Tesoro Espiritual.

Protopresbitero Nicolás Deputatov.

Traducido por Dra. Elena Ancibor.

El protopresbitero N. Deputatov era un teólogo pensante y uno de los escritores destacados de la Iglesia Rusa en Extranjero. El escribía, principalmente, sobre temas de vida cristiana y la piedad. En su juventud era miembro del Ejercito Imperial ruso. Después de la revolución emigró al lejano Este. En 1938 terminó sus estudios teológicos en Harbín. Gran conocedor y amante de la literatura de lo santos Padres, y en particular, del Teofano el Ermita, él dedico su tesis a las obras del mismo. (Su tesis fue editada por el monasterio de la S-ta Trinidad en Jordanville, NY, USA en 1971). Ofició en la diócesis de Australia y Nueva Zelanda.

 

Contenido:

El Evangelio. Sobre la Salvación. La vida nueva. Objeto de la oración. La Liturgia. El don de la Gracia. El camino de Cristo. La luz de Cristo. El rechazo de adquisiciones terrenales. El conocimiento de Dios. El Amor. El ideal evangélico. La Iglesia y la "organización." El gnosticismo.

 

 

La autohumillación de Hijo de Dios.

Dios que nos ama mas que nosotros mismos nos amamos esta listo de hacer y dar todo a nosotros. Dios, que preparó la felicidad en el cielo y que nos lleva hacia ésta por caminos desconocidos para nosotros en esta vida, bajó a nosotros en forma de un humilde esclavo. El Señor vino para corregir la caída de Adán, causada por su acuerdo con el diablo. Corrigiendo esto, el Señor destruye este vinculo con el diablo y propone Su Reino... Todavía en el Consejo preeterno de la S-ta Trinidad, el Hijo de Dios declaró Su deseo de salvar al hombre: "He aquí, vengo... él hacer Tu voluntad, Dios mío, me ha agradado" (Sal. 40).

El comienzo de humillación propia está revelado en la encarnación. Cristo quiso ocultar la gloria de Su Divinidad bajo la cubierta de la humanidad. Morando en ella pudo ser glorioso. Pero esto no quiso el Señor. El quiso tener una clase muy modesta de vida. El hombre no puede soportar la aparición de Dios. La naturaleza misma no está en condición de soportar la presencia de la Divinidad. Por eso, Dios, por Su gran amor al hombre, extendió el cielo como un gran manto de la Divinidad para que no perezcamos. Como Dios esconde a Si Mismo con el velo del cielo, así el Hijo de Dios, viniendo a la Tierra, ocultó a Su Divinidad con el telón de la carne — para que, viendo a Dios, podamos quedar vivos.

Nació el Señor en un pesebre, creció en la pobreza y trabajo, vivía entre **estrechases, no teniendo donde apoyar la cabeza. Así se humilló el Señor, voluntariamente eligió este modo de vivir con todas sus casualidades. No contradecía nada de lo existente, aceptaba todo lo que venia. Siendo Dios, El gobernaba todo y podía dirigir el curso de Su vida, pero abdicó de Su poder, humildemente aceptaba todo lo que sucedía con El y se sometía a ello. Solo una vez paró con la palabra: "Yo soy," como haciéndose inaccesible a la maldad que se cernía. Pero eso sólo por un momento y para mostrar que se entrega a las manos de los malhechores voluntariamente. Así fue establecido en el Misterio de la Santísima Trinidad. El Mismo Señor lo llamó: sumisión a la voluntad de Su Padre Celestial.

No se opuso el Salvador cuando llegó la muere, la muerte tan denigrante y terrible. Someterse a tal muerte es el limite de autohumillación. La muerte vino como evidente cumplimiento de los deseos de Sus enemigos, de voluntad y pensamientos malos. El Señor lo sabia antes y en todos sus detalles, pero no se opuso a nada, voluntariamente aceptó la muerte, que inventó la envidia y la mentira. Su sumisión no era a la maldad humana, sino a lo designado por Dios, adorado en la Trinidad y expresado por la voluntad del Padre Celestial. Cuan alto era el Hijo, tan profundamente se humilló. Como El es mas grande de todos y no hay nadie igual a El, en Su estimación hacia el Padre sobrepasó a todos, y no forzado, sino por Su buena voluntad. Por haberse humillado tanto hasta la muerte en la cruz, Dios Padre Lo elevó tanto, que no es posible mas elevar. Jesucristo es encumbrado no como Dios, sino como Hombre.

Esto significa que también la humanidad de Jesucristo está introducida en la gloria y fuerza de la Divinidad. Humillándose El no solo no perdió lo que poseía como Dios, sino aceptó esto como hombre, mostrándonos una inconcebible humildad y amor ilimitado. El Señor se hizo hombre para tener la posibilidad de relacionarse con el hombre. El cuerpo sirvió como instrumento de esta relación. "El ilimitado e inalcanzable Dios, por Su benignidad, aceptando el cuerpo, como si disminuyera en la inaccesible gloria, para poder entrar en la unidad con Sus criaturas visibles y para que ellas puedan participar con la vida de la Divinidad" (S. Macario de Egipto). En Cristo se manifestó la mas perfecta revelación propia de Dios al hombre, accesible a la comprensión y particularmente cercana y familiar, entendible para el corazón humano. "Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna" (1 Jn. 5:20). Cristo —-"es la imagen de Dios invisible" (Col. 1:15), hasta tal punto pleno y perfecto, que "El que me ha visto a mi, ha visto el Padre" (Jn. 14:9). Es también plena y perfecta la revelación en Cristo de la verdad Divina, la voluntad del Padre sobre los hombres. El Salvador dijo a la gente: "todas las cosas que oí de mi Padre, os he dado a conocer" (Jn. 15:15). El es "el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi" (Jn. 14:6).

Imitar a Cristo para nosotros no es como un deber externo, o cumplimiento de una exigencia forzada y consiste no en una repetición externa de Sus actos y hechos. Ante nosotros está una estructura libre de la vida moral en Cristo, con la fuerza de amor hacia El, como nuestro Ideal; Redentor y Salvador. Fuera de Cristo, fuera de relación con El, no podemos hacer nada realmente bueno (Jn. 15:4). Para amar a Cristo somos llamados a pasar por un inevitable camino de abnegación propia. A través de abnegación propia llegamos, por si mismo, a la reconciliación con los sinsabores, congojas, enfermedades y otras contrariedades. Y no sentimos la paz solamente, sino, de todo corazón siempre repetimos con agradecimiento el dulce nombre de nuestro Señor Jesucristo. Con Su nombre entra en nuestra alma belleza espiritual, alegría y calma. En El — el paraíso Divino.

No tenemos que olvidar, que debemos recurrir constantemente al Salvador para la dirección, sostén y ayuda. El es el Único Maestro y Fuente de la vida. Su influencia se extiende sobre nosotros no solo a través de Su enseñanza, sino también, a través de Su mansa y humilde Personalidad. La rama de la vid puede dar fruto solo gracias a la planta de la vid, de la cual se alimenta. El hombre que busca frutos espirituales debe vivir en Cristo y constantemente comunicarse con El.

 

El Evangelio.

Los conocimientos de Dios son accesibles solo a la experiencia. Pero ni hay necesidad de demostrar, que el sol ilumina y las estrellas centellan de noche. Así es con Dios — Su existencia y perfecciones son percibidas por todos, excluyendo a los ciegos espiritualmente. Gran alegría para todo el mundo: "el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo" (1 Jn. 4:14).

El Evangelio contiene la buena nueva sobre la llegada al mundo de Dios-Verbo, Jesucristo para salvar a todos, hasta los pecadores mas empedernidos. El Apóstol Pablo llamó a su predica: Evangelio, porque ella promete el otorgamiento de muchos bienes, reconciliación con Dios, desmoronamiento del diablo, perdón de los pecados, resurrección de los muertos, la vida eterna y el Reino Celestial (Beato Teodorito).

Hubo muchas enseñanzas, tanto filosóficas, como religiosas, pero ninguna de ellas podría llamarse "Evangelio," porque no hacia renacer al hombre, no sanaba a los de corazón destruido, no construía una verdadera libertad del pecado. En sentido amplio, el nombre de Evangelio puede aplicarse a todos los libros del Nuevo testamento. Clemente de Roma llama Evangelio a la 1-ra epístola de apóstol Pablo a los Corintios. El apóstol Pablo escribe: "según mi evangelio." Si los escritos de apóstol Pablo son evangelio, lo mismo se puede decir de los escritos de apóstol Pedro. Origen, directamente, aclara porque todos los libros de Nuevo Testamento pueden llamarse evangelios.

"Evangelio es lo que fortifica y confirma la fe en la aparición de Cristo y Su segunda llegada e introduce a Cristo en nuestras almas, que desean recibir la Palabra Divina, que está ante la puerta, golpea y quiere entrar" (Homilía sobre el Evangelio de San Juan).

Evangelio de Cristo (Rom. 1:16); evangelio de Dios (1 Sol. 2:2-9; 2 Cor. 9:7)); evangelio del reino de Dios (Mar. 1:14); de la salvación (Efes. 6:15); o reconciliación con Dios, evangelio de la Gracia de Dios (Hech. 20:24). Quien niega la autenticidad de los Evangelios esta, realmente, contra la verdad evidente, no da importancia a la Tradición histórica de la Iglesia que testifica y asegura su origen apostólico. En relación a los mensajeros de la buena nueva del Evangelio, los fieles no son esclavos: "nosotros, — dice el Apóstol — no nos enseñoreemos de vuestra fe (2 Cor. 1:24). La fe es una obra libre, si quieren creer, crean, si no quieren — no (Obispo Teofano el Ermita). Los mensajeros del Evangelio son solo colaboradores de la alegria de los fieles, su tarea es cuidar la fidelidad en la fe y con esto contribuir con la alegría, causada por la fe.

La enseñanza de Cristo es simple y clara para todos. Es oculta solo para aquellos que están ciegos en su mente y se hicieron espiritualmente muertos (2 Cor. 3:4). Como un perfume ella se expande por todos partes, pero vivifica a unos y mata a otros, ya que pone en evidencia su perdición interna, su perversión moral y religiosa (2 Cor. 2:15-16). "Las puertas de los misterios Divinos no se abren para los que no creen, y su luz no los ilumina. 'Señor de este siglo' - (diablo), les mantiene en tinieblas y no deja que la luz Divina brille en ellos" (Ob. Teofano).

El Evangelio es solo parte de una amplia Tradición oral Apostólica. Se equivocan aquellos quienes consideran las Sagradas Escrituras como única fuente de la fe y vida cristiana, y rechazan a la Tradición de la Iglesia. La Iglesia poseedora de la Gracia del Espirito Santo en sucesión invariable conserva también la enseñanza Apostólica, que no entró en Sagradas Escrituras. La finalidad del Evangelio no es representar la vida y obras del Señor con máxima plenitud posible y en sucesión cronológica estricta, como lo hacen las obras históricas "Estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre" (Jn. 20:31). La finalidad de los Evangelios no es tanto histórica, como salvadora — mostrar que Cristo es Hijo de Dios, Salvador y Redentor del mundo. De acuerdo a esta finalidad, los evangelistas, iluminados por el Espíritu Divino, trasmiten de la vida del Señor solo lo que mas revela en El al Salvador, Reconciliador de nosotros con Dios.

El cristianismo hizo renacer a nuestra naturaleza, cambió radicalmente nuestras relaciones con Dios, les dio una nueva vida de gracia, nos introdujo en la Iglesia — este paraíso y cielo en la tierra. La ley no renovaba, no hacia renacer al hombre, a pesar de ser santa y verdadera en si misma (Rom. 7:12), en cambio, al hombre lo hace renacer la gracia. Nada puede ser mas consolador que las palabras: "Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo" (Gal. 4:7). La filiación Divina — es el bien mas alto que otorga el cristianismo. Cristo nos hizo entrar en una nueva y bienaventurada vida, nos hicimos con Cristo unas nuevas criaturas, renacidas (2 Cor. 5:17).

