San Juan Maximovich

Relatos sobre el fin del mundo

Traducido por Ludmila Betin

Contenido:

Sobre el Juicio Final.

¿Volverán a la vida estos huesos ?

"Espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero."

De qué manera podemos nosotros honrar a nuestros difuntos cercanos.

Sobre el Juicio Final.

Estamos en la semana de la conmemoración del juicio final. A pesar de que nadie, más que Dios Padre, tiene el conocimiento de cuándo va a ser ese día, las señales de su acercamiento están relatadas en el Evangelio, y en la Revelación o Apocalipsis del Santo Apóstol San Juan el Teólogo.

En gran medida la Revelación o Apocalipsis nos habla de los sucesos del fin del mundo y del juicio final mediante representaciones y de manera indirecta, pero los santos padres la explicaron, hay una genuina tradición cristiana, que nos habla de los signos del acercamiento del fin del mundo y del juicio final.

Antes del fin del mundo terrenal, va a haber pánico, guerras, luchas internas entre las personas, hambre, terremotos.

Las personas sufrirán por miedo, morirán esperando tragedias. No va a haber alegría de vivir, se tendrán atormentadoras condiciones de abandono hacia la vida. Pero además, la apatía no será solo hacia la vida, sino también hacia la fe, y "al venir el Hijo del Hombre,¿ encontrará El, fe en la tierra ?" (San Lucas 18:8).

El hombre se volverá orgulloso, desagradecido, rechazará la Ley de Dios: junto con el desapego a la vida decrecerá la moral. Disminuirá el bien y aumentará el mal.

Es sobre este tiempo que el Apóstol San Juan el Teólogo habla en su obra inspirada por Dios llamada Apocalipsis. El mismo dijo, cuando la escribió que "estaba en el Espíritu," lo cual quiere decir que el mismo Espíritu Santo estaba en él, cuando a través de distintas imágenes, tuvo las revelaciones del destino de la Iglesia y del mundo terrenal. Por ello es la Revelación de Dios.

El Apocalipsis representa el destino de la Iglesia a través de la imagen de una mujer, que en esos tiempos se esconde en el desierto: ella no se da a conocer a la vida pública, como lo es ahora en Rusia. En la vida pública, las fuerzas que preparan la posibilidad de la aparición del Anticristo ocuparán un papel importante.

El Anticristo va a ser una persona, y no un demonio encarnado. "Anti" significa "contra." Es un hombre que quiere ser o estar en el lugar de Cristo, ocupar Su lugar, y poseer aquello que Cristo poseía. El desea tener la atracción de Cristo y la autoridad sobre todo el mundo. Más aún el Anticristo recibirá esa autoridad antes de su destrucción y la del fin del mundo terrenal.

¿Qué se sabe sobre el Anticristo? Su padre, un total desconocido, y su madre una virgen solo en apariencia. Será un hebreo de la tribu de Dan. El Anticristo será muy sabio y tendrá el don de saber tratar a la gente.

Será encantador y afectuoso. El filósofo Vladimiro Soloviev, trabajó mucho sobre el tema para representar la llegada y la identidad del Anticristo. Minuciosamente utilizó todo el material sobre este interrogante, no solamente el proveniente de los Santos Padres sino también de los musulmanes, elaborando así una clara imagen. Antes de la llegada del Anticristo, en el mundo ya se hacen preparativos para su aparición. "El Misterio de la iniquidad ya está actuando" (2 Tes. 2:7).

Las fuerzas, que se disponen para su llegada, antes que nada luchan contra el lícito poder Imperial. El Apóstol Pablo dice, que no puede manifestarse el Anticristo, hasta que no sea "quitado de en medio el que ahora impide" (2 Tes. 2:7). San Juan Chrysostom explica que el "que retiene" — es el poder legal devoto, piadoso: semejante poder es el que lucha con el mal. Por esta razón, el "misterio" (de la iniquidad) que ya actúa en el mundo, lucha con este poder, desea un poder ilegal y cuando lo consiga, entonces ya nada podrá entorpecer la llegada del Anticristo.

El no solo va a ser sabio y hechizante, sino también va a pretender que es piadoso, va a demostrar caridad y hará el "bien," con la finalidad de fortalecer su poder. Y cuando se fortifique a tal punto que todo el mundo lo reconozca, descubrirá su rostro, su personalidad.

