmente al servicio de Dios para la salvación de nuestras almas.

La Gran Cuaresma se precede en tres domingos preparatorios. El primer domingo preparatorio de Gran Cuaresma es el llamado el "domingo del Publicano y el Fariseo." La parábola del Evangelio de este domingo se lee para demostrar que sólo la oración con lágrimas cordiales y humildad, como aquellas del publicano, y no con un recuento de las virtudes de uno como el fariseo, puede llamar hacia nosotros la Misericordia de Dios. Empezando con este domingo y continuando hasta el quinto domingo de Gran Cuaresma, durante la Vigilia Pernocturna, después de la lectura del Evangelio, se canta la oración contrita, "Las puertas de arrepentimiento ábreme Tu, oh Dador de Vida..."

El segundo domingo preparatorio de Gran Cuaresma es el llamado el "domingo del Hijo Pródigo." En la parábola conmovedora del Hijo Pródigo leída durante la Liturgia, la Santa Iglesia nos enseña a confiar en la Misericordia de Dios, proporcionada si nos hemos arrepentido sinceramente de nuestros pecados. Este domingo y los próximos dos, durante el Polyeleos de la Vigilia Pernocturna, se canta el Salmo 136:Por las aguas de Babilonia, nos sentábamos y lloramos cuando recordamos a Sión... Este salmo describe el sufrimiento de los judíos durante la cautividad babilónica y el anhelo de su patria. Las palabras de este salmo nos enseñan sobre nuestra cautividad espiritual, la cautividad para pecar, y que nosotros debemos aspirar hacia nuestra patria espiritual, el Reino Celestial.

Las palabras finales de este salmo escandalizan a muchos con la referencia a ¡Bendito será el quién asirá y golpeará a los infantes ralos (aquéllos de babilónicos) contra la piedra! Claro, el significado literal de estas palabras es brutal e inaceptable para el Cristiano, porque el Señor Mismo nos enseñó a amar y bendecir a nuestros enemigos y rendir culto a Dios en el espíritu y verdad.

Estas palabras ganan un puro y alto significado con una naturaleza cristiana y espiritual, porque ellos quieren decir, "Bendito es él quién tiene una resolución firme para romper, en la piedra de la fe, los pensamientos malos recientemente formando y deseos (en su estado infantil) antes de que ellos maduren en los hechos y hábitos malos."

El tercer domingo preparatorio de la Gran Cuaresma se llama "domingo de despedida de la carne," porque después de este domingo, de las comidas de no-ayuno, uno se permite comer queso, leche, manteca, y huevos, pero ni carne o aves de corral. Este domingo también es llamado "El domingo del Último Juicio," ya que se lee el pasaje del Evangelio acerca del Terrible Juicio, describiendo el premio final o castigo que nos espera, y despertando al pecador al arrepentimiento. En los himnos el domingo de la despedida del queso, se evoca la caída en el pecado de Adán y Eva que resulto de la falta de auto dominio y ayuno, con sus frutas salvadoras.

El último domingo ante Gran Cuaresma es el llamado "domingo de la despedida del queso," porque es el último día en el cual uno puede comer queso, manteca y huevos. Durante la Liturgia oímos el Evangelio que se lee (Mat. 6:14-21) acerca del perdón de nuestro prójimo por sus ofensas contra nosotros, sin el cual no podemos recibir el perdón del Padre Celestial por nuestros pecados. De acuerdo con la lectura de este Evangelio, los cristianos tienen la pía costumbre en este día de perdonarse cada uno sus pecados, conocidos y desconocidos, y aquellos que tienen una riña con alguien emprenden todo el esfuerzo para reconciliarse. Por consiguiente este domingo también es llamado "domingo de Perdón."

Las características generales de los servicios divinos durante la Gran Cuaresma consisten en servicios prolongados de un carácter menos exultante. Hay menos canto, lecturas más largas del Salterio y oraciones adicionales que disponen el alma hacia el arrepentimiento. Se hacen postraciones plenas durante la oración penitencial de San Efren el sirio en cada servicio, "Señor y Soberano de mi vida..."

Durante las horas de la mañana se ofician, Matutinos, las Horas con ciertas inserciones, y las Vísperas. Por la tarde, Grandes Postvespertinos se sirve en lugar de las Vísperas. En Miércoles y viernes se celebra la Liturgia de los Dones Presantificados. Los sábados se oficia la Liturgia de San Juan Crisóstomo y en los primeros cinco domingos la Liturgia San Basilio el Grande que también es celebrada en Jueves y Sábado Santos de la Semana de la Pasión.

Durante la Gran Cuaresma cada domingo se dedica a la conmemoración de un evento especial o persona que llaman al alma pecadora al arrepentimiento y esperanza en la Misericordia de Dios.

Los domingos de Gran Cuaresma.

La primera semana de Gran Cuaresma se distingue por su severidad especial y sus servicios largos. En los primeros cuatro días (lunes, martes, miércoles y jueves) se lee el canon de San Andrés de Creta en los Gran Postvespertinos con el estribillo entre cada verso, "Tiene piedad de Mi, Oh Dios, tiene piedad de mi."

En viernes de la primera semana, en la Liturgia después de la Oración ante el Ambon, se bendice "koliva" (una mezcla de trigo hervido con miel) en memoria del Gran Mártir San Teodoro de Tiro, quien concedió ayuda sobrenatural a los cristianos para mantener el ayuno. En el 362 D.C, el Emperador bizantino, Julián la Apóstata, pidió que la sangre de sacrificios ofrecidos a los ídolos se rocíe en secreto en los comestibles de la ciudad de Constantinopla. El Gran mártir San Teodoro que fue quemado vivo en el 306 por su confesión de la fe cristiana apareció en sueño al obispo de Constantinopla, Eudoxius, y le expuso el plan secreto de Julián. Él ordeno que no compraran comida durante la semana entera en el mercado de la ciudad, y que instruya a su rebaño a mantenerse con koliva.

En el primer domingo de Gran Cuaresma se celebra el "Triunfo de la Ortodoxia" que se estableció por la Emperatriz Teodora en el 842 D.C. - en memoria de la restauración de la veneración de los iconos santos.

Al final de la Liturgia se realiza un Servicio de Intercesión ("Moleben") en el centro de la iglesia ante los iconos del Salvador y la Madre de Dios, pidiendo al Señor que confirme a los Cristianos Ortodoxos en la fe y devuelva al camino de la verdad a todos aquellos que han apostatado de la Iglesia. El diácono lee el Credo solemnemente y pronuncia los anatemas, proclamando que todos aquellos que han presumido de torcer la verdadera Fe Cristiana Ortodoxa están separados de la Iglesia. Él entona "Memoria Eterna" por todos los defensores fallecidos en la Fe Ortodoxa, y finalmente, "Muchos Años," para todos aquéllos que están vivos. Este servicio se hace habitualmente con la presencia de un obispo.

En el segundo domingo de Gran Cuaresma se celebra la memoria de San Gregorio de Palamas. Obispo de Tesalonica que vivió en el decimocuarto siglo, él continuó la batalla contra las distorsiones Occidentales, latinas de la fe Cristiana enseñando la importancia del poder deificante de la Gracia no creada de Dios y conservando el verdadero equilibrio entre la omnipresencia y transcendencia con la doctrina de la relación entre "esencia" y "energías" de Dios. De acuerdo con la Fe Ortodoxa él enseñó que el esfuerzo ascético del ayuno y la oración, particularmente la práctica de la Oración de Jesús según las enseñanzas de los Santos Padres, prepara a uno recibir la luz llena de gracia del Señor, que es como la que brilló en el Monte Tabor en la Transfiguración del Señor. En otros térMinos, si Dios lo desea, según el esfuerzo propio, uno puede participar de la beatitud divina Mientras todavía esta en esta tierra pecadora. Así el segundo domingo de Gran Cuaresma ha sido fijado conmemorar a este gran Padre de la Iglesia, quién hizo explícito la enseñanza que revela el poder de la oración y el ayuno.

En el tercer domingo de Gran Cuaresma, durante la Vigilia pernocturna después de la Gran Doxologia, se trae la Santa Cruz adelante del Altar y se pone en el centro de la iglesia para la veneración por los fieles. Durante las postraciones hechas ante la Cruz (que a menudo contiene una porción de la Verdadera Cruz) la iglesia canta, "Ante Tu Cruz, oh Soberano nos, y Tu Santa Resurrección glorificamos." Este himno también se canta en la Liturgia en lugar del Trisagio. La Iglesia ha puesto este evento en el medio de Gran Cuaresma para que la recolección del sufrimiento y muerte del Señor pueda inspirar y fortalecer a los que ayunan para el resto del esfuerzo ascético del ayuno. La Santa Cruz queda fuera para la veneración a lo largo de la semana hasta el viernes, cuando, después de las horas y antes del comienzo de la Liturgia de los Dones Presantificados, es devuelta al Altar. Así el tercer domingo y cuarta semana de la Gran Cuaresma son llamados aquellos de la "Adoración de la Santa Cruz."

En el cuarto domingo de la Gran Cuaresma se conmemora a San Juan Clímaco, el autor del texto ascético clásico, La Escalera en el cual él indica una escalera, o sucesión de virtudes que nos llevan al Trono de Dios. El jueves de la quinta semana, en los Matutinos, se lee el Gran Canon de San Andrés de Creta, junto con la lectura de la vida de Santa María de Egipto. La conmemoración de la vida de Santa María de Egipto, que anteriormente había sido una gran pecadora, sirve como un ejemplo de verdadero arrepentimiento para todos y convencernos de la inefable compasión de Dios. El sábado de la quinta semana (Matutinos el viernes por la tarde) nosotros celebramos la "Exultación de la Madre de Dios," que consiste en la lectura del Akathistos a la Madre de Dios. Este servicio se comenzó en Grecia en gratitud a la Madre de Dios por sus numerosas liberaciones de Constantinopla de sus enemigos. El Akathistos se lee aquí para confirmar a los fieles en su confianza en la Mediadora celestial que, salvándonos de los enemigos visibles, es más aun una ayuda en nuestra batalla con los enemigos invisibles.