La palabra evangélica atrae a todos con su fuerza Divina y simplicidad. La verdadera comprensión del Evangelio — ecuménica, es común a toda la Iglesia, y la desviación de ella es seguida por incongruencia y absurdo. En el Evangelio encontramos respuestas para todas las necesidades de nuestro espíritu. Es — el comienzo que reforma nuestra vida, reforma internamente, poco a poco, sin destrucción ni ruptura. Nos da la verdadera libertad — libertad del espíritu. Nos otorga una verdadera riqueza — riqueza de espíritu. Eleva a nuestro pensamiento y sentido hacia lo eterno, celestial, Divino y enseña que se debe hacer para que baje hacia nosotros el Reino Divino. La vida según el Evangelio es la vida en Cristo, llena de alegría del Espíritu Santo. Esta alegría — es la que nos lleva a obrar, a trabajar, a la hazaña. Esto es un ininterrumpido servicio a Dios y al prójimo en la Iglesia. Como recompensa por todo esto — el Evangelio nos promete la estadía infinita con Cristo Dios —Salvador nuestro en Su Reino Eterno.

 

Sobre la Salvación.

El alma exige un alimento espiritual — y solo la Palabra Divina y las obras de Santos Padres la satisfacen. El enmarañamiento, en cambio, turba la cabeza y crea en ella la inestabilidad, no hay freno para el pensamiento curioso...

Tenemos el derecho de considerar a los escritos del obispo Teofano el Ermita, como cercanos a los S-tos Padres. El atrae por la forma sincera, la claridad y la simplicidad celestial. De sus obras, como de una fuente profunda, sacamos el agua viva y dulce que fluye a la vida eterna. Toda su vida le interesaba el problema de la salvación, y para nosotros él es un maestro inconfundible sobre esta cuestión. Que nos ayude, aunque sea brevemente, presentar este tema principal, que inquieta a la humanidad.

La salvación presupone en un cristiano una vida activa, una constante relación con Dios y con la ayuda de Su Gracia, el cumplimiento de Su santa voluntad. El celo de agradar a Dios se parece mucho al fuego. Como en un incendio las llamas envuelven a todo el edificio, así el fuego de celo envuelve a todo el ser humano. La sal previene la descomposición, así el espíritu de celo, penetrando en todo nuestro ser, expulsa el pecado que corrompe el alma y el cuerpo, y así salva de la corrupción y degradación moral. Los mártires iban de buena gana a la muerte, porque les quemaba un fuego interno de amor y fe en Dios. Agradar a Dios con celo es un camino hacia El regocijante y alentador. Hay que hacer todo por la gloria de Dios a despecho del pecado que vive en nosotros. Un cristiano sin celo es un mal cristiano, débil, paralizado, sin vida — ni cálido, ni frío. Y tal la vida, no es vida. La vida Divina se despierta cuando el Espíritu Santo penetra en el corazón e inicia allí la vida según el espíritu, purifica y reúne los oscurecidos y rotos rasgos de la imagen Divina. El fuego del cielo es la gracia del Señor. El Espíritu Divino, bajando al corazón, comienza a actuar en él con celo. La fuerza de la gracia penetra adentro y restituye el orden en toda su belleza.

El que se aleja de Dios, se coloca a si mismo como base de su vida y actividad. Retirado de Dios y de la plenitud de Sus bienes, él se apresura a llenar el vacío resultante. La separación de Dios produce una sed imposible de satisfacer, continua y incesante. El se trasforma en un abismo sin fondo. Toda la vida trabaja, transpira y esta preocupado. De ahí se ve que él nunca llega de estar consigo mismo, sino fuera de si, en constante ajetreo. Se separo de Dios, Quien es la plenitud de todo, y él mismo quedo vacío. Le queda solo derramarse sobre distintas cosas y vivir en ellas. Así, el pecador siempre es sediente, agitado, preocupado en vano de objetos, que están fuera de él, fuera de Dios.

De tal manera, el rasgo característico de la vida pecaminosa es estar afanado y turbado en muchas cosas vanas, y tener total descuido sobre lo único necesario — la salvación del alma (Lc. 10:41).

Los matices y diferencias de muchas preocupaciones vanas dependen de la calidad de los vacíos que se formaron en su alma. El vacío de la mente, que olvidó el Único, que es todo, hace nacer la curiosidad, el deseo de saber mucho e investigar. El vacío de la voluntad crea muchos deseos, tendencia de poseer mucho y tener todo en nuestra voluntad y nuestras manos: esto es el amor a la posesión. El vacío del corazón forma la sed de muchos placeres, la búsqueda de encontrar el gozo de sus sentidos internos y externos. Así el pecador se encuentra siempre preocupado por mucho saber, mucho poseer, mucho gozar. Este el circulo en el cual él gira toda su vida. El satanás tiene una inquietud: que todo lo que ocupa el hombre, donde está su corazón, conciencia, atención — sea no de Dios, y que se adhiera a algo fuera de El. Aquí no solo las pasiones, sino la sabiduría, el arte, lo cotidiano, pueden servir de caminos con los cuales el satanás mantiene a los pecadores cegados en su poder, sin dejar les volver en si.

El alma sabe hasta que punto es débil y sola. Que en su corazón se postre ante Dios y se trasforme en nada. Entonces la Gracia omnipotente del "nada" creara el ella "todo." Quien en la autohumillación terminal, se entrega en las manos de Dios, éste atrae al Compasivo y con Su fuerza se hace fuerte. Esperando todo de Dios, y nada de si mismo, es necesario hacer propios esfuerzos de alta tensión para las hazañas, y actuar según sus fuerzas, para que la ayuda Divina tenga a que unirse y cubrir con Su fuerza. La vida espiritual es la vida "inteligente." Consiste en un pase de relación mental con Dios, hacia la real vida, sentida y manifiesta. En el sacramento de la Penitencia la gracia baja en forma sensible para el espíritu, pero luego se esconde de la conciencia. "Ella mora en la profundidad de la mente. La Gracia primero ilumina el alma con su luz, de manera que esta puede sentirla abundantemente" (San Diodoco). Luego la Gracia se esconde del que esta salvando y aunque permanece en él y actúa, lo hace de manera que él no la nota y a menudo se considera abandonado de Dios y perdido. El Señor oculta largamente lo precioso de este don vivificador, para que nosotros, hasta cumpliendo con todas las virtudes, nos consideremos completamente nada, hasta que percibimos al santo amor como estado permanente.

"A pesar que la gracia oculta de alma su presencia, le da la ayuda en forma secreta para mostrar a los enemigos, que la victoria pertenece solo al alma. Por eso el alma suele estar triste, acongojada, humillada y hasta, con moderación desesperada" (S. Diodoco). El proceder de la gracia, después de largas pruebas — mostrar su presencia, entonces el alma gozosa es ahijada por el espíritu. Dios se introduce en el corazón y el hombre es dignado de tener la unidad de espíritu con Dios. "El probado se hace la morada del Espíritu Santo. La gracia ilumina todo su ser en un sentido mas profundo" (S. Diodoco). El Reino de Dios es alegría en Espíritu Santo "La luz que brilla en el hombre atraviesa a todo su interior de tal manera, que él, sumergiéndose en esta dulzura, se encuentra fuera de si por el sobreabundante amor y misterios, que esta viendo" (S. Macario).

Dios es atraído por la acción y trabajo ó por la invocación del nombre de Jesús. Ella ilumina, fortifica, vivifica, vence a todos los enemigos visibles e invisibles y eleva a Dios. Ella es omnipotente y omniactuante. El nombre de Señor Jesucristo — es el tesoro de parabienes y la vida en el espíritu. Es la unión viviente, la vida en Dios, la afirmación en El de todo el ser: pensamiento, corazón, voluntad... Como atado iré a donde mandes. Esto es, justamente, el acto de una decidida fidelidad a Dios. El Señor ve que aqueja al corazón nuestro y siente (hablando en forma humana) ese dolor. Que se debe hacer con ese dolor, lo sabe solo El. Solo mas de prisa, Señor, presta nos Tu ayuda. Da nos la salvación, sino nuestra alma cae sin fuerzas... a Ti solo busca. No me prives de Tu Benevolencia, Amado de mi alma.

 

La vida nueva.

Sin la fe en Cristo no podemos ni acercarnos al umbral de la nueva vida. La fe nace en el corazón no de las palabras de sabiduría humana, sino de la Palabra Divina (Rom. 10:17). Primero la voluntad de Dios se reveló a través de patriarcas y profetas, y luego — a través del Hijo de Dios.

Actualmente debemos buscar la fuente de la fe verdadera en las palabras del Señor Jesucristo. El Cristo Mismo reveló la voluntad Divina con Su boca. Con la fuerza del Espíritu Santo (Jn. 14:26). El la introdujo en el pensamiento y corazones de Sus discípulos, a quienes envió con la predica del Evangelio (Mar. 16:15). El que escucha a ellos — escucha al Señor Mismo (Luc. 10:16).

Pero la finalidad principal de la llegada del Salvador a la tierra no era la enseñanza, sino la redención. Con sólo la enseñanza no podía ser salvada la humanidad. La enseñanza sola no da la fuerza para salvarse del pecado y hacer un cambio radical de la vida. El cambio de la vida era imprescindible para los hombres, en cuya naturaleza se enraizó profundamente el pecado. Cristo es el Salvador de la gente. El, con Su encarnación, aportó a la naturaleza humana el comienzo de la nueva y divina vida. El cristianismo no es enseñanza, sino la vida nueva. Se puede estudiar a las Sagradas Escrituras, pero no ser cristiano. Esta vida divina, según la promesa del Salvador, está contenida en la Iglesia, que es vivificada por el Espíritu Santo. La Iglesia de Cristo comenzó a existir antes de las Escrituras. Las Escrituras no tienen importancia propia, son sólo una corriente en el torrente de la bienaventurada vida eclesiástica (de la Iglesia). "Nosotros no tendríamos necesidad en la ayuda de las Escrituras si llevaríamos una vida tan pura, que en lugar de libros nos serviría la gracia del Espíritu" (S. Juan Crisóstomo).

La necesidad de recurrir a la guía de Sagradas escrituras testimonia sobre nuestra imperfección. "Cuando la fuerza del Espíritu desciende en el alma humana, en lugar de la ley de Escrituras, se afirman en el corazón los mandamientos del Espíritu y él que llega a la perfección secretamente aprende de Espíritu Santo, no necesitando la ayuda de substancia sensible" (S. Isaac el Sirio).

Las palabras de S. Juan Crisóstomo y S. Isaac son comprensibles para aquel quien asimiló una correcta comprensión, que la fuerza de la Iglesia no está en la enseñanza, sino en la vida nueva bienaventurada.

El protestantismo, rechazando la autoridad de la Iglesia, hizo de la Biblia una especie de fetiche. Pero fuera de la Iglesia hay solo libros y no está la verdadera Palabra Divina. Todos los herejes (incluido el satanás — Mat. 4:6) encontraban bases para si en los textos de las Escrituras, ya que sus párrafos aislados pueden estar sujetos a diferentes interpretaciones, a menudo contradictorias. El verdadero sentido de las Escrituras es conocido solo a la Iglesia, a quien dirige el Espíritu Santo, fuente de Sagradas Escrituras y vida de la Iglesia. Los herejes, cuando interpretan a las Escrituras, quieren sustituir la dirección de la Iglesia con su sentido común de la mente, pero la mente es objetiva solo en las problemas matemáticas. La misma constitución de las Escrituras fue definida por la Iglesia. El canon de los libros sagrados es inconcebible fuera de la Iglesia. Toda la critica de la Biblia sobre el origen de los libros sagrados, invariablemente, llega a conclusiones contradictorias.

