La Santa

Iglesia Ortodoxa

Autentica Iglesia de Cristo

 

Profr. José R. Elías Aboid

 


Contenido: Fundación, organización y sinopsis histórica. Características de nuestra Iglesia. Unidad de la Iglesia en la fe y amor. La Ortodoxia: Iglesia de optimismo y esperanza. Enseñad a Todas las Naciones."


  

Fundación, Organización

y Sinopsis Histórica

La Iglesia Ortodoxa es la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo y establecida en el mundo por sus apóstoles. La palabra Iglesia es de origen griego y se refiere a una Asamblea o Sociedad de creyentes (del verbo convocar o llamar).

Fundó su Iglesia como depositaria de la gracia y de los medios de salvación y su finalidad es continuar la obra de la salvación y conducir a los hombres al Reino de Dios (Juan 3:16-17, Juan 10:10; Hechos 1:18).

Los Miembros de la Iglesia serían los que mediante la predicación de sus apóstoles, creyeran en El y fueran bautizados (Mas. 28:19-20; Juan 3:3; Marc 16:16), además estableció una autoridad para administrarla conferida a sus apóstoles y sus sucesores los obispos (Luc. 10:16; Mat 17:18, Hechos 20:28; 1 Tim 2:3, Tit 1:7).

Palestina es la cuna del cristianismo, donde Jesús nació, vivió, actuó, predicó, fue crucificado, resucitó y subió a los cielos, obrando allá la redención del género humano. En Pentecostés, envió el prometido Espíritu Santo a sus apóstoles, quienes, junto con la Santísima Virgen María, las mujeres y hermanos reunidos en la misma sala donde se realizó la Cena, perseveraban unánimes en oración y ruego (Hechos 1:13-15). Esta era la primera Comunidad de los creyentes en Jesús, es decir, la primera Iglesia Cristiana.

Todos los Apóstoles recibieron, en igual medida, el Mandato del Señor. Desde Jerusalén, el evangelio fue propalado por los Apóstoles en los países vecinos. En Antioquía, la gran ciudad de Oriente, los creyentes empezaron a llamarse por primera vez "Cristianos," saludable nombre que llevamos hasta hoy día (Hechos 11:26).

Luego los Apóstoles y discípulos del Señor llevan la Buena Nueva a todos los grandes centros del Mundo, incluyendo Roma, la capital del Imperio Romano, donde San Pablo formó la primera comunidad, que saluda en su Epístola a los Romanos (Cap. 16). A medida que viajaban y predicaban, establecieron Iglesias, a cuyo cargo, por la imposición de las manos y la invocación del Espíritu Santo dejaban un obispo como sus sucesores.

La doctrina cristiana fue revelada de viva voz a los apóstoles por el Divino Maestro, Nuestro Señor Jesucristo. Esta revelación oral fue transmitida en el seno de la Iglesia de generación en generación a todos los que estaban unidos por la caridad (amor), la fe y la esperanza, Ella forma la Tradición de la Fe Ortodoxa. Los fundamentos de la enseñanza del Salvador fueron escritos por los apóstoles y evangelistas y confiados a la Iglesia, la que tomando los textos verdaderos los reunió con el nombre de Libros del Nuevo Testamento, que junto con el Antiguo Testamento forman la Sagrada Biblia. Poseemos, pues, dos corrientes espirituales que se remontan a la misma y única fuente de la palabra revelada: la tradición oral, conservada en la Iglesia y la palabra escrita, contenida en los libros canónicos.

La Revelación que hemos recibido por Cristo, Redentor y Salvador es definitiva. No hay otra revelación más perfecta o más conforme a la Verdad.

Los primeros siglos del cristianismo no fueron fáciles, ya que el Nuevo Mensaje, que enseñaba la fraternidad y el amor, eran extraños al mundo de ese entonces. El judaísmo y el paganismo no sólo no aceptaron la doctrina de Cristo, Dios hecho hombre, ni tampoco su evangelio, sino que la combatieron. Así fue como los gobernantes desde Nerón (A.D. 54). hasta Diocleciano (A.D. 305), desataron terribles persecuciones, derramando la sangre generosa de miles de mártires, que dieron testimonio irrebatible de sus creencias, creciendo la Iglesia cual fructífero árbol.

Con el advenimiento de Constantino 1-ro el Grande 1306). al trono Imperial el Cristianismo fue oficialmente reconocido, y Santa Elena, la madre del Emperador y el mismo Constantino, se convirtieron en sus principales defensores.

La administración de la cristiandad ha sido ejercida por los obispos. Al de más alto rango en cada región, le fue dado con el tiempo, el titulo de Patriarca.

