Carta del Obispo Alejandro
a los fieles en América del Sur
2 de agosto de 2004
Santo Profeta Elías
¡Venerables Padres y queridos hermanos y hermanas en Cristo!
¡Les agradezco a todos por su cariño y sus oraciones por mi recuperación!
Hace poco terminé el último tratamiento de quimioterapia por el cáncer que tuve. La semana pasada, luego de un examen completo, no encontraron ningún rasgo de cáncer o tumor. Gracias a Dios este tratamiento tan difícil terminó bien. Lo único que todavía me molesta es un dolor que ocurre de vez en cuando en la región de los intestinos, de donde habían extirpado el tumor. Los doctores suponen que puede ser un músculo comprimido, o quizás un nervio que creció incorrectamente. Esperan que pronto puedan identificar la causa del dolor; o tal vez, después de un tiempo se resolverá solo.
Con la ayuda de Dios ahora estoy recuperando fuerzas poco a poco, y cumplo con más frecuencia con mi oficio en la iglesia. Sin embargo, todavía tengo que prestar mucha atención a mi salud; cada tres meses me corresponde una revisación médica para asegurar que no apareció ningún nuevo tumor. En consecuencia, este año voy a poder hacer sólo uno, tal vez dos viajes cortos a Sur América como máximo. Espero que el año que viene pueda hacer viajes más extensos a la diócesis. Les agradezco a todos su consideración y paciencia.
Ahora les hablo un poco sobre los eventos que suceden en nuestra Iglesia. Primero, les pido a todos que estén en paz y en concordia. Nada amenaza a nuestra Iglesia, todo va bien y correctamente. Estoy contento por las discusiones y encuentros dentro nuestra comisión y la correspondiente comisión del Patriarcado de Moscú sobre el acercamiento de nuestras Iglesias. Estas pláticas se están llevando con verdadera seriedad y en un ambiente respetuoso y amistoso. Unos de los participantes, Archimandrita Lucas, se expresó de esta forma:
"No hubo en absoluto ningún conato para borrar las complicaciones en la relación entre la Iglesia Rusa Fuera de Rusia y el Patriarcado de Moscú, incluyendo las cuestiones del Sergianismo, el ecumenismo y ciertos otros temas importantes. La comisión del Patriarcado de Moscú se expresó con franqueza, y a veces, en un sentido general, llegamos a una misma opinión… Por lo tanto, el ambiente de ambas charlas, en Alemania y en Moscú, fue serio y sobrio. Nunca se apuraron las cuestiones para sacar alguna ganancia."
Entonces, la ansiedad que sintieron algunos de nuestros clérigos y laicos con respecto a las discusiones no tiene fundamento, aunque yo lo entiendo muy bien. El temor por el comunismo que dominó nuestra sufrida patria, y la desconfianza a esa iglesia que estuvo encarcelada, son cosas que mamamos de nuestras madres. Pero, gloria a Dios, el poder ateo ha caído y se ha desparramado, como la arena en los vientos.
Yo, personalmente, creo que es prematuro hablar sobre la reunificación completa con el Patriarcado de Moscú. Considerando la situación histórica que se ha desarrollado, nuestra Iglesia (Fuera de Rusia) tiene que conservar su independencia administrativa y su actitud sin compromisos en cuestiones de principios. Las charlas tendrán que concentrarse en los siguientes temas: el acercamiento de nuestras iglesias, el fin de cualquier animosidad, y el establecimiento de una asociación eucarística. Esto no sólo es deseable, sino necesario.
Sería pecaminoso que nuestra gente ignore la increíble espiritualidad, la resucitación general que se puede observar hoy en día en Rusia. Todavía peor sería oponerse a la reunión espiritual de dos ramas de la, en aquel entonces, única Iglesia Rusa, e insistir en pelear hasta "la última gota de sangre." Tal punto de vista hostil no tiene justificación alguna; ¿acaso no rezamos para "la unidad de las santas iglesias de Dios"? ¿Con quién, me pregunto, nos vamos a reunir y trabajar juntos, sino con nuestros hermanos en la fe?
En verdad, lo que sucede hoy en Rusia es un milagro de Dios Todopoderoso, a Quien hemos rezado durante ochenta años en el exilio. Observando los cambios ocurridos en Rusia, estoy convencido de que no es en vano que nuestros nuevo mártires derramaron su propia sangre. Ellos fueron, en palabras de uno de los primeros defensores de la fe Cristiana, las semillas del nacimiento de nuevos Cristianos.
Entonces, queridos míos, les pido descartar estas ansiedades que nos arroja el enemigo de la raza humana, quien, siempre vigilante, busca la manera de dividirnos y de oponernos, los unos contra los otros. Recemos para que estas discusiones sirvan a la Gloria de Dios y el refuerzo de nuestra Iglesia. Yo creo que la situación espiritual ahora está madura y lista para un acercamiento dentro nuestras Iglesias y entonces es necesario aplicar todos nuestros esfuerzos para establecer buenas relaciones, es nuestra santa obligación. Es tiempo para que, juntos, cerremos las heridas que causó el régimen ateo a la Iglesia.
En conclusión, les pido a los rectores de la diócesis de Sudamérica, y a los parroquianos activos, a distribuir mi carta lo más posible.
Se pueden enterar más sobre estos temas en la carta adjunta.