Todo estudio unilateral y fuera de la Iglesia de los libros sagrados lleva a elección arbitraria de uno, en detrimento o rechazo de todo el resto... Así de esta interpretación arbitraria surgen muchos errores. Estos interpretadores se consideran inteligentes solo por causa que a menudo no creen y frecuentemente dudan. Ellos están preparados de considerarse elegidos solo porque no participan en la vida de gente sencilla de la Iglesia y ve a su vida críticamente. El amor propio, la vanidad, la envidia, el corazón impuro — es el camino ancho que lleva a cualquier herejía.

La iglesia Ortodoxa está llamada a guardar e introducir a la vida los mandamientos puros de Evangelio. Somos los remanentes y el tesoro de la Verdad es guardado por nuestra Iglesia. Dolor y la ira de Dios amenaza a aquel que traiciona a la devoción propia y pasa a los charlatanes herejes por codicia. El, en su insensatez, desprecia a la herencia del tesoro triado del cielo. San Irineo recomienda: "No se debe buscar en otros la verdad que se encuentra solo en la S-ta. Iglesia Ortodoxa." Y san Juan de Kronstadt escribe: "Cristo vino para renovar el ser humano vulnerado por el pecado. El Espíritu Santo, que entro en el mundo y que actúa en la Iglesia a través de los sacerdotes, servicios religiosos, sermones, sacramentos, incesantemente produce esta renovación. Solo en la Iglesia se encuentra esta fuerza renovadora, fuera de la Iglesia ella no existe y no puede existir." San Nilo Sorsky testifica sobre lo mismo, diciendo que: "los éxitos en el crecimiento del hombre interno son el fruto de la gracia del Espíritu Santo, que mora en la Iglesia."

Esta feliz quien esta impregnado del espíritu de la Iglesia, espíritu de santidad y pensamiento divino. Es dulce para él. El con todo su corazón se adhiere a la Iglesia, a esta fuente de agua viva que fluye a la vida eterna. En ella encontrara una gran alegría de la nueva vida en Cristo Jesús. Esta alegría — es real con sabor anticipado del goce eterno.

Y a esta alegría nadie se la puede quitar — ya que él está en la Iglesia.

 

Objeto de la oración.

Razonar es mas fácil que orar. Satanás se apoya en su propia mente y estimula a los que razonan igual que él. Bajo pretexto de un razonamiento libre y comprensión de "grandes misterios" él atrapa, embrolla y pierde las almas humanas. La enorme ventaja de la oración es que ella para nosotros sustituye a todo. He aquí el profundo contenido oculto en ella: la fe, la devoción, la salvación. Quien trata de orar de todo corazón — ya esta en la mitad del camino hacia Dios y de salvación. A través de la oración se derrama en nuestros corazones la fuerza bienaventurada en consonancia de las santas palabras. La oración trae la alegría Divina.

"Si los razonadores, racionalistas y materialistas no tienen fe y no oran, esto no significa que avanzaron lejos o de golpe saltaron arriba, sino que salieron de la naturaleza humana, la deformaron y la alteraron..." (obispo Teofano). Los apóstoles consideraban la oración junto con la predica de la Palabra Divina, como su tarea principal. "La oración es la cima de todas las virtudes y la raíz y base de la vida salvadora" (S. Juan Crisóstomo).

Los cristianos encuentran en la oración el consuelo y la ayuda en todas las dificultades de la vida, en toda necesidad y pena. Por eso rechazamos la autocompasión y obliguémonos a recurrir a Dios en la oración. Al principio con esfuerzo, pero vamos a continuar la oración; la pereza y malquerencia se van a debilitar, y con ayuda Divina, desaparecerán por completo y pueden ser sustituidos por una gran elevación espiritual. "A un monje el enemigo trataba de dominar para que no rezara. El monje sentía chuchos de frío, fiebre, enfermo como para morir. Que hizo? Le dijo a su alma: — mira, parece que llego el tiempo de morir, vamos a orar para la ultima vez y llorar ante el Señor. Se paro y se forzó a orar. Le dolía la cabeza, pero él seguía... Termino la regla y el dolor cesó. Otro día paso lo mismo. Entonces, él comprendió de donde provenían los ataques y ya nunca dejo de cumplir la regla, a pesar de interferencias" (Obispo Teofano).

En el alma, como en la naturaleza, hay día claros y oscuros. Depende de nosotros de preparar a su alma para que en ella suenen, sin cesar, las dulces melodías celestiales: "Y a los sonidos del cielo no podían sustituir las tediosas canciones de la tierra" (Miguel Lermontov). No existe una verdadera oración sin contribución del Espíritu Santo. De la acción de Espíritu Consolador sobre el corazón — aparecen allí suspiros tiernos, aspiraciones de santos y la oración deseada.

Este proceso de nacimiento de la dulce oración de corazón es una especial felicidad celestial... Si no habrá personas que oran, el mundo se perderá de grandes desastres. "El mundo se mantiene con oraciones de las Santos" — confiesa san Siluan — "desde que conocí al Señor, mi alma tiende hacia El y nada me alegra en la tierra. Mi única alegría es Dios. El es mi gozo y mi fuerza; El es mi sabiduría, mi riqueza... De la dulzura de; amor Divino el alma olvida lo terrenal, considerando a todos sus bienes como basura y cenizas."

Un valor en especial tiene la oración de Jesús. Ella esta dirigida para colocarnos en presencia de Dios, sin pensamiento alguno, salvo la conciencia del milagro que estamos aquí y Dios esta con nosotros. Con la oración de Jesús no hay nada ni nadie, salvo Dios y nosotros. Ella es un buen acompañamiento benevolente, siempre cercano, y completamente personal, a pesar de una aparente monotonía de su repeticiones. Cuando se hace habito, ella se trasforma en la fuerza que vivifica el alma en la alegría o pena, en un eco siempre listo a cualquier llamado de Dios. Sin oración y esperanzas el mundo se asfixiará en su maldad, se agotará de sufrimiento. Es en vano que clama la boca y esperan la luz los ojos anegados de lagrimas. La noche es cada vez mas oscura... y sin Cristo el día no vendrá para sustituir a la noche...

Un monje del Monte Athos rogaba durante dos años a la Madre de Dios de concederle la oración fogosa en el corazón, y fue escuchado. San Ambrosio de Optin se trasformaba durante la oración mental, su rostro se iluminaba y emitía un extraordinario resplandor. Según las palabras de san Isaac el Sirio un "starez" (maestro espiritual) se sentía consciente hasta el tercer salmo, luego se sumergía en observación Divina y oraba al Señor mentalmente, sin palabras, estando parado e inmóvil, no sintiendo fatiga. Este don bienaventurado él recibió después de 30 años de hazañas, aflicciones y privaciones. Así las proezas de mártires, santos y justos, con la ayuda de la gracia Divina, sobrepasan las fuerzas naturales del hombre.

San Serafín de Sarov, cuando un campesino le preguntó si deseaba trasmitir algo a sus parientes, contestó, indicando a las imágenes del Salvador y de la Madre de Dios: "He aquí mis parientes." La oración pura, llene de humildad y amor a Dios y a la gente, junto con la comunión de Santos Misterios, hace al comulgante — habitante del mundo espiritual y celestial. Una oración sincera, de corazón, hace desaparecer en nosotros la tristeza, el abatimiento y la desesperación. Ella vigoriza a nuestro espíritu, despierta a la energía, hace olvidar las ofensas y los sinsabores, hasta en pesadas desgracias. Ella desarrolla paciencia, aguante, calma, con la esperanza en dios. El que ora, suele siempre estar lleno de vida y alegría. No hay tal pena, que no pueda ser calmada por la oración. Ella es la llave que abre la puerta de misericordia Divina, y un medio seguro para obtener el bienestar temporal y eterno.

Cuando el Señor está en nuestro corazón, dentro de nosotros está el Reino Divino, la alegría y la paz. La oración no solo trae consolación y calma, sino hasta a los desastres les trasforma en lo bueno y la salvación del alma. "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Rom. 10:13). El Señor cumple nuestros pedidos cuando estos salen del alma. El nos presta Su bienaventurada ayuda.

Un niño quiere hacer un dibujo para regalar a su padre el día de su santo, pero no sabe dibujar todavía, y el padre con amor le ayuda, guiando su mano para dar contornos correctos. Cuando el dibujo esta listo, el niño con alegría lo regala a su padre, quien lo recibe, cuando en realidad fue él que guiaba la mano de su hijo. Es así como el Padre Celestial ayuda a los que Le piden... Somos débiles, pero el Señor es omnipotente, no solo nos ayuda, sino, además nos otorga fuerzas para el bien. A veces, en algunos momentos, el Señor nos permite experimentar la felicidad de contacto con Dios y la alegría de vivir. "Donde está Cristo Dios, está el Reino Divino y la beatitud de El" (san Tikhon de Zadonsk). "O Jesús, alegría y dulzura de Ángeles y todos los santos! Atráeme a seguirte. — Con que? Con el hermoso y salvador camino, por el cual Tu caminabas desde nacimiento hasta tu muerte para salvar a mí, pobre. — Hacia donde? Hacia Tu Reino eterno, donde nosotros correremos y seremos aquí y allá conformes a Ti (S. Tikhon de Zadonsk).

Elegí una oración corta de palabras fuertes. Repitiéndola a menudo durante largo tiempo, hallaras en ella una gran fuerza. No son necesarios muchas palabras, sino con una oración corta arranca del corazón, como de un sílex, benditas chispas. Esto es una experiencia personal. La Iglesia tiene servicios y oraciones largos. Allí todo esta según la Regla. Pero, hasta los servicios largos, teniendo el corazón atento, se hacen cortos. Allí es el Reino Divino, el paraíso, y en el paraíso no existen ni tiempo, ni cambios algunos. Nuestra meta — es estar ante Dios, centrarnos en Su presencia, abrir todos nuestras necesidades y recibir de El firmeza, fuerza, para que Su voluntad se cumpla en nosotros. Esta es la finalidad y la meta de la oración. Cuando en el centro está Dios, — todo el resto pierde su atracción. Todo lo que es fuera de El, no tiene ni valor, ni importancia.

Un sacerdote oficia en un templo. Ante él un antiguo icono de la Virgen María. De repente él siente, que la Madre de Dios en el icono lo atrae a la oración, actuando sobre su mente y corazón. El experimenta sobre si una fuerza real que procede de la imagen santa. Esta fuerza llenó el templo de oración, reunió los pensamientos dispersos. Se sentía casi una presencia física de la Madre de Dios. Ella — una personalidad viva, — exigiendo con poder una respuesta... Así crece y madura invisiblemente el amor, la cercanía a Dios vivo, y a la Reina Celestial. En esto consiste nuestra obra de la salvación. También así se forma el contenido de la oración.

 

La Liturgia.

Sin la oración esta perdida la llave a las letras de oro de las Escrituras (San Juan Crisóstomo).

El sentido de la vida no es en deleite con sus bienes, sino en la santidad. La fuente principal de ésta es la Liturgia y particularmente el recibimiento del Cuerpo y Sangre de Cristo.

"En la Liturgia — toda nuestra fuerza. Me muero, cuando no oficio la Liturgia" — confesaba san Juan de Kronstadt. "Busca la liturgia — este Único Sacrificio. De otra manera no tienes salvación de ninguna parte." — "Por ti mismo no pienses salvarte"... "No es cristiano, quien, teniendo la oportunidad de rezar en la Liturgia, no desea participar en ella con su oración. Y el pensamiento que en un día de fiesta uno se puede privar por voluntad propia de la oración de Iglesia — es una tentación del diablo."