Por razones administrativas, la Iglesia fue organizada en distritos eclesiásticos, a saber: 1). Roma: fundada por San Pablo y primera capital del Imperio Romano, en la cual fueron martirizados San Pedro y San Pablo (67); 2). Constantinopla, fundada por San Andrés y segunda capital del Imperio; 3). Alejandría, el principal centro político, cultural y filosófico de Africa, fundada por S. Marcos; 4).

Antioquía, centro principal de Oriente, llamada la ciudad de Dios, fundada por San Pedro y San Pablo, de la cual San Pedro fue su primer Obispo; 5). Jerusalén, llamada la Madre de la Iglesia, en la cual Nuestro Señor predicó y obró la redención. En la era apostólica fue presidida por el apóstol San Jacobo (Santiago), quien fue su primer obispo. Cada uno de estos centros eclesiásticos tiene un Patriarca, que los preside, y un sínodo episcopal.

Además, ha gozado de autocefalia la Iglesia de Chipre fundada por San Pablo y San Bernabé. El primado de esto es un arzobispo que también tenía atribuciones temporales (conferidos por el Emperador Justiniano).

Todos los patriarcas rentan iguales derechos, eran independientes en la administración de su Iglesia y eran Iguales entre si. Todos los creyentes de la Iglesia han estado unidos por su fe, sacramentos y prácticas comunes. Siendo Roma la Capital del Imperio, se consideraba a su Patriarca el primero entre sus iguales, siendo esto un titulo honorífico solamente (1er. Conc. Ecum., Art. 60., 20 Conc. Ecum., Art. 30., 40. Conc. Ecum., Art. 28; 60. Conc. Ecum., part. 36).

Posteriormente, con el establecimiento de la Capital del Imperio en Bizancio, se dieron honores similares al Patriarca de Constantinopla.

La suprema autoridad de la Iglesia, para tratar los problemas de índole general y de doctrina, fue y sigue sien el Concilio Ecuménico. (Su ecumenicidad debe ser reconocida por la conciencia de toda la Iglesia}.

Para resolver situaciones generales, o tomar acuerdo en circunstancias contingentes de la Iglesia Ortodoxa en su totalidad, se convocan las Conferencias Pan-Ortodoxas en las que están representadas todas las iglesias autocéfalas. En el presente siglo, la primera de ellas se llevó a cabo en 1923 en Constantinopla. Posteriormente en Rodas (Grecia). las de 1961, 1963 y 1964, y en Ginebra (Suiza). la de 1968. Estas últimas han tenido como motivo fundamental la preparación de un próximo Concilio General de la Iglesia, y analizar y determinar la posición de la Iglesia Ortodoxa en materia de ecumenismo.

Además de las persecuciones, la vida de la Iglesia se vio perturbada por las herejías, es decir, interpretaciones desviadas y opuestas a la verdad de la Iglesia. Primeramente aparecieron algunos de origen Judaizante; luego las procedentes del Gnosticismo y las Antitrinitarias.

Para defender la verdad y dar las correctas interpretaciones, además de otras materias normativas eclesiásticas, fueron convocados los Concilios Ecuménicos.

El primer concilio fue convocado por el Emperador Constantino en la ciudad de Nicea, año 325, donde fue condenado el Arrianismo herejía que negaba la completa Dignidad de Cristo, ahí fue compuesta la primera parte del Credo o Símbolo de la fe, que en pocas palabras expresa claramente nuestra creencia y doctrina cristiana. Este Credo fue completado en sus últimos artículos en el Segundo Concilio Ecuménico en Constantinopla (año 381), por ello se llama símbolo Niceno-Constantinopolitano. Dicho Credo es obligatorio para toda la Iglesia Cristiana, y como lo establecieron los Santos Padres en el Art. 7 del 3Ser. Concilio, realizado en la Ciudad de Efeso, nadie bajo anatema, puede cambiar una sola de sus palabras. Además, formuló Ja organización visible de la Iglesia, planteando la posición de las grandes sedes o Patriarcados y también condenó el Macedonianismo, herejía que sosténla que el Espíritu Santo es una criatura.

El tercer Concilio Ecuménico se celebró en Efeso, año 431, que condenó al Nestorianismo (Independencia entre Cristo Dios y Cristo Hombre). El cuarto Concilio fue en Calcedonia, año 451, condenó el Monofisismo. que sostenía una naturaleza de Cristo y dio, además, al Patriarca de Constantinopla el mismo rango de honor que el de Roma. El quinto, en Constantinopla (2-do), año 533, que condenó cierta literatura de índole nestoriana y conciliatoria con los monofisitas. El sexto en Constantinopla (3-ro), año 580, que condenó el Monotelismo (una voluntad en Cristo, y el séptimo, en Nicea 2-do, año 787, que condenó a los iconoclastas y confirmó la veneración de las Imágenes y reliquias.

Así es como en este periodo, la Iglesia confirmó su organización y gobierno terrenal. Además, en él se expusieron y defendieron las verdades básicas y los elementos del culto Ortodoxo por los Padres y Doctores Ecuménicos.