En el quinto domingo de la Gran Cuaresma nosotros conmemoramos a nuestra Madre santa María de Egipto. Como se expreso arriba, la Iglesia encuentra en ella una imagen de verdadero arrepentimiento y una fuente de estímulo para aquéllos comprometidos en los esfuerzos espirituales, en virtud del ejemplo de la Misericordia inefable de Dios mostrada hacia ella, una pecadora arrepentida.

La sexta semana que directamente precede al Domingo de Ramos se dedica a la preparación de los que ayunan para una reunión digna con el Señor y para la conmemoración de la Pasión del Señor.

El sábado de la sexta semana se conmemora la resurrección de Lázaro por Jesucristo. Este día es llamado "sábado de Lázaro." Durante los Matutinos se canta el "Tropario sobre el Inculpable": "Bendito eres Tu, Oh Señor, enséñame Tus mandamientos..." y en la Liturgia en lugar de "Santo Dios" nosotros cantamos "En Cristo bautizasteis, en Cristo revestisteis. Aleluya," para esos Catecúmenos que son bautizados según la costumbre en este día.

El sexto domingo de la Gran Cuaresma es uno de las doce grandes fiestas en que nosotros celebramos la entrada solemne del Señor en Jerusalén para Su Pasión voluntaria. Esta fiesta también es llamada "Domingo de Ramos." Después de la lectura del Evangelio la Vigilia pernocturna, no cantamos "Habiendo visto la Resurrección de Cristo," sino se lee Salmo 50 inmediatamente, y luego de santificar con la oración y el agua bendita, bultos de ramos, las flores, y (en la Iglesia rusa) las florescencias suaves de los sauces, se distribuyen a los fieles, quienes siguen de pie hasta el final del servicio sosteniendo estos bultos con velas encendidas como señal de victoria de la vida sobre la muerte.

En las Vísperas del Domingo de Ramos la despedida comienza con las palabras: "Que Cristo nuestro verdadero Dios Quien por nuestra salvación fue a Su voluntaria Pasión..."

Semana Santa (de Pasión).

Es el término para la última semana antes de Pascua. Tiene este nombre porque esta consagrada a la conmemoración de los últimos días de la vida terrenal del Salvador, Sus sufrimientos, muerte en la Cruz y el entierro. El lunes, martes y miércoles están dedicados al recuerdo de las ultimas conversaciones del Señor Jesucristo con la gente y Sus discípulos.

Las especificaciones de los oficios de los primeros tres días son como siguen: en los Matutinos luego de los Hexasalmos y el Aleluya cantamos el Tropario: "El novio viene a medianoche..." y luego del Canon que se lee cantamos el Exapostilario "Veo Tus aposentos, oh Salvador mío..." En cada uno de estos tres días oficiamos la Liturgia de los Dones Presantificados con lecturas del Evangelio. Este también es leído en los Matutinos.

Jueves Santo.

El servicio del Jueves Santo es dedicado a la conmemoración de la Cena Mística, el lavado de los pies de los discípulos por Jesucristo, la oración de Jesucristo en el jardín de Getsemani y Su traición por Judas. En los Matutinos después de los Hexasalmos y el Aleluya cantamos: "Cuando los gloriosos discípulos fueron iluminados en el lavado de pies..."

Se sirve la Liturgia de San Basilio el Grande y es combinada con Vísperas en conmemoración al hecho que el Señor estableció el Misterio de la Comunión durante la noche. En lugar del Himno de los Querubines y los versos de la Comunión: "Que se colme mi boca..." cantamos el himno: "Recíbeme hoy a Tu Mística Mesa, oh Hijo de Dios..."

En la Catedral de la Dormición de Moscú y en las Grutas del Lavra de Kiev en este día luego de la Liturgia, y en la Iglesia Griega durante los Matutinos del Miércoles Santo, se realiza la Santificación del Crisma (Miro) el cual es usado en el Misterio de la Unción, y en la consagración de las iglesias y Antimins.

Viernes Santo.

Los servicios de Viernes Santo están conmemorados a los sufrimientos del Salvador en la Cruz, Su muerte y funeral. En los Matutinos, que son servidos en el anochecer de Jueves Santo (como todos los Matutinos que son oficiados la noche anterior del día actual) tiene lugar la Lectura de los Doce Evangelios. Los Mismos son colocados en el medio de la iglesia. Estos son selecciones de los cuatro Evangelios que proclaman la Pasión del Salvador, comenzando con Su conversación final con los discípulos en la Cena Mística, y finalizando con Su funeral en el jardín por José de Arimatea y la colocación de la guardia militar en Su Tumba. Durante las lecturas los fieles sostienen velas encendidas, que son símbolos de la gloria y la magnificencia que el Señor no perdió durante el periodo de Su sufrimiento, y del ardiente amor que deberíamos tener por nuestro Salvador.

El Viernes Santo se celebran las Horas Reales, pero la Liturgia nunca se oficia, ya que el Señor este día se ofreció a Sí Mismo como sacrificio.

A la novena hora (3. P.M). se sirven las Vísperas, que es la hora de la muerte de Jesucristo en la Cruz. En este oficio se conmemoran Su retiro de la Cruz y Su funeral.

Con el canto del Tropario: "El noble José, habiendo bajado Tu purísimo Cuerpo del Arbol...," el clero toma la Mortaja Fúnebre (un icono) de Cristo yaciendo en la Tumba (llamado 'Plaschnitsa' en ruso y 'Epitafion' en griego) desde la Santa Mesa, como si fuera el Golgota, y lo lleva del Altar al centro de la iglesia, precedido por cirios e incienso. Es colocado sobre una tarima especial preparada que representa una tumba, y el sacerdote y todos los presentes se postran ante Él y besan las heridas descriptas, el costado atravesado y las impresiones de los clavos en las manos y los pies. El Epitafion es dejado en la iglesia por tres días, desde la tarde del Viernes durante el Sábado hasta los primeros momentos del Domingo, en conmemoración de los tres días de entierro de Cristo.

Sábado Santo.

Los oficios están dedicados a la conmemoración del tiempo que Jesucristo permaneció "corporalmente en la tumba, en el Hades con Tu alma como Dios, en el Paraíso con el ladrón y en el trono con el Padre y el Espíritu Santo estabas Tu Quien todo lo llenas, oh Cristo, el Inexpresable." Y finalmente, la Resurrección del Salvador de la tumba.

En los Matutinos de Sábado Santo, luego de la Gran Doxologia, el Epitafion es cargado por los sacerdotes fuera de la iglesia, acompañado por el canto: "Santo Dios..." como en un funeral común. La gente se une siguiéndolo mientras es llevado alrededor del templo en conmemoración del descenso de Cristo al infierno y Su victoria sobre el y la muerte. Luego de esto es traído de vuelta dentro de la iglesia, es llevado a través de las Puertas Reales al Altar como un símbolo de que el Salvador permaneció inseparable de Dios Padre, y que con Su sufrimiento y muerte El nuevamente abrió las puertas del Paraíso. Durante este momento el coro canta: "Cuando el noble José..."

Cuando el Epitafion es colocado nuevamente en la tumba en el centro de la iglesia, se dice una letanía y se lee la profecía de Ezequiel, concerniente a la resurrección de los muertos. La Epístola instruye a los fieles que Jesucristo es la verdadera Pascua para nosotros, y el Evangelio nos relata como el alto sacerdote con el permiso de Pilatos puso una guardia en la tumba del Señor y la sello.

La Divina Liturgia es más tardía que en cualquier otro día del año y es combinada con Vísperas. Luego de la Entrada de Vísperas y el canto de: "Oh suave Luz..." comenzamos a leer las quince lecturas del Antiguo Testamento, que contiene todas las anunciaciones y profecías de la salvación de la humanidad a través de la Pasión y Resurrección de Jesucristo.

Luego de la lectura de estas y de la Epístola comienza el prefestivo de la Resurrección de Cristo. El coro empieza con el canto suave de: "Resucita, oh Dios, juzga a la tierra, ya que Tu heredaras en todas las naciones." Mientras en el Altar y en toda la iglesia se reemplaza las vestimentas negras por blancas. Esto es la imagen del acontecimiento en el cual las Mujeres Miróforas temprano por la mañana "aun estando oscuro," vieron en el Sepulcro de Cristo a un Angel vestido en túnicas blancas y oyeron de él la alegre noticia de la Resurrección de Cristo.

Luego de este canto el diácono, vestido con vestidos claros, al igual que el ángel, sale al centro del templo frente al Epitafion y por medio de la lectura del Evangelio anuncia al pueblo sobre la Resurrección de Cristo.

Luego continua la Liturgia de San Basilio el Grande con su orden normal. En lugar del himno de los Querubines se canta: "Que enmudezca toda carne humana..." en lugar de "Verdaderamente es digno..." se canta: "No llores por Mí, oh Madre, viéndome en la Tumba..." El verso de la Comunión: "Se levanto como dormido el Señor, y Resucito salvándonos..."

Al final de la Liturgia suele ocurrir la bendición de los panes y el vino para fortalecer a los que rezan. Luego de esto comienza la lectura de los Hechos de los Apóstoles y continua hasta el comienzo del Oficio de Medianoche.

A las 11:00 hs de la noche se celebra el Oficio de Medianoche en el cual se canta el Canon de Sábado Santo. AL final de este oficio el clero en silencio traslada el Epitafion desde el centro del templo al Altar por las Puertas Reales y lo colocan sobre el Trono, donde permanece hasta la fiesta de la Ascensión del Señor, en memoria de la permanencia de cuarenta días de nuestro Señor Jesucristo después de Su Resurrección de los muertos.

Después de esto los fieles piadosamente esperan la llegada de la medianoche, en la cual comienza la Radiante Alegría Pascual de la grandiosa festividad de la Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

La alegría pascual es una alegría santa, la cual no tiene y no puede tener igual en la tierra. Esta es una interminable eterna felicidad de la Vida Eterna y la Bienaventuranza. Ella es justamente esa felicidad de la cual habló el Mismo Señor: "Se alegrara vuestro corazón, y vuestra alegría nadie os quitara" (Juan 16:22).

 

¡Cristo Resucito!

La Fiesta de Pascua. La Radiante Resurrección de Cristo.