Comulgando de Santos Misterios de Cristo, te sentirás liviano, luminoso y feliz; te renovaras espiritualmente. El alma se purifica, la mente se ilumina y el cuerpo recibe fuerzas. "Nada ayuda tanto al apaciguamiento de las pasiones y expulsión de los demonios como la mas frecuente Comunión, con celo y de puro corazón" (S. Callisto). La Eucaristía es el milagro de los milagros, mas grande que la creación del mundo. A la mente humana le queda solo ponerse humilde y aceptar todo con fe. En cambio, renegar el misterio es una insensatez y hasta locura. El milagro es — mas arriba de la leyes de naturaleza, mas arriba de la mente. San Juan de Kronstadt llamaba a la liturgia: "paraíso y cielo sobre la tierra." En realidad, ella es el centro de nuestra vida, y no hay nada en el mundo mas caro que ella. Los conocedores de servicios religiosos reconocen que la mejor interpretación del espíritu y sentido de la Liturgia se encuentra en las obras de san Juan de Kronstadt. En la literatura extranjera no existe nada parecido. Gracias a él, la Divina liturgia brilla como un rayo en la espesa niebla de pecados. El dirige nuestra atención principalmente a ella. "Y en la mesa del altar aparece Dios Encarnado. No hay nadie mas cercano y próximo que el Señor Dios. A través del servicio religioso nos adjuntamos a El. Y durante la proskomidia ... "sacar la partícula" es mas precioso que hasta la oración del obispo.

"La liturgia es el resumen de todo Evangelio. Ella es el sol en pleno brillo. Ella es el milagro mas grande. Incesante sacrificio del Cordero Divino y derrame de Su Purísima Sangre para la renovación del mundo. La liturgia es — el Sacramento de Amor Divino, divinización del hombre humillado y que perecía en sus pecados. Es el servicio celestial... gozo, paz y delicia para el alma! Alimenta a la mente, alegra el corazón, provoca lagrimas de emoción, veneración, agradecimiento, sacrificio en hazañas de amor, alegra con esperanzas de resurrección y inmortalidad. Liturgia es nuestra arma contra enemigos fuertes y victoria sobre ellos; luz y purificación del alma, santidad y gloria nuestra, esperanza y afirmación nuestra.."

"El fuego y la luz, oh Señor, que sean para mi la recepción de Tus Purísimos Misterios, y que me iluminen a todo para glorificación verdadera" (Cántico de 8-a voz). Así enseña la Iglesia. Y toda su enseñanza esta inspirada por Dios. Cada palabra de la oración de la Iglesia — es un don Divino de gracia, que se vierte sobre las almas. Todo el Cristo esta ante nosotros, vivo, y El que da la vida a todos. "La fe Ortodoxa de Cristo! Cuantos bienes indescriptibles están abiertos en ti. En que forma renuevas, purificas, santificas a la fe, la esperanza, a través del arrepentimiento, oración y particularmente en el vivificante Misterio de la Comunión! Que vida Divina. Que acciones milagrosas del Espíritu vivificador!... Que maravillosa sal de la tierra eres para nosotros, seres terrenales, contagiados con la podredumbre del pecado hasta la medula de los huesos."

 

El don de la Gracia.

Solo bajo la influencia de la Gracia el hombre interior se afirma y se renueva de día en día, en cambio, el hombre exterior, o sea lo carnal, lo pasional, se va desgastando y se desprende (2 Cor. 4:16). En que se expresa la afirmación del hombre interior con la fuerza del Espíritu? — En el establecimiento de Cristo en el corazón, afirmación de El en el hombre interior —preparación de este como morada de Cristo. Los cristianos recibieron el Espíritu y acogieron a Cristo en sus corazones. Lo que penetra en nosotros no es el pensamiento que exige Cristo, sino el Mismo Cristo, como persona viva se establece en nosotros. El Salvador dice: "El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él" (Jn. 14:23).

El establecimiento de Cristo se produce con la Gracia del Espíritu Santo a través de la fe. Y cuando mas crece y se afirma nuestra fe, tanto mas se hace estrecha, profunda y viviente nuestra relación con el Señor. Los cristianos, con la fuerza del Espíritu Santo, se fortifican en el hombre interior, y esto es la preparación de la morada de Cristo en nosotros. Con la invariable presencia de Cristo en nuestros corazones seremos fuertes en la base y firmes en el amor, como una planta que creció profundamente con sus raíces en la tierra, o como un edificio con base firme. Estas comparaciones indican la firmeza, constancia y afirmación de amor cristiano. La sabiduría cristiana se apoya sobre la vida cristiana. La fortificación del hombre interior, la introducción de Cristo en nuestros corazones y la permanencia en el amor — son las condiciones imprescindibles para eso. Esto no es un conocimiento abstracto, sino, es basado sobre la experiencia cristiana. Habiendo recibido la fuerza, nos haremos completamente capaces de conocer la verdad cristiana. El conocimiento de la verdad es la posesión de la verdad y la adquisición de ella. La verdad cristiana se debe entender en concordia con todos los santos. La comprensión cristiana se adquiere no "por separado" de otros, sino madura y aparece perfecta bajo la condición de tener relación con todos los cristianos (obispo Teofano). Como un objeto inconmensurable del conocimiento cristiano sirve el amor de Cristo, revelado en la Cruz, y por consiguiente, también el amor de Dios Padre, que envió a Su Hijo para la salvación del mundo (Jn. 3:16; Rom. 5:6-8).

El amor de Cristo sobrepasa la mente ordinaria, común, y al conocimiento razonador. Pero lo que está oculto para el conocimiento humano natural, se revela al cristiano parcialmente con la fuerza del Espíritu Santo a través de la introducción de Cristo y la verdadera vida en el amor de Cristo. Lo desconocido de manera común, se conoce internamente a través de la vida en espíritu. "A pesar que el amor de Cristo es superior a todo entendimiento humano, vosotros lo conoceréis si tendréis a Cristo, habitando en vosotros" (S. Juan Crisóstomo).

La perfección es ilimitada, pero su ultimo limite y meta mas alta para cristiano es la plenitud de dones Divinos o benditas fuerzas Divinas, que nos están dados por Cristo. A la cabeza de las virtudes se encuentra la humildad — modesta opinión sobre si mismo, conciencia de su debilidad, flojedad, pobreza en espíritu, humildad en pensamientos y sentidos. La humildad cristiana se apoya en un vivo sentimiento, que todo lo bueno en un cristiano es el don de la gracia. El que está sabio en su humildad, es consciente de la enorme riqueza cristiana que él tiene, pero sabe también que esta no fue adquirida por él, sino, concedida a él por la Gracia Divina, siendo él indigente y débil. Según S. J. Crisóstomo: "La humildad sabia consiste en que uno, siendo grande, y conociéndose como tal, sea humilde y no vanidoso, soberbio." La mansedumbre esta vinculada con la humildad, ya que el que es consciente de propia debilidad, tratará a otros sin ira ni enojo. Después de la humildad y mansedumbre viene la longanimidad. Por un lado — firmeza, constancia, por otro — generosidad, paciente aceptación de ofensas, y ausencia del espíritu de venganza. La longanimidad cristiana no es fría ni desalmada, sino plena de amor. Si tu no tienes paciencia hacia tu prójimo, Dios como te va a aguantar?... donde hay amor, todo se puede aguantar. Para eso esta dado el Espíritu, que unifica a la gente, que difiere entre si en muchos sintamos. En forma semejante, como nuestro cuerpo tiene el espíritu nuestro que actúa en todos los miembros y todo lo unifica; así a nosotros. Hijos de la Iglesia, esta dado el Espíritu Santo, que nos une y hace un cuerpo, a pesar de nuestras diferencias. Esta unión se expresa en una esperanza común, que nace de la predestinación (vocación) cristiana. Todos están animados con una esperanza: la permanencia eterna en el Reino de Cristo.

Los que han recibido el único Espíritu y beben en la misma fuente, no deben dividirse. Dios entra en nosotros, habita en nosotros en Espíritu Santo, y — actúa, reconcilia y salva en el Hijo. Cristo Salvador otorga a los fieles los benditos dones del Espíritu Santo en Su medida, para que ellos no quedan infantes en la fe — jóvenes inexperimentados, vacilantes y capaces de desviarse en distintas direcciones anticristianas, donde la mentira satánica tienta a los inexpertos con diversa astucia y falsedad. Todos los fieles deben ser penetrados por Cristo, Su Espíritu, hacia El, continuamente ascendentes, por El entusiasmados. Cristo es la meta invariable del crecimiento en nosotros de todo lo bueno. Todo se dirige hacia El, también emana de El y se perfecciona por El. Es dulce estar con Cristo y amargo sin Cristo. El es nuestra alegría y consuelo.

 

El camino de Cristo.

La enseñanza de Jesucristo es la verdadera luz de la vida y promesa de vida perfecta, alegre y libre. El Salvador vino para despertar a las fuerzas espirituales del hombre, para que no entierre a sus talentos, que no sea cobarde y sumiso esclavo, sino con la libertad de un hijo trabaje en el trigal y el viñedo de su Padre. Dios desea el amor libre del hombre, una relación con El mas profunda y sincera. El es nuestro camino, verdad y vida. El cristiano vive con Su amor, se alimenta con Su bienaventuranza, en Su luz — ve la luz de la vida. A El también lleva sus penas, alegrías, incertidumbres y dudas, su entusiasmo y su miedo...

El camino de Cristo nunca puede ser fácil y espacioso, como otros caminos que llevan a la perdición. El camino de Cristo hasta ahora queda angosto, como angosta e imperceptible la puerta que lleva al Reino de Cristo. El cristiano debe negar a si mismo, dejar todo atrás, y sin volver la cabeza, hacer su tarea sobre el campo del Señor. El sentido de vida del cristiano es colaborar con Dios en el servicio de creación del reino de Dios. vivir en este mundo según la verdad Divina, con la palabra y obra hacerse su mensajero, luchar virilmente con las tentaciones de la vida; sus tristezas y preocupaciones entregar a Dios; sus debilidades y pecados purificar con Su santidad y Su amor.

Cristo — "no es de este mundo." Por eso el mundo lo odia y junto con El — a todos sus discípulos (Jn. 15;18-19). El Señor predijo a sus discípulos el exilio, sufrimiento y muerte de martirio — todo esto se realizó. "Todos que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor," — van a progresar (2 Tim. 4:12-13).

El hombre orgulloso y lleno de amor propio no es capaz de aceptar la enseñanza de Cristo. Solo el humilde que se empequeñece como niño, puede dar cabida a ella. "Disminuirse" significa hacerse manso, sin maldad, ajeno a toda violencia y orgullo. El "mundo" va a difamar y perseguir a ese niño voluntario. Mientras en el mundo existen pena y sufrimiento, ellos serán parte de cada sincero siervo de Cristo. El cristiano no puede ser plenamente alegre en este mundo, porque cada defecto en el prójimo que ama constituye la fuente de pena para él.

En todos los tiempos había personas que durante su vida y después de la muerte eran considerados como justos. Pero cuando vemos la confesión de corazón de estos portadores de la luz de Cristo, nos sorprende su sincera y profunda conciencia de sus pecados, debilidades y su indigencia. Si los santos claramente sentían su debilidad y indigencia, y así se iban a Dios, entonces para nuestro crecimiento espiritual es necesario evitar todo mal, ejercicio en el bien, el ayuno, la oración y tener la conciencia de nuestra iniquidad.

La presunción y aplomo hablan no de la santidad y perfección, sino, de orgullo, cortedad de inteligencia y limitación espiritual. El comienzo de la humildad, según las palabras del Salvador, lo que hace asimilar al fiel a su Maestro, — es una fuente inagotable de conciencia de tener lazos con todo lo pecaminoso y sufriente en este mundo. En su vida espiritual el cristiano debe parecerse a un niño, que no piensa en su crecimiento; al lirio de los campos, que no piensa en su belleza; al ave que no se preocupa del día de mañana (pag. 218).

El fiel siempre es humilde porque se considera peor que nadie, siempre se arrepiente porque ve la belleza del camino de Cristo y es consciente de su alejamiento de él. Siempre llora, porque conoce su falta de fuerzas... y al conocer su debilidad, constantemente se purifica y se perfecciona... El cristiano no puede ser vengativo, ya que la venganza aleja al hombre del todopiadoso y manso Salvador.

 

La luz de Cristo.

En Tu luz veremos la luz.

El hombre tiene sed de vivificación, inspiración... Así para que el farol ilumine, no es suficiente que los vidrios sean limpios, es necesario, que dentro de él arda una vela. El Señor hizo esto con Sus discípulos: primero los limpió con la verdad, luego los vivificó con Espíritu.