La Iglesia sobrellevó y superó sus penurias por el esfuerzo de sus defensores, quienes ofrecieron su sangre, expresaron su fe y vivieron los principios morales de su religión. Muchos escritores nos legaron monumentos de la fe. Inicialmente los apóstoles y discípulos escribieron el Nuevo Testamento, luego los Padres Apostólicos (Siglo 1). y los Apologistas (Siglo 2). defendieron y expusieron diversos aspectos de la doctrina cristiana. Aparecieron posteriormente las escuelas teológicas, destacándose las de Asia Menor en Edesa (Siglo III); la del Norte de Africa en Cartago da Africa (Siglo 3), de Alejandría (Siglo 4). a la cual pertenecieron los Capadocios, además de otros distinguidos padres, y la de Antioquía (Siglo 5), cuyo más distinguido representante y eminente orador fue San Juan Crisóstomo, el de la boca de oro, que fue llevado al Trono de Constantinopla.

Entra el siglo 10 y el 11, la cristiandad iba a experimentar una de sus más grandes tragedias: El Gran Cisma.

La tesis de Roma, sosteniendo la supremacía de su obispo, la interpolación del "Filioque" (que procede del Padre y del Hijo). en el credo y otros cambios doctrinales y en las prácticas litúrgicas, aparte de razones politices unidos al conflicto entre Oriente y Occidente, llevaron a una profunda ruptura, que culminó en el año 1054.

La desafortunada división de la Cristiandad se complicaría posteriormente, ya que Occidente, a partir del Siglo 16, sufrirla un desmembramiento con motivo de la Reforma, apareciendo así múltiples comunidades protestantes. El cristianismo de Occidente se presentarla entonces enormemente dividido en materias doctrinarias.

Ante este terrible cuadro de cristianos desunidos, la Iglesia Ortodoxa, adolorada por la separación de sus hermanos que reconocen a Cristo como Salvador y Redentor del género humano, reza siempre por la unión de todos en la verdadera fe, transmitida por Nuestro Señor, los Apóstoles y los Padres.

La verdadera Doctrina cristiana, heredada de Cristo y sus apóstoles, fue preservada intacta en el Oriente Cristiano.

La misión natural de la Iglesia es propagar el evangelio y expandir sus fronteras. El privilegio primero de ella es misión y conversión. Es así cómo los primeros Patriarcados, continuando la obra de los apóstoles y discípulos de Cristo, han expandido la verdad cristiana, primero en, los Balkanes: Los Servios, Croatas y Dálmatas fueron convertidos y posteriormente, los eslavos, los moravios, los búlgaros y los ucranianos.

Con el devenir de los siglos otras misiones fueron organizadas y así como se alcanza a China, a Japón, a las tierras nórdicas de Europa, a Alaska, América y el Sur de Africa, donde muchos que no conocían el mensaje de Cristo, lo recibieron con naturalidad y amor.

Originadas por el esfuerzo misionero de los primeros patriarcados, se han establecido iglesias locales, a las que les fue concedida posteriormente autocefalia o autonomía; lo que en ningún caso ha afectado la unidad de la fe, doctrina y sacramentos de la Iglesia. Ellas son: Rusia, Grecia, Servia, Rumania, Georgia, Albania, Bulgaria, Polonia y Monte Sinaí, cada una tiene un Primado y un Sínodo, que asegura su unidad con las otras Iglesias. Los antiguos Patriarcados y estas Iglesias locales existen todavía, sin perder su comunión entre si, ni alterar la unidad de la Iglesia.

Los Cristianos Ortodoxos se encuentran en todos los continentes del Mundo y ascienden aproximadamente a 250000000. No obstante su independencia administrativa y diferencia de idiomas, sea el castellano, portugués, árabe, griego, inglés, chino, eslavo, alemán, japonés, dialectos africanos, hindú, etc., todos tienen las mismas enseñanzas, la misma tradición apostólica, la misma liturgia y sacramentos, servicios y prácticas esenciales. Los fieles que pertenecen a cada una de estas Iglesias locales, no pertenecen en particular a esa Iglesia local, sino a la Iglesia Ortodoxa Universal.

Nuestra Iglesia ha mantenido la cultura, Heleno Cristiana; y el griego y el árabe han sido sus idiomas originales, el segundo en Asia Menor y Egipto, en tanto que el primero en el resto de la cristiandad. El griego fue el idioma en que se escribió la mayor parte del Nuevo Testamento, el que se usó para la prédica de los gentiles, el que usaron los primeros obispos, incluso en Occidente, en Roma y por los misioneros en Francia e Inglaterra. El verdadero centro de cristianismo fue el Oriente griego y sirio. Varios siglos después Roma usarla el latín, y los rusos, el eslavo.