La palabra Pascua significa en hebreo "Paso o Liberación." Los hebreos al festejar la Pascua del Antiguo Testamento recordaban la liberación de sus antepasados de la esclavitud egipcia. Los cristianos al festejar la Pascua del Nuevo Testamento celebran la liberación a través de Cristo de toda la humanidad de la esclavitud del diablo y el otorgamiento a nosotros de vida y eterna bienaventuranza. Por la importancia de las dádivas recibidas por nosotros a través de la Resurrección de Cristo, la Pascua es la Fiesta de las Fiestas y el Triunfo de los de los triunfos, por eso los servicios divinos de esta fiesta se distinguen por magnificencia y solemnidad poco común.

Mucho antes de la medianoche, los fieles con vestimentas claras concurren al templo y piadosamente esperan la llegada de la celebración pascual. El clero se viste totalmente con hábitos radiantes. Antes de la Misma medianoche las campanas anuncian solemnemente la llegada del gran minuto luminoso del festejo de la Resurrección de Cristo. El clero con la Cruz, los cirios y el incienso salen del Altar y junto con el pueblo, al igual que las Miróforas, que fueron temprano al Sepulcro, circundan el templo cantando: "Tu Resurrección, oh Cristo Salvador, cantan los Angeles en los cielos, concédenos a nosotros también en la tierra, con corazón limpio glorificarte." En este momento en las alturas del campanario como desde los cielos, se vierte el repique pascual. Todos los fieles van con sus velas encendidas, expresando de así la alegría espiritual del radiante festejo.

La procesión se detiene a las puertas cerradas del templo, como si fueran las puertas del sepulcro de Cristo. Y aquí luego de la exclamación habitual, el sacerdote al igual que el ángel que avisó a las Miróforas en el sepulcro sobre la Resurrección de Cristo, es el primero en cantar alegremente: "Cristo resucitó de entre los muertos y con la muerte venció a la muerte, otorgando vida a los que estaban en los sepulcros." Esta canción se repite tres veces por el clero y el coro.

Luego el principal sacerdote exclama los versos de la antigua profecía del Santo Rey David: "Que resucite Dios y sus enemigos se dispersen...," y todos responden a cada verso del salmo con: "Cristo resucitó de entre los muertos..."

Las puertas son abiertas, y la congregación, como una vez hicieron las Miróforas y los Apóstoles, entran ala iglesia, resplandecientes con las luces de las velas y las lámparas, y cantan jubilosamente: "Cristo resucitó de entre los muertos..."

El oficio de los Matutinos pascuales continúa principalmente con el canto del Canon compuesto por San Juan Damasceno. Todas las odas de este canon se dividen con innumerables "Cristo resucitó de entre los muertos." Mientras se canta el canon el clero con la cruz y el incensario precedido por los cirios, recorre toda la iglesia colmándola con el incienso, y alegremente saludan a todos con las palabras: "Cristo resucitó." A lo cual los fieles contestan: "En verdad resucitó." Las numerosas salidas del clero desde el Altar recuerdan las frecuentes apariciones del Señor a Sus discípulos luego de su Resurrección.

Al final de los Matutinos luego del canto: "Abracémonos unos a otros y digamos: Hermanos perdonemos todo también a los que nos odian, por la Resurrección," todos comienzan a saludarse los unos a los otros diciendo: "Cristo resucitó" y contestando "En verdad resucitó." Ellos sellan este saludo con un beso y regalando huevos pascuales, que sirven como símbolo solemne del levantamiento desde el sepulcro - la resurrección de la vida desde sus Mismos núcleos, por la fuerza de la omnipotencia de Dios.

Después se lee la Homilía de San Juan Crisóstomo que comienza con las palabras: "Quien sea piadoso y ame a Dios que se endulce con este bueno y radiante festejo..." San Juan Crisóstomo invita a todos a regocijarse: "Los ricos y los pobres, unos con otros cantad. Los ascetas y los perezosos honrad este día. Los que habéis ayunado y los que no habéis ayunado alegraos hoy..."

"Que nadie llore por sus transgresiones, pues ha surgido desde la tumba el perdón. Que nadie tema a la muerte pues la muerte del Salvador nos ha liberado..."

Y por fin, él solemnemente proclama la victoria eterna de Cristo sobre la muerte y el infierno: "¿Dónde esta, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh Hades, tu victoria? Cristo resucitó, y tu fuiste aniquilada. Cristo resucitó y cayeron los demonios. Cristo resucitó y se alegran los ángeles. Cristo resucitó y se vivifica la vida. Cristo resucitó y no hay ningún muerto en el sepulcro (pues ahora la muerte no es más una destrucción, sino sólo un estado temporario): Cristo se levantó de entre los muertos siendo el Primogénito de los difuntos. A El gloria y dominio por los siglos de los siglos. Amén."

Inmediatamente luego de los Matutinos siguiente, se celebran las Horas y la Liturgia con todas las puertas del Altar abiertas. Ellas se abrieron al principio de los Matutinos y no se cierran a lo largo de la semana entera como una señal que Jesucristo ha abierto las puertas para siempre al Reino Celestial. En la Liturgia se lee la primera sección del Evangelio de San Juan el Teólogo que empieza con las palabras: En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios... que es una descripción de la divinidad de nuestro Redentor. Si la Liturgia se concelebra por muchos sacerdotes, entonces el Evangelio se lee en varios idiomas como una señal de que la "proclamación" acerca del Señor "avanzó" hacia todas las personas en la tierra.

Antes de la conclusión de la Liturgia se realiza la bendición del pan Pascual, el Artos. Se distribuye a los fieles el Sábado Radiante luego de la Liturgia, como una bendición Pascual.

Inmediatamente después de la Liturgia Pascual, y a veces entre Matutinos y la Liturgia, se bendicen el pan Pascual, queso, huevos y carne para las comidas Pascuales de los fieles.

Después de cada Liturgia de la Semana Radiante la Cruz de Cristo, acompañada por el repique de las campanas, se lleva triunfalmente alrededor de la iglesia.

De hecho, durante toda la semana las campanas se tocan tan a menudo como sea posible. Todos los toques son para expresar la alegría de los fieles y celebrar la victoria de Jesucristo sobre la muerte y el infierno. Para dar énfasis a esta alegría los Padres Santos instituyeron la regla de prohibir estar de rodillas y las postraciones en la iglesia desde el primer día de Pascua hasta las Vísperas de Pentecostés.

El sacerdote oficiante celebra los Vísperas en el primer día de Pascua con sus mejores vestiduras. Después de la entrada con el Evangelio, se lee el pasaje del mismo el cual describe la aparición de Jesucristo a los Apóstoles en la tarde del primer día de Su resurrección la muerte. (Juan 29:19-25).

En el primer martes después de la Semana Radiante para compartir la alegría de la Resurrección de Cristo con los difuntos y en la esperanza de la resurrección universal, la Iglesia sostiene un recuerdo especial de los muertos. Después de la Liturgia se oficia un Servicio general de Recuerdo e Intercesión, o Panigida, y siguiendo una costumbre de la Iglesia antigua, la visita de los fieles a las tumbas de sus parientes en este día.

El canto pascual se usa en la iglesia hasta la fiesta de la Ascensión del Señor que es celebrada en el cuadragésimo día después de Pascua.

La fiesta de Pentecostés.

La Fiesta de la Santísima Trinidad es llamada Pentecostés porque el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles ocurrió en el quincuagésimo día después de la Resurrección de Cristo. La fiesta de Pentecostés cristiana incluye dos celebraciones, uno en honor de la Santísima Trinidad y el otro en honor del Espíritu Santo que visiblemente descendió sobre los Apóstoles y selló el nuevo testamento eterno de Dios con la humanidad.

El primer día de Pentecostés, siempre un domingo, que la Iglesia dedica principalmente a la gloria del Santísima Trinidad; es popularmente conocido como Día de la Trinidad. El segundo día se dedica a la gloria del Espíritu Santo, y por consiguiente está conocido como Día del Espíritu.

Celebrando el Espíritu Santo la Iglesia empieza con el servicio de los Vísperas usual del Día de la Trinidad. Durante este servicio se leen tres oraciones de compunción escritas por San Basilio el Grande, Mientras la congregación entera se arrodilla. En ellos nosotros confesamos nuestros pecados antes el Padre Celestial y, por causa del gran sacrificio de Su Hijo, nosotros imploramos Misericordia. También le pedimos al Señor Jesucristo concedernos el Espíritu Divino, para el esclarecimiento y confirmación de nuestras almas. Finalmente, oramos por nuestros padres y hermanos difuntos, que el Señor les conceda reposo en un lugar de luz y refresco.

Es costumbre en este día festivo adornar la iglesia y la casa de uno con ramas de árboles y flores y en la iglesia sostener flores. Este adorno de plantas vivientes es una confesión del poder vivificante del Espíritu Vivificador y una consagración obediente a Él de los primeros frutos de primavera.

La fiesta de la Exaltación de la Cruz.

Los servicios divinos de este día difieren de otros en que al final del Gran Doxología de la Vigilia pernocturna, cuando el Trisagio está cantándose, el sacerdote toma la Santa Cruz, adornada con flores, de la Mesa del Altar y alza por sobre su cabeza. Precedido por velas, él sale del Altar a través de la puerta norte. Queda de pie antes las Puertas Reales y de allí, con la exclamación, "Sabiduría, estemos de pie!" lleva la Cruz al centro de la iglesia y la apoya sobre un analogion.

Se canta El tropario a la Cruz, "Señor, salva a Tu pueblo..." Mientras el sacerdote, junto con el diácono, completa tres inciensos de la Cruz. Entonces todos aquellos oficiantes veneran la Cruz con tres postraciones Mientras se canta el verso, "AnteTu Cruz, oh Soberano nos postramos, y Tu Santa Resurrección glorificamos."

Los fieles avanzan, hacen las postraciones, y besan la Cruz. Durante esta veneración el coro canta versos explicando y honrando la Crucifixión de Cristo. En la Liturgia se reemplaza el Trisagio con el himno, "Ante Tu Cruz..." y se lee la Epístola de San Pablo acerca de la Cruz que para aquellos que están muertos espiritualmente es tontería, pero para aquellos que se salvan es el poder de Dios. El Evangelio del día discute la Crucifixión de Cristo. Debido a que se conmemora los sufrimientos y muerte del Señor, este día se fija ayuno estricto.