Elegirá a Jerusalén como su capital, en especial porque es precisamente allí donde El Salvador manifestó Su enseñanza Divina y Su Identidad. Fue allí donde todo el mundo fue llamado hacia la bienaventuranza del bien y de la salvación. El mundo no reconoció a Jesucristo y lo crucificó en Jerusalén, mientras que todos reconocerán el poder del Anticristo y Jerusalén, será la capital del mundo.

Al conseguir la cúspide del poder, el Anticristo exigirá el reconocimiento de las personas, pues él va a lograr lo que nadie ni ningún otro poder terrenal pudo adquirir hasta entonces, va a exigir que lo veneren como a un ser superior, como a un dios.

Vladimiro Soloviev describe muy bien el carácter de su trabajo como "Sumo Gobernante". El hará lo que agrade a todos, bajo la condición de que lo acepten como a un Poder Superior. El permitirá que subsista la vida de la Iglesia, permitirá que se realicen los oficios, prometerá la construcción de hermosos templos, pero todo ello, condicionado a que lo reconozcan y lo veneren como a un "Ser Superior." Él odiará a Cristo y vivirá con ese odio permanente, y se va a alegrar del rechazo de las personas hacia Cristo y hacia la Iglesia.

Bajo el Anticristo habrá una negación de la fe en masa, muchos obispos serán desleales a la fe, y lo justificarán mostrando el estado resplandeciente de la Iglesia.

La búsqueda de componendas será la característica de la naturaleza de las personas. Desaparecerá la rectitud en la confesión. El hombre justificará su decadencia con astucia, y el gracioso maligno apoyará ese estado general. Las personas adquirirán la costumbre de alejarse de la verdad y se acostumbrarán al placer de las componendas y del pecado.

El Anticristo va a permitir cualquier cosa a las personas, con tal de que ellos al "decaer lo veneren." y que todo el mundo se someta a él. Luego vendrán dos hombres rectos, que sin temor predicarán la fe y acusarán al Anticristo. De acuerdo a la tradición eclesiástica, estas personas son dos profetas del Viejo Testamento, Elias y Enoch, que no han probado la muerte, pero la probarán ahora por tres días, y al tercero van a resucitar. Su muerte dará gran alegría al Anticristo y a sus servidores. Su resurrección los sumergirá en gran confusión y pánico. Es allí donde llega el fin del mundo.

El Apóstol Pedro dijo que el primer mundo fue hecho de agua "De agua" también es la imagen del caos de la masa física y pereció sumergida por el diluvio. El mundo actual se conserva para el fuego. La tierra y todo lo que está en ella se va a quemar, los elementos serán desintegrados por el fuego y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida. (II Peter 3:5-7, 10).

Entonces aparecerá el símbolo del Hijo de Dios — o sea el símbolo de la Cruz. Todas las personas, que se habían sometido voluntariamente al Anticristo van a sollozar. Todo termina para siempre. El Anticristo va a será exterminado. Su reinado, su lucha con Cristo llegará a su fin.

Todos deberán rendir cuentas ante Dios — el Verdadero Juez.

"El fin del mundo" no significa su destrucción, sino su transformación. De repente todo va a cambiar en un abrir y cerrar de ojos.Los muertos van a resucitar en nuevos cuerpos — en los suyos pero renovados, transformados, como Jesucristo que resucitó en Su propio Cuerpo, en El estaban las marcas de la lanza y de los clavos, sin embargo poseía nuevas facultades, y en ese sentido era un cuerpo nuevo. Lo que no ésta claro — es si éste va a ser un cuerpo nuevo, o, va a ser como el que tenía el primer hombre cuando fue creado.

Luego el Señor aparecerá con gloria en las nubes. Sonarán con fuerza y poder las trompetas, repiquetearán en el alma y en la conciencia. Todo se volverá claro en la conciencia humana. El profeta Daniel, al relatar sobre el Juicio Final, dice, que en los viejos días, el Juez está en el trono, y ante Él corre un río de fuego (Daniel 7:9-10). El fuego es un elemento de purificación. El fuego funde el pecado, lo quema, y pobre de aquel para quien el pecado el se hizo como parte de su naturaleza, porque entonces el fuego lo quemará.

Ese fuego se va a encender en el interior del hombre: al ver la Cruz algunos se van a regocijar, y otros se van a desesperar, van a sentir confusión, terror y desesperación. Así se van a dividir las personas: en el relato del Evangelio ante el Juez unos se van a parar a la derecha, y otros a la izquierda — a ellos los separa su conciencia interior. El mismo estado del alma de la persona lo arroja a un lado o al otro, a la derecha o a la izquierda.