Después, a partir del siglo 11, al avance de las hordas islámicas (selyúcidas). capturaron la región suroriente del imperio Bizantino, Búlgaros, Servios y Rumanos. Al mismo tiempo los feroces tártaros cayeron sobre los territorios rusos, amenazando la existencia de la civilización oriental y su cristiandad. Aquí la férrea resistencia de la Iglesia y su poder de sacrificio por la fe, tuvo un doble resultado: La Cristiandad Oriental mantuvo su propia existencia y también logró que la cristiandad occidental quedara indemne.

En los siglos 11,12 y 13 occidente organizó siete expediciones militares, llamadas las Cruzadas, cuya intención original era rescatar los lugares Santos de manos del Islam. Este propósito contó con la decidida ayuda de los Emperadores Bizantinos y defensores de la ortodoxia. Pero, además de sus intenciones originales, dado el fanatismo contra la Iglesia Ortodoxa, atacaron las sedes orientales e incluso los mismos Matriarcados, ocupando sus cátedras y, finalmente, no cesaron en volverse contra la propia Capital Bizantina y usurpar el trono imperial. Bizancio volvió después a sus legítimos gobernantes; pero, no obstante ello, y ya debilitados físicamente, en el siglo 15 grupos étnicos y religiosos extraños, subyugaron a los pueblos de la ortodoxia, sin que éstos contaran con la ayuda de occidente.

En el Siglo 19, los ortodoxos, apoyados por la capacidad protectora interior de su Iglesia, se liberaron de la opresión política y religiosa, con la esperanza de una vida libre. En el siglo 20, el materialismo ateo atacarla un baluarte importante de la ortodoxia, Rusia y parte de los Balkanes, pero estos valerosos pueblos han sabido sobrellevar estos ataques y mantener viva la llama inextinguible de la fe, produciendo una legión de mártires contemporáneos, que con valor y sin miedo dieron testimonio de la fe cristiana.

A pesar de haber estado presente en el mundo occidental, el conocimiento de la ortodoxia no es siempre adecuado y las más de las veces entraña prejuicios, particularmente religiosos, culturales y políticos, por falta de información adecuada. Uno de los más comunes, es creerla confinada a las culturas y pueblos que ella tradicionalmente ha animado, otro, es confundirla con elementos no cristianos. Pero especialmente, en el presente siglo, se ha visto como una Iglesia llena de vitalidad y santidad, situada en la continuidad apostólica y expendida por el mundo entero dando testimonio del mensaje preservado en su más prístina pureza, como fue recibida de Cristo, los apóstoles y los Padres. Por esto es que a ella recurren otras denominaciones cristianas, científicos y estudiosos, como la fuente del Cristianismo auténtico y tradicional.

La Ortodoxia no se dedica al proselitismo que va en contra de las denominaciones cristianas, lo que no significa que ella no sea misionera como se ha visto a través de su historia. La caridad y el entendimiento mutuo han de ser principios comunes a todos los cristianos, cualquiera que sea la iglesia, comunidad o denominación a la que pertenezcan. La Iglesia Ortodoxa no olvida el famoso cántico a la caridad, de insuperable belleza, que fue escrito por aquel escogido instrumento del Señor, el santo apóstol Pablo:

"La caridad es paciente, es benigna y sin envidia. La caridad no es jactanciosa, ni se engríe, no es injuriosa, ni busca su propio Interés, no se deja llevar de la ira; olvida y perdona, no se alegra de la maldad, sino que se complace en el bien, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad no deja de existir jamás" (1 Cor 13:4-8).

El proselitismo entre cristianos, es contrario a la caridad y aumenta más y más las diferencias existentes entre las diversas denominaciones, las que deberían ser reducidas y reemplazadas por un entendimiento mutuo, basado en el Cristianismo original, especialmente en los difíciles tiempos que hoy afrontan.

La Ortodoxia, fe mayoritaria del mundo cristiano oriental, donde la doctrina, la tradición y la liturgia del cristianismo han tenido su origen, está consciente de los tesoros que posee y se los brinda a Occidente, que no los conoce o que recientemente comienza a descubrirlos.

Características

de Nuestra Iglesia

Nuestro Señor Jesucristo ha fundado sólo una Iglesia. La Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, la cual hasta nuestros días está representada por la Iglesia Ortodoxa. El significado de cada una de las características enunciadas es, a saber:

Una: La Iglesia es "una," porque es un solo cuerpo espiritual, tiene una sola cabeza: Jesucristo y está animada por un solo Espíritu de Dios (Efesios 4:4-6; l Cor. 3:11; Ef. 1:22-23). La unidad de la Iglesia se expresa en la: misma confesión de fe, en la comunión, en las oraciones y en los sacramentos.

Santa: Es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo y porque en ella mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Juan 14:16).