Este proceso debe pasar con cada cristiano. Primero limpieza con la Verdad y luego iluminación con Espíritu Santo. La verdad rechaza la inspiración congénita, como ridícula, la mata para que el Espíritu, al llegar, la resucite en un estado renovado. Si el hombre antes de la limpieza con la veracidad comenzara a guiarse por su inspiración — va a irradiar una luz impura, coloreada o polarizada con el filtro de su propio corazón vulnerado, en el cual, el bien esta mezclado con el mal. El alma siente tedio en este mundo y busca para si una fuente de vida verdadera y una renovación fuera de sus limites. A veces, el alma se encierra, entra en si misma, en su mundo interno — y allí ve la luz.

El rasgo fundamental del mundo interior, o la vida del corazón — es inquietud del alma, eterna búsqueda de la luz y alegría. Una continua marea alta y baja, aspiraciones elevadoras o echadoras, — llamadoras como penumbra de una aurora de primavera, y desesperados como un crepúsculo. Los brillantes relámpagos de misterio casi comprendido y un amargo sentimiento de impotencia de todos intentos.

"El Amado atraviesa la mente con rayo de luz y enseguida huye de la mente en movimiento rápido. Cuando mas se percibe, mas se aleja y con esto, justamente que se escapa de las manos, — llama y atrae el alma consigo" (S. Gregorio el Teólogo).

"Todos los sentidos de mi mente y alma estaban adheridos a la única, inenarrable alegría y goce de esta altísima luz. Pero cuando esta inconmensurable luz, que me fue revelada, disminuyó poco a poco, y al final quedó invisible, volví en mi y comprendí que maravillas obró de repente en mi la fuerza de aquella luz. Aquella luz cuando aparece, alegra, y cuando se oculta, deja una herida y dolencia en el corazón," (Simón el Nuevo Teólogo, palabra 86).

Cuando observo como toma potencia actualmente la enfermedad de la lengua, a los sabios madurados rápidamente, a la producción de nuevo de unos teólogos, a los cuales es suficiente desear para ser sabios, entonces experimento la necesidad de alto amor a la sabiduría, busco con el profeta Jeremías "un albergue de caminantes" (Jer. 9:2), y anhelo estar solo con mi mismo... Dejando de al lado la carne y el mundo, no tocando nada humano sin extrema necesidad, hablando conmigo mismo y con Dios, vivir por encima de lo visible, llevar siempre en si las imágenes Divinas puras, no mezcladas con las impresiones engañosas de aquí abajo: ser y como hacerse incesantemente un espejo de Dios y de lo Divino no oscurecido, adquirir la luz de la luz: a la menos clara — la mas radiante, hasta que nos elevemos a la Fuente de iluminaciones de aquel lugar y alcancemos a la felicidad final (Gregorio el Teólogo, 2 parte).

La percepción de la luz en la experiencia de fenómeno de la "luz interna," es tan real como la percepción de la luz física. En los escritos de los Santos se menciona a menudo la observación de esta inmaterial luz Divina. Su aparición, a veces, suele ser tan fuerte que emana al exterior y se percibe como la luz visible, iluminando el cuerpo mismo del Santo. La belleza espiritual deslumbrante de la personalidad iluminada, llena de luz, no es accesible para el hombre carnal.

"El rostro de abba Pambo brillaba como un relámpago, y él era como un rey, sentado en su trono"... Antes de la muerte de abba Sisoy, cuando estaba acompañado de otros monjes, su rostro se iluminó como el sol... Alguien se encontró con abba Siluan y, viendo que él estaba luminoso de rostro y cuerpo, como un Ángel, se cayó a tierra de bruces... Un hermano llegó a la celda de abba Arsenio, miró por la puerta y vio que abba era todo como fuego... Motovilov le dijo a San Serafín: "Padre, no puedo mirar, ya que de sus ojos caen rayos. Su rostro se hizo mas luminoso que el sol y me duelen los ojos"...

El Fuego maravilloso que ardía en San Sergio atraía a él a los que lo vieron aunque sea una vez. Durante el canto de "Cantamos a Ti" el fuego cayó como del cielo y se movía sobre la mesa del altar, iluminando todo el altar alrededor, y rodeando el oficiante Sergio. Durante la comunión de Santos Misterios, apareció el fuego Divino y entró en el cáliz, con el cual comulgo el Santo. Algo semejante ocurrió en la vida del santo hieromonje Ambrosio. En cierta medida la iluminación del rostro se observaba en el obispo Teofano el Ermita y san Juan de Kronstadt. El padre Juan se colocaba ante el Señor como ante el sol y al sentir el brillo inexpresable de la luz Divina, cerraba los ojos y claramente sentía su estadía en los rayos de esta luz y de su calor, la alegría y cercanía de Cristo Salvador... Debido a la Gracia Divina su rostro era hermoso, como de un Ángel, cada uno tenia deseo de verlo... El pecado deforma al hombre, en cambio la gracia con su luz lo hermosea... El Espíritu Santo vive en nosotros y hace parecidos al Señor Jesucristo, como los niños sueles pareceres a su padre,

Hubo muchas emanaciones de la luz interior en los santos del siglo 6-o, anotados en el "Prado Espiritual" y en las vidas de los santos. Es enorme la herencia de los padres sobre la luz. Esto nos alegra inexpresablemente. En esta luz se manifiesta el amor y preocupación de Cristo por la gente débil... Pero no hay luz de Tabor sin sufrimientos, y no hay sostén para el espíritu humano fuera de la contemplación de Cristo.

Contempla al Señor, y Su imagen se reflejará en ti y no dejará a las tinieblas de vencerte, atarte como a un pecador, para siempre privado de movimiento hacia el bien. Que pase ante tu mirada el horror mortal, el sudor de sangre y los sufrimientos del Señor. Cuando vas a mirar a El, El que lleva a los sufrimientos, te mirará y hará contigo, lo que hizo con Pedro — tu "saldrás y vas a llorar amargamente"...

El Evangelio — es la plenitud de la Revelación. Es el sol en comparación con el cual, otros libros espirituales — solo son planetas, que brillan con la luz reflejada.. Allí Dios hablaba por la boca de los profetas; aquí, habla con nosotros el Mismo Hijo de Dios — Dios-hombre, Cuya vida era la revelación de la luz. "Yo soy la luz del mundo" (Jn. 8:12).

El no es solo portador de la luz — es la luz misma, encarnada, hipostática Luz. El que cree en El, sabe por experiencia que su iluminación interior se debe a esa luz universal, como el sol en el mundo físico. El cristianismo no es solo la religión de amor, sino, también de la Luz. Cristo enseñaba los misterios del Reino Divino, instruyendo sobre las leyes de la vida eterna divina, sobre "la luz interna" como la vida espiritual divino-humana. Cuanto el alma es mas preciosa que el cuerpo, tanto la luz interna, espiritual, es mas importante que la luz externa física. Y al revés: cuanto las tinieblas internas espirituales son mas peligrosas y terribles, que la oscuridad de la noche o la ceguera. El que pierde la vista interior, pierde junto a ella la vida divina, eterna, cuya pertenencia, igual que en la vida física, es la luz (Jn. 1:14).

La instrucción del alma y del cuerpo es necesaria solo en los limites de espacio y tiempo. Mientras tanto que sentido tiene observar bajo microscopio a un infusorio, y no mirar ni una vez dentro de su alma? Que alegría puede ser la luz eléctrica y no ver nunca la luz solar diurna? La luz interior espiritual, no solo instruye, sino también vivifica. La medida de la luz interior siempre corresponderá a la medida de nuestro crecimiento espiritual. La abundancia de la luz espiritual es solo posible bajo la condición de alto sacrificio. De esto nos convencemos sobre el ejemplo y enseñanza de los Santos de Dios, quienes reunían en si, junto a la superioridad espiritual, un fuerte brillo de la "luz interior" que llegaba a un brillo externo.

Es misteriosa la naturaleza de la luz espiritual. La sustancia de esta luz es divinamente inconcebible. En sus manifestaciones mas altas, la luz interior es la luz Divina. Ella descubre los secretos del pasado y futuro. Introduce en la comprensión de verdades religiosas, pensamientos, ideas... En su escénica inconcebible, la luz espiritual es mas alta que cualquier alma. Es propio al mundo espiritual en su integridad. El corazón puro, la mente elevada, la conciencia sensible — son solo medios para su contemplación. Pero por si mismo es "grande es el misterio de la piedad" (1 Tim. 3:16).

Tu, Señor, eres todo dulzura, todo luz y vida. Ilumina nos con la luz de Tu entendimiento Divino. Glorifica nos con Tu fuerza Divina y no nos dejes a los que confiamos en Ti.

 

El rechazo de adquisiciones terrenales.

En la hazaña moral, el cristianismo da preferencia a la orientación interna. A las obras los ve como una consecuencia de esta orientación. La orientación interior sirve como índice de la altura espiritual de la voluntad. El proceder es la expresión de esta orientación. Si la orientación por algunas circunstancias no pasa a la acción — su valor no disminuye... "sabemos, que sin amor al prójimo, la mente no puede clarificarse con la conversación divina y el amor... y donde no hay posibilidad de manifestar el amor al prójimo en acciones visibles, allí es suficiente tener ante Dios el amor hacia el prójimo en el pensamiento" (S. Isaac el Sirio). Pero los Santos tenían un medio de manifestar el amor al prójimo activamente. Esta acción se expresaba en un constante oración por todos aquellos que se encontraban en peligro o necesidad.

Por desgracia, un obstáculo potente para el amor se presenta en el apego a sus propiedades. Los santos entendían el amor a Dios como una constante comunicación espiritual con El, continuo pensamiento en El, unido con el sentimiento de amor, veneración y agradecimiento. Para eso es necesaria la libertad de todo peso de la vida. Se puede estar con Dios cuando no hay preocupaciones aparte de El. Pero a la mayoría de la gente, casi toda la vida pasa en adquisición de propiedades. Quien tiene esta pasión es un mártir de ella, totalmente absorto con esta preocupación. La propiedad exige cuidado y tensión de las fuerzas, no solo para su adquisición, sino también para conservarla. En esto los Santos veían el principal obstáculo para el desarrollo en el alma de una continua inclinación de amar a Dios.

"Si la mente no se libera de preocupaciones terrenales, no podrá tener perspicacia del recóndito. Un humilde-sabiondo tiene anhelo por el menoscabo en todo, la falta de interes en adquisición de bienes, la indigencia, la pobreza. El desea quedar libre, no tener preocupaciones, no indignarse con lo de acá" (S. Isaac el Sirio).

La experiencia de la vida convence que el amor a los bienes es uno de los fuertes móviles para no cumplir el mandamiento de amor y relaciones de hermandad. "Si no serás demasiado atado a las cosas, te será fácil cumplir cualquier virtud" (Abba Zocima)... "El enemigo antiguo, dirigiendo nuestra alma hacia el amor a cosas temporales, levanta contra nosotros al prójimo, quien proyecta llevarse lo mismo, que nosotros amamos. El enemigo no trata de destruir a lo terrenal, sino a matar en nosotros el amor. Pues, subidamente, nos encendemos de odio, y deseando ser invencibles externamente, sufrimos mucho internamente, y defendiendo lo pequeño de afuera, perdemos mucho lo de adentro; ya que perdiendo una cosa temporal, nos privamos de amor verdadero, porque todo aquel que destruye a nuestra propiedad, es un enemigo. Pero si odiamos al enemigo — perdemos lo interno" (S. Gregorio, 2 palabra).