Esta fiesta conmemora el hallazgo de la Preciosa y Vivificadora Cruz del Señor por la Equiapostólica, Emperatriz Helena (326 D.C). Desde el séptimo siglo este día también es conmemorado el retorno de la Vivificadora Cruz desde Persia por el Emperador bizantino Heraclius (629 DC) Por el "hallazgo" y "el retorno" de la Cruz, el Patriarca de Constantinopla para dar a los fieles reunidos para celebrar el evento una oportunidad de ver el sagrado objeto, levantó la Cruz hacia lo alto y la volvió a las cuatro direcciones durante lo cual la congregación se postraba reverentemente clamando, "Señor, tenga ten piedad."

La fiesta de la Transfiguración.

Los servicios divinos de esta fiesta son especiales en que al final de la Liturgia se bendicen uvas y frutas traídas a la iglesia por los fieles.

Esta fiesta se selecciona para la bendición de fruta porque en Jerusalén, de donde deriva nuestro tipicon, las uvas maduran en este momento y así ellas son recogidas especialmente para ser bendecidas. La iglesia, bendiciendo la fruta, nos enseña que en una comunidad santa deben consagrarse todas las cosas a Dios como Su creación.

La fiesta del Nacimiento de Cristo.

La Iglesia cristiana celebra el gran evento del Nacimiento de Cristo anualmente el 25 de diciembre (v.c.). Para celebrar más merecidamente, los fieles se preparan con un ayuno de cuarenta días llamado Ayuno de Navidad o el ayuno de Felipe, durando desde el 15 de noviembre hasta el veinticuatro de diciembre. La víspera de la fiesta se guarda con un ayuno especialmente estricto. Sólo se toma comida especial al final del día, consistiendo principalmente en trigo hervido con miel u otros platos cuaresmales, dependiendo de la costumbre.

En la víspera de la fiesta, si no ocurre en un sábado o domingo, se sirven las Horas Reales, y alrededor del mediodía la Liturgia de San Basilio el Grande con Vísperas. En el propio día de la fiesta, se celebra la Liturgia de San Juan Crisóstomo.

Las Horas que se sirven en la víspera del Nacimiento de Cristo se distinguen por el hecho que las lecturas del Antiguo Testamento son incluidas así como las lecturas de la Epístola y Evangelio. Por consiguiente, para distinguirlos de los servicios usuales de las Horas ellas son llamadas Horas Reales. Esta designación también se refiere a la costumbre en el Imperio bizantino donde el Emperador estaba presente para ellas.

Después de la Liturgia se coloca una vela en el centro de la iglesia detrás del icono de la fiesta, y el clero canta el tropario de la fiesta, "Tu Nacimiento, Oh Cristo nuestro Dios, ha iluminado la luz del conocimiento al mundo; por eso ellos que rendían culto a las estrellas fueron enseñados por una estrella a adorarte, Sol de Rectitud, y para conocerte, Oriente de lo alto, Oh Señor, gloria a Ti." Esto es seguido por el kontakio de la fiesta: "Hoy la Virgen dio a luz a Él Quién es transcendente en esencia; y la tierra le ofreció una cueva a Él Quién es inaccesible. Los ángeles con pastores dan la gloria; con una estrella los Sabios viajan; por nuestra causa un Niño joven nace, Quién es Dios pre-eterno."

Si la víspera cae un sábado o domingo, las Horas Reales se leen el viernes. En la propia víspera se sirve la Liturgia de San Juan Crisóstomo, seguida por las Vísperas. La glorificación de Cristo ocurre después de las Vísperas. Se renuncia el ayuno que se requiere por el Typicon para que antes de la tarde, uno se permita comer una cantidad pequeña de pan después de la Liturgia.

La Vigilia pernocturna empieza con los Grandes postvespertinos en que el himno triunfante de Isaías se canta, "Dios está con nosotros, entended, Oh vosotras naciones y someteos, porque Dios está con nosotros" La repetición frecuente de "Dios está con nosotros" expresa la alegría espiritual de los fieles que reconocen la presencia de Dios Emanuel entre ellos. El contenido del resto del servicio puede expresarse por el irmos inicial del Canon de los Matutinos, "Cristo nace, dad gloria; Cristo del Cielo, encontráos con Él; Cristo está en la tierra exaltáos. Cante al Señor toda la tierra, y en alegría canten alabanzas, Oh pueblo, porque Él se glorifica."

La fiesta del Bautismo del Señor.

Esta fiesta también se llama Teofanía porque en este día la Santísima Trinidad, y en particular la divinidad del Salvador, que ahora solemnemente empieza Su salvador servicio, es manifiesto.

La fiesta del Bautismo del Señor es celebrada casi de la misma manera que la fiesta del Nacimiento de Cristo. En la víspera de la fiesta se leen las Horas Reales, se oficia la Liturgia de San Basilio el Grande, y una Vigilia pernocturna, empezando con Grandes Postvespertinos. El rasgo distintivo de esta fiesta es la bendición de las aguas que se realiza dos veces, llamada la Gran Bendición de Agua, para distinguirla de la Bendición Menor que puede realizarse en cualquier momento del año Litúrgico.

La primera bendición ocurre en la víspera de la fiesta en la iglesia, y el segundo, en el día de la fiesta, al aire libre cerca de un río o lago. En tiempos antiguos la primera bendición era celebrada para el bautismo de catecúmenos y sólo después se unió con la conmemoración del Bautismo del Señor. El segundo probablemente se originó de la práctica antigua de los Cristianos en Jerusalén que, en el día de Teofanía, iban al Río Jordán y allí conmemoraban el Bautismo del Salvador. Por consiguiente, nosotros aun llamamos la procesión con la Cruz en Teofanía "la Procesión al Jordán."

Monasticismo y monasterios.

En el primero periodo de la Iglesia cristiana casi todos los fieles llevaban vidas puras y santas como requiere el Evangelio. Pero había fieles que buscaban algo más elevado aún. Algunos renunciaban a sus posesiones voluntariamente y los distribuían entre los pobres. Otros, como la Madre de Dios, San Juan el Precursor, los Apóstoles Pablo, Juan y Santiago hicieron votos de virginidad y consagraron su tiempo a la oración incesante, al ayuno, la abstinencia y labor. Ellos no se separaban sin embargo del mundo y vivían con el resto de la gente. Tales personas llegaron a ser llamadas ascetas, es decir: aquéllos que emprendían una disciplina especial.

Del tercer siglo cuando como consecuencia de la expansión veloz de Cristiandad la exactitud de vida entre Cristianos empezó a debilitar, los ascetas empezaron a retirar para vivir en los desiertos y montañas.

Allí, lejos del mundo y sus tentaciones, ellos llevaron una vida severa de ascetismo espiritual. Se llamaron estos ascetas que dejaron el mundo anacoretas o ermitaños. Así las fundaciones se pusieron para el monasticismo, lejos de las tentaciones del mundo.

La vida monacal es un estilo de vida sólo apara unas pocas, personas selectas que tienen un llamado, un deseo interno irreprimible de la vida monacal porque ellos se consagran completamente al servicio de Dios. Como el Señor Mismo declaró, Él que puede aceptarlo, permitanle aceptarlo (Mat. 19:12).

San Atanasio dice, "hay dos formas y estados de vida. Una es la vida usual para la humanidad, la vida de casado; la otra es la vida angélica y apostólica de la que no hay ningúna más alto, virginidad o el estado monacal." El Venerable Nilus de Sora dice, "El monje es un ángel, y su negocio es la Misericordia, paz y el sacrificio de alabanza."

Aquellos que entran en el camino de vida monacal deben tener una voluntad resuelta "para renunciar al mundo" y para negarse a los intereses terrenales para desarrollar dentro de ellos los poderes de la vida espiritual. En todas las cosas ellos deben cumplir la voluntad de su guía espiritual, deben renunciar a todas las posesiones e incluso deben dejar su nombre viejo. El monje toma en él un martirio voluntario - una vida de renunciamiento de sí Mismo, lejos del mundo, y llena de labor y privación.

El monasticismo en y por sí Mismo no es la meta, pero es el medio más eficaz de lograr la vida espiritual más elevada. El objetivo del monasticismo es el logro de fuerza moral y espiritual para salvar el alma. La vida monacal es el más gran esfuerzo ascético en el servicio espiritual para el mundo. El monje sostiene el mundo, ora por el mundo y espiritualmente lo nutre y lo representa; es decir, él realiza la proeza ascética de intercesión piadosa por el mundo.

El lugar de Nacimiento del monasticismo es Egipto, y el padre y fundador fue San Antonio el Grande. Él estableció monasticismo de los ermitas, una disciplina en que cada monje vivía separadamente de los otros en una choza o cueva, entregándose al ayuno, la oración, y labor para sustentar a los pobres y a sí Mismo trenzando cestos y sogas. Todos se pusieron bajo un líder o superior, llamado abad o padre, como guía.

Durante la vida de San Antonio también comenzó a desarrollarse otra forma de vida monacal. Los ascetas se reunieron en una comunidad donde cada uno trabajaba según su fuerza y talentos por el bienestar general, y todos estaban sujetos a una regla. A tales comunidades se las llamaron cenobia o monasterios. Los abades de monasterios empezaron a ser llamados abades o archimandritas. Se considera que el fundador de monasticismo comunal es PacoMio el Grande.

Desde Egipto el monasticismo rápidamente se expandió hacia Asia, Palestina, Siria y finalmente a Europa. El monasticismo en Rusia vino casi simultáneamente con la aceptación del Cristianismo. Los fundadores del monasticismo en Rusia fueron Stos. Antonio y Teodosio del monasterio de las cuevas de Kiev.

Los monasterios grandes con muchos centenares de monasticos llegaron a ser llamados el lavras. Cada monasterio tenía su orden de vida, su regla o typikon monacal. Cada monje fue obligado a cumplir las distintas tareas que, según el typikon, se las llamó obediencias. Monjes pueden ser masculinos o femeninos, ambos tienen exactamente las Mismas reglas. Los monasterios de mujeres (los conventos) han existido desde los tiempos antiguos.

Aquellos que desean entrar en la vida monacal deben sufrir primero un periodo de ensayo para probar su fuerza antes de que ellos den los votos irrevocables.