Católica: (Universal o Ecuménica). (del griego "Katholikos"). (Universal de Kata: conforme a; y olos: todos). Porque su mensaje está destinado a todos los fieles de todos los lugares, tiempos y pueblos, porque no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo, sino al contrario, esta abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mateo 28:18). Cabe decir este término, no es únicamente de carácter geográfico, sino que trasciende el tiempo y el espacio y su doctrina es permanente.

Esta expresión, siendo propia de la Iglesia Ortodoxa. La emplean para autodenominarse otras confesiones cristianas, como la Iglesia de Roma y la de Inglaterra. Pero su origen helénico les recuerda que usan un término prestado de la Iglesia original, individida y ortodoxa.

Apostólica: Porque conserva sin interrupción la doctrina y la sucesión de los Dones del Espíritu Santo, desde tiempos de los Apóstoles (Ef.: 2:19-20).

Junto a las notas anteriores, nuestra Iglesia ha sido acreedora al adjetivo de Ortodoxa (del Griego Ortodoxo: Creencia Verdadera) (de Orthos: Recto y Doxa: Creencia) para señalar que en ella reside la verdadera fe, en armonía con las enseñanzas originales de Nuestro Señor. El regulador de esta armonía y continuidad es Cristo mismo, conforme a su promesa (Mat. 28:20; Marc. 16:20). El Espíritu Santo está con la Iglesia y la guía en la verdad (Juan 14:26).

La ininterrumpida sucesión de los obispos ha mantenido una continuidad histórica y sacramental, que difícilmente otras agrupaciones cristianas pueden reclamar fácil y justicieramente.

La concepción de la Iglesia en la Ortodoxia es theándrica, vale decir, divina y humana, visible e invisible a la vez. Más que una institución terrenal o sistema social, ella es un organismo vivo, que tiene a Cristo a su cabeza y es gobernada por una jerarquía establecida por nuestro Señor desde los Apóstoles.

Unidad de la Iglesia

en la Fe y Amor

La Santa Iglesia Ortodoxa es la Unidad de Fe y Amor (San Ignacio de Antioquía). de todas las Iglesias (locales), que han preservado la Ortodoxia, la tradición de la Fe Orden, Liturgia y Devoción, como fue confesada en el comienzo "en todas partes, siempre y por todos."

Aun cuando históricamente sus territorios han sido orientales, después del Gran Cisma, la Santa Iglesia Ortodoxa, rechaza enfáticamente la idea de ser una expresión "parcial" u oriental de la fe cristiana. Al contrario, confiesa su fe, plena, católica universal. Ella es la Iglesia, Una Santa, Católica y Apostólica.

La Tradición de Fe: Proviene de la Revelación Divina registrada en la Sagrada Escritura e interpretada por la Iglesia en la continuidad de su magisterio; por sus concilios, Padres, Doctores y Santos; por su liturgia y por toda su vida divinamente inspirada. De carácter normativo fundamental son las decisiones normativas y canónicas de los siete Concilios Ecuménicos, los Concilios locales, los escritos de los Santos Padres, el testimonio de la tradición litúrgica e iconográfica y el consenso universal de doctrinas y prácticas.

La Tradición del Orden: se basa en la ininterrumpida continuidad del Ministerio Sagrado, sobre todo por la sucesión apostólica de sus Obispos, que son, en cada diócesis, los guardianes de la plenitud de la fe universal y designados debidamente como poseedores del Ministerio Sacerdotal, pastoral, poder de magisterio y de autoridad. Su unidad expresa la unidad de la Iglesia, su acuerdo es la voz del Espíritu Santo. Ellos gobiernan la Iglesia y en esto ellos son auxiliados por los presbíteros (Sacerdotes). y diáconos. Ellos son ayudados, también, por todo el cuerpo de la Iglesia, porque de acuerdo a las enseñanzas ortodoxas, todos los fieles son encargados de responsabilidades para la pureza de la fe. El orden de la Iglesia se preserva en los Santos Cánones que constituyen parte integrante de la Tradición.

La Tradición Litúrgica incluye los sacramentos (Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia y Orden Sagrado, matrimonio, Unción), el orden de los ciclos o servicios de oración: diarios, semanales y anuales; los ayunos y cuaresma y las festividades; la conmemoración y veneración de la Madre de Dios, los Santos y los Angeles; la veneración de los Santos Iconos y Reliquias; las oraciones por los cristianos difuntos; la santificación, por medio de los ritos, bendición e intercesiones de toda la vida humana como vida en Cristo.

La Tradición de Devoción: expresada principalmente en las vidas, logros y enseñanzas de los santos, quienes dieron testimonio a la presencia y acción del Espíritu Santo en la Iglesia y son, por lo tanto, nuestros guías y auxiliares en el Camino del Reino de Dios.