Para evitar discordias y enemistad con los prójimos, hay que liberarse del apego a tener propiedad. "El amor es derrochador, no solo del dinero, sino hasta de nuestra vida temporal" (S. Evagrio). "Hasta si eres muy pobre, seguramente, no tan pobre como aquella viuda , que donó todo lo que tenia" (Luc. 21:2-4), o la viuda de Sidon (1 Reyes, cap. 17), quien teniendo solo un puñado de harina, no se negó de alimentar al profeta! Ella veía a sus hijos, a quienes amenazaba el hambre y sabia que no tenia nada mas, y sin embargo, recibió al profeta con toda atención' (S. Juan Crisóstomo). Para tener la posibilidad de ayudar a los pobres se recomienda el ayuno. Ordenamos ayunar cada miércoles y viernes y lo que queda de alimentos distribuir a los pobres" (Disposiciones Apostólicas).

Un verdadero amor, por si solo, lleva a la pobreza. La riqueza exige ocupación constante y priva de posibilidad de centrar el pensamiento y los sentidos exclusivamente en Dios. Crea muchas tentaciones para vulnerar el mandamiento sobre el amor al prójimo, originando querellas, enemistad y envidia. De tal manera que toda propiedad es un obstáculo para cumplir con el mandamiento de amor a Dios y al prójimo. Los que siguen a Cristo no pueden ser ricos en el mundo, mientras allí reina la necesidad y pobreza. El cristiano no puede ser alegre sin preocupación, cuando en todas partes hay lagrimas y enfermedades. El amor al prójimo, como a uno mismo aunque lleva a la unidad, pero además, libera al hombre de muchas malas tentaciones y superfluas inquietudes, y le abre el camino hacia la vida espiritual y una reconcentración. La profundización en si mismo, indefectiblemente lleva a un contacto suprasensorial con la Divinidad.

Entregado al amor Divino, deseando alcanzar la impasibilidad y santidad, calma y mansedumbre, y generadas por estas, alegría y gozo. El que no se apega a los bienes trata de mantener sus pensamientos lo mas lejos posible de toda pasión objetiva y carnal, que perturba el alma y no deja ver con el ojo puro del alma lo Divino y gozar con la luz de allá" (S. Basilio el Grande).

No se debe pensar que esto sirve de ideal solo a personas espirituales con ordenación monástica. No — es un ideal de toda cristiandad. No puede haber ningún otro ideal. Existe solo un — ideal de Cristo invariable y eterno para toda persona fiel.

 

El conocimiento de Dios.

Esto es lo que ocupaba mas a nuestros piadosos ancestros. Hacia esto ellos nos llaman desde el lejano y querido pasado.

El Señor — invisible en Su sustancia — es visible para aquellos que se asemejan a Él. En Cristo está dada la mas perfecta autorevalacion de Dios. El mas accesible conocimiento cercano, afín y comprensible para el corazón. "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar"(Mat. 11:27). Cristo es la perfecta "imagen del Dios invisible" (Col. 1:15). Cristo exige que amen al Padre a través de Él. El Espíritu Santo, el continuador y él que termina la obra redentora de Cristo, testimonia sobre Cristo y lo glorifica (Jn. 15:26; 16:14). Amamos a Dios Trihipostatico en Cristo. Nuestra Salvación es inseparable con el conocimiento del Hijo de Dios, percibido con todo corazón y la mente. Para conocer a Dios está dada la revelación. Pero el Hijo no se revela directamente, sino a través del Espíritu de la Verdad, quien enseña todo e instruye en toda verdad (Jn. 14::26; 16:13). La esfera superior de conocimiento Divino se abre exclusivamente por el Espíritu Santo. "El que dice: yo lo conozco, y no guarda Sus mandamientos, el tal es mentiroso..." (1 Jn. 2: 3-4).

En los escritos de S. Isaac el Sirio hay una confesión sobre la extraordinaria dulzura del conocimiento de Dios, y Macario el Confesor considera como un principio y el final de la salvación a la omnisciencia, que al principio se revela como miedo y al final como amor. Los Padres coinciden sobre la necesidad del conocimiento de Dios y en general del conocimiento espiritual — vivo, luminoso, beatífico. Sin duda, Dios no puede ser el objeto del razonamiento. El acto de razonar presupone la división y por su eséncia es una interacción entre él que está pensando y del objeto sobre cual él piensa. En cambio, el que se sumerge en si, negando lo externo, éste, infaliblemente, se elevará a lo celestial. Esta negación de lo externo, ya es un contacto directo con lo Divino. Así, en el alma no hay ningún movimiento, ni actividad, ningún pensamiento, y ella se eleva por encima de todo conocimiento externo... Para la contemplación de Dios, el hombre debe negar decididamente el proceso mismo del razonamiento. S. Isaac dijo bien, que el Reino del Cielo no se adquiere con el estudio, puede solo ser degustado a través de la Gracia. El conocimiento espiritual no se adquiere con el camino exterior del alma. El conocimiento espiritual nadie puede tener, si no se vuelve como un niño y tenga la forma de pensar de un infante.

S. Simón el Nuevo dice: "El cristiano es llamado fiel, porque Dios le confió a su fidelidad los sacramentos, que hasta a los Ángeles no eran conocidos antes que a nosotros"... "De Espíritu Santo aprenden los cristianos todo razonamiento y conocimiento, y toda palabra de saber misterioso. Lo que no conocen los infieles, nosotros, que tenemos el honor de ser fieles, podemos saber usar la sabiduría y hablar sobre esto, siendo enseñados con la gracia del Espíritu Santo. En verdad la llave de la comprension de la gracia del Espíritu Santo que nos está dada por la fe. Esta Gracia abre a nuestra mente oscurecida y le confía el conocimiento verdadero y comprensión de la iluminación Divina." — "Dios es conocido por nosotros en la medida como podemos ver al inmenso mar, estando de noche en su borde con una candelilla prendida en la mano. Verá mucho de este mar? Sin duda, una ínfima parte, o casi nada. Con todo él ve bien el agua, sabe que esto es el mar ilimitado, y que él no puede abarcar con su mirada. Así pasa en relación con nuestro conocimiento de Dios... Ni la vigilia, ni la soledad, ni el ayuno, ni la carencia de todo, ni el trabajo corporal, ni cualquiera otra virtud, no pueden proporcionarnos el conocimiento y el razonamiento sin el Espíritu Santo, porque este es el camino que lleva a la luz y no la luz misma. Sin el Espíritu nadie puede ni aprender, ni enseñar a otros. Ya que Aquel Quien es mas superior de toda mente y pensamiento, como es posible conocer para nuestra mente, creada por El, si no será iluminada por El y no se une con El.

Los misterios de nuestra fe son desconocidos e incomprensibles para los que no se arrepienten, no los ven, y no pueden verlos los no creyentes o los que crean poco. Por eso "Que nadie seduzca a Ustedes con palabras vanas y engañosas, diciendo que se puede conocer a los misterios Divinos de nuestra fe, sin la iluminación del Espíritu Santo." El gran filosofo cristiano Isaac el Sirio son su bendita experiencia espiritual, representó la marcha misteriosa y la elevación del alma que busca a Dios: "lo que pasa con el pez, sacado del agua, pasa con la mente que se apartó de Dios y piensa solo de lo terrenal. Cuando el hombre se aleja de conversar con la gente, tanto se digna audazmente, con la mente, conversar con Dios, y cuando se aleja de los consuelos de este mundo, tanto tiene el honor de tener la alegría Divina en Espíritu Santo... Y así, como los peces perecen sin agua, así los movimientos inteligentes, originados de Dios, desaparecen en el corazón de quien se enraíza en lo vano y mundano"...

Con la dulzura de pensamiento Divino y la glorificación, nada puede compararse (obispo Teofano). El corazón que ama al Señor, solo aquí encuentra la alegría y la calma. Aquí está el paraíso del corazón, porque solo al único Señor tiene como Dios suyo. Ayuda Señor! Tu Mismo ahora los pedidos de Tus siervos cumplí para lo útil, dándoles en este siglo de conocer a Ti y a Tu verdad, y en el futuro, dándoles la vida eterna (3-o antifono de Liturgia de san Crisóstomo). Calienta, o Señor, a nuestros corazones y dirige hacia Ti, para que de la aspiración de conocer a Dios, siempre recibimos la alegría y la paz.

 

El Amor.

A medida que se conoce y asimila la palabra de Santos Padres sobre el amor a Dios y el prójimo, nos lleva a la alegría y felicidad. El amor, como la acción del Espíritu en nosotros, nos cautiva, él no puede salir de la voluntad del amado. A esto llama la primera epístola del Apóstol y Evangelista Juan el Teólogo. El bien — es la vida, el mal — son las tinieblas. La relación con Dios nos hace cooperadores Divinos. Cuando en el corazón hay luz — todo alrededor nos alegra. Expulsando las tinieblas del corazón, nos llenamos de la luz del Espíritu. Cada pensamiento sobre Dios es una acción de Espíritu Santo en nosotros. Andar en la luz, infaliblemente, hace nacer el amor al prójimo (1 Jn. 2:9). El que aborrece a su hermano, se encuentra en tinieblas, que dominan en todos sus actos y toda su vida, él tropieza en sus caminos, cuya meta es desconocida (1 Jn. 2:11). El Apóstol dio testimonio: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo," o sea, los bienes engañosos del mundo. El amor a Dios no es compatible con el amor al mundo. A la eséncia interna del mundo la constituyen el orgullo y la lujuria. Ambas son repugnantes a Dios. El amor al mundo no puede darnos aquel constante e inmutable bien, hacia el cual tendemos. Cristo vino para liberarnos del pecado. Pero, para quien el pecado se hizo elemento de la vida, éste no es hijo de Dios, sino hijo de diablo. El hijo de Dios es diferente de los hijos del diablo. El pecado, a veces, puede atraerlo, pero nunca lo vencerá, porque la simiente de Dios permanece en él (1 Jn. 3:9-10). A todos los cristianos ocurre cometer acciones pecaminosas, pero ellos no deben tener carácter pecaminoso. La vida cristiana y el pecado continuo son absolutamente contrapuestos. Es como un río, que en su curso principal, y a pesar de meandros y hasta vueltas hacia atrás, fluye hacia el mar. Así, el curso principal de una verdadera vida cristiana siempre se dirige hacia Dios, a despecho de la fuerza del mal, que frena su movimiento y perjudica su continuo perfeccionamiento.

Como signo de nuestra filiación Divina, sirve el amor al prójimo. El que no ama a su hermano, no es de Dios (1 Jn. 3:10). El Apóstol previene contra el odio: el que no ama a su hermano permanece en la muerte (3:12-15). El Caín, personifica al mundo, en cambio, Abel — a los hijos de Dios, a quienes el mundo odia. Pero no hay nada extraño que el mundo aborrece a los hijos Divinos.

El odio es un signo de la muerte, en cambio los cristianos con su amor al prójimo demuestran que pasaron de la muerte a la vida (3:13-14).

El odio está a la par con el asesinato. El que priva de la vida al otro, está sujeto a una terrible muerte moral (3:15). El amor de Cristo se reveló en que El por nosotros, dio Su vida. Debemos, también, por los hermanos poner nuestra vida (3:16). Solo en un verdadero amor, sabiendo que pertenecemos a la verdad, encontramos la tranquilidad de corazón y con alegría tenemos confianza en Dios, en cada momento de nuestra vida (3:21). Poseyendo un verdadero amor, nuestras oraciones están oídas por Dios, porque en el amor hay el cumplimiento perfecto de los mandamientos Divinos, y nuestro proceder agrada a Dios (3:22). Quien ama, a éste se reveló Dios y entonces él conoce a Dios. El conocimiento de lo Divino presupone la posesión de lo Divino. El que no ama, no ha conocido a Dios, ya que Dios es el amor (4:8). El amor que constituye la eséncia de la vida Divina se revelo a nosotros a través del envío al mundo del Unigénito Hijo de Dios. Es allí donde se reveló la verdadera eséncia del amor. El amor en su sustancia proviene de Dios y por eso, nuestro amor al prójimo es el reflejo del amor Divino, cuya fuente es en el Espíritu de Dios. Si nosotros permanecemos en Dios, y Dios en nosotros, entonces, el amor Divino alcanza entre nosotros su plena perfección (4:17). A través de este amor perfecto, nosotros, ya en este mundo, nos parecemos a Cristo, y por eso, el amor traerá una confianza, "audacia" el día de juicio (4:17). Donde hay amor, no hay miedo, sino hay confianza. La insuficiencia de amor al prójimo, habla infaliblemente de la insuficiencia de amor a Dios. Donde existe el amor a Dios, no puede estar ausente el amor al prójimo.