Aquellos que sufren esta comprobación preparatoria se llaman novicios. Si después de un periodo de comprobación largo ellos demuestran ser capaces de ser monjes, entonces ellos se visten parcialmente en las túnicas monacales con el servicio inicial de profesión. En esta fase ellos se llaman monjes rasos que tienen el derecho para llevar riasa y kamilavka, para que puedan aun confirmarse más en su camino escogido para hacerse monjes plenos o monjas.

La profesión monacal plena comprende dos grados, la forma menor y mayor, esquema pequeño y gran esquema. Al entrar en el monasticismo, el rito de la profesión al esquema menor es realizado en que el monje o monja de los votos iniciales y se le da un nuevo nombre. Cuando llega el momento de la tonsura, el monje da tres veces las tijeras al abad como señal de su firme decisión.. Cuando el abad recibe las tijeras por tercera vez de la mano de la persona a ser tonsurada, él con agradecimiento a Dios corta un mechón de pelo de la persona, en nombre de la Santísima Trinidad, consagrándolo absolutamente al servicio de Dios.

La persona que recibe el esquema menor se viste con el paraman, una tela pequeña, cuadrada con una pintura de la Cruz del Señor y los instrumentos de Su Pasión, la sotana y un cinto, y la mantia, una capa plegada larga, sin mangas. En su cabeza se pone el klobuk o kamilavka, con un velo largo. En sus manos se confía una soga de oración (el chotki, en ruso,; el komvoskini, en griego) que es un cordón negro con nudos para contar oraciones y postraciones. Todos estos vestidos tienen una importancia simbólica y recuerdan lo monacal de sus promesas. A la conclusión de la ceremonia al monje recientemente tonsurado se le da una cruz y una vela que él sostiene a lo largo de la Liturgia hasta la Comunión.

Los monjes que asumen el Gran Esquema dan los votos aun más estrictos. Se cambia de nuevo el nombre. Hay también cambios en los vestidos. En lugar del paraman la persona se viste con el analav, una tela especial como un escapulario con las cruces e inscripciones, y en lugar del klobuk la persona recibe el koukoulion, un casco redondeado con un velo que cubre los hombros.

Entre los rusos, es de costumbre llamar "schemniks" sólo a esos monjes que han logrado el Gran Esquema.

Si un monje se eleva a la línea de abad, entonces se le concede un personal como un símbolo de su autoridad sobre los hermanos, un símbolo de su posición legal como director sobre los monjes. Cuando un igumen se eleva a la línea de archimandrita, él se viste con una mantia que tiene "lápidas" o pectorales. Las lápidas son las secciones rectangulares de tela roja o verde que se cose hacia el frente de la mantia, dos en la cima y dos al fondo. Ellos simbolizan el hecho de que los archimandritas guiarán a los hermanos según los mandamientos de Dios. Además el archimandrita recibe la palitsa y Mitra. Normalmente los obispos son escogidos de las líneas de los archimandritas.

Muchos monasticos han sido verdaderos ángeles en la carne que han brillado como luces para la Iglesia de Cristo. A pesar del hecho que los monjes se han separado del mundo para lograr la perfección moral, ellos ejercen un gran y beneficioso efecto a los que viven en el mundo. Además de ayudar en las necesidades espirituales de sus vecinos, los monjes no dudan en servir en las necesidades temporales de aquellos que están a su alrededor cuando surgen las oportunidades. Obteniendo su propio sustento ellos comparten su comida con otros. Entre los monasterios hay esos hospicios en que toman, alimentan, y mantienen al resto de los viajeros. A menudo los monasterios distribuyen las limosnas para otras situaciones, aquellos en prisión, hambrientos y otros infortunios. Pero el servicio primario que los monjes proveen a la sociedad es su oración perpetua por la Iglesia, su país, los vivos, y los muertos.

San Teofan el Solitario dice, "el Monasticismo es un sacrificio a Dios de la sociedad; se consagra a Dios y comprende su defensa. Los monasterios son especialmente nombrados para los servicios de la iglesia que son ordenados, completos, y largos. La Iglesia está allí manifiesta vestida en toda Su belleza." De verdad los monasterios son fuentes inagotables de edificación para los laicos.

En la edad media los monasterios proporcionaban un gran servicio siendo centros de aprendizaje, ciencia y diseminadores del esclarecimiento cristiano.

Los monasterios son la mejor expresión en una nación de la fuerza y poder del espíritu religioso y moral de un pueblo.

En Rusia, Grecia, y otros países Ortodoxos las personas amaron los monasterios. Cuando un nuevo monasterio era fundado, las personas empezaban a establecerse al lado de él, formando un pueblo. A veces estos pueblos crecían hacia grandes ciudades.

En peregrinaje

El amor por los monasterios y los lugares santos evocó entre las personas Ortodoxas la costumbre de la peregrinación. En los tiempos cuando los países Ortodoxos florecieron, muchas personas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, con paquetes en sus espaldas, un bastón en mano, y una oración en sus labios caminaban pacientemente en todas las estaciones del año de un monasterio a otro. Ellos traían a menudo allí sus problemas y dentro de las paredes de un monasterio encontraban ayuda, confort y consuelo. Muchos emprendían peregrinaciones Tierra Santa, Palestina y otros lugares distantes.

Nuestros antepasados eran conscientes en espíritu de que los monasterios eran tierra fértil de fe y del esclarecimiento espiritual, y eran los baluartes de la Ortodoxia sin los cuales los imperios Ortodoxos de antaño ni siquiera podrían haber existido.

La Ortodoxia, en la forma de Iglesia, era la base de unidad rusa, que era un fruto de la unidad religiosa. La Ortodoxia estableció literatura rusa, estudios históricos, y la ley religiosa y ética. Sin la Ortodoxia no habría habido civilización rusa.

La locura por causa de Cristo.

Nosotros tenemos que considerar todavía una forma de la vida cristiana ascética, la llamada locura por causa de Cristo. El loco por Cristo puso para él Mismo la tarea de batallar dentro de él la raíz de todo pecado, el orgullo. Para lograr esto él asumía un estilo raro de vida, apareciendo como alguien privado de sus facultades mentales, trayendo para sí el ridículo. Además él exponía el mal en el mundo a través de palabras metafóricas y simbólicas acciones. Tomaba este esfuerzo ascético en él para humillarse y también para influenciar más eficazmente sobre otros, ya que la mayoría de las personas responden al sermón común usual con indiferencia.

La proeza espiritual de la locura por Cristo estaba especialmente extendida en Rusia. El Señor bendijo las tierras Ortodoxas enviando hacia ellos muchos ascetas, hombres virtuosos y mujeres que instruyeron a las personas en el esfuerzo, paciencia, y sumisión a la voluntad de Dios. Las personas Ortodoxas rusas soportaron sus penalidades con paciencia y esperanza en la Misericordia de Dios. Así la gran paciencia y humildad del alma de la nación Ortodoxa rusa fue cultivada y dada la fuerza por las más difíciles y heroicas labores en el nombre de la rectitud y amor de Dios.

Las campanas y los Repiques ortodoxos rusos.

Las campanas son uno de los elementos más esenciales de una Iglesia Ortodoxa. En "el Orden de la Bendición de Campanas" nosotros leemos, "Para que permitan a todos que las oyen timbrar, durante el día o por la noche, se inspire para la glorificación de Tus santos."

El repique de las campanas de la iglesia se usa para: 1) el llamado de los fieles a los servicios divinos. 2) expresar la alegría triunfal de la Iglesia y Sus servicios divinos. 3) anunciar a aquellos no presentes en la iglesia los tiempos de los momentos especialmente importantes en los servicios.

Además, en algunas ciudades de la Rusia Antigua, las campanas convocaban a las personas a las reuniones. También, se usaron las campanas para guiar aquellos perdidos en el mal tiempo, y anunciaban varios peligros o infortunios como fuegos o diluvios. En días de peligro para la nación ellas llamaban a las personas a su defensa. Las campanas proclamaban las victorias Militares y saludaban a aquellos que volvían del campo de batalla. Así las campanas jugaron un gran rol en la vida de las personas rusas. Normalmente se colgaban en campanarios especiales construidos encima de la Entrada a una iglesia o al lado de ella.

Las campanas no se usaron inmediatamente luego de la aparición de la Cristiandad. En la Iglesia del Antiguo Testamento, en el Templo de Jerusalén, los fieles no se convocaban a los servicios con las campanas, sino con trompetas. En los primeros siglos de Cristiandad, cuando la Iglesia era perseguida por los paganos, los Cristianos no tenía oportunidad de llamar a los fieles abiertamente a los servicios. En ese momento, ellos se convocaban en secreto por uno de los diáconos o por mensajeros especiales, y a veces el obispo al final de un servicio revelaba el tiempo y lugar del próximo oficio.

Luego de la cesación de las persecuciones en el cuarto siglo, varios medios entraron en uso para convocar a los fieles. Se encontraron los medios más específicos en el sexto siglo cuando el sonido de tablas o aros de hierro, golpeados con martillos, convocaba a los fieles. Eventualmente se inventaron los medios más perfectos para llamar a los fieles a los servicios, el repicar de campanas.

Las primeras campanas, como es bien conocido, aparecieron en Europa Occidental. Hay una tradición por la cual la invención de campanas se atribuye a San Paulino, Obispo de Nola (411) al final del cuarto o el principio del quinto siglo. Existen varias versiones de esta tradición. En una, San Paulino vio algunas flores del campo en un sueño, narcisos, que daban un sonido agradable. Cuando él despertó pidió campanas que tuvieran la forma de estas flores. Pero, evidentemente, San Paulino no introdujo las campanas en la práctica de la Iglesia, ya que ni en sus trabajos ni en los trabajos de sus contemporáneos hay mención de campanas.

Sólo en el comienzo del séptimo siglo el Papa de Roma, Sabino, sucesor de San Gregorio el Dialoguista, tuvo éxito dando importancia cristiana a las campanas. Desde este periodo, las campanas empezaron a ser usadas gradualmente por los cristianos, y en el curso de los octavo y noveno siglos en Europa Occidental, las campanas se volvieron parte de práctica litúrgica cristiana.

En el Este, en la Iglesia griega, las campanas entraron en uso en la segunda mitad del noveno siglo, cuando en el 865, el Duque de Venecia, Ursus, le dio al Emperador Miguel un regalo de doce campanas grandes. Estas campanas se colgaron en una torre cerca de la Catedral Santa Sofía. Pero las campanas no entraron en uso general entre los Bizantinos.