Todos los individuos, grupos o comunidades que rechazan parte o todo de esta tradición, que la deforman o se desvían de ella, son ajenos a la ortodoxia y no han de ser admitidos a los sacramentos, que son los signos de la plenitud de la Iglesia, como unidad de fe y amor.

La Ortodoxia: Iglesia

de Optimismo y Esperanza

Nuestra iglesia, en su significado religioso como en su connotación secular, ha preservado fielmente, no sólo la Ortodoxia, la catolicidad y la conciencia de la fe cristiana original, sino que también, el ethos, lo fundamental de la enseñanza de Cristo, esto es: la ética del amor.

La Ortodoxia se presenta como solución optimista frente a las ideologías y credos conflictivos en el siglo 20. Occidente sufre una serie de dilemas tales como la oposición entre la naturaleza y la gracia, las obras y la fe, Sagradas Escrituras y Tradición, Clérigos y Laicos, etc. Nuestra Iglesia no tiene tales dilemas y confusiones. Ella enfatiza una revelación natural en armonía con la gracia revelada, la fe y las buenas obras.

Por otra parte, en contraste con el pesimismo y la falsa ansiedad, muy extendida en algunas regiones, la ortodoxia muestra su optimismo por su concepción en la dignidad del hombre, por su doctrina de la deificación de la naturaleza humana bajo Dios, por su creencia del amor a la humanidad de Dios, y del amor del hombre hacia el hombre. El Evangelio de nuestra Iglesia es de resurrección, de triunfo y de victoria. En la Ortodoxia, el hombre no está solo.

El sistema de la enseñanza cristiana se basa en Dios como un ser supremo de vida y existencia, en el hombre como la imagen y semejanza de Dios obra maestra de su creación, y en Cristo, que unió lo divino con lo humano.

La Doctrina Cristiana es guía y orientación para el hombre, mostrándole el verdadero camino.

El cristianismo es un sistema espiritual de vida, pero ello no implica la negación del cuerpo o el descuido absoluto de las necesidades materiales. Más bien se trata de colocar cada elemento en su debido lugar. Los progresos materiales deben ser encauzados adecuadamente a fin de que por ellos se consigan buenos logros y no conduzcan a la violencia, ni a la deshumanización del hombre y de la sociedad. ni a su ruina ni a su miseria espiritual, sino más bien al progreso del género humano, a una sana y pacifica convivencia; y al Reino de Dios. La eternidad es el fundamento de los valores que la vida humana requiere para existir. El ser humano debe, pues, reanimar dentro de si los valores eternos, para lo cual es necesario tener fe en ellos y por sobre todo en Dios.

Una verdad viva y axiomática es que el Cristianismo es un sistema supremo de principios únicos a través de los tiempos y que se construyen sobre la roca firme de la fe Además, es también un poder o fuerza que emana de la fe y toma la doctrina en vida. (Léase Hechos 18:27-28; 2 Cor. 3:2).

Frente a los fracasos de poderosos, fuertes y sabios de este mundo, el cristianismo por medio del débil, del simple y del humilde muestra el poder de la Fe, que es la única verdadera respuesta a la amenaza del poder de destrucción, la única verdadera áncora de esperanza, a pesar de las dificultades presentes y que nos auguran un nuevo y mejor día.

La concepción del hombre como un ente psicosomático, hecho de polvo y divinidad: "algo menos que los ángeles" (Salm. 8). y al mismo tiempo "es como las bestias que perecen" (Salm. 49).

Pese a sus rebeliones, el hombre se restaura a través de Dios y de aquél que tomó la naturaleza humana: Jesús Cristo. Este personifica la gracia y el amor a la humanidad (San Pablo a Tito 3).

El sacrificio de Cristo fue la suprema expresión de amor de Dios al hombre, y por amor, todos los hombre son llamados a la resurrección, a la nueva restauración que fue cumplida por la resurrección de Cristo.

El hombre no es simplemente un animal luchando constantemente por la supervivencia o un producto de un proceso evolucionario. El espíritu del hombre, su habilidad para pensar y su capacidad creativa, indican claramente que el hombre es único, diferente y superior al resto de las criaturas. El es llamado a la theosis, a la deificación, pero preservando su individualidad. Dios ama al hombre y busca en retorno, el amor de éste hacia su semejante. Cuando los ortodoxos se reúnen para celebrar la eucaristía se unen no sólo con Cristo resucitado, sino también entre ellos mismos.

La gran prédica de la Ortodoxia es el "amor" (1 Juan 4:20; Rom. 13:8; Juan 3:16). Por esto la Ortodoxia ruega a los enemigos de la humanidad que se evite la lucha entre los hombres, a fin de no destruir "la obra maestra" del Creador, puesto que nuestra Iglesia conoce y ha experimentado las persecuciones, las brutalidades del hombre, y las terribles consecuencias a que conduce el odio.