Cuanto más firme y conciente haya sido el esfuerzo del hombre en su vida hacia Dios, tanto más va a ser su alegría, al escuchar la Palabra "Benditos, vengan hacia Mi," y por el contrario, esas mismas palabras van a convocar el fuego del terror y del tormento en aquellos que no quisieron a Dios, o que durante su vida se apartaron, lucharon, blasfemaron o injuriaron contra El.

El juicio final no sabe de testigos o de notas protocolares. Todo está escrito en el alma humana, y estos registros, estos "libros" se abrirán en el Juicio. Todo se hace visible para todos y para uno mismo, el estado del alma humana determina a la derecha o a la izquierda. Unos van hacia el regocijo, otros hacia el horror.

Cuando se abran los "libros," a todos les será claro, que las raíces de todos los vicios se quedan en el alma humana. Esta el borracho, el libertino — y cuando se muere su cuerpo, alguien pensará: con él se murió el pecado. Pero no es asi: en el alma recidia la mala tendencia, le era placentero pecar. Y si ella no se arrepintió de su pecado y no se liberó de él, llegará al Juicio Final con ese deseo de pecar el cual nunca podrá satisfacer. En ella quedarán los sufrimientos del odio y maldad. Habrá "rechinar de dientes" de impotente malicia y el fuego insaciable del odio.

La "Gehena Ardiente" — se puede interpretar como un fuego interno de los vicios que queman.

 

 

¿Volverán a la vida estos huesos ?

Un sermón dado en 1948, cuando una vez más parecía que para Rusia no había esperanza de salvación de la Opresión Comunista.

No había límite en la angustia y el dolor de los antiguos hebreos, cuando fue destruido Israel y fueron llevados en cautiverio a Babilonia. "Dónde está Tu antigua piedad, Señor, que a David jurasteis " (Salmo (88:50) — exclamaban ellos "Ahora Tu nos rechazas y nos dejas en la vergüenza .... Nuestros enemigos saquean a placer…y Tú en medio de los pueblos nos has desperdigado" (Salmo 43:10-12).

Sin embargo, cuando parecía que ya no había más esperanzas de salvación, el profeta Ezequiel, que se encontraba también prisionero fue merecedor de una divina visión "Estaba sobre mí la mano del Señor" — relató él. La Invisible Mano derecha del Señor lo puso en medio de la llanura llena de huesos humanos. Y el Señor le preguntó: ¿Hijo del Hombre, podrán revivir estos huesos? A lo cual el profeta respondió: "¡Señor Dios, Tu lo sabes!" Entonces el Señor Dios le ordenó al profeta que le diga a los huesos, que el Señor les va a dar el espíritu de vida. El profeta Ezequiel les dijo: ¡Huesos secos, escuchad la Palabra de Dios! Así dice el Señor Dios a esos huesos. "He aquí que Yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros y viviréis. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu, y viviréis, y sabréis que Yo soy el Señor," el profeta dijo lo que se le había ordenado, y mientras el profetizaba se produjo un ruido, se estremeció la tierra, y los huesos se juntaron unos con otros. Miró el profeta, y vio que los huesos estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos. Nuevamente el profeta escuchó al Señor decir así : "Ven espíritu de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan," y el espíritu entró en ellos; revivieron, se incorporaron sobre sus pies: era una multitud de personas.

Entonces dijo el Señor, "Hijo del hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros. Les dirás: Mirad, yo abriré vuestras tumbas; os haré salir de ellas, pueblo Mío, pondré el espíritu en vosotros y os llevaré nuevamente a vuestra tierra. (Ezequiel 37:1-14)

Así el Señor Dios le reveló al profeta Ezequiel, que Sus promesas son firmes, y que lo que le parece imposible a la mente humana se logra con la fuerza de Dios.

Esta visión significaba, que Israel, al liberarse de la esclavitud, volverá a su tierra. En el sentido elevado ello indicaba la instalación del Israel espiritual en el eterno Reino de los Cielos de Jesucristo. Al mismo tiempo, se mostraba la futura resurrección general de todos los muertos.

Por ello se hace la lectura de esta profecía del profeta Ezequiel, en los maitines del Sábado de Gloria, cuando con Su muerte Cristo, al destruir las puertas de la muerte, abrió las tumbas de todos los difuntos.

La fe en la resurrección es la piedra fundamental de nuestro credo. "Si no hay Resurrección de los muertos, entonces Cristo no resucitó; y si no resucitó Cristo, es en vano nuestra fe" (1 Corintio 15:13-14).