El amor a Dios, Quien nos hizo nacer, no es separable del amor a los engendrados por El (5:1). El cumplir de mandamientos Divinos, para un fiel no puede ser pesado. La dificultad en su cumplimiento deriva de la fuerza enemiga, fuerza de las tinieblas, pero el fiel, como nacido de Dios, vence con la fe en el Hijo de Dios. "Esta es la victoria que ha vencido el mundo, nuestra fe" (5:4-5). Cristo, viniendo al mundo, dió la posibilidad de conocer el verdadero Dios, y nos encontramos en relación con verdadero Dios, estando en relación con Su Hijo. "Este es el verdadero Dios, y la vida eterna" (5:20). Honramos al amor. El amor del Padre al Hijo es la norma de amor del Hijo a los discípulos y esta ultima, es la norma de verdadero amor entre hermanos. Es completamente imposible, que él que cayó hasta faltar de amor al hermano, pueda ser capaz de un amor superior hacia el invisible Dios. En cambio, si nos amamos unos a otros, el Dios invisible está cercano a nosotros, permanece en nosotros, se hace el alma de nuestra vida. Tenemos un tesoro interno, que poseemos en nombre del Hijo de Dios.

Nos encontramos en relación a Dios en la posición confiada de los niños, podemos dirigirnos a El, como al Padre, abriendo a El todo lo que tenemos en el corazón. De esta constante, vivida relación con Dios, consta el verdadero cristianismo, como obra de la vida, y no solo razonamientos teóricos. Nuestra relación con Dios es como relación de un niño amado con su amado padre, niño, que conserva este amor como un tesoro mas alto, como una perla del corazón, como música celestial del alma, como la máxima fuerza y cima de todo. "Tu, Señor, milagro, paz, esperanza, amor, dulzura, alegría, libertad de preocupación, gozo, única gloria, reino, sabiduría, fuerza... En Ti se halla la milagrosa calma para los que Te observan con la comunión del Espíritu Santo. Tu eres el perfecto gozo, perfecto deseo, objeto de santa aspiración, inexpresable amor."

 

El ideal evangélico.

El Señor Encomendó un perdón ilimitado y amor a los enemigos, hacia los que nos maldicen, odian, ofenden, persiguen. Es increíblemente difícil cumplir con esto, pero con la ayuda de amor Divino, tal amor es realizable. El Señor dio la ley de perdón no limitado, ni con el numero, ni con la medida, lo mostró con Su palabra y ejemplo, cuando en la cruz rogaba por sus enemigos.

Hay enemigos personales, y hay enemigos de Dios. Los escribas y fariseos veían en el Salvador a su enemigo personal, Quien con Sus predicas y milagros atraía al pueblo a Su parte. Con el tiempo la envídia de ellos creció hasta una maldad mortal y la decisión de matar a El... La enemistad personal se transformó en lucha contra Dios. Los enemigos de Dios — son nuestros enemigos, a los cuales no estamos autorizados perdonar, ya que no son personales. El Salmista David exclama: "Como no voy a odiar a los que te odian, Señor? Y me enderezo contra Tus enemigos. Los aborrezco por completo; los tengo por enemigos" (Sal. 139:21-22). De ahí, "anatema" a los que luchan contra Dios, y ningún perdón, hasta que se arrepienten de ser necios. Entre la luz y las tinieblas, Cristo y Veliar (diablo) con sus seguidores, no hay paz, ni la deba haber.

El problema del cristiano — es llevar a practica la vida Divina en la tierra. El Salvador vino encarnado para santificar a la tierra, para que la gente sienta y conozca realmente a la vida Divina a través de la hazaña de Cristo — Su vida, los sufrimientos en la cruz, la muerte y la resurrección. Esto no es un ideal solo en teoría, sino una exigencia practica. Dios nos ofrece Su amor para salvarnos. Con el pecado se oscurece y se pierde la belleza de la prístina imagen creada, las tinieblas envuelven el alma. Estas tinieblas nos separan unos de otros y dejamos de ver a nuestro estado real. El pecado cubrió con hollín el icono Divino en nosotros y ya no vemos ni en nosotros, ni en los otros a la imagen Divina.

Pero como una imagen (icono) oscura puede renovarse, así el alma es capaz de renovarse e iluminarse con acción del Espíritu Santo. Para aquellos, cuyo corazón esta preparado, en el milagro no hay nada extraño, y el milagro es la acción de Dios en la fuerza de Su poder. Dios se conoce a través de la santidad. La meta final es la relación con Dios, pero la ruta es la santidad. Con la entronización del Señor en nuestro corazón, éste se hace el recipiente del Espíritu Santo y en nosotros entra el Reino de Dios. Dios es sol, y como se quisiera que se refleje en toda la humanidad. El meta del mundo es en realidad la gloria Divina, y para cada uno por separado — la salvación, o la deificación, que es lo mismo.

La enseñanza del Señor Jesucristo es la garantía de la verdadera felicidad en la vida. Sus mandamientos son vitales y alegres.

Debemos, aunque sea de a poco, examinar con atención al ideal evangélico de la Iglesia antigua, cuando los cristianos transformaban a la tierra en cielo y los paganos exclamaban: "Si los cristianos aquí, se hicieron ángeles, que serán después de dejar esta vida?" Su ley es tan alta y perfecta que hasta sus enemigos la admiran. La riqueza , las alegrías terrenales, la gloria del mundo no tienen para ellos ningún precio. Ellos prefieren la pobreza, difamaciones y deshonor. El camino de persecución y sufrimiento es para ellos el camino de alegría y triunfo. Mansos y humildes, ajenos al odio y apego a los bienes, ellos aman unos a los otros como hermanos, y ayudan de buena gana a sus enemigos — paganos y judíos. Viviendo con el cuerpo en la tierra, ellos viven con el espíritu en el cielo. Unos admiraban la altura inalcanzable de la vida cristiana, otros los cubrían de burlas y calumnias... Los cristianos no querían predicar solo con la palabra: la vida alta, santa, era su mejor prédica. Cristianos — escribía Celso — desprecian los bienes de esta vida y consideran mejor no tenerlos, por las ofensas no pagan con la venganza...

Las palabras de los primeros cristianos sobre si — es oro en efectivo. Ellos decían lo que tenían y se sentían lo que eran. Y por eso sus palabras cobran un carácter de gran fuerza y autoridad. Ellos quedan como eternos ejemplos de alta hazaña, pureza, profundidad y fuerza de voluntad religiosa.

El mejor médio para provocar el amor en otros — es mostrarles el amor y la misericordia. Perdonando al enemigo lo pueden transformar en hermano. El olvido de si mismo es una fuerza omnipotente, ante la cual se inclinan todos y que triunfa hasta sobre la brutal violencia. La fuerza, que venció al mundo pagano era la fuerza de la negación de si mismo del Evangelio, inspirada por amor y la verdad luminosa. El misterio de la vida: que la preocupación sobre la salvación no se deje para el futuro, sino, que ahora, cada paso se ilumine con la luz de la Verdad y Voluntad Divina. Hay que recordar que estamos sobre el borde de la perdición, hacia la cual nos arrastra el pecado... Sufriste la tentación y estas listo para caer? Entonces, clama de la profundidad del Alma: "Jesús, Hijo de Dios, perdona a mi, pecador" — y estas libre. Volvió a ti la benevolencia Divina y estas preparado de nuevo para trabajar y servir a El.

El ideal Evangélico no es solo ponernos por encima de intereses de la vida, sino, siempre estar dispuesto de morir por Cristo. Ayuda nos, Señor!

 

La Iglesia y la "organización."

Admiramos las palabras de S. Basilio el Grande, quien dijo que fuera de la Iglesia está perdida la Gracia, la transferencia illegitima, porque un laico que impone la mano sobre otro laico no le confiere gracia alguna que no tiene, y que no puede existir fuera de la única Iglesia, fuera del cuerpo de Cristo.

Ante Pilato estaba la Verdad en toda Su plenitud. Así también, los dogmas de la Iglesia completan la Verdad accesible a nosotros. Los dogmas de la Iglesia son tanto mas superiores que las ciencias humanas, que llevan el nombre de sus descubridores, cuanto lo Divino es mas alto que lo humano. Siendo humanos, somos limitados. Lo Divino no es comparable con lo que nosotros mismos podemos inventar o pensar. La vida eterna nos abre el conocimiento del cual debe surgir la acción — una vida justa. La enseñanza de la Iglesia es verídica e inteligente. Opera no con el razonamiento humano arbitrario, sino con la mente subordinada a la obediencia a Cristo, o sea con el Espíritu Divino.

La observación de la "pureza de la vida" es una base sobre la cual pueden encontrarse diferentes faltas que proceden de los "asuntos de la ley." Así puede afirmarse la ley de la piedad, pero así, se rechaza la "ley de la gracia." Así será en todas las enseñanzas, menos en la Iglesia. Para la Iglesia, la "pureza de la vida" no es base, sino consecuencia — y ahí está la eséncia de la cuestión. La "pureza de la vida" no puede ser la base, porque en la base no puede haber nada humano, como las acciones de la ley y algo semejante. La base, solo puede ser Divina. Solo la enseñanza de la Iglesia coincide con la divulgación de la Buena Nueva y la completa.

Puede haber muchos "confesores," pero solo la enseñanza de la Iglesia dio a la gente a Santos. Fuera de la Iglesia puede haber sabios, moralistas, pero no Santos. La Iglesia nos dio a Atanasio el Grande, Sergio, Felipe, Serafín, Juan... En cambio el protestantismo pudo dar a Lutero, Calvin y sus semejantes. El modelo de Santo es un carácter humilde, que no se hace notar. El típico protestante es uno que se afirma en si mismo. De esto entre los protestantes hay una eterna y progresiva división en sectas. La sectas se fragmentan sin cesar, elevando en su bandera a uno u otro nombre humano! A Jesucristo lo olvidan y sustituyen por tal o cual "maestro". La iglesia lucha contra este tipo de maestros, afirmando a Único y Eterno Maestro, Dios-Hombre, Jesucristo.

Las sectas místicas sustituyen a Jesucristo en Su Divina Sabiduría, y terminan por divinizar a tal o cual hombre-pecador. Según esta interpretación, Jesucristo es solo uno de los sabios divinos. Según su entendimiento, sobre el hombre Cristo bajó la Sabiduría Divina y El se hizo "hombre-divinizado." Con esta interpretación el cristianismo es la religión de hombre-Dios, y no de Dios-Hombre. León Tolstoy decía, que el cristianismo es tan simple y claro, que si no hubiera Cristo, él mismo llegaría por caer a tal conclusión. Con esto Tolstoy olvidaba que desde los siglos existían sabios y fundadores de religiones, que afirmaban que saben la verdad, y el camino verdadero de la vida. Pero ninguno de ellos llego a afirmar, que él "mismo es el Camino, la Verdad y la Vida." Semejantes "teólogos" aportan no la buenaventura, sino proponen a la gente su enseñanza que no tiene nada en común con el Evangelio. La enseñanza de un tal Harnak, es solo su propia enseñanza, no teniendo nada que ver con el cristianismo. Lo mismo se puede decir sobre las enseñanzas de las sectas. Si ellos no "cosechan con Cristo," significa, que "despilfarran" o pierden su vida fuera de Cristo. Solo aquel que pierde su vida en Cristo (en Su Iglesia) — adquiere la vida.