Ella se esfuerza por lograr la ayuda entre los hombres, los encauza para obtener un desarrollo material y espiritual a fin de alcanzar una vida madura y feliz sobre la tierra y llegar a la deificación y santidad por la gracia y la ayuda de Dios, por Cristo.

La unidad y solidaridad entre los hombres, supone la aplicación de las palabras del Apóstol San Pedro: "Amémonos unos a otros desde el corazón... habiendo purificado nuestras almas por nuestra obediencia a la verdad... por el Verbo de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Ped. 1:22-23).

Caracteriza a la Ortodoxia una profunda espiritualidad sacramental, portadora del Espíritu Santo; una decidida confianza en el Señor; una firme lealtad a los Apóstoles y Padres de la Iglesia: una moral fuertemente enraizada en la Biblia y en los dogmas, y una liturgia de gran significado teológico, rica en expresividad dogmática; una liturgia que, además de la solemnidad, tiene la particularidad de llegar íntimamente al corazón de todos: desde el más humilde hasta el más culto. Una participación y experiencia de la vida sacramental. Un gobierno democrático y una coparticipación de clérigos y fieles en las comunidades locales; participación junto a la Jerarquía en la elección de los ministros eclesiásticos (obispos y sacerdotes). Un carácter y sentimiento de responsabilidad social y patriótica íntimamente relacionado con el Kerigma (predicación). evangélico.

La Iglesia Ortodoxa como Institución es verdaderamente democrática, no acepta un sistema autoritario. Preserva al antiguo sistema de administración; ni uno de libertinaje o anárquico que conduce al individualismo. Nuestro sistema es de libertad y disciplina, clérigos y fieles forman una unidad. Ellos de una u otra forma participan en la elección del clero. Ellos juegan un importante papel en la administración de la Iglesia. Cada Parroquia tiene un Consejo o Comité de feligreses, que asisten al presbítero y cada diócesis tiene un comité representativo que ayuda al obispo, llamado Consejo Superior o Diocesano.

Todos ocupan ciertas posiciones y trabajan para el bienestar de la Iglesia. Todos son animados por los mismos principios de vida espiritual, la misma fe moral, a medios de santificación y comunión con Dios.

La Ortodoxia ha cumplido la venerable labor de conjugar la autoridad de Dios y la libertad del hombre en la formulación de sus doctrinas y reglas canónicas. Ha asumido la gran tarea de, en la historia, mantener el equilibrio entre la autoridad y la libertad; la unidad y la autonomía local: "la unidad y la variedad" (imagen de la santa Trinidad que siendo un solo Dios, hay tres personas).

Nuestra Iglesia es un organismo vivo, que tiene a Cristo por cabeza, y es la Iglesia del Señor en la Tierra, es la cristiandad original y pura, es el Cuerpo de Cristo en la Tierra... "Columna y baluarte de la verdad" (1 Tim 3:15). La Iglesia Ortodoxa de hoy pertenece a Cristo, sus miembros tratan de vivir en Cristo, como El fue revelado entendido y enseñado en la Iglesia original e individida.

La vida cristiana no es meramente una confesión de fe, sino también una experiencia de fe en Dios, obrando a través de los principios del Evangelio. El cristiano siente la compañía de la gracia de Dios, al practicar y aplicar los mandamientos y especialmente la nueva alianza de amor en el nombre de su fundador: Jesucristo. Dondequiera que sea establecida la Iglesia, ha preparado un nuevo medio, una nueva oración, a fin de mostrar que la cristiandad no es meramente una teoría de un sistema o escuela, sin vida y experiencia en el resplandor del rostro del Señor Jesucristo.

Todo esto nos indica que la Iglesia Ortodoxa ha conservado la doctrina cristiana original y que podemos, por lo tanto, proclamar con esplendor las siguientes santas palabras:

"Esta es la Fe Apostólica,

Esta es la Fe de los Padres,

Esta es la Fe Ortodoxa,

Esta es la Fe que ha establecido al Mundo!"

 

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"Enseñad a

Todas las Naciones"

Padre Juan Meyendorff,

Traducido por el Lic. Naim Ganu

"Cuando la Iglesia deja de ser

misionera, cesa su razón de ser..."

Sería demasiado obvio destacar el hecho de que el cristianismo comenzó como una misión por excelencia. Solo necesitamos remitirnos a las últimas palabras del Señor, apenas resucitado: "por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espìritu Santo..."

La Buena Nueva transfomó la antigua religión de una nación, en la nueva religión de una persona: Jesús Cristo, por medio de quien y en quien las personas de todas las naciones pudieron encontrar la respuesta al significado de la vida y pudieron recibir la revelación de la llegada de Dios.