Si no hay resurrección entonces toda la educación cristiana es falsa. Es por ello, que los enemigos del cristianismo luchan tanto en contra de la fe en la resurrección, y así también, es que la Iglesia de Cristo reafirma la fe en la resurrección.

No es la primera vez que se elevaron las olas de la incredulidad, pero retrocedieron ante nuevos signos que demostraban la autenticidad de la resurrección, al revivir Dios lo que se consideraba muerto.

En el siglo V, durante el reinado del Emperador "Teodocio el Menor" comenzó a difundirse fuertemente la duda sobre la resurrección de los muertos, a tal punto que hasta en las Iglesias había discusiones sobre este punto. Justo en esa época aconteció un suceso divino, cuya certeza testimonial se reafirma junto a escritos históricos.

En la mitad del siglo III, durante el reinado del Emperador Decio (249-251), por su decisión, siete adolescentes fueron cubiertos con piedras en una gruta al lado de la ciudad de Efeso

Maximiliano, el hijo del gobernador de Efeso, y además seis amigos suyos — Yambliko, Dionisio, Juan, Antonio, Martiniano, y Eksacustodian, confesaron ser cristianos, y renunciaron traer ofrendas a los ídolos. Aprovechando el tiempo que les otorgaron para meditar esta acción y durante la ausencia temporaria del Emperador, ellos se fueron de Efeso, y se escondieron en la gruta de una montaña cercana. Al volver el Emperador, se enteró de ello, y ordenó tapar con piedras la entrada de la gruta, para que los adolescentes, sin aire y alimentos, quedaran enterrados vivos.

Al cumplirse la orden del Emperador, dos cristianos secretos, Teodoro y Rufino, describieron ese suceso en unas tablas de peltre que luego escondieron entre las piedras de la entrada de la gruta.

Los adolescentes, que se encontraban en la gruta, no sabían lo que había sucedido. En la víspera de este acontecimiento, al enterarse del regreso de Efeso a la ciudad, los siete adolescentes rezaron con fervor y se durmieron en un sueño profundo y singular que se prolongó alrededor de 172 años. Se despertaron recién durante el reinado de Teodocio el Menor, justamente cuando comenzaban las discusiones sobre la resurrección. En ese entonces el dueño del lugar, sacó las piedras de la entrada de la gruta para emplearlas en una construcción, sin sospechar si quiera que en la gruta se encontraban los siete adolescentes, que todos habían olvidado mucho tiempo atrás. Al despertarse los adolescentes, supusieron que habían dormido solo una noche, ya que no vieron ningún cambio dentro de la gruta, y tampoco en ellos. Uno, el menor, Yambliko que anteriormente había ido a la ciudad en busca de alimentos, rezó a Dios con sus amigos y como siempre se dirigió a Efeso, para comprar alimentos y también para enterarse si los seguían persiguiendo. Quedó asombrado con el cambio al ver iglesias que hasta el día anterior el no había visto, y al escuchar pronunciar el nombre de Cristo abiertamente. Pensó que se había equivocado y que por error estaba en otra ciudad. De todos modos decidió comprar pan, al entregarle al panadero una moneda, éste comenzó a analizarla detenidamente y le preguntó, donde había encontrado ese tesoro.

En vano Yambliko trató de asegurar que el no había encontrado ningún tesoro, y que ese dinero lo había recibido de sus padres. Algunas personas comenzaron a amontonarse tratando de averiguar de donde había sacado esa moneda tan antigua. Yambliko mencionó los nombres de sus padres y amigos, pero a ellos nadie los conocía. Finalmente Yambliko se enteró de que se encontraba en la ciudad de Efeso y que no conocían ningún emperador llamado Decio. En esos momentos gobernaba el Emperador Teodocio que amaba a Jesucristo

El obispo y el gobernador, se enteraron de su llegada y para confirmar las palabras de Yambliko, fueron con él a la gruta. Allí encontraron a los seis adolescentes, y en la entrada de la cueva hallaron las tablas de peltre. Al leerlas se enteraron de lo que les había ocurrido.

De todo ello inmediatamente el gobernador dio aviso al emperador, quien se presentó en Efeso y conversó con los jóvenes. En una de las conversaciones, ellos reclinaron sus cabezas y se quedaron dormidos en un sueño eterno. El emperador, quiso llevarlos a la ciudad, pero ellos se le presentaron en el sueño y le solicitaron que les dieran sepultura en aquella gruta, donde habían permanecido tantos años en un sueño maravilloso. El ruego fue cumplido, y durante muchos siglos sus santas reliquias descansaron en aquella gruta. En el siglo XII Antonio — un peregrino ruso — relata la veneración que recibían estas reliquias.