La enseñanza de la Iglesia es razonable en general. No se puede arbitrariamente rechazar a una u otra parte de la Buenanueva de Cristo. No se puede usar solo las Escrituras, rechazando lo que se transmito oralmente. Es preciso en los juicios sobre el cristianismo tomar en cuenta el hecho, como lo entendían todos, los que lo aceptaron en "todas partes" y "siempre." Y todos estos puntos de partida irrebatibles, simples y claros se pasan por alto en silencio y se ignoran por los adversarios de la Iglesia, porque no encuentran respuesta sobre ellas. Se apuran de cambiar de tema sobre algo totalmente diferente. Por ejemplo, comienzan a hablar de la moralidad utilitaria, como si la Iglesia fuera en contra de la moralidad. Si todos saben que solo la Iglesia, en las personas de sus Santos, mostró la moralidad en todo su volumen, plenitud y significado. Los ataques contra la Iglesia no están basados sobre algo serio y no resisten ninguna critica. Ellos son totalmente "subjetivos" y están privados de bases objetivas y razonables. Solo la comprensión del cristianismo de la Iglesia es razonable.

Cuando a esta comprensión de la fuente de la Verdad llegó un ex seguidor de Tolstoy y revolucionario, el príncipe Khilkov, el pudo escribir en forma convincente: "Si se niega la enseñanza sobre el Organismo viviente del Cuerpo de Cristo, aparece la "organización", o sea, partido, que no difiere en realidad de cualquier otro partido... Mientras tanto, que los dogmas de la Iglesia son vivos y vivificantes, justamente porque se aplican a un Cuerpo — Organismo. Las reglas de organizaciones religiosas y partidos, como los que definen un aumento mecánico de lo que es muerto por su substancia, son muertos ellos mismos. No se puede hablar del crecimiento del partido. Si ponemos granos en un saco, no podemos hablar del crecimiento del saco. Perfectamente de la misma manera no se puede hablar del crecimiento de la "vida espiritual", si un hombre que ayer cumplía tres mandamientos, y hoy cumplió el cuarto. Por eso los invito a la Iglesia y puedo mostrarles que fuera de la Iglesia no hay libertad y lo que se defiende bajo el nombre de la "libertad" fuera de la Iglesia, no es la libertad, sino el libertinaje.

El signo de pertenencia a la Iglesia — es la unidad con ella en la vida y humilde obediencia a ella. Ella sola posee a toda la plenitud de los dones de gracia de Espíritu Santo. El Espíritu Divino vivifica solo el cuerpo de la Iglesia, y fuera de este cuerpo no está, no importa que palabras serán pronunciadas. Fuera de la Iglesia no hay y no puede haber esta unidad de Gracia. Hay solo innumerables divisiones. El que se separa de la Iglesia — es muerto para la vida en ella, y para la comprensión de la fe y moral...

Nos santificamos de Cristo — Cordero Divino, pero por Espíritu Santo, a través de la jerarquía. Los que rechazan el sacerdocio — son apostatas eclesiásticos. También por la Eucaristía son acusados: "su enseñanza no esta de acuerdo con la Eucaristía" (S. Irineo). La misma Eucaristía es el "Sacramento de los Sacramentos" ejecutado por el mismo Señor, a través de la mediación eucarística de la Iglesia terrenal. Los que buscan la salvación en la Iglesia, la encuentran solo en la Iglesia organizada por los Apóstoles, y fundada por el Mismo Cristo. Esta Iglesia que tiene los Sacramentos y la jerarquía es la verdadera Iglesia y todas las "organizaciones" religiosas no son iglesias, sino reuniones arbitrarias. "Los ciegos espirituales no ven que logran la confianza hacia ellos, solo con el nombre de Jesucristo, que unen son el veneno de sus enseñanzas (Tralliano).

En el primer tomo del obispo Ignacio Brianchaninov encontramos palabras de oro: "Deseo mejor ser obediente a la Iglesia, que ser mas inteligente que ella y separarme de ella." Fuera de la obediencia a la Iglesia no hay humildad ni razonamiento espiritual.

 

El gnosticismo.

Los gnósticos eran, en principio, gente religiosa, buscadora, pero intoxicada con fábulas paganas, que aparecieron en el medio de magos-astrólogos de Babilonia mucho antes del cristianismo. Los gnósticos miraban a este mundo como obra de las fuerzas del mal, que mantenían a la gente en su poder, y por eso ellos tenían por meta librar a la humanidad de los lazos de la materia y males de la vida terrenal. El florecimiento del gnosticismo coincide con la propagación de la fe cristiana en el mundo grecorromano en los dos primeros siglos de nuestra era. Los gnósticos trataron de corregir a su manera al cristianismo. Usando la terminología cristiana, ellos introducían sus conceptos. Por eso, el gnosticismo — no es una simple y casual equivocación del pensamiento religioso, sino una profunda enfermedad del espíritu y un anticristianismo militante.

El famoso profesor-teólogo ruso V. V. Bolotov, en su libro "Historia de la Iglesia" investigó a fondo al gnosticismo. Conferencias sobre esta obra daba en Harbin el candidato de teología P. A. Christiakov. Mas abajo ponemos partes de su trabajo.

Bolotov escribe: "Además de la lucha externa con el paganismo, el cristianismo durante los primeros siglos de su existencia debió llevar a cabo el puro trabajo misionero — la lucha con el gnosticismo, que atraía las mentes escrutadoras. Los puntos de vista del gnosticismo son casi sin sentido, parecen un juego de fantasía. A su cabeza estaba gente altamente instruida, con disposición filosófica de la mente. Gnosis, hablando de la ciencia, contraponía sus puntos de vista a los cristianos, presentándolos en forma de epopeyas, lo que demuestra su origen oriental. Cuanto el colorido de gnosis era mas oriental, tanto mas tenia autoridad en los ojos del mundo pagano. En nuestro tiempo, para hacer sus ideas mas atractivas, usan la ayuda de novelas, las visten en forma de ficción. Así también los gnósticos vestían a sus pensamientos en forma narrativa de epopeya. Gnosis se contrapuso al cristianismo como una opinión científica. Pero la resolución de problemas mundiales él proponía no solo sobre la base de investigación científico-filosófica, sino también como una revelación divina.

Es natural, que en la lucha con gnosis, los cristianos se atenían firmemente al canon de libros sagrados. La predica del cristianismo no trataba de coincidir con las opiniones científicas de aquel tiempo. El cristianismo, como una religión que no es de este mundo, no trataba de resolver las cuestiones de carácter mundial.

En la situación histórica del tiempo del desarrollo de gnosis, se encuentran los datos de que este filosofar religioso representaba como filosofía del pesimismo. Esto fue causado por la suma de muchas condiciones. El pensamiento filosófico se encontraba moribundo. Los destacados representantes como Plato y Aristóteles pertenecían ya al periodo anterior. En reemplazo aparecían corrientes ínfimas y poco originales, muchas veces sin princípios como entonces popular eclectismo. Muchos eventos dirigían el pensamiento al pesimismo. El mundo griego fue subyugado por Roma, y el centro mas culto de la humanidad antigua debía apagarse. Roma, la vencedora, se puso la meta amplia de posesión mundial, su eslogan era: "Recuerda, o Roma, que debes mandar a los pueblos. "Y esta tarea con los emperadores estaba mas o menos cumplida.

Pero, si plantear la pregunta: si estos éxitos políticos lograron algo de felicidad, la respuesta será negativa. Es verdad, que la aparición del principado fue precedido por un sangriento desorden en la misma Roma. Los tiempos de triunvirato fueron marcados, a menudo por guerras entre los ciudadanos romanos. El principado, que surgió con Augusto y luego Tiberio, trajo mejoras en la vida social. Pero los republicanos notaban, que con la forma republicana, Roma seguía siendo monarquía, y mas adelante, el principado dio gobernantes indignos del trono: su despotismo tomó formas mas monstruosas. No es extraño entonces, que el estado de las mentes en la capital era deprimido y la literatura comienza a desarrollarse en forma de poesía satírica.

Pero, estos tiempos de malos cesares resulta un fenómeno que prontamente pasó. De todas partes se hacen esfuerzos para dar a la humanidad una existencia mas asegurada. Según la correcta apreciación de los conocedores de la vida romana, si se hace el resumen de como fueron gobernados los pueblos del Imperio durante el principio del siglo 3 d.C., con el emperador Séptimo Severo y en tiempos subsiguientes, la sentencia seria a favor de gobierno de cesares romanos. Porque nunca, no antes, ni después el gobierno se preocupó tan bien gobernar a estos amplios y diversos territorios, a través del Imperio. Nunca, los intereses de los pobladores se pesaban con tanta atención; nunca el gobierno hacia tanto para satisfacer las tendencias espirituales y para moral, como en este tiempo. Los filósofos tendía a basar la moral sobre la caridad. Los contemporáneos de estos filósofos trataban de llevar una vida bastante satisfactoria desde el punto de vista moral, lo cual no se puede decir, hasta de los mejores representantes del fin de la república y comienzo de la monarquía. A pesar de todos los esfuerzos para progresar en sentido moral y político, nadie estaba seguro del futuro, si va a mejorar, o va a empeorar. En todo el mundo cultural se percibía un envejecimiento y hasta parecía que se produce una degeneración física. Hablando de un futuro ideal, lo entendían como una vuelta al pasado. Todavía Horacio caracterizó a sus contemporáneos como tristis gens mortaliam (gente mortal triste). Cuando Virgilio pensaba cantar el advenimiento del siglo de oro con el comienzo del principado, él suponía que la misma justicia vuelve al reino de Saturno.

De manera, toda la gente buena sentía que el periodo mejor ya esta vivido y adelante se puede esperar lo cada vez peor. Semejante estado es capaz de privar de energía a los representantes de filosofía para esperar un futuro mejor, y por eso, de todo lo acumulado se tomaban aquellos elementos, que coincidían con el estado general de la humanidad, lo cual se sentía en todo...

Para la Iglesia, el peligro de gnosticismo era grande, amenazaba a su existencia misma. Y este peligro mortal fue percibido por aquellos, quienes estaban a su cabeza y dirigían su vida. Hasta el mal de las persecuciones sangrientas de parte de los gobernantes romanos no parecía tan terrible, como el gnosticismo. Si para defender a los cristianos perseguidos salían comparativamente pocos apologistas, para la lucha contra el gnosticismo, salieron todos, quienes manejaban la pluma. Pero el gnosticismo es muy vivaz. Las huellas de su existencia se encuentran en al Edad Media, en el tiempo nuevo y en el siglo 19 y 20."

Las enseñanzas ocultistas contemporáneas — es el gnosticismo antiguo, levantado del polvo. En el gnosticismo tienen sus raíces muchas enseñanzas religioso-filosóficas y cultos, como: teosofía de la Blavatskaia, antroposofía de Steiner, enseñanza de Bailey, agni-yoga de E. Rerikh, mormonismo, la secta de "testigos de Jehová"; Sientologia, secta de Sun-Mun y todas aquellas que basan su enseñanza en la abertura de "espíritus."

Estando como en unión con el mal, el mundo va cada ves mas lejos por los traidores laberintos del gnosticismo. El cristianismo cada ves se aleja mas de su inmutable firmeza. Su histórica base de granito vacila bajo presión de enseñanzas vanas y tendencias pecaminosas. Solo el Señor puede parar el proceso que violentamente arrastra a la humanidad a la oscuridad y destrucción propia. La voz de los sabios pensadores cristianos de los grandes Santos es impotente de parar la descomposición común. Pero no se puede quedar callado. Hay que levantar la voz y llamar. Contestaran todos los fieles, hijos de la Iglesia, de todas partes del mundo. Y en un himno común de oración confluirán los corazones de todos los cristianos ortodoxos, y los oirá el Señor, y Solo renovará y organizará al mundo... O, lo purificará con el fuego.

 

 

Folleto Misionero # S097

Copyright © 2003 Holy Trinity Orthodox Mission

466 Foothill Blvd, Box 397, La Canada, Ca 91011

Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(Tesoro_espiritual_deputatov.doc, 08-11-2003).

 

Edited by

Date

D-ra E. Anzibor

 

C. M.

9/12/03