Este énfasis en la Buena Nueva es fundamental para la misión. Al mismo tiempo extremadamente importante, es la inevitable lucha del Reino de Dios y de este mundo. La vida entera de Cristo puede ser considerada como "reprobada," en el sentido de que el mundo lo rechazó y finalmente fué condenado a la muerte. Pero Cristo resucitó de la muerte por el poder de Dios, no por el poder del hombre; y la verdad de la resurrecciòn es un misterio revelado sólo a aquellos que creen en El, y por consiguiente a aquellos que "no son de este mundo." El anuncio de la verdad del Evangelio deberá "hacer frente" a los que se oponen y traerá divisiones.

Para ser más concreto voy a citar un breve pasaje del prólogo al Evangelio de San Juan, el cual aparentemente fué escrito por San Cirilo o Constantino de Salónica cuando fué a misionar a Moravia y a predicar la Buena Nueva. Una de sus primeras tareas fue traducir las escrituras a la lengua eslava, para dar a los conversos la posibilidad de escuchar y entender la palabra de Dios en su propia lengua. El prólogo al cual me refiero reza: "Como los profetas de la antigûedad, Cristo vino a reunir a todas las naciones y lenguas, puesto que El es la vida de este mundo."

El prólogo continúa luego con el tema de Pentecostés, que debe ser entendido bíblicamente en contraposición al origen de la torre de babel, en el libro del Génesis, en el cual el concepto de la multiplicidad de lenguas se convirtió en una maldición. Más en Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo, la gente comenzó a hablar diferentes lenguas pero a decir " las mismas cosas, en el mismo Espíritu."

En otras palabras, en la torre de babel, el pluralismo de lenguas se convirtió en una maldición, pero en Pentecostés la multiplicidad de lenguas se convirtió en una bendición, porque permitió que la gente entendiera: el Evangelio, la misma verdad y el mismo Espíritu, con el fin de darlo a conocer a todo el mundo. Cristo vino para reunir a todas las naciones y lenguas.

Este es el primer aspecto en el concepto de misión de San Cirilo y San Metodio, en el cual la ortodoxía a lo largo de los siglos ha permanecido fiel: la idea de que cada nación tiene derecho a escuchar y entender la palabra de Dios en su propia lengua, Esta fué una de las claves del éxito bizantino en la edad media, como la palabra de Dios y la Santa Liturgia fueron traducidas a la lengua de cada nación.

La misión en la Iglesia Ortodoxa fue inseparable de la vida de los que predicaron, por ejemplo, a lo largo del oriente cristiano, las comunidades monásticas fueron agentes de evangelización. Esto se aplica a las primitivas misiones cristianas, aún en el siglo IV y V en Etiopía, ó a las misiones bizantinas del siglo VIII y IX y de muchas de las misiones rusas en períodos posteriores. Su éxito no fué el trabajo de misiones bien pagadas en base a un contrato, predicando algo para luego regresar a sus hogares, sino de hombres que amaban a Dios y a la gente a quienes ellos querían enseñarles su fe. Este testimonio de amor fraternal es la verdadera solución para nuestras dìas y época en la que constantemente vemos el fracaso del cristianismo "profesional" organizado.

Precisamente porque la misión es inseparable de la vida es también inseparable del progreso del pensamiento teológico, del pensamiento cristiano y de la vida. El misionero, el teólogo, el cristiano deben entonces entender lo que los Santos Padres enseñaron de que el mismo Señor puede proclamar la Buena Nueva de un modo que sea claro para la gente de todo el mundo, en su propio momento.

La misión cristiana es fundamentalmente el anuncio de la verdad de Cristo a todos. Como miembros de la Iglesia Ortodoxa, afirmamos que la nuestra, es la Iglesia de Dios. Pero, ¿ significa esto que nosotros pensamos que la verdadera fe y verdad en el mundo son un monopolio formal de la ortodoxía? De ninguna manera, decimos esto. La verdad puede existir en cualquier parte y la verdadera catolicidad de la Iglesia implica la alegría de descubrir la verdad cuando y donde aparece.

Finalmente un aspecto fundamental de como la Iglesia Ortodoxa entiende la misión fué expresada por el gran santo ruso San Serafìn de Sarov: "Sálvate a ti mismo y alrededor tuyo miles serán salvados." Pienso que hasta cierto grado, personalmente, la experiencia de acercarse al conocimiento de Dios, a la fe cristiana, es la clave para un acercamiento cristiano a la misión.

Podemos tener todas las organizaciones en el mundo. Podemos tener todos los medios para predicar el Evangelio, y aún podemos fallar en lo que nos concierne personalmente al conocimiento de Dios. Esta es la verdadera condición para hacer nuestras palabras significativas y plenas de sentido.

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Missionary Leaflet # S45b

Reprinted from Ediciones del Exarcado Mexicano
Holy Protection Russian Orthodox Church
2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068
Editor: Obispo Alexander (Mileant).

(Santa_Iglesia.doc, 02-05-2000).