En Rusia, las campanas aparecieron casi simultáneamente con la recepción de Cristiandad por San Vladimiro (988 D.C.). Todavía se usaban y todavía se usan tablas de madera y aros de metal golpeados por martillos en algunos monasterios. Pero aunque parezca extraño, Rusia no tomó las campanas de Grecia de donde ella recibió la Ortodoxia, sino de Europa Occidental. La Misma palabra kolokol viene de la palabra alemana "glocke." La palabra eslava es kampan que viene de la provincia romana Campania donde se hicieron las primeras campanas, de bronce. Inicialmente las campanas eran pequeñas, y cada iglesia tenía sólo dos o tres.

En el decimoquinto siglo aparecieron fábricas especiales para fundir campanas, donde las Mismas eran grandes proporciones. En el campanario de Ivan el Grande en Moscú, por ejemplo, está la campana de "Todos los días" que pesa 36,626 libras; la campana "reyute" que pesa 72,000 libras; y la campana más grande, llamada "Dormición," qué pesa alrededor de 144,000 libras.

La campana más grande en el mundo es en la actualidad la "Campana del Zar "está de pie en un pedestal de piedra en la base del campanario de Ivan el Grande. No hay ninguna igual a ella en el mundo, no sólo en dimensión y peso, sino en el fino arte de fundición. La "Campana del Zar" se fundió por los maestros rusos Ivan y Miguel Matorin, padre e hijo, en 1733-1735. El material para la "Campana del Zar" se tomó de su predecesora, una campana gigantesca que se había dañado en un incendio. Esta campana pesaba 288,000 libras y se fundió por el maestro artesano, Alejandro Grigoriev, en 1654. A las 288,000 libras de metal base se agregó más de 80,000 libras de aleación. Con todo, el peso total de la Campana del Zar es 218 toneladas. El diámetro de la campana es 6 metros, 60 centímetros, o 21 pies, 8 pulgadas.

Este producto asombroso de fundición nunca se colgó con éxito porque se dañó severamente en un terrible y devastador incendio en 1737. Todavía estando en su molde de fundición en un andamiaje de madera, no se sabe si este andamiaje fue colgado o no en la vida. Cuando cogió el fuego, ellos empezaron a tirar agua en él. La campana al rojo vivo desarrolló muchas fracturas grandes y pequeñas debido al cambio extremo de temperatura, y un pedazo grande, pesando 11,000 Kg (11.5 toneladas), cayó de la campana.

Después del fuego, la "Campana del Zar" yació en su molde de fundición durante un siglo entero. En 1836, la campana se alzó fuera y se puso en un pedestal de piedra, por el proyecto del arquitecto A. Montferrand, el constructor de Catedral de San Isaac y la Columna de Alejandro en Petersburgo. Ahora está en este pedestal con el pedazo caído de la campana apoyado al pie del Mismo. Así es el destino de la campana más grande del mundo, la "Campana del Zar," qué nunca sonó.

La campana activa más grande es la llamada "Dormición," localizada en Moscú, en el campanario de Ivan el Grande. Su repique dio el signo para empezar el sonido festivo de las campanas de todas las iglesias de Moscú en noche de Pascua. Así, las personas Ortodoxas rusas amaron el repique de las campanas de la iglesia y enriquecieron la colectividad con su innovación y arte.

La calidad distintiva de las campanas rusas es su sonoridad y melodía. Esto se logra por varias técnicas: 1) Una proporción exacta de bronce y estaño, a menudo con plata agregada, la aleación apropiada. 2) la altura de la campana y su anchura, las proporciones correctas. 3) el espesor de las paredes de la campana. 4) el colgamiento correcto de la campana. 5) la composición correcta de la lengua y su manera de colgarse en la campana.

Los rusos llaman al palmoteador, la lengua. La campana rusa es distinta a la campana europea Occidental en que es fijada en la posición, y el palmoteador se mueve y golpea los lados de la campana produciendo el sonido. Es característico que las personas rusas llaman a la parte movible de la campana "la lengua," permitiendo a la campana tener una voz viviente y trompeta. De verdad, ¿con qué otro nombre, si no uno hablando, uno puede llamar a la campana?

En los días de grandes fiestas el sonido de la campana nos recuerda la beatitud del Cielo. En los días de grandes santos, nos recuerda el reposo eterno de los moradores del Cielo. Nos recuerda nuestra conciliación con Dios a través de Cristo el Salvador durante los días de Semana Santa. En los días de la Semana Radiante, proclama la victoria de la vida sobre la muerte y la alegría eterna, interminable de la vida futura en el Reino de Cristo.

No es una boca que habla cuando la campana nos cuenta cada hora que pasa, y nos recuerda el paso del tiempo y de la eternidad cuando el tiempo no será más (Apoc. 10:6).

Anunciando la gloria del nombre de Cristo, día y noche, desde las alturas de una iglesia de Dios, el sonido de campanas nos recuerda las palabras del Señor, el Pantocrator, dichas a través del Profeta Isaias del Antiguo Testamento, sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y pernocturna no callaran jamas (Is. 62:6). No es casualidad que los paganos, cuando oían el sonido de las campanas, a menudo decían, "esa es la voz del Dios de los cristianos."

El sonido de una campana de la iglesia es algo exaltado y solemne, y si hay varias campanas en armonía entre ellas, entonces suena una sonoridad más magnífica. Un repique inquieto de campanas actúa en nuestros sentimientos internos y despierta nuestras almas del letargo espiritual. Lo que aflige, desalienta, y a menudo los tonos irritantes son evocados por las campanas de la iglesia en el alma de un apóstata malvado e impío. Los sentimientos de incomodidad y cansancio de alma son evocados por el sonido de la campana en el alma de un pecador perpetuo. Pero en el alma de los fieles que busca paz con Dios el Señor, la campana de la iglesia despierta un luminoso, alegre, y serena disposición. Así una persona puede definir el estado de su alma por medio del sonido de campanas.

Uno puede traer ejemplos de la vida, cuando un hombre, exhausto de la lucha contra el amargor de la vida, y entrado en la desesperación y desaliento, decide tomar su propia vida. Entonces él oye las campanas de la iglesia. Preparándose para cometer suicidio, él tiembla, se asusta, e involuntariamente se guarda a sí Mismo con la señal de la Cruz. Evoca al Padre Celestial, y nuevos, buenos sentimientos surgen en su alma, y el que estaba pereciendo ingresa para siempre a la vida. Así en los golpes de una campana de la iglesia hay oculto, un poder maravilloso que penetra profundamente en el alma de la humanidad.

Habiendo amado el sonido de las campanas de la iglesia, las personas Ortodoxas lo asocian con todos sus eventos festivos y afligidos. Por consiguiente, el sonido del campanario Ortodoxo no sólo sirve para indicar el tiempo de los servicios divinos, sino también para expresar alegría, pesar y festividad. Las varias formas de tocar las campanas, cada uno con su propio nombre y significando, se desarrollaron para expresar este rango de sentimientos.

Las formas de tocar las campanas y sus nombres. La manera de sonar las campanas de la iglesia esta dividida en dos formas básicas: 1. Buenanueva, o toque moderado de la campana para anunciar los oficios en la iglesia y 2. Repique de todas las campanas.

Sonido para anunciar los Servicios de la Iglesia. Por "el anuncio de servicios de la iglesia" se significa los golpes moderados de una campana grande. Por este sonido, los fieles son llamados juntos al templo de Dios para los servicios divinos. En ruso es conocido como la "campana de las Buenas Noticias" porque anuncia las benditas, buenas noticias del principio de los servicios divinos.

El "repique de buenas noticias" es así cumplido. Primero se producen tres golpes espaciados lentos, prolongados ampliamente para sostener el sonido de la campana, seguido por los golpes moderados. Si la campana es muy pesada o de grandes dimensiones, los golpes moderados se producen por el balanceo del palmoteador de lado a lado de la campana. Si la campana es de tamaño mediano, entonces su palmoteador es suficientemente arrastrado cerca del margen por una soga. La soga se ata a un pedal de madera, y con la presión de los pies, se produce el sonido.

El "repique de buenas noticias" se subdivide a su vez en dos tipos: 1) El repique usual u horario, producida con la campana más grande. 2) El repique cuaresmal u ocasional, producido con la campana siguiente más grande en los días de la semana del Gran Ayuno.

Si la iglesia tiene varias campanas grandes, como normalmente es el caso en catedrales o monasterios grandes, entonces el tamaño de las campanas corresponde a su importancia: 1) la campana de la fiesta, 2) la campana del domingo, 3) la campana del polyeleos, 4) la campana diaria, y 5) el quinto, o la campana pequeña. Normalmente en las parroquias no hay mas que dos o tres campanas grandes.

El repique de todas las campanas se subdivide como sigue: 1) Trezvon (Repique) - triple sonido, repiqueteo múltiple de la campana. Éste es el sonido simultáneo de todas las campanas, después de una pausa breve, un segundo repiqueteo de todas las campanas, de nuevo una pausa breve, y un tercer repique de todas las campanas, es decir, un repiqueteo simultáneo de todas las campanas tres veces, o un timbrado en tres estribillos. 2) Dvuzvon - doble timbre. Éste es dos veces el toque simultáneo de todas las campanas, en dos estribillos. 3) Perebor (Toque en Cadena) - éste es el toque de cada campana a su turno, con uno o varios golpes de cada campana, empezando con la más grande hasta la más pequeño, y repitiéndolo varias veces. 4) Perebor (Peaje) - Éste es lento toque de cada campana, empezando con la más pequeña a la más grande, y después del golpe en la campana más grande se golpean inmediatamente todas las campanas juntas; después esto se repite varias veces.

El uso de las campanas y su significado.

Las campanas para la Vigilia pernocturna.

1) Antes del principio de la Vigilia pernocturna- el "repique de las buenas noticias" que concluye con el toque simultáneo de todas las campanas, o el trezvon.

2) al principio de la lectura de los Seis Salmos viene el doble tiempo, el repique simultáneo, el dvuzvon. Este anuncia el principio de la segunda parte de la Vigilia Pernocturna - Matutinos. Expresa la alegría de la Resurrección de Cristo, la encarnación de la Segunda persona de la Santísima Trinidad, nuestro Señor, Jesucristo. El principio de los Matutinos, como sabemos, evoca el Nacimiento de Cristo, y empieza con la doxologia de los ángeles en su revelación a los pastores de Belén, Gloria a Dios en las alturas, en la tierra paz en los hombres buena voluntad.