El milagroso despertar de los adolescentes fue recibido en ese tiempo como una visión y confirmación de la resurrección. Por todos lados se propagó la noticia: lo mencionaron varios historiadores contemporáneos, también se habló de ello al poco tiempo en el III Concilio Ecuménico realizado en esa ciudad. En aquel tiempo, este milagro asombroso fortaleció la creencia en la resurrección. En forma evidente se manifestó el poder (la fuerza) de Dios, que conservó durante muchos años las vestimentas de los adolescentes y sus reliquias santas (estas reliquias santas son los cuerpos de los siete adolescentes que no entraron en descomposición)

Así como el Señor los levantó de su sueño, así El erigirá los huesos de los muertos, según la visión que tuvo el profeta Ezequiel

Esa profecía que no solo simboliza la resurrección de la muerte, sino también el amparo contra toda destrucción para aquellos que cumplan los mandamientos de Dios, se cumplió claramente sobre el suelo Ruso.

A principio del siglo XVII al concluir la generación reinante comenzaron en Rusia tiempos inciertos. La nación rusa se quedo sin autoridad, se desgarraba por querellas internas, y era sometida a saqueos de sus enemigos fronterizos que tomaron muchas ciudades e inclusive a Moscú, el corazón de Rusia.

El ánimo del pueblo ruso decayó, perdió la esperanza en la continuación del Reinado Ruso, muchos buscaron la compasión de reyes extranjeros otros se dirigían a impostores o ladrones que pretendían ser príncipes.

Cuando parecía que ya Rusia sucumbía, y solo unos pocos estaban esperanzados en su salvación, de una prisión en los sótanos del Monasterio de Chudov resonó el último llamado del allí martirizado Patriarca Hermógenes. Este documento junto con la epístola del Archimandrita San Dionisio del monasterio de la Santisima Trinidad y del cillerero Avraamiy Palizin llegó hasta Nizni Novgorod. A través de ello se hizo un llamado a la defensa y protección de las reliquias de Moscú y el de la casa de la Madre de Dios.

El escrito conmovió los corazones de los ciudadanos y especialmente el de Kuzma Minin, quien desde el atrio de la catedral se dirigió al pueblo con un exaltado llamado de gran sacrificio por la Patria. Enseguida se recibieron donaciones y comenzó a reunirse la defensa. Pidieron al heroico príncipe guerrero Demetrio Mijailovich Poyarskiy apenas recién mejorado de sus heridas, que estuviera al mando. Pero reconociendo la debilidad de las fuerzas humanas, los rusos pidieron la protección a la Jefa Excelsa de las batallas, la Soberana Madre de Dios, y como un tesoro, los combatientes llevaron el santo Icono Milagroso de la Madre de Dios de Kazán, que en un momento dado el Santo Patriarca Hermogenes encontró cuando él aún era presbítero Ermolay.

Marchó la defensa militar rusa, confiando, no en sus débiles fuerzas, sino en la ayuda y protección todopoderosa de Dios. Y efectivamente, logró lo que ninguna otra fuerza hubiera podido alcanzar. En poco tiempo Moscú fue liberada, y en el día en que se conmemoraba a los siete adolescentes de Efeso la reserva militar entró con triunfante procesión en el Kremlin, a su encuentro se dirigía otra procesión desde el Kremlin con el Ícono de la Madre de Dios de Vladimir que había estado cautiva en la ciudad.

Rusia fue depurada de los enemigos e impostores, se reestableció el Imperio Ruso, ascendió al trono el joven Mijail Feodorovich Romanof. Rusia resucitó, se sanaron sus heridas, y de la gloria fue a la gloria.

La Icono de Kazán de la Madre de Dios, con la cual fue liberada la ciudad de Moscú y con ella toda la nación Rusa, se convirtió en el mayor emblema santo para el pueblo ruso.

Se dejaron copias del Icono Santo en Moscú y posteriormente en la nueva ciudad real de San Petersburgo, que también se hicieron célebres por sus múltiples milagros. Las copias de este Icono Santo estaban en casi todos los hogares, ciudades y regiones. La conmemoración de esta Imagen Santa de la Madre de Dios de Kazán, se celebra en toda Rusia como una gran fiesta.