¡Dios los bendiga!
Con amor en Cristo,
Obispo Alejandro
d
e Buenos Aires y Sudamérica
Addendum
Declaración del Archimandrita Lucas (Murianka) sobre
el Primer Encuentro de los Comités de
la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de Rusia y
el Patriarcado de Moscú
En junio de 2004, hubo en Munich una reunión preliminar del Comité de la Iglesia Ortodoxa Fuera de Rusia. Durante tres días nos pusimos de acuerdo en nuestra posición. El Arzobispo Marcos expresó el deseo de que fuéramos a Moscú después de haber coordinado nuestro punto de vista sobre ciertos temas importantes, los cuales estaban formulados en el mandato que las santas autoridades de nuestra Iglesia entregaron a nuestro Comité. Algunos de estos temas eran: la relación del estado con la Iglesia, el ecumenismo, las parroquias de nuestra Iglesia dentro de Rusia. Esto se logró en Munich. Aunque las discusiones no fueron fáciles, pero, gracias a ellas, formulamos una posición general para las siguientes discusiones.
El lunes, 8/21 de junio llegamos a Moscú y pronto empezó nuestro trabajo. Las discusiones fueron en el edificio de Office of External Church Affairs en el Monasterio Danilov. El Metropolitano Kiril de Smolensk comenzó la reunión con una plática, pero no participó más que eso en las discusiones. Les pasamos a los miembros del Comité del Patriarcado de Moscú el plan general de nuestros documentos, y comenzamos a discutir nuestro mandato. Les quiero compartir mis impresiones personales del trabajo del Comité.
No hubo en absoluto ningún conato para borrar las complicaciones en la relación entre la Iglesia Rusa Fuera de Rusia y el Patriarcado de Moscú, incluyendo las cuestiones del Sergianismo, el ecumenismo y ciertos otros temas importantes. La comisión del Patriarcado de Moscú se expresó con franqueza, y a veces, en un sentido general, llegamos a una misma. A pesar de eso, hubo áreas difíciles en las cuales hace falta un esfuerzo mutuo de entendimiento.
Claro, no tratamos algunos temas muy difíciles en estas negociaciones. Es necesario tener en cuenta las distintas experiencias en nuestras Iglesias. Por ejemplo, la asociación del Patriarcado de Moscú con the World Council of Churches no significa que comparten las enseñanzas falsas del ecumenismo, sino, está dictada por el deseo de proteger los intereses de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Nuestra Iglesia no tiene contacto con esas otras Iglesias Ortodoxas. Es difícil para nosotros entender los constantes problemas que existen en las relaciones entre las iglesias. Aunque entendimos las dificultades que sufre el Patriarcado de Moscú, sin embargo, les expresamos nuestra propia opinión sobre cómo defender la Ortodoxia, y cuáles sacrificios se tienen que hacer para lograr esos fines.
Naturalmente, como uno se imagina, hubo diferencias de opinión; se requiere mucha deliberación y más intercambio de ideas. En los temas que no parecían tener salida, acordamos seguir la discusión en el futuro, pero no con ánimo de ofuscar o ignorar; simplemente de tratar en estas discusiones todo lo que no se pudo hacer ahora. Siempre sentíamos con nosotros la presencia de nuestro rebaño, cuyos deseos tomamos en consideración. Cada tanto se escuchaba de nuestra delegación: Tal cosa disturba a nuestro rebaño… o Nuestro rebaño piensa que… La alarma que siente una porción de nuestro rebaño con respeto a las negociaciones, también se discutió. Hasta los propios miembros del Comité del Patriarcado de Moscú expresaron su comprensión de nuestra complicada posición, la sensibilidad de los temas y nos aconsejaron ellos mismos que no nos apuremos. Yo, personalmente, noté que los miembros del Comité del Patriarcado de Moscú estaban preparados a escucharnos y a aprender de la experiencia de nuestra Iglesia.
Por lo tanto, el ambiente de ambas charlas, en Alemania y en Moscú, fue serio y sobrio. Nunca se apuraron las cuestiones para sacar alguna ganancia. La meta es difícil de lograr, porque en discusiones de este nivel hace falta muchísima claridad y precisión en la terminología y las conclusiones. La tarea era intensa; lo cumplimos como una obediencia, con un sentido de responsabilidad para con Dios y nuestro rebaño. Nos recibieron muy bien, pero fuimos a trabajar, no a vacacionar, como nos apuntó varias veces Vladika Marcos. La próxima reunión de los comités está prevista para otoño (puede ser octubre o noviembre).
En conclusión, quiero compartir algunas observaciones personales de mi visita a Rusia, a donde no había vuelto hace 32 años. Visité lugares santos, principalmente a los alrededores de Moscú. Los cambios que han ocurrido son enormes, y aunque no quiero hablar en este momento del gran renacimiento de iglesias y monasterios, pero siendo breve – me sentí muy conmovido. Además, pude tener contacto con una amplia gama de representantes de la comunidad Ortodoxa en Rusia: profesores de la Universidad Estatal de Moscú, oficiales de la iglesia, también monjes y miembros de nuestra propia iglesia. Si es el deseo de Dios, me gustaría volver para hacer un peregrinaje a nuestra muy sufrida Patria.
Archimandrita Lucas
Jordanville, 2/15 de Julio, 2004