En el uso popular, la campana del doble tiempo en la Vigilia Pernocturna se llama la segunda-campana (el segundo repique de la campana después del principio de la Vigilia Pernocturna).

3) en el momento del canto del polyeleos, antes de la lectura del Evangelio, el trezvon, los tres toques simultáneos de todas las campanas, expresando la alegría en celebrar el evento.

El sábado en la Vigilia Pernocturna, este toque expresa la alegría y festividad de la Resurrección de Cristo. En algunas situaciones se realiza en el momento del canto de "En eso hemos visto la Resurrección de Cristo..." Habitualmente en los libros guías, este repique se llama "las campanas antes del Evangelio."

En el uso popular, el trezvon en la Vigilia Pernocturna (las campanas antes del Evangelio) se llama el "tercer toque."

4) al principio de la Canción de la Santísima Theotokos, "Glorifica mi alma al Señor..." ocurre un repique de buenas noticias cortas, compuesto de nueve golpes de la campana grande (de costumbre en Kiev y en toda Pequeña Rusia).

5) en las Grandes Fiestas, en la conclusión de la Vigilia, ocurre el trezvon.

6) en los servicios Obispales, después de cada Vigilia Pernocturna, se toca el trezvon, acompañando al obispo cuando él deja la iglesia.

Las campanas para la Liturgia.

Antes del principio de la lectura de la Tercera Hora, suena el repique de buenas noticias para la Liturgia, y al final de la Sexta Hora, antes del principio de la Liturgia, el trezvon. Si se sirven dos Liturgias (una temprano y otra más tarde), entonces el repique de buenas noticias para la Liturgia temprana es más simple y más lento que para la Liturgia más tardía, y habitualmente no se usa la campana grande.

En un oficio Obispal, el repique de buenas noticias para la Liturgia empieza en el momento indicado. Mientras el obispo se acerca a la iglesia, se toca el trezvon.

Cuando él entra en la iglesia, el trezvon cesa y se reanuda el repique de buenas noticias y continúa a lo largo de la vestimenta del obispo. Al final de la Sexta Hora, el trezvon se toca de nuevo. Después, durante la Liturgia, el repique de buenas noticias se toca al principio del Canon Eucarístico, la parte más importante de la Liturgia, para anunciar el tiempo de la santificación y la transformación de los Santos Dones.

Según T.K. Nikolsky, en el libro Ustav Bogosluzhenia, se dice que el repique de buenas noticias antes de "es digno..." empieza con las palabras, "es digno y correcto postrarse ante el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo..." y continúa hasta el canto de "Verdaderamente es digno, siempre bendita y Purísima, Madre de Dios..."También es la instrucción en el Libro Novaia Skrizhal por el Arzobispo Benjamin (publicado en S.P.B., 1908, pág. 213.).

En la práctica, el repique de buenas noticias para "es digno..." es más corto, compuesto de doce golpes. En Rusia del sur este repique para "es digno..." se realiza habitualmente antes del principio del Canon Eucarístico, en el momento de cantar el Credo (12 golpes, 1 golpe para cada cláusula del Credo). El repique de buenas noticias antes de "es digno..." según la costumbre de las iglesias rusas se introdujo durante el tiempo del Patriarca Joaquín de Moscú (1690 D.C). similar a la costumbre del Oeste dónde ellos tocan durante las palabras "Tomad, comed..."

En todas las Grandes Fiestas al final de la Liturgia se toca el trezvon. También, después de que cada Liturgia servida por un obispo el trezvon se toca para acompañar al obispo cuando él deja la iglesia.

En la fiesta de Navidad, el trezvon se toca todo el día de la fiesta, desde la Liturgia hasta las Vísperas. También, en la fiesta de Resurrección de Cristo - Pascua.

El repique de buenas noticias antes de los Matutinos Radiantes empieza antes de la Vigilia pernocturna y continúa hasta la Procesión de la Cruz, y el trezvon festivo se toca al principio de la Procesión hasta su final y aun después.

Antes de la Liturgia Pascual, se tocan el repique de buenas noticias y los trezvon. En el momento de leer el Evangelio, el perebor se toca durante la propia Liturgia Pascual, con siete golpes en cada campana (el número siete expresa la plenitud de la gloria de Dios). Este toque festivo de las campanas signa la homilía en el Evangelio de Cristo en todos los idiomas. En la realización de la lectura del Evangelio, el perebor concluye con el trezvon jubiloso, victorioso.

Durante toda la Semana Radiante, el trezvon ocurre todos los días, desde el final de la Liturgia hasta las Vísperas. Después de la Liturgia se toca el trezvon todos los domingos de Pascua hasta la Ascensión.

En el día de la fiesta de una iglesia, al final de la Liturgia antes del principio del Moleben, se tocan el repique de buenas noticias cortas y los trezvon, y a la conclusión del Moleben, el trezvon.

Siempre que hay una procesión alrededor de la iglesia, se toca el trezvon. Antes de las Horas Reales, suena el repique de buenas noticias normalmente en la campana grande, y antes de las Grandes Horas de la Semana Santa, el repique de buenas noticias Cuaresmales repican en la campana pequeña. Como en las Horas Reales, también en las Grandes Horas de la Semana Santa se toca la campana antes de cada Hora. Antes de la Tercera Hora la campana se golpea tres veces, antes de la Sexta Hora, seis veces y antes de la Novena Hora, nueve veces. Antes del Typica y Grandes postvespertinos, doce veces. Si durante el ayuno es celebrado un día de fiesta, entonces durante las Horas ellas no se golpean separadamente para cada Hora.

En Matutinos de Viernes Santo, para las Doce Lecturas del Evangelio de la Pasión del Señor, además del toque de buenas noticias usuales y trezvon al principio de matutinos, hay un repique de buenas noticias antes de cada lectura del Evangelio: antes del primer Evangelio - un golpe en la campana grande, antes del segundo Evangelio - dos golpes, antes del tercer Evangelio - tres golpes, etc.,

En la conclusión de los Matutinos, como los fieles llevan el "fuego del Jueves Santo" a sus casas, se toca el trezvon.

El uso del Perebor y su significado.

En las Vísperas de Viernes Santo, antes de la elevación del Epitafion, en el momento del canto de los últimos sticheron del aposticha, se realiza un perebor lento, un golpe en cada campana, de la más grande a la más pequeña. En la colocación del Epitafion en el centro de la iglesia, se toca el trezvon.

En los Matutinos durante Sábado Santo, empezando con el canto de la "Gran Doxologia" y continuando a través de la procesión con la Epitafion alrededor de la iglesia, se toca el perebor el Mismo para el transporte de vuelta del Epitafion, un perebor lento, un golpe en cada campana de la más grande a la más pequeña. Cuando ellos recogen la Epitafion en el medio de la iglesia y van con él a las Puertas Reales, entonces se toca el trezvon.

El perebor lento con un golpe en cada campana, empezando con el sonido más grande, más poderoso, y ascendiendo por los grados al tono tirado más delicado y más alto de la campana pequeña, simboliza "la vertiente (por lo que se refiere a la humildad)" de nuestro Señor Jesucristo para nuestra salvación, cuando nosotros cantamos, por ejemplo, en el cuarto irmos del Quinto Tono:

"Previendo Tu propio vaciamiento divino en la Cruz..." Como establecido por siglos de práctica por la Iglesia Ortodoxa rusa, en la parte central de Rusia semejante perebor podría realizarse sólo dos veces por año, el Viernes y Sábado Santos, el día de la Crucifixión del Señor y Su entierro. Los timbres de campana experimentados normalmente siguen estrictamente esta costumbre y no lo permite de otro modo, que el sonido afligido que pertenece al Señor, nuestro Salvador, se reserve y sea distinto de las campanas fúnebres de personas simples, mortales y pecadoras.

En los Matutinos en el día de la Exaltación de la Cruz del Señor, durante la semana de la Veneración de la Cruz, y el primero de agosto, antes de llevar la Cruz del Altar en el momento de cantar la "Gran Doxologia," el perebor ocurre donde se golpean tres veces despacio (en algunos lugares, una vez) en cada campana desde la más grande a la más pequeña. Cuando la Cruz se lleva al medio de la iglesia y se pone en el analogion, se toca el trezvon.

Semejantemente al perebor, pero más rápido y en sucesión rápida, siete o tres veces en cada campana, la campana se toca antes de la pequeña bendición de agua. En el momento de la inmersión de la Cruz en el agua, se toca el trezvon.

Como antes de la bendición de agua, el perebor ocurre antes de la ordenación de un obispo. En general, el perebor es rápido, pero hay un repique festivo a veces en cada campana. En varios lugares, semejante perebor son realizados antes del principio de la Liturgia en el día de la fiesta de la iglesia, o en otros casos, por ejemplo, como indicamos anteriormente, durante la lectura del Evangelio Pascual.

El uso del Perebor y su significado.

El perebor, por otra parte conocido como la campana fúnebre, expresa el pesar por el muerto. Se usa, como explicamos anteriormente, en el orden inverso del perezvon. Es decir, despacio tocan una vez en cada campana de la más pequeña a la más grande, y después de eso tocan todas las campanas simultáneamente. Este perebor triste, fúnebre debe concluir con un trezvon corto, expresando la alegre fe cristiana en la resurrección del muerto.

En vista del hecho de que en varias guías para el toque de campanas, uno es instruido en no tocar un trezvon en el servicio fúnebre del muerto, y como esta directiva no corresponde a la práctica de la iglesia, nosotros aprovecharemos esta oportunidad para dar una explicación.

Los perebor lentos, desde la más pequeña hasta la más grande, simboliza el crecimiento del hombre en la tierra, desde la estatura pequeña a la madurez y fuerza, y el toque único simultaneo en todas las campanas significa que la vida terrenal del hombre se detiene por la muerte, por lo que todo lo adquirido por el hombre en esta vida queda atrás. Como se expresa en los himnos del servicio fúnebre, "Todas las cosas mortales son vanidad y no existen después de la muerte. Las riquezas no soportan, tampoco la gloria acompaña en el camino; para cuando la muerte viene, todas estas cosas desaparecen absolutamente" (o como en otro himno, "todavía solo un momento, y la muerte suplantará todo").