Nuevamente hoy la Nación Rusa se sacude hasta en sus cimientos, y se elevan sobre ella enormes olas de incredulidad. La tristeza toma los corazones, y ante el ataque, el pueblo ruso, semejante al israelita, es capaz de exclamar "Secos están nuestros huesos, nuestra esperanza está perdida, muertos estamos." Pero el recuerdo del despertar del sueño de los siete adolescentes y el encuentro de la Imagen Santa de la Madre de Dios de Kazán, nos hablan de la mano todopoderosa de Dios, y la voz del profeta Ezequiel desde la profundidad de los siglos nos proclama la palabra del Señor "mirad, abriré vuestras tumbas; os haré salir de ellas, pueblo Mío, y os llevaré nuevamente a vuestra tierra. Sabréis que Yo el Señor lo digo y lo hago, oráculo del Señor (Ezequiel 37:1-13)

Shangai, año 1948

"Espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero."

Ilimitado y sin consuelo seria nuestro sufrimiento por los difuntos si el Señor no nos hubiera dado la vida eterna. Nuestra vida no tendría sentido, si ella terminara con la muerte física. ¿Cual es el beneficio de las buenas acciones y de las buenas obras? Estarían entonces en lo cierto los que dicen: "¡Vamos a beber y a comer, pues mañana moriremos!" Pero el hombre fue creado para la inmortalidad, Jesucristo, con Su Resurrección abrió las Puertas del Reino de los Cielos al eterno bienestar y felicidad, para los que creyeron en El, y vivieron con rectitud

Nuestra vida terrena, y la preparación hacia la futura, se terminan con nuestra muerte.

"Al hombre le corresponde morir, y después ir al juicio." La persona deja entonces todas sus preocupaciones terrenales, su cuerpo se deshace para erigirse nuevamente en el día de la resurrección general. Pero su alma, después del deceso, sigue viviendo, y ni por un momento deja de existir. A través de innumerables visiones de difuntos, se nos dio a conocer lo que sucede con el alma cuando ella sale del cuerpo.

Cuando se termina la visión a través de sus ojos, entonces se abre la visión espiritual. A menudo esto sucede con las personas que están por fallecer; antes de expirar, mientras ellos miran a los que están a su alrededor, y a veces hasta conversando con ellos, ven lo que ellos no pueden ver. Al salir el alma del cuerpo, ella se encuentra entre otros espíritus, buenos y malos. Comúnmente el alma se dirige hacia aquellos que son más afines a su espíritu, pero si, al encontrarse en el cuerpo, ella estuvo bajo la influencia de algunos, entonces al salir del mismo, queda subordinada a esos espíritus, por más desagradables o no, que ellos fueran en el encuentro.

Durante dos días el alma dispone de una libertad relativa, puede visitar otros lugares por ella amados en la tierra, pero al tercer día se dirige a otros espacios. Ella atraviesa una multitud de espíritus malignos que le obstruyen el camino, y le atribuyen distintos pecados, a los que ellos mismos la tentaron. De acuerdo a las revelaciones, hay veinte de estas barreras, o tormentos espirituales (mytarstva, que son pruebas del alma inmediatamente después de la muerte del hombre). En cada uno de ellos se pone a prueba -se sufre- tal o cual pecado, después de atravesar un tormento espiritual, ella va al siguiente, y solo después de atravesar sin contratiempos todos, el alma puede proseguir su camino, y no ser arrojada a la gehena ardiente.

El horror de los demonios y de los tormentos espirituales, lo mostró, la Mismísima Madre de Dios, que al avisarle el Arcángel Gabriel de su próximo deceso, Ella le rezó a Su Hijo y le rogó que La libere de los demonios. El cumplió Su oración. El mismo Señor Jesucristo fue a recibir el alma de Su Santísima Madre y ascendió con Ella al Reino de los Cielos.

Espantoso suele ser el tercer día para el alma del difunto, por ello en especial, ella necesita de la oración.

Atravesando bien todos los tormentos espirituales (mytarstva) y habiéndose inclinado y reverenciado ante Dios, el alma durante treinta y siete días todavía visita las moradas celestiales y profundidades del infierno, sin saber aún donde se va a quedar. Recién al cuarentavo día se determina el lugar que tendrá hasta el día de la resurrección de los muertos. Algunas almas se encuentran en el regocijo y bienestar eterno, y otras en el terror de los eternos tormentos, que seguirán padeciendo después del Juicio Final. Hasta ese momento es posible tener cambios para el estado del alma, en especial oficiando por ellos Sacrificios sin sangre (santa Liturgia), y también otras oraciones.