Por consiguiente, al Cristo inmortal nosotros clamamos, "Haz descansar al difunto, en la morada de aquellos que se regocijan "La segunda parte del himno habla directamente de la alegría de la vida futura con Cristo. Esta alegría también se expresa con el trezvon después del perebor afligido.

En el periódico Pravoslavnaia Rus' (la Rusia Ortodoxa), el Arzobispo Averky, según la costumbre de la ocasión en los entierros y Panigidas para el difunto, dio la explicación firmemente basada en que, que sin duda también pertenece a las campanas. "Para realizar Panigidas y entierros, se pone ropa luminosa según nuestra costumbre Ortodoxa. La costumbre de celebrar estos órdenes de culto en ropa negra vino del Oeste, y es completamente atípico al espíritu de Ortodoxia. No obstante, está extendido entre nosotros. Tanto que, ahora no es fácil erradicar. Para los verdaderos Cristianos, la muerte es un pasaje a la vida buena, alegre y no el dolor, como se expresa bellamente en la tercera oración de rodillas leída en las Vísperas en el día de Pentecostés, "Porque no hay muerte, Oh Señor, para Tus siervos cuando nosotros partimos del cuerpo y venimos a Ti, nuestro Dios, sino un cambio de las cosas muy aflictivas hacia las cosas más beneficiosas y mas dulces, y hacia el reposo y alegría."

El trezvon, recordativo de la Resurrección, graciosamente actúa en el alma de los fieles cristiano, afligido por la separación del difunto, y le da consuelo interior. Privar al Cristiano de tal consuelo no tiene ninguna base, más desde que este trezvon ha entrado fundamentalmente en la vida de las personas Ortodoxas rusas y se ha vuelto una expresión de su fe. De esta manera, cuando el cuerpo del difunto se trae al funeral en la iglesia, esta el perebor triste, y Mientras está llevándose hacia la iglesia, el trezvon. Después del funeral, al llevar al difunto fuera de la iglesia, allí de nuevo ocurre el perebor, también concluyendo con el trezvon.

Durante los funerales y entierros de sacerdotes, hieromonjes, archimandritas y obispos, se realiza un perebor ligeramente diferente. Primero golpean la campana grande doce veces, después sigue el perebor; de nuevo los doce golpes en la campana grande, y nuevamente el perebor, etc. Mientras el cuerpo se trae a la iglesia, se toca el trezvon; también durante la lectura de la oración de absolución - el trezvon. Durante el traslado del cuerpo, nuevamente es indicado el perebor, y al poner el cuerpo en la tumba, ocurre el trezvon. En otros lugares, las campanas se tocan según la costumbre usual para los entierros.

El Chinovnei Knige dice que durante el traslado del Patriarca Joaquín, había un repique de buenas noticias, alternadamente en todas las campanas (Vrem. Mosk. Obshch. Ist. i drevi. 1852, vol. 15, p.22).

No hace mucho tiempo nosotros tuvimos la ocasión para aprender que aun existe otra forma de perebor. Es un golpe en cada campana, pero empezando con la más grande a la más pequeña, y después un golpe simultáneo de todas las campanas. Esto se puso en un registro, Rostovskie Zvoni (las Campanas de Rostov), grabado en Rostov en 1963. En la práctica nosotros no hemos oído tal repique, y no hay directivas para ellos. Por consiguiente somos incapaces de indicar donde y cuando se usa este modelo.

Allí también existe el llamado "sonido bonito" en todas las campanas. Este existe en las reuniones en las catedrales, los monasterios, donde ellos tengan una colección grande de campanas. El "sonido bonito" está compuesto de varios campaneros en una compañía de cinco o más personas. Ocurre en los grandes días de fiesta, los eventos festivos y jubilosos de la Iglesia, y también para saludar al obispo de la diócesis.

También es necesario mencionar "la campana de alarma," qué sirve para un propósito social. Por "campana de alarma" se entiende los golpes ininterrumpidos, frecuentes en la campana grande. Se usa para alertar a las personas en caso de fuego, diluvio, motín, invasión de un enemigo, o alguna otra forma de calamidad social.

La campana "vetchevnie" fue usada para llamar a todos los habitantes de Novgorod antiguo y Pskov al vetche, o la asamblea popular.

Las victorias sobre enemigos y retornos de regimientos de los campos de batalla se anunciaban con el trezvon alegre y festivo en todas las campanas.

En conclusión, notamos que los campaneros rusos lograron alto dominio en tocar las campanas y eran famosos a lo largo del mundo. Muchos turistas fueron de Europa, Inglaterra y América a la fiesta de Pascua en Moscú, a oír las campanas Pascuales.

En "la Fiesta de las Fiestas" en Moscú, se tocaron las campanas de todas sus iglesias, numerando más de 5,000. Así, quien haya oído las campanas Pascuales de Moscú nunca se olvidaran. Y. Shmelov expreso como escritor: Era "una única sinfonía,." Este sonido poderoso, festivo penetró al Cielo un himno victorioso a la Resurrección de Cristo.

(La descripción básica del orden de tocar las campanas se extiende por la mayor parte en la Práctica de la Iglesia rusa en Rusia Central. La descripción de práctica fue compilada y confirmada por muchos eventos y prácticas diarias de las personas Ortodoxas rusas, por la Misma vida de la Iglesia Ortodoxa).

Epílogo.

En nuestro propio tiempo de fe débil los poderes oscuros del mal se acercan batallando contra la rectitud de Dios. Nosotros, los fieles, debemos recordar sobre todo que nadie mas que los monjes, por la oración y ayuno, aparecen como la vanguardia de la batalla contra los poderes de mal. Porque el Señor Mismo dijo, Esta clase (el espíritu satánico) sale fuera por la oración y ayuno (Mat. 17:21). Nosotros debemos amar a estos defensores de Cristo, y debemos ayudarlos por todos los medios, pidiendo su ayuda espiritual.

Nosotros, sabiendo el gran poder de la oración y el ayuno, debemos orar todos los días y ayunar con las mejores de nuestras habilidades para mantener el fervor, fortificar nuestros corazones hacia las resoluciones buenas y santas, y generar en nosotros la fuerza espiritual, para que con la ayuda de Dios nosotros podamos resistir las intrigas del diablo.

En las palabras del Metropolitano Philaret de Moscú, "no nos engañemos por la apariencia atractiva que el honor ordinario, mundano posee; no seamos enemigos de la fe, comportándonos escandalosamente, sino hagamos buenas obras, y alejémonos de la exagerada indulgencia injuriosa. Para abreviar, cumplir sólo con las obligaciones ostensibles más necesarias de un hombre y Miembro de la sociedad es meramente blanquear nuestros sepulcros, que entretanto, esta lleno de huesos de hombres muertos (Mat. 23:27).

"¿Cuántos hombres llamados, sabios de este mundo sufrieron y se torturaron y otros se esforzaron por seguir la vida buena?" Dice el Mismo jerarca. "¿Y quién de ellos se bendijo? Claro, sus trabajos no son para la comprensión y actividad de niños, porque su propia comprensión nunca escapa completamente su esfuerzo con dudas; sus hechos personales no corresponden a su enseñanza (Es decir, ellos Mismos no practica lo que predican). Aquí nosotros vemos la importancia insignificante del hombre. En contraste con esto, esta la gran simplicidad de Dios. Dios no dice mucho. En Sus simples mandamientos esta establecida la enseñanza de vida, que por el amplio y profundo significando, y por los niños se entiende fácilmente. La simplicidad de Dios ilumina al ignorante y guía a los educadores; purifica las almas de los hombres y preserva la civilización; organiza la vida temporal y lo recrea para la eternidad."

En todo esto uno no debe olvidarse que los mandamientos de Dios serán activos y redentores para nosotros solo cuando el amor cristiano hacia Dios y el prójimo reine en nuestros corazones. El Señor Mismo dijo, En estos dos mandamientos, amor a Dios y al prójimo, se basan toda la ley y los profetas (Mat. 22:40), es decir, la vida genuina y verdadera.

Porque, "es posible saber la verdadera fe con sólo la mente y la memoria," dice a Arzobispo Inocencio, "pero pobre, inanimado e infructuoso es este conocimiento. Es posible saber la verdadera fe solo por dirigirla por el principio de vida, pero este conocimiento, aunque muy superior al primero, y una necesidad de perfección, es frío y seco; en lugar del deleite, produce a menudo un espíritu de esclavitud hacia el temor (Romanos 8:15). Sólo la participación de un corazón lleno de gracia hace el yugo de propia renuncia fácil y la carga de los mandamientos luz (Mat.11:30). Sólo la sensación viva en el alma de lo celestial y lo divino eslabona a un hombre al Cielo y le da un sabor de los poderes del mundo por venir (Heb. 6:5). Sólo el amor santo produce unidad real del hombre con Cristo Dios, y por consiguiente, una fe y esperanza viviente."

La tal fe viviente y esperanza, verdadera vida, la encontraremos si nosotros estamos en la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Ortodoxa de Cristo y vive la vida de la Iglesia que es una unidad de amor; y en que invariablemente, por la promesa de Dios, mora el Espíritu Santo, enviando Sus Dones Celestiales en los Misterios de la Iglesia, para fortalecernos en el camino de la salvación.

Teniendo semejante tesoro que no tiene precio, la Iglesia Ortodoxa, con conciencia llena de esa gran alegría, unamos nuestras voces a la voz de nuestro siempre memorable San Juan de Kronstadt cuyos muchos Milagros dan testimonio de la verdad de sus palabras, durante su vida y después de su muerte. Él escribe: "¡Oh Iglesia de Dios, Santa, Católico, Apostólica! ¡Tú eres tan grande, sabia, verdadera y redentora!..¡Gloria a la Iglesia Ortodoxa! La gloria a Cristo Dios, su Santísima Cabeza, la única Cabeza de la Iglesia de Dios en la tierra." Amén.

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Folleto Misionero # SZ07

Copyright © 2001 Holy Trinity Orthodox Mission

466 Foothill Blvd, Box 397, La Canada, Ca 91011

Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(ley_Dios_slobodskoy_4.doc, 03-29-2001).

 

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