El siguiente suceso demuestra la importancia de la conmemoración que realiza el sacerdote en la liturgia por el difunto.

Antes de la apertura de las reliquias de San Teodocio de Cherñigov (año1896) el sacerdote que cambiaba su vestidura, al sentirse extenuado se adormeció sentado junto a las reliquias, y vio delante de él al santo, que le dijo:

"Te agradezco, que te esforzaras por mi. Pero te pido algo más, cuando oficies la liturgia, conmemora al sacerdote Ñikita y María, que son mis padres. "¡Santo Pontífice Teodocio! ¿cómo me pides, oraciones, cuando tú mismo estas frente al trono celestial y por tus oraciones, Dios es misericordioso con nosotros ?" — preguntó el sacerdote.

"Sí, esto es verdad, — respondió San Teodocio de Cherñigov, — pero la conmemoración de los difuntos en la Santa Liturgia, es más fuerte que mi oración"

Por ello, es de suma utilidad realizar para los fallecidos: oficios litúrgicos, responsos, oraciones domiciliarias, y efectuar buenas obras en su nombre, como por ejemplo, limosnas, ofrendas y donativos para la iglesia, pero en especial más que nada, hay que pedirle al sacerdote la conmemoración en la Divina Liturgia.

Hubo muchas apariciones de personas fallecidas y otros sucesos que confirmaron, hasta que punto la conmemoración por los difuntos les otorga bienestar.

Muchas personas que fallecieron habiéndose previamente arrepentido, pero que no pudieron transmitirlo durante su vida terrenal se liberaron de las torturas y recibieron el descanso. En la iglesia siempre se elevan las oraciones por el descanso eterno de los difuntos. Aun en el día del descenso del Espíritu Santo, durante las oraciones con genuflexión de rodillas de las vísperas, se hacen oraciones especiales donde se reza "por los que están retenidos en el infierno."

Cada uno de nosotros, que está deseoso de demostrar su amor por los difuntos, y que realmente desea ayudarles, lo mejor que puede hacer es orar y sobre todo lo más importante es solicitar la conmemoración en la Divina Liturgia, cuando se toman los trocitos de las prósforas (pancitos usados en las Misas Ortodoxas) y se colocan dentro del cáliz con la sangre de Cristo diciendo : "Lava Señor, con Tu Dignísima Sangre los pecados de los difuntos que mencionamos, por las oraciones de Tus santos."

Todos los seres fallecidos lo necesitan siempre, y en especial al cuarentavo día, en el cual el alma va en camino a su eterna morada. El cuerpo ya no siente nada, no ve a los seres cercanos reunidos, no siente el aroma de las flores frescas, no escucha conversaciones sobre su tumba. Pero el alma percibe las oraciones elevadas por ella, agradecida está a los que la elevan, y cercana está ella espiritualmente a ellos.

¡ Familiares y amigos de los difuntos ! Hagan para ellos lo que ellos necesitan y que está al alcance de ustedes.

Realicen erogaciones, no para mejorar estética y externamente la tumba, sino ayuden a los necesitados en memoria de los difuntos, y a las iglesias en donde se realizan por ellos las oraciones. Demuéstrenle compasión al difunto. Ocúpense del alma del fallecido. A todos nos espera ese camino, ¡como vamos a desear que nos recuerden a través de la oración al Señor! Tratemos nosotros de ser compasivos con los difuntos. Ni bien alguien fallece, inmediatamente llamen al sacerdote para que rece el "servicio para la despedida del alma," oración que se debe leer ni bien se produce el deceso de una persona ortodoxa.

Traten que en lo posible, se realice el oficio del funeral con el cuerpo presente del difunto en la iglesia, y previamente a ello que se lea el salterio ante el difunto. Este oficio se puede realizar en forma sencilla sin pomposidad, pero es absolutamente imprescindible que se realice en forma completa, sin simplificaciones, no piensen en ustedes ni en sus comodidades, sino en sus difuntos con los cuales por siglos ustedes se despiden.

Si hubiera en el templo varios difuntos al mismo tiempo, no renuncien a que realicen el oficio por todos juntos con cuerpos presentes. Es mejor que se oficie para dos o tres personas fallecidas, o los que fueren juntos, que si se realiza el oficio en forma individual por turno, ya que más ardiente va a ser la oración de todos los familiares y amigos reunidos, y no que, por falta de tiempo o fuerzas, se reduzca el oficio, cuando toda oración para el difunto es como una gota de agua para el sediento.

Es imprescindible que alguien se ocupe para que inmediatamente después del deceso se oficie y se rece por el difunto durante 40 días (sorokoust), o sea que se realice por el difunto la conmemoración en la Divina Liturgia, durante los próximos 40 días.

Es común que en las iglesias donde se celebró el oficio del funeral con el cuerpo presente del difunto, si es que allí se efectúa la Divina Liturgia diariamente, se conmemore siempre al fallecido durante los 40 días y aun más.

Pero si no se efectuara la Divina Liturgia diariamente en el lugar donde se ofició el funeral con el cuerpo presente, entonces los familiares deberán encargarse para que enseguida se oficie por el difunto, durante 40 días en la iglesia donde se efectúa la Divina Liturgia diariamente.

Es beneficioso enviar peticiones de oración también a los Monasterios de Jerusalén, a los lugares santos donde se efectúa la Divina Liturgia permanentemente.

Vamos a ocuparnos de los seres que se van al otro mundo antes que de nosotros, para poder efectuar por ellos todo lo que nos es posible, recordando que "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia."

De qué manera podemos nosotros honrar a nuestros difuntos cercanos.

Vemos a menudo la tendencia que tienen los familiares de la persona fallecida, al incurrir en erogaciones para que el sepulcro y el sepelio sean lo más lujosos posible. Por lo general, el mayor gasto se efectúa en la realización de suntuosas lápidas.

Mucho dinero desembolsan los familiares y los amigos en plantas y flores, que además deben retirarse del ataúd antes de cerrarlo, para que ello no intensifique la descomposición del cuerpo.

Algunos quieren a través de la litografía manifestar su respeto al difunto y la condolencia a sus familiares. Este método revela a veces superficialidad de sentimientos y engaño, ya que realmente la persona que sufre no va a publicar su sufrimiento. La condolencia se puede demostrar personalmente de una manera mucho más cálida.

Pero sea lo que fuere que hagamos, de lo mencionado más arriba, el difunto no va a recibir ningún beneficio.

Al cuerpo muerto le es lo mismo estar bajo una pobre o una suntuosa lápida, estar en un pobre o en un lujoso féretro, él no va a sentir la fragancia de las flores, y no necesita las demostraciones de dolor fingidas. El cuerpo se somete a la descomposición, el alma vive, pero no percibe más las sensaciones que apreciaban antes sus órganos corporales.

Si realmente queremos al difunto, y verdaderamente queremos ofrecerle nuestras dádivas, entonces debemos darle lo que el necesita. Antes que nada, entregarle nuestras sinceras oraciones personales hogareñas al Señor, las oraciones a través de los oficios del Responso en la Iglesia, y muy en especial la conmemoración del difunto en la Divina Liturgia.

Otro beneficio muy importante que podemos brindarle al alma — es la realización de dádivas o donaciones. Alimentar al hambriento en nombre del difunto, ayudar al indigente, es lo mismo que hacerlo con el.

Santa Atanasia, cuya festividad se conmemora el 12 de abril, antes de fallecer, encomendó que se les diera de comer a los indigentes en su memoria durante 40 días, sin embargo las monjas del convento lo cumplieron solo durante 9 días.

Por lo cual la santa se les apareció junto a dos ángeles y les dijo "¿Porque Uds. se olvidaron de mi legado? Sepan que las donaciones y las oraciones de los sacerdotes, dadas en nombre del difunto durante 40 días atraen la misericordia de Dios": si el alma del difunto fue pecadora, el Señor les da el perdón de los pecados, y si es que ella fue justa, entonces las personas que rezan por ella van a ser recompensadas con beneficios"

En particular, en estos días difíciles para todos, es una locura gastar dinero inútilmente para adquirir elementos superfluos, cuando, al aplicarlos en la asistencia a los indigentes, se pueden realizar dos buenas obras, una para el difunto, y otra para el necesitado.

Si se le da alimento a un necesitado, con oración en memoria del difunto, el necesitado se va a satisfacer corporalmente, y el difunto va a quedar satisfecho espiritualmente.

Semana 7ª después de Pascua, Shangai año 1941

 

Folleto Misionero # SA14b

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(sermones_arzobispo_juan_1.doc, 03-18-2005).

Corregido por Silvia Martini 03/21/2005

Corregido por Ludmila/Maximiliano Betin 04/